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El plan B por Charly D

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El cielo estaba nublado, pronto comenzaría a llover, el viento azotaba con fuerza, era más que evidente que una tormenta se acercaría. La gente caminaba rápido por las aceras en un intento de llegar pronto a sus destinos, o al menos antes de que el aguacero hiciera acto de presencia y arruinara peinados o ropa. Sin embargo él no, él caminaba como si nada le importara, con las manos en los bolsillos avanzaba lentamente por las calles, indudablemente no sentía prisa por llegar y encerrarse en el cuarto de la pensión en la que vivía.

 

Mario, un joven que estudiaba la carrera en administración, tenía un semblante como si la más trágica de las noticias le hubieran dado, quizás, lo que le acababan de decir era la peor noticia que le hubieran dado en toda la vida. Un muchacho de cabellos castaños, ojos marrón, piel morena clara, con 1.75 de altura, no es que fuera feo, pero tampoco era el hombre más guapo del mundo, su mayor atractivo tal vez eran sus rizadas, naturalmente, pestañas. Sin ánimos se debatía en si llegar a casa o simplemente quedarse en la calle a perder el tiempo regodeándose en su dolor. Sin embargo su sentido de responsabilidad era demasiado y no pudo evitar seguir dirigiendo sus pasos a dónde vivía. Pocos minutos pasaron antes de que las primeras gotas se estrellaran en el pavimento, luego de las primeras, las segundas, y posterior a esas miles más, el aguacero había comenzado. El ir y venir de la gente apresurada se veía, sin embargo Mario no hizo algo por querer protegerse de la lluvia. Al cabo de quince minutos, los que tardó en llegar a casa, estaba completamente empapado.

 

Por fin se hallaba frente al enrejado color blanco que era la entrada a la pensión universitaria en la que vivía. Tanteó sus bolsillos y como si de una broma se tratara las llaves no estaban ahí.

- ¡Estupendo! Para un día malo que se pone peor – chasqueó la lengua en señal de frustración, quiso patear la reja, pero pensó que se vería demasiado criminal por lo cual optó por no hacerlo. Cansado y triste se dejó resbalar por la pared de la entrada y lentamente cayó al piso, ahí y sin pena alguna comenzó a llorar. Cubrió sus ojos con las manos y permitió que la lluvia siguiera mojando su cuerpo - ¿Por qué, Chris? Íbamos tan bien… tan bien…- hundió aún más su cabeza entre las manos en un vano intento por esconderse.

 

Tan ensimismado estaba en su dolor que no observó a un sujeto con impermeable acercarse a donde él estaba. El joven silbaba alegremente, también sin percatarse de la presencia del otro hasta que estuvo lo suficientemente cerca.

- ¿Eh? – Movió la cabeza de lado al ver al otro joven sentado en la entrada de la pensión - ¿Oye, tu eres mi vecino, no es así?- preguntó intentado obtener una respuesta, pero esta no llegaba - ¡Ey! El sentado, te hablo a ti – luego de ser ignorado un par de veces, el recién llegado se colocó frente a él – Te vas a enfermar si sigues ahí sentado – sin embargo no obtuvo respuesta – Bueno, recuerda que si mueres yo intenté salvarte, dile al jefe de allá arriba que me tome eso en cuenta, porque pecados tengo muchos y alguien debe hablar bien de mí – ya se iba cuando el chico que no le contestaba le tomó el extremo del impermeable.

-¿Me puedes abrir? Perdí mis llaves – con el gesto compungido lo miró suplicante.

- ¡Vaya! Al menos si hablas, ven – lo ayudó a ponerse de pie.

- Gracias – dijo en voz baja y ambos entraron.

 

En lugar estaba silencioso, al parecer los otros pupilos aún no llegaban de sus clases, en ese lugar vivían cuatro muchachos, todos estudiaban carreras diferentes, por lo cual tenían horarios diversos.

- Te mojaste mucho, amigo, seguro te da un resfrío si no te cambias, así que te recomiendo que te quites eso y te bañes pronto – le recomendó pero de inmediato recordó algo - ¿Perdiste todas tus llaves, cierto? – Mario lo miraba atento y asintió.

