Blanco puro. El color de la inocencia, un manto suave acochando el suelo, en un hermoso espejo. Copos revoloteando como el aleteo de las alas de un ángel, cayendo, cayendo en un lento perezoso con el fin de cubrir la tierra con la belleza clara.
Tierra blanca pura, sin contaminar. Como la mente del niño que temblaba por el frio en ese momento.
Frio, hambre, cansancio. Simples sentimientos que dominaban el espíritu aturdido y confundido del chico que se hundía aun más en la tierra humedad bajo sus pequeños pies. Como la mente de cualquier niño de cinco años, sus pensamientos carecían de profundidad centrados solamente en cosas simples, como la forma suave que se siente el suelo bajo suyo, al hundirse con cada paso que daba, o como completamente blanco se miraba el mundo a su alrededor, como completamente puro, como completamente melancólico.
Pero entonces un sonido llama su atención, no lo reconoció como algo conocido, aunque no debía preocuparse de eso, en este momento todo era nuevo, todo era desconocido y todo era misterioso.
El sonido se escucho de nuevo.
—Esta es una noche muy fría para que te encuentres solo ¿Te has perdido?—una voz arrullo. La atención del niño fue de inmediato hacia donde escucho aquellas palabras.
Grandes ojos lilas que carecían de sentimientos salvo el de la curiosidad enfocaron una alta (muy alta) figura oscura a solo unos metros de él.
—…
No respondió, solo mantuvo su mirada firme y curiosa en esta persona.
El extraño dio un paso cerca del niño, luego otro y otro mientras una extraña sonrisa, el cual el niño no supo interpretar, adorno su oscurecido rostro.
—Entonces ¿Te gustaría ayudarme?—no dejo de caminar y acercarse mientras su sonrisa se ensancho y luego dos largos colmillos relucieron con peligro en aquella sonrisa— ¿Me permitirías…probar tu sangre?
Ojos lilas se abrieron al notar aquellos peligroso colmillos, sabía instintivamente que los colmillos eran peligrosos, que no debía acercarse a ellos. Inmediatamente un miedo primitivo inundo su pequeño cuerpo y dio un paso atrás, más que dispuesto a huir.
Desafortunadamente para el niño, el extraño no permitirá nada de eso. Brasas ardientes de un malvado rojo brillaron. Ojos rojos y colmillos, esa fue la primera vez que el niño presenciaba tal acto, más él sabía que estaba en peligro.
—No te preocupes…solo dolerá un rato…
Dicho eso, se abalanzo sobre el pequeño, el cual nada puso hacer para huir de ese inminente peligro. Un pequeño sonido ahogado salió de su joven garganta, y su cuerpo comenzó a temblar cuando impotente, observo como aquellos largos y tenebrosos colmillos se acercaban a su delgado cuello.
Cerró los ojos, no quería ver.
Espero sentir dolor, el pinchazo de su delicada piel siendo profanada y luego el calor abrazador que sabía, a pesar de no entender, viene de una mordida.
Pero aquello nunca paso.
—Eres una desgracia para nosotros los vampiros…
Una nueva voz, suave con una cadencia de terciopelo sensual pero letal. El sonido de desgarre llego a sus pequeños oídos. Sus grandes ojos lilas llegaron a otras brazas de rojo intenso, pero a diferencia de los primeros, estos no traían malicia.
Tranquila soledad era lo que habitaban en aquellos mares brillantes de rojizos.
El viento comenzó a soplar, provocando que la nieve envolviera a los tres cuerpos, que luego se volvieron dos mientras una nube de cenizas rodaba a los dos únicos restantes.
—Dime… ¿Quieres venir conmigo?—poco a poco el rojo intenso desaparecía, para que suaves orbes rosas dieran lugar.
El pequeño niño observo la mano que se le presentaba y sin despejar su mirar a aquellos suaves rosas, tomo aquella mano más grande que la suya propia.
La nieve comenzó a caer con intensidad.
Ese fue mi primer recuerdo…la primera vez que lo vi…A mi salvador.
Así como también.
Mi primer encuentro con aquellos llamados…
Vampiros…