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My unknown husband por frizzante gatto

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Notas del capitulo:

Gracias por sus comentarios, son lo máximo 

Naruto se apartó del moreno, alisando sus ropas con movimientos inconscientes. A pesar de la expresión dura de sus ojos, Sakura era bella, con su cabello rosa y sedoso volcándose por su espalda, sus ojos sesgados como los de un gato. —Se me ocurrió darte una sorpresa, querido —dijo Sakura en voz baja, como si estuviese en pleno dominio de la situación—. Nunca imaginé que la sorprendida sería yo. No esperaba que, habiendo entre nosotros tantos asuntos sin resolver, esta noche recibieses a alguien más —llegó al final de las escaleras y cruzó los brazos, haciendo más marcada la separación entre sus pechos. Su mirada, fría y divertida, se posó sobre Naruto—. ¿Qué te ha pasado, querido? Tienes un aspecto terriblemente desastrado... y ambos apestan a humo.

—Hubo un accidente en el teatro —respondió Naruto.

—Ah —dijo Sakura, mirando otra vez a Sasuke con sus finas cejas arqueadas—. Últimamente te has hecho muy devoto del teatro, ¿no es así?

--¿Qué diablos estás haciendo aquí? —preguntó él, con voz dura. El tono de él pareció herirla. Una de sus manos delgadas se posó sobre su vientre para recordarle el embarazo.

—Pensé que teníamos que hablar y, como tú no venías a mi, ésta era mi única alternativa —dijo Sakura y mirando otra vez a Naruto—Tú, sigue de largo, ¿quieres? Sasuke y yo necesitamos un poco de intimidad. Estoy segura de que podrás encontrar a otro hombre que satisfaga tus necesidades esta noche.- terminó de decir la pelirosa al rubio

Naruto sintió que se le helaba la sangre de furia y de humillación, pero mantuvo una expresión inmutable.

—Por cierto que  —replicó, en tono controlado—. Quisiera alejarme de ustedes lo más rápido posible.

—Espera —dijo Sasuke, tomándole el brazo, pero el rubio se soltó con brusquedad.

Una sonrisa satisfecha se abrió en el semblante de Sakura. Y no pudo resistir la tentación de lanzar una última pulla.

—Señor Uzumaki, tal vez crea usted que está muy cerca de lord Uchiha, pero hay muchas cosas que usted no sabe de él. Sospecho que, entre las cosas que él no le ha dicho hay una muy relevante: que él ya está casado.

Naruto se detuvo junto a la puerta:

—Sí, ya lo sé —repuso el blondo con calma.

Sakura adoptó una expresión de sorpresa y luego, su rostro se crispó de desdén. —Dios mío, tienes la misma moral que una gata en celo. Mira que entregarte a un hombre que está casado con otro doncel y que ha dejado preñada una mujer, eres la criatura más desvergonzada que haya conocido jamás.

—Sakura... —dijo Sasuke, en tono amenazador, pero Naruto lo Interrumpió.

—¿Desvergonzado? Tú eres la que se pasea casi desnuda por la casa de un hombre casado. Ardía en deseos de decirle la verdad a esa otra mujer, de decirle que él era la esposa en cuestión y que quien no tenía derecho a juzgar a nadie, por cierto, que era Sakura.

Naruto logró, sin saber bien cómo, contener su lengua y, yendo hacia la puerta, la abrió de un tirón. Se detuvo para arrojar a Sakura una mirada hacía atrás, pero el azabache dio la impresión de ignorarlo, pues toda su atención estaba enfocada en Sakura. Los celos lo atenazaron. No pudo discernir con quién estaba más enfadado: si con Sasuke o consigo mismo.

Naruto salió deprisa y llamó al lacayo.

--Diga al cochero que traiga el coche de inmediato. Quiero marcharme ahora

Mientras el criado se apresuraba a obedecerlo, se frotaba los brazos que sólo estaban cubiertos con una fina tela; la brisa fresca lo hacía temblar. Pensó en ir a su casa pero rechazó la idea de inmediato.

En ese mismo momento, había una persona a la que necesitaba ver, la única persona en el mundo que podía ayudarlo a recuperar su cordura y a echar el anda en la realidad.

