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My unknown husband por frizzante gatto

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Él cruzó lentamente el umbral y se acercó a la cama donde su padre yacía, ensombrecido por el baldaquino de cretona. De repente, lo asaltó una cascada de sentimientos, tal marea de remordimientos y simpatía, que quedó abrumado. Minato siempre había tenido una figura imponente; ahora, en cambio, estaba pequeño y solitario sobre la cama, con las mantas hasta los hombros. Su gran figura había desaparecido, dejándolo enormemente envejecido. Su piel tenía un aspecto ceroso, como consecuencia de la sangría que le había practicado el médico.

Naruto se sentó con cuidado en el borde del colchón. Le tomó la mano y sintió que la piel se movía con excesiva facilidad sobre los largos huesos. Había bajado de peso. El menor le oprimió la mano con toda la fuerza que se atrevió a ejercer, con el deseo de trasmitirle a su padre una parte de su vitalidad.

—Padre —dijo en voz suave—. Soy Naruto.

Pasó un largo rato y las claras pestañas del hombre se elevaron. Los ojos de él, que observabanal menor, eran tan brillantes y perspicaces como siempre. Naruto nunca había tenido noticia de que su padre hubiese tenido un solo instante de torpeza, al contrario, él siempre estaba al mando de cualquier situación. Y, sin embargo, por extraño que pareciera, el mayor parecía compartir la misma incertidumbre de él y buscar en vano las palabras.

—Gracias —dijo el padre, con un hilo de voz que alarmó a su hijo.

La mano del padre se estremeció y, por una fracción de segundo, Naruto pensó que la retiraría. Pero, al contrario, sus dedos se aferraron con más fuerza a los suyos. Era el mayor gesto de afecto que le hubiese dispensado desde hacía años.

—Yo pensé que tal vez ibas a hacerme echar de la casa —dijo Naruto, con una sonrisa avergonzada.

—Y yo pensé que tal vez tú no vinieras —repuso Minato exhalando un suspiro; su pecho hizo un pequeño movimiento de ascenso y descenso—. Y yo te habría comprendido.

—Mamá me contó que has estado muy enfermo —murmuro Naruto, sin soltar la mano de su padre—. Yo les habría dicho, a ella y al médico, que tú eres demasiado obstinado para permitir que una simple fiebre te pudiera superar.

Su padre hizo un esfuerzo por incorporarse en la cama y Kushina hizo ademán de ir a ayudarlo pero Naruto ya estaba acercando una almohada y colocándola detrás de del mayor.

Minato dirigió a su esposa una mirada enigmática. —Querida, quisiera hablar con Naruto a solas.

Kushina esbozó una sonrisa débil. —Lo entiendo.

Salió de la habitación con la levedad de un espíritu dejando solos a padre e hijo.

Naruto se sentó en una silla cercana y clavó en Minato una mirada perpleja. No podía imaginar qué querría decirle, después de tantas discusiones que habían tenido y tantos sentimientos amargos que había entre ellos.

—¿De qué se trata? —Preguntó en voz baja—. ¿Quieres hablar de mi vida profesional o de la personal?

—De ninguna de las dos —respondió su padre con esfuerzo—. Quiero hablar de mí —dijo, estirando la mano hacia un vaso, que Naruto llenó con agua fresca de una pequeña jarra de porcelana que había junto al vaso. El rubio mayor bebió con cuidado—. Nunca te he hablado de mi pasado. Hay detalles de los Namikaze que nunca te he mencionado.

—¿Detalles? —repitió Naruto, arqueando sus cejas.

La historia de los Namikaze era simple y sin complicaciones. Se trataba de una familia de moderado prestigio y de considerable riqueza, ávida por conquistar un elevado nivel social que sólo podía obtenerse por medio del matrimonio con personas de sangre más noble que la de ellos.

—Me dije que eso era necesario para protegerte de la verdad —dijo Minato—, pero no fue más que pura cobardía de mi parte.

