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My unknown husband por frizzante gatto

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El rubio tembló, confundido, y permaneció apretado contra el más alto, podía percibir todo del Uchiha: su olor, el calor de sus manos, la presión de su erección creciente en el vientre. El ascenso y descenso del pecho de Sasuke seguía el mismo ritmo de la respiración trabajosa de Naruto. No era la primera vez que lo abrazabo un hombre, pero siempre había sido en el contexto de una escena, siempre dentro del teatro. Nunca habían sido propios los movimientos ni las palabras, que estaban ensayados a la perfección. Los sentimientos se habían fabricado con suma habilidad para beneficio del público. Ahora, en cambio, por primera vez eran reales y él no sabía bien qué hacer.

Sasuke deslizó sus manos por los finos hombros un poco descubiertos de Naruto, y su contacto infundió un ramalazo de tibieza desde los hombros hasta las muñecas desnudas del menor. Le habló con su boca pegada a la mejilla del rubio, sus labios rozaban la piel bronceada del kitsune, a cada palabra, muy cerca de su boca.

—La noche que fuiste a mi cuarto, en la mansión de los Asuma, yo habría dado una fortuna por tocarte así, cualquier cosa, con tal de estar cerca de ti. Me prometí que nada me impediría poseerte.

—Nada, con excepción de un esposo y una amante embarazada—dijo Naruto, sintiendo el loco palpitar de su pulso.

Sasuke echó la cabeza atrás, disimulando el brillo intenso de sus ojos tras las espesas pestañas.

—No estoy seguro de que Sakura esté embarazada. No sé si está mintiendo, ni sé qué haré si no está mintiendo —y, tras una vacilación, agregó en tono áspero—: Lo único que sé es que tú eres mío.

—Yo no pertenezco a nadie —replicó Naruto, apartándose, tambaleándose un poco—. Por favor, ahora vete —dijo, desesperado, iniciando el camino hacia la protección de su dormitorio.

—Espera —dijo Sasuke, deteniendo al menor apenas había traspuesto la entrada y haciendo que se volviera hacia su persona—. Naruto...

Todos los discursos convincentes que había ensayado se quedaron atascados en su garganta. Lo que quería hacerle entender al rubio era que él no era la clase de hombre que había dado la impresión de ser hasta ese momento. ¿Cómo era que su vida, tan bien organizada, se había convertido en semejante embrollo?

Tomó un mechón del cabello de sol de Naruto y que, como una bandera dorada, descansaba sobre su frente, alborotado. Lo hizo pasar delicadamente por detrás de su oreja para poder ver mejor los hermosos zafiros del menor. Naruto aguardó sin moverse ni emitir ningún sonido, presa de la misma sensación de inminencia que el contrario. Era increíble que Sasuke hubiese abrigado un resentimiento contra el rubio y lo hubiese negado durante toda su vida y que Naruto hubiese terminado siendo lo que él más deseaba.

Sasuke pasó la mano por detrás de donde había puesto el mechón de pelo rubio hasta llegar a su nuca y curvó los dedos en torno de su superficie. Sintió que los músculos del menor se ponían rígidos con su contacto. Escapó de los labios de Naruto una débil protesta cuando el azabache lo atrajo hacia sí, poco a poco, hasta que el cuerpo del doncel quedó preso contra el más grande.

—Esto no está bien —susurró el blondo.

—No me importa.

Fuera de esa habitación, nada le importaba: ni la vida que tan cuidadosamente había diagramado, ni las cosas contra las que había luchado durante años. Las sepultó a todas en el fondo de su mente. Puso una mano debajo la cintura del doncel y apretó los cuerpos hasta hacerlos coincidir, y hasta que el ojiazul se estremeció y exhaló un sonido inarticulado.

