Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La persona correcta en el momento equivocado... Otayurio por konohanauzumaki

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Nadie podía creer que Yuri Plisetsky, el joven debutante en la categoría senior, hubiese ganado su primer grand prix final. Y mientras todo eran vítores para Yurio, en su interior, no dejaban de resonar diferentes voces que le recordaban cosas que, en ese preciso momento, en vez de disfrutar su triunfo, lo conflictuaban.

Y allá, donde todos miraban a un ruso orgulloso y contento de su triunfo, su mirada encerraba sentires propios de quien está disperso en un sitio que no es aquí ni allá.
Y eso, era algo que solamente una persona podía notar... El ganador del cuarto lugar.

Otabek sabía que algo no iba bien con Yuri, pero, el bajar al salón del hotel a la fiesta de los ganadores, y no verlo ahí, le hizo renovar sus sospechas acerca de ello. Tras preguntar por él, terminó por pensar que aún podría encontrarlo en su habitación. Y al tocar y abrirle la puerta el ángel atribulado, supo que no había errado su intuición.

-Otabek... ¿Qué haces aquí- cuestionó el rubio, desconcertado.
-No te encontré en la fiesta y pensé que estabas aquí -respondió, agarrando la puerta para impedir que su amigo la cerrara-. ¿Puedo pasar?

-Sí, adelante.

Cuando la puerta se hubo cerrado, Altin miró que la única luz prendida era la de la mesita de noche, y que el plenilunio era quien alumbraba más el lugar. Ahí, sobre dicha mesita, brillaba, pura e inmaculada, la medalla de oro ganada horas antes.

-¿Sabes qué es lo más gracioso? -dijo Yurio, sentándose en la cama, ataviado con su traje negro, y, mirando la medalla-, que yo gané la medalla pero no pude lograr que él regrese a Rusia por mi, y... Soy tan patético.

-¿Eso es lo que te tiene así? -cuestionó el kazajo, intentando que no le afectara lo escuchado, y, sentándose a la derecha del ruso-. Justamente pensaba que era lo que te tenía pensativo en el podio...

-Son muchas cosas, creo... Antes de salir a mi rutina, Viktor me pidió que diera lo mejor de mí, y que ganara, porque era la única forma de lograr que Yuri no se retirase -reveló Plisetsky, molesto consigo-, y yo, no pude ignorar sus palabras, creo, y, ahora soy el ganador del grand prix. Patético, ¿No lo crees?

-Yo no pienso que hayas ganado porque te lo haya pedido él, sino por ti, Yuri.

-Pero...

-Escúchame -le pidió Otabek, tomando su mano derecha entre las suyas, sonrojando al rubio-, el Yuri que yo conocí hace años, ese chico con mirada de soldado, él quería ganar para y por él... Lo recuerdo, cuando un día se nos preguntó el motivo por el cual patinábamos. Quizás no lo recuerdes, pero yo no podría olvidarlo, porque mientras todos decíamos que queríamos ganar por nuestros países, fuiste el único que dio una respuesta distinta. Y eso, cambió en aquél momento, mucho de lo que pensaba.

El silencio se pronunció entre ambos por unos segundos. Otabek estaba ensimismado en sus memorias y Yuri lucía impactado ante aquél recuerdo de años atrás... un recuerdo que, parecía regresar a su mente.

-No lo he olvidado... -contestó el ojiverde, percibiendo el calor de las manos del joven que sostenían la suya, incapaz de sostenerle la mirada y bajándola al piso- No lo olvidé, pero, siento como si esta noche no hubiese sido así.

Otabek, entonces, mirando al pequeño, cabizbajo, rompió el momento, y, poniéndose de pie, de la mano, jalando a su amigo, lo llevó al balcón, en total desconcierto. 

Ahí, donde se veían estrellas destellar, incapaces de no mirar a ambos jóvenes entre la nada y el todo, de la mano tomados, Otabek, posándose frente a Yuri, le declaro, rudo pero dulce, la verdad en su interior:

-Aquél tiempo, donde perseguía este sueño, solo y prácticamente en la oscuridad, donde te veía de lejos, fuiste tú mi luz. Una luz única, que brillaba ante el fervor de ver su deseo cumplir, y eso, me hizo pensar en ti como alguien a quien seguir. Cuando te perdí de mi lado, recordaba tiempo aquél donde eras claridad, y, con ello, me hiciste esforzarme para poder alcanzarte entonces; para un día, verme a tu lado, aunque fuera solo en el podio.

-Eso...- pronunció Plisetsky, conmovido, y, sonriendo con ternura Altin, moviendo su cabello dorado con sus dedos izquierdos, agregó:

-Tu luz proviene de la estrella que siempre has querido ser, y que hoy, demostraste a todos que eres. Ganaste por ti, para ti, y eso no puede hacer más que, en mi caso, inspirarme, a que dé todo de mí... Aunque haya perdido, el que tú ganases me hace sentirme feliz y listo para dar el siguiente paso, y aunque no sé dónde iré a parar, si sé que lo que quiero es ganar, y ahora si verme en ese podio... con tu luz... con el hombre que hoy venció a los mejores patinadores del mundo, con base a su esfuerzo, entrega y pasión... Contigo...

