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Solo quiero una cosa de ti por 1827kratSN

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Notas del fanfic:

Holi~

Krat al habla~ 

Esto es otro de sus experimentos jajaja espero lo disfruten ^^

Notas del capitulo:

Holi~

Yo tuve una idea hace días y vine a plasmarlo en este RL, que es medio raro, pero espero que lo disfruten ^^

 

 

 

Érase una vez, un  restaurante simple, en donde laboraba cierto chico de ojos verdes, piel pálida y rizos negruzcos pero largos. Un muchachito que trabajaba con empeño, lo hacía solo por una razón que no había revelado a nadie más que a su compañera de hogar. Ahora tenía muchos clientes a los que atender y como en cualquier lugar, nunca faltaban algunos bien hijos de puta como para querer mandarle mano mientras laboraba y la hora pico transcurría. Trataba de llevar todos los platos a tiempo y de forma correcta, evitando a esos pervertidos. Bien, eso podía soportarlo porque obviamente necesitaba el trabajo bien pagado por el momento, al menos lo suficiente para ser trabajador de medio tiempo porque el resto lo dedicaba a su vida adolescente como cualquier otra persona… aunque sinceramente no necesitaba trabajar por ahora. El chico se había dado un descanso de la universidad solo por diversión y para hacer locuras con I-pin. La misma pelinegra de piel clarita, ojos negros, cabello negro largo, hermosamente atado en trenzas,  que le saludaba al fondo de aquel salón. El trabajo estaba más calmado, la hora pico pasó con rapidez y el reloj dictaba que el turno del ojiverde casi terminaba

 

 

-lo haces bien, Lambo

-¿desde cuándo estás ahí, I-pin? – se quejó indignado pues mientras él hacia todo aquello, su amiga se burlaba y consumía alguna cosa recomendable para la ocasión

-sabes, después de años de investigación creo que ya sé qué quiero ordenar – sonreía burlona

-Dios, ilumínala – se reía mientras veía que lo llamaban avisándole de la finalización de su jornada – me cuentas después

 

 

Era una jodida vida tranquila, porque ellos solo planeaban irse por allí y gastarse el dinero de la pelinegra, así como en la siguiente quincena se gastarían el salario de Lambo. Eran inseparables y había un motivo para ello, compinches desde que eran… escolares, desde preparatoria para ser exactos, y por eso se contaban de todo. Planeaban todo… se retaban a todo y accedían a las locuras momentáneas que decían mientras comían algún crepé en la calle. Esa tarde después de haberse sentado en medio de un parque comiendo fresas con chocolate, porque… así se les ocurrió, se dictaba la siguiente travesura en su pequeña y corta vida. Un bar sería el destino al siguiente día, justamente en noche de fin de semana. Una noche donde irían a bailar como para no poder levantarse al siguiente día por cansancio y Lambo no creía que de verdad iba a acceder a aquello, pero bueno… ¿qué podría pasar?

 

 

-ahora veamos… ¿cómo irás vestido? – la pelinegra se cruzaba de brazos mientras pensaba

-no más ideas, I-pin – se quejó pues cada que salían de compras terminaban en una situación llena de caos y eso porque…

-vamos Lambo, hazlo por mi… quiero una amiga para salir hoy – juntaba sus manos en súplica y hacia sus ojitos como los de un niño, tiernos, puros, sin malas intenciones

-joder, odio que me mires de esa forma

-mentira – se reía I-pin colgándose de la espalda del más alto – adoras que te mire de esa forma

-como cachorro regañado, dios… no puedo negarme a eso – masajeaba el puente de su nariz con insistencia

-entonces… ¿lo harás?

-harás que le coja gusto a eso y no te lo perdonaré – se quejó Lambo pero aun así suspiró pesadamente y cargó a su amiga hasta la estación. Se irían de compras ese día

-¡genial! ¡Tendré una amiga!

-si nuestros padres se enteran, nos quitarán la mensualidad – se reía Lambo mientras sentía como I-pin restregaba sus mejillas

-pfff… sabes que ya nos la quitaron – se reía mientras jalaba la mano del pelinegro para entrar al vagón – desde que dejamos la universidad… pero los escuchaste, nos devolverán todo cuando regresemos

-mi madre si me da un dinero – Lambo adoraba a su madre por eso, su mensualidad chiquita pero conveniente

-la mía igual, no te creas único

-y no es suficiente – suspiraba, sus gastos eran mayores a los que alguien podía imaginar, porque… bueno, eso era otro asunto – por eso trabajo en ese restaurante jodido

-hay que verle el lado bueno. Te ganas pretendientes como loco

-¿ya elegiste a uno? – picaba la mejilla de I-pin haciendo un puchero delicado – para que yo lo acepte – bromeaba

-no, ninguno es bueno por ahora – lo decía con fingida seriedad

-tu mirada picara y esa risita bajita me dicen lo contrario, I-pin – advirtió, ¿cuántas veces pasó por lo mismo? – te juro que…

-Lambo, cariño – hablaba con seriedad – nunca haré algo que tu no quieras

-tonta – le decía y la ignoraba el resto del viaje, solo por juego, porque le gustaba verla rabiar. Era una pequeña venganza por lo que venía a continuación

 

 

La pelinegra lo tomaba de la mano, sonreía cual niña pequeña en navidad y corría entre las calles comerciales con Lambo a cuestas, porque no podía ni siquiera darle tiempo de arrepentirse. Encontraba la tienda correcta y lo lanzaba, casi literalmente, dentro de la primera tienda femenina que había y de la que ella misma era cliente continuo. Sonreía con malicia ante aquello porque se iba a divertir toda la tarde y Lambo lloraba internamente porque nunca le gustó ese juego, aunque llevaban como cuatro años haciéndolo.

Tal vez ser doncel era una maldición para el joven, pues siendo de esa “clase” de ser humano tenía características algo aniñadas y femeniles, todo eso lograba aquello que jamás debía suceder si fuera un hombre de verdad, figurativamente. Las muchachas allí presentes como vendedoras, le ofrecieron entrar la sección de donceles y Lambo casi las mataba porque las odiaba profundamente por crear una sección de “doncelitos tiraditos a mujeres”. ¡Que se pudran los modistas! aunque de vez en vez pasaba por allí y había algo lindo pegado al cuerpo y sin tonos rosas focosos. Su camisa con manchitas vacunas era una de esas adquisiciones, pegado a su cuerpo pero bastante ligero y atractivo.

Generalmente evitaba esa zona y se iba a la de varones, aunque le criticaran ese hecho en cuchicheos. Pues, ¡Que se pudran los hijos de puta que le mandaban miradas recriminatorias por coger ropa de varón, probársela y comprársela!… pero ese no era el día de reírse de todo macho que viera su autoridad pisoteada por su maligna sonrisa coqueta mientras se colocaba un jean grueso que le contorneaba el trasero pero que lo demás lo dejaba con movilidad… porque los pantalones de donceles eran tan pegados que se sentía como salchicha… o como mujer. Aunque eso solo lo decía por molestar a I-pin, a quien le gustaba de entallar su figura con esos pantalones que a veces parecían querer explotar por lo apretados e incómodos... joder, ¿cómo se ponían eso? Aunque debía admitir que las curvas femeniles quedaban hermosas bajo esa tela estrecha… ¡pero ese no era el asunto ahora!

I-pin seguía en su escrutinio en la sección de chicas y Lambo miraba por allí con curiosidad. Eran muchos los donceles que usaban ropa de mujer, porque obviamente habían sido incluidos en esa campaña televisiva que decía “doncel=mujer” putos sean. Si hasta se comportaban como una delicada rosa sin espinas, maniacos eso eran. Por personas como ellos Lambo tenía que soportar ser tratado  como un objeto sexual, reproductivo y carente de respeto, mendigos sean todos esos idiotas. I-pin al parecer se dio cuenta de sus pensamientos porque le golpeó levemente el hombro para sacarlo de sus meditaciones. La pelinegra solía sentirse ofendida en ocasiones porque era mujer y esas comparaciones eran intolerables. I-pin no era nada débil, podía defenderse sola, mucho menos se sentía usada como término para disminución de estatus, ella era simplemente hermosa como era, por eso Lambo la adoraba. La chica traía en sus brazos varias prendas escogidas por ella misma, se podía notar y el más alto bufó casi arrepintiéndose de aceptar eso, pero su amiga lo tomó por sorpresa y lo arrastró a los vestidores.

