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Vacío por madnessrequest

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Y por alguna razón, estoy profundamente triste otra vez.

Hoy es lunes, en realidad ya es martes; pero eso no viene al caso, porque no importa que día sea, ni el mes, ni el año el punto es que el sentimiento de vacío no me abandona.

 

Tengo casi treinta años, la vida para mí no ha sido fácil pero en estos momentos tengo todo lo que alguna vez pude soñar; una buena relación con mis padres, un lindo lugar al que llamar hogar, un trabajo que amo como vocalista de una exitosa banda,  un novio que me dice amar más que a su propia vida y amigos, incluso tengo un “hijo” si es que se le puede llamar así a aquel can tan pequeñito; de cuatro patitas cortitas y muy peluditas. Pero todo eso… no sirve de nada.

 

Si tuviese que admitirlo, la verdad es que cada día se vuelve más complejo, me cuesta en exceso sentir placer en mis acciones; aquello que amaba más que a la vida misma; el cantar… ya no me produce nada. Me siento perdido, en la caída a un abismo del que encuentro imposible salir.

 

Sin embargo, mi novio toca a mi puerta una vez más, vendrá con su radiante sonrisa y sus palabras bonitas… quizás solo quiera acostarse conmigo, pero su calidez es como un bálsamo para mis heridas. Heridas que no sé cómo surgieron, ni mucho menos como sanar.

 

El timbre suena, y sigo aquí acostado, envuelto entre mis costosas sabanas negras. Koron-chan me mira desde su camita, tratando de decirme que debo levantarme, que debo ir a abrir la puerta; que allí encontrare la solución a mis problemas, o por lo menos un momentáneo alivio. Pero no puedo, no soy capaz, estoy cansado… ¿cansado de qué? No tengo la menor idea, nuevamente.

 

-          ¡Taka! –escucho me llaman de una forma muy particular- ábreme soy yo –y luego, obviamente la solicitud que yo esperaba.

 

Siempre lo mismo, ese “Taka” que solo tú aun pronunciabas, me pregunto si de los labios de alguien más podrá escucharse igual. Quiero verte, ansió estar entre tus brazos, que tus caricias se lleven esta confusión que no me deja sonreír como antaño, pero no logro juntar las fuerzas para levantarme.

 

Es tarde, lo sé… has dejado de golpear, quizás creas que no estoy, quizás llames a Uruha, para preguntar si sabe algo de mí. Pero él no contestará, pues estará muy ocupado con Aoi, lo sabes tan bien como yo, y es que desde que el antiguo pelinegro de la banda cedió ante las sugerencias del menor, no han quien los pare.

 

Debiste quedarte con Kai, con el único que en realidad vale algo de todos nosotros, porque aunque el par de guitarristas se vean como si viviesen el mejor momento de su existencia; nosotros sabemos la verdad, sabemos que se encuentran en medio de una ilusión, porque una vez que terminan de coger, no son capaces siquiera de mirarse a la cara, porque ninguno sabe amar, porque lo único que quieren es llenarse del placer del sexo para así olvidar lo rotos que están.

 

Y tú mejor que cualquier otro conoce esa realidad, porque Uruha es y será siempre tú mejor amigo, y yo sé que te duele en el alma cada vez que ves como el otro se lo coge. Pero ya nada puedes hacer, cada uno tomo sus decisiones y el castaño se enamoró perdidamente, dejándole de importar si el otro le quiere o no, pues mientras pueda sentirlo en su interior todo estará bien.

 

Uruha era un buen niño, era un buen estudiante… un talentoso guitarrista que todo lo que añoro lo obtuvo, pero conoció a aquel hombre y todo se derrumbó. Ese hombre de cabellos platinados que le prometió cielo, mar y tierra si le seguía en sus aventuras y el en su infinita ingenuidad acepto, sellando su destino… hasta que conoció a otro chico estúpidamente ingenuo y le salvo de la pesadilla que el mismo creo. Sí ese chico estúpidamente ingenuo es mi adorable novio.

 

Mientras que Aoi nunca ha sabido querer, a él le gusta aquello de vivir el día a día y como Uruha siempre parece un perrito que perdió a su dueño, Aoi lo acoge de vez en cuando.

