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My unknown husband por frizzante gatto

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Notas del capitulo:

Disculpen la demora D: 

Neji se acercó al rubio con la preocupación marcada en sus facciones de tosco atractivo, suavizándolas

—Naruto, si quieres cambiar de idea...

—No —lo interrumpió el menor, cuadrando los hombros—. Esta es la decisión correcta.

—Estoy de acuerdo —dijo el castaño, tomándolo por los antebrazos y oprimiéndolo con suavidad—. Comprobarás que soy un buen amigo, Naruto. Me conservo bien con el tiempo.

El blondo asintió y sonrió, aunque tenía una pesada sensación interna, como si se tuviese alojado en el pecho un bloque de granito.

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A la mañana siguiente, en la posada de Bath, Naruto recibió una nota de su antigua amiga y profesora, Tsunade. La antigua actriz había llegado a la ciudad por motivos de salud y en busca de entretenimiento social; desbordaba elogios por la actuación de Naruto en Señor Engaño. Tsunade lo invitaba a encontrarse con ella en los baños a esa hora de la mañana en que se dejaba ver la gente elegante; Naruto no titubeó en aceptar. Habían transcurrido varios meses desde la última vez que visitara a la “anciana” en Londres a pesar de que vivían en la misma calle. El tiempo pasaba con excesiva rapidez y a Naruto le remordía la culpa por no haberse empeñado en ir a ver a su amiga.

Cuando el kitsune llegó a los baños, le alegró ver que la rubia actriz estaba tan animada como siempre. Sentada ante una pequeña mesa, con un vaso de agua mineral junto a ella, Tsunade escuchaba la música de un cuarteto de cuerdas. En cuanto vio al blondo, sus ojos se iluminaron.

— Abuela — exclamó Naruto, demostrando la sincera alegría que sentía al verla y un poco de humor que irritaba a la mayor.

Parecía obra de la Providencia que su profesora hubiese ido a Bath en el preciso momento en que la necesitaba. Se sentó en la silla que estaba junto a ella y tomóentre las suyas las manos de la anciana, surcadas de finas arrugas. Los dedos de la la antigua actriz estaban adornados con una variedad de joyas importantes; un fino hilo de perlas y granates le rodeaba la muñeca.

—Tiene usted un aspecto maravilloso, como siempre.

—Pasó mucho tiempo desde la última vez que fuiste a visitarme—dijo la rubia regañándolo amistosamente—. Entonces, llegué a la conclusión de que tendría que venir a Bath si quería verte.

Naruto empezó a derramar disculpas y explicaciones y le dirigió una sonrisa avergonzada.

—He estado muy atareado. No puede usted imaginarse...

—Oh, sí; creo que puedo —la interrumpió con sequedad Tsunade—. No soy tan vieja como para no poder recordar las exigencias que enfrenta un actor popular —replicó, mirando a Naruto con cariño.

Cuando un par de mujeres reconocieron a Naruto de inmediato , se levantaron de para aproximarse a la mesa de éste.Tsunade, con aire experto, levantó el bastón que había estado enganchado en el respaldo de su silla y lo blandió como si fuese a golpear con él a esas mujeres, para alejarlas.

—En otra ocasión —les dijo con firmeza—. Mi joven amigo y yo queremos conversar en privado.

Acobardadas, las mujeres retrocedieron y se quejaron por lo bajo, mientras Naruto admirado, contenía la risa.

—Yo bendije el día en que por fin pude ser grosera con la gente

y me perdonaran a causa de mi edad —dijo la mayor, devolviéndole la sonrisa al rubio—. A medida que maduras, vas convirtiéndote en un espléndido actor, Menma. Me sentí muy complacida y orgullosa anoche,cuando te vi en el escenario y pensé que tal vez yo haya contribuido un poco a tu éxito.

—Yo le debo todo, a su consejo y a su orientación, y al modo en que me alentó para que me uniese a los actores del Capital.

—Parecería que has logrado todo lo que soñabas —comenté la rubia con una expresión un tanto dubitativa—. ¿Por qué, entonces, no pareces feliz, querido?