 

 

-¡por Dios, I-pin! ¡Estás loca! – se quejó cuando lo metieron en ese compartimento con un millar de prendas y… con I-pin dentro también

-silencio o nos regañarán – le amenazó con el dedo

-por dios, al menos sal de aquí – se quejaba mientras veía la ropita femenina que usaría, porque si… si I-pin quería una compañera de salida, él usaría vestido y la acompañaría como fuere. Odiaba su debilidad hacia las mujeres, ni a su madre, ni a sus amigas, ni a ninguna fémina podía negarle nada

-no señor, quiero ver – decía con picardía mientras tomaba una faldita de plises y la mostraba con emoción – nadie más que yo te verá hasta que estés listo y salgamos juntas

-I-pin, no soy mujer, ¿sabes?

-que importa

 

 

¿Y cómo terminó eso para Lambo? Como cualquier otra ocasión en donde eso pasaba. Después de ser usado como modelito para una docena de combinaciones de ropa, terminó en lo más común. Una faldita hasta un poco más arriba de la rodilla, usando braguitas salidas de la propia cartera de I-pin, una blusa un poquito holgada en la parte del pecho que fue rellenado por un sostén a medida con… ¿qué diablos eran esas cosas? ¿Bubis falsas? Lambo ya ni miraba porque I-pin lo tenía contra la pared del cubículo, arreglándole el lindo conjunto que lo denominaría en un futuro como “la cosa más sexy del mundo”. Todos lo creerían travesti, ¡y que se jodan todos! porque tal vez lo era. En cierto punto, en medio de esos juegos, empezó a disfrutarlo, aunque jamás lo diría en voz alta

Lambo se quejaba de vez en vez, porque I-pin insistía en colocarle detalles mínimos, esconderle los detalles medio masculinos que tenía y terminaba como una chica hecha y derecha, aunque siempre usando una talla menos de sostén que I-pin, porque la chica tenía su autoestima que debía ser conservada. Lambo era vestido a la imagen ajena, con blusas que mostraba al menos uno de sus hombros o en ocasiones su ombligo delicado. En esta ocasión era su hombro derecho el que destacaba con esa blusa de tonalidades blancas y azules. Piernas suaves y esbeltas, un lindo trasero que fue nalgueado un par de veces por la pelinegra que se reía a más no poder por las expresiones de vergüenza del ojiverde. Y Lambo… muy bien gracias porque al verse al espejo no se reconocía, solo admiraba el buen trabajo de I-pin sobre su persona. Genial, pagaban todo y después su color favorito destacaba en su cabello, porque diablos… I-pin lo llevó a un buen especialista… es decir, lo llevó con su amiga del alma Kyoko que le arregló como nadie más podía hacerlo. A Lambo le gustaba llevar pestañas postizas, aunque fuera un martirio quitárselas después, pero ¿qué más daba? Y estaba en esas fachas, al menos iba a ponerles los toques personales que deseaba

 

 

-vamos cariño~ – Lambo suspiraba al momento de pararse porque ya le punzaban los delicados tacones bajitos que usaba – camina como una diva, amorcito~

-deja de burlarte – se quejaba pero después recomponía su faceta y sonreía ya que I-pin estaba feliz – ¿qué haremos hoy?

-presumirte obviamente

-quiero helado – pues si ya era mujer, ¿por qué no disfrutar de esos placeres diminutos?

-iremos a pasear por allí, hablaremos con chicos, nos pintaremos las uñas y veremos una película

-¿chicos? ¿En serio? – veía a su amiga asentir y se mordió el labio – ¿me dejarás elegir?

-obvio no – sonreía – estafaremos a un par, yo elijo… puedo identificar quien nos dará dinero~

 

 

A veces Lambo no sabía si su amiga era una delincuente o simplemente le gastaba bromas, como fuera, la apoyaba en todo. Tenía sus motivos escondiditos, entre ellos la recompensa de ser tratado con amabilidad, recibir halagos que le subían el autoestima y al final comer donde le diera la gana siempre recibiendo una ración extra por cortesía. Porque una ventaja clara de usar faldita era que podía manipular a quien le diera la puta gana. Algo bueno tenía que sacar de aquello y cualquier cosa “gratuita” se englobaba. Y como extra del extra era que le picaba la curiosidad acerca de los planes que tenía su querida… ¡lo dejó solo en medio del centro comercial! ¿A dónde se fue I-pin? ¿Por qué se fue? Demonios, debía encontrarla antes de que… si, Lambo evitaba a los chicos y ahora mismo un grupo se le acercaba, así que ¡Run, bitch, run!

Lambo maldecía, odiaba cuando un grupo de muchachos lo seguía, así que aceleraba el paso. Ni crean que Lambo iba a dejar que lo abordaran con esa forma de ligar tan asquerosa, donde se incluía la palabra “sabrosa”. Claro, que horrible era soportar eso… lo más grave en ese momento era que conocía a esos tipos y el peligro máximo estaba en que descubrieran su identidad verdadera… pues Lambo, hace días, les pateó contra algunas cosas en una tienda y les dejó el lio con el dueño del lugar.  ¿Por qué? Porque le dijeron “nalguitas de algodón” de solo recordarlo se enfurecía, pero con vestido ni loco les hacía frente

Caminaba con prisa porque ¡dios!... porque ya sentía esos alientos fétidos en su oreja. Solo llevaba su bolsito lindo de color blanco y con eso no podía defenderse. I-pin podría ayudarlo en ese momento, ella era la diosa del karate y le enseñaba en sus días libres, pero ¡ella se había desaparecido!... “Corre Lambo, ¡corre maldita sea!” en cierto punto lo hizo porque esos maniacos lo reconocieron. Joder, sí que tenía mala suerte. Ahora solo quedaba pedir ayuda y para eso debía chocarse con alguien “accidentalmente”, el incauto que le ofrecería esa maldita ayuda.

¿Qué sujeto tenía por objetivo? Un hombre corpulento y que pareciera… ¡joder! Todos eran flacuchos y debiluchos, ¿por qué en esa ciudad no abundaban los guapos luchadores de la tele? Como sea, vio a alguien medio decente y corrió a propósito en su dirección. Obviamente corría como mujer, a tacón fijo que aplastaba cucarachas, con fuerza pero guardando el sudor para la tumba porque si se veía “fea” la ayuda sería nula. Pero bueno, no chocó con el alto tipo rubio que vio, sino con alguien más… ¡puta suerte!

 

 

-lo… lo siento – Lambio vio al hombre de patillas hermosas, rostro varonil, alto, cabello negruzco en punta y… traje caro, ¡maldita suerte!

-mira por donde caminas – Lambo maldijo su suerte porque se topó con un “alta alcurnia” y esos no servían para defenderse bien siempre necesitaban de guardaespaldas

-maldición – susurró tan bajito que nadie lo escuchó y agachó la mirada “Lambo piensa que eres mujer, frágil mujer y sácate de esta puta situación” se repetía mentalmente para ganar motivación – disculpe…

-no tengo tiempo – oh si, ese hombre no era del tipo manipulable así que cambió de estrategia, ya no mujer delicada… ahora atrevida

-momento – se forzó una sonrisa, se obligó a tragarse el orgullo y agarró el brazo del hombre patilludo

-aléjate – advirtió el hombre desconocido, pero el agarre  de la “chica” era fuerte y le iba a…

-tengo cuatro perseguidores, así que si me ayuda le prometo… ¡al diablo! ¡Solo ayúdeme! – le dijo lo suficientemente alto para que su ahora acompañante le entendiera

-pues mala suerte, niña – habló con furia y trató de quitársela

-¡niña mis bolas! – se quejó en un susurro alto, apretó su agarre y obligó al más alto a caminar – maldita sea, ¡solo ayúdeme!

-¿por qué debería?

-no sé, ¿qué pide? – decía alterado escuchando a los gamberros acercarse más y más

-una sirvienta con lindas piernas

-¡jódase! – y sí, eso le dijo directo a la cara. Zafó su agarre y lo soltó como si tuviera sarna – pues, ¿qué se cree? – bufó acomodándose el cabello de rizos – eso no se le dice a una  dama

-pero no eres una – dijo mirándola de pies  a cabeza, de no ser por esa voz un poco gruesa en verdad creería que era una chica – y por lo que veo llegas a una ramera más que a una…

-¡idiota! – Lambo le lanzó la cartera que tenía en manos y el hombre se calló mientras esquivaba. Diablos, se había delatado solo. Su voz de varón salió a flote y esos tipos susurraron un “es él” – genial

-¿qué harás? ¿Aceptas ser mí…? – pero otra vez no terminó de hablar porque el chico pasó a su lado, agarró la cartera y empezó a correr con agilidad esquivando a la gente

-vejete idiota – se quejó el ojiverde en susurros mientras ya saltaba las gradas de dos en dos para escapar. Prefería denigrarse a que medio mundo se enterara que tenía figura masculina, con braguitas de color rosa, que aceptar ese ofrecimiento – I-pin, maldición… ¡¿dónde estás cuando te necesito?!

