Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Chains of Destiny por Sly_D_Cooper

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Aclaraciones: El término de Ojou-sama, lo utiliza Xerxes Break en el anime/manga de Pandora Hearts para dirigirse a Sharon con respeto aunque muchas veces la llama por su nombre, significa "señorita". También lo usa cuando habla de ella frente a otros y Sharon está ausente. Otra cosa que destacar es "Xerx-niisan" que se pronuncia como "ZARX-NIISAN" debido a que Xerxes se pronuncia como "ZARKXIS" 'japonesamente' :V; esto de Xerx-niisan se debe a que así es como lo llama Sharon porque ella considera a Break su hermano mayor y por ende, parte de su familia.

 

En fin... Esta vez tuve la idea de poner la pareja ya anteriormente mencionada, dentro del AU de Pandora Hearts, un precioso y grandioso anime/manga (el anime no es fiel al manga ni por asomo pero bueno, no está mal para hacerse una buena idea además de conocer a los personajes y enamorarte de alguno de ellos Xerxes Break, plox :v). Así que bueno, aprovechando mi pequeña fiebre por Pandora Hearts, decidí meter a Aang y a Frisk en el AU de Pandora Hearts y de paso hacer mi OTP de este anime/manga, la cual no es otra que Gilbert Nightgray x Xerxes Break (o a la inversa, también me gusta pero usualmente así :V).

Notas del capitulo:

Música usada:

1. Lindsey Stirling - Radioactive
2. Lady Gaga - Bad Romance
3. Pandora Hearts - Pandora Hearts OST
4. Azuro feat. Elly - Ti Amo
5. Seal - A Kiss From A Rose
6. Macklemore and Ryan Lewis - Can't Hold Us

La Residencia Bezarius, una mansión impresionantemente grande y con una larga historia. Un lugar usualmente pacífico y tranquilo, en el que se crió Oz Bezarius, quien observaba tranquilamente el cielo en compañía de Gilbert Nightgray, su más fiel sirviente y su mejor amigo. El viento soplaba con tranquilidad mientras ambos permanecían en silencio, disfrutando de las vistas desde ese alto balcón que casi parecía una terraza. Alice, también presente con ellos, estaba sentada en la mesa zampando dulces como ya era habitual en esta glotona muchachita de mal carácter.

Hoy el día estaba raro. Los asuntos con Pandora se habían resuelto, aunque desafortunadamente tuvieran que aguantar el mal humor de Xerxes Break, a quien era extraño verlo enfadado si no era por una razón realmente importante. Pero, bajo el punto de vista de Oz… Se trataba de algo normal. No es como si Break soportara a los de Pandora, a pesar de que él mismo pertenecía a la organización. Gilbert muchas veces se había preocupado por Break, aunque el pelinegro admitía que ver al albino tan cabreado resultaba ser espantosamente aterrador. Después de todo… ¿Quién era el guapo que le buscaba las cosquillas a Mad Hatter?

Meterse con Break no era una opción viable, para nadie.

- Ah, aquí estabais. – La voz de Sharon Rainsworth les rompió el sosiego que mantenían a medias, por el ruido que hacía Alice. Los presentes, la miraron enseguida.
- Hola Sharon. – Saludó Oz con una simpática sonrisa.
- ¿Qué tal se encuentra Break? – Preguntó Gilbert. Él se había mantenido pendiente de Xerxes desde que éste perdió el conocimiento durante varias semanas.
- Está mejor, descuida. – Contestó la chica con una gentil expresión. – Xerx-niisan es fuerte, no es la primera vez que le pasa. Aunque esta vez ha sido un poco más serio… - Lució preocupada.

Algo que destacar aquí, es que Sharon compartía una relación fraternal y muy estrecha con Xerxes Break, a tal grado que el albino fue capaz, tiempo atrás, de sacrificar algo fundamental para cumplir su sueño: poder obtener las memorias de Alice, y saber la verdad de la Tragedia de Sabrier. Sí, fue algo que a Sharon no le gustó lo más mínimo por saber lo mucho que significó aquello para Break y que sin embargo lo echó a perder sólo por salvarla a ella de las garras de Vincent, el hermano menor de Gilbert. Fue algo que Sharon jamás olvidó y que jamás olvidaría.

Fue evidente que Break le demostró que ella era más importante para él que cualquier otra cosa como un simple sueño.

- Menos mal… - Suspiró Gilbert, llevándose la mano derecha al pecho. – Realmente es angustiante cuando la salud de Break se ve implicada en algo.
- La verdad es que sí. – Siguió Oz. – A pesar de todas las malas pasadas que nos hace sufrir… Sin duda, Break nos ayuda mucho a su manera.
- Bueno, no os preocupéis chicos. – Dijo Sharon. – Veréis que pronto le tendréis aquí dando la tabarra de nuevo. – Se llevó la mano al mentón, riéndose un poco al imaginarse que el albino no tardaría en hacer de las suyas en cuanto se recuperase.
- Está bien que no se encuentre aquí. – Opinó Alice. – Ese payaso es irritante.
- Jeh… Un poco sí. – Apoyó Oz a las palabras de la castaña. – Pero no negarás que Break es alguien… Entrañable.

Rápidamente Alice empezó a replicar y comenzó una discusión bastante estúpida entre ella y Oz. Gilbert suspiró en lo que Sharon se mantenía cual espectadora, viéndoles hacer el tonto. El pelinegro entró al salón, en una actitud distante que la joven no pasó por alto. Para ella, los sentimientos de Gilbert hacia Xerxes, no eran ningún secreto. Le sorprendieron al principio, cuando se enteró de ello pero… Le pareció bonito. No cualquiera era capaz de tener una estrecha relación con Break, debido a la complejidad de éste.

Sharon misma era consciente de cuánto sufrió Xerxes en el pasado y lo mucho que le costó llegar hasta aquí, cargando con cosas que usualmente mantenían su conciencia intranquila… Y eso, para Sharon, era una clara evidencia que Break aún seguía culpándose de los errores que cometió tiempo atrás, pero también… Que se arrepentía de ello. Costaba entenderle, claro que sí pero… Eso se compensaba con su buen corazón. Por eso era fácil encariñarse con Break a pesar de todos los problemas que provocase.

- Gilbert-san. – Sharon había entrado al salón, viendo al pelinegro de espaldas a ella y frente a la chimenea, encendida debido a que estaban en pleno invierno. – Si lo deseas… Puedo llevarte a la Residencia Rainsworth para que puedas visitar a Break.

Al decir eso, el aludido se giró, con sus ojos dorados bien abiertos, y llenos de sorpresa. Sharon seguía sonriendo, de manera gentil y humilde, mirándole con sus rosados ojos casi de un tono escarlata. El mayor se acercó, quedando cerca de ella.

- ¿Realmente? – Preguntó.
- Por supuesto. – Asintió. – Sabes que eres bienvenido allí. Mi abuela es consciente que a Break le haría bien recibir visitas.
- Pero… No quiero dejar a Oz y a Alice solos. Ya sabes cómo de inquietos son.
- No son niños, Gilbert-san. – Dijo Sharon. – Oz-sama ya es un adulto aunque siga teniendo el cuerpo de un adolescente. Y Alice lo mismo. Además, Óscar-sama se encuentra en su despacho, basta con que le avisemos para que se encargue él.
- De acuerdo. – Aceptó. – Muchas gracias, Sharon.
- No hay de qué. Me gusta ver que hay personas que se preocupan por Xerx-niisan. Estoy segura que le hará feliz verte.

