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My unknown husband por frizzante gatto

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Notas del capitulo:

Hola, ya ven que no me tarde en actualizar ;) Aquí un nuevo capítulo y perdonen las flatas de ortografía D: jurp que trato de revisar todas, pero luego se escaba alguna. Sin más quiero agradecer a aquellas personas que me dejan un mensajito <3 y a aquellas que siguen la historia <3 <3 

Gracias

Ellinora 

Shami

SotenSama

y demás personitas que me hacen feliz con sus mensajes ! *W* 

Los efectos combinados del fuego, el humo y el agua habían causado daños en el interior del teatro Capital, pero no eran tan graves como Sasuke había imaginado. Se abrió paso entre algunos asientos rotos que bloqueaban su camino, y avanzó desde el fondo del patio de butacas hacia el escenario. Había al menos una media docena de hombres trabajando debajo del panel frontal estropeado, y algunos de ellos, encaramados en escaleras de obra, sacaban los jirones quemados de la escenografía, mientras que otros barrían y se llevaban la basura.

 

En medio de la acción, Neji se dedicaba a desenrollar un telón de fondo que habría sido usado en una producción anterior.

—Sostenga esto para que pueda echarle un vistazo —ordenó al pintor de escena y a un ayudante que estaba por ahí.

Se irguió y observó la pieza con mirada crítica, los brazos cruzados y sacudiendo la cabeza.

Uno de los tramoyistas advirtió la presencia de Sasuke y, acercándose a Neji, le informó con un murmullo. El hyuga alzó bruscamente la cabeza y lanzó a Sasuke una mirada penetrante. Su expresión era, a un tiempo, precavida y amable.

—Lord Uchiha—saludó, afable—. ¿En qué puedo servirle?

—Estoy buscando al señor Uzumaki.

Cuando los criados de Naruto le informaron que había dejado Londres y que no volvería por un tiempo, Sasuke se vio impulsado a acudir al teatro. Los sirvientes no habían querido revelarle nada más, pese a los sobornos y las francas amenazas que él había empleado.

__No lo encontrará aquí —dijo Neji.

—¿Dónde está?

Neji bajó del escenario de un salto y se acercó a él con una sonrisa fría y cortés. Habló en voz baja:

—En este momento, el señor Uzumaki no quiere ver a nadie, milord.

—Es una gran pena —dijo Sasuke, sin alterarse—. Yo lo encontraré, con su ayuda o sin ella.

Las facciones del hyuga adquirieron el aspecto de haber sido talladas en piedra. Hizo una profunda inspiración.

—Yo tengo una idea bastante aproximada de lo que está sucediendo, Sasuke. No tengo derecho a expresar mi desaprobación. Sin embargo, he invertido mucho en Menma, y ahora, más que nunca, la compañía necesita de su talento. Espero que usted decida respetar su necesidad de estar solo.

Sasuke se dejaría condenar antes que hablar de su vida privada con el patrón de Naruto. Aun así, debía tener en cuenta una incómoda verdad: que conocía a Naruto desde hacía mucho más tiempo que él. Al parecer, el rubio confiaba en Neji y le estaba agradecido porque le había brindado la oportunidad de trabajar en el Capital. Si bien el kitsune le había aclarado que la relación entre ellos no iba más allá de eso, Sasuke no podía menos que abrigar sospechas. ¿Cómo era posible que Neji no se sintiera atraído por un doncel como Naruto?

 

—¿Existe acaso la posibilidad de que tenga usted algún otro interés para mantenerlo lejos de mí? —preguntó Sasuke con sonrisa irónica—. ¿O será que todos los administradores de teatro siempre manifiestan una preocupación tan personal por sus actores?

Neji se mantuvo imperturbable.

—El señor Uzumaki es amigo mío, milord. Y le brindaré mi protección toda vez que lo considere necesario.