-¡hoy no te escapas! – pero por raro que pareciera solo dos lo seguían, ¿y los otros? Lambo no vio como el azabache de patillas que dejó atrás acabó dejando a dos de esos idiotas empotrados contra una pared dentro del primer local deportivo que vio, tampoco vio esa sonrisa que auguraba… problemas

-joder, ¡respeten los tacones! – les dijo con rabia, se podía caer en cualquier maldito momento y ellos ni siquiera consideraban en ese detalle

 

 

Diez minutos después, Lambo hacia ruidito al beber del popote de aquel raspado de limón que se compró. Miraba como I-pin insultaba a esos tipos que derrotó con pocos movimientos coordinados de karate y después escuchaba un regaño duro porque se perdió de su vista. Bueno… si era un uno a uno y sin tacones, Lambo podía defenderse, además I-pin llegó poco después de decidir enfrentarlos, atraída por el escándalo. Fue bastante simple y sencillo pero eso solo fue el comienzo de su día.

¿Cine? Como venganza por hacerla pelear, I-pin lo empujó contra un chico y Lambo tuvo que fingir por veinte minutos que era una mujer casta e inocente que se creía todas las mentiras que le contaban y… ¡que se joda el mundo! ¿Eso hacían las demás? Esperaba que no, porque fue completamente aburrido a pesar de que el muchacho era simpático y le compró todo lo que quiso, pero cuando estaba pensando cómo no ir a ver una película aburrida de romance con ese desconocido, llegó I-pin, seguramente ya disfrutó tanto como debió disfrutar. Y como acto final, después de ver la película de acción que planearon ver, jugando mientras se acababan las palomitas y la bebida, terminaron bailando en medio de una plaza… aunque fue raro porque al final tenían un sombrero con propinas, ¿qué rayos? Siempre les pasaban ese tipo de cosas extrañas cuando I-pin planeaba el día… que sospechoso era eso

 

 

-mañana descansa todo el día, ¡en la noche, vamos de fiesta!

-sí, si – bostezaba mientras se quitaba los zapatos para entrar a casa, tacones de mierda que hacían un dolor insoportable en los pies – ¿alguna petición para el desayuno?

-un besito mañanero no estaría mal – se reía de Lambo. El ojiverde la amaba y la odiaba en las mismas proporciones

-iré a bañarme

-y yo te espiaré~

-basta de juegos por un día. I-pin estoy cansado

-bueno, por hoy te perdono querido… ya me diste la suficiente diversión y por dios que mañana será mejor

 

 

Lambo tenía un mal presentimiento, aunque debió llamar a su hermano mayor para confirmar, pero obvio no iba a molestar a Tsuna solo por eso. Tsuna debía estar ocupado en sus cosas, con su linda esposa y demás. Pero Lambo no se quedaba tranquilo, creía que de verdad debería llamarlo, aunque no podía, al final simplemente decidió que lo olvidaría aquello y seguiría con su rutina diaria. El día transcurrió con simpleza, excepto por las extrañas instrucciones que su querida I-pin le dio, muy raras para ser verdad. Ni modo, Lambo no se iba a quejar porque una salida a una discoteca le apetecía, calmar el estrés de esos meses difíciles era lo esencial

Recordaba entonces ir con el médico en esa tarde, recogiendo los exámenes respectivos, comprar las medicinas y vitaminas que le tocaba consumir junto con las de I-pin, rutinas que ya hace años se cumplían, para que sus madres no se preocuparan. La sobreprotección nunca se acababa, a pesar de que ya se pasaran de los 21 años. Típico de cualquier familia, por más adinerada que fuera, siempre había cosas como esa. Lambo se la pasó jugando juegos de video en casa, comiendo comida bajo pedido, recostado en el sofá y ni rastro de I-pin, ¿por qué? Ni idea pero sabía que si ella llegaba significaba que tenía que ir a prepararse para la noche.

A las seis de la tarde sucedió, ella llegó. Lambo debería estar feliz por salir de fiesta, ¿no? No tanto, porque esa sensación extraña en su estómago no pasaba, tal vez por lo que le prometió a su familia… ser un angelito hasta regresar… diablos, había roto esa promesa desde que salió de casa y se mudó con I-pin a ese departamento. El ojiverde aun recordaba el primer día, bebieron alcohol sin restricciones y terminaron en un hotel barato jugando twister, ¿por qué? No recordaba la razón, tal vez no debieron combinar cocteles hasta que la mezcla se hizo roja oscura.

Las demás ocasiones fueron parecidas, excepto la vez que se fueron de excursión a las montañas y perdieron su ropa, así que caminaron en pantalones cortos y en una camiseta delgada hasta hallar ayuda. Claro, en esa ocasión sus pies sufrieron los pagos de haberse olvidado recoger la maleta cuando salieron del rio en donde se quedaron jugando. Aunque la más rara de todas pasó cuando terminaron en un concurso de comer pasteles de bodas… aún se preguntaban por qué se inscribieron en aquello. Para armar su boda tal vez, lo peor fue que ganaron y el premio no caducaba en un año. Ya sabrían a quién regalarle eso

 

 

-mira lo que te compré para la ocasión – la pelinegra ingresaba a la habitación donde Lambo empezaba a colocarse la camisa pegada al cuerpo de color palo de rosa que había adquirido hace tiempo – uy~ pantalones al cuerpo y negros, te gusta eso, ¿verdad?

-cuando el sitio es oscuro no me importa, los pervertidos solo ven penumbras

-no entendí… pero no importa – la chica se acercaba con rapidez y le colocó una gargantilla de color negro, cuyo adorno central era un dije en forma de luna plateada, con una joya celeste en su centro. Era linda, debía admitirlo – perfecto, te ves hermoso

-ni que fuera a ligar

-ese es el reto de hoy~ – Lambo la miró un momento y frunció su ceño – Lambo, hoy ligaremos con un desconocido

-¡estás loca!

-no, solo es un reto

-¿y si me niego?

-no te puedes negar, me lo prometiste~

 

 

¿I-pin lo manipulaba? Solo un poquito, aunque en el fondo Lambo siempre se divertía. Lo discutieron un rato pero al final estában allí, en la puerta de ese bar-discoteca o como se llamase. I-pin usaba un pantalón de esos que se fijan al cuerpo como segunda piel, de color rojo, y una blusa sin tirantes. Lambo la molestaba todo el camino, pues de verdad parecía… otra persona. En la vida normal ella no usaría cosas tan reveladoras sobre su figura, aunque cuidaba esos detalles a pesar de todo. Luego de un par de copas en el lugar y armándome de un poquito de valor empezó todo. Se separaron en algún momento y llegó el momento de defenderse solos en ese lugar. A Lambo no le hacía gracia, pero con el quinto coctel ya ni le importó. Dulce coctel de cerecitas, picante pero dulzón, con ello ya ni pensaba en las cosas que su madre le recriminaría si se llegase a enterar.

Primero bailó con un grupo de chicas, porque bueno, eran divertidas y lo abordaron de repente. Lambo sólo las siguió, podía decirse que eran las más ofrecidas que vio en su vida. No estaba exagerando pues una de ella le nalgueó a un tipo desconocido que después se la llevó. El ojiverde podía aprender de ella aunque sea un poquito… tal vez. En estado de euforia les importaba poco, pero cuando cada una de ellas se fue con un tipo diferente… aunque un par escogió a uno solo y terminó como al principio, suspiró.

Las horas pasaban y la gente se volvía más osada, un par de tipos le arrinconó para bailar. Por primera vez, Lambo no se quejó al tener a dos morbosos idiotas bailándole tan cerca, porque… se estaba riendo. A uno le quitó la cartera y el imbécil ni cuenta se dio. El ojiverde no era ladrón cabe aclarar, pero las bebidas que quería costaban mucho y no quería desperdiciar la pequeña porción que se trajo para gastar. Al otro lo vio traer una bebida que burbujeaba en el fondo, Lambo no era estúpido y no se iba a dejar drogar así de fácil, dios sabe que no quería terminar sin órganos o con algo peor, así que… le dio la bebida disimuladamente al que le robó la cartera. Al final con un poquito de dosis para el otro tipo,  Lambo se liberó de ambos y allá ellos. Seguramente ese par estaría en pánico cuando se despertaran juntos a la mañana siguiente, dos machotes que se… mejor no pensaba en eso

 

 

-nada que hacer – suspiró cuando ya estaba cansado y se despidió de aquel lugar.