Gilbert dudó. Sabía que Break no era especialmente una de las personas más cariñosas del mundo. Era un maldito excéntrico de la vida, que tenía sus curiosidades pero sus tremendas rarezas… Por no decir que parecía ser alguien con cambios de humor, y que un poco loco sí estaba. Aunque claro… Él era consciente que el pasado de Break era un asunto realmente serio y algo de lo que el albino prefería no hablar.

El pasado de Xerxes Break no era un secreto para Gilbert y compañía, sólo ante los ojos de Pandora, a excepción de Rufus Barma y Reim.

Sharon avisó a Oz y a Alice que ella y Gilbert regresarían en unas horas. No les dijeron por qué ni siquiera cuando preguntaron. También, se lo hicieron saber a Óscar, que quedó a cargo de los dos chicos que permanecieron en la mansión Bezarius. Así pues, subieron al carruaje, esperando llegar a la Residencia Rainsworth, otra de las familias más importantes de la sociedad. El viaje se hizo ameno, y tranquilo. Cuando llegaron, entraron al hogar de Sharon y fueron al cuarto de Break.

Sin embargo, cuando abrieron la puerta… No encontraron a Xerxes por ningún rincón de la habitación. Había que recalcar que Break era tan rarito que era muy capaz de esconderse en cualquier lado que pudiera servirle, de ahí el hecho de tener que inspeccionarlo todo. Cuando se trataba de Xerxes Break… Toda posibilidad era viable, por más que no lo pareciera.

- ¡¿Dónde demonios se ha metido este ahora?! – Como era de esperar, Sharon se molestó. - ¡Se supone que debe de estar descansando! – Salió a toda prisa de la habitación en compañía de Gilbert. - ¡Gilbert-san! ¡Ayúdame a encontrarle, por favor! ¡No debería de haberse tan siquiera levantado!
- Sí. No te preocupes. Si le veo, le llevaré a su cuarto.

Los dos se separaron para buscar más ampliamente por toda la mansión de los Rainsworth. Por supuesto, los sirvientes también ofrecieron su ayuda. Sharon entró a la habitación de su abuela Sheryl, que estaba acostada pero despierta, leyéndose un libro tranquilamente. Cuestionó por Xerxes, a lo que la anciana contestó que en su alcoba y fue obvia la respuesta de la joven. La mujer mayor suspiró… No le parecía nada extraño que Break la hubiera liado de nuevo, era algo tan típico de él… Demasiado inquieto para permanecer postrado en una cama, a pesar de estar débil para atreverse.

Sharon salió, dejando en paz a Sheryl y siguió buscando. Pero no hubo demasiada suerte. De repente, el cielo se cubrió completamente de negro, y la tierra tembló y se movió agresivamente, asustándolos a todos, aunque afortunadamente no pasó nada grave más que eso. El cielo continuó así, por unos breves instantes más antes de regresar a la normalidad. Aunque… Empezó a nublarse y no pasó demasiado tiempo cuando el clima cambió a uno más gélido y comenzó a nevar.

Lejos de la Residencia Rainsworth, dos jóvenes yacían tirados sobre la nieve que no tardó en acumularse en el suelo. Parecían venir de otro lugar, a juzgar por sus ropas. Uno de ellos vestía muy parecidamente a un budista; era calvo y con tatuajes azules cuyos extremos en la frente, el dorso de las manos y de los pies, eran flechas; su piel era porcelana; sus ojos eran azulados con pigmentos en verde. Su compañero, usaba un jersey azul de líneas magentas; un pantalón negro a la altura de las rodillas y unas zapatos asiáticos oscuros; de piel morena; pelo corto y castaño a la altura de los hombros con un flequillo recto; sus ojos eran castaños.

Parecía que se habían dado un buen golpetazo, a juzgar por las expresiones de sus caras cuando se reincorporaron.

- Ug… Qué viajecito más movidito, ¿No crees, Frisk? – Preguntó el muchacho de las prendas más anchas.
- Y que lo digas… - Bufó el castaño, sobándose la cabeza. – Oye Aang… ¿Dónde demonios estamos? – Miró de un lado a otro.
- No lo sé. – Se puso en pie, sacudiéndose la ropa. Le extendió su mano al otro que aceptó su ayuda. - ¿Qué tal si lo exploramos? – Preguntó con una divertida sonrisa.
- ¿Será seguro?
- ¡¡Jajaja, pues claro!! ¡Venga vamos!

Aang tiró de la mano de Frisk, sin soltarle y obligándole a corretear de un lado a otro. No pasó demasiado rato cuando comenzaron a usar sus respectivos elementos… Ang: el aire, Frisk: el agua. Ambos se movían a mayores velocidades, jugando entre ellos. Incluso se lanzaban bolas de nieve cuando se cansaban. Se lo pasaban bien, mientras seguían viendo el paisaje y se divertían. Pero la gracia se les acabó pronto.

Al pasar al lado de un árbol, Frisk fue atrapado por los brazos de alguien, que pronto se reveló ante el chico y ante Aang. Los dos muchachos, vieron desconcertados a este hombre albino, con una siniestra sonrisa.

- Vosotros no sois de por aquí, ¿No es así? – Habló.
- ¡Suéltame! ¡Suéltame! – Frisk se resistía al agarre.
- Tranquilo, no te voy a hacer nada. – Dijo. – Mientras te portes bien.
- ¿Quién eres tú? – Preguntó Aang, luciendo algo serio, a la par que calmado. - ¿Cómo has sabido que estábamos aquí?
- Digamos que tengo un sexto sentido. – Se inventó, tras encogerse de hombros ligeramente. – Lo que más me extraña es vuestra presencia aquí. Sois forasteros, ¿No es así?
- Es cierto que no conocemos este sitio pero…
- Lo somos. – Confirmó Aang, interrumpiendo a su compañero. – Yo soy Aang, y él es Frisk. Te pediría que lo soltaras.
- ¿Haa? ¿Y por qué hacerlo? – Rió. – Es evidente que no podéis estar libres.
- ¿Por qué? – Cuestionó el único de cabello castaño del lugar. - ¡No hemos hecho nada malo!
- No es lo que habéis hecho, sino lo que habéis provocado. – Contestó. - ¿Qué tal si venís conmigo? Es seguro que no tendréis a dónde ir.
- ¿Por qué deberíamos ir contigo?
- Está bien. – Accedió Aang. – Si con eso prometes no hacerle daño a Frisk, entonces iré contigo.
- Iréis. – Corrigió el albino. – Los dos vais a venir y aunque no quisierais no os quedaría otro remedio. A no ser que deseéis morir congelados.
- ¡NO! – Gritó Frisk.
- Entonces andando.

Prácticamente Frisk se vio obligado a caminar a causa de este hombre. Aang lo siguió, sin dejar de mirarle. Le parecía alguien extraño, vestía incluso de una manera que nunca antes había visto… Sabía que no estaban en su mundo, no porque antes estaban huyendo de Zuko por haberle cabreado, obviamente por culpa de Frisk aunque claramente… Aang al verse tentado pues participó sólo para acabar huyendo así como el castaño. Ninguno de los dos, conocían el lugar al que habían terminado después de encontrarse en una especie de abismo en el que parecía vivir una chica realmente atractiva y aparentemente dulce.