- De acuerdo, ven a mi cuarto, debo tener algo que te quede – lo tomó de la muñeca, sin embargo Mario no se movió y el otro lo notó - ¿Ocurre algo? – preguntó expectante.

- ¿No me vas a follar, verdad? – tal pregunta ocasionó que soltara una risotada el muchacho del impermeable.

- ¿Follarte? ¿A ti? No te ofendas amigo, pero no eres ni minúsculamente mi tipo ¿Por qué piensas que te follaría?

- Es que los otros dicen que eres Braulio Follatodo, que hasta serías capaz de follarte a un perro si se dejara – comentó Mario algo apenado.

- Bueno, uno se crea su fama, pero en verdad, no eres mi tipo y créeme, no te follaría ni en mil años – ante tal respuesta, Mario comenzó a gimotear - ¡Ay no! ¡No llores!

- Eso me dijo el idiota de Chris, que prefería a otro y que por eso me dejaba – y efectivamente comenzó a llorar desconsoladamente.

- Genial, él con el corazón roto y yo con una cita esperándome, espero que en verdad el jefe de allá arriba me tome en cuenta mis buenas acciones– tomó su teléfono celular y digitando letras envió un mensaje que segundos después fue contestado – Bueno, al menos este no me dijo imbécil, en fin, ven, tienes que cambiarte – y ahora cooperando, Mario entró con él a su cuarto – Bien, amigo que no se tu nombre, esta es mi madriguera, disculpa si algo está en desorden pero no he parado por aquí en dos días y…- olisqueó una bolsa de papel que encontró sobre la cama - ¡Oh! Con que aquí estaba mi hamburguesa, ya ni modo –

- Soy Mario… Y esto parece que es el refugio de un vagabundo – expresó el del corazón roto al ver basura, ropa, zapatos y libros regados por todos lados.

- Ni tanto, bueno quizás un poco, pero es que el orden no se me da, a lo mejor y por eso mis papás quisieron sacarme cuanto antes de casa, eso o que les dije idiotas, bueno, lo que haya sido – rebuscó entre la ropa que aún estaba ordenada dentro del closet de la habitación – Ten, es un pantalón pijama y una camiseta de campaña política, creo que te quedan porque al parecer somos de la misma talla.

- ¿Me tengo que cambiar aquí?- Mario, con los ojos rojos por tanto llorar le preguntó.

- Si quieres que Braulio Follatodo te vea te puedes cambiar aquí…- gatunamente lo miró, el otro apresando las prendas en su pecho se alejó un par de pasos – O bien puedes usar el baño que tienes atrás y que todos los cuartos tienen – le señaló con la mirada, a lo que el otro sumamente apenado y tropezando con un tenis mal puesto corrió a encerrarse.

 

En el sanitario, el chico se mojó el cuerpo con agua caliente, necesitaba relajarse, esa tarde su novio de un mes lo había terminado y se sentía realmente triste, odiaba que lo terminaran, en lo que iba del semestre, cuatro meses para ser exactos, al menos cinco chicos lo habían terminado ya.  Terminó y se secó con la toalla que estaba colgada en la puerta. Mientras lo hacía, afuera se escuchaba una canción, For once in my life, salió una vez que estuvo vestido y se sorprendió enormemente que en esos minutos que usó para aseare la mayoría del desastre estaba arreglado.

 

- ¿Te gusta esa canción? – preguntó mientras secaba su cabello.

- Sí, el negrito ese la canta bastante bien, me gusta mucho, es mi canción favorita – sonrió para luego seguir amontonando la ropa en el cesto.

- Es también la mía, la versión de Steve Wonder es mi predilecta – le confesó

- ¡Eso es genial! – Concluyó con la ropa y lo miró – Dirás que soy metiche, pero, ¿En verdad hoy terminaste con tu pareja?

- Sí, me terminó, dijo que yo le absorbía mucho tiempo y que le parecía demasiado acosador – contestó intentado no llorar.

- ¡Wow! Pues que le den, digo, no te ves así como lo que el tipo te dijo, más bien te ves como callado.

- Lo mismo pienso yo, solo le hablaba trece veces al día, le enviaba mensajes para que estuviéramos coordinados en lo que haríamos y nos viéramos lo más posible, conseguí el número de su mamá, de su hermana, de su mejor amigo, le hablé a su papá para desearle feliz cumpleaños, no creo haber sido un acosador – Braulio lo miró sorprendido.

