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Eternity. por Sakkura Princess Yaoi

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Notas del fanfic:

Mi nuevo bebé, de una pareja bastante rara, pero que espero sea de su agrado.

 

Notas del capitulo:

Los personajes no me pertenecen, son de Marvel, Disney, etc etc. 

 

UNIVERSO: Una mezcla rara de AA y UCM!

 

ETERNITY.

Tony llevó su mano a su frente, limpiando el sudor, mientras observaba aquella luz brillante en color amarillo en el centro de su laboratorio. Se quitó los googles que usaba para filtrar el intenso fulgor, dando la vuelta.

—FRIDAY, bóveda, ahora—Pronunció, escuchando cómo aquel pequeño fragmento copia de la gema del infinito era encerrada y bajada hasta la bóveda que había diseñado especialmente para ella.

—Señor, ¿Creo el respaldo de los archivos de avance? —Preguntó la voz de su nueva IA, a lo que Tony solo hizo una indicación con la mano, que la avanzada inteligencia pudo procesar, cómo una afirmación a su pregunta.

Tony no tenía intención de responder, por más que el nombre fuera “archivos de avance”, no lograba descifrar ni obtener lo que quería. No había nada que le dijera o le diera si quiera un indicio de que podía obtener lo que quería.

Hace un tiempo las habían encontrado, eran algo muy poderoso, réplicas exactas de las gemas del infinito, en mano de los diferentes villanos, por seguridad, incluso las réplicas juntas se consideraban una enorme amenaza, fueron separadas en distintas manos, en distintos equipos.

Tony lo había sugerido, e incluso el mismo Fury había estado de acuerdo, el primero en elegir obviamente había sido el hombre de la armadura, y la gema del tiempo, o al menos su réplica, estaba en su poder. Se había dedicado a investigar sus propiedades desde entonces, suponía que esta sería la clave, para su oculto deseo, un miedo reciente que guardaba en el fondo de su corazón.

Pero el campo de la biología seguía sin ser del todo su especialidad, y la función completa de las gemas, incluso de sus copias, seguía siendo algo más que un enigma. 

Un día más de falla, de no comprender lo que pasaba, causó que terminara en la sala de la cede los vengadores, con un trago en la mano, mientras ansiaba… una tormenta.

—¿Trabajaste en ella hasta tarde de nuevo? —Escuchó la voz femenina, viendo aparecer las seductoras curvas de la viuda negra entre la obscuridad.

—Eres muy espeluznante, ¿Te lo han dicho?

—Algunas veces—Respondió esta, sentándose al lado del genio, para robarle su bebida, dándole un trago, mientras le miraba a los ojos. —No es bueno que te obsesiones con eso Stark, es algo con lo que la humanidad siempre ha estado interesada, y en ninguno de los casos que cuentan las historias ha ido bien.

—Quizá pueda ser el primero—Contestó con su mirada perdida en el cielo. —No sé cómo llegue a esto Natasha.

—No creo que nadie lo sepa, ni siquiera creo que nadie se haya dado cuenta de lo que ocurre. —Se recargó a su lado—es bastante divertido, a decir verdad, ¿No te da miedo su padre?

Tony se rió.

—Nunca quise tener un suegro o suegra, y mira los que me eché encima ¿eh? Bueno, eso si alguna vez me llegan a aceptar, la verdad, no sé qué es lo que vaya a ocurrir, siento que se me escapa de las manos, que no está bajo mi control.

—¿Quién puede tener eso bajo su control? —Se encogió de hombros la viuda, poniéndose de pie, dándole el último trago al vaso de Whiskey que le había robado al genio, dejándolo en la mesita enfrente de este—Al menos deberías decírselo, decirle que es lo que te preocupa, lo que estás haciendo, siento… en el fondo que te estás preocupando por nada.

—No sé si sea nada, pero quizá tengas razón en que debería decirle, es un cabeza hueca, pero se va a dar cuenta.

—Y es mejor que lo sepa por ti—Asintió la pelirroja. —Quizá también deban considerar decírselo al equipo, quiero ganarle una apuesta a Clint—Le guiñó el ojo, antes de despedirse del castaño, dejándole allí, meditando. Es decir, si lo pensaba, parecía algo bastante egoísta, “cómo todo lo que Stark hace”, dirían muchos, y quizá era eso, quizá fuera egoísmo, aunque la verdad es que Tony lo sentía más por los celos, unos tan profundos, debido a todos los escenarios que su mente era capaz de crear, y de los que no fue consiente hasta la última vez que se enfrentaron con el titán Thanos.