Durante un rato siguieron en silencio. Frisk aún continuaba agarrado por el albino, que parecía estar pensando en algo, al menos bajo el punto de vista de Aang quien al mismo tiempo intuía que este sujeto no podría ser del todo malo… No les había hecho gran cosa, además de tener razón… No tenían a dónde ir en un sitio tan raro como este. Necesitaban una casa, donde estuvieran a salvo del frío. Sin embargo, se detuvieron los tres cuando ante ellos apareció un carruaje.

- ¿Eh? ¿Qué pasa? – Preguntó Aang.
- Aah… - Bufó el albino, con una mala mueca. – Problemas, eso pasa.

La puerta del carruaje fue abierta y de ella salieron dos personas que el hombre reconoció enseguida. La primera de ellas se trataba de Sharon, y luego estaba Gilbert. Los dos recién llegados, al ver al albino, se dirigieron a éste aunque Sharon se adelantó.

- ¡¿Se puede saber qué haces aquí, Break?! – Sharon casi le gritaba.
- Hola, ojou-sa… - Iba a saludar pero una tremenda bofetada le hizo callarse de inmediato.
- ¡¿Cómo que “hola”?! ¡¿Te parece bonito lo que has causado?! ¡Has provocado que todos en casa de mi abuela te estuviesen buscando por todas partes! ¡Creí que te habría pasado algo! – Le gritaba mientras Sharon comenzó a azotarle en la cara con un abanico de papel terriblemente resistente, una “técnica” que le venía de familia. - ¡Se supone que debías de estar guardando reposo! ¡No aquí a la intemperie en tu estado! ¡Eres un idiota acabado! ¡Idiota, más que idiota! – Le seguía pegando.
- O- oye… - Quiso intervenir Aang, chocado por la actitud de la chica que era realmente muy guapa y lucía gentil, a pesar de su ahora violenta actitud. – No es necesario pegarle, de verdad. – Dijo. – Él sólo… Eh… Él…
- ¿Eh? ¿Y tú quién eres? – Sharon alzó las cejas. Era el chico más extraño que había visto y al parecer, había otro que no se quedaba muy atrás aunque luciera más “normal”.
- Yo soy Aang. – Puso la mano en su pecho. – Él es Frisk. – Presentó a su amigo. – Nos encontramos con este hombre hace un rato. ¿Os conocéis?
- Sí, claro que le conocemos. – Habló Gilbert, sumándose a la conversación. – De hecho es…
- Es mi hermano mayor. – Se adelantó Sharon. – Bueno… No biológicamente, pero lo quiero como tal. – Dijo. – Un gusto en conoceros, me llamo Sharon Rainsworth, él es Gilbert Nightgray. – Presentó al pelinegro.
- Y este imbécil se llama Xerxes Break, el tipo más problemático que te puedas encontrar.
- Ya lo veo ya… - Aang rascó su mejilla. – Esto… ¿Podéis decirnos en dónde estamos?
- A unos kilómetros de la Residencia Rainsworth, de donde este anormal se escapó. – Miró mal a Break.
- Vamos, Ojou-sama… Sabes que no me gusta quedarme postrado en una cama sin más. – Habló el aludido.
- ¡Es por el bien de tu salud! ¡¿Por qué te gusta tanto preocuparme?!
- No, no se equivoque. No es por usted. – Se rió.
- ¡Mejor cállate! – De nuevo le pegó con el abanico.
- Etto… - Frisk se acercó a Gilbert por ser el más tranquilo. - ¿Podemos ir con vosotros? Ni Aang ni yo tenemos algún lugar en el que cobijarnos… Si no es mucha molestia, claro.
- Bueno, esto… - Gilbert rascó su nuca. – Podemos traeros a la Residencia Bezarius, seguro que a Óscar-sama no le molestará.
- De acuerdo, muchas gracias. – Sonrió Aang. – Prometemos no molestar mucho.
- Ya… - Frisk no pareció convencido cuando observaba a Aang. – Hay que mantener a este vigilado, es demasiado curioso, y todo un metepatas.
- ¡Oye!
- Está bien. – Asintió Gilbert. – Sharon, Break… - Los llamó, viéndolos en plena tarea. - ¡¡Eh, vosotros dos!!
- Aah, qué cruel es usted, Ojou-sama. – Dijo Break, que por fin pudo ponerse en pie después de todas las ostias que se había tragado.
- ¡¿Cruel yo?! ¡¿Quién es más cruel aquí preocupando a todo el mundo?!
- Venga, tampoco es para tanto. – Xerxes acarició las mejillas de la muchacha, quien desvió su mirada.

Más tarde, cuando todo se calmó, subieron al carruaje. Antes se pasaron por la Residencia Rainsworth para avisar de que Break estaba mejor y que les acompañaría a la Residencia Bezarius, donde al llegar, fueron recibidos por los pocos sirvientes que habían y por sus anfitriones: Oz, Óscar y Alice. Sharon y Gilbert explicaron lo sucedido mientras Xerxes metía cizaña al asunto. Luego, pasaron al tema de Aang y Frisk, a quienes les prestaron abrigos y les ofrecieron un asiento cerca de la chimenea para que entraran en calor.

Los dos, agradecieron la hospitalidad a pesar de las desconfiadas miradas de Alice. Al principio estuvieron en silencio, hasta que decidieron hablar. Óscar les preguntó, a Aang y a Frisk, de dónde venían. Así que a los chicos no les quedó otro remedio que explicarlo. Contaron sobre su mundo en el cual las personas podían controlar uno de los elementos de la naturaleza y sus diferentes ramas y que existía una entidad espiritual llamada Avatar, que durante mucho tiempo se reencarnaba para traer la paz y la armonía. Se sorprendieron al saber sobre ello y más cuando Frisk les contó que Aang era el Avatar de su época. Pasaron a explicar que hubo una extraña pero potente distorsión espacio-temporal en su mundo que abrió una oscura grieta por la que cayeron y se encontraron en un lugar completamente distinto… Un sitio oscuro y frío, espantosamente horrible.

Contaron de la existencia de una habitación extraña llena de muñecos parlantes, un gato llamado Cheshire y luego la presencia de una muchacha llamada Alyss, a quien le pidieron que los llevara a su mundo pero al parecer, no resultó como ellos querían. Todos estuvieron escuchándoles atentamente, especialmente Break. Aang sentenció que el único objetivo que tenían era volver a su casa y que no querían problemas, porque después de todo no entendían por qué había pasado todo esto.

- Vaya, el asunto es serio entonces. – Dijo Oz. – Ne, Break, ¿Entonces tú cómo lograste encontrarles?
- Sentí que algo andaba mal y decidí salir a investigar por mi cuenta. Después de todo no es como si quedarme en una cama cual vejestorio fuera algo hecho para mí. – Respondió el aludido. – Percibí la distorsión y que un poder muy fuerte se acercaba. Cuando quise darme cuenta, ya me había encontrado con este par de mocosos raros.
- No somos unos mocosos raros, anormal. – Replicó Frisk.
- ¿Pudiste sentir la distorsión espacio-temporal? – Se sorprendió Aang. – No pareces ser alguien muy corriente.
- Habló el que menos lo es. – Sonrió Break. – Pero estás en lo cierto. – Se acercó a la mesa para coger un dulce, como ya era habitual en él. – No se me puede considerar normal.
- Es un payaso. – Concluyó Alice.
- ¡Hahaha! – Rió el albino. – En fin, os explicaré un poco lo que os ha pasado desde el momento en que se produjo esa distorsión, ¿De acuerdo?
- ¿Harías eso por nosotros? – Sonrió Aang. – La verdad nos gustaría entenderlo.
- Pues si te callas podré hacerlo.

