El bello cielo azul se encontraba cubierto por un manto anaranjado y rojizo, dando a entender que el Sol se ocultaría pronto, la briza cálida del día poco a poco se volverá fría y la luna haría su aparición en el cielo.
Con pasos lentos un hombre de cabellera plateada se acercaba a un bello prado donde había gran exuberancia de flores, allí un joven le esperaba sentado en el pasto y en sus manos hay una violeta a la cual observa como si fuera la flor más bella del mundo.
El peli plateado detiene sus pasos y se queda contemplándole, no puedo impedir esbozar una sonrisa así como no pudo evitar enamorarse de ese castaño y no puede evitar que el amor que siente por él se intensifique.
Reanudó su caminata para acercarse a él, quien al escuchar unos pasos se volteo y al percatarse quién era el que se aproximaba; sonrió para después levantarse y sacudir sus ropajes; el peli plateado rio suavemente al ver ese gesto tan poco de Kaname, un gesto que solo él podía apreciar ya que el castaño solo bajaba la guardia en su presencia.
El castaño empezó a caminar en su dirección y cuando ambos estuvieron cerca, Zero agarró con sus manos la cintura de castaño atrayéndolo hacia sí.
Kaname con sus brazos rodeo del cuello del peli plateado, para luego fundir sus labios en un beso que expresaba el inmenso amor que ellos se profesaban poco después se detuvieron.
Zero le acarició la mejilla, en un sutil roce como si temiese que al hacerlo muy fuerte el castaño pudiera desaparecer o se esfumara.
—¡Sabes que no soy una tacita de vidrio que se puede romper! –dijo Kaname para luego tomar la mano de Zero entre las suyas y pasarla sobre su mejilla.
Kaname sonrió tiernamente para transmitirle todos sus sentimientos.
En ese instante él de orbes amatistas no pudo más que pensar en que amaba su sonrisa, no simplemente eso; sino amaba todos sus gestos, como la sarcástica sonrisa que aparecía en su bello rostro cuando se enoja, como desvía por un segundo la mirada cuando esta avergonzado o como ocultaba sus ojos bajo su flequillo cuando esta triste y por ultimo como muerde su labio inferior inconscientemente como si no supiera que esa acción lo vuelve loco, como si no supiera que cada vez que lo hace se siente al borde de su destrucción.
Las personas que idealizan a Kaname como un ser sin defecto, están equivocados y aunque él los conozca todos; le gustan, ya que le hacen lucir aún más tierno y perfecto de lo que es a sus ojos.
—Lo sé, es que para mí eres lo más delicado y hermoso que existe, no perdonaría a nadie ni a mí mismo el hacerte daño –dijo y luego libero a su mano del agarre de Kaname para poder tocar ese suave cabello castaño oscuro, al hacerlo el dios del Sol se sonrojo, no cabía duda Kaname era el ser más tierno y orgullo que conocía, pero aun así lo ama más que a todo lo existente.
—¡Te amo, Zero! –al escuchar eso el peli plata abrió un poco sus ojos, no es que Kaname nunca se lo hubiera dicho sino que siempre que lo escuchaba su corazón se llenaba de una inmensa alegría y su respiración se detenía por unos segundos, aunque ha escuchado miles de veces esas palabras, cada vez que él las dice es como si fuera la primera vez, así de especiales son cada “Te amo” pronunciado por ellos.
—Lo sé, conozco tus sentimientos, así como tú sabes para mi eres incomparable, no hay nada de ti; que no me guste, hasta tus defectos me han enamorado, mi mayor anhelo es estar siempre a tu lado – Zero levanto el mentón de Kaname para mirar esos ojos borgoñas que son su perdición y capturar esos labios se habían convertido en su adicción, esos que eran mejor que la ambrosia.
Cuando se separaron y Zero vio el rostro de Kaname se dio cuenta que sus ojos estaban vidriosos, se notaba que estaba conteniendo las lágrimas, Zero para evitar que llorara, besó sus ojos, sus mejillas y por ultimo su frente, detestaría verle llorar pero la idea de hacerle llorar es tan atractiva y excitante que al veces no mide sus palabras para ver ese hermoso rostro bañado en lágrimas.
—Eres un idiota decir esas palabras exactamente cuándo te tienes que marchar –dice y suspira para calmarse —Te amo con la fuerza de la energía del sol, porque Zero tu eres mi todo, mi mundo, mi Luna y Sol.
—Sabes que te amo con la fuerza arrasadora de las mareas que produzco en la Tierra, eres mi amado Sol, eres la razón de mí existir y eres al ser a quien más he amado en toda mi existencia. Si este amor que siento por ti es una condena gustosamente la aceptare mi Sol.
Luego de decir estas palabras se marchó con pasos lentos, para llevar la noche a la tierra, porque ya era el momento cuando a la noche le tocaba reinar y mostrar la belleza de la Luna.
—Te espero en el amanecer –susurro Kaname al viento.
—Espérame, como siempre lo has hecho, porque como siempre iré para verte –dijo Zero sin saber si Kaname lo escuchaba o no pero era una promesa que él mantuvo y mantendrá hasta los finales de los tiempos.
Pronto el dios de la Luna ya no se alcanzaba a ver, y Kaname dirigió sus orbes borgoñas hacia mí, no dijo nada solo se mantuvo callado y luego se marchó lo que agradecí, ya que después caí sobre mis rodillas y lágrimas de dolor surcaron por mi rostro, he observado desde que Kaname llego a este prado y he podido sentir los sentimientos de Zero y cada uno de ellos están dirigidos al dios del Sol.
Yo sabía desde el comienzo que no me podía comparar al dios del sol, como es posible que intentase competir con el dios que es el deseo tanto de mortales como de inmortales y la envidia de las diosas y de las más hermosas doncellas.
¿Por qué tuve que enamorarme de ese hermoso dios de cabellos plateados? y ¿Por qué él tiene que amar tan intensamente al dios del Sol? No puedo simplemente odiar al gobernante del Sol, porque él me advirtió que esos sentimientos lo único que me harían seria infeliz y tuve que aprender de la peor forma que…
El dios de la Luna es están inalcanzable como lo es el del Sol, ya que ambos se pertenecen mutuamente.