1
Sólo había pasado un año del fin de la guerra, Harry en estos momentos se debatía entre dos sentimientos encontrados, se sentía feliz por haber acabado con Voldemort, pero por otro lado se encontraba totalmente vacío.
Él había llevado una parte del Señor Oscuro dentro de sí, para bueno o para malo, eso había sido así aunque la mayor parte de su vida lo había desconocido.
En algún momento, tuvo la tentación de hablarlo con sus amigos, pero no se sentía con fuerzas en ese ambiente de fiesta continua, celebraciones que aún un año después se sucedían por todo el mundo mágico.
Si antes había sido injustamente famoso, ahora…
Se había alegrado cuando supo que las puertas de Hogwarts volvían a abrirse para ellos, no habían podido acabar sus estudios, y la vuelta a la normalidad que para unos era imposible para Harry era lo más parecido a la vuelta al hogar que nunca tuvo.
Hermione no cabía en sí de gozo, poder retomar sus estudios, una vez acabada la guerra, era una de sus prioridades, aquella bruja podía con todo, pensó con cariño Harry.
Todo parecía volver a ser como siempre, no había huellas de la batalla a muerte que se había producido en el colegio, todo parecía placenteramente normal. Pero Harry sabía que las pérdidas habían sido enormes, amigos y hasta entonces enemigos habían caído allí, recordó con pesar no poder contemplar más aquella mirada alegre de Dumbledore, las odiosas clases de pociones en las mazmorras de Snape, Fred … o Fred, aún pensar en ellos dolía.
Es curioso como aún a pesar del dolor seguimos viviendo, cuando crees que no puede doler más, te levantas y sigues viviendo. Ron y Ginny lo sabían bien, algo en ellos también había muerto, se podía ver en sus ojos, pero aún así, siguieron.
La relación de Ron y Hermione se había fortalecido, sin embargo Ginny y él, nunca pudieron ser los mismos que eran, aquello era una realidad.
Encontrarse con viejos compañeros, en viejas costumbres y lugares tan conocidos fue un bálsamo en muchos sentidos.
No todos habían regresado, no todos habían sobrevivido, no todos querían recordar. Sabía que algunos habían ido a otras escuelas a finalizar sus estudios, pero al volver a ver a tantas caras conocidas en el anden 9 y 3/4 sintió cierto calor en su corazón.
Una cabellera rubio platino hizo que Harry se sintiera más aún en casa, él había decidido ir, él que había perdido a sus padres en Azkaban, finalmente juzgados por sus crímenes mortífagos, él que se encontraba sólo en el andén, orgulloso como siempre, él al que todos rechazaban, él su antagonista al que ya no podía sentirse tan lejano como hubiera querido.
"Si Malfoy estaba en ese andén, todo podía ser posible", pensó Harry. "Yo también debería poder continuar con este vacío"
2
Sus miradas se encontraron como si ambos se estuvieran buscando, cosa que al menos por parte de Harry así era.
Durante un año había sabido de él más por el Diario del Profeta que por nadie cercano, sin querer darse cuenta siempre chequeaba cualquier noticia que tuviera que tener relación con los Malfoy.
La prensa mágica se había cebado con aquella familia, Lucius y Narcisa habían sido juzgado y encarcelados en Azkaban de los primeros, Harry había presenciado de muy primera mano la vinculación de esos dos con Voldemort, pero también fue testigo de cómo huyeron en el momento clave para poder salvar a su hijo, retirándolo del campo de batalla. Ellos estaban perdidos, pero no su hijo.
Narcisa había mirado desde la distancia a Harry, al menos eso es lo que él había sentido, "Protégelo, Harry, él no es culpable" era una súplica en sus ojos, un pensamiento desesperado de parte de un enemigo, el ruego de una madre por proteger a su único hijo.
Desde entonces, no había vuelto a ver a Draco Malfoy en persona, y allí en ese andén, un año después sus miradas se encontraban de nuevo, pero más viejas, más vacías, más solas.
Vio en sus ojos reconocimiento, nada más que aquello, le miraba como quien contempla una calle conocida por la que hace mucho que no pasa, nada de aquel rencor plateado que durante años le había estado dirigiendo. En realidad Harry, esperaba aquello, su rencor, si no hubiera sido por Harry, tendría a sus padres con él, no sería un paria.
Pero no, plata tranquila, con un pequeño gesto, una leve inclinación de cabeza le saludo, la plata se removió lentamente, pero no hubo más que otro gesto de saludo con la cabeza antes de girar y perderse entre el resto de alumnos que estaban subiendo al tren.
Vamos, Harry.- dijo la señora Weasley.- Vais a perder los mejores sitios si no subís ya.
Los padres de Ron, los acompañaron como cada año, aquellos dos, que tanto habían perdido, miraban a los que consideraban como sus cuatro hijos con cariño y esperanza. Harry sintió un nudo en la garganta, siempre le pasaba cuando ellos le miraban así. Aún, a día de hoy, no tenía palabras para agradecerles tanto cariño hacia él.
No dejó de percibir cómo Arthur Weasley apretaba el hombro de su mujer y se hacían a un lado juntos.
Harry, Hermione, Ron, Ginny y Neville ocuparon uno de los compartimentos del tren, Ginny y Neville, siempre estaban juntos, cosa que Harry aprobaba con creces, su amigo Neville siempre había adorado a Ginny, esta necesitaba alguien que la sostuviera a ella en esos momentos.
Sonrió para sí mirando a los pequeños alumnos de subían al tren, asustados y a la vez contentos, aquel año Hogwarts volvía a abrir sus puertas para viejos y nuevos alumnos.
"Vamos allá, a por nuestro último año, sólo espero que nadie intente matarme esta vez".- pensó Harry .