Yurio podía sentir el calor en sus pómulos, al roce de los dedos de Otabek en su piel, y, al mezclarse en estos sus cabellos... Y esa luz en sus ojos, al haber recordado tanto, y expresar aún más. 

-Otabek... Pasé años persiguiendo este sueño. Y, ahora que lo tengo, creí, que todo había sido por alguien más, pero, tú me recordaste algo que llegué realmente a olvidar... Tú, no me has dejado olvidarme de quien fui. Gracias.

-No me lo agradezcas, agradéceselo a que en ti, aún veo esa luz... La que tus pupilas de verde fulgor me hacen traer esas reminiscencias, de aquellos días en que te conocí, y en los que, te, perdí...- contestó el moreno, apesadumbrado, notándolo el ojiverde, quien, solo pudo atinar a abrazarse a su cuerpo, asombrando a su amigo. 

Ninguno dijo nada. Las manos frías del rubio se enlazaban en el cuello de Otabek, quien, ante ese gesto, únicamente pudo abrazar la delgada cintura del ruso, el cual, podía percibir el sonido agitado del corazón del héroe kazajo, al recargar su perfil izquierdo a su fuerte pecho.

Otabek besó la cabeza de Yuri, percibiendo el delicado aroma de sus cabellos, llenando de rojo el rostro oculto del pequeño, enunciando:

-Quisiera detener este momento por siempre...

Y lo cierto era que, ninguno buscaba detener ese instante, uno donde el sonido lejano de la ciudad se mezclaba con el manto estelar, y con un cálido sentir de no querer irse jamás de esos brazos, ni uno ni otro. 

-Y aunque no haya ganado, aún hay mucho que le quiero enseñar a tu corazón, para que un día, pueda latir al unísono del mío, Yuri.

Yurio se atrevió, ante tales palabras pronunciadas, a volver a mirar a Otabek, reflejándose en sus ojos llenos de dulzura para entregarle solo a él... sin saber sí, ante verlo acercarse a su rostro, él también lo había hecho, para, al final, entregarse en un beso que los labios de ambos de pasión fundió, quizás presas de la euforia de la competencia horas antes, tal vez, de las sensaciones de corazones rotos del tiempo atrás, o a lo mejor, de esa necesidad del otro desde su primer beso, noches atrás. 

 

Segundos, varios de que esos labios se movieran en la cadencia de una entrega propia de la desesperación, un pequeño hilo se tendió entre los dos, anunciando su separación, y el regreso de sus respiraciones. 

-Yuri, lo siento...- atinó, apenadísimo, a decir el pelinegro, cerrando sus ojos fuertemente ante sentir que había equivocado al volver a besar al hada.

-No, no pasa nada -contestó Plisetsky, mirando el piso, sintiendo aún sus labios vibrar-.  Creo que nos estarán esperando en el banquete.

-Sí, si, vamos.

Y, saliendo, rojos y sin querer verse por la pena, ambos cruzaron el umbral del balcón, para, bajar a dicho banquete, en honor a Yuri Plisetsky.

Cuando ambos jóvenes bajaron, de inmediato, la atención, y todos se volcaron en Yurio, quien, terminó tan lejos como el salón podía poner distancia, de Otabek, quien, feliz por su amigo, decidió celebrar el momento, sin quitar de su mente el anterior momento de pasión vivido. 

Las horas pasaron, todos festejaron, y, el momento de dar el brindis por Yuri, llegó. Copas arriba, al rubio le fue dada la palabra para expresarse sobre su primer lugar, con todos mirándole. Él, incómodo al mirar a Viktor, y, en el fondo, feliz del segundo lugar de Katsuki, empezó a decir:

-Solo quiero agradecer a quienes me han entrenado estos años, quienes confiaron en mí y me han llevado aquí. Al final, este primer lugar no regresó a mí a nadie más a Rusia, más que a quien fui, y eso me hace sentir satisfecho...  Y al hoy alguien recordarme mi motivo para obtener esta victoria, puedo decirles que esta es la primera de muchas que vendrán. Gracias. 

Todos aplaudieron, y chocaron sus copas, sin notar que, al final, la mirada de soldado del ganador se posaba en el cuarto lugar, quien, ante tal hecho, solo pudo sonreír. 

Y así, siguió la noche, con los dos jóvenes platicando de todo con todos, menos de ellos... Olvidando, que, al otro día, sus caminos, nuevamente, tomarían rumbos diferentes, lejanos; solitarios...

Sin el otro... 

Continuará...

 

Notas finales:

Gracias por leer. agradeceré tus reviews!! 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).