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Bajo Peligro por KazumiYagami

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Death Note no me pertenece, es propiedad de Tsugumi Ohba y Takeshi Obata, sin embargo, la presente historia es de mi mera autoría.

I

Suspiro por no sé cuanta vez increíblemente agotado. El cansancio mental que me invade hace días amenaza con llevarme a un colapso inminente si no me tomo una pausa en las siguientes horas, aun así, sigo haciéndole caso omiso, pues servir y proteger es el lema de todo policía y durante años he sido muy fiel a seguir dicha doctrina.

Alcanzo la taza de café a mi costado para darle un par de sorbos esperando que me ayude, pero debo ser sincero, he bebido un par de litros ya y no siento para nada un efecto estimulante. Masajeo mi frente con la yema de los dedos, irritado, y no es precisamente por mi falta de sueño.

—Tienes un aspecto de mierda Elle, deberías irte a casa y descansar un poco. Mañana sigues con eso, hombre.

Elevo la mirada lo suficiente para toparme con la sonrisita tonta que pone mi compañero desde el asiento a mi frente, sabe que estoy molesto y más lo hace el hecho que ni siquiera respete mi cargo al llamarme por mi nombre sin preocupación alguna, pero es evidente que no se controla las ganas que tiene de joderme. Despreocupado sube sus pies sobre la madera de mi escritorio y se lleva una tableta de chocolate a la boca, mordiéndola desesperado y sin dejarme de ver. Noto lo sucias que están las suelas de sus bototos negros y como el barro en ellas mancha algunas de las hojas que leía hace apenas un rato.

—Yo, a diferencia de ti Keehl, sí me tomo mi trabajo muy enserio.

—¿Y tú crees que yo no?

—Pues las únicas veces que te he visto trabajar con tanto ahínco es cuando hay que dispararle a alguien.

Sonrío de lado, él se limita a poner los ojos en blanco haciendo una mueca de molestia con la boca como cada vez que lo regaño, y no, no es que lo considere mal policía, pero me desagrada de sobremanera que casi nunca se tome las cosas enserio, además de sus constantes faltas de respeto. Sé mejor que nadie el potencial que tiene como investigador también, por algo es mi mano derecha, sin embargo, diría sin temor a equivocarme que el único propósito por el cual se unió a la fuerza policíaca fue para poder portar un arma. Por suerte al ser su jefe directo me he asegurado de no dejarlo libre por las calles, así evito que cualquier día de estos lleguen a informarme que los hospitales se atiborran con delincuentes heridos producto de la buena puntería –y cabe destacar, carácter de los mil demonios– del agente Keehl.

Lo que más quiero es evitarme problemas y justo ahora.

—¿Y el informe que te pedí?— Escupo volviendo mis ojos a la pantalla de mi laptop, tecleando un par de palabras para no mirarle a los ojos— No deberías estar aquí molestándome si aún te queda trabajo por hacer.

—Sabes que no sirvo para eso del papeleo, Matsuda lo está terminando por mí. En un momento más te lo traerá, así que despreocúpate ya.

Me dice como si nada, volviéndose a echar mucho más sobre la silla. Enseguida detengo los andares de mis dedos al oír eso, tratando por todos los medios de tranquilizarme, me enferma cuando anda de holgazán pues sigo sin soportar esa parte de él a pesar de los años, este no es un jodido juego de críos por dios.

—Eres un abusivo con él, te lo he repetido mil veces, haz tu maldita parte del trabajo y coopera en algo, me estás colmando la paciencia, ¡Y baja los pies de mi escritorio, maldición!— Los aparto de un bofetón.

—Aish Elle, te ves tan tenso, deberías relajarte para quitarte lo cascarrabias que te estás poniendo.

Me sonríe autosuficiente, sin la más mínima gota de desconcierto. Descifro por el brillo de sus ojos que algo se trae entre manos, así que cauteloso lo vigilo con la mirada cuando se pone de pie y camina felinamente hacia mí, mis ojos por inercia se desvían a su ombligo que se encuentra al descubierto, esa pequeña chaqueta de cuero que lleva apenas le cubre el abdomen. Joder, ni en eso me obedece, reconozco que tampoco me fascina andar de traje, pero a veces es necesario si queremos dar una buena imagen como institución.

Siento como se posiciona tras mi silla y al instante advierto la delgadez de sus dedos masajear mis hombros, hasta juguetea un poco con mi camisa. Un estremecimiento se apodera de mi espalda cuando sus manos aflojan el nudo de mi corbata para colarse dentro de la tela y comienza a descender, yendo directo hasta mis pectorales. Estoy consciente de que el bastardo está sonriendo y de seguro debe estar pendiente de todas las reacciones que hago debido a las caricias que da por mi piel. Sus hebras doradas rozan mi cuello, lento y seguro intenta llevar sus labios a mi boca, admito que huele increíblemente bien, su aroma dulce se pasea sin problemas por mis fosas nasales.

—Agente Keehl por favor, deje eso— Sin embargo le detengo, de cierto modo no pretendo darle en el gusto hoy— Sabe que lo nuestro no funcionó.

—Lo sé perfectamente, señor— Lo escuchó reír muy cerca de mi oreja y no tarda en jugar con su lengua por ahí también, pareciera que le importa una mierda que le haya recordado el fracaso de nuestra pasada relación— …Pero le recuerdo que eso no le impide ir de vez en cuando a visitarme para sacarse las ganas.

Touché.