 

 

Estaba aún acalorado y con energías, no estaba ebrio, estaba consciente, sólo bailó lo suficiente como para que el licor saliera de su sistema y ahora solo quería irse a casa. Lambo trató de buscar a I-pin, esa loca sabia defenderse sola pero no la iba a dejar allí porque era un caballero. La llamó cuando caminaba por la zona de bares, veía la propaganda y luces, eso se iba a calentar cuando la madrugada llegara. Por raro que pareciera, I-pin le contestó, y para la sorpresa de Lambo, ella parecía haber salido antes y le informó que iría a cenar con alguien y llegaría tarde.

Lambo confiaba en que I-pin no hiciera locuras, así que él se estiró de brazos y miró el otro mensaje que su amiga le dejó, era completamente interesante la imagen que mostraba, no podía creer que le prometió aquello pero no había vuelta atrás, el tiempo era oro. Miró la cartera que disimuladamente no devolvió y sacó solo dinero en efectivo, era lo suficiente para unas copas más, así que tiró lo que no le servía y se adentró en un lugar bastante agradable. No había música estruendosa, las luces estaban en tono bajo dándole un toque de privacidad, lindo para beber un trago con tranquilidad. Se veía de fina calidad así que sonrió al entrar. Aun sentía en su cuerpo el aroma de toda esa gente en la discoteca y le fastidiaba pero no había de otra

 

 

-¿me recomienda algo? – Lambo le sonrió al bar tender y éste con una sonrisa pícara se le acercó – pero sin coqueteos cariño, porque no estoy de humor

-una lástima – suspiró el tipo mientras ponía un vaso y empezaba a mezclar – porque tienes unos ojos exquisitos

-yo pensé que halagarías mi trasero – se reía guiado por el alcohol que le soltaba la lengua – pero buen intento

-¿debí ir por tu trasero directamente?

-si lo hubieses hecho te hubiese mandado al demonio – se reía de todo mientras veía como el color de la bebida se tornaba azul – gracias, te llamaré cando quiera la siguiente – sonrió y le guiñó un ojo

 

 

Lambo se entretuvo con la bebida que de a poquito se terminaba. Miró su celular con calma analizando los mensajes, sintió que alguien se sentaba a su lado pero ni se fijó bien porque sonreía al ver a I-pin con una mujer en la fotografía, una castaña bonita. Parecía que al menos uno de los dos triunfó esa noche. Terminó su coctel fino y suspiró fijándose ahora en el hombre a su lado… más bien en la bebida con una aceituna que tenía. Con un gesto llamó al camarero y sin pensarlo mucho pidió lo mismo. Se veía bien así que quería probarla

 

 

-¿te gusto acaso? No sería de sorprender – esa voz profunda hizo que Lambo suspirara, ya se había resignado a irse solo a casa, pero no, alguien venía a arruinarle el plan

-ni siquiera lo he mirado… solo a su copa – sonreía divertido mientras le servían lo que pidió – creo que tiene el ego muy alto

-claro que me has visto… tal vez no ahora mismo, pero antes si

-¿en serio? – dijo con tono irónico mientras bebía de su copa sin mirar al desconocido que le hablaba – pues qué fácil es de olvidar

-igual que olvidas a los tipos con los que coqueteabas en esa discoteca

-¿me estaba siguiendo? – Lambo se molestó y por impulso lo  miró, iba a mandarlo al diablo porque odiaba a los acosadores – usted váyase al… oh, es usted – miró al hombre de perfil, lo reconoció de aquella vez que le negaron ayuda – esas patillas no las olvidaría,… aunque es lo único que recuerdo de su rostro – dijo en tono divertido – buenas~ ¿debería preguntar cómo está?

-eres muy atrevido, tu tonito no me está gustando

-pues yo soy así, además recuerdo que me negó su ayuda así que se aguanta o se va, así de simple – Lambo sonrió divertido, amaba molestar a los riquillos como ese sujeto… y si no era rico, en el sentido de dinero, pues al menos seria acomodado o tendría buenos trabajos como para costearse esos trajes costosos

-eres muy atrevido niño. Un pecador como tú debería callarse

-¿pecador? – no se aguantó al risa – así que me estuvo viendo – se terminó su copa y pidió otra, esto se iba a poner bueno – pero fue usted que me quiso como su “sirvienta de lindas piernas”

-así que te gusta ir seduciendo a quien quiera, ¿buscas solo sexo?

-disculpe pero… no le interesa – le guiñó un ojo con picardía y después se concentró en la preparación de su bebida

-¿contoneando el trasero no fue suficiente? Estás solito, desahogándote con las bebidas –

-oiga… señor desconocido… ¿le gusta mi trasero? Habla de él con tantas ganas que me dio esa impresión – Lambo no se ofendió con las burlas, por el contrario se estaba divirtiendo de lo lindo porque… bueno, estaba un poquito pasadito de copas, un poquito. La bebida que consumía ese hombre era fuerte

-¿acaso quieres ligar conmigo? – Lambo sonrió al ver esa sonrisa de medio lado del azabache

-tal vez si… pero cuando recuerdo que no me ayudó ese día, me da rabia – dijo volviendo a ver su bebida

-¿por qué crees que no tenías dos de esos tipos detrás de ti cuando corrías?

-así que me ayudó – dijo sorprendido – wow y yo pensé que los de su clase no mataban ni una mosca

-así que debes pagarme, no hago nada sin recibir un pago o algo a cambio – la mirada penetrante del mayor hizo que Lambo temblara ligeramente o tal vez era solo la brisita helada porque alguien salió del bar, lo que fuera… hasta le pareció interesante

-le pagaré sus bebidas… ¿es suficiente? – sonrió mostrándose como un inocente adolescente pero el otro pareció solo divertirse

-¿qué buscabas seduciendo a esos tipos y a esas mujeres?

-no sé… tal vez lo mismo que usted buscaba mientras me vigilaba… ¿qué buscaba señor?

-tu nombre

-¿solo eso? Que aburrido – se quejó Lambo con un leve puchero

-empecemos por allí

-¿el real o el falso? – se reía pero terminó suspirando, solo era por esa única ocasión – está bien, soy Lambo… y solo eso debe saber – ¿y el suyo?

-¿lo gemirás?

-que directo – se reía el ojiverde mientras mordía su aceituna y se relamía sus labios – déjeme pensarlo – lamió uno de sus dedos y se levantó del asiento con extrema lentitud – un hotel decente por favor – guiñó un ojo y dio los primeros pasos fuera de ese bar

-dime Reborn – el más alto posó unos billetes en la barra y le indicó al bar tender que se retiraba. Allí empezaba todo

 

 

Lambo no dijo mucho en el trascurso del camino, solo se dejó guiar por el azabache. Se daba tiempo para analizar al amante que tendría esa noche, era alto, de contextura un poco delgada no tanto, porque presentía que debajo de ese traje escondía un bien formado cuerpo. Nalgas firmes, piernas trabajadas, porte, elegancia, espalda ancha, el cabello negro que parecía que si pasabas tus manos por las hebras, tus dedos se mancharían de negro. Atractivo con esas patillas bien definidas, cabello en punta en toque rebelde, lindo, perfil exacto como esculpido por artistas como esas estatuas guardadas en museos y cuando lo veía de frente esos ojos negros como noche sin luna. Reborn era guapo en todo sentido y un buen prospecto para una noche, simple… esperaba que todo saliera bien

Lo vio pedir una habitación en un hotel de amor bastante atractivo, despedía limpieza y finura desde la llegada y sonrió, al menos Reborn tenía tacto. Así que, ¿por qué no fingir un poquito? cuando las llaves estaban en las manos de Reborn, el ojiverde se las quitó con una sonrisa. Miraba el numerito en una placa metálica con adornos de colores, hasta quería reírse, era la primera vez que veía esa cosa. Se adelantó un poco buscando la habitación, descubriendo que los hoteles de amor tenían su encanto. Lambo fingía no darse cuenta que era inspeccionado por su amante como él lo hizo hace poco, incluso contoneaba un poquito más sus caderas imitando a algunos donceles cuando salían con sus parejas. Internamente se sentía una puta, pero por esa noche se tragaría ese pensamiento y disfrutaría un poquito. Entró con emoción a la habitación correspondiente, sonriendo con sutileza porque hacer eso era nuevo para él

 

 

-pareces virgen en un motel – esa voz ronca hizo saltar a un Lambo que revisaba los cajones de la mesita junto a esa enorme cama – no me digas que soy el afortunado

-oh, ¿no te gusta mi actitud? – sonreía levantándose y colocando una de sus manos en la cadera – a algunos les gusta la inocencia – decía con suavidad mientras de sus prendas sacaba un sobrecito. Lo mostró como si fuera un juguete y antes de que le preguntaran sacó una pastillita pequeña de color blanco y la tragó – doble protección – sonrió mostrando un paquetito cuadrado y mordiéndolo con suavidad lo resaltaba

