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My unknown husband por frizzante gatto

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Cuando Sasuke se marchó, Naruto no se movió. Quedó apoyado en la mesa del tocador y exhaló un suspiro trémulo. Parecía que había perdido el recio control que había ejercicio sobre su vida desde que abandonó su hogar. Pensó en los documentos que le había dado su padre: la llave de su libertad. ¿Tendría el valor de usarlos? Detestaba esa sensación de parálisis que lo dominaba, pues el miedo de perder a Sasuke era casi tan grande como el de entregarse a él.

Se desvistió lentamente, dejando caer al suelo la ropa, que quedó amontonada. ­­­ — ¿Señor Uzumaki? —oyó la voz de la doncella que antes había irrumpido acompañada por un tímido golpe en la puerta.

—Si, pasa.

El rostro de la doncella tenía manchas de rubor

—Lamento haberla interrumpido antes, señor; yo no sabía...

—No hay ningún problema —dijo Naruto, en voz calma—.Ayúdame a…

Se interrumpió al oír el murmullo de la voz de Neji fuera del camarín.

—Señor Uzumaki, quisiera hablar unas palabras con usted.

Naruto indicó a la doncella que lo hiciera entrar. Neji también se había cambiado de ropa y se había lavado.

La doncella recogió la ropa, dio las buenas noches y los dejó solos.

— ¿Te sentiste conforme con la función de esta noche? —Preguntó Naruto—, ¿o has venido a criticarme?

Neji sonrió.

—Has sobrepasado todas las esperanzas que tenía cifradas en ti. Lograste que todos los integrantes del elenco se iluminaran con el reflejo de tu gloria, incluso yo mismo.

El generoso elogio era tan inesperado que Naruto se quedó desconcertado. Le dirigió una sonrisa insegura y se volvió como para arreglar los objetos que había tirados

—Vi a lord Uchiha cuando venia a verte — comentó el castaño—. A juzgar por su expresión, no tenía intenciones de felicitarte.

—No, no me felicitó.

Las manos de Naruto seguían sobre llenas de algún obejto del cul se aferró y las venas de sus dedos se apretaban hasta quedar blancas. Procuró no dar indicios de lo que había sucedido.

Neji lo contempló, pensativo, y cabeceó con vigor, como si hubiese llegado a una decision.

—Ven conmigo, Naruto. Quiero hablarte de una idea en la que he estado pensando últimamente.

El rubio giró hacia el contrario sin poder ocultar su sorpresa.

—Es tarde.

—Yo te llevaré a la posada a medianoche —dijo el Hyuga, y su boca se curvó en una sonrisa. — Quiero hacerte una proposición que esta relacionada con tu futuro.

Naruto estaba intrigado.

—Dímelo.

—Cuando estemos a solas.

Neji lo sujetó suavemente por el brazo y lo sacó fuera del camarin. —¿Adónde iremos? — preguntó el menor

—Yo tengo una casa cerca del río.

Picada su curiosidad, Naruto lo acompañó sin hacer más preguntas. No acertaba a comprender por qué motivo su jefe permitiría que viese otra de sus residencias, como si lo invitase a internarse un poco más en ese mundo privado que el mayor custodiaba con tanto celo.

Después de haber sorteado a la multitud que aguardaba ante el teatro, hicieron un viaje en coche hasta llegar a una villa pequeña y elegante levantada en un terreno densamente boscoso. Al igual que la casa de Neji en Londres, estaba decorada en estilo italiano y el ambiente era lujoso pero sereno.

Sentado en la sala, con una copa de vino en la mano, Naruto se relajó reclinándose en el respaldo tapizado de un sofá de estilo Imperio. Expectante, miró a Neji y vio que él jugueteaba, distraído, con objetos dispuestos con buen gusto sobre una mesa con tapa de mármol: un jarrón chino, una caja de malaquita, un reloj de mesa Luis XIV, de

ébano. El Hyuga le dirigió una mirada de soslayo, como tratando de adivinar su estado de ánimo.

—Tengo la impresión de que te dispones a convencerme de algo—comentó Naruto.

—Es cierto —confirmo el mayor, con una franqueza que desarmaba—. Pero antes dime cómo están las cosas entre tú y lord Uchiha.