Naruto comprendió con amargura que su amiga lo conocía demasiado bien como para dejarse engañar por una ficción. Se reclinó en el respaldo de su silla y suspiró.

—¿Recuerda aquella conversación que tuvimos hace años, cuando usted me dijo que no se había casado con el hombre que amaba porque él quería que usted abandonase el teatro? Usted me dijo que quizá yo enfrentase algún día el mismo dilema, y yo no le creía.

—Y ese día llegó —dijo Tsunade, y en sus ojos brilló, de inmediato, la comprensión—. No me produce la menor satisfacción comprobar que tenía razón,

— Menma. Yo no quería que esto te sucediese; se trata de un dolor muy peculiar, ¿no es verdad?

Naruto asintió; de repente, sintió que no podía hablar. Una insoportable opresión le pesaba en el pecho y le cerraba la garganta.

—Supongo que él te ha propuesto matrimonio —dijo Tsunade—. ¿Qué le respondiste?

—Yo... he roto nuestra relación. Y, entonces, anoche, he recibido una propuesta de alguien más: del señor Hyuga.

En el rostro de la anciana apareció una expresión intrigada. —¿Está él enamorado de ti?

—No, nada de eso. Él lo ha descrito como un matrimonio de conveniencia.

Ahya comprendo —dijo la mayor riendo suavemente—. La ambición de Neji Hyuga no conoce límites, ¿no es verdad? Si tú abandonases el Capital, dejarías un vacío muy difícil de llenar. En cambio, si te convirtieras en su esposo, él podría transformar a su compañía teatral en algo extraordinario, y está dispuesto a casarse contigo para poder lograrlo. La pregunta sería si tú estás dispuesto a sacrificar al otro hombre, el que tú amas, por el bien de tu profesión.

—Usted lo ha hecho —puntualizó Naruto.

Tsunade se apretó la nariz y bebió un sorbo del amargo trago —También te he dicho que había lamentado esa decisión —le dijo, secándose los labios con un pañuelo de encaje.

—Si usted pudiera hacer de nuevo esa elección...

—No —interrumpió con delicadezala mayor—. Una vez que la decisión ha sido hecha, es inútil mirar hacia atrás. Sigue avanzando en la dirección que hayas elegido, cualquiera sea, y convéncete de que es la mejor elección de tu vida.

Naruto le dirigió una mirada suplicante.

—Si usted pudiese aconsejarme como lo ha hecho con tanta frecuencia...

—Te daré todos los consejos sobre actuación que puedas necesitar, pero ninguno sobre tu vida personal. No puedo tomar esa decisión por ti. Y no me agrada pensar en lo que yo podría haber hecho de forma diferente. El pasado no puede modificarse.

Naruto hizo una mueca; en ese instante comprendió hasta que punto había abrigado la esperanza de que Tsunade le dijera qué debía hacer.

—Hay una sola cosa de la que estoy seguro —dijo, enfurruñado el kitsune—. Estaría más seguro si siguiera lo que me indica la cabeza que lo que me dice el corazón.

—Desde luego —dijo la rubi, observándolo con una mezcla de humor y simpatía—. Y tenemos que sentirnos seguros cueste lo que cueste, ¿no es así?

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Itachi entró en la sala de su apartamento de St. James poco después de que su mayordomo hubiese hecho entrar a Sakura. No le sorprendió que la pelirosa hubiese ido a visitarlo a una hora tan avanzada de la noche. En cuanto hubo regresado a Londres, el mayor de los uchihas hizo saber en los círculos sociales apropiados, que permanecería en su residencia de la ciudad durante cierto tiempo. Por añadidura, había dejado caer poco sutiles insinuaciones de que tenía urgente necesidad de compañía amorosa.