 

Una linda historia de amor más.

 

Pero por lo menos ellos conocen el origen de sus problemas, no como yo.

 

Sé que debo abrir la puerta, invitar a mi rubio favorito a pasar, comer algo y dirigirnos al estudio, pero me giro en la cama sin animo alguno, una de mis manos cuelga de ella y siento que Koron muerde una de mis falanges; tratando nuevamente de animarme.

 

Es un nuevo día de una maravillosa vida, definitivamente el lunes ya termino, no logre dormir en toda la noche, pero el mundo no detendrá su trayectoria para darme más tiempo, así que he de levantarme y seguir adelante.

 

Me giro en la cama nuevamente, con el fin de impulsarme y terminar sentada en ella, mis pies cuelgan a un costado y Koron como siempre lame uno de ellos tratando a su modo de darme ánimos, una vez más. El timbre sigue sonando, parece que tuve razón y el par de guitarras se borró. Me pregunto porque no llamo a Kai, será que si lo hace… ¿se vea tentado a volver con él?

A volver con aquel hombre de cálida sonrisa, que todo lo puede lograr y que fue su pareja por más de tres años; tres años en donde el mundo pareció ser conquistado por ellos. Nunca dejara de confundirme el por qué terminaron aquella relación, mucho menos el hecho de que tras un par de años un nervioso bajista llegara a mi puerta y me confesará que quería ser mi pareja.

 

A veces, le gustaría desconectarse, ponerle pausa a todo hasta que encuentre las ganas de querer seguir adelante, aunque pareciera que ese día nunca llegaría. Aunque, tal vez, solo tal vez, si pudiese apagar su mente, su vida sería más sencilla.

 

Koron soltó un leve ladrido, tratando de sacarlo de sus pensamientos, y entonces decidió hacer caso y levantarse, tomo una bata que estaba en una silla que mantenía en su pieza y se dirigió a la puerta del cuarto, camino lentamente por el pasillo que conectaba con su living comedor, demorando un par de segundos en observar los cuadros que lo decoraban; fotos de la banda, de su familia, incluso de su perro… de alguna forma todo era tan impersonal.

 

Guio sus pasos a la puerta de salida, tomo el picaporte con fuerza, sin saber si en realidad quería dejar entrar a aquel hombre; y aquello iba en más de un sentido.

 

Apoyo la frente en la puerta, corrió el picaporte y dirigió sus manos a la manilla; un paso más y se encontraría directamente con la mirada de Akira.

 

-          Taka, comienzas a asustarme… -escucho dijeron al otro lado de la puerta

Y cómo no se iba a asustar, si sabía lo frágil que era la mente del vocal de la famosa banda “the gazette”

 

(-)

 

 

Ruki termino por ceder a aquello que desconocía tanto necesitaba y abrió la puerta, ahí estaba su bajista favorito, llevando una clásica camisa negra sobre unos jeans oscuros descastados, calzaba unos bototos clásicos y obviamente cubría su nariz con su bandita, sin embargo sus cabellos nuevamente rubios, se encontraban lacios, en lugar de la tradicional peinado en picos.

 

-          ¿Estás bien? –fue lo primero que le pregunto, con notable preocupación.

 

El menor callo, como era obvio haría, sabía que la imagen que ofrecía no era la mejor, con suerte había logrado coger la bata y sus cabellos castaños debían estar realmente desordenados, no quería ni imaginar las ojeras que tendría tras otra noche de insomnio

 

-          ¿Taka? –insistió

 

Entonces, abrió más la puerta y se movió hacia un lado, dejándole entrar a su hogar. Koron corrió de inmediato a su alrededor, dando pequeños saltitos de alegría, aquellos que probablemente su dueño quería dar, pero por alguna razón no podía.

 

El menor se dirigió hacia sus cómodos sofás como diciéndole al rubio que le siguiera. Lo cual hizo de inmediato.