- ¿En serio hiciste todo eso?- lo miró esperando la respuesta.

- Sí, ¿crees que haya estado mal? – Mario lo miraba, parecía que iba a llorar de nuevo.

- ¡No! ¡No, para nada! Es lo que todo novio haría…- se giró para guardar los zapatos – uno psicópata haría – mencionó en voz baja.

- Gracias por ayudarme, mañana le diré a la casera que perdí las llaves- se iba y entonces lo detuvo Braulio.

- ¿Y a dónde vas?

- Al sillón, dormiré en la sala hoy.

- Bueno, tengo entendido que estás con el corazón roto – el dueño de la alcoba rebuscó en su mochila hasta encontrar lo que quería – Y dicen que las penas con jarabe de chocolate son menos… ¿Qué dices? – Mario lo miró unos segundos debatiendo si dormía en la sala o perdía su reputación por estar en el cuarto de Braulio Follatodo.

- Iré por cucharas.

 

 

Luego de varias horas platicando ya era de noche, los relámpagos se podían ver desde las persianas de la ventana.

- ¿En verdad nunca has tenido un novio? – los chicos estaban recostados en la cama, uno al lado del otro, el envase de un litro de jarabe de chocolate se había acabado.

- No, ni quiero, no soy de esas cosas de novios, agarrados de las manitas y el vivieron felices para siempre, soy más práctico, si veo a un chico que me gusta, lo follo y ya, sin problemas, compromisos ni nada de eso – contestó de manera casual.

- Yo no podría ser como tú, desde que les confesé a mis papás que era gay, siempre he soñado con el príncipe azul que llega en su caballo blanco y me lleva con él – suspiró cuando terminó de decirlo.

- ¡Vaya! Eres de esos a los que les dicen jotománticos – se rio escandalosamente por su propio comentario.

- Eres un imbécil – lo golpeó con el codo – ¿Realmente tu no quieres despertar y ver el rostro todos los días de la persona a la que amas? Esa con la que soñaste siempre, la que te hace sonreír con tan solo decirte hola o que te hace el día por el hecho de darte un beso ¿Nunca has pensado en ello? 

- No, yo no soy así, me gusta la libertad de elegir con quienes estar, en las camas de quien levantarme y sobre todo, no sentir presiones de nadie – respondió alegremente – Yo no soy del tipo que quiere compromisos, solo algo físico, si me gustan y les gusto pues ya, sin nada de problemas o celos, ser libre…

- Eres un sinvergüenza ¿Lo sabías?

- Y tú un soñador y no te digo nada…- los dos rieron bastante alegres – Apuesto a que soy más guapo que el Chris ese – Braulio dijo socarronamente

- ¡Claro que no! Eres feo y descarado, a nadie le parecerías atractivo – el otro le respondió.

- ¿En verdad eso piensas de mí?

- Por supuesto, no es que quiera insultarte, pero como Chris no hay nadie – le dijo melancólicamente

- O ese tipo te enamoró a la buena o te dio el mejor sexo de tu vida, aunque por tu cara de virgencito creo que ni siquiera a segunda base llegaron – comentó ganándose otro codazo - ¡Oye! Si duelen tus golpes – rio mientras se quejaba.

- Para que dejes de decir cosas estúpidas.

- Ya, ya… lo siento – se quedaron un momento en silencio – Me caes bien, aunque en estos meses que lleváramos viviendo en la misma pensión nunca me hubieras saludado.

- Tú también me caes bien, eres divertido, cínico, sinvergüenza y follatodo, pero eres un buen tipo, lo siento, es que no suelo ser muy sociable que digamos.

- Pues Mario, a partir de hoy tienes un nuevo amigo – le estiró la mano derecha a modo de saludo.

- ¿Amigo? Por qué no…- Mario la tomó y así iniciaron lo que sería su amistad.

 

 

 

CONTINUARÁ…

 

 

 

 

Notas finales:

En este mi regreso a las novelas espero contar con su apoyo y disfruten tanto como yo esta nueva historia.

 

¡Gracias!


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