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PAIN [STONY] por Midori-Hikari1312

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Completa y apsoluta oscuridad.

Eso era lo único que había en ese cuarto estrecho y sin movilidad suficiente para un hombre acostumbrado a los lujos como tú.

Podías escuchar a las personas hablar y caminar del otro lado de la puerta en total libertad, ignorantes a lo que realmente pasaba a su alrededor. Pero aunque quisieras, no podías hablarles, ni pedir ayuda, o gritar...Nada.

Algo te lo impedía.

Una gruesa y bien pegada cinta aislante de encontraba obstruyendo sus palabras, justo sobre tus labios que ahora debían estar tan pálidos como un un papel. Tus hermosos ojos color chocolate estaban rojos por el llanto, no querías hacerlo, pero realmente ya no podías soportarlo, literalmente era lo único que podías hacer. Tus muñecas dolían tanto que apenas podías sentirlas, no recordaba cuánto tiempo habías estado encadenado a esa pared, quizas horas, semanas o tal vez días. No lo sabías.

No lo sabías…

 

 

El horrible rechinido de la puerta al abrirse te puso alerta de cualquier cosa que pudiera suceder. Una oscura figura apenas era divisada por tu vista borrosa, desapareciendo justo al cerrar la puerta de un golpe.

“Volvió...”

Murmuró tu subconsciente. Lo sabías. Sabías que estaba ahí sólo para continuar “amándote”, o así era como él solía llamarlo.

Tu ojos ardieron cuando él encendió la luz, el estar tanto tiempo en la oscuridad de ese cuarto los había vuelto realmente sensibles. Sus lentos y elegantes pasos resonaron en toda la vacía habitación. No eras capaz de levantar la vista y encararlo, habías aprendido a temerle tanto de la peor manera posible en todo ese tiempo.

Ahora tu cuerpo temblabas, el sentirle tan cerca te hacía tener una mezcla de emociones que estaban destruyendo tu mente. No podías detenerlo, era involuntario, es decir, el grandísimo Tony Stark, millonario super héroe que era parte de los Avengers, estaba temblando cual niño pequeño por miedo a lo que antes era el ser humano más bondadoso y pulcro del planeta.

Los pasos se detuvieron frente a ti en seco. Pudiste ver sus botas de combate color negro frente a ti, esas que muchas veces habían “acariciado” tu rostro y tu estómago, para luego notar como un par de guantes negros caían al suelo. Tu cara fue obligada a alzar la vista por un delicado movimiento de su mano, tomandote de la barbilla y alzandola con dos de sus dedos. Viste en su rostro la dulce sonrisa que tanto te gustaba ver. Esa que tanto caracterizó al Capitán América en sus momentos de gloria...Pero ese no era él. Era una persona completamente diferente.

Steve jamás te golpearía, el antiguo Steven jamás robaría tu libertad y te colocaría dentro de una habitación completamente solo y excluido del mundo, el antiguo Steve jamás te encadenaría, el antiguo Steven jamás te “amaría” como éste Steve lo hace…

–No llores...–

Pidió con voz calmada limpiando tus lágrimas con su lengua, esas lágrimas que hasta ahora habías notado. Pasando un par de veces ese húmedo músculo por tus mejillas amoratadas e hinchadas sin ninguna delicadeza fue limpiando tus saladas lágrimas de temor y angustia. Su voz grave retumbó en la habitación haciéndote estremecer y no pudiste detener tu llanto. Sollozaste un par de veces para tratar de calmarte y no darle el lujo de verte llorar como tanto le gustaba.

Muy tarde.

Un golpe en tu mejilla te dejó atónito, el dolor se extendió por toda tu cara y evitaste quejarte apenas tragándose tus lágrimas, pero al soyosar solo un poco, otro puño se estampó en tu rostro y un quejido ahogado se escuchó en la habitación.

Steve tomó con fuerza tus mejillas con sus dedos lastimándote, te quejaste por la molestia, pero el sonido se quedó atorado en sus labios aún sellados. Su sonrisa dulce e hipocritamente falsa desapareció, y ahora había una perfecta linea recta reemplazando su lugar. De una forma nada cuidadosa, arrancó la cinta que cubría tus labios, volviste a quejarte, ahora te ardían los labios y parte de la cara, esta vez sí se escuchó tu reproche, y esto pareció gustarle.

–Steve… Por favor–

Murmuraste asustado por la forma en la que te miraba, esos ojos que antes eran de un azul hermosísimo, y ahora eran de un color rojo brillante que le daba un aspecto más terrorífico. Sabías qué significaba esa mirada, sabías que quería hacer contigo, sabías perfectamente todo lo que estaba cruzando por su cabeza en ese momento, las cosas horribles que te haría, que te diría, que te obligaría a hacer, sin embargo… ¿Cómo demonios podías seguirlo amando?