Eso había chocado mucho a Aang, quien no se esperaba una respuesta tan tajante a la par que grosera como esa. Era demasiado evidente que el tal Xerxes Break no era precisamente la persona más amable del mundo. Frisk se rió por la reacción del Avatar, quien simplemente suspiró, guardando silencio para que Break pudiera proceder. Los demás también se callaron para poder escucharle. A Alice poco le importaba el tema así que fue la primera en pirarse de allí y para no dejarla sola, Oz fue tras ella.

Al final sólo permanecieron Sharon, Gilbert y Break en compañía de Aang y Frisk.

- Vamos a ver cómo os lo puedo contar todo de manera que lo entendáis… - Break se cruzó de brazos, al ponerse de pie mientras sus interlocutores permanecían sentados. – Veréis, ese lugar lleno de oscuridad que tan poco os ha gustado, se llama El Abismo.
- ¿El Abismo? – Repitieron ambos, intercambiando miradas.
- Hai. Es un mundo paralelo que está ligado al nuestro, y por lo que veo, también alcanza en una pequeña porción al vuestro. El Abismo, es un lugar oscuro en el que se crean lo que nosotros llamamos por Cadenas. Las Cadenas, son aparentemente “monstruos”.
- Entonces, ¿Por qué se llaman Cadenas? – Preguntó Frisk, luciendo más serio.
- Es un término referido a las criaturas nacidas y creadas en El Abismo. – Contestó Break. – Allá donde lo veis, Alice también es una Cadena y una de las más poderosas que ha salido del Abismo. Sin embargo, la razón por la que Alice es una Cadena que tiene forma humana, es porque es especial. Ella está aquí porque quiere averiguar quién es, por qué ha nacido y cuál es su objetivo.
- Osea que no tiene memorias. – Concluyó Aang.
- Exacto. Oz decidió hacer un pacto con ella y se convirtió en un Contratista Ilegal.
- ¿Contratista Ilegal? ¿Qué es eso?
- Un Contratista Ilegal es una persona que se ha vinculado con una Cadena. Las Cadenas que vienen a nuestro mundo a través de una leve distorsión llamada El Camino, no se pueden mantener durante mucho tiempo estables, no tienen sus poderes activos y desaparecen, por eso, para evitarlo, necesitan de alguien que las acepte y se convierta en su Contratista Ilegal. Es un método que usan las Cadenas para mantenerse estables en nuestro mundo pero, como consecuencia… - Xerxes cerró sus ojos. – Aparece un símbolo en el pecho del contratista. En realidad, ese símbolo es como un reloj de cuenta atrás. Cada cierto tiempo, se va creando un nuevo sello dentro hasta dar la vuelta completa. Cuando eso sucede, el contratista es llevado a lo que se conoce como el Núcleo, donde se encuentra la Voluntad del Abismo, la cual habéis conocido ya. – Los miró.
- ¿Eh? ¿Voluntad del Abismo? – Repitieron los dos.
- Yo me estoy haciendo un lío. – Dijo Aang. – Tantos nombres, tantas cosas… No lo entiendo mucho.
- Bueno, para algo tienes boca, ¿No? – Se rió Break, acercándose al Avatar. – A no ser que no tengas el coraje necesario para usar esa lengua que tienes.
- Break no hace falta ser tan agresivo. – Le regañó Sharon.
- ¿Uia? No lo estaba siendo.
- Parece que tú… Sabes mucho sobre estos temas. – Habló Frisk. - ¿Acaso…?
- Yo he estado en El Abismo. – Break cerró sus ojos, alejándose de Aang para apoyarse en el respaldo del sofá. – En el Núcleo. Yo fui un Contratista Ilegal, conocí a la Voluntad del Abismo y ella me trajo aquí de nuevo treinta años más de mi tiempo.
- Espera, ¿Qué quieres decir con eso último? – Preguntó Aang. - ¿Quién es la Voluntad del Abismo?
- Una chica igual a Alice, pero toda blanca.
- ¡¡…!! – Frisk y Aang se miraron mutuamente con la boca abierta. - ¡¡No puede ser!! – Dijeron al unísono.
- Veréis… El Abismo no es simplemente un mundo paralelo en el que puedes acabar de una u otra manera… - Break puso el dorso de su mano, escondido bajo su larga manga blanca, en el mentón, apoyando el codo en el antebrazo contrario. – Allí el tiempo funciona según lo desea la Voluntad del Abismo. El que cae allí y regresa, no volverá a su época original. Tal y como me pasó a mí. Caí al Abismo y cuando estuve de nuevo en este mundo, pasaron treinta años. Con Oz-kun fueron unos… Diez años.
- ¿Entonces nos podría pasar lo mismo a nosotros? – Preguntó Frisk.
- Mmm… So… Es una pregunta interesante. – Rió Break. – El Abismo toca una pequeña porción de vuestro mundo, pero es tan pequeña que no se puede abrir El Camino el tiempo suficiente para que surjan de él las Cadenas y ataquen vuestro mundo… Así que… Aunque no hay que descartar la idea… - Los miró. – Es posible que ni vosotros seáis la excepción.
- Le pedimos a la Voluntad del Abismo que nos llevara de vuelta a nuestro hogar, ¿Recuerdas, Frisk? – Aang dirigió su vista al castaño, quien asintió. – Y sin embargo nos trajo aquí…
- Es verdad, ¿Por qué?
- Debido a que El Abismo toca una porción demasiado pequeña en vuestro mundo, es posible que la Voluntad del Abismo no pudiera enviaros allí y prefirió hacerlo aquí.
- También puede deberse a que últimamente están habiendo muchos problemas. – Comentó Sharon.
- ¿Problemas? ¿Cuáles? – Se interesó Aang.
- Ha habido ataques muy seguidos hechos por muchas Cadenas, muchas ciudades están aterradas por ellas… Y la verdad, el hecho de que hayan tantas sueltas y en total libertad es un peligro importante. – Sharon lucía preocupada.
- ¿Eso significa que esa brecha de la que hablabais, está abierta? – Cuestionó Frisk. – Después de todo, las Cadenas salen por ahí, ¿No?
- Siempre y cuando… - Break captó la atención de ambos. – Se trate de un asunto mucho mayor y de gran gravedad.
- ¿Cómo cual?
- Por ejemplo… Que la Voluntad del Abismo, esté inestable. Ya ha pasado una vez, no sería extraño que volviera a pasar.
- Pero esa chica realmente no parecía una Cadena…
- Ella… “Alyss”, no es una Cadena. – Confirmó Break, dejando boquiabiertos a todos los presentes. Sharon y Gilbert no fueron la excepción. – Así como Cheshire, ese gato estúpido… Alyss, quien es la Voluntad del Abismo, no es una Cadena. Es un ser humano de habilidades especiales y únicas, es algo así como una entidad sagrada que gobierna su mundo.

Aang y Frisk volvieron a mirarse. Esto parecía ser realmente… Alucinante. Al menos, Aang no dejaba de alucinar en colores, también por el amplio conocimiento que parecía tener Xerxes Break. Ya intuyó él, que el albino no podía ser mala persona… No al menos si se tomaba la molestia de explicarles todo esto y además de ser tan querido como lo demostró la tal Sharon a pesar de haber estado atizándole bien la cara.