Esperé a que el kitsune hiciera el siguiente movimiento. Con movimientos delicados, el rubio llevó sus manos a la cabeza de él, entrelazando los dedos en su pelo. Bastó con esa leve insinuación del contacto del rubio para que la boca de él cayera sobre la de Naruto. El placer inundó todo su ser, bañando los nervios y los sentidos de Sasuke. Encontró al rubio delicioso, sintiendo el delicado pecho del menor sobre la pared de su propio torso, sus caderas suaves y bien torneadas, que encajaban en las suyas. Su cuello terso y delicado, el azabache cedió al impulso de interrumpir el beso para bajar un poco más por la extensión frágil del cuello contrario

A Naruto se le escapó un sollozo y el moreno lo sintió temblar contra él.

Quisiera odiarte —Dijo Naruto en voz ahogada.

Sasuke clavó su vista en el rostro del kitsune y paseó sus pulgares en las leves marcas que tenía en sus mejillas Naruto, haciéndole ganar su apodo de Kitsune.

—No soy ningún santo, Naruto. He mentido a todo el mundo, incluyéndome a mí mismo, pero eso es similar a lo que has hecho tú. Construiste tu propia vida lo mejor que pudiste. Y yo hice lo mismo.

Naruto sintió que de sus ojos manaban lágrimas y que los pulgares del mayor enjugaban de inmediato las tibias gotas. Era un alivio poder hablar sinceramente con el Uchiha por primera vez.

—Yo no sabía que pasaste años tratando de hallarme.

—¿Por qué no me dijiste quién eras aquel fin de semana, en la propiedad de Asuma Sarutobi?

—Intentaba protegerme.

—Te agradaba el hecho de contar con una ventaja sobre mí.

—No —repuso el rubio, de inmediato, pese a que un rubor traicionero caldeó sus mejillas. Los labios del azabache se curvaron en una sonrisa amarga.

—Nunca quisiste decirme la verdad con respecto a quién eras en realidad, ¿no? —quiso confirmar, y adivinó la respuesta al ver que el rubor del doncel se intensificaba.

Sus manos descendieron por el cuerpo del rubio en una caricia de propietario—. No te librarás de mí con tanta facilidad, Naruto.

El rubio trató de apartarse pero una mano del contrario, en el centro de la espalda y otra en la nuca, lo retenían. Esta vez, el beso tuvo una intención claramente sexual, con la lengua de azabache explorando la suavidad de la boca del rubio. Naruto no pudo reprimir su respuesta y un gemido de placer subió a su garganta, hasta que apartó con brusquedad su cara y apoyó su mejilla en el hombro del mayor. Él tenía tanta conciencia como el Uchiha del desastre que estaban a punto de provocar.

—De todo esto no puede resultar nada —dijo, con la boca contra la tela de la chaqueta del moreno—. Yo nunca podría ser la clase de esposo que tú quieres. Y tú tienes tus responsabilidades...

—Siempre he tenido responsabilidades —interrumpió Sasuke, con la frustración vibrando en su voz—. He iniciado cada relación con la convicción de que jamás podría durar, de que no podía ofrecer a una mujer o doncel un apellido, ni un vínculo permanente. Y ahora que te he encontrado a ti, no me dirás que no eres lo que yo quiero.

—¿Qué estás diciendo? —preguntó Naruto, con sonrisa penosa—. ¿Qué no querrás una anulación? ¿Qué podría resultar de una relación entre nosotros? Yo ya no soy Naruto Namikaze. Me he convertido en una persona que no es adecuada para ti, en absoluto.

—Eso no importa.

—Importará —insistió el rubio, tratando de apartarse interponiendo sus brazos—. Tú querrías que yo abandonase todo aquello por lo cual he trabajado, todo lo que necesito para ser feliz. Tú no perteneces a la clase de hombre que podría soportar ver a su esposo sobre el escenario, abrazado, cortejado y besado por otros hombres, aunque supieras que sólo estarían actuando.

—Maldita seas —dijo Sasuke en voz baja—. Ya ahora no puedo soportarlo.

Aplastó con su boca la del blondo, pidiendo entrada, devorándolo, exigiendo hasta querer dejarlo sin aliento, sin voluntad, sin pensamiento, sin otra cosa que la ardiente necesidad de recibirlo dentro de sí.