Te hacía daño, te maltrataba, de dejaba inconveniente por tantos golpes y te mantenía encerrado y encadenado tal como un animal salvaje, pero no podías evitar amarlo, desearlo, sentirlo cerca, queremos siempre ahí contigo y que no te dejara más sólo.

Sus labios se apoderaron de los tuyos de forma brusca arrancándote el aliento. No era delicado, mordía sus labios con fuerza abriendo heridas antiguos y creando unas nuevas, era tan brusco al punto de saborear tu propia sangre en el beso. Su lengua se enredaba a la tuya con movimiento rápidos e incluso mordió tu lengua y la chupó con fuerza fuera de tu boca. Tu sólo estabas ahí, sin poder hacer nada, sin quejarte, sin apartarte, solo tratando de seguir el beso de forma necesitada.

Tu cuerpo estaba contra el suyo y la pared a tus espaldas, no podías moverte aunque quisieras, tus manos estaban inmovilizados y él sólo se dedicaba a besarte con vehemencia.

–Tocame...–

Jadeaste sobre sus labios completamente inquieto en una enferma necesidad de tenerlo más cerca de tu cuerpo. Su grave risa te hizo temblar, este sonido se repitió un par de veces en tu cabeza tal como una canción de cuna. Sin decir nada solo se dedicó a arrancar tu ropa, rasgarla con sus fuertes manos hasta dejarte desnudo frente a él. Los besos en tu cuerpo eran tan bruscos como los que te daba en la boca, dolorosos, sin cariño aparente. Mordía sin ninguna delicadeza tu pecho marcandolo más de lo que ya estaba, haciendo marcas sobre marcas una y otra vez. Sus manos te rasguñaban la espalda y te acariciaban con nula delicadeza, un solo apreton de sus manos bastaba para hacer en tu piel un moretón que sabías que no se borraría en días.

Podías escuchar los ligeros jadeos que emitía mientras te hacía daño, eran de excitación, eso que te hacía lo excitaba, pero tú sólo sufrías a pesar de haber pedido que lo hiciera. De ves en cuando por puro impulso trataban de llevar tus manos hacia el, para aferrarte y tratar de soportar los espasmos que tu cuerpo recibía por sus fuertes mordidas, siendo un movimiento completamente inútil por las gruesas cadenas que te sostenían.

Alzó ambas de tus piernas y te dejó colgando en el aire, te aferraste a su cintura para no tener todo tu peso sobre tus muñecas lastimadas, aunque sus brazos te sostenían como si no fueras un hombre adulto, con una facilidad increíble. Volvió a besarte y el sabor de tu sangre seguía impregnado en sus labios, trataste de decir algo, pero las palabras se atoraron en tu garganta al sentir que invadía tu cuerpo de un solo golpe. Todo tu aliento se fue con esa embestida. Sin preparación, sin lubricante, solo entró, así nada más.

Te costó un poco el recuperar el aliento, por lo menos Steve tuvo la descendencia de esperar a que te acostumbras, si mal no recuerdas, ese es el único momento en el que se detenía para no lastimarte de más mas adelante. Suspiraste cuando ya estabas un poco más acostumbrado, por lo que Steve lo tomó como una afirmativa a seguir y comenzó con las fuertes embestidas. Gemidos fuertes y casi ensordecedores escapaban de tu garganta. Sus manos se volvían puños y los dedos de tus pies se contraían un poco. Dolía. Dolía como los mil demonios pero no te importaba, porque era Steve, y era la única satisfacción que necesitabas.

Era una clase de temor y adoración hacia la misma persona que te estaba haciendo cosas tan horribles…

Los jadeos del capitán se mezclaba con los tuyos, lo sentías tan profundo dentro de ti. Tus muslos solían cuando las caderas del capitán chocaban con fuerzas tu cuerpo. De nuevo estabas completamente atrapado entre el cuerpo de Steve y la pared. Todo de ti dolía, sin embargo, el miembro de Steve estaba chocando contra un punto dentro de ti que te regalaban algo de placer en todo ese sufrimiento.

Tu miembro se brotaba contra la chaqueta negra con detalles rojos de Steve, masturbándose de una forma algo extraña, pero se sentía bien. Comenzaste a gemir con desesperación, se sentía bien, pero a la vez mal, una combinación a la que ya estabas acostumbrado y que te estaba volviendo loco en todos los sentidos.