- Por favor, pensad y tratad a la Voluntad del Abismo como un mecanismo con un masivo poder. – Les habló Xerxes. – Ese mecanismo, con toda esa energía que posee, se desequilibra y entonces afecta a nuestro mundo, dando la oportunidad a cientos de Cadenas de surgir a través de distorsiones espacio-temporales que se replican una y otra vez. Es entonces cuando surgen los verdaderos problemas porque el objetivo principal de las Cadenas, no es sólo causar caos y destrucción, también es encontrar a Contratistas Ilegales que puedan hacerles más estables en este mundo.
- Y ese sello del que hablaste… ¿Qué pasa cuando da una vuelta completa? – Se interesó Aang.
- Simplemente el contratista se va al Núcleo junto a su Cadena. Lo sé, porque me sucedió a mí. – Cerró su mirada. – El Abismo no es un lugar en el que alguien deba de estar… Es un mundo peligroso, donde los humanos que caen simplemente se convierten en Cadenas.
- ¡¿QUÉ?! – Gritó el Avatar. Eso ya era el colmo. - ¡¡Debes estar de broma!!
- Aang… - Frisk extendió ligeramente su mano hacia el chico.
- Alyss me lo dijo. El poder en el Abismo es demasiado grande y una persona no puede soportarlo, porque las energías que se concentran allí son poderosas, cuanto más cerca estén del Núcleo que es donde reside la Voluntad del Abismo. – Contó Break, quien lucía tranquilo. – Por eso hay tantas Cadenas… Muchas de ellas fueron seres humanos anteriormente, que simplemente han cambiado radicalmente… Perdiendo su conciencia y su esencia humana, tomando una forma distinta.
- ¿Y si se destruye ese mundo? ¿No se podría arreglar?
- Muchas veces me he preguntado eso, Avatar Aang. – Sonrió Break. – Pero mi conclusión es que… - Se encogió de hombros y alzó a la altura de sus hombros, sus manos, ocultas tras esas largas mangas blancas. – El Abismo y este mundo, se complementan mutuamente. Uno no puede existir sin el otro. La Voluntad del Abismo puede salir dañada si muere una masiva cantidad de personas, afecta a su poder y la desequilibra. Lo mismo pasa si se destruye el Abismo en un porcentaje importante.
- Break, ¿Estás seguro? – Habló Gilbert.
- Completamente, querido Gilbert-kun. No te olvides que yo conocí personalmente a la Voluntad del Abismo antes de que tuviera lugar la Tragedia de Sabrier hace cien años.
- Entonces… ¿Qué podemos hacer? – Preguntó Aang. – Queremos ayudar.
- Me temo que es algo complicado, Avatar Aang. No es tan sencillo como crees.
- Podemos ayudar, Xerxes Break. – Insistió el muchacho. – Frisk y yo podemos seros de ayuda.
- Vuestros poderes no tienen la capacidad de conectar con el Abismo y menos con la Voluntad del Abismo. – El albino se acercó al joven. - ¿Qué puede hacer alguien como tú que aquí es totalmente inútil? Como mucho puedes causar una gran destrucción en nuestro mundo pero tus poderes no te sirven para entrar en contacto con Alyss, dado que ella no está ni hay vinculación espiritual de algún tipo.

Aquellas palabras hicieron sentir bastante mal a Aang, que simplemente cogió y se retiró de allí. Frisk le miró con tristeza y observó molesto a Break antes de levantarse e ir tras su compañero. No había sido justo, lo sabía mejor que nadie. Era el Avatar, algo podría hacer, y de eso, Frisk estaba convencido. Y aunque Aang no fuera el Avatar, también sería capaz de hacer algo, no sabía el qué, pero ahí estaba esa sensación. Sharon regañó a Break así como Gilbert.

Xerxes nunca tenía remedio alguno, aunque el albino pronto se retiró a una de las habitaciones y supieron, los otros dos, que estaba cansado. La chica sólo pudo suspirar, en lo que Gilbert salía a buscar a Oz y a Alice, esperando que no hubieran hecho el idiota como ya era usual en ellos, especialmente la muchacha que era extremadamente violenta.

- … - Frisk veía a Aang en el jardín, tras haber conseguido encontrarle, ya que no era muy difícil. Suspiró y se quitó la manta que aún llevaba encima, para acercarse y colocársela encima del muchacho.
- ¿Eh? – Reaccionó y miró hacia atrás. - ¿Frisk…? – Lució sorprendido.
- En verdad eres fácil de encontrar. – El castaño esbozó una gentil sonrisa. – No iba a dejarte solo y menos sabiendo que hace frío. – Dijo, pero de repente, se vio obligado a estar de rodillas cuando se encontró entre los brazos del Avatar.

Y sin duda, correspondió a ese gesto. Dejó que su compañero apoyara su cabeza en su pecho, y que se relajase cuanto quisiera mientras lo cubría mejor con la manta, cerrando su mirada para apretar un poco más el abrazo.

- Frisk. – Le llamó. – Gracias.
- ¿Qué? ¿Por qué? – El aludido se desconcertó.
- Por estar siempre conmigo cuando lo necesito. Es agradable sentir que alguien se encuentra a tu lado en momentos malos.
- No tienes por qué agradecérmelo, Aang. – Esbozó una sonrisa. – Te prometí que no te dejaría solo nunca, ¿Recuerdas? – Rió. - ¿Quién aparte de mí se va a preocupar tanto por ti?
- Cierto… Eres un tesoro. – Aang le miró de frente tras separarse. – Mi tesoro.
- Bueno… Eso tampoco… - Desvió la mirada.
- No seas tonto. – Rió el Avatar.
- Pero…
- Te quiero. Y te quiero mucho.

Frisk se sonrojó pero con toda y esas, iba a replicar pero fue repentinamente sorprendido cuando Aang le besó. Se quedó con los ojos bien abiertos, y tardó en responderle, cogiéndose a sus ropas mientras intentaba seguirle a pesar de no saber. No es como si Aang fuera un experto en la materia… Los dos improvisaban, a su manera, lo cual se les hacía divertido. Sin embargo, se separaron rápidamente cuando Sharon intervino. La muchacha se había angustiado por ellos y de nuevo los hizo pasar dentro, diciéndoles que una ventisca estaba por comenzar y que no sería bueno para ellos permanecer en la intemperie.

Aang y Frisk intercambiaron miradas y se observaron con unas sonrisas, cuales cómplices.

Sin embargo, notaron cierto escándalo y cuando llegaron al salón lo entendieron. Oz y Alice estaban discutiendo por tonterías, lo cual en ellos era muy usual en algunas ocasiones. Aang giró su rostro de un lado a otro, notando la ausencia de Gilbert, y también del irritante Xerxes Break.

- ¿Dónde está Gilbert? – Preguntó finalmente el Avatar, con curiosidad.
- Con Break en su habitación. – Respondió Sharon. – Break no se encontraba del todo recuperado para cuando os lo encontrasteis, de hecho, estuvo en cama durante varias semanas.
- ¿Enserio? – Se sorprendió Frisk. - ¿Fue herido o algo?
- No, que va. – La chica negó con la cabeza. – Él… Es diabético y su salud es algo frágil. No se cuida adecuadamente y por eso le pasa lo que le pasa. Se pasa el tiempo comiendo dulces, ya se lo tengo dicho pero no me hace caso… Incluso esconde sus cajas llenas de caramelos para llevárselas a donde quiera que vaya… - Llevó su mano a su mejilla. – Es alguien que no tiene remedio.
- Menudo tipo… Jugando con su vida tan a la ligera…
- Él… - Susurró Aang. – Xerxes… No es una mala persona, ¿Verdad, Sharon?