Está bien, reconozco que esta vez ganó un punto a su favor. Después de romper era obvio que algo de atracción había quedado entre nosotros y en vista que los mejores momentos que pasamos habían sido entre las sábanas, había quedado de común acuerdo seguir teniendo sexo casual. Es cierto que su carácter de mierda terminó por tocarme los cojones y dio paso a ponerle fin a nuestra efímera relación, pero en ese aspecto no podía reprocharle nada, el maldito es muy bueno en la cama.

Me reservo el hecho de responderle algo, pues sus labios deciden no comerme la boca, al contrario, bajan por mi cuello provocativamente e intuyo sin demora hasta dónde desea llegar, ambos sabemos cuánto nos calentaba tener sexo en la oficina, ya que la sola idea de ser descubiertos era basta estimulación para excitarnos, y sí, no dudo que con aquellos toqueteos que me daba hubiera conseguido hacerme caer, no obstante, por suerte un golpe en la puerta nos vuelve sin anestesia a la realidad. Se detiene haciendo una mueca de decepción, no necesita que le diga algo para alejarse de mí y hacer cómo que observa distraído por la ventana. Yo también hago como si nada mientras arreglo el cuello de mi camisa, evitando pensar en cómo habría terminado su jueguito de seducción.

—Adelante.

Hablo fuerte, la puerta se abre y silenciosamente se asoma la cabeza de Matsuda Touta, uno de los agentes más recientes que ha sido reclutado bajo mi cargo, quien llegó hace unos meses de Japón mediante un traslado inmediato. A ratos creo que me lo enviaron a este departamento porque simplemente querían deshacerse de él, pero claro está que nunca le he hecho saber mis sospechas, pues aunque a veces sea lento y algo torpe me cae bien. Es un buen tipo y muy eficiente con lo que sea que le ordene. Por el sonrojo en sus mejillas, lo nervioso que está y el cómo intercambia la mirada entre Mihael y yo es obvio que teme interrumpir algo, me agrada que sea prudente en ese sentido. Al fijarse que no estamos en nada vergonzoso decide entrar del todo y cerrar la puerta tras él.

—Jefe, aquí está el informe que estaba necesitando.

Recibo la carpeta y enseguida le pido a ambos que tomen asiento a mi frente, obedecen al acto. Paso las hojas leyendo entre líneas lo suficientemente rápido para ponerme al tanto y decepcionado descubro que no es para nada lo que esperaba leer. De nueva cuenta me siento atrapado en un callejón sin salida y eso me emputece hasta la médula.

Actualmente investigamos la eventualidad de que el club nocturno “Elysium”, uno de los sitios más concurridos y afamados del país, sea fachada para esconder un negocio altamente asqueroso y condenado; el tráfico sexual de personas. Es evidente para nosotros que por fuera aparenta ser un sitio cualquiera en pro de la diversión de la élite más poderosa de la sociedad, pero los recientes asesinatos ocurridos los últimos meses nos conducen a aquel edificio en la avenida principal y todo lo que sucede en su interior y alrededores.

—Como ve, los agentes por semanas han vigilado las afueras del club, pero no han detectado nada sospechoso fuera del hecho que el último tiempo la asistencia de personas al lugar se ha duplicado— Explica Matsuda, en lo que reviso una por una las fotografías de varios autos ingresando al lugar en cuestión— Eso nos lleva a pensar que el número de su clientela ha ascendido considerablemente por alguna razón en especi…

—El puto lugar ofrece un servicio que los demás no, está claro— Le interrumpe Mihael, dándole una nueva mordida a su chocolate. El moreno lo mira de reojo, un poco molesto por la impertinencia.

No le doy demasiada importancia a ello, en un segundo mi panorama cambia totalmente. Desvío la mirada hacia el conjunto de fotografías que decoran la pared de mi oficina y vislumbro cómo en algunas de ellas se retrata el cuerpo sin vida de jovencitos y muchachitas que esperanzados vinieron en busca de una oportunidad a este país y no encontraron más que desilusión y dolor. Muchos habían sido reportados como desaparecidos por sus familiares al perder el contacto con ellos pasado los días y al final, luego de meses de búsqueda, se encontraban sus cuerpos en algún lugar de la ciudad con un disparo en la cabeza, seguramente desechados cuando no sirvieron más. A ojos de cualquiera esto podría pasar a ser el comportamiento errático de un asesino serial como varios que se han reportado a lo largo de los años, pero las laceraciones en los genitales de todas las víctimas evidenciaban que habían tenido constante actividad sexual previo a sus muertes y estamos claros que para prostituirse no es el por qué vinieron hasta acá.

Todo por lo que pasaron había sido contra su voluntad.

Mis puños se cierran con fuerza y mi cabeza comienza a trabajar frenética al saber que si no actuamos ahora muchas más víctimas se sumarán a la lista de asesinados. Pienso en el deber que tengo de acabar con esta pesadilla y termino por convencerme que aquello que llevo pensando hace días es la única solución que tenemos para avanzar en la investigación, algo que aunque suene y sea bastante peligroso, es EL camino que hay que tomar para cumplir sin más tiempo que perder con nuestro cometido.

—Ante los nulos resultados que hemos tenido estos meses, no nos queda de otra más que cambiar de método…— Indico con firmeza. Mientras Matsuda me ve confundido, los ojos de Mihael brillan de la emoción. Estoy seguro que ya supone lo que estoy por decir y también sé cuánto le fascina esta parte de nuestro trabajo— Debemos infiltrarnos.

Notas finales:

El primer capítulo es así de corto ya que sólo es una introducción a todo lo que se avecina. Espero les haya atraído la idea y recomiendo que a lo largo de los capítulos no se vayan formando ideas en cuanto a parejas se refiere, pues quiero jugar un poco con ello... Aquí en nadie se puede confiar.

Gracias por darle una oportunidad a esta historia, ¡Saludos! :')


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