-como supuse, no eres inexperto – Reborn  reconoció el anticonceptivo y el condón, escogió bastante bien un amante

-¿quiere que finja que si? Reborn-san – decía relamiéndose los labios, quería reírse pero se aguantaba

-deja de hablar – se acercó al chico sujetándolo del brazo y acercándolo a su cuerpo. Uno de sus brazos recorrió la cintura delgada, las caderas y se deslizó por aquellas piernas en una caricia ruda – me alegra que no tenga que ser gentil contigo

-Ey, tampoco sea un bruto – pero fue acallado por los labios del mayor. Labios que tomaron el control de los suyos en un beso lleno de pasión contenida, la mordida un poco grosera que lo obligó a abrir los labios y aceptar la intrusa que lo recorría ansiosa. Su aire se acabó solo con un poco de tiempo – wow… parece que… nos divertiremos – sonrió mientras se le colgaba del cuello del de patillas y se restregaba con el cuerpo ajeno

-sabrás que nadie te hará sentir mejor que yo – sonrió con prepotencia sintiendo los ligeros movimientos del menor, muy joven para saber los placeres que en esa vida se ofrecen – tu culo suplicará ser azotado por mí – dijo mordiendo el lóbulo del más pequeño mientras una de sus manos se deslizaba por las nalgas firmes del muchacho. Lambo soltó un gemidito lleno de sorpresa

-promete mucho – sonrió agarrando la corbata bien colocada y deshaciéndola de un movimiento suave – pero no me gusta la rudeza… tráteme bien y responderé bien – lamió los labios a su alcance seduciendo a su amante. Ser pasivo no era nuevo para él, aunque tampoco era experimentado en extremo

-solo disfrútalo – enredó sus dedos en ese cabello rizado, lo tiró levemente para que ese cuello se mostrara. Piel clara, sin mancha, apetecible y sensible

-ah…. Reborn – se quejó al sentir la mordida en su cuello y como le arrancaban la gargantilla, sintió un escalofrío pues al mismo tiempo la mano en su trasero lo apretó contra el cuerpo rozando las intimidades expectantes

-sensible, entonces lo disfrutarás mucho – sonrió con malicia mientras aun agarrándolo con descaro, lo guiaba a esa cama matrimonial. Lo recostó y sin esperar respuesta le abrió esas piernas ocultas por un trozo de tela que pronto estorbaría y se colocó entre estas

-no se desespere – Lambo sonrió al ya tenerlo a centímetros de su rostro y elevó un poco su rostro pasa besarlo con dulzura – el resto de la noche me tiene a disposición – susurró besándolo de nuevo con toda la dulzura que pudo

-no hagas eso

-¿por qué? – dijo brindándole la misma dosis nuevamente

-porque te juro que te romperé en dos sin compasión – amenazó agarrando las muñecas del jovencito – las cosas así de delicadas son tan frágiles

-y usted adora destruirlas, puedo verlo en tus ojos Reborn – se mordió levemente el labio inconscientemente – entonces no lo haré más – enrolló sus piernas en la cintura ajena y movió sus caderas rozando sus intimidades – ¿podemos seguir?

-¿ansioso? – agarró ambas muñecas encima de la cabeza del jovencito con una sola de sus manos y con la otra descendía en roces rudos hasta los botones de esa camisa

-su voz me excita – mintió descaradamente, la verdad no era la voz que lo excitaba… era toda esa expectativa en su mente, sentía placer porque deseaba sentirlo – Reborn… Reborn – susurraba suavizando su voz, sintiendo como esa erección poco a poco crecía al igual que la suya mientras se restregaba con insistencia y esas manos empezaban a colarse por su piel – Reborn… ah~ – gemía con ganas al sentir esos dedos ya en su vientre, quitando la camisa y llegando a sus pezones para estrujarlos

-recordarás esto… toda tu vida – sonrió con malicia mientras empezaba un beso en donde su lengua violaba esa cavidad que aunque trataban de corresponderle no podía seguirle el paso. Lo soltaba solo cuando pensaba era necesario recuperar oxígeno, observando como esos ojos verdes vivaces se cristalizaban por lágrimas acumuladas y esos labios soltaban jadeos desesperados ya sin poder retener un leve hilillo de saliva… se le escapaba la evidencia – ¿cuidas bien de tu piel? – sonrió pues no esperaba respuesta alguna mientras le terminaba de quitar la camisa

-¿eso… importa? – susurró apenas  cuando sintió su piel chocar con las sábanas y agarraba la camisa del mayor para empezar a desatarla, aunque sus dedos temblaban levemente

-claro, las apariencias son necesarias…. Un doncel bien cuidado vale por dos – se burló al ver al muchacho quitándole la ropa con nerviosismo, era agradable. Ingenuo pero a la vez lujurioso, una combinación extraña o fingida, como fuere lo iba a disfrutar – veamos si tus piernas son suaves al toque – no le dio tiempo a reaccionar cuando ya le quitaba la dichosa prenda con todo lo que podía tener a su paso

-maldición – se quejó al sentirse desnudo por completo cerrando sus piernas por inercia y tratando de taparse en un recato que no fue fingido, fue muy natural por razones personales – me asusta – susurró pero sintió esos dedos fríos recorrerle desde a punta de los pies en una caricia más suave de lo que pensó, hasta posarse en sus rodillas y abrirlas. A pesar de eso, Lambo cubrió su intimidad con sus manos mientras su rostro le ardía con fuerza

-¿nerviosito? – sonrió relamiéndose los labios, se estaba excitando con esas simples acciones –  ¿quién lo diría? un inocente promiscuo – Reborn le abrió esas piernas y descendió con besos por las mismas, sintiendo ese cuerpo tensarse y mostrando la necesidad de cerrar aquellas suaves piernas, pero era imposible porque lo detenía – quita tus manos

-Reborn – susurró sintiendo la mordida en su dorso, una leve caricia de aquella lengua y el escalofrío en su cuerpo por el aliento que golpeaba su piel le recorrió entero. Quiso negarse, quiso hacerse chiquito porque esa mirada negruzca parecía atravesarlo, se maldijo por caer en pánico en ese momento – es… espera

-claro que no – soltó un jadeo quitando esas manos para ver ese miembro erecto en totalidad – estás ansioso… no lo ocultes – repasó esas piernas con sus dedos, apretándolas, disfrutándolas por la firmeza. Ese muchacho se cuidaba bien era obvio, nada feo en ese cuerpo joven. Esos suaves gemidos que empezaban a salir de esos labios lo llenaron de satisfacción – quieres que use mi boca aquí – tocó la punta del falo erecto y lo pellizcó levemente escuchando el leve sollozo

-¿rogarle? – susurró Lambo sintiendo como el mayor jugaba con su miembro y tuvo que aferrarse a las sábanas – jamás… Haga lo que… se le dé la gana – frunció su ceño y cerró sus ojos, los escalofríos le recorrían entero y encogió sus dedos de los pies en auto reflejo

-entonces no – Reborn sonrió por aquella altanería, Lambo era un mar de sorpresas. Sus dedos se enredaron en la erección del chiquillo, rodeándola para empezar un vaivén lento, la voz que salía de esa garganta tomaba fuerza con cada roce – entonces… aquí – sus dedos viajaron a la entrada oculta, acariciándola de forma circular

-Reborn… mgh… ah… - no estaba pensando con claridad, se perdía en el escalofrió de su vientre hasta que sintió un dolor en su trasero. Abrió sus ojos y apretó las sábanas – espera… no… no hagas

-shhh – metió el primer dígito, escuchando el quejido adolorido del chiquillo – estás apretado – se burló observando esas lagrimillas salir pero aceleró el ritmo del estímulo en el pene del menor

-aah – gimió de forma profunda, le dolía aquella parte pero se contrarrestaba con la sensación de su miembro – no seas… bestia – se quejó cuando ya sentía otro intruso presionar su entrada – te lo… advierto – se quejó sintiendo la presión, pero vio esa sonrisa sádica y entendió que no tenía opción a protestar… pero si a defenderse – ¡joder! – pateó al mayor, lo hizo hasta dejar de sentir los intrusos. Un solo movimiento y se liberó de aquella mano intrusa que le generaba dolor. Antes de que le dijeran algo le dio vueltas a las cosas. Empujó a Reborn para colocarlo a él debajo de su cuerpo y se sentó en el las caderas ajenas. Su cuerpo desnudo encima de aquel que conservaba el pantalón bien puesto aún

-chiquillo – claro que se enfadó por aquello, pero no pudo decir nada cuando las caderas del mocoso se movieron haciendo que esas nalgas firmes se rozaran con su erección, haciendo que soltara un ronco gemido de satisfacción culposa

-idiota – susurró tan bajito que dudaba que el mayor lo escuchara – lo haremos a mi modo… quiero caminar, ¿sabe? – bufó posando sus manos en el pecho evitando que el mayor se levantara

-¿qué pretendes?