La chica, miró sorprendida al joven Avatar, que lucía con una honesta y humilde sonrisa. Entonces, Sharon le correspondió con otra gentil, asintió con la cabeza antes de juntar sus manos y llevarlas a su pecho.

- Xerx-niisan no ha tenido una buena vida, ha sufrido mucho y ha cometido muchos errores pero… Aunque él se culpa mucho de todos ellos… Yo pienso que ha aprendido de éstos, por eso… A mi abuela, a mi madre, a Reim-san y a mí, nos dejó acceder hasta su corazón para que le ayudáramos. – Explicaba, ignorando la disputa de Oz y Alice. – Puede que Break pueda parecer una persona excéntrica, de gustos muy raros y cambios de humor constantes pero… Es el mejor hermanito que una chica como yo pueda tener.
- ¿Realmente? – Frisk alzó sus cejas.
- Sí. Sin duda… Xerx-niisan no es alguien fácil de conocer pero es sencillo saber cómo es, se deja querer enseguida y se vuelve entrañable para todos. Es una gran persona, por mí ha hecho cosas que otros a lo mejor no habrían sido capaces… - Sharon miró a Aang. – Renunció a su sueño, para salvarme a mí.
- Oh. – Eso sorprendió enormemente al Avatar. – Hacer algo así es… - Tragó saliva, mientras Sharon se secaba unas pocas lágrimas tras asentir.
- En realidad, Break está lleno de dudas, de inseguridades… No deja de darle vueltas a absolutamente todo dentro de su “despreocupada” actitud. Yo sé bien que él es de la clase de personas que sólo necesitan de mucho cariño para ablandarse. Para Break es complicado mostrar su verdadera naturaleza, por todo lo que tuvo que soportar. Por eso, Aang… Frisk… - Los llamó, tras acercarse a ellos y coger sus respectivas manos. – Os pido, por favor, que no le odiéis. En realidad Break no tiene intenciones de haceros ningún tipo de daño, a pesar de lo que os ha dicho y lo que pueda llegar a deciros.
- Descuida, Sharon. – Aang sonrió. – Intuí que ese hombre no podía ser una mala persona. Dentro de las “malas” vibraciones que me daba y que me causaba tanta intriga… Percibía que había algo realmente bueno en él, más aún si tiene a gente a su alrededor que no le rechaza.
- Coincido con Aang. – Siguió Frisk. – Si ese idiota realmente fuera una mala persona, ya nos habría hecho daño nada más conocernos.
- Sí, Frisk tiene razón. – Rió el Avatar. – Por eso no me preocupé demasiado. Es muy bonito saber cuánto aprecio le guardas y me estremece darme cuenta que el amor que le tienes es tan grande.
- Como no iba a ser así. – Sharon cerró sus ojos. – Xerx-niisan inconscientemente me enseñó que siempre podría aparecer alguien que sería capaz de alejar tu soledad… Me enseñó lo que significaba darlo todo por alguien que te importa de verdad, y que no te arrepentirías de ello porque… Porque… - Las lágrimas bajaban de su mirada. – Porque un sueño no está por encima de tus seres queridos… Por eso, por eso le quiero tanto… Xerx-niisan es alguien muy importante para mí y para todos… Por eso nos preocupamos por él, porque queremos que esté bien y queremos lo mejor para su persona.

De mientras, Gilbert observaba en silencio el cómo Break descansaba. Una vez más, el albino había perdido el conocimiento cuando trató de ir a una de las habitaciones de la Residencia Bezarius. Tuvo que llevarlo a cuestas hasta lograr dejarle en una cama para que descansara adecuadamente, retirándole el calzado y la gabardina blanca. El pelinegro suspiró, pensando que el albino no tenía remedio… Era tan testarudo que parecía no importarle su salud, y tampoco su vida. No es como si Gilbert considerase a Break como alguien del todo racional, porque era seguro que loco lo estaba.

Hasta que se enfadaba.

Gilbert sólo vio enfadado a Break en una sola ocasión, la cual no fue otra que cuando Vincent, su hermano menor, se atrevió a secuestrar a Sharon y envenenarla, chantajeando a Xerxes con la vida de la chica, si no destruía el cascabel que le arrebató al gato Cheshire, el cual albergaba dentro las memorias de Alice sobre los hechos históricos de hace cien años de la Tragedia de Sabrier en la que Alice fue víctima así como todos los de su familia. Aquél día fue inolvidable para Gilbert… Pero especialmente para el propio Break.

El sueño de Xerxes era averiguar la verdad de la Tragedia de Sabrier, hace un siglo atrás. Gilbert desconocía las razones, y no tenía demasiado interés en conocerlas. Eran asuntos personales de Break, esperaría a que él mismo decidiera contárselo, si es que se dignaba a hacerlo algún día. Pero… El hecho de que Break renunciara a ese sueño al decidir destruir el cascabel de Cheshire que le podría haber dado todas las respuestas, sólo por el bienestar de Sharon… Decía mucho de alguien tan excéntrico y raro como él.

Fue demasiado evidente para todos, que Xerxes era capaz de renunciar a sus deseos, a sus ambiciones… Sólo por la seguridad y la vida de un ser querido tan importante como lo era Sharon, a la que sin duda consideraba su hermanita, su hermana pequeña a la que nadie podía tocar sin su permiso. No es que fuera posesivo, pero sí muy protector. Pero no era un secreto para nadie, el vínculo tan estrecho que los unía a ambos y del que Gilbert solía estar celoso… Él, al contrario que Sharon: no había sido nunca alabado por Break, y eso que lo intentó cientos de veces.

Es como si nunca pudiera obtener su aprobación, o ser digno de su respeto… De su amor.

Lo más irónico de todo esto… Es que el propio Gilbert no se podía explicar el cómo Xerxes se había hecho dueño de su corazón, el cómo se había enamorado tan profundamente de él, sabiendo incluso que todavía le quedaban cosas por conocer de su persona… Xerxes le parecía como una rosa que no se abría ante los ojos de nadie, sólo para unos pocos privilegiados…