Con dedos bruscos, tironeó hacia arriba el playera delgada de Naruto hasta que la tela resbalo y fue votadá al piso, dejando al descubierto el pecho del rubio El azabache recorrió el contorno con la yema de sus dedos, dejando un rastro de fuego que provocó un dolor de ansiedad en los botones del menor. Naruto se arqueó hacia el contrario, jadeando cuando su pulgar juguetó con la endurecida punta.

Naruto se dejó llevar por la temeridad. ¿Qué pasaría si lo dejaba hacerle el amor? No debía nada a nadie, excepto a sí mismo. Estaba convencido de que, a esas alturas, había ganado el derecho de elegir por sí mismo, sobre todo en este caso. Siempre se había disfrazado aprovechando uno u otro papel, ya fuese el de Naruto Namikaze , el del señor Uzumaki o el de mil personajes diferentes creados sobre el papel. Pero, en este momento, esas identidades habían sido olvidadas y estaba ante Sasuke sin disfraces.

—Nunca he cedido a la tentación —dijo el rubio, y sus manos temblorosas subieron hasta los costados del rostro delgado de Sasuke—. Es algo que no puedo permitirme. El trabajo, la disciplina, la confianza en mí mismo, son las únicas cosas en las que puedo apoyarme. No quiero pertenecer a nadie. Pero, al mismo tiempo...

—¿Sí? —apremió el azabache, en medio del silencio.

—No quiero estar solo.

—No tienes por qué estar solo esta noche.

---¿Aceptarías que te concediera una sola noche? ¿Y después te alejarías cuando yo te lo pidiese?

—No lo sé —musitó Sasuke, remiso a decir la verdad.

Una carcajada desesperanzada escapó de los labios de Naruto, y admitió para sí que no le importaba. De súbito, nada era tan importante como la necesidad de estar con Sasuke, de conocer todos los secretos íntimos que le habían sido negados durante tanto tiempo. Sasuke captó la expresión de sus ojos y tiró del pantalón del rubio, bajándolo por sus delgadas piernas.

La prenda cayó al suelo con un susurro. Naruto no se movió mientras la mirada absorta de Sasuke lo recorría .Jamás hubiese imaginado que la contemplación de su cuerpo podría afectar al azabache de manera tan potente, haciéndolo sonrojarse y temblarle las manos, que se tendieron hacia el menor.

Acarició con los nudillos la piel tierna de los pezones del rubio y las líneas delicadas de las costillas y luego su palma se posó sobre el vientre de Naruto. El rubio contuvo el aliento cuando sintió que Sasuke tocaba los rizos que tenía entre las piernas y sus dedos exploraban hasta que se apartó, farfullando algo y sacudiendo la cabeza.

Sasuke lo siguió de inmediato, le rodeó la espalda con sus brazos y el rubio oyó el sonido de la voz contraria baja como un trueno que le llenaba los oídos. La boca del moreno buscó la Naruto, y el doncel se abrió a él, entregándole el control que tanto le había costado ganar y que cedía por primera vez en su vida. Sasuke lo llevó a la cama, lo empujó sobre el cubrecama de seda verde, y el blondo, por su parte, tironeó de las capas de hilo y de paño que lo cubrían.

—Naruto —dijo Sasuke, en un hilo de voz—, si vas a detenerme, te ruego, por Dios, que lo hagas ahora.

Como presa de fiebre, el rubio apretó sus labios contra el mentón y el cuello del contrario.

—Quiero sentirte —susurró—. Quiero sentir tu piel en la mía.

La respuesta de Sasuke fue un suspiro desgarrado y un torbellino de actividad, quitándose la chaqueta, la corbata y la camisa. Cuando llevó las manos a la abertura del pantalón, las manos más pequeñas del doncel apartaron las de él. Con esfuerzo, él esperó pacientemente mientras su deseo estallaba en llamas al sentir los dedos del rubio arrancando, tirando de sus ropas. El kitsune estaba serio, absorto en su tarea, haciendo pasar los pesados botones de la prenda por los pulcros ojales.