-darle una primera buena vista – sonrió agachándose para besarlo, solo por unos minutos, lamiéndole los labios – me prepararé solo – sonrió mientras metía a su boca tres de sus dedos y los lamía con lentitud

 

 

Lambo lamió cada uno de sus dedos, los repasaba con su lengua y succionaba las puntas soltando sonidos obscenos. Miraba esos pozos negros que se concentraban en él, se mantenía moviendo sus caderas para rozarse con constancia en esa erección escondida por el pantalón, pero el otro no se iba a quedar quieto. Las manos del azabache mayor se deslizaban por esas piernas, caderas, posándose en esas nalguitas que se acoplaban a sus manos. Las apretaba, jugaba con ellas mientras veía la escena de esos dedos penetrar esa boca de finos labios como si de un falo se tratara, de adentro hacia afuera, siendo ensalivados. Cada movimiento le daba a Reborn la idea de lo bueno que sería una felación con aquella boca que soltaba insultos de vez en vez.

El mocoso tenía atractivo sin igual, era algo que brillaba pero no cegaba, algo raro de entender pero que quería tener en sus manos, encerrarlo en una habitación solo para su apreciación individual. Deslizó sus manos por esa erección que rogaba atención, le dio placer al mismo tiempo que esos dedos abandonaban la boca del muchacho, mojados, húmedos. Lo escuchó gemir con cada roce y vio esa mano desaparecer de su campo visual. Se sentó con el muchacho sobre sus piernas, no dejó de masturbarlo, pero empezó a besarlo en esa pose, ayudando aquella mano escondida a introducir el primer dedo, a moverse como una penetración.

Reborn sentía su erección dolerle por las ganas que tenía de hundirse en ese cuerpo que se movía a su ritmo, quería sacar esos dedos que lubricaban y meter su pene en esa entrada apretaba y cálida. Apenas escuchó los suspiros ya sin control de Lambo que se auto penetraba con sus propios dedos sonrió con malicia. Sacó esos dedos y los lamió antes de morderlos en las puntas. En un rudo movimiento lo dejó boca abajo en esa cama, apreciando ese lindo trasero firme que besó, lamió y mordió mientras lo elevaba. Esa piel blanquecina lo tentaba, abofeteó cada glúteo con la suficiente fuerza para volverlo rosadito y escuchó las quejas del menor por aquel acto sin premeditación pero no le importó. Una de sus manos apretó el hombro de Lambo para detenerlo, obligándolo a posar su rostro entre las almohadas, le dio otras nalgadas escuchándolo soltar un gemido adolorido y no dejó que se levantara. Mantuvo ese trasero elevado, aplicándole el castigo pertinente hasta tener el resultado deseado

 

 

-se han puesto rojas – dijo repasándolas con los dedos y soltando la presión en el hombro del chico, dejando que se elevara un poquito

-idiota – se quejó pero esos dedos que se metieron en su entrada, lo callaron – ah… ah… maldito – recibió otra nalgada y gimió con placer, el escalofrío era verdaderamente placentero a pesar de la rudeza del castigo

-ya estás… listo – sonrió ladino al ver como la entradita succionaba sus dedos  mientras él abría el condón que el propio Lambo le dio y se lo colocaba con rapidez – ¿listo? – pero no fue una pregunta como tal, eso fue un aviso. Sacó sus dedos y lo penetró con fuerza, sosteniéndolo de las caderas para que no cayera, sintiendo la presión placentera y escuchando el grito del menor

-jo… der – se quejó pues eso le llevó al orgasmo. Un orgasmo tan delicioso que el dolor se fue a la mierda, y sus lágrimas surcaron las mejillas. Su cuerpo le temblaba y sus manos apretaban las sábanas, su miembro soltó la esencia por el placer en su trasero. Maldecía aquello porque el mayor ganó esa batalla – agh… mmm…

-te gustó… mucho – dijo y empezó a embestirlo

 

 

Reborn no fue suave, por el contrario, sus dedos se incrustaron en esas caderas y empezó un ritmo frenético. Adoraba como esas paredes lo apretaban, el cálido interior que lo acogía así como esa voz aguda que salía de lo más profundo de la garganta del chico que gemía contra las almohadas. Se inclinó hasta que su pecho tocó la espalda ajena  sintiendo el respirar desenfrenado, escuchando esos gemidos que aumentaban de tono cada vez. Le mordió los hombros, la espalda, todo a su paso porque ese mocoso era una delicia a disfrutar. Esas caderas se movían al contrario de sus embestidas, haciendo que al chocar sus cuerpos la profundidad a la que llegaba fuera excepcional. Lambo gemía sin control, sin siquiera poder hablar, pensar o reclamar, solo seguía sintiendo aquel cosquilleo naciente de su ano. Escozor, placer, no sabía pero le gustaba, mucho más cuando escuchaba los gruñidos ajenos cerca de su oído y sentía la velocidad de las estocadas aumentar

 

 

-¡Reborn! – casi gritó al sentir esa parte de él ser golpeada, perdió el aire en los pulmones y sus lágrimas bajaron, terminó arqueándose con ganas – ah… mgh… ¡ah! – sensación exquisita que le nublaba la mente

-punto dulce – susurró con la voz ronca por el placer y se sentó llevándose a Lambo consigo, penetrándole a ritmo lento

-no… no pares – susurró perdido en el placer de ser golpeado en su punto dulce, sintiendo esas manos tomar la parte trasera de sus rodillas y elevarlas hasta colocarlas cerca de su pecho – ¡AAH! – sollozaba a ser penetrado en el aire, sus manos se elevaron para agarrarse de los cabellos del azabache, arañarlo en el hombro y gemir por la sensación en esplendor

-pensé que… no suplicabas – ahí  estaba su fascinación por molestar al mocoso

-cá… llate – gimió sintiendo los espasmos llegarle pero esas embestidas se detenían – que… que

-esa boca tuya… me molesta – gruñó saliendo de ese interior, soltándolo y viéndolo desplomarse sobre el colchón. Le dio vuelta y le abrió las piernas – calladito

-no – y sonreía al verlo enfadado, pero aun perdido en sus delirios, movió sus caderas en sumisión, suplicando de forma muda para ser penetrado de nuevo – dentro… hazlo dentro – su voz era como una orden

-¿no te olvidas de algo?… suplica – le ordenó apretándole las nalgas y rozando su erección con esa entrada anhelante, abierta, seductora

-vete… a… la mierda – se mordió el labio y dejó de moverse, claro que no se iba a humillar así… al menos conservaría un poquito de orgullo, con acciones simples

-¿seguro? – dijo metiendo la cabeza de su pene en aquella abertura expectante, escuchando a Lambo gemir – que… idiota – se quejó con una sonrisa metiendo y sacando la cabeza de su falo de aquella entrada y viéndolo casi sollozar

-jóde… te – sacó energías de donde no tenía y agarró al azabache por la nuca hasta atraerlo a un beso mientras enredaba sus piernas en las caderas del mayor, rozándose a si mismo con aquel pene duro y palpitante – Reborn… ah~ – sonrió mientras empezaba a tocar su miembro auto complaciéndose y lo besaba cortándole las malditas palabras que en ese momento no quería escuchar

-mgh – ya lo castigaría después pero era demasiado sensual incluso esa terquedad. Lo tomó de las caderas y lo penetró con fuerza, sintiendo las uñas del otro rasgarle la espalda y con ímpetu empezó los embates llenos de potencia en el punto dulce del mocoso

 

 

Gemidos ahogados entre sus bocas, embestidas placenteras, desborde de pasiones y los espasmos se hacían presentes. Lambo le mordió el cuello soportando los espasmos y Reborn le marcó las caderas con sus dedos incrustados. El jovencito gritó a todo pulmón al sentir el orgasmo y con ello poco después Reborn soltó su esencia también, soltando un gruñido profundo, glorioso, que les dejó la mente en blanco y las fuerzas nulas momentáneamente. Cayeron a la cama satisfechos, aun unidos, con la respiración entrecortada, sudorosos y cada uno en su propio mundo

 

 

-demonios – gruñó el azabache cuando salió de ese cuerpo y vio el pequeño desastre

-¿qué… pasa? – susurró apenas, soltando un suspiro al sentirse vacío – Reborn

-se rompió – dijo al ver como su esencia se derramaba levemente mientras se quitaba la protección inefectiva en esa ocasión

-no pasa nada – suspiró usando sus brazos para elevarse – pastillita – sonrió con picardía

-la tomaste – bueno, el mocoso sabía lo que era eso. Doble protección, doncel prevenido valía por dos

-o bueno – dijo abriendo sus piernas y observando el leve desastre – será todo por hoy, Reborn

-el desastre está hecho – sonrió con malicia – no te hará daño aguantar un par de veces más

-está demente – se quejó e intentó escapar pero con un par de movimientos quedó debajo de ese cuerpo bien torneado – ¡suélteme Reborn!