Naruto fingió estar muy atareado quitando una minúscula partícula de corcho del interior de su copa. Por último, alzo la vista hacia el contrario y le dirigió una sonrisa que revelaba incomodidad.

— ¿Puedo saber por qué lo preguntas?

—Porque no quiero interferir en la relación entre vosotros..., en vuestro matrimonio.

—No puede haber un verdadero matrimonio —replicó Naruto, en tono opaco y llano—. Para mí, es claro que los dos estaríamos mejor si pidiésemos una anulación. Por desgracia, lord Uchiha no está de acuerdo, y él tiende a ser un tanto prepotente cuando se trata de obtener lo que quiere.

—Y te quiere —dijo Neji, tranquilo.

—Quiere un esposo tradicional —replicó Naruto, bebiendo un trago de vino—. Quiere que me convierta en un Uchiha y que deje en el pasado hasta la última huella de Menma Uzumaki.

—Eso no sería posible. Y menos en una persona de tu talento.

— ¡Ah, si yo fuese un varon­!— dijo el rubio con amargura—. De ese modo, podría tenerlo todo: trabajo, familia y la libertad de decidir las cosas sin dar cuentas a nadie. Pero soy un doncel y haga lo que haga, seré desdichado.

—Quizá sí, por un tiempo. El dolor de perder algo o a alguien se desvanece con el tiempo.

Neji se mostraba tan pragmático, tan dentro de sí mismo como si su corazon estuviese revestido de acero. Naruto no sabía bien si sentía envidia o consternación al percibir su frialdad.

—Tú habías dicho que tenías algo que proponerme.

El castaño se aproximo al sofá y se sentó en el otro extremo. Habló en tono animado, como si se refriese a un negocio.

—En los próximos años, pienso hacer algunos cambios en el Capital.

— ¿Ah, sí?

—Pienso transformar la compañía en el grupo de actores más famoso del mundo. Y necesito que tú formes parte de él.

—Me halaga que tengas a mi trabajo en tan alto concepto.

—Yo nunca engatuso a nadie, Naruto; menos aún a una persona a quien respeto. A estas alturas, deberías entender que tú eres un bien importante para la compañía.

Tengo la intención de que te conviertas en la piedra angular de su éxito. Estoy dispuesto a ofrecerte una participación en las ganancias del Capital para garantizar tu presencia.

La estupefacción enmudeció a Naruto. Jamás había sabido que Neji hiciera una oferta semejante a nadie.

—Haré lo que sea necesario para proteger la inversión que he hecho en ti —siguió diciendo —, y para facilitar a un amigo una elección difícil.

El menor Iadeó su cabeza mientras pensaba en lo que su jefe había dicho, con el entrecejo crispado de perplejidad.

—Por lo que entiendo, estás ofreciéndome cierto tipo de... ¿sociedad comercial?

—Podrías describirlo de ese modo, aunque la sociedad abarcarla otras cosas, además del negocio.

¿Además del negocio? Naruto lo miró con atención. No halló en su expresión nada de depredador, nada que diese a sus palabras una intención sexual. ¿Qué querría decir?

No podía creer que estuviese teniendo este tipo de conversación con Neji, y por eso le lanzó una mirada interrogante.

—Creo que deberías explicármelo.

—Ya te he dicho, en otra ocasión, que yo no creo en el amor. Por el contrario, si creo en la amistad, en esa clase de amistad que significa, entre otras cosas, respeto y honestidad. Jamás me he casado por amor aunque podría casarme por motivos prácticos.

— ¡¿Casarte?! —repitió el rubio, soltando una carcajada atónita—. ¿No estarás sugiriendo que tú y yo...? ¡Es que yo jamás podría casarme con un hombre al que no amo!

— ¿Por qué no? —preguntó el Hyuga, sin alterarse—. Tendrías todos los beneficios del matrimonio: protección, compañerismo, intereses compartidos, y no estarías atada a ninguna de sus responsabilidades. Nada de falsas promesas, de vínculos emocionales, nada más que la seguridad que dos amigos pueden brindarse uno al otro. Piénsalo, Naruto. Entre los dos podríamos erigir una compañía de teatro diferente a todo lo que se ha visto en el mundo hasta ahora. Nosotros somos más similares de lo que tú crees, pues los dos vivimos al margen de la sociedad, que nos mira desde arriba mientras que, al mismo tiempo, necesita lo que nosotros tenemos para dar.

