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My unknown husband por frizzante gatto

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Todos los presentes guardaron silencio. Naruto sentía sus miradas sobre él y, dando un paso atrás, se frotó los brazos donde Neji lo había sujetado.

Al verlo, Neji se volvió hacia él arqueando una ceja: —-¿Te he hecho daño? —preguntó, con cierto asombro.

Naruto se apresuró a negar con la cabeza y dejó caer las manos. La sujeción no había sido dolorosa, pero senda que el contacto perduraba en él después de que el Hyuga lo había soltado.

Después de eso, se produjo una prolongada pausa, durante la cual los demás miembros de la compañía seguían mirando fijamente a Naruto; Neji , por su parte, lo observaba con aire especulativo. ¿Estaba complacido, decepcionadoo dubitativo?

¿Opinaba que él tenía méritos como actor? Naruto cedió al impulso de romper el silencio.

—¿Debo probar con otra escena? —preguntó, en voz baja—. ¿Tal vez otra obra?

 —No será necesario —respondió Neji, súbitamente impaciente, echando en derredor una mirada de leopardo enjaulado. Alzó una mano elegante en un gesto para indicar a Naruto que saliera con él—Venga, señor Uzumaki . Lo llevaré a recorrer el teatro.

Nadie se sorprendió por esa reacción. El hombre mayor que estaba en el rincón sonrió a Naruto cuando pasaba, como para darle ánimos. Un bonito joven de cabello castaño y ojos negros, con un poco de apariencia canina se le acercó cuando había llegado a la puerta.

—Has hecho al mejor Matthew que he visto en mi vida —le dijo el canino.

Naruto le sonrió a modo de agradecimiento y el comentario lo fortaleció. Sin embargo, la opinión que podía significar vida o muerte era la de Neji Hyuga ; hasta ese momento, el Hyuga no había dicho una sola palabra.

—Usted tiene poco o ningún entrenamiento —le dijo el ojiblanco, guiándolo a través de un laberinto de oficinas administrativas.

—Así es —dijo Naruto, sin alterarse.

—Y no mucha experiencia.

—He realizado algunas giras por las provincias con una compañía itinerante. En estos últimos tiempos, he trabajado en el teatro Daly, en el Strand.

—El Daly —repitió el más alto, sin mostrarse muy impresionado—. Usted merece algo mejor que eso.

—Ojalá sea así, señor

Neji se detuvo y le mostró la biblioteca del teatro, llena de anaqueles con libros sobre vestuario, escenografia y técnica actoral, como así también innumerables volúmenes de distintas obras. Se detuvo ante una pila de papeles, escogió una gastada edición de Mucho ruido y pocas nueces y se la entregó al rubio. Naruto apretó el libro contra su pecho y siguió a Neji hacia la salida.

—Yo exijo a los actores de mi compañía que se esfuercen por lograr el estilo más natural posible —señaló el Hyuga —. No puedo soportar las posturas y las actitudes estudiadas que he visto en la mayoría de los teatros londinenses. Muchos actores no son más que tontos muy preparados que sustituyen la verdadera actuación por gestos pausas extravagantes.

Naruto, colmado de una admiración que lindaba con la fascinación, asintió, demostrando que pensaba lo mismo.

—Se dice que ha revolucionado usted la escena inglesa y europea, en general...—comenzó a decir el blondo, pero el otro lo interrumpió con expresión irónica.

—No me agrada que me halaguen, señor Uzumaki. Eso sólo sirve para inflar la opinión que tengo sobre mí mismo, y eso es peligroso. Ya soy demasiado arrogante sin elogios.

Sorprendido, Naruto se echó a reír.

—Estoy seguro de que eso no es verdad.

 —Espere hasta que me conozca más.

En el pecho del doncel burbujeó la esperanza. —¿Lo conoceré? —se atrevió a preguntar.

El contrario le sonrió.

Qué extraño le pareció que la sonrisa de un hombre pudiese ser tan cálida y, al mismo tiempo, emanara la sensación de que era inalcanzable.

—Quizá —respondió él—. Tiene usted un gran potencial como actor, señor Uzumaki. No sería una mala adquisición para la compañía.

Llegaron al teatro pasando desde atrás del escenario. Naruto acompañó a Neji hasta las luces del proscenio, en el borde del escenario,miró hacia el patio de butacas. Era hermoso y estaba en penumbras, habría unas quinientas butacas y filas de palcos que se elevabana alturas imponentes. Naruto nunca había estado allí. Era un teatro magnífico pintado de blanco, salmón y verde oscuro. Junto a las paredes se alineaban columnas cubiertas de dorado y con incrustaciones de cristales verdes, mientras que el interior de los palcos estaba revestido de suntuoso papel floreado.El escenario estaba erigido encima de una pendiente, de modo que los actores en foro se elevaban unos centímetros por sobre los que estaban en proscenio. De pie sobre ese suelo cubierto de marcas, Naruto podía imaginar cómo sería actuar ante una concurrencia de mil personas o más.