- ¿Gil… Bert…? – Escuchó la voz del albino, en un muy bajo tono de voz.
- Por fin te despiertas. – Respondió el pelinegro.
- ¿Qué… Ha pasado? – Preguntó, desconcertado.
- Querías descansar y perdiste súbitamente el conocimiento, así que te cargué y te traje a esta habitación. Esperé a que recuperases la conciencia.
- Ah… - Llevó su mano a la cara, reincorporándose. – Cielos, parezco un viejo chocho que está más para el otro barrio que en este…
- Deberías permanecer tumbado. – Gilbert ignoró su comentario.
- Ne, Gilbert… - Lo llamó, aún sin quitar su mano de su rostro. – Quiero hacerte una petición importante. – Le dijo. – La más importante de mi vida, tal vez.
- ¿De qué se trata? – Frunció el ceño, sin entenderle.
- Quiero que cuides de Sharon cuando yo me muera.
- ¡CHT! – Hizo, dándole un tremendo capón. - ¡¡No seas pesimista, maldita sea!! ¡Maldito pedazo de burro! ¡Ya estás otra vez con tus tonterías!
- Ah… Tal vez… - Se sobaba la cabeza. – Jo, me has hecho daño… - Actuó cual niño pequeño. - ¿Sabes? Si vas pegando por ahí a la gente, no serás un buen padre a la larga.
- ¡¿Y quién te dijo a ti que a mí me interesaba tener familia?! – Casi le gritaba. - ¡Maldita sea! ¡Eres irritante incluso en estos momentos en los que no te vales por ti mismo!
- Me vas a dejar sordo…
- ¡¿Es que no puedes darte cuenta, Break?! – Inconscientemente, Gilbert se acercó mucho a él, al cogerle de los hombros. - ¡Odio que me angusties de esta manera! ¡Hablando como si te fueras a morir!
- Sabes perfectamente que va a ser así. – El albino esbozó una tranquila sonrisa. - ¿Acaso no lo dije hace tiempo? A diferencia de la señorita Sharon… Yo no viviré por mucho más. – Cerró su mirada. – No hay manera de evitarlo, así que sólo que…
- ¡No! ¡Estás siendo pesimista! ¡Totalmente! – El pelinegro se le adelantó, interrumpiéndole. - ¡Tú no vas a morir! ¡¿Me oyes: Xerxes Break?! ¡No vas a morir! ¡No te dejaré hacerlo!
- No me dejarás hacerlo… - Rió. – Gilbert… Dime, ¿Cómo vas a evitarlo? – Le preguntó.
- Tú… - Susurró, ocultando su mirada bajo su flequillo. - ¿Te gusta verdad? – Cuestionó. - ¡¿Te gusta jugar con la mente de las personas, no es así?!
- ¿Ha? ¿A qué viene tu repentino enfado? Gilbert-kun, ¡Qué infantil sigues si…!
- Sharon está sufriendo por ti, y mucho. – Le interrumpió, borrando de cuajo la sonrisa de Xerxes. – Y tú aún haciendo como si nada, pasando por alto todo esto… Diciendo que “no te importa morir”. ¡¿Realmente no te importa?!
- …
- ¡Contéstame! – Zarandeó ligeramente sus hombros. - ¡¿O es que no tienes argumentos?!
- Tú no lo entenderías nunca… - El humor de Break cambió. Llevó su mano a su frente. – Tú no lo comprenderías…
- ¡¿Qué es lo que no comprendería?! ¡¿Qué vives en tu mundo y que de ahí no sales porque no te da la gana?! ¡¿O es porque realmente ni Sharon ni nosotros te impor…?!
- Porque yo no quiero morir… - La voz de Break se escuchó temblorosa, a la par que débil. Y cuando alzó su mirada, Gilbert confirmó que el albino, sorprendentemente, parecía haberse derrumbado. - ¡Yo no quiero morir! ¡Eso es lo que tú no entenderías! ¡El sentimiento de saber que va a suceder y que no podrás evitarlo aunque quieras!
- Bre- Break…
- Todos sois importantes para mí, créeme que lo sois, tú también lo eres. – Dijo, haciendo que el pelinegro se sonrojara y lo mirase bien sorprendido. – Por eso hago como si nada me sucediera… Por eso trato de fingir que realmente no me importa… Porque no quiero veros llorar a ninguno… No sé qué hacer cuando alguien se me pone a llorar, no tengo mano izquierda para eso, menos para los niños como Oz-kun, como Sharon o… O como tú. – Bufó.
- ¡¿Cómo que “como yo”?! – Replicó. - ¡Yo ya soy todo un hombre!
- Físicamente, lo eres… Pero te queda mucho por aprender. – Suspiró, secándose las lágrimas. - ¿Lo entiendes ahora, Gilbert? – Preguntó. – Debo de fingir, porque no quiero causarle un sufrimiento a nadie. Sé que no viviré mucho… No quiero morir pero… No es algo que pueda evitar.
- ¡Cht! – Gilbert lo abrazó, dejándole impactado. – Eres un egoísta, ¡Siempre lo has sido, después de todo! – Dijo. – Siempre cargando las cosas por tu cuenta, siempre soportándolas en silencio mientras el que más mal lo pasa en silencio eres tú, Break. ¿Por qué simplemente no puedes ver que todos estamos a tu lado y que puedes apoyarte en nosotros? ¿Acaso no somos algo así como una familia? Aunque no tengas la tuya, aunque yo no tenga la mía, y aunque el estúpido conejo – se refirió a Alice. – Tampoco la tenga… Pero todos juntos, ¿No lo somos?
- Yo no hago esa clase de estupideces, Gilbert. – Contestó, cogiéndose a él. – Pero… Tienes razón, sé que la tienes… Por una vez en tu maldita vida tienes razón. – Eso molestó a Gilbert y se notó en la mueca que hizo. – Precisamente por eso… Tengo que guardar silencio… Para no haceros daño… Muchas veces trato de olvidarlo, porque no quiero pensar en que voy a perderos a todos… En que yo no veré ese futuro tan lleno de luz que sé que vais a encontrar.
- No te vas a ir a ningún lado. – Dijo el pelinegro. – No te vas a morir, vas a vivir y te vas a quedar con nosotros… Y conmigo.
- No puedo, sabes que no puedo.
- Sí puedes, Break.
- No, Gilbert. Estás equivocado.
- No, eres tú el que se equivoca. Aún tienes la oportunidad.
- No seas imbécil.
- No lo soy. Quiero que te quedes conmigo
- ¿Por qué?
- … … … …
- ¿Por qué quieres que permanezca a tu lado? – Insistió Break.
- Pues… P- por… Porque… - Trataba de decir y estrechó con más fuerza al albino.
- A este paso me vas a asfix…
- Porque te quiero… - Susurró, al cerrar los ojos.
- ¿Qué…? – Más, Break le escuchó perfectamente.

Logró separarse del pelinegro, que desvió la mirada, visiblemente avergonzado. Xerxes le observaba, visiblemente sorprendido. Era curioso que Gilbert hubiera… Pero si él… Oh, para el albino, esto carecía de sentido. Era como una broma, de muy mal gusto. Y pronto hizo una mueca que mostraba que no le había creído en lo más mínimo.

- Me estás vacilando, ¿Verdad?
- ¡¿Qué?! ¡No! – Reaccionó Gilbert. – Yo… - Bajó la cabeza. – Hacía mucho que me di cuenta de… De… De lo que sentía p- p- por ti… - Tartamudeó un poquito. – Pero nunca me… M- me atreví a decírtelo…
- Cht… Maldita sea… - Break miró a otra parte. Y bufó. – Sigues siendo como aquél niño que conocí ese día… Tan inseguro, tan indefenso… - Dijo. – Ven aquí. – Alzó sus manos para coger del rostro a su interlocutor. – Es evidente que aún te queda mucho por aprender, Gil-beeeert… - Esbozó una ligera sonrisa antes de besarle.

El pelinegro se quedó pasmado pero, no dudó demasiado en responderle a ese contacto. Debía de aprovecharse muy bien, ahora que podía. Después de todo… Xerxes Break no era precisamente muy cariñoso, al menos no abiertamente. Rodeó el cuello del albino, inclinándose un poco mientras el otro tenía todavía sus manos en sus mejillas pero pasaba una de ellas tras la cabeza del más joven. Break notaba fácilmente lo nervioso que parecía Gilbert, así que entreabrió la mirada, separándose un poco y viendo que esos ojos dorados también se abrían para verle.