—No. Yo te adjudicaría numerosas características, padre, pero la cobardía nunca sería una de ellas.

Decidido, Minato siguió hablando.

—Hay cosas de las que nunca he podido hablar porque me resultaban dolorosas y te he castigado a causa de ellas.

En su voz bronca se notaba un pesar tan agudo que Naruto quedó atónito. Fue una revelación, una revelación inquietante ver que su padre era capaz de semejante emoción.

—¿Qué cosas? —preguntó el menor con suavidad—. ¿Qué quieres decirme?

—Nunca has sabido nada con respecto a Hashirama.

El nombre dejó un sabor agridulce en sus labios.

—¿Quién es él, padre?

—Ël era tu tío... mi hermano.***

Naruto quedó estupefacto. Jamás supo que existiera nadie de la familia de su padre, con excepción de un par de tíos que se habían casado, ambos, y que llevaban una vida tranquila en el campo.

—¿Por qué nunca me la habías mencionado? ¿Dónde está él ahora y qué…?

Minato  levantó su mano para detener el flujo de preguntas y, lentamente, comenzó a explicarle:

—Hashirama era mi hermano mayor. Era el doncel más bello sobre la tierra. De no haber sido por Hashirama, yo habría tenido la infancia más desolada que se pueda imaginar. Él inventaba juegos y cuentos para entretenerme.., un hermano, un amigo... él fue...

No pudo encontrar la palabra apropiada y se interrumpió, impotente.

Naruto escuchaba con suma atención. Hasta entonces, su padre jamás le había hablado de ese modo, con el semblante suavizado por sus reflexiones, sus ojos acerados velados por los recuerdos.

—A nuestros progenitores no les agradaban los niños —dijo Minato—. Ni siquiera los suyos. Poco tuvieron que ver con nosotros hasta que llegamos a la madurez, e incluso entonces, poco interés teníamos para ellos. Su única preocupación era transmitirnos el sentido de la disciplina y del deber. Yo no podría decir que sintiese cariño alguno hacia ellos, tampoco. En cambio, amaba a Hashirama... y yo sabía que él era la única persona en el mundo que me amaba de verdad.

—¿Cómo era él? —preguntó Naruto, después del silencio que siguió.

Al parecer a Minato le resultaba difícil continuar el relato, pues los recuerdos lo enredaban entre sus frágiles hilos.

El rubio mayor tenía la mirada desenfocada como si estuviese concentrada a una gran distancia. —Era salvaje y caprichoso, muy diferente de mis otros hermanos y de mí. A Hashirama no le importaban las reglas ni las responsabilidades. Él era un ser de emociones, por completo impredecible. Nuestros padres jamás lo comprendieron y, en ocasiones, los volvía locos.

—¿Qué fue de él?

—Cuando Hashirama tenía dieciocho años, conoció a un diplomático extranjero que tenía un puesto en una embajada en Londres. Sin duda, para Hashirama habrá sido la encarnación de todos sus sueños. Mi padre no aprobaba a ese individuo y prohibió a Hashirama que lo viese. Como era natural, se rebeló y aprovechó cualquier oportunidad para escabullirse y encontrarse con él. Se enamoró de él como lo hacía todo; hasta el fondo del corazón, y se comprometió en cuerpo y alma. Pero no había elegido bien. Él...

Una sombra oscureció el rostro de Minato y pareció que quería detenerse. De todos modos, ya había dicho demasiado. Ya había llegado hasta un punto en que se vería obligado a continuar la narración hasta su doloroso final.