—¿Protección contra qué? ¿Contra un hombre que puede ofrecerle algo más que una vida de vertiginosas fantasías ante el público? —Replicó Sasuke, lanzando una mirada despectiva a las paredes calcinadas y a las cortinas chamuscadas del teatro—. Él necesita algo más que esto, lo admita usted o no.

—¿Puede darle usted todo lo que él quiere? —preguntó Neji en un murmullo. —Eso aún está por verse.

 

El castallo meneó la cabeza.

—Al parecer, usted cree tener derechos sobre Menma; a pesar de ello, no lo conoce. Tal vez tenga la intención de apartarlo del mundo del teatro y ofrecerle sustitutos pero, en ese caso, él se marchitaría como una flor cortada.

—¿ Habla como un amigo afligido? —preguntó Sasuke, con engañosa indiferencia— ¿O como un empresario preocupado por sus ganancias?

Neji no reaccionó a la provocación de manera discernible, pero hubo una súbita rigidez en su postura; eso bastó para que el azabache supiera que había dado en el blanco.

 

—Él significa para mí mucho más que las ganancias.

—¿Cuánto más? —insistió Sasuke y, al hallar como respuesta el silencio, rompió a reír—. Ahórreme su hipócrita preocupación con respecto al señor Uzumaki. Sólo le pido que no interfiera en mi relación con él pues de lo contrario le juro por Dios que haré que se lamente de haber puesto los ojos en mí.

—Ya lo lamento —musitó Neji, irguiéndose como una estatua, mientras veía marcharse a Sasuke.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

 

Al principio, Bath había sido construida por los romanos en torno a varias fuentes de aguas termales. A comienzos del siglo XVII, la región fue convertida por los gregorianos en un elegante lugar de recreo, con apacibles paseos y altas y elegantes terrazas palatinas. Ahora, ya en su madurez, Bath no sólo era accesible al toda la aristocracia, sino también a la gente de clase media. La gente acudía para mejorar su salud bebiendo las aguas medicinales y tomando baños, y para renovar estimados contactos sociales. La ciudad, levantada a lo largo del río Avon, en medio de colinas de piedra caliza, brindaba diversiones y comercios; allí había alojamiento que iba desde lo simplemente cómodo a lo lujoso.

Mientras iba caminando hacia la casa de baños con la fuente de aguas termales que quedaba cerca de la posada en que se alojaba, Naruto contemplaba los últimos rayos del sol, rosados y malva, que desaparecían detrás del Nuevo Teatro. Éste era un elegante edificio que albergaba en su interior un estupendo escenario y tres hileras de palcos; en su magnífica decoración predominaban el púrpura y el oro. Hacía una semana que Naruto estaba en Bath, y en los últimos días, había visto descargar cajas llenas de equipo escenográfico que habían llegado para el estreno de Señor Engaño. También habían llegado a la ciudad los tramoyistas y parte del elenco. Neji había enviado unmensaje diciendo que todos debían estar en pleno para el ensayo del día siguiente, para preparar la primera función, que sería el jueves.

 

En el transcurso de sus salidas a pasear, y cuando fue a visitar la sala de bombeo, una magnífica construcción con columnas corintias, tanto por fuera como por dentro,

 

Naruto había oído los comentarios locales relacionados con la obra. Algunos afirmaban que daba mal de ojo y que, por nada del mundo, irían a verla. Otros, manifestaban un vivo interés por la producción. Se tejían una cantidad de especulaciones acerca del señor Uzuamki, cosa que divirtió a Naruto cuando se sentó cerca de los chismosos con un disfraz. Era necesario que mantuviese su identidad en secreto. Años atrás, Naruto había llegado a la conclusión de que jamás satisfaría las expectativas que el público depositaba en él. Era inevitable que quisieran que se asemejara a una de los héroes que interpretaba, incluyendo el diálogo ingenioso y los gestos vehementes. El propio Neji Hyuga se había quejado de que las mujeres y donceles pretendían, e incluso a veces se lo exigían, que él interpretase al romántico que veían en el escenario.

