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My unknown husband por frizzante gatto

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Notas del capitulo:

Perdón por la larga espera, yo sé lo que se siente UnU pero ya esta de regreso y estamos en la recta final 

cha cha chan  #sinfonía n° 5 #

 

A pesar de las noticias que se referían a la mala suerte que Señora Engaño había tenido en Londres, todos los asientos del Teatro Nuevo estaban ocupados, y el edificio daba la impresión de estar a punto de desbordar. Parecía que todo Bath había asistido y el público ardía de entusiasmo mientras aguardaba el comienzo la obra. Naruto fue a uno de los laterales a esperar que llegase el momento de su primera entrada, sonriendo al pasar junto al personal que le daba ánimos en la penumbra.

Hizo un esfuerzo para concentrarse en el trabajo que tenía por delante para convertir a la obra en el éxito que merecía ser, sin embargo, le resultaba difícil apartar de su mente los hechos de los últimos días. Seguía reflexionando acerca de la propuesta de paz que le había formulado su padre, de la escena con Sasuke de ese día, de la noción de que podría ser libre de él en el momento que quisiera. Sasuke tenía razón: pronto, tendría que adoptar una decisión, aunque más no fuese para conservar su paz mental.

Pese a las asperezas de su profesión, amaba su trabajo de actor, amaba la excitación y la plenitud que le brindaba. La perspectiva de dejar para siempre el escenario era inconcebible. Pero no volver a ver al Uchiha o, peor aun, verlo casado con alguien más mientras su propia vida quedaba privada de compañerismo, le resultaba igualmente repugnante.

—Tú no estás pensando en la obra —dijo una voz a sus espaldas y, al mirar por encima del hombro, Naruto vio que se trataba de Neji

—En mil cosas diversas —confesó—. ¿Cómo te diste cuenta?

—Estás tan tenso que los hombros te llegan a las orejas.

Naruto le hizo un puchero y aflojó los hombros. Aspiró profundamente, retuvo el aire unos instantes y luego lo exhaló con lentitud. Volvió a mirar al Hyuga y le pareció que se había tranquilizado.

—Así está mejor.

Pensativo, Naruto contempló el escenario donde casi no se distinguían los contornos de las piezas de escenografía y de los puntales, tras el telón bajo. Siempre le había encantado ese momento, el instante previo al comienzo de la obra, sintiendo que la expectativa corría por todo su cuerpo. Sin embargo, en ese momento ese sentimiento estaba teñido de tristeza. Se sentía como si fuese un niño pequeño que había abierto un paquete envuelto en papel de brillantes colores y lo había encontrado vacío.

—¿Cuánto tiempo durará mi vida en el teatro? —preguntó, hablando para sí mismo—¿Contaré con otros diez años? ¿Veinte, incluso?

Neji se aproximó a al menor y lo examinó con mirada crítica.

—Yo diría que tienes una larga carrera por delante. A medida que madures, tendrás el talento de desempeñar otra clase de papeles, incluso los mejores personajes característicos.

Una sonrisa lúgubre asomó a los labios del blondo.

—Me pregunto si eso será suficiente para mí.

—Tú eres el único que puede responder a esa pregunta.

Aguardaron juntos, en silencio, a que se levantase el telón y la vida real se esfumara para dar paso al comienzo de la ilusión.

La función se desarrolló con vertiginosa velocidad. Durante dos horas, una escena sucedió a la otra y se fundieron en un todo sin fisuras. Cuando Naruto no estaba en escena o cambiándose de ropa, esperaba impaciente, en los laterales, su atención cautiva de la acción que tenía fascinado al público. Cuando estaba sobre las tablas diciendo su parte, se sentia como si estuviese extrayendo magia del aire mismo.

Percibía a la multitud pendiente de cada una de sus palabras, sus miradas siguiendo cada gesto suyo, cada movimiento de su cabeza.

Naruto supo que nunca había actuado tan bien con Neji; las escenas de ambos vibraban de emoción, desbordaban de un humor chispeante y nostálgico, a la vez.