Una vez que estuvo suelto el último botón, Sasuke se sentó sobre el borde de la cama para quitarse los zapatos, los pantalones y los calzoncillos. Tras él se hizo silencio, y entonces sintió el roce húmedo de la boca de Naruto donde comenzaba su columna. La sensación le hizo ponerse rígido, tenso cada uno de sus músculos, mientras recibía una sucesión de besos que siguieron al primero, empezando en su nuca y bajando hasta el centro de su espalda.

Naruto lo rodeo con sus brazos, estrechándolo desde atrás, y su erección del menor se apretó contra la espalda, también desnuda, de Sasuke. Parecía un zorrito curioso que estuviese descubriendo un juego por primera vez, moviendo su cuerpo contra el del moreno, sus manos suaves deslizándose sobre la piel nívea del mayor. El rubio recorrió los contornos del pecho contrario y se detuvo para sentir mejor el palpitar de su corazón bajo la palma de la mano. Se atrevió a bajar y sus dedos rozaron los músculos del vientre del azabache. Sasuke cerró los ojos sintiendo el tímido roce en su miembro, dolorosamente erecto. Llevó sus dedos trémulos a los del kitsune, ayudándolo a apretar hasta que el placer fue tan intenso que casi lo abrumó.

Sasuke se volvió, e hizo tenderse al ojiazul sobre la cama y su cuerpo descendió sobre el del menor. El doncel atrajo, con ansias, la cabeza del azabache hacía él enredando sus dedos en el cabello de obscuro y besándolo. Sasuke posos sus dedos en los botones del rubio para enseguida descender, y ahora cubrió sus pezones con la boca y su lengua hizo erguirse, más aún, esas puntas rígidas.

Naruto se elevó hacia Sasuke, perdido en la comunión de los dos cuerpos. En los últimos minutos, se había convertido en un desconocido para sí mismo, en un desvergonzado que entregaba su cuerpo y su alma a la voluntad de otro. Quiso más, quiso acercarse al moreno más todavía, olvidar su propia existencia en la marea arrasadora del éxtasis.

Las manos y los labios de Sasuke se movían con destreza sobre el cuerpo contrario, provocando corrientes de sensaciones dondequiera que lo tocaban. Empujó con su rodilla entre las piernas del rubio y sintió sus dedos entre los muslos, descubriendo un principio de humedad entre los diminutos rizos. Tan audaz intimidad le hizo abrir los ojos y encogerse al ver el resplandor de la lámpara que había junto a la cama. Tuvo ganas de quedar oculto por la oscuridad.

—Por favor —dijo, en voz insegura—, la luz...

—No —murmuró Sasuke, con la boca sobre su estómago—. Quiero verte.

Naruto trató de protestar pero las palabras se le quedaron en la garganta cuando la cabeza del azabache siguió bajando. Sintió que la boca del moreno se movía cada vez más abajo, dando una lamida en la punta de su miembro para después llevarse a la boca toda su erección. La lengua de Sasuke era cálida sobre su carne, y lo hacía retorcerse y gemir como si le doliera, aunque no era dolor lo que sentía; más bien, era un embeleso demasiado intenso para poder comprenderlo. Las manos del rubio bajaron hasta el cabello de negro con la intención de apartarlo, pero luego se curvaron sobre su cabeza como suplicando. Lo atenazó un interminable estremecimiento de placer, y sus sentidos se galvanizaron hasta quedar al rojo blanco.

Sasuke alzó la cabeza y deslizó el cuerpo sobre el del menor. Naruto se arqueó y suspiró, dispuesta a dejarlo hacer cualquier cosa que deseara. Ya se había librado de cualquier recato virginal, y estaba flexible y abierto a cualquier deseo de Sasuke. Hubo una fuerte presión entre sus muslos, una advertencia de dolor. Se mordió el labio al recibir la lnvasión y rodeó la espalda del mayor con sus brazos, deseando con primitiva urgencia que Sasuke lo poseyera; esa urgencia lo asombraría más tarde, cuando pudiese reflexionar. Pero Sasuke se detuvo y se retiró, mirándolo con creciente incredulidad.