-claro que no. No soy fácil de complacer

-pues usa tu mano – protestó pero no podía escaparse – sin condón no lo hago, ahora muévete

-¿eh? Claro que no, estabas protegido… entonces aprovecharé

-no quiero

 

 

Pero después de un par de besos Lambo cedió, ¿por qué? Porque el mayor sabía donde tocar y derretirlo literalmente. Besos que le quitaban las ganas de luchar,  sus lenguas que danzaban un momento para después perder el control de sus sentidos. Palabras que formaban promesas llenas de lujuria en su oído. Lambo se quedó con el idiota esa noche, aunque sabía que se arrepentiría al día siguiente porque todo era solo por esa vez y no debía aferrarse a nada

 

 

Abrió sus ojos verdes reconociendo el lugar, diablos sí que se pasó la noche anterior… o esa misma madrugada, poco le interesaba, solo sabía que estaba cansado, pegajoso en ciertas zonas y que la luz del día era cortada por las cortinas. Suspiró mientras se movía en aquella cama, gracias al cielo no le habían aprisionado como a un muñeco. Su sometedor nocturno, quien le partió allí atrás, estaba aún reposado en la almohada a su lado, se mantenía con ese rostro y ese cabello levemente desordenado, malditamente atractivo pero para Lambo solo era… Reborn. Se levantó sin importarle si se caía y armaba alboroto, tenía cosas que hacer. Sus piernas le temblaron como gelatina, maldijo entre dientes mientras ubicaba al menos su ropa interior porque la volvería a usar. Se metió al baño y dio una larga ducha cálida que limpió cada líquido seco sobre su cuerpo, se quitó esa sustancia de su entrada, quitó las  evidencias de esa noche. Bostezó hambriento y salió sin secarse el cabello, sólo tomando una toalla para enrollarla en su cintura

Lambo estaba impresionado porque el otro ni se mosqueó, seguía recostado como un dios griego sin molestarse por su alrededor, hasta pensó que estaba muerto hasta que lo escuchó suspirar. Se vistió con calma, se metió los jaboncitos que encontró en el baño a los bolsillos y sonrió, se fue sin decir nada porque no le debía nada a nadie. Ya hizo lo que tenía que hacer pero antes de abandonar todo recordó que debía llevar evidencia. Volvió y se tomó una fotografía en la ventana, una que mostrara la mordida en su cuello y otra, pero con mucho cuidado de no despertar al bello durmiente, se la tomó junto a Reborn y al acabar casi le da un infarto al verlo moverse, pero logró salir con rapidez a pesar de que le temblaban las piernitas. Huyó como cualquier ramera que acabó su servicio, que feo sonaba pero la situación lo ameritaba. Se pasó de verdad.

Llegó a casa siendo recibido por una animada I-pin que cocinaba usando una camiseta larga y amplia que usaba de pijama cuando hacía calor. Ella cantaba con música de fondo y al verlo casi se le cuelga del cuello de no ser porque Lambo cayó al suelo porque sus piernas no soportaron la tensión. Diablos, le dolió caer sobre el sofá con I-pin encima, le dolió más cuando empezaron a revisarlo buscando evidencias de la noche pasada. Lambo escuchaba esos grititos de fanática de una cantante de pop y se reía, la pelinegra no tenía remedio. Al final le dio el celular y la pelinegra saltaba viendo al objetivo de la noche. Se dieron un beso largo en los labios y después  sirvieron el rico desayuno. Así de simple, nada raro y esperaba que… ¡al diablo! la vida lo odiaba

 

 

-¿qué puedo servirle? – Lambo escondió sus marcas como pudo y ya estaba trabajando tras descansar todo lo que pudo para poder pararse bien – tene… oh diablos – se quejó cuando vio al cliente

-qué reacción – el azabache de patillas estaba sentado en la mesa, sonriendo al ver el pánico de Lambo – bien… hasta ingresé aquí, y eso que no parece un lugar decente

-la comida es deliciosa, por eso siempre está lleno en las horas pico – bufó pero no le importó nada y siguió el protocolo – teneos un especial que le encantará, la lista de sopas es variada y… – le entregó el menú y señaló algo mientras sacaba su libretita y preparaba su bolígrafo

-¿por qué te fuiste sin decir nada, Lambo?

-estoy trabajando, no hablaré de eso – dijo mientras esperaba la orden – ahora… siga, ¿qué desea? – sonreía forzadamente porque si no su jefe le daba bronca

-no soy de relaciones de una noche

-yo creí que si – dijo mirándolo de refilón mientras veía entrar a dos personas más. No era nada raro porque dentro de poco vendrían más – ¿puede apresurarse Reborn-san? Si es su verdadero nombre

-no tengo amantes casuales. Si los elijo serán míos y…

-mala suerte, eso fue un revolcón – Lambo se inclinó hasta susurrarle a su cliente mientras le quitaba el menú – bien, le serviré el especial, sale enseguida – y sin más se alejó con rapidez a atender la siguiente mesa

 

 

Lambo nunca se imaginó que se metería en un lio con el hombre que se acostó solo por… diversión. Tal vez no debió confiarse tanto, pero ni modo, las cosas no cambiaban solo por eso, así que siguió con su vida, pero Reborn era hombre de orgullo y al parecer  no aceptaba un NO por respuesta. Lambo se asustó al verlo a la salida de su turno, obviamente le volvió a decir que no le interesaba saber más de él y le rehuyó. Fue fácil cuando llegó I-pin y… ¡ni madres! Reborn aun con su amiga al lado lo enfrentó. I-pin empezó a reírse en cierto punto, después de todo Reborn no limitaba sus verdades, dijo claramente que Lambo iba a ser suyo porque así lo decidió. El ojiverde en cierto punto se empezó a reír también, pero después de discutir un poco, nada lo haría cambiar de opinión. Lambo no quería salir con ese hombre y ese hombre quería atarlo como a una mascotita de pareja… ¡qué horror!

¿Cuánto duró esa insistencia? Lambo ya contaba ocho días en que su cliente favorito venía a almorzar y le jodía la vida, porque no quería saber del tema. Cada vez le era más difícil rehuir a ese hombre y toda la culpa la tenía su amiga, porque ella planeó cada cosa que pasó. I-pin le daba miedo en ocasiones, esa fue una de ellas. La pelinegra le contó lo que hizo para que todo sucediera. Primero, Reborn había pasado por el restaurante mientras consumía un látex en un envase térmico, I-pin se había obsesionado con el azabache y lo demás fue buscar coincidencias de lugares, por eso no estaba cuando esos tipos lo habían perseguido en el centro comercial. Ella había localizado a Reborn con anticipación, lo investigó y hasta le había hablado en una ocasión. En pocas palabras, I-pin planeó todo y como acto final, la propia I-pin le había dicho a Reborn en qué discoteca podía encontrar a Lambo

I-pin aquel día había salido con la chica castaña y vio a Reborn por el lugar, porque obviamente ella conocía de la rutina del hitman que solía beber en algún  bar cercano. Sutilmente  había empujado Reborn a todo eso y Lambo no se creía cómo diablos hizo aquello. En conclusión fue la pelinegra que le empujó a acostarse con ese azabache de patillas que ahora era como un acosador, más bien dicho era un riquillo con el ego herido por el rechazo. Lambo hasta se acostó con Reborn una vez más para ver si así lo dejaba en paz, pero ocurrió lo contrario. La insistencia aumentó hasta ser un fastidio total, pero el ojiverde no quería nada serio. Lo que quiso ya lo obtuvo y solo deseaba seguir adelante…  ¡pero no! ¡No le hacían las cosas fáciles!

 

 

-¡basta, en serio! Me está estresando este asunto de la persecución – se quejó Lambo una de las veces que ya cansado aceptó una especie de reunión. Era la tercera semana de esa asquerosa situación y él mismo citó a Reborn en la plaza cercana al restaurante, estaba vacía a esa hora por los trabajos de oficina así que aprovechó la privacidad

-muchacho, cuando yo elijo a alguien lo tengo sea como sea – le había gustado Lambo y juraba que lo iba a someter

-pues conmigo se equivocó

-Lambo, empezarás a salir conmigo – fue la orden seria de aquel hombre de porte elegante y fedora bien cuidada. Reborn le agarró el brazo a Lambo y sus ojos hicieron contacto directo

-¿cree que por darme una buena noche aceptaré así porque si? – se quejó frunciendo el ceño y soltándose del agarre – váyase al infierno... ¡no quiero nada y no me va a obligar!