—Hay ciertas cuestiones de las que es necesario hablar —comentó el Hyuga, de pronto—. Su paga, la cantidad de actuaciones pedidas, las exigencias que yo presento a los actores, como los ensayos, por ejemplo. Yo quiero que todos los actores y las actrices estén presentes en todos los ensayos, por muy bien que sepan sus partes.Usted puede llevar adelante su vida del modo que lo desee, pero cualquiera que falte a un ensayo o a una actuación se expone a ser multado o, incluso, despedido. Lo mismo se aplica a la ebriedad, a llegar tarde, al embarazo, a las aventuras con otros actores o cualquier otra cosa que interfiera con la rutina del teatro.

—Lo entiendo —dijo Naruto, mientras un leve rubor trepaba por sus mejillas.

—Yo administro la compañía de acuerdo con un sistema particular —continuó Neji—. Si tiene una queja, hay un momento y un lugar adecuados para presentarla: más adelante se le informará por medio de qué canales. En mi casa jamás recibo visitas relacionadas con la administración del teatro. Asigno un alto valor a mi intimidad.

—Es lógico —dijo Naruto, sintiendo que la excitación comenzaba a acelerar los latidos de su corazón.

Por el modo en que el castaño  le hablaba, tenía la impresión de que pensaba contratarlo. —Hay otra cosa que debe quedar clara —dijo Neji—. Fuera de los méritos artísticos que pueda tener, el Capital es una empresa comercial. Adopto todas mis decisiones de acuerdo con la necesidad de obtener ganancias... y nunca lo he ocultado. Si decido contratarlo es porque usted hará ganar dinero al teatro. Todos los actores, incluyéndome a mí, comprendemos que nuestra presencia aquí se debe al provecho económico que aportamos.

Naruto se puso rígido y, de súbito, todas sus esperanzas se desvanecieron. ¿Acaso estaría sugiriendo que se convirtiese en un cortesano para apoyar al teatro?

—No tengo interés en ser proxeneta de nadie —murmuró Neji , divertido, adivinando lo que el más bajo pensaba—. Sólo señalo que una de sus responsabilidades así como una de las mías y la de todos los demás, consiste en atraer auspiciantes en cada nueva temporada. Usted puede aprovechar su talento y su encanto para lograrlo. No es preciso que se acueste con alguien... a menos que lo desee, claro.

—No lo deseo —replicó Naruto, vehemente.

—Ese es un tema que sólo le concierne a usted —aseguró el ojiblanco. Un ceño fugaz apareció en su frente, mientras le miraba—. Acaba de ocurrírseme... que no recuerdo haber concertado una audición para nadie, el día de hoy.

La pregunta lo sorprendió con la guardia baja, y respondió, de inmediato:

—Creo que fue concertada por medio de uno de sus gerentes...

—Aquí nadie hace nada sin mi permiso.

 Naruto asintió, y su rostro se tornó escarlata.

—He mentido —admitió-—. De lo contrario, jamás habría logrado verlo a usted.

La carcajada del castaño tuvo un matiz de irritación.

—Pienso que usted nos prestará una buena utilidad. Dígame, señor Uzumaki ...¿Está realmente casado?

Aunque Naruto se había preparado para la pregunta, sintió que se sonrojaba, incómodo. No podía decirle la verdad aunque sabía que el Hyuga era un actor demasiado talentoso para aceptar con facilidad una mentira. Caminó al azar por el escenario, con los brazos cruzados sobre su pecho.

—En realidad, no —respondió el rubio, sin mirar al otro —. Lo que pensé fue que si pasaba por señor estaría mejor protegido de avances no deseados.

—Muy bien.

Al ver que Neji no le hacía más preguntas, Naruto le echó una mirada sorprendida.-Va a preguntarme, usted, acerca de mi familia? ¿Mi ambiente?

El más alto negó con la cabeza mientras se tironeaba, distraído, de un mechón de pelo caoba.

—Supongo que, como mucha gente del teatro, tiene usted un pasado del que quisiera escapar.

— ¿Usted también? —se atrevió a preguntar Naruto.

Neji asintió.

—Ha habido sucesos en mi vida de los que he estado huyendo desde hace mucho tiempo. Pero nunca he llegado más lejos que aquí—dijo, echando una mirada en torno por el escenario vacío. Pareció relajarse—. En ningún sitio me he sentido por entero cómodo, salvo en el Capital. Para mí, es el hogar... y confío que también llegue a serlo para usted, señor Uzumaki.

El rostro del menor se iluminó con una sonrisa.

—Sí —murmuró Naruto , percibiendo una parte del motivo por el que Hyuga amaba ese lugar. No le costaba imaginarse las miles de historias y de personajes que habían adquirido vida en ese escenario, haciendo vibrar el aire con la música y las voces, comunicando al público las emociones de los actores: miedo, esperanza, amor...

En el teatro, uno podía olvidar quién era, al menos por un tiempo. Los actores podían convertirse en cualquiera que desearan ser. Eso era lo que él quería para sí mismo. Viviría como Menma Uzumaki y sepultaría hasta el menor rastro de Naruto Namikaze... y del secreto que lo había acosado durante toda su vida.

Notas finales:

Hola, espero que le haya gustado n__n 


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