- Entonces… - Gilbert rompió el silencio. - ¿Tú… Sientes lo mismo?
- La respuesta es evidente, pequeño idiota. – Contestó Break.

A partir de entonces los días fueron transcurriendo. Por supuesto, Xerxes Break no dejó de liarla parda y todos continuaban pendientes de él para al final… Sharon ser la que se ocupase de su hermano mayor y atizarlo a base de ostias con el abanico de papel. Ya se había vuelto algo normal ver a Break con algún chichón en la cabeza, porque según Gilbert “se lo tenía merecido”. Oz y Alice se petaban de risa.

Al mismo tiempo, trataron de ayudar a Aang y a Frisk a encontrar una manera de volver a su mundo, pero, según Xerxes, la única forma era la misma que habían usado para llegar hasta aquí… Lo cual significaba que debían volver ellos solos al Núcleo y encontrarse con Alyss, la Voluntad del Abismo. Y hacer algo así resultaba realmente difícil. Frisk, pronto comenzó a plantearse que quedarse en este lugar, en este mundo paralelo… No podría ser tan malo, y menos al ver que Aang no paraba de corretear día sí y día también por explorar toda la dichosa mansión.

Lo peor fue cuando accedieron a llevarlo a la Residencia Rainsworth, que hizo prácticamente lo mismo. Algunos estaban realmente sorprendidos, por la actitud del Avatar aunque Frisk ya les dijo que esto: era el pan de cada día. ¿Quién era el guapo que controlaba a todo un maestro del aire? A Break parecía no importarle demasiado, excepto cuando se llevaba alguna ráfaga de aire desviada por culpa de Aang, aunque Frisk sospechaba que lo hacía a propósito para llamar la atención de Mad Hatter. Era curiosa la relación tan rara que se había creado entre Break y Aang…

Según Sharon: era como tener a dos niños pequeños.

Pero sin duda, Aang se divertía mucho con Oz y Alice porque estos dos se añadían a sus travesuras, al menos, Oz no se negaba. Frisk iba con ellos, la gran mayoría de las veces para pasárselo bien y de otras, para actuar como si fuera una mujer que cuidara de sus hijos. Sharon y en ocasiones Gilbert, pasaban olímpicamente de estar vigilándoles todo el tiempo… Especialmente porque mantener controlado al Avatar resultaba imposible cuando éste podía salir volando en cualquier momento.

Break solía observarles, dándose cuenta que en verdad era tal y como dijo Gilbert… Todos parecían una familia unida, y la convivencia de los unos con los otros, era realmente peculiar. Suspiró, y pinchó con un tenedor un pastelito de chocolate, su favorito, pero cuando quiso hincarle el diente, falló. Se extrañó y pronto se dio cuenta de la causa… Aang se había adelantado, arrebatándoselo.

- Jejejejeje. – Reía el Avatar. - ¡Está muy bueno! ¡¿Quién los hace?! – Le brillaba la mirada.
- … … … - Xerxes se lo quedó mirando. - ¡¡MALDITO CRÍO DE MIERDA!! ¡VAS A VER! – Se levantó para salir corriendo tras él.
- Break, esa boca. – Le regañó Sharon. – Ah… Ahí van otra vez.
- ¡AAAH! – Gritó el maestro del aire, saliendo por patas. - ¡FRISK, FRISK, FRISK! ¡AYUDA! ¡AYUDA!
- A mí no me mires, no quiero vérmelas con Mad Hatter. – Dijo el castaño, sentado tan feliz en una silla.
- ¡AAAAAH! ¡Qué alguien me ayudeeeee! – Gritaba, correteando de un lado a otro.
- ¡¡NO TE VAS A ESCAPAR!! ¡TE VOY A DESTRIPAR Y ME VAS A DEVOLVER EL PASTEL QUE ME HAS QUITADO!
- Break, es sólo un pastelito… Aquí hay más. – Señaló Gilbert. – No hagas de un granito de arena una montaña, anda.
- ¡¡Tú vete a la mierda, imbécil!!
- ¡¿HAAA?! – Se molestó el pelinegro.
- Por eso yo nunca me atrevo a quitarle sus dulces a Break… Es aterrador. – Comentó Oz.
- ¡Es un payaso! – Dijo Alice. - ¡Ni siquiera con los golpes de Sharon aprende! ¡Ese tío ya no tiene neuronas! ¡Es un vegetal!
- Alice-san, no te pases por favor. – Pidió Sharon educadamente. – Xerx-niisan es especial, a su modo.
- Lo que pasa es que… - Iba a decir. - ¡AAAH! – Gritó cuando se cayó de espaldas con la silla debido a que Aang pasó justo por encima, huyendo todavía de Mad Hatter. - ¡¡MALDITO CALVO!! ¡VAS A VER! ¡VEN AQUÍ!
- Ah… - Suspiraron Sharon, Oz y Gilbert al mismo tiempo.
- ¡Ese maldito crío es un criminal! – Exageraba Break, quien se llevó las manos a la cadera. - ¡No sé cómo ha tenido el jodido atrevimiento de robarme mis pasteles! ¡En cuanto lo pille lo mando a Pandora para que lo ejecu…!
- Ya basta, Break. – Por supuesto, el ostión de Sharon no faltó. – Siempre que te enfadas de esa manera acabas por hablar de una manera muy vulgar y eso no está bien. – Hablaba mientras había dejado K.O literalmente al albino, con una fuente de sangre incluida.

Oz y Gilbert se quedaron pálidos… Cuando Sharon quería sí podía ser aterradora… A ella es a quien no debían provocar bajo ningún concepto. Oz se acercó, tocando a Break con el dedo índice para verificar a ver si reaccionaba.

Por otra parte, Alice continuaba persiguiendo a Aang, quien montado con su esfera de aire, se movía más velozmente y la chica era incapaz de atraparle. Frisk se había quedado cerca, para mantenerlos vigilados adecuadamente. Aunque, astutamente, y cuando Aang giró, Alice pudo cogerlo por la espalda y lanzarlo. Aang salió volando literalmente por los aires en dirección a Frisk, quien no le vio venir y los dos acabaron estampándose el uno contra el otro para acabar tirados en el suelo.

- Oh tío… Qué golpe… - Dijo Aang, sobándose la cabeza.
- ¡Maldita sea, Aang! ¡Siempre igual! – Habló Frisk, quien cuando abrió sus ojos se puso rojo.

Aang estaba justo encima de él.

- Lo siento… - Se disculpó. – Aunque… Te ves bien así. – Rió descaradamente.
- ¡AANG! – Gritó Frisk, muerto de la vergüenza.
- ¡Jajajajaja!

Alice se acercó caminando a ellos, cogiendo a Aang y separándole de su compañero.

- Espero que estés preparado pa… - Iba a decir pero Frisk la alejó con una fuerte ráfaga de agua. Aang se quedó sorprendido. - ¡Vámonos! – Le cogió de la mano.
- ¡Por aquí!
- ¡No, por aquí!
- ¡Que no!
- ¡Hazme caso mal…! – Iba a mirarle pero otro beso le pilló desprevenido. Fue breve y bajó la cabeza.
- Jeje. – Rió el Avatar. – Vamos.

Y arrastró consigo al maestro de agua mientras Alice gritaba furiosa y salía tras ellos, hecha un demonio. Al verla, Oz tuvo que ir tras ella de nuevo, dejando a Sharon en compañía de Gilbert y Break.

THE END

Notas finales:

Espero que os haya gustado. Gracias por leer :)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).