Sakura, como una mosca atraída por la miel, no había perdido tiempo en caer sobre él. La haruno estaba de pie ante la ventana, exhibiendo su silueta con pose de experta. Con un movimiento que tenía bien ensayado, giró hacia él con el atisbo de una sonrisa en sus labios. Estaba totalmente arreglada para provocar, con un vestido de terciopelo borgoña que se fundía, creando una suntuosa armonía, con los masculinos colores de esa sala. El corpiño tenía un escote muy profundo y dejaba ver sus blancos y tersos pechos un par de centímetros más de lo que indicaba el buen gusto.

—Lady Haruno, qué sorpresa —murmuró Itachi, cruzando la habitación en dirección a ella, que le tendía sus manos.

—Lord Uchiha—ronroneó ella, rodeando los dedos de él con los suyos—. Tenía que verlo de inmediato. Espero que no le moleste. Me siento muy desasosegada.

Él la miró a la cara, con expresión preocupada.

—¿Qué sucede, lady Haruno?

De la manera más súbita, apareció un brillo húmedo en los ojos jade de la mujer.

—Llámame Sakura . Estoy segura de que puedes hacerlo; hace mucho que nos conocemos.

— Sakura—repitió él, obediente—. ¿Quiere sentarse, por favor?

Ella le soltó las manos a desgana y fue hasta el sofá, extendiendo su falda sobre el tapizado de damasco.

—¿Quiere beber algo? —le ofreció Itachi.

Ella afirmó con la cabeza, y él fue a servir un poco de vino para los dos y se sentó en el otro extremo del sofá. Sakura sostenía la copa entre sus largos dedos, jugueteando con ella, recorriendo con delicadeza el pie y el borde.

—Espero no haber interferido en tus planes para la velada —dijo ella, mirándolo fija e intensamente.

—No ha interferido en nada —aseguró él.

—Pareces solitario, pobre hombre—dijo ella, bajando la voz hasta convertirla en un susurro gutural—. Da la casualidad de que yo también me encuentro sola.

Apoyó su cabeza en el hombro de él, haciéndolo removerse, incómodo.

—Lady Haruno...Sakura... por favor, no crea que me cae mal. Pero sucede que, para una persona suspicaz, esta situación podría parecer comprometedora. Yo debo cierto grado de lealtad a mi hermano...

—Precisamente, tu hermano es la causa de mi desasosiego—interrumpió ella, alisando la tela de la chaqueta de Itachi, para luego apoyar su mejilla en el hombro de él—. No soporto oír hablar de lo que se le debe a él mientras que él, por su parte, está convencido de que no me debe a mí. No tengo a quién confiar mis sentimientos más profundos, como no seas tú. No serás tan desalmado como para rechazarme, ¿no es así?

Incómodo, Itachi se retorció.

—Yo no puedo inmiscuirme en la relación entre usted y Sasuke..

—Yo no quiero que te inmiscuyas —replicó ella, mientras con su mano iniciaba una lenta caricia por el pecho del muchacho—. Lo único que quiero es que seas mi amigo. ¿Eso es mucho pedir,Itachi?. En los últimos tiempos, tu hermano no ha sido muy bondadoso conmigo. ¿Puedes imaginar qué significa eso para una mujer en mi situación? Yo necesito compañía.

—No dudo de que podría obtenerla de algún otro que no fuese yo.

—Nadie puede ofrecerme lo mismo que tú,Itachi.

—Pero, mi hermano...

—De momento, Sasuke no está. A él no le importa lo que yo haga en su ausencia, en tanto esté disponible cuando él me requiera. Y él no me ha reclamado, tú lo sabes. Vamos, Itachi, tú eres un hombre de mundo. No hay nada de malo en que dos amigos pasen un tiempo juntos a solas.

Antes de que él pudiera responder, ella se inclinó sobre él y aplasté sus labios en los de él. Sus manos pequeñas treparon, ávidas, por el cuerpo de él y su exótico perfume lo rodeó en una especie de nube invisible.

—¡Sakura! —gritó él, encogiéndose cuando ella exploré entre sus muslos, apretándolo con sus dedos.