 

-          ¿Qué pasa? –trato de mediar

 

“No lo sé” quiso decir, mas siguió como si nada mirando al frente. ¿Qué pasa? ¿Qué pasa? Ojala tuviese la respuesta. Lo tenía todo, todo y era incapaz de alegrarse, de sentir algo más que un infinito cansancio ¿esto es vivir? ¿Dónde quedo esa felicidad que le prometieron obtendría al cumplir sus sueños? ¿Cumplió sus sueños realmente? ¿Qué fue lo que había hecho todos estos años con su vida? Todo lo que veía a su alrededor era oscuridad, pero no tenía miedo… ¿o sí? Qué era aquella ínfima sensación que no le dejaba en paz, era aquello que se disfrazaba de cansancio ¿desesperanza?

 

-          Taka, Taka… --sentía le llamaban- ¡Taka! –entonces sintió una presión en sus hombros, en algún momento Akira se levantó y le tomo de los hombros, sacudiéndole y terminando por gritarle- por un jodido infierno ¡reacciona!

-          Lo siento… -emitió en un susurro- lo siento… -repitió, y sin saberlo una lagrima descendió por su mejilla

 

Akira estaba confundido, y como no estarlo, pero más que confundido estaba comenzando a desesperarse; no entendía al menor, y juraba que lo intentaba, pero no podía terminar de comprenderlo y sentía nunca lo haría, sin embargo lo quería, lo quería como nunca pensó podría querer a alguien y este cariño le estaba llevando a la ruina.

 

Con Kai todo era tan fácil, tan simple… un llamado, una caricia, un beso; todo era suficiente para recibir una sonrisa especial y sentirse satisfecho. Fueron tres hermosos años, todo fue perfecto, incluso sexualmente eran compatibles y entonces ¿por qué demonios termino? Porque era perfecto.

 

-          Lo siento…-siguió repitiendo Ruki, comenzando a llorar con fuerzas y entonces Akira entendió que no importaba cuanto tiempo le costase entenderle, siempre se quedaría a su lado.

-          Está bien, no hay de qué preocuparse, siempre estaré contigo –susurro queriendo tranquilizarlo.

-          ¡NO ES JUSTO! –grito el menor, saliendo de su apacible estado- no lo es… -continuo tratando de recuperar su tranquilidad- no sé cuál es mi problema –se detuvo, como si le doliese traer el tema- pero no quiero arrastrarte a él, no soy capaz de hacerlo… -confeso

-          ¿Por qué? –interrogo de inmediato.

-          No es justo –susurro, haciendo un puchero, terminando inevitablemente por morder su labio inferior, haciendo al mayor quererlo aún más; aquellos gestos le llamaban como nada lo hubiese hecho nunca.

-          Sabes que esa no es la verdadera razón –concedió

-          Akira –le intento retar, con su suave voz, mas el otro estaba decidido

-          ¿Me amas, verdad? –el menor solo abrió más sus ojos, guardando un profundo silencio- a tu manera lo haces –dijo como si nada, con una confianza abrumadora ante el menos que se sentía totalmente perdido.

-          Y aunque lo hiciese –trato de argumentar- ambos sabemos que no soy bueno para ti –dijo firme, pero en sus ojos se notaba que le dolía reconocerlo, que en realidad no era tan apático como creía ser.

-          Ya soy grande –dijo medio risueño- Taka –le llamo buscando su total atención- se como cuidarme solo

-          No quiero terminar como Uruha y Aoi –comentó entonces, desesperado por ganar aquella pequeña discusión y alejar al rubio de su lado

-          No lo haremos –dijo con seguridad

-          No sé querer –admitió entre dientes

-          Si lo haces –le contrario- lo haces mejor que cualquier otro –dijo con una cálida sonrisa

-          No sabes mentir –trato el menor de nuevo, aunque de alguna forma aquella sonrisa le gusto

-          No lo hago –le acaricio la mejilla- algún día lo entenderás –y entonces se acercó para unir sus labios.

 

Un beso infantil, por así decirlo, un roce de labios que comenzó a subir de intensidad. Reita llevo ambas manos al rostro del menor, y aumento la presión de sus labios, buscando que el chico abriese su boca para comenzar un juego con sus lenguas. Cosa que logro.