Por un tiempo pensó en resignarse, sin embargo, cuando las réplicas de las gemas del infinito aparecieron, lo vio cómo una oportunidad, una qué con el paso del tiempo, y que con sus fracasos parecía más lejana.

 

Se sirvió un trago más, ya que el anterior, se lo había tomado por completo la viuda. Siguió tomándoselo despacio, preguntándose ¿Cómo iba decírselo? Quizá a este le parecería una tontería, probablemente lo era, pero para Tony era algo importante, y que ocupaba un gran espacio en sus pensamientos de a diario. Había estado ocultándolo, no quería decirlo hasta que tuviera resultados concretos, pero empezaba a sospechar que nunca los tendría.

Al terminarse dos vasos más de la excelente bebida, subió por unas escaleras de caracol, que le llevaban a un lugar  justo a la punta de la Torre Stark, se recargó en la barandilla del pequeño balcón que había construido, sonriendo cuando las nubes grises por fin expulsaron el agua que contenían, las gotas de agua fría cayeron en su rostro, escuchó los rayos y los truenos, incluso cerró los ojos, para canalizar su oído hasta estos últimos, feroces rugían, acallando el sonido de la famosa gran manzana.

Su cabello y ropa continuó empapándose, pero no le importó, lo disfrutaba, disfrutaba el frío, ver los rayos partiendo el cielo, iluminando los rincones más obscuros, incluyendo los de su corazón, y el sonido de los truenos, esos que hacían estremecer hasta la construcción más grande e imponente como era la torre Stark, todo en conjunto, esa intensa tormenta, sabía que era solo para él.

 

Los primeros rayos del sol, lo atraparon dormido, recargado en una de las paredes del pequeño balcón, la ropa aún estaba mojada, por lo que no pudo contener un estornudo cuando el aire matutino lo envolvió, se puso de pie, sentía que los huesos le dolían por la posición de toda la noche y el frío ambiente al que estuvo expuesto, pero se sentía bien, y una sonrisa adornaba su rostro.

Bajó despacio, para dirigirse a su habitación, evitando pasar por las salas de entrenamiento, pues muchos de sus compañeros se levantaban bastante temprano a los entrenamientos, hábitos de SHIELD y la milicia, suponía.

Tomó una ducha caliente, sabiendo que probablemente enfermaría, por lo que desde la ducha, hizo un pedido a la base de la torre de algo caliente para desayunar, escaneó su cuerpo, para pedir recetas rápido de un médico de su confianza, y que subieran todo junto con la comida.

Se calzó ropa cómoda, y aunque de verdad quería bajar y seguir trabajando en la gema, no tenía la cabeza ni las fuerzas para hacerlo, se recostó en la inmensa cama que tenía, esperando su pedido, mientras desde allí, analizaba las últimas lecturas de su trabajo.

Más le valía a ningún súper villano causar problemas ese día, porque no quería dejar su habitación por un buen rato, y al hacerlo lo primero que haría sería ir a su laboratorio, la presión lo hizo pensar que quizá era el momento de pedir ayuda, pero luego se calmó, y se dijo que debía ser solo la fiebre que comenzaba a acecharlo.

Por suerte su desayuno caliente, y los medicamentos llegaron eficientemente en un carrito de servicio, empujado por un agente especial, que de seguro nunca esperó que sus arduos días de entrenamiento fueran usados para ser un mayordomo.

Le agradeció, antes de leer las instrucciones de la receta, sacando su propia conclusión de dosis e indicaciones como siempre, mientras disfrutaba la comida caliente.

Ingirió las medicinas cómo lo consideró prudente y luego decidió tomar una siesta, relajarse, rogando porque la estúpida alarma y el “vengadores unidos” no sonara en un buen rato.

La noche le sorprendió aun recostado en la cama, aunque eso no era extraño, si tomaba en cuenta que llevaba una semana durmiendo dos o menos horas por noche. La alarma no había sonado, y sólo tenía un par de mensajes de asuntos de su compañía, que podía seguir ignorando sin problema, había despertado sólo por unos quince minutos en todo el día, para comer un par de rosquillas.

Volvió a cerrar los ojos, dormitando, preparándose mentalmente para salir de la cama, y seguir trabajando, cuando sus labios fueron objeto de un beso suave, del cual no necesito abrir los ojos, para descubrir al dueño de aquel aliento caliente que se mezcló con el suyo, sólo elevó una de sus manos, atrapando los rizos rubios entre ellos, el cabello siempre perfecto y suave fue un bálsamo entre sus manos cansadas.