Durante un lapso, dejó de existir como él mismo. No había en su cabeza ningún otro pensamiento que aquellos que pronunciaba para entretener al público. Cuando cayó el telón final, comprendió que había cubierto las expectativas que los demás tenían sobre él, que había desempeñado su papel lo mejor que era capaz de hacerlo. Se dejó llevar por Neji ante el telón para recibir una clamorosa ovación de aplausos y gritos.

Su rostro resplandecía e hizo una reverencia para agradecer el clamor del público. Los aplausos persistieron durante largos minutos hasta que se desplazó hacia un lateral, tratando de escabullirse. Neji no lo dejó marcharse y lo tomó de la mano llevándolo hacia delante mientras las exclamaciones de aprobación arreciaban. Comenzaron a llover sobre el escenario flores y pequeños obsequios, que iban formando montones. El castaño se agachó para recoger una rosa blanca y la entregó a Naruto. El rubio asió entre sus dedos el largo tallo y volvió a hacer una reverencia y a encaminarse hacia el lateral, a pesar de la multitud de voces que insistían en que se quedaran.

El elenco y el personal de tramoya lo colmaron de felicitaciones, haciéndolo reírse, un poco avergonzada.

—Hay una jarra de limonada para usted —le informó una doncella, señalando la puerta, sabiendo que Naruto querría contar con unos minutos a solas, después de la función—.

—Gracias —dijo Naruto, lanzando un suspiro de alivio ante la paz y el silencio que reinaban en el pequeño ambiente.

Se detuvo ante el espejo, y comenzó a quirar algunas capas de su disfraz. Ahora que comenzaba a esfumarse la euforia de la función, se sentía exhausto. Tenía manchas de sudor en las axilas, y el maquillaje comenzaba a resquebrajarse y a palidecer.

Mientas se contemplaba, vio que una silueta oscura se deslizaba en el camarín. Sobresaltado, giró en redondo y una débil exhalación escapó de sus labios al ver a Sasuke ante él, no esperaba que él estuviese allí esa noche. No sabía qué opinaba de la función, aunque sin duda no sentía deleite ni orgullo. Había un fuerte sonrojo en la parte alta de las mejillas de Naruto. Y en sus ojos obsidiana del azabache ardía un brillo intenso. El Uchiha estaba enervado con el menor, y no le ahorraría ni una pizca de su furia candente. Intrigado, silencioso, Naruto no se resistió cuando su marido se acercó en dos zancadas y lo aplastó contra el espejo. Con una de sus grandes manos le aferró el brazo y llevó la otra al rostro del menor, rodeándole la mandíbula con sus dedos.

—Creí que te marchabas a Londres esta noche —logró decir el rubio.

—Antes de marcharme, tenía que verte.

—Has visto la obra...

—Sí, la he visto. Vi el placer que te proporciona la actuación, vi lo mucho que significa para ti y para todos los presentes en ese condenado lugar.

Confundido por la cólera del contrario, Naruto meneó la cabeza.

Sasuke apretó los dedos en la mandíbula de el blondo lastimándolo.

—Tú elegirás esto, ¿no es así? —Dijo el moreno entre dientes—. No serás capaz de abandonarlo. Dime la verdad, Naruto.

—Ahora no...

—Sí, ahora. Necesito oír las palabras de tus labios antes de marcharme.

— ¿Cómo reaccionarías tú si yo te pidiera que lo sacrificaras todo por mí?

— ¿Esa es tu respuesta?

—Ni siquiera estoy seguro de cuál sería la pregunta —exclamó el menor, tratando de soltarse.

—Te quiero —musité Sasuke. — Bajo mis condiciones. Quiero que lleves mi apellido, que vivas en mi casa, duermas en mi cama todas las noches. Quiero que seas mío sin límite.., que cada parte de ti lo sea, cada pensamiento, cada palabra que pronuncies.

De súbito, cuando Naruto sintió la boca del contrario sobre la suya, el calor de sus labios y su lengua que le arrebataba el aliento, sus forcejeos cesaron. Era como si el azabache quisiera marcarlo a fuego con su beso, grabar en el rubio su alma misma con la fuerza de su ardorosa pasión. Sus brazos, que lo encerraban, eran duros. Con manos bruscas, aferró la cintura del cuerpo del menor e inclinó su cabeza sobre la del menor, obligándolo a arquearse contra el Uchiha. Naruto no quería reaccionar, pero la locura surgió en él haciéndolo someterse con un sollozo de desesperación.