 

 

-          Debemos ir a trabajar –trato de pronunciar el menor, entre besos, quería detenerlo, de verdad quería… no le gustaba creerse acorralado, pero por alguno razón no podía hacer nada por evitarlo.

-          Por eso vine –confeso, deteniéndose- tenemos el día libre –termino con entusiasmo

-          ¿Entonces…? –hablo confundido, era raro, por no decir imposible el tener días libres últimamente

-          Exacto –contesto, creyendo que era eso a lo que se refería- podemos quedarnos aquí todo el día –comento coqueto

-          Pero… –intento detenerle

-          Calla, es momento de que me dejes arruinarte –y entonces volvió a unir sus labios.

 

Tal vez, no necesitara una respuesta al origen de su vacío; siempre y cuando él estuviese a su lado. La dependencia es algo terrible, pero se preocuparía de ella cuando fuese necesario, hoy solo sucumbiría a aquel amor le era ofrecido.

 

 

Akira le tomo en bazos y lo llevo hacia la habitación principal, Koron los siguió confundido del porque aquel hombre que tan agradable le parecía se llevaba a su amo de tal forma, sin embargo creyó que no era su asunto en realidad, así que se dirigió a la cocina por algo de comer; ya dejaría que su amo después le explicara la extraña situación.

 

El rubio, llego a la habitación del menor y sin dudarlo, dejo al menor en medio de la amplia cama, lo miro detenidamente; su bata se abría dejando ver su blanco y delgado torso, sus ojos se encontraban brillosos y se preguntó si eso que veía era miedo o resignación. Se preguntó si realmente quería que intimaran o si solo había sido algo del momento. Lo cierto es que siempre quiso acostarse con el menor, había algo primitivo en su interés porque eso sucediera “quiero que sea totalmente mío” quizás el rubio entonces tampoco sepa querer, quizás quiera monopolizar al menor, ser tan importante para él que jamás pueda dejarle.

 

-          Me dirías si realmente quieres que me detenga –hablo, sentándose en el borde de la cama.

 

Akira no era un mal hombre, y aunque sentía aquella bestial necesidad de dominar al menor, de acostarse con él, de penetrarle hasta que ya no pudiese olvidarle nunca, sabia debía respetarle. Porque sobre todas las cosas, le amaba. Aunque quisiera monopolizarle. Y entonces nuevamente recordó a Kai, a su lado nunca sintió tal cosa, de hecho admitía que era enfermizo querer al vocal solo para él, pero no podía detenerse… Takanori era alguien que definitivamente, trastoco su vida y por quién sin dudarlo daría todo.

 

-          No soy virgen –escucho al menor protestar

-          Y eso que tiene que ver –le cuestiono, saliendo de su ensoñación y soltando una risa de pronto

-          Yo… -trato de defenderse, más prefiero pasar a la acción, conociendo al mayor, bastaría un pequeño contacto para que olvidara el que creía era tan vergonzoso tema de conversación.

 

El rubio reacciono de inmediato, tomando al menor para sentarlo en sus piernas si dejar de besarle; alternando lamidas con ligeras mordidas en sus dulces labios, al tiempo que sus manos comenzaban a recorrer su anatomía, mientras que el menos solo se dejaba hacer y respondía como podía aquellos besos.

 

La ropa comenzó a escasear, o más bien fue la bata del menor la que no demoro en caer, por inercia este comenzó a desabotonar la camisa del rubio y comenzó a pasear sus manos por el firme pecho. El cuerpo del menor estaba excitado, pero este no sabía como sentirse al respecto, porque nuevamente era capaz de sentir, aquel vacío no hacía más que incrementar en su interior.

 

Las caricias que el mayor otorgaba era realmente placenteras, una parte de él lo sabía, pero aun así no sabía como trasformar ese conocimiento en un sentimiento real, en una pasión desbordante como sabía que el otro buscaba provocar.

 

Reita continúo. Beso con dedicación aquel camino desde sus labios hasta su cuello, se detuvo a morder ligeramente su lóbulo, tirando de sus múltiples piercing buscando despertar algún deseo en su amante, dirigió sus manos a sus pezones comenzando a pellizcándolos y sintiendo un respuesta inmediata en la parte baja del chico.