El beso se rompió, pero no el contacto entre sus cuerpos, Tony abrió sus ojos lentamente, topándose con el sobrenatural azul de los ojos asgardianos.

—Así es cómo dicen que despiertan a las princesas de sus cuentos midgardianos, ¿No es cierto? —Le preguntó con una sonrisa.

—La diferencia aquí, es que tú eres la princesa Asgardiana, de la bella cabellera rubia—respondió con una sonrisa de lado, antes de jalarle un poco de la nuca, para unir otra vez sus labios, en esta ocasión en una caricia más intensa y posesiva, había extrañado demasiado el cuerpo, y el tacto rudo y fuerte del otro.

Thor captó eso, y además él también había extrañado demasiado el pasional cuerpo de Tony, el cómo era fuego entre sus manos, devorándole y quemándole hasta la conciencia. Le sujetó entre sus grandes manos, estrechó su cintura y lo pegó hacía su amplio pecho, sintió las manos del genio rodear su cuello, y él se separó de sus labios, solo para buscar la curvatura de su cuello, dejando intensos besos, devotos a la piel canela que lo había hechizado.

—Creí que no volverías hoy, ¿Tus problemas con papá, ya están resueltos? —Le preguntó empujándolo un poco, para que se recostara en la cama, subiéndose él sobre su abdomen, dejando que este le acariciara la cintura.

—Los problemas con Odín… nunca se terminan de resolver, y menos si involucran a mi hermano, y las valquirias. Son cómo enemigos naturales—Contestó este, sin dejar de acariciarle las caderas, teniendo sus dedos metidos bajo la camisa del genio.

—Creí que no regresarías, después de lo de anoche—Le dijo inclinándose un poco, apoyando sus antebrazos en los firmes pectorales ajenos.

—Lo sentiste…—Dijo más a modo de afirmación que de pregunta, llevando una de sus manos a acariciar le mejilla de este.

—Sabía que eras tú—Contestó en un suspiro—No eres nada sutil, ¿Así son todos los Asgardianos? —Le miró a los ojos, acercándose a su boca, a milímetros, sin tocarla—Grandes hombres, posesivos, intensos, que parece que aún lejos reclaman furiosos lo que es suyo…

Thor bajó sus manos y apretó con fuerza el trasero de Tony, causando un leve gemido en este—Stark… comprendes mejor que nadie el idioma de Asgard. —Le dijo incorporándose un poco, para besarle debajo de la barbilla, mordiendo la manzana de adán del millonario con suavidad.

—¿Cómo te entendería si no? Tus pláticas tienden hacer gruñidos y gemidos sin sentido contra mi espalda. —Le dijo con una pequeña risa, siendo entonces girado de una forma salvaje, dejándole con la espalda contra la cama, y sus brazos detenidos contra esta. Thor siempre se portaba rudo con él, aunque le era fácil a Tony notar que controlaba su verdadera fuerza, sabía que después de todo, su cuerpo era humano, frágil en las manos de un dios cómo él. 

—Puedo hablarte de esa manera de frente, si lo quieres Stark—le dijo con los hermosos ojos azules, refulgiendo de deseo, haciendo que a Tony se le secara la garganta y bajara sus parpados abandonándose a las caricias y las intensas sensaciones que estremecían su cuerpo en cada movimiento. Consumando ese acto apasionado que había dado en primer lugar, espacio a esa relación.

 

 

Thor mantenía a Tony entre sus brazos, acariciaba su cabello despacio, jugando con las hebras castañas, el otro había caído rendido después de tres rondas, y bueno, no era para menos, tenían dos semanas sin verse, y el dios del trueno no se caracterizaba por su mesura, así que las sesiones habían sido bastante intensas.

Miró las ojeras bajo los ojos del genio, siendo obvio para él, que este no había descansado apropiadamente en mucho tiempo, algo normal en Tony, pero que no dejaba de preocuparle.

Los sentimientos que tenía hacía Anthony, lo habían tomado por sorpresa, pero cuando ocurrieron los problemas con SHIELD, cuando el equipo se separó por un tiempo en dos, cuando se trataba de los planes arriesgados marca Stark, él siempre le seguía, por mucho tiempo pensó que sólo era ansia de batallas, de intensidad y riesgo al que era aficionado, pero poco a poco se dio cuenta, que era algo más, su curiosidad hacía el líder de los vengadores crecía a cada momento, algo que lo atraía, aunque la mayoría de las veces no entendiera la mitad de lo que decía.