-sigues saliendo como una puta, no lo harás más… eres mío Lambo que te quede claro

-eso me ofendió – se quejó pero solo fingió enfado porque la verdad esos celitos raros de ese hombre le dieron risa – pero déjeme decir algo. Yo no soy suyo… no seré suyo y si por mí es, jamás aceptaré ser suyo

-no te estoy preguntando, te lo estoy informando. Sólo debes acoplarte a mis demandas y será sencillo, caso contrario usaré otras maneras de convencerte

-estoy casado

-no me vengas con mentiras

-es en serio, estoy casado – sonrió infantilmente mientras buscaba algo entre su ropa – mire, aquí esta – sacó un anillo bonito, de oro y con una pequeña incrustación de diamantes en la mitad. Se lo colocó en el dedo respectivo y mostró con orgullo su mano – estoy casadísimo y feliz

-así que tu marido no te complace – esos pequeños detalles se podían arreglar con facilidad, Reborn solo movería piezas

-es idiota – se rió y se alejó para que no lo golpearan o algo así – ya en serio, estoy casado así que déjeme en paz

-¿eres un promiscuo? Pues te quitaré esa manía tuya – estaba enfadado, ya fue muy paciente, ahora lo tomaría por la fuerza de ser necesario

-ya basta – Lambo se limpió las lagrimillas porque empezó a reírse por lo divertido de la situación  y respiró hondo – no tengo marido… tengo esposa – un silencio incómodo se dio – ¿quiere saber su nombre?

-con que es eso – sonrió de lado, las cosas así eran más sencillas – una mujer no complace a un doncel, es simplemente imposible

-si supiera – se reía Lambo – ya volviendo al tema, ¿quiere saber su nombre?

-deja de bromear Lambo, tus mentiras infantiles no me van a convencer

- su nombre es I-pin – sonrió y esperaba que eso fuera suficiente para tener paz – llevo como un año casado

-¿esa niña? No te voy a creer Lambo – Lambo le sacó la lengua y se iba a ir, pero Reborn le agarró del brazo y le acercó a su cuerpo – si estuvieras felizmente casado no irías a moverle el trasero a todos

-usted fue al único que acepté – dijo con calma evitando la cercanía de sus rostros, giró el suyo evitando cualquier posibilidad de ser besado – y tengo mis razones

-mocoso, no te creo nada. No me obligues a tratarte mal. Un sexo masoquista siempre ablanda a cualquiera

-ella lo escogió a usted para que tomara mi virginidad… por allí atrás – suspiró sin inmutarse y empujó al otro para que lo soltara aunque el mayor apretó más su brazo, causándole dolor – ella quería que yo me acostara con usted y solamente lo hice por complacerla

-¿qué clase de pensamiento enfermo es ese?

-es mi esposa – dijo con simpleza – la amo más que a nada en esta vida. Haría lo que fuera por ella. Puede ser lo más enfermo que escuche en su puta vida pero no me importa lo que opine – dijo separándose y soltándose con esfuerzo – ella quería que yo me acostara con usted y lo hice. Ella tiene ciertas fantasías raras y no me importa cumplirlas

-estás loco – habló con furia, sentirse usado no era grato – no eras virgen, busca una mejor escusa

-se podría decir que si lo era, más o menos – sonrió divertido – I-pin adora experimentar conmigo… no tengo ningún agujero sano – dijo con picardía pero al final terminó riéndose al ver la expresión de asco que ponía Reborn – pero es mi vida privada y la de mi ESPOSA – levantó los hombros restándole importancia

-ustedes dos son solo unos mocosos ignorantes

-ella es mi vida y por ella soy capaz de hacer todo… hasta volver su fantasía de infidelidad realidad… ya dije mucho, Reborn-san… tenga un buen día

-mocoso, ¡no vas a ningún lado hasta que me digas la verdad!

-Lambo no miente, su esposa soy yo – la pelinegra salió de la nada, mientras sonreía saludando con la mano y parándose junto a Lambo – cariño, te busqué en el restaurante – sonrió elevando las manos hasta las mejillas del ojiverde a propósito para mostrar su alianza de bodas – ¿nos vamos?

-claro – Lambo  le dio un beso tierno en los labios a la chica y sonrió – hasta luego Reborn-san, ya deje de acosarme… y si de verdad no me cree, busque en los registros… estoy casado legalmente

-es mi amorcito – I-pin sonrió mientras tomaba la mano de Lambo – fue un buen espectáculo Reborn-san – habló con seriedad despidiéndose con una reverencia – pero ya se acabó. Lambo es mío

 

 

El matrimonio era legal, las palabras de Lambo e I-pin tenían valía. Ellos habían usado a Reborn para ese juego y al final lo desecharon como a cualquier cosa. Fue sucio, fue como para ganarse el odio y deseos de venganza de medio mundo y aun así les daba lo mismo porque ese día se iban del país. I-pin lo había planeado con exactitud, sus maletas estaban listas y solo les faltaba ir por esos exámenes al hospital… pero nadie más que ellos sabrían la verdadera razón para todo aquel juego

 

 

-dime que es positivo – decía Lambo mientras veía a su esposa a su lado leyendo el papelito que les entregaron

-Dios – sus lágrimas empezaron a caer – funcionó

-¿eso es un sí? – la pelinegra asintió y Lambo la abrazó con fuerza – wow… eso sí que no me lo esperé

-lo logramos – sus voz se quebró en ese preciso momento

-lo lograste – sonrió Lambo besándole los cabellos y acunándola en su pecho – ya está hecho, ya podemos irnos

-estamos embarazados Lambo – sollozó abrazándose del más alto

-soy yo el que lo está – suspiró al recordar cuando I-pin le dijo el plan, aunque eso fue tan rápido que hasta no tuvo oportunidad de negarse. Una pastillita que solo era una vitamina, un condón arruinado a propósito… en verdad haría todo por ella, eso quedaba comprobado – ¿y por qué elegiste a ese tipo?

-ojos negros y el cabello azabache – dijo aun abrazada al más alto, limpiándose las lágrimas llenas de emoción y pánico a la vez – cumple con los estándares que poseo

-¿si saca esas patillas como lo explicarás? – bromeó sonriendo al sentir como I-pin le acariciaba el vientre aun plano

-no sé – empezó a reírse – pero será guapo sea como sea

-un hijo mío y de ese tipo – dijo con diversión, la cosa se puso loca desde algunos meses – que raro suena

-nuestro hijo, Lambo – sonrió la muchacha – cuidaré de ustedes con empeño…

-suenas como el padre – se burló y si… por ella haría cualquier cosa, incluso llevar a un hijo ajeno porque ellos no podían tener uno juntos

-es porque seré el padre – dijo divertida – si yo no podía tener uno, pues… me tocó planear esto

-No pasa nada – le acarició el cabello, aunque debía admitir que cuando le dijo el plan se negó en un principio, pero era I-pin. A su querida I-pin no podía negarle nada – elegiste Italia, ¿por qué elegiste Italia para escondernos hasta que nazca? – cambió el tema de inmediato, no quería verla llorar más

-porque me gusta la pasta – reía divertida secándose las lágrimas, mostró los pasajes y los cedió a Lambo – ahora vamos, hay que irnos al aeropuerto

-si alguna vez Reborn se entera – dijo en un suspiro – ¿qué haremos?

-yo que sé – decía tomando la mano de Lambo y entrelazando sus dedos – pero solo nosotros sabemos que ese hijo

-nuestro hijo… borremos lo que pasó… es nuestro hijo y de nadie más I-pin

-gracias – su sonrisa brillaba y Lambo le besó la frente. Habían pasado por muchas cosas en esa vida, dolores que nadie entendía. Terminaron juntos porque se necesitaban mutuamente y así sería hasta ser separados. Ahora solo… les quedaba un hijo que cuidar, un heredero de su sabiduría y sus alegrías

 

Notas finales:

¿Review?

La verdad desearia ver sus expresiones en este punto. Me querrán matar seguramente, otras me dirán... ¿qué diablos hiciste? unos pocos me dirán... ¿te gusta esa pareja?

Jajajaja de verdad disfruté haciendo esto, es más, si me inspiro haré un epílogo :v ok no... o si, la verdad no sé XD

Adoro a I-pin, es linda y destaca creo que aquí le cambié la personalidad pero fue por los motivos en los que me basé para esta historia ^^

Si llegaron aquí  muchas gracias, recibo críticas, reclamos y demás~

Los amo~

Besitos~


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