 

—Es un problema frecuente para los actores —le había dicho el castallo—. La gente siempre se decepciona cuando descubre que somos seres humanos como todos.

Cuando llegó a la casa de baños, Naruto entró en ese pequeño edificio de sencillo diseño griego, y saludó con un movimiento de cabeza a la asistenta que la esperaba en el interior. Naruto había hecho previamente arreglos con esa mujer mayor, de modo que no se permitiese el ingreso de ninguna otra persona en los baños mientras él acudía cada noche. Era la única forma en que podría tener una hora de paz sin enfrentar los comentarios, las preguntas y las miradas curiosas de las personas. El horario era conveniente, puesto que eran pocas las personas que deseaban visitar la casa de baños al anochecer, cuando estaba menos concurrida. Existía el convencimiento de que era más saludable y, por añadidura, más deseable desde el punto de vista social, tomar los baños por la mañana.

 

Naruto salió de la antecámara y traspuso una puerta de madera combada para entrar en la sala de baños. La superficie del agua era tersa como un cristal y reflejaba la luz de una única lámpara que estaba fija a la pared. De la piscina se elevaba un vapor de olor ácido y mineral que llenaba todo el ambiente. El agua caliente hacía un maravilloso contraste con el aire fresco del exterior. Naruto lanzó un suspiro de goce anticipado, se quitó la ropa y la amontonó sobre una silla de madera. Se sujetó el fleco con dos horquillas , dejando despejada su cara.

 

Descendió con cuidado por los gastados peldaños que conducían al agua. El agua tibia le lamió las piernas y fue ascendiendo hasta su caderaa, pecho y, luego, hasta los hombros, cuando sus pies tocaron el fondo de la piscina. El penetrante calor lo hizo estremecerse de placer; dejó que sus brazos flotaran en el agua vigorizante, salpicándose lánguidamente el cuello.

A medida que su cuerpo se relajaba, su mente pasaba de un pensamiento a otro. Se preguntó cómo habría reaccionado Sasuke al conocer su súbita desaparición, si habría intentado encontrarlo... o si había estado demasiado ocupado con Sakura para acordarse de él. Su imaginación evocó el cuadro que harían el azabache y Sakura, con sus cuerpos abrazados en el acto de amor. Sacudió la cabeza para librarla de esas imágenes. Era para él fuente de profunda preocupación pensar que habría sucedido aquella noche del incendio en el teatro, después de que se hubo marchado de la casa de Sasuke. ¿Habría permitido el moreno que su amante se quedara? ¿Habrían discutido? ¿Habrían hecho el amor?

—No me importa, no me importa —dijo con un grito infantil Naruto, mojándose la cara con las manos.

Sabía que ésa era una mentira. A pesar de sus negativas, sus temores y su terquedad, él no podía menos que sentir que Sasuke era suyo.

 

Después de todo lo que había sufrido a causa del matrimonio entre ambos, había conquistado el derecho de amarlo. Pero, por otra parte, si era cierto que había un niño en gestación... no sabía si podría vivir sabiendo que había contribuido a que Sasuke dejase de lado sus responsabilidades.

En el preciso momento en que se salpicaba de nuevo la cara, oyó la voz de la empleada de la casa de baños, que se parecía a un gorjeo, diciéndole:

—Señor Uzumaki.

Naruto se enjugó los ojos y miró hacia la entrada, donde estaba la anciana.

Los rizos grises de la vieja, sujetos en la coronilla, se balancearon alegremente acompañando el ritmo de sus palabras.

—Señor Uzuamki, hay una visita para usted. Estoy segura que usted se alegrará mucho cuando vea a esta persona.

Naruto sacudió la cabeza en gesto enfático.

—Ya le he dicho que nadie debe entrar en el baño mientras yo esté aquí...

—Sí, pero, usted no rechazaría a su propio esposo, ¿no es verdad? 