—Hashirama concibió un niño —dijo, en voz un tanto estrangulada—. Su amante lo abandonó, después de informarle que ya estaba casado y que no tenía nada que ofrecerle. Mi familia aborrecía cualquier clase de escándalo y lo echaron de la casa. Fue como si de pronto él hubiese dejado de existir. Mí padre desheredó a Hashirama, dejándolo casi en la miseria. Así que decidió partir para Europa para sobrellevar solo las consecuencias de su vergüenza. Antes de marcharse, acudió a mí. No me pidió dinero ni ayuda de ninguna clase sólo me pidió que le confirmase que todavía lo amaba. Y yo no pude hacerlo. Le di la espalda. Ni siquiera le dirigí la palabra. Y cuando  siguió llamándome por mi nombre y trató de rodearme con sus brazos, yo... le dije que era una zorra y me marché.

Minato rompió a llorar abiertamente; las lágrimas lo despojaron de la poca energía que le había quedado.

—Esa fue la última vez que lo vi. Hasirama fue a Francia, a alojarse en la casa de un primo lejano. Después, supimos que había muerto al dar a luz. Durante varios años, yo conseguí sacármelo de la cabeza pues, de lo contrario, me habría vuelto loco pensando en él. Y en el preciso momento en que creí que había logrado olvidar que él hubiese existido alguna vez, naciste tú.

El mayor se secó la cara con un pañuelo pero las lágrimas no paraban.

—Tú te parecías tanto a Hashirama que me impresionaba cada vez que te miraba. Se me ocurrió que el destino me había hecho una cruel jugarreta al verlo a él en tu rostro, tus ojos... Tú me recordabas constantemente la maldad que había hecho con Hashirama. Y, lo peor fue que tú tenías su mismo carácter, su modo de ver la vida. Era como si mi hermano hubiese renacido. Y yo no quería perderte como me pasó con él. Pensé que si pudiera convertirte en una persona más semejante a mí... sensata, serio, carente por completo de imaginación, nunca me dejarías. Pero, cuanto más trataba de modelarte, más te resistías tú, más te asemejabas a él.

Todo lo que yo creía estar haciendo por tu bien era un error.

Naruto se enjugó las lágrimas que corrían por sus mejillas.

—¿Incluso, el casamiento con lord Uchiha?

—Eso, sobre todo —admitió Minato en voz ahogada—. Yo suponía que no tendrías más alternativa que convertirte en quien yo quería que fueses. Pero tú te rebelaste del mismo modo que lo había hecho Hashirama. Renegaste de tu apellido y te dedicaste a la escena y, lo que es peor, tuviste éxito. Intenté castigarte desheredándote, pero eso no te importó.

—Tienes razón: el dinero no me importó —dijo Naruto en voz insegura—. Lo único que quería de ti era que me amaras.

Su padre sacudió la cabeza y el movimiento parecía el de un juguete roto.

—Yo no quería amarte si no podía modificarte. No podía soportar ese riesgo.

“¿Y ahora?”, quiso preguntar Naruto, y más preguntas pugnaban por escapar de sus labios. ¿Sería demasiado tarde para ellos? ¿Por qué se había decidido a decirle todas estas cosas? Tenía miedo de entregarse a la esperanza de que su padre quisiera reincorporarlo a su vida, de que el mayor hiciera un esfuerzo por aceptarlo, como no había podido hacerlo antes. Era demasiado pronto para preguntas. Por el momento, era suficiente con entender.

Miró fijamente a su padre y vio reflejada la fatiga en cada una de las líneas de su rostro. Sus párpados bajaron, su mentón se abatió sobre su pecho.

—Gracias por decírmelo —susurró el menor, y se inclinó sobre su padre para acomodarle las almohadas—. Ahora, duerme, estás cansado.

—¿Te quedarás? —alcanzó a decir Minato.

Naruto asintió y le sonrió con ternura.

 

—Me quedaré hasta que estés mejor, padre.

Notas finales:

Aclaraciones: 

*** Recuerden que es un UA así que eso de poner a Hashirama como hermano de Minato era algo que no se podía evitar; como trágico final de novela shekspiriana  xD 

 

Gracias por la espera, por las que dejan sus mensajito, las que leen y lo ciento tanto por la espera . Perdón por las faltas de ortografía D: 

 


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