++++++++++++++++++++++

Sasuke guardó silencio largo rato, su vista fija en Sakura hasta que la sonrisa de victoria se borró y ella comenzó a sentirse incómoda. Habló con suavidad, esforzándose por parecer tranquila.

—Supongo que no debo culparte por coquetear con él, querido. Es bastante atractivo, si bien su estilo es un tanto tosco, obvio...

—No deberías haber venido aquí.

Hasta ese momento, a Sasuke nunca le había desagradado Sakura. Pero, hasta entonces, si bien había sentido suspicacia, exasperación, enfado contra ella, nunca había sentido algo que se asemejaba mucho al odio. Era como una piedra de molino que llevase colgada del cuello, aferrándose a él con inflexible decisión, arrastrándolo hacia un sitio muy oscuro, frío. Ella hacía surgir lo peor que había en él. Se puso tenso cuando ella se acercó a él, apretando contra el suyo su cuerpo perfumado.

—No podía seguir lejos de ti —murmuré Sakura—. Te he echado mucho de menos.

—¿Has hablado con el doctor?

La mirada de ella eludió rápidamente la de él.

__Todavía no, pero pensaba hacerlo muy pronto —repuso, y sus brazos sedosos comenzaron a rodear los hombros de él—. Entre tanto...

—Entonces, yo lo arreglaré.

La empujó, haciéndola retroceder unos pasos, obligándola a soltarlo. Si bien no la trató con brutalidad, tampoco fue amable.

Sakura pareció enfadada y alarmada, a la vez. —¡No puedes hacer eso!

—¿Por qué no?

—El doctor Orochimaru es un hombre muy ocupado... no puedes darle órdenes como si fuese un criado. Y él no hablará contigo acerca de mi estado a menos que yo le dé mi consentimiento.

—Estás jugando conmigo-- dijo él, con peligrosa suavidad—. No lo toleraré.

Ella se echó atrás con aire ofendido.

—No tienes por qué ponerte tan amenazador. Hasta ahora, no había conocido ese aspecto tuyo; me resulta bastante desagradable.

-¿Desagradable? —repitió él, con voz densa—. No hay palabras para describir el aspecto de mi persona que tú verás si descubro que has estado mintiéndome.                                                             Ella lo miró a los ojos.

 —Te he dicho la verdad.

--Entonces, busca pronto un médico para mí, Sakura... uno que apueste su reputación para respaldar la afirmación de que estás embarazada. Esa es la única posibilidad que tienes de impedir que te retuerza el cuello.

--Estás de mal humor porque he estropeado tus planes de acostarte con ese pequeño zorro del teatro...

—No digas una sola palabra más sobre él.-- Un ataque de furia le hizo temblar la voz. Aunque rabiosa, Sakura reconoció la sinceridad de la amenaza velaban las palabras de él. Durante unos instantes, luchó por controlar sus emociones.

—Entiendo que lo desees-- dijo ella, al fin—. Quizá lo desees tanto como en otro tiempo me deseaste a mí. Pero no me haré a un lado para facilitarte las cosas. Yo tendré lo que quiero, lo que me debes —afirmó y, contemplando el semblante de piedra de él, suavizo su voz; su expresión pasó de enfurruñada a engatusadora—. No podrías decir que es un tormento estar conmigo, ¿no? En el pasado, tú disfrutabas con mi compañía; eso no tiene por qué cambiar. Si nuestros juegos en la cama te han aburrido, puedo inventar otros. Te daré placeres que pocos donceles se atreverían jamas...

--Ha terminado —dijo él con frialdad.

Los ojos jade de la mujer se dilataron. —Qué es, exactamente, lo que se ha terminado?

—Nuestra relación... al menos, del modo como ha venido siendo.

—¿Y qué me dices del niño?

—Si tú das a luz a un niño en los próximos nueve meses, yo decidiré cuál es mi responsabilidad. Si no, no quedarán dudas de que yo no soy el padre... porque no me acostaré contigo, no pienso tocarte y, si Dios me ayuda, ni siquiera te veré.

—Hay un niño —dijo ella, fustigándolo con cada palabra—. Tendrás que comerte tus palabras, Sasuke. Lamentarás haberme tratado así.

—Puede ser —dijo él. La tomó del brazo con tanta fuerza que le hizo daño y comenzó a empujarla escaleras arriba—. Entre tanto, te vestirás y dejarás mi casa de inmediato.