La razón de que al final se diera cuenta de sus verdaderos sentimientos, fue lo que el propio Tony describió como demasiado “cliché”, aunque él seguía sin entender a qué se refería, sólo recordaba su fuerte enfado, cuando después de pasar mucho tiempo en la sala de conocimientos de Asgard, Tony asombró a sus compañeros con el fortalecimiento de sus armas, su talento para las fiestas y su inusual sentido del humor, haciendo que Fandral se acercara a él, más de lo que el príncipe hubiera deseado. Las cosas después de eso eran algo borrosas debido a sus celos… o la potente cerveza que Volsstag había traído, no estaba seguro, pero provocó una trifulca bastante grande.

Lo siguiente que recordaba era estar en su cama, y ver a Tony, con el traje asgardiano que el mismo Fandral le había regalado y con las manos cruzadas en su pose un tanto engreída.

—¿Así que  “el hombre de metal te pertenece”? —le había preguntado con una divertida risa.

¿Qué pasó Stark?—Le había cuestionado confuso.

—Te molestaste, gritaste algo como —Tony entonó su voz—“el hombre de metal es mío, es mío y nadie puede tocarlo, y cualquiera que quiera hacerlo, tendrá que enfrentarse en combate conmigo, Thor, hijo de Odín, el gran príncipe de Asgard” — en ese momento hizo una voz gruesa para imitarlo, mientras se sentaba a su lado en la cama—Luego Sif te dio un gran golpe en la cabeza…. Y ahora estamos aquí. Chico grande, si querías una cita, sólo tenías que pedirla—Tony se había inclinado y le había dado un suave beso, que en ningún momento fue suficiente para él. Así que lo atrajo a su cama, para hacerlo gritar, y gemir su nombre, de tal manera que todos lo escucharan en los 9 reinos. Desde Midgar hasta el reino de la princesa  Hela en el Valhalla.

Era muy posesivo, y eso era un problema debido a la personalidad de Stark, pero por el momento habían conseguido manejarlo, además para Thor, cada problema valía, si luego podía sostenerle así entre sus brazos.

Pensando en ello, le acomodó mejor en la cama, junto a su pecho, para cerrar los ojos, y descansar. Las batallas en Asgard habían sido exhaustivas, así como las juntas con las valquirias, que para él parecían durar eras.

Se quedó ido en sus sueños, en sus pensamientos, en los primeros momentos que había pasado con Tony en Asgard, sin embargo, cuando las ganas de poseer de nuevo el cuerpo del genio, al palpar el cuerpo a su lado, sólo encontró almohadas. Entornó los ojos, y con soló sus pantalones bajó hasta el laboratorio del genio, viéndolo realmente concentrado, sorprendiéndose cuando vio en que trabajaba. Se suponía que las copias de las gemas al igual que estas, debían estar resguardas, pero el genio parecía estar haciendo pruebas con ellas.

 

—Tony—le llamó con esa voz imponente, que causó que el aludido soltará de pronto las herramientas que tenía en las manos. Trabajaba en una nueva capsula que serviría para regular los poderes de la gema.

—Thor, no te escuche…—Dijo nervioso, apagando los sistemas a su alrededor. —FRIDAY, debiste avisarme.

Dijo sin interrupciones señor—Le contestó su IA.

—Stark, se supone que ya habíamos aprendido la lección. Las gemas son magia y energía demasiado poderosa, para que simples mortales la comprendan y manejen. —Pronunció con su voz solemne de príncipe asgardiano—viendo solo la espalda de su pareja, que aún no se había girado.

—Ese… ese es el problema, mortales… esa solo palabra limita tantas cosas, pero si yo…—decía con suavidad—Si yo lograra vencerla—Pronunció viendo fijo la gema, sintiendo su llamado a usarla, pero lo que lo hacía resistirse, es que aún no  sabía cómo usarla para lo que de verdad quería, no al menos de una forma constante. —Obtener la inmortalidad…—Dijo por fin al girarse, y ver al rubio a la cara.

—Tony, te estás dejando llevar por la locura que la magia obscura de esas gemas produce—Le dijo acercándose a él tomándole el rostro—Debes rechazar su llamado, Tony. No puedes…

—No es por eso Thor, ¿No lo entiendes? —Movió su rostro, zafándose de las manos—¿Aún no lo ves? Thor yo soy un mortal.