—¿Mi esposo? —preguntó Naruto con vivacidad.

 

La asistenta asintió con tal vehemencia que sus rizos corrieron el riesgo de soltarse. —Sí; desde luego que es un hombre elegante y apuesto.

Naruto se quedó boquiabierta de sorpresa, al tiempo que lord Uchiha entraba, haciendo a un lado a la asistenta.

—Aquí estás —dijo el moreno, en tono agradable, posando la mirada en Naruto, que se hundía más en el agua humeante.

—¿Me has echado de menos, kitsune?

Naruto se recobró rápidamente y miró de reojo a Sasuke.

—En absoluto.

El rubio tuvo grandes deseos de arrojar un poco de agua sobre los inmaculados pantalones y la blanca camisa de lino del mayor.

La empleada del baño rió con disimulo ante lo que confundió con un juego entre los dos. Sasuke se volvió y le dedicó una encantadora y falsa sonrisa.

—Le agradezco mucho por haberme permita reunirme mi esposo, señora. Y ahora, si tuviera la amabilidad de permitirnos unos minutos de intimidad, y de mantener alejados a otros visitantes...

—¡Ni un alma cruzará este umbral! —prometió la mujer, haciendo un guiño mientras se marchaba—. ¡Buenas noches, seño Uzumaki!

Ese apellido hizo que Sasuke frunciera el entrecejo.

—No soy el señor Uzumaki—murmuró, pero la mujer ya se había marchado. Cuando se volvió hacia Naruto, vio que éste aún lo miraba con hostilidad.

 

—¿Cómo me has encontrado?

Sasuke se quitó la chaqueta con movimientos descuidados y la colgó del respaldo de una silla.

—Tu amigo Inuzuka me dijo que la compañía estaba preparándose para viajar a Bath. Después de haber averiguado en unos pocos hoteles y posadas, he descubierto dónde te alojabas. El propietario de la posada me informó que tenías la costumbre de venir aquí cada tarde.

—Él no tenía derecho a...

—Es que yo he sido muy convincente.

Cuando dijo eso, su mirada se posó sobre la parte superior su pecho del doncel, que la luz vacilante de la lámpara hacía brillar.

—Oh, estoy seguro de eso —repuso Naruto en tono sarcástico.

 

Se acercó a la pared de la piscina ocultando así su cuerpo a la vista del mayor. Tal vez fuese a causa del calor del agua que sintió acelerarse el ritmo de los latidos de su corazón. Ningún otro lo había mirado del modo que lo miraba el azabache, con sus ojos negros cálidos y apreciativos, desbordantes de posesividad.

Sasuke se agachó cerca del menor, y se equilibró apoyando los brazos sobre las rodillas flexionadas.

—Tú sigues huyendo de mí y yo sigo encontrándote —dijo en tono suave.

—No pasarás una sola noche conmigo, en la posada. Y tengo la sospecha de que todos los alojamientos de Bath están llenos, por completo. Si no te agrada dormir en la calle esta noche, será mejor que vuelvas a Londres sin demora.

--Tengo una casa con jardin en Laura Place.

--¿Por qué?--- replicó el blondo, tratando de disimular su fastidio. --No eres un hombre que le interese la vida social en Bath.

--He comprado la casa para mi padre. A él le gusta venir aquí cuando su salud le permite viajar. ¿Te agradaría verla?

--No creo. Por si no lo habías notado, he estado tratando de evitarte —dijo, y echó bruscamente la cabeza hacia atrás cuando Sasuke estiró la mano para enjugarle unas gotas de agua en el mentón. --¡No me toques!

 

--Si estás enfadado por lo que sucedió con Sakura la otra noche...

--No me importa en absoluto. Me da lo mismo que hayas convenido con ella que estuviese allí o no. Y estoy más enfadado conmigo mismo que con cualquier persona.