El menor llevó las manos a la nuca del moreno, entrelazó sus dedos en su cabello oscuro para aproximarlo más. De la garganta de Sasuke escapó un sonido apremiante y sus manos se ahuecaron en las nalgas del rubio, levantándolo y apretándolo contra su cuerpo.

—Tú eres mío —dijo Sasuke, con la boca apoyada en el hueco de su garganta, raspando con dientes la piel suave del doncel—. Nunca estarás libre de mí, hagas lo que hagas.

Naruto sólo oyó a medias sus palabras, mientras su cuerpo pugnaba desesperado por apretarse al de él, buscando ese placer que sólo él podía brindarle. Las palmas de Sasuke bajaron hasta el final de su camisa, sujetaron los bordes de la tela y la separaron de modo que podúia introducir sus manos y tocar la piel del kitsune. Luego empezó a desabrocharla al final la quitó, buscando los botones del menor. Sus pulgares pasaron sobre los pezones del blondo, Naruto jadeó y se ofreció a él, abriendo la boca bajo la del contrario.

Sasuke lo empujó hasta la mesa del tocador y, bajando la cabeza hacia el pecho del rubio, atrajo el pezón con los labios hasta apoyarlo contra su lengua. Naruto se aferró a él para conservar el equilibrio y retuvo el cuerpo tenso del moreno entre sus piernas. Él pasó su atención al otro lado, lamiendo y tironeando del sonrosado botón. Naruto quedó atrapado entre el deseo y la negativa, aun sabiendo que esa intimidad que ansiaba con tanta desesperación sería su perdición final.

—Por favor, detente —dijo, entre ásperas bocanadas de aire que parecían salir a la fuerza de su garganta—. Por favor, no quiero esto.

Al principio, Sasuke no dio señales de oírlo pues su atención estaba clavada en la madura promesa de su cuerpo, y su boca se desplazaba, ávida, sobre la piel del menor. Naruto lo empujó una vez y luego otra vez con mayor fuerza hasta que el abrazo se quebró. El azabache lo taladró con su mirada y sostuvo la cabeza del rubio con sus manos.

—Me marcho a Londres —dijo el Uchiha en voz turbia—; después volveré a buscarte.

—No...

—Nunca te dejaré ir. No te dejaré, hasta que puedas mirarme a los ojos y decirme que no me amas, que puedes pasar el resto de tu vida sin necesitar esto, sin desearme.

Al blondo le temblaron los labios pero no emitió ningún sonido.

Se oyó el chasquido de la puerta al abrirse; aunque fue leve, sobresaltó a ambos. En la puerta estaba la doncella, con una cesta de ropa.

—Oh —exclamó la muchacha, y sus ojos se agrandaron al ver a la persona que visitaba a Naruto.

Sasuke se colocó delante de Naruto para ocultarlo de la vista, mientras el kitsune se arreglaba, con dedos torpes la camisa.

—Discúlpeme, señor Uzumaki, sólo venía por la ropa, pero vuelvo después—murmuró la doncella, y desapareció al instante, cerrando firmemente la puerta tras de sí.

Naruto enrojeció y prosiguió acomodando sus ropas bajo la intensa mirada de Sasuke.

—Por favor, no vuelvas a buscarme —dijo Naruto, evitando la mirada contraria—. No puedo verte durante un tiempo. Necesito tiempo para pensar.

—Tú quieres decir que necesitas tiempo para convencerte de que todo podría volver a ser como era antes de que nos conociéramos. No dará resultado, Naruto. Tú nunca serás el mismo.., y yo tampoco.

—Tú me harás imposible actuar. No podré concentrarme en nada.

—Yo regresaré pronto —insistió el moreno—, y entonces solucionaremos las cosas de una vez y para siempre

Notas finales:

Perdón por las siempre presentes faltas de ortografía y gracias por comentar  votar y sobre todo leer :3 


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