 

Se dedicó por quién sabe cuánto tiempo a besar cada pedazo de piel del menor, repartiendo incluso una que otra lamida y mordisco. Su ropa interior se le ajustaba cada vez más, estaba más excitado de lo que pudiese recordar estar alguna vez en su vida y lo mejor era que el cuerpo del menor le respondía a cada caricia, pero sus ojos… aquellos ojos que tanto le gustaba parecían perdidos

 

-          ¿Quieres que me detenga? –pregunto entonces, mirándole detenidamente

-          No es necesario –contesto como si nada pasara

-          Taka… -trato de insistir

-          Te dije que está bien –sentencio.

 

 

Y entonces se levantó parcialmente, sabía cuál era la dinámica del sexo, como él había dicho no era virgen. Se acercó al rubio y comenzó a desvestirlo, aplicando una inusual calma y dejando a sus manos recorrerle por completo. Primero cayo su camisa y el dejo un par de besos por su pecho, llegando a su ombligo y entreteniéndose en el por unos minutos mientras llevaba sus manos a los jeans y comenzaba a desabrocharlos.

 

-          Levántate –ordeno con calma, como si nada le afectase, pese a la situación en la que se encontraban, y como es de suponer el rubio acepto, bajando de inmediato y poniéndose en pie junto a la cama.

 

El menor gateo por la cama, poniéndose en cuatro, mientras le miraba a los ojos sus manos comenzaron a bajar sus jeans junto con los boxers, el mayor tenía las mejillas fuertemente sonrojadas, no podía creer lo que estaba ocurriendo; mucho menos el como le ponía aquella frialdad con la que era observado. Sintió que su miembro era tomado por aquellas manos que tanto amaba y fue incapaz de ahogar el desesperado gemido.

 

-          Ta…ka…

-          No te muevas –ordeno nuevamente y entonces comenzó a masturbarle.

-          No… ha…gas… eso –dijo entrecortado, producto de la atención que recibía.

 

Pero eso solo era un inicio, no pasaron más de un par de minutos para que el menor se llevase aquel erecto pene a su boca. Primero fueron unas inocentes lamidas, luego devoro el glande y de ahí el resto, y el rubio no pudo más, comenzando embestir en su boca al tiempo que llenaba sus propios dedos de saliva, comenzaría a prepararle.

 

Él había dicho que no era virgen, esta no era la primera vez tampoco que daba sexo oral, aunque curiosamente creía que esta vez era diferente, aunque aún no sabía por qué, es por ello que quiso tratar con algo un poco diferente. Deslizo las manos por las piernas del rubio, llevándolas a la parte interior del mundo, dejando algunos piñizcos que solo otorgaban mayor placer a este, luego comenzó a masajear con una cerca de su entrada. Recibiendo un fuerte gemido. Sabía que a algunos hombres le excitaba aquello, pese a no ser usualmente pasivos, les gustaba la sensación y mientras ocupaba su boca en atenciones para su pene, le daba algo que hacer a sus manos.

 

Y por otro lado, el rubio comenzó su acción de prepararle, llevo sus manos al trasero del menos, apretándolo para pasar a tratar de introducir el primero de sus dedos. Cometido que logro sin mucha resistencia, ingresando de inmediato otro, aunque le constaba mantener un ritmo contante, ya que el menor seguía con sus atenciones y había comenzado a tocarle de aquella forma tan… ¿desconcertado?

 

De forma simultánea ambos se detuvieron, y Ruki no dudo en girarse sobre la cama, ofreciéndole su culo.

 

-          ¿Estás seguro de esto? –trato de preguntar, entre jadeos y pese a que se moría de ganas de penetrarle

-          Sabes que lo estoy –respondió, girando el rostro para conectar sus miradas- adelante soy todo tuyo –soltó burlesco

 

Entonces el mayor se sintió libre. Tomo al menor de un lado y lo obligo a retroceder un poco, haciendo que sus rodillas quedaran casi al borde de la cama. Se posiciono tras de él y manteniendo una mano en su cadera, la otra la utilizo para conducir su miembro a tan tentador y húmedo agujero. Lo penetro sin más demora.