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—Diga al mayordomo que quiero ver al señor Hyuga —dijo Naruto al lacayo cuando se apeó del carruaje—. Dígale que lamento lo tardío de la hora, pero que se trata de un asunto urgente.

—Sí, señor Uzuamki.

El lacayo traspuso sin demora la puerta principal e informó al mayordomo de la presencia de la recién llegada.

Nartuo lo siguió vacilante, sintiendo que su valor iba esfumándose a cada paso que daba hacia el interior de la lujosa casa de Neji Hyuga, en ese tranquilo barrio suburbano de St. James Square. La casa tenía un ancho de tres entrepaños y su fachada estaba adornada con macizas columnas ahusadas que parecían puestas allí para intimidar a los visitantes curiosos como él, por ejemplo. Él nunca había estado antes allí, pues Neji había prohibido a todos los actores y al personal del Capital que pusieran un pie en su propiedad.

Hasta donde Naruto sabía, rara vez Neji recibía a alguien en su casa. Las pocas personas que habían tenido el privilegio de visitarlo no habían dicho una sola palabra con respecto a la casa o a sus moradores, por respeto al deseo de intimidad del dueño de casa. Ese era su dominio exclusivo, su pequeña propiedad; daba la impresión de estar cubierto por un velo invisible de misterio. Pero quería ver a Neji y no se sentía capaz de esperar hasta la mañana siguiente.

Para Naruto , Neji era lo más cercano a un consejero, y el problema que tenía era demasiado abrumador para enfrentarlo solo. No había ninguna otra persona en quien pudiese confiar para pedirle un consejo sensato. Se preguntó si Neji lo echaría de su casa de inmediato en caso de que lo sorprendiese su inesperada aparición, o lo enfadase, o ambas cosas. También existía la posibilidad de que el conflicto de Naruto lo divirtiese y se burlara. Esa idea lo hizo encogerse, pero se obligó a seguir caminando.

El alto lacayo que la había precedido estaba hablando con el mayordomo, quien desapareció para reaparecer poco después. Era evidente el perfecto entrenamiento del mayordomo en la falta de expresión de su semblante, aun cuando tuviese ante sí a un joven tembloroso, cubierta con un vestuario teatral chamuscado.

--El señor Hyuga lo recibirá, señor Uzumaki -- murmuró el criado.

El mayordomo despidió al lacayo y precedió a Naruto hacia el interior. El rubio pensó que ojalá Neji no se hubiese retirado aún y que no hubiesen tenido que despertarlo. Lo más probable era que no, puesto que no podía imaginarse a Neji durmiendo después de todo lo acontecido esa noche. Naruto se distrajo mientras recorría la casa, sin poder creer del todo que, por fin, estaba viendo el mundo privado del Hyuga.

La decoración de las habitaciones era de estilo italiano, con muebles de profuso tallado, frescos pintados en los cielos rasos y blancos bustos de mármol. De todo emanaba un aire de lujo, todo estaba lustrado, aterciopelado y serenamente atenuado. La tapicería y las cortinas de las ventanas estaban hechas en intensos tonos de azul, oro y borravino.

Llegaron a una sala íntima donde se apilaban cojines de seda y terciopelo sobre los sofás y sillones y donde sc veían pequeñas mesas de marquetería, llenas de novelas y libros de estampas.

Neji Hyuga se levantó de una tumbona en el mismo momento en que Naruto traspuso el umbral.

—Señor Uzumaki--dijo, en voz un tanto ronca. --¿Cómo está usted? Espero que el fuego no le haya hecho ningún daño.

--Estoy muy bien-- aseguró el rubio.

Atrajo su mirada la otra persona presente en la sala, una de las mujeres de belleza más exótica que ella hubiese visto jamás. Su piel era como la nieve, el cabello negro y liso, y sus ojos impresionantes de color perla. Llevaba una pesada bata de seda ceñida a la esbelta cintura, que destacaba la forma de un cuerpo flexible y largo. A Naruto le fascinó. De modo que ésta era la misteriosa mujer que vivía con Neji. ¿Sería más que una amante para él o sólo una comodidad?La mujer sonrió timida a Naruto y se acercó a Neji.

-Los dejaré solos para que puedan conversar —dijo sueve, con tacto, y pasó una mano sobre el cabello de Neji en un gesto de propietaria, para después marcharse.