—Eres virgen —susurró.

Naruto lo ciñó con sus brazos, y sus manos pequeñas se movieron por la parte baja de la espalda del moreno acariciando, masajeando en inconscientes gestos de ánimo.

-¿Por qué? —fue lo único que atinó a decir Sasuke. Los ojos azules brillaron cuando lo miró.

—Nunca quise a ninguno, antes de ti.

Sasuke besó al rubio en un espontaneo tintineo de felicidad, besó su garganta estirada, sus mejillas, sus labios trémulos. Tuvo la sensación de que todo su ser estaba repleto de un deseo cegador equivalente al que había sentido durante toda su vida adulta. Con un solo movimiento decidido, empujó hacia delante con suficiente fuerza como para corromper al rubio. Lo sintió ponerse tenso entre sus brazos y hacer una brusca y veloz inspiración. Sasuke odiaba causarle dolor y, al mismo tiempo, experimentó una feroz satisfacción al saber que lo poseía como ningún hombre lo había poseído. El blondo era muy apretado, y en sus tersas honduras se sintió retenido y envuelto en un intenso calor. Dejó caer una lluvia de besos sobre el rostro del kitsune, mezclándolos con palabras de elogio y de deseo, tratando de reconfortarlo.

Poco a poco, Naruto comenzó a relajarse, a adaptarse a la inflexible invasión. Sasuke fue tierno con el menor, y sus manos juguetearon sobre el cuerpo del rubio en parsimoniosa exploración. Naruto tembló al sentir que azabache penetraba más profundamente, iniciando un ritmo lento que enviaba corrientes de placer por todo su cuerpo. De algún modo, el dolor del comienzo se disipó y fue reemplazado por el impulso de elevarse más hacia Sasuke y de recibirlo más a fondo. El moreno accedió a la demanda sin palabras, hundiéndose recto y seguro en Naruto hasta dejarlo sumido en otra oleada de deleite. El rubio sintió que el mayor lo hacía por las caderas, que sus dedos se apretaban en su carne y le oyó emitir un sonido bajo y atormentado cuando eyaculó dentro de su cuerpo. Y el él haciéndolo entre los dos cuerpos pudo tocar el cielo. Tembloroso, Sasuke presionó con fuerza hasta que tuvieron la sensación de que sus cuerpos se habían fundido en uno solo.

Naruto quedó sumido en una fuerte somnolencia durante largo rato, después, y descansó apoyado en el hueco del brazo del azabache. Sasuke había apagado la lámpara; habían quedado en una apacible oscuridad. Naruto estaba soñando, con la cabeza ocupada por vagos pensamientos y los sentidos absorbiendo la tibieza y la textura del hombre que estaba a su lado.

Él ya no era el personaje misterioso que excitaba la curiosidad del público, ni el actor que pronunciaba las líneas bien ensayadas de una obra... él había sido arrancado del pasado que lo ataba. Giró la cabeza y contemplé el nítido perfil del hombre que estaba a su lado. Sasuke, su esposo. Si él se lo permitía, el azabache dominaría su vida. Lo mantendría a salvo, cobijado, y lo inundaría de suficiente lujo como para que a él ya no le importase estar encerrada en una jaula de oro. Sin embargo, él no estaba dispuesto a permitir que nadie lo poseyera. Había pasado la mayor parte de su vida bajo la planta de su padre, y ya estaba harto.

No se quedaría a la sombra de un marido como había hecho su madre. Reservaría con esmero esa parte que el mismo que se había esforzado por nutrir y proteger; eso significaba que cualquier tipo de relación con Sasuke era imposible.

Notas finales:

Perdón si el lemón no esta muy bien, soy nueva y no se me da bien esto D: Gracias por su tiempo su comprensión

Gracias por leer <3 y gracias por sus mensajes - díganme qué les pareció-


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