—Lo sé…

—No, no lo sabes, porque tu no lo eres—Le dijo acercándose a él, mirándole a los ojos—envejezco a cada segundo, los humanos nos debilitamos, nuestros cuerpos se deterioran hasta morir, en cambio tu… —Le miró—…no voy a alcanzarte, hace mucho comencé a pensarlo, comencé a comprenderlo, dentro de mil años…

—Seguiré amándote cómo lo hago ahora Tony—Le respondió con calma, empezando a entender todos los miedos que aquejaban a su compañero.

—Pero yo no estaré aquí para verlo, para sentirlo—Se giró hacía la gema—Pero si logro manipularla, si logro… conquistar su poder, puedo tener esa eternidad a tu lado. No quiero… no quiero perderte por algo tan simple como la mortalidad humana.

Thor sabía que en parte lo que decía Tony era sincero, pero también podía captar que las vibraciones de la gema estaban elevando esa preocupación a la locura.

Tony apretó el botón para guardarla de nuevo—Tendré la clave y en cuanto la tenga…—Se calló al sentir los grandes brazos asgardianos envolviéndole.

—La ciencia de su raza es fascinante, y apuesto a que podrías descifrarlo, eres un hombre aguerrido, brillante y un digno guerrero, pero no es mi deseo que te arriesgues en esta batalla, que podría robarte la cordura—Le dijo al oído, antes de girarlo entre sus brazos, viendo cómo en los ojos de este, parecía haber algo a punto de romperse.

—Pero en cuanto muera… ¿Cuánto podrás recordarme? ¿Cien… mil años? ¿Luego qué?

—Luego nada, Tony, porque tu estarás a mi lado—Afirmó, antes de jalarle de la nuca, para robarle un beso intenso, Thor deseaba sostenerle hasta que el otro no pensara en nada más, hasta que sintiera la protección bajo la que estaba ahora.

—¿Qué… quieres decir, sabes algo que yo no? —Le preguntó con la respiración agitada al separarse y verlo a los ojos, a lo que Thor le tomó de los muslos, para subirlo sobre la mesa de trabajo del genio.

—Muchas cosas, eres el hombre más brillante que conozco, Stark—Empezó a morder el cuello—Pero aún te falta mucho por conocer. —Le acarició el cabello castaño, besándole suavemente, mordisqueando sus labios. — Y yo—Le susurró contra los labios—seré quien te va a mostrar todo eso. Cómo tú me has mostrado tu tecnología. —Le dio un beso en la mejilla, y entonces Tony le atrajo a su boca, para besarlo apasionado.

El rubio apartó las ropas del cuerpo del millonario, rasgó incluso el pantalón al quitárselo apresuradamente, cada vez sus manos estaban más hambrientas de Tony, le deseaba a un nivel que nunca creo posible. Se había hecho adicto a su sabor, a su aroma, a la textura de su piel.

Las manos de Tony se aferraban a los fornidos hombros asgardianos, pues la boca del otro le hacía delirar, sus gemidos resonaban en todo el laboratorio, y el temblaba completamente desnudo, con las piernas separadas, y Thor arrodillado entre ellas.

En cierto momento, y cuando el miembro de Stark ya palpitaba ansioso de terminar, el rubio le tomó del trasero, alzando ligeramente sus caderas, a lo que el moreno, respondió rodeándole con sus piernas, permitiendo que invadiera su boca con la lengua, y su interior con su potente miembro.

Era complicado de entender, Tony sentía que el otro tomaba todo de él cada vez que le sostenía en sus brazos, se sentía deseoso de entregarse en cuerpo y alma al dios, quien se había convertido en el centro de su universo.

Thor le besaba profundo, dejaba sus dedos marcados en la piel canela, en los muslos, las caderas, la atlética cintura, y sus dientes eran pinceles sobre el pecho de Tony, donde dejaba lienzos, marcas inequívocas de que ese mortal le pertenecía al dios asgardiano.

Las manos de Tony dejaban rasguños en la espalda blanca, pues las embestidas del otro le volvían loco. No había requerido ni siquiera una preparación, su interior aún se conservaba húmedo, con los fluidos de las sesiones anteriores, pues no había tenido tiempo de ducharse, lo cual sirvió a modo de lubricante. El genio agradecía que los hombres no pudieran concebir, de otra forma, ya hubiera tenido varios principios asgardianos.