Neji posó sobre Naruto una mirada especulativa. El castallo tenía los ojos enrojecidos por el humo; en contraste, los iris parecían más blancos que nunca.

—Toma asiento —le dijo, señalando una silla acolchada cerca de él—. ¿Quieres una copa?

—Sí, cualquier cosa —dijo Naruto, agradecido, acomodándose en la confortable silla. El mayor le alcanzó un vaso con un líquido de color ámbar claro, que el rubio identificó como whisky rebajado con agua, de sabor terso y apenas dulzón. El hyuga se sirvió un vaso de licor puro, se sentó cerca del blondo y estiró las piernas. Igual que Naruto, no se había cambiado y seguía llevando la ropa de la obra. Estaba en estado desastroso: manchado de sudor y de humo, la camisa desgarrada en varias partes, los pantalones rotos en la rodilla.

—¿Cómo está el teatro? —preguntó Naruto, titubeante, bebiendo un poco de whisky. No era una bebida que a le gustara, en particular, pero le hizo bien su efecto reconfortante.

Un ceño crispado ensombreció el semblante del ojiperla.

—No quedó destruido, pero habrá que hacer reparaciones que consumirán mucho dinero. Tendremos que reducir a la mitad las representaciones que había planeado para esta temporada y reservar el resto para hacer una gira por el interior. Entre tanto, yo iré y volveré para supervisar las obras que se hagan en el Capital.

—Oh —exclamó Naruto .

El kitsune detestaba las giras, los horarios tardíos, la mala comida y los cuartos sucios. En el pasado, habían sido pocos los espectáculos que llevaron en giras limitadas, por sitios como Bristol, Leicester y Chester**. Era cansado enfrentar las muchedumbres que solían esperarla a la salida de su alojamiento y aguantar la celosa observación de que era objeto, fuera a donde fuese.

Pese a su evidente fatiga, Neji sonrió al ver la falta de entusiasmo del menor.

—Nada de quejas —murmuró—. Esta noche, no estoy en condiciones de reñir. Naruto se las arregló para retribuir la sonrisa.

—Yo tampoco lo estoy —repuso, bajando la vista hacia sus ropas y jugueteando con la tela—. Esta noche, la obra marchaba espléndidamente antes del incendio. Estoy seguro de que habría recibido buenas críticas.

—La semana que viene la llevaremos a Bath.

—¿Tan pronto? —Preguntó Naruto, arqueando las cejas en señal de perplejidad—. Es que el telón de fondo y las piezas de la escenografía han quedado destruidos...

—Haré que Sai y los otros improvisen algo. Pueden modificar los paneles del mar y la costa de El mercader de Venecia y algunos telones que hemos usado en otras producciones —dijo el castallo, frotándose el puente de la nariz con el pulgar y el índice—. La cuestión es que no podemos permitirnos demorar la gira.

—Tal vez pudiésemos reunir más fondos dando espectáculos a beneficio para reparar el teatro —propuso Naruto.

—Yo me preocuparé por el dinero. Entre tanto... —lo miró de frente—. ¿Por qué has venido, Menma?

El rubio bebió un sorbo de whisky con disimulo.

 —Yo... necesito de tu consejo.

Neji esperó a que el contrario continuase, haciendo gala de una paciencia poco habitual en él.

Naruto inhaló y soltó un largo suspiro.

—Tengo problemas personales —barbotó.

—Ya lo había imaginado. Prosigue.

—No estoy comportándome como solía hacerlo, estoy adoptando decisiones que sé que son erróneas; sin embargo, no puedo evitarlo. Tengo miedo de que mi trabajo se resienta pero, por sobre todo, tengo miedo de lo que podría hacer después...

—Espera —dijo Neji, tratando de interpretar esa catarata de frases confusas—.Deduzco que esto tiene cierta relación con un hombre. Por casualidad, ¿ese hombre es lord Uchiha?

—Sí.

—Desde luego —dijo el hyuga, y un brillo irónico y divertido asomó a sus ojos.-- El azabache ha dado vuelta tu vida como si fuera una media... y ahora tú estás comenzando a pensar que te enamoraste de él.