-¿Porque habrías querido estar conmigo? — murmuró el mayor. Se hizo un silencio casi absoluto sólo quebrado por el suave chapoteo del agua en la piscina.Naruto había perdido por completo la sensación de paz que le había dado el baño; había sido reemplazada por una tensión que agarrotaba cada parte de su ser. Clavó la vista en las afiladas facciones de Sasuke, en el brillo de sus ojos, y entonces comprendió la vastedad del deseo del contrario. El azabache estaba ahí porque lo deseaba, y no lo dejaría libre con tanta facilidad.

--No deberías haberme seguido hasta Bath —dijo el rubio—, No conseguirás nada de mí; menos aún el tipo de bienvenida que al parecer tú esperas.

En lugar de discutir, el moreno lo sometió a un meticuloso escrutinio visual. Posó la mirada sobre la delgada mano del ojiazul, con sus dedos rígidos, apoyados en la piedra resbaladiza que bordeaba el baño.

--Llevas el anillo que te regalé —observó el uchiha.

Naruto apretó las manos y las sumergió en el agua, ocultando el diamante reluciente.

--No significa nada, salvo que, casualmente, me agrada. Y si das por cierto que puedes comprar mis favores...

---No doy nada por cierto —interrumpió el contrario, y una sonrisa apareció en sus labios.-- Alparecer, imaginas que voy a saltar sobre ti en cualquier momento. Casi diría que si no lo hago te sentirás decepcionado.

--Dejémonos de juegos —dijo Naruto con altivez. --Tú has venido porque quieres volver a acostarte conmigo.

--Por supuesto que quiero —respondió Sasuke, sin inmutarse—. Y tú también quieres lo mismo. Según yo recuerdo, fue una experiencia en la que ambos disfrutamos... ¿o acaso serías capaz de afirmar que sólo estabas fingiendo?

Irritado, Naruto enrojeció y echó un brazo atrás a modo de advertencia.

--Si no te marchas, te arrojaré tanta agua que arruinaré esas ropas tuyas tan elegantes.

 

La sonrisa de Sasuke perduró:

--En ese caso, no tendría excusas para no reunirme contigo.

El brazo de Naruto se aflojó lentamente.

 

--Por favor, vete —le dijo entre dientes—. Ya llevo demasiado tiempo en el baño y empieza a arrugárseme la piel.

El azabache le tendió la mano.

--Yo te ayudaré a salir.

--No, gracias.

--¿Tienes pudor? — preguntó el uchiha, arqueando las cejas con expresión burlona—. Yo ya te he visto desnudo. ¿Qué diferencia habría en que volviese a verte así?

--¡No saldré hasta que no te hayas marchado!

Una sonrisa provocativa curvó los labios de Sasuke

---No me marcharé.

Sin poder soportar más su irritación, Naruto compuso una expresión impávida y extendió una mano hacia él.

--Está bien —dijo con frialdad—. Puedes ayudarme a salir.

Obediente, Sasuke se estiró hacia el menor, que se asió a la muñeca del azabache con ambas manos. Antes de que el moreno pudiese afirmarse para poder tirar de Naruto, éste aplicó toda su fuerza para hacerlo caer al agua. Con una ahogada maldición, Sasuke perdió el equilibrio y cayó en la piscina.

 

Naruto lanzó un grito de triunfo y retrocedió hacia el costado opuesto del baño. No pudo contener la risa al ver que Sasuke emergía, con sus cabellos negros pegados al cráneo. Por detrás de sus pestañas pegoteadas, sus ojos negros con destellos rojos prometían venganza.

 

--Pequeño zorro dobe —musitó el moreno, y se abalanzó hacia el contrario.

Naruto siguió riendo, con una mezcla de humor y alarma, y trató de escapar de él. Pero Sasuke lo aferró por la cintura y, al acercarlo a su cuerpo, varias capas de ropa empapada quedaron aplastadas entre los dos.