Las embestidas eran cada vez más fuertes, sus cuerpos se aferraban el uno al otro.

—Thor… dios… así… más fuerte, por favor… Thor… —Los jadeos del genio al oído del mayor, lo hacían perder el raciocinio, deseando clavarse más profundo en él, tanto que se convirtieran en un solo ser.

Tony terminó por cuarta vez esa noche, dejando su cuerpo débil y temblando, víctima de los fuertes movimientos ajenos, que solo sirvieron para que sollozara, pues su orgasmo se alargaba cada vez que el otro golpeaba su próstata, hasta que la sensación húmeda y caliente, que tan bien conocía, le llenó. El dios del trueno, era… bastante abundante en ese aspecto, y Tony siempre terminaba sintiendo como se desbordaba por entero.

Al percibir el cuerpo laxo entre sus brazos, el gurrero tomó al hombre de hierro, para sin salir de él por el momento, llevarlo de nuevo a la habitación, alejándole de su lugar de su trabajo. Allí le tendió en la cama con cuidado, al salir de él.

—Tengo que volver a trabajar—Masculló Tony, al sentir al otro recostarse a su lado, y jalarle hacía él.

—No, no tienes que, al menos no eso—Decía apresándolo, el otro siempre se sentía tan pequeño, tan frágil entre sus brazos. Aunque Thor sabía que no era nada eso, Tony era valiente, fuerte, era un sobreviviente, un guerrero capaz de salir adelante con sus propios medios, muchos creían que Stark sin su tecnología era nada, pero Thor sabía que no era así, lo había visto, era un genio, con una capacidad increíble de resolver sus problemas, sin la necesidad de recurrir a su amada tecnología.

—Para ti es sencillo, tú ya eres inmortal—Le reclamó, con un suspiro mirando el techo. —Imagino que por eso tu padre no ha vuelto a caer en su sueño, al enterarse de mí.

—A mi padre no le agradas—Reconoció Thor.

—Estoy en shock por la noticia—Respondió sarcástico.

—Pero tiene que aceptarlo. —Se acomodó mejor acariciando el cabello de Tony—Porque cuando el trono de Asgard sea mío, dentro de miles años, tu gobernaras a mi lado.

—Pero… ¿Cómo? Lo que dices es…

—No necesitas entenderlo, tu vivirás mientras yo te amé Stark, hay fuerzas incomprensibles en los 9 reinos, poderosas, que pueden lograr más de lo que se puede llegar a imaginar—Besó sus labios haciendo un sonido chasqueante. —Confía en mí.

—Espero nunca dejes de amarme entonces—Le respondió viéndole a los ojos. Quería hacer tantas preguntas, saber a qué se refería el otro con eso, pero… no quería romper la ilusión del momento, y por un momento, quiso creer que “la magia” era algo más allá, que solo ciencia que no comprendía.

—Nunca lo haré. —Besó su frente.

—Entonces soy la futura reina de Asgard. Me gustaron algunos de los vestidos, pero siento que no me van—Pronunció sacando una risa franca en su pareja.

—Apuesto a que te irían bastante bien.

—Así solo necesitarías levantarme la falda un poco, suena a un concepto interesante. Podríamos hacer un experimento.

—Eso si es una ciencia en la que me gustaría participar—Dijo Thor, inclinándose a besarle, escuchando entonces cómo la puerta del dormitorio se abría, viendo en ella, a Clint y la viuda.

 

—¡Oh! ¡¿Es en serio?! —Exclamó Clint.

—Paga—Pronunció Natasha extendiendo su mano—Lo siento Tony, es un hombre que no acepta perder—Explicó señalando al arquero.

—Maldición, cuando vi esa capa roja, estaba seguro que era del hechicero—Se quejó girando para salir, extendiendo su brazo, para colocar un par de dólares en las manos de la pelirroja, quien sonrió de forma satisfactoria, antes de dejarles solos de nuevo.

—Malditos espías, los odio—se quejó Tony.

—¿Cuál hechicero? —Preguntó Thor, a lo que Tony chasqueó la lengua, y se giró a verle con una sonrisa, besándole intenso.

—No hablemos de eso…—Le dijo, las cosas con sus “ex” serían cosas que no se deberían traer al tema ahora. Pensó mientras hacía que el dios del trueno se olvidara de ello, con su hábil boca.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Espero les haya gustado.

Comentarios, críticas, todo es bien recibido. 


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