Hoy lo he visto de nuevo caminar por la escuela.
Vestía un pantalón negro de mezclilla tal vez, una camiseta blanca con estampado pero volvía a traer consigo esa chaqueta de color negro, creo que tiene cuero o es imitación porque cuando sale al sol tiende a reflejar la iluminación.
Iba además, con la mitad de su frente descubierta por su peinado, las gafas oscuras y el palito de paleta saliendo a través de sus labios.
Cuando pasó detrás de mí tuve el tiempo suficiente para aspirar su aroma, hoy era diferente al de otros días.
Me pregunto si estaba consciente de que yo estaba caminando detrás de él cuando iba hacia la cafetería y por eso caminaba más lento. Tal vez hubiera sido el momento perfecto para volver a entablar una conversación pero no me sentí lo suficientemente fuerte para hacerlo.
He intentado comunicarme con él de maneras poco convencionales con tal de que no se dé cuenta de mis sentimientos porque, después de todo, ambos somos hombres y esta locura podría traernos demasiados problemas.
Es por eso que cuando supe cuál era su casillero le pegué algunas notitas diciéndole lo bien que se veía ese día, otras veces he deslizado entre las rendijas de su puertita, una pequeña carta escrita en computadora para que no me ubique ni por broma. Una vez más le lancé un avión de papel cuando caminé detrás él eso fue lo más dramático que he vivido en esta pequeña locura porque se detuvo para juntarlo y mirar hacia atrás, tuve que fingir demencia usando mi celular para simular que hablaba con alguien.
Imagino que no todas las historias de amor terminan con un “vivieron felices para siempre” pero estoy seguro que al menos tuvieron buenos momentos de amor.
Pero… a mí me gustaría que fuera un poco como los cuentos de hadas.
Esos en los que el príncipe siempre visita a la princesa en momentos de pánico a rescatarla, aunque podría ser igual a cuando me salvó de un seguro golpe con el balón de futbol, que incluso se lanzó como todo un portero en potencia para atraparlo.
A Cinderella se le perdió la zapatilla y el príncipe buscó sin descansar a la dueña, que podría ser igual a cuando me encontré la chaqueta de mezclilla y estuve preguntando en todos lados hasta que Minho me dijo “tal vez sea la mía, la olvidé cerca de la biblioteca ¿podría probármela? Sólo para estar seguro que es la mía”.
Otra princesa fue La Bella Durmiente que, je, je, es analógico a cuando en medio de una conferencia me quedé dormido y sólo desperté cuando él me movió del hombro porque el salón ya estaba vacío, supongo que a mí me despertó su toque mágico en lugar de un beso.
Alicia entró a un mundo fantástico y surreal por un túnel, dicen que cuando estás enamorado y miras a los ojos de la otra persona tus pestañas comienzan a desprender estrellas; el día en el que Minho y yo tomamos por accidente el mismo vaso con helado en la cafetería, nuestras manos se rozaron y por instante miramos directo hacia nuestras almas.
Pensé que eso de “detenerse el tiempo” era sólo cosas de películas y escritores pero me pasó, y sé que a él también.
Que en el momento cuando nuestras miradas se fusionaron él pudo ver a través de mí y que fui tan trasparente como él lo fue. Luego de centésimas de segundo nuestras almas soltaron sus manos para regresar a nuestros cuerpos.
Le cedí el helado para salir corriendo de ahí porque ciertamente mis rodillas comenzaron a temblar y mis manos sudaban. Ese día ni comí por los nervios que había dejado ese encuentro con él.
Lo último que supe de ese suceso fue que le preguntaron a Minho qué había pasado para que yo saliera de esa manera y él dijo “no sé, pero fue extraño”.
“Extraño”.
Extraño es que haya creado un perfil falso en SplashFace, que me trasvista y tenga que tomarme fotos sin revelar mi rostro para hablar con él como me gustaría hacerlo en persona.
A veces pienso que debería de ser más fuerte o inteligente.
Me quiero aferrar a la idea de que estoy hecho para una mujer, como lo dicta la biología, pero no puedo.
¿Con quién me quejo para que me reprogramen y cumplir con el estándar?
Todo sería más fácil si no nos dividieran por “azul” y “rosa” pero hasta sueno hipócrita por haber deseado un “cuento de princesas” que cumpliera con sus estereotipos típicos. Pero es que ahí todo es más fácil.
En esos cuentos no importa si no tienes padres, aquí sí. Tampoco importa si eres alto, aquí sí. Menos importa la clase social pero aquí sí. Y mucho.
Quisiera hacer algo al respecto, tal vez algún día reúna el valor suficiente para confesarle a Minho lo que siempre he sentido por él. Aunque hacerlo conlleva arriesgarme a su rechazo y al rechazo de las demás personas.
No, no, no.
Me conformo con sucesos pequeños pero significantes.
En un futuro encontraré a esa chica que también está programada para mí y me enamoraré de ella.
Pero mientras espero o pospongo ese suceso, me llena el corazón dejarle las notas en su casillero, hacer que no lo miró y él esté agitando su mano para saludarme… hace dos semanas le dije que se veía muy bien con la chaqueta de cuero negro y desde entonces la usa todos los días. Y no sólo eso, sino que ya no cubre toda su frente con cabello desde que mencioné que lucía más masculino de esa manera.
Probablemente lo haga porque él quiere y no tenga nada qué ver mis comentarios, pero me llena pensar que esas pequeñas cosas las hace por mí.
Me gustaría ser más como Mulán, Pocahontas y Jane y defender un amor extraordinario. Me gustaría… realmente me gustaría que él leyera esto. Y que sepas que estoy enamorado de ti…
Maldición.