 

Era tan apretado, se sentía tan cálido el interior de su amado vocalista, quera moverse más que nada, pero sabía que aunque el menor no emitiese ningún ruido aun no era el momento, le conocía más de lo que creía, llevo su mano libre a su miembro y comenzó a masturbarle, cuando creyó estaba listo, comenzó el vaivén.

 

El menor se sentía extraño, hace mucho no mantenía este tipo de relaciones, a decir verdad, no hacía nada tampoco, seguía sintiéndose perdido, era Akira quien hacia todo el trabajo, el solo estaba ahí, su cuerpo disfrutando de la pasión de su amante, pero ¿y su mente, dónde se encontraba en realidad?

 

-          Taka –le llamo entre gemidos

 

 

Y fue, entremedio de aquellas rudas penetraciones, las lágrimas volvieron a descender; después de años sintió que el vacío era llenado, por primera vez en años, no solo su cuerpo era capaz de disfrutar de la pasión que alguien más le traía sino también su alma y sabía que de no ser Akira, aquello no sería posible. Estaba comenzando a sentir, sentía el placer, sentía la felicidad, sentía… ¡sentía! Por fin logro entender que muchas veces no era necesario tener todas las respuestas, sino que un momento junto a quién amaba era suficiente.

 

El rubio estaba totalmente entregado al acto, tanto que no fue capaz de notar los cambios en los actos del menor, el como dejo de ser una muñeca inerte para pasar a participar activamente de su encuentro… hasta que le escucho gemir.

 

Y entonces todo se descontrolo.

 

Ruki se giró sin cuidado alguno, confundiendo al mayor y provocando que este terminase por salir de él. Confundido el rubio pensó le había dañado, pero nunca estuvo más equivocado. Con una fuerza de la cual no se creía capaz, logro que el mayor quedase bajo su cuerpo y se subió a ahorcadas sobre él, con una mano rodeo su pene y lo dirigió a su húmeda entrada, auto penetrándose sin cuidado alguno y gimiendo con fuerza; comenzando a cabalgarle como si nada más importará en esta vida.

 

Reita a pesar de su confusión inicial, no dudo en seguirle el juego y le tomo por las caderas ayudándole en su cometido.

 

-          Aki…A… Yo… -trato de hablar entre fuertes gemidos.

 

Nunca se vio más hermosos, con los ojos entrecerrados, los cabellos húmedos pegándosele al rostro, los labios hinchados producto de tantos besos compartidos… Dios, como le amaba. No podía contenerse más.

 

Le volvió a tumbar entre las desordenadas sabanas, le levanto las piernas, obligando a rodearle con ellas y se acercó a su rosto, comenzando una ronda de desordenados besos que el menor correspondía con desespero, las manos del chico le recorrían las espalda dejando incluso algunos rasguños productos de la desesperación que el mayor aceptaba con gusto.

 

El placer no hacía más que aumentar entre ambos, el rubio se separó y subió sus piernas a sus hombros, buscando una penetración más profunda que satisficiera a ambos.

Los gemidos volvieron a aumentar. Ruki se aferraba con fuerzas a las desparramadas sabanas, Reita embestía con mayor fuerza. Y entonces lo sintieron, aquella corriente que viajaba por todo su cuerpo, el menor aprisiono con fuerza al mayor en su interior, provocando que este final mente se corriera y entonces, casi simultáneamente, ante tal sensación, se corrió con fuerza sobre su vientre y por primera vez se sintió completo; por primera vez en años fue capaz de decirlo

 

-          Te amo, Akira.

 

 

Uno quera monopolizar y el otro, entregarse desesperadamente a la dependencia

¿Qué clase de relación seria aquella?

Que importa, lo relevante es que aquel “vacío” se había extinguido.

Notas finales:

Supongo que de alguna forma esto podría decirse es un fic a la antigua jajaja

Hace años que no escribía de ellos, ojala a alguien le haya gustado esta pequeña historia

Nos leemos en alguna otra oportunidad

Gracias :3


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