A Naruto le disgustó el modo en que Neji lo expresaba, como si sus sentimientos fuesen apenas un lugar común y su desazón estuviese fuera de lugar. El castallo no percibía el gran nudo frío que el rubio sentía en su pecho, la desolación que estaba empujándolo hacia el desastre. Sin embargo, Naruto tomó muy en serio las palabras de su jefe. Lo que sentía hacia Sasuke, la potente atracción física, el anhelo de contar con su compañía, la sensación de que se entendían mutuamente... Lo recorrió un fuerte estremecimiento y se hizo el propósito de enfrentar la verdad. Sí, estaba enamorado de Sasuke.

En sus ojos le escocieron las lágrimas; se apresuré a beber un poco más de whisky hasta sentir que le ardía la garganta.

—No se trata de algo que yo desee sentir —dijo, tosiendo un poco.

—Claro que no —dijo Neji , mesando su cabello de color café y tironeándose, distraído, de un reluciente mechón—. ¿Te has acostado con él?

—¡Eso no es asunto tuyo!

—Lo has hecho —confirmó el mayor, sin alterarse, adivinando la respuesta en la expresión ofendida del blondo—. Eso explica muchas cosas. Tú no eres un doncel que entregue sus favores así como así. No me cabe duda de que no sabes distinguir el amor de la pasión... y eso es peligroso. Nunca te permitas tener una aventura a menos que puedas ejercer el control por entero. Si tienes la impresión de que Sasuke te supera y no puedes manejarlo, rompe con él. No importa lo doloroso que te parezca en el momento: es la única decisión prudente.

—No es tan fácil —dijo Nartuo.

--¿Porqué?

—Porque... da la casualidad de que estoy casado con él.

Si no se hubiese sentido tan desdichado, Naruto habría disfrutado al ver la estupefacción que apareció en el semblante de su patrón. No había imaginado que su revelación impresionara de ese modo a Neji, tan mundano y tan sofisticado.

El hyuga se ahogó con la bebida y tardó unos momentos en recuperarse.

--¿Desde cuándo? --preguntó, confundido.

—Desde hace dieciocho anos.

Una nueva oleada de perplejidad ahogó cualquier intento de seguridad en sí mismo. —Menma, lo que dices no tiene sentido...

—Nos casaron cuando éramos niños.

Neji, con expresión fascinada y agobiada a la vez, dejó a un lado su bebida.

--Continúa —dijo, en voz baja.

Con palabras que salían a borbotones, el rubio relató su pasado y ese matrimonio que había pesado sobre sus hombros durante tanto tiempo. Sentía el peso de la mirada del castallo fija en él, mientras hablaba, pero no tuvo valor para mirarlo. Le daba una sensación extraña estar confesándole la verdad después de haber guardado su secreto durante dos años y. al mismo tiempo, el alivio inundaba su interior a medida que lo confesaba todo, reservándose solamente la parte referida al embarazo de Sakur. No sabía bien por qué, pero le parecía que era algo demasiado personal para contarlo; eso los expondría, tanto a Sasuke como a él, a la burla.

Al final del monólogo de Naruto, Neji daba la impresión de haberse recompuesto un poco.

—Y ahora que me has revelado todo esto, ¿qué esperas de mí?

---Tal vez necesite que alguien me diga qué debo hacer. Y no digas que debo tomar yo mismo esta decisión, porque, al parecer, no estoy en condiciones de...

—¿Sasuke tiene intenciones de seguir adelante con el matrimonio?

—No estoy seguro —respondió Naruto, cauteloso. Creo que... tal vez lo quiera.

---Te diré mi opinión. No es bueno, Menma... Naruto. Si te quedas con él, tendrás que hacer todos los sacrificios que él te pida.

---Lo sé —susurró el rubio, pesaroso.

---Pero hay algo más; yo no creo en el amor. Al menos, no creo en esa emoción grandiosa, apasionada que nosotros representarnos para el público sobre el escenario. Es sólo una ilusión; nunca perdura. Las personas son intrinsecamente egoístas. Cuando se enamoran, intercambian mutuas promesas sólo para conseguir lo que desean. Cuando el amor desaparece o se destruye, lo único que quedan son mentiras y desilusión.., y recuerdos que no te dejan dormir por la noche.

La hondura del cinismo del castallo sorprendió un poco a Naruto.