— ¿Y para eso es necesario que nos casemos?

—Si ocupas el lugar de mi esposo, podrías acompañarme a los sucesos sociales de

Londres, Paris y Roma. Podrías dedicar a la actuación todo el tiempo que se te diese la gana, elegir tú mismo los papeles, adaptar obras para el teatro... No conozco a ningun doncel que haya tenido semejante influencia en esta profesión.

—Lo último que hubiese esperado es recibir otra propuesta de matrimonio —dijo Naruto, aturdido.

—Hay una diferencia fundamental. Sasuke quiere casarse contigo para tenerte en exclusividad. Yo te ofrezco matrimonio para que los dos tengamos éxito, tanto en lo económico como en lo artístico.

Agitado, Naruto acabó su vino y dejó la copa. Se puso de pie y echó a andar por la habitación alisando y acomodando una y otra vez los mechones de su pelo que le tapaban la vista y se desacomodaban.

— ¿Y cómo sería el tema de... dormir juntos? —preguntó el menor, sin mirarlo—. ¿Eso formaría parte del acuerdo?

—Si la idea llegara a ser agradable para ambos, no veo por qué no. De todos modos, hasta esa instancia, cada uno atendería a sus propios intereses. Yo no quiero apropiarme de ti, Naruto. No quiero tener derechos sobre ti, ni que tú tengas ninguno sobre mí.

Naruto trató de salir de su asombro y, volviéndose, miró a Neji de frente. El contrario estaba en el sofá, con el aire de quien se encuentra por entero a sus anchas, como si lo hubiese invitado a tomar el té y no le hubiese hecho una propuesta de matrimonio.

— ¿Por qué yo? —preguntó Naruto, directamente—. Hay muchos donceles y mujeres con quienes podrías casarte, por ejemplo, la hija de una familia noble que recibiría con beneplácito a un hombre de tus recursos.

—No quiero a una señorita que se pegue a mí como una lapa o que tenga aspiraciones sociales. Quiero a alguien con quien pueda compartir mis metas. Como actor, tú tienes el potencial más grande que yo haya visto. Como persona, da la casualidad de que me

agradas. Estoy convencido de que podríamos llevarnos bien —dijo, enfocando sus intensos ojos perla en el rostro que se torno pálido del kitsune—

Además— agregó el Hyuga con suavidad—esto resolvería tu conflicto, ¿no lo crees? si te convirtieses en mi esposo, Sasuke no volvería a molestarte más.

Naruto le devolvió la mirada y, al hacerlo, no vio unos ojos aperlados sino otros onixs con reflejos de escarlata. Llenó su mente de la voz de Sasuke:

“tú eres mío. Nunca estarás libre de mí, hagas lo que hagas”.

Este era el único modo seguro de terminar con la amenaza que Sasuke había planteado a su independencia y a su carrera. Si no aceptaba la protección de

Neji, sabía, con absoluta convicción, que no sería capaz de resistirse a la insistente pasión del azabache. Se dejaría seducir, persuadir, convencer y luego tendría una vida entera para arrepentirse. Si bien amaba a Sasuke, no podía transformarse en el doncel que el Uchiha quería.

Estaba lleno de dudas y, en medio del pantano de contradiccioies en que se debatía, no veía ninguna otra alternativa. Cuando habló, su voz sonaba débil y lejana.

—Yo... yo tendré que ocuparme de ciertas cosas, primero.

—Por supuesto —respondió Neji, con un brillo de satisfacción en sus ojos—. ¿Cuándo quieres que sea la boda?

 

—Lo más pronto posible —dijo Naruto—. Me gustaría terminar con esto ahora mismo.

Notas finales:

Gracias por leer y por comentar - aunque siempre tardo en contestar- me gusta mucho leer lo que me escriben y me gustaria agradecer las que se toman el tiempo en darme animos

¡Animos a ustedes también!

¡suerte sí están en exámenes finales! D: 

Gracias 

Cecy

SotenSama

Brenda 

Cielo 

Shami 

Nagiss 

Girluneta 

Kazumi Uzu

Jaqueline Yunjae 

ese Anónimo que me deja mensajitos siempre :3

Gracias por seguir la historia :D 

¡ Las leo luego !


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