Steve jadeó tu nombre y te sentiste alagado, pues tú eras quien lo hacía gemir de placer, tú eras quien podía ver su cara de éxtasis, tú eras quien... Estaba siendo estrangulado ahora mismo.

Las manos del capitán de un momento a otro estaba sobre tu cuello ejerciendo más fuerza de la necesaria. No te llegaba suficiente aire a los pulmones, y aunque lograbas recuperar un poco de inmediato salía por causa de tus desesperados gemidos. Steve nunca había hecho eso, estabas asustado. Sonidos incoherentes salían de tus labios, trataste de llamarlo pero el agarré de tu cuello apenas podía dejarte respirar. Tus ojos se llenaron de lágrimas mientras él seguía abusando de tu próstata una y otra vez. A pesar de tener la vista borrosa por tanto llanto podías ver su cínica sonrisa de satisfacción, como era de esperarse, estaba disfrutando verte tan asustado.

–S...St-e…Ste...ve–

El aire se acababa, no podías respirar, te desesperaste y lloraste más fuerte, escuchaste su risa ronca acompañar tus quejidos y luego, sólo te veniste. Tu interior se contrajo con fuerza al mismo tiempo que derramadas toda tu escencia sobre el cuerpo de ambos. Te desgaraste la garganta por el gran gemido que emitiste al venirte al mismo tiempo que sentías la escencia cálida del capitán dentro de ti.

Steve te soltó dejándote recuperar el aliento, seguramente debías tener sus dedos bien marcados en la zona, una marca que tardaría en quitarse. Dabas grandes jaladas de aire con desesperación y eso te lastimaba aún más la garganta. Ambos jadeaba buscando aire aún pegados el uno del otro.

–Te amo, Tony...–

Murmuró como de costumbre después de hacértelo.

Esas palabras te hacían sentir tan feliz, y tan patetico al mismo tiempo. Eso no era amor, no podías siquiera considerar que eso se califican como amor, pero no te importaba y eso era lo que más te molestaba. Querías su amor, su enfermo amor manipulador y agresivo, lo amabas, amaba todo de él, y eras tan estúpido para caer en su trampa y perdonarlo después hacerte cosas tan terribles.

–Tambiem te amo, Steve–

Buscas te sus labios apresuradamente, y él no dudo en corresponderte. De una forma tranquila y casi podría decirse dulce, compartieron el beso, lento, pasional, adictivo, único.

Te soltó de forma brusca dejando que tus piernas choquaran con el suelo abruptamente. Te quejaste por el golpe y de inmediato una botella de agua se estampó contra tus labios. Bebiste el contenido de forma desesperada tal como un perro cediento, y no era para menos. Al terminar suspiraste aliviado, hace mucho que tenías sed, pero no podías decir ni una palabra. Luego de esto Steve te dió de comer, algo tan sencillo y simple como sopa, pero lo agradecidas infinitamente, igual a que él te ayudará a comer, pues tus manos seguían encadenadas y el no parecía tener intención de soltarte.

Al terminar, Steve te dió un último beso antes de pegar nuevamente una cinta a tu boca al estar desprevenido.

–Se un buen chico Tony, pórtate bien mientras no estoy–


Si no tuvieras la boca cellada hubieras respondido algo sarcástico como “No es como si tuviera otra opción” pero evidentemente no podías emitir nada más que sola sonidos. Escuchaste sus pasos alejarse de ti de la misma forma en la que se acercó anteriormente, apagó las luces y luego volteó a verte de nuevo.

–Buenas noches, Tony–

Y después de decir esto la puerta volvió a cerrarse dejándote nuevamente en la oscuridad. Te quedaste unos segundos en silencio antes de romper en llanto. No soportaba más eso, no podías soportarlo, sabías que nadie debería de vivir en esas sircunstancias  tan lamentables como en las que estás viviendo tú en ese mismo instange, pero sabías que en parte era tu culpa.

Por no saber decirle que no, por no mantenerte callado y no cumplir sus caprichos, por no poder controlar tu boca y decir cosas que sabes que le gustan, simplemente por no hacerlo enojar tanto al punto de que decida matarte y acabar con tu maldito sufrimiento. Era tu culpa, y lo sabías desde hace mucho.

Tu culpa simplemente por amarlo tanto.

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Notas finales:

Holaaa!! *-*

Bueno, espero que les haya gustado ese cortito fic uwu

Prácticamente se me ocurrió de repente, so... :v

Dejen su sexy comentarios aquí abajito, sin pena, eso me ayuda a subir más fics! <3

De nuevo, gracias por leer!

Nos vemos >wo

Besos <3


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