--- Tengo la impresión de que hablas de tu propia experiencia.

Neji sonrió sin humor.

-Sí; he tenido alguna experiencia. La suficiente para comprender cuáles son los riesgos de confiar tu corazón a otra persona. Nunca es aconsejable hacerlo, Menma; menos en el caso de un doncel.

--¿Por qué dices eso?

—Por un motivo evidente. En esencia, el matrimonio no es otra cosa que una transacción económica. La ley, la religión y la sociedad, en conjunto, dictaminan que tú eres propiedad de tu esposo. La poesía y el romance son una manera de hacerlo digerible, pero esas cosas sólo pueden engañar a quienes son jóvenes y tontos. Tal vez tú llegues a la conclusión de que amas lo bastante a Sasuke como para entregar tu cuerpo y tu alma a sus cuidados... pero yo no te lo aconsejarla.

—¿Qué harías tú si estuvieses en mi lugar?

—Yo pensaría en buscar a un juez que invalidara el matrimonio. Eso, siempre y cuando fuese legal, para empezar. Yo estoy seguro de que está basado en una licencia obtenida por medio de perjurio ——dijo Neji y, de pronto, una sonrisa cruzó su rostro. ---Vaya padres notables que habéis tenido... son de una codicia casi shakesperiana.

—No puedes imaginarlo--- dijo Naruto con sequedad.

Reflexionó sobre el consejo de Neji, tan inflexible y realista. El rubio había abrigado la esperanza de que después de hablar con su jefe todo sería claro; por el contrario, tenía tantas dudas como antes. El castallo abogaba por una vida de completa independencia y autosuficiencia, pero eso tenía un precio que habría que pagar. Naruto no quería quedarse solo para siempre.

—Todo esto es muy confuso —dijo Naruto, más para sí mismo que para Neji—. No quiero dejar la escena y aprecio mi libertad. Y, sin embargo, una parte de mí anhela tener un marido, hijos y un hogar como es debido...

—No puedes tenerlo todo.

Naruto suspiró.

—Ya de niño quería lo que no era bueno para mí. En la sala de nuestra casa solía haber una caja de plata llena de golosinas; yo podía tomar sólo una, en ocasiones especiales. A pesar de todo, los dulces desaparecían de manera misteriosa, hasta que a mi padre se le ocurrió empezar a acusar a los criados de robarlos.

—Y no eran los criados —adivinó Neji.

—No, era yo. Por la noche, me escurría a la planta baja y me atiborraba de dulces hasta que me descomponía.

Neji se echó a reír.

—Con los placeres mundanos siempre pasa lo mismo: uno nunca tiene bastante. Naruto intentó sonreír en respuesta pero la aflicción lo agobiaba. Nunca había sentido tal incertidumbre con respecto a su propio raciocinio, pues temía que los placeres de la vida y las facilidades que Sasuke podría brindarle serían demasiado tentadores para resistirlos. Y luego, cuando descubriese su error, ya sería demasiado tarde. Estaría ligado al azabache para siempre. Empezaría a culparlo, y a sí mismo, por su permanente descontento.

—Quizá no sea tan malo para mí ir de gira —dijo Naruto—. Necesito alejarme de aquí, de él, para poder pensar con claridad.

—Adelántate y espéranos en Bath —sugirió Neji—. Si quieres, puedes partir mañana. Yo no diré a nadie dónde estás. Podrás tener unos días para estar a solas, ir a los baños, visitar las tiendas de la calle Bond... lo que tú quieras. Tómate un tiempo para reflexionar acerca de tu decisión.

Naruto cedió a un impulso y se estiró para tocar el dorso de la mano de Neji

—Gracias. Has sido muy bondadoso.

La mano del castallo no se movió bajo los dedos del menor.

—Tengo mi propio motivo de interés: sería difícil reemplazarte en el Capital.

Naruto se echó atrás y sonrió.

—Señor Hyuga, ¿has amado, alguna vez, a una persona del modo que amas ese maldito viejo teatro?

 

—Sólo una vez... y me bastó.

Notas finales:

** Son lugares de Inglaterra- si no es así favor de decírmelo xD  -

Gracias por leer y por sus mensajitos ( no crean que los ignoro, sólo que los leo y muy pronto los contestaré *w* ) :3 

Perdón por las faltas de ortografía 

 


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