—Está bien —musitó ella, apoyando su cuerpo sobre el de él—. No se lo diremos a nadie. ¿Nunca has imaginado cómo sería estar conmigo,Itachi? Yo te brindaré un placer que va más allá de lo que puedas soñar. No te aflijas por tu hermano. Debes de estar celoso de él pues cualquiera, en tu situación, lo estaría. Él es el hijo legítimo y tiene todo el dinero y la influencia. Tú mereces probar un poco de lo que él tiene, y yo voy a dártelo —dijo y, mientras lo decía, aferró la mano de él con movimiento agresivo y la llevó a su pecho—. Sí, tócame —ronroneó—. Tócame por todas partes, llévame a tu dormitorio.., oh,Itachi.

Mientras ella se retorcía alrededor del joven, una sombra cruzó el rostro de Sakura y le hizo levantar apenas sus pestañas. De repente, abrió completamente los ojos y palideció de asombro al ver a Sasuke de pie ante ellos. La mirada de él era fría y su expresión dura como el mármol.

Hubo un momento de explosiva tensión, hasta que Sakura empujó a Itachi, alejándolo con gesto decidido. Tiró de su corpiño en un inútil esfuerzo por cubrir sus pechos. Volvió su mirada hacia Sasuke y habló con voz temblorosa.

—Lamento que hayas tenido que presenciar esto, querido. Debe de ser doloroso para ti ver que tu hermano estaba tratando de aprovecharse de mí.

En los labios de Sasuke apareció una sonrisa cínica.

—Lo he oído todo, Sakura.

Itachi se levantó del sofá de un salto y se acomodó la corbata y la chaqueta, exhibiendo ante el mundo un aire de virgen ofendida.

—Estaba preguntándome cuánto tiempo te ibas a demorar —dijo el menor, mirando a su hermano menor con torvo ceño.

—¿Tú planeaste esto? —preguntó Sakura, con furia creciente, mirando ora a un hermano, ora al otro—. ¿Habéis conspirado para tenderme una trampa? —dijo, enfrentando a Sasuke con los puños apretados. Su cara se cubrió de un sonrojo de ira—. ¡No tenéis decencia! ¡No permitiré que me manipules ni me engañes, canalla!

Ante eso, Sasuke estalló en estruendosas carcajadas.

—¿Tú no permitirás que te manipule?

—Así es. Eso me lo debes, por todos los meses que hemos pasado juntos, por el uso que has hecho de mi cuerpo y por el modo en que me has inducido a engaño...

—Te he pagado por el uso de tu cuerpo; debo decirte que estaba sobrevaluado —dijo Sasuke, y en sus ojos aún perduraba un brillo de hilaridad—. En cuanto a que hayas sido inducida a engaño, tendrás que explicármelo puesto que no me queda claro.

—¡Me has hecho creer que te harías responsable por este niño! —No hay tal niño, y no porque no lo hayas intentado.

—Lo hacía por nosotros —repuso ella con vehemencia—. Tú sabes que haríamos un buen matrimonio, Sasuke. Tú sabes que yo soy la mejor pareja que tendrías jamás y que somos el uno para el otro...

—Y yo sé que tú has planeado imponerme el bastardo de mi hermano —replicó

Sasuke sin alzar su voz—. Ése hubiese sido un golpe maestro Sakura, si bien no es halagador para Itachi ni para mí.

—Hubiese podido tener éxito. Pero no calculé que él estuviese tan supeditado a ti —dijo ella, echando a Itachi una mirada despectiva—. No tienes voluntad propia, ¿eh? —le dijo al mayor de los Uchiha con odio—. Pasarás toda la vida a la sombra de tu hermanastro...

—Ya está bien —dijo Itachi, adelantándose para tomarla por el brazo—. Que me condenen si permito que me insulten en mi propia casa.

La condujo fuera de la habitación, mientras ella escupía y siseaba como una perra enfurecida.

Cuando Itachi regresó, tenía el aspecto exhausto de quien ha sido acosado, y se veía la nítida marca de una bofetada en su mejilla derecha.

—¿Se ha marchado?