—Es que necesitabas una inmersión medicinal teme —explicó el rubio, todavía sacudido por la risa—. El agua curará todos tus males.

—Hay un mal que no curará —dijo Sasuke, en tono cargado de intención y ahuecando las manos sobre las nalgas desnudas de Naruto, lo apretó con fuerza contra su cuerpo.

La risa de Naruto se desvaneció al sentir la erección del contrario insinuándose, íntima, entre sus muslos. El cuerpo de Naruto flotó en el agua caliente hasta que se aferró al contrario, sujetándose de los hombros de Sasuke, rodeándole las caderas con sus piernas. El aliento de los dos se mezclaba, escapando en bocanadas irregulares, ellos se miraron a los ojos. Estaban inmoviles sin embargo, Naruto tuvo la sensación de que se revolcaban juntos ante la embestida de una marca creciente, impotente, atrapado en la succión del agua agitada.

Naruto apartó con suavidad los mechones de pelo mojado que se pegaban a la frente contraria, y sus dedos pasaron de la sien a la oreja de Sasuke. Fue rozando su mandíbula con el pulgar y luego tocó el sitio blando que había debajo de su mentón. Estaba fascinado por la sensación de calor que le trasmitía la piel del moreno.

De repente, Sasuke lo alzó en alto, apretándolo contra sí, sin tener que hacer fuerza en el agua vigorizante. Con sus manos grandes, lo sujetó por debajo de las axilas, sosteniéndolo con firmeza mientras inclinaba su cabeza hacia el pecho de Naruto. El rubio se debatió, protestando, hasta que sintió la boca contraria que se deslizaba por la curva de su cuello hacia uno de sus erectos pezones. El toque rápido y leve de su lengua le provocó una aguda y dulce reacción, Sasuke tironeó y lo acaricio con su boca, haciéndolo jadear y arquearse, en los brazos del moreno.

 

Las avidas manos de Naruto se clavaron en la camisa de lino del azabache, convertida en una fina película, cuando, en realidad, ansiaba tocar su piel.

Sasuke lo sumergió otra vez en el agua y deslizando su mano por la cadera de Naruto, la llevó a la piel tensa del vientre. Sus dedos resbalaron hacia más abajo, llegando a la mata de vello, hasta que encontró su miembro erecro. Naruto se estremeció, sintiendo un deseo cada vez mayor, queriendo cada vez más de ese placer que Sasuke le brindaba. Sin embargo, no podía abandonarse por completo, consciente del sitio en que se hallaban.

--No podemos-- jadeó el blondo, con su boca pegada a la del azabache—. Aqui, no.

--¿Me deseas? --susurró el mayor, y le dio un profundo beso, saboreando la dulce tibieza de su boca.

Naruto se estremeció, pegado a él, sintiendo su cuerpo resbaladizo apretado al de él. Borroneado por las pestañas mojadas, vio el rostro de Sasuke próximo al suyo, el leve brillo de su piel, su mirada que prometía eróticas fantasias. Al ver que el rubio guardaba silencio, Sasuke posó su boca en el cuello del kitsune y fue mordisqueando una línea que lo llevé hasta la oreja.

--Bastará con que me lo digas-- murmuró Sasuke. --Será suficiente una palabra, Naruto: sí o no.

De la boca de Naruto escapó un leve gemido. Se sumía en las sensaciones, anhelaba lo que se había prohibido a sí mismo, aun sabiendo lo erróneo que era... pero eso no importó. Le pareció que, fuera de ese pequeño recinto, no existía nada ni nadie. Llevó su mano al cabello mojado de la nuca de Sasuke y se aferró, febril.

—Sí-- susurro.

Sasuke desabotonó su camisa, sonriendo al ver que el menor trataba de ayudarlo, y los dedos de ambos se resbalaban y se enredaban bajo el agua. Una vez que quedó desnudo el pecho de él, Naruto deslizó sus manos por esa tersa extensión, dura como si fuese de mármol mojado. Sus pezones rozaron la piel de él, y la excitación aceleró su respiración.