—Sí, pero antes me ha dejado un regalo de despedida —respondió Itachi frotándose la mejilla con expresión reflexiva—. Dios mío, debe de ser una perra en la cama. Es un milagro que no te haya comido vivo.

—Gracias a Dios, por fin me he librado de eJla —dijo Sasuke, dejándose caer en una silla y estirando las piernas.

Itachi sonrió al descubrir la fatiga y el alivio en el semblante de su hermano. Fue hasta el aparador y sirvió dos coñacs.

—Supongo que irás a decírselo a Naruto de inmediato.

—Sí, aunque eso no va a resolver el problema que hay entre nosotros. —¿Qué otro problema podría haber ahora?

Ceñudo, Sasuke aceptó la bebida que su hermano le ofrecía.

—La última vez que vi a nuestro padre, él me dijo que no existía ninguna mujer o doncel lo suficientemente recto para complacerme: tenía razon. Le he dicho a Naruto, con toda claridad, que quiero que desempeñe otro papel: el de esposo correcto, dependiente y devoto, que sólo viva para complacer mis necesidades.

—No veo qué hay de malo en ello.

Sasuke sacudió la cabeza y gimió por lo bajo.

—Naruto no se parece a ninguna otro doncel que yo haya conocido. Lamentablemente, lo mismo que lo hace única constituye un obstáculo para un matrimonio apacible entre nosotros.

—Tú quieres que deje el teatro para siempre —afirmó Itachi, más que preguntar.

—No se me ocurre que pueda ser de otro modo. Dios es testigo de que no podría vivir sabiendo que mi esposo se exhibe sobre un escenario ante miles de personas. He tratado de imaginármelo...—Sasuke se interrumpió y se frotó las sienes—. Pero no puedo—dijo, en tono quejoso—. Y tampoco puedo dejar de desearlo.

—Quizás ese deseo se desvanezca a su debido tiempo —dijo Itachi, esforzándose por ser diplomático—. Hay otros donceles en el mundo, y algunas de ellos son tan bellos y talentosos como Naruto, y se abalanzarían sobre la oportunidad de sacrificar cualquier cosa que fuese necesario con tal de casarse con el futuro duque Uchiha.

—No quiero a ningun otro.

—Tú y tus amores—dijo Itachi, meneando la cabeza y sonriendo—. Siempre eliges a los más complicados. Gracias a Dios, yo soy un hombre de gustos simples. Te aseguro que mis camareras de bar y mis donceles ligeros de cascos nunca me provocarán problemas como los que tú has estado sufriendo.

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Sasuke fue a su casa de Londres con la intención de viajar a Bath a la mañana siguiente después de una buena noche de descanso. Pero lo despertaron, antes del alba, los insistentes golpes de su mayordomo que siguió aporreando la puerta del dormitorio hasta que él se incorporó en la cama.

—¿Qué sucede? —refunfuñó.

La puerta se entreabrió apenas.

—Le ruego me disculpe, milord, pero ha venido uno de los lacayos de Warwickshire con una carta para usted. Es un asunto de cierta urgencia; yo supuse que usted querría saberlo de inmediato.

Sasuke sacudió la cabeza para despejar la niebla que velaba su cerebro.

—¿Saber qué cosa?

El mayordomo entró en la habitación llevando consigo una lámpara de aceite que apoyó sobre la mesilla de noche y entregó a Sasuke un sobre sellado.

La luz amarillenta hizo parpadear al uchiha, que rompió el sello de lacre y leyó rápidamente la carta. La había escrito el médico que atendía a su padre.

—Maldición —dijo por lo bajo y, para su sorpresa, vio que el pergamino le temblaba en las manos.

El mayordomo apartó la mirada pero su rostro siguió expresando una serena comprension.

—¿Quiere que informe a su hermano?

Notas finales:

Espero lo hayan disfrutado :3 y perdón por las faltas de ortografía 

Gracias a las que comentan simepre leeo sus comentarios aunque no los reponda, siempre siempre los veo y aprecio :3 y también gracias a  las que leen y así :B 


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