--Date prisa teme-- lo urgió el ojiazul, derramando besos sobre el torso y el cuello del más alto.

La tarea de desabrochar sus pantalones mojados era difícil y, arqueando una ceja con expresión irónica, lo interrumpió para decir:

--Hasta ahora, nunca me había desnudado debajo del agua. No es tan fácil como tú podrías pensar.

--Sigue intentándolo —susurró Naruto, besándolo.

La lengua del rubio entró en la boca del moreno, tentándo a Sasuke, provocándolo, hasta hacerlo emitir una mezcla de risa y gemido e impulsarlo a tirar con más fuerza de sus pantalones. Por fin, los broches cedieron y su rapante erección se liberó de golpe. La mano de Naruto encerró el miembro duro y sedoso, sujetándolo con suavidad y deslizándose sobre él.

Sasuke pronunció el nombre del rubio en el oído de, con voz entrecortada, hundiendo sus dedos en las caderas, guiando el cuerpo del menor hacia él. Lo sujetó con firmeza y lo penetró lentamente. Naruto gimió y se aferró al contrario, temblando de deleite. Sasuke penetró más, deseoso de embestirlo con rapidez, pero el agua lo obstaculizaba, dando a sus movimientos un ritmo tan lento que era una tortura.

Naruto tembló y, rodeándole los hombros con sus brazos, hundió su cara en el cuello mojado de él. Sintió la fuerza potente del aliento que expandía el pecho contrario. Daba la sensación de que se habían convertido en un solo ser, que tenía los mismos ritmos en su pulso y en sus nervios. El placer aumentó vertiginosamente, sacudiéndolo con su intensidad.

Sasuke amortiguó el grito de Naruto con su boca, sintiendo los estremecimientos convulsivos del cuerpo del menor, que llegaba al orgasmo. Los músculos internos de Naruto ondularon, apretándose en torno de su miembro, impulsándolo hacia su vehemente liberación.

Sasuke cerró los ojos, con los sentidos revolucionados y la sangre en llamas.

—Naruto... —jadeó, con la boca pegada al cuello arqueado de el rubio—. Nunca te dejaré ir... nunca...

De algún modo, Naruto lo oyó, por encima del caótico tumulto de su propia sangre. Una parte del rubio se rebeló contra el tono de propietario que vibraba en la voz del uchiha, y otra parte se regocijaba. Sasuke también le pertenecía ; en la unión de los dos, el rubio también halló un hondo placer y, pese a su inexperiencia, supo que jamás lo encontraría en ningún otro. Laxo, pleno y desesperado, a la vez, el menor se dejó caer contra el moreno, en el agua. Las manos del mayor recorrieron todo su cuerpo, moviéndose con suavidad desde la nuca hasta las caderas.

—Déjame pasar la noche contigo —murmuró Sasuke.

Naruto comprendió que no tenía sentido oponerse que, después de lo que acababa de suceder, sería una hipocresía negarse. Hizo una breve señal de asentimiento y forcejeó para apartarse, sintiendo que el cuerpo del mayor se separaba del suyo.

Miró hacia atrás para ver a Sasuke, una carcajada súbita lo ahogó cuando descubrió a Sasuke buceando en el fondo de la piscina, en busca de sus zapatos. Cuando emergió a la superficie y alzó el arruinado alzado de cuero con gesto triunfal, Naruto meneó la cabeza lentamente.

—¿Piensas caminar basta la posada vestido con tu ropa mojada? Te pescarás un enfriamiento, o algo peor

Sasuke posó sus ojos negros y recorrían el cuerpo desnudo del kitsune.

 

—Tú podrás calentarme cuando lleguemos a tu cuarto.

Notas finales:

Muchas gracias por leer ! 

Perdonen las siempre  constantes faltas de ortografía 

:D 


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