“Más”
Su cuerpo. Celestial y mágico envuelto en sudor. Sensación palpitante en cada lugar. Le rehuía, no quería más.
Su vista embriagada no entendía palabras, aquellas le decían que se detuviera, pero esa mirada celeste le imploraba que siguiera. Su cuerpo lleno de espasmo, sudor y semen le seguía pidiendo más y solo más.
Lo sabía. Su chico estaba aún paso de la inconciencia y el desmayo.
“Kagami-kun… no puedo… más”
Sus manos acariciaron su pecho y tomaron sus botones con rudeza al escuchar claramente que le pedía más. Era tan sexy cuando le rogaba.
“Tan sexy”
Lo envestía
“Tan hermoso”
Arremetida
“Tan mío”
Con una fuerte estocada, seguidas de más desesperada lleno ese caliente interior. Estaba cegado. Ese cuerpo debajo suyo desnudo y entregado le volvía loco, lo mandaba hacia otro lado, un mundo donde solo estaba kuroko y se apoderaba de todo su control.
“Kuroko… tetsu… amor”
Su frente sudorosa aterrizaba en ese pecho blanquecino con respiración acelerada mientras intentaba calmar la propia también. Esas gentiles y pequeñas manos acariciaron su cabello rojizo y sonrió.
“Taiga… Sa-sacalo no más por hoy”
Ahí estaba de nuevo esa palabra, su pene se contrajo, volvía a recobrar tamaño y dureza más y más excitación y expectación.
“No… No Más taiga estoy casado mng…”
De nuevo esos dulces gemidos, que lo hacía sentirse en la gloria. Su vista se deleitaba con ese cuerpo jadeante y gimiente en la cama, sus ojos llorosos e irritados, sus mejillas enrojecidas y decorada con rastros de semen que su lengua se habia olvidado de limpiar como era debido, sus manos se aferraban con impotencia a las sabanas productor del dolor placentero que kagami le seguía provocando a su lastimada entrada.
Puso de costado su cuerpo y levanto su pierna, su cadera se movía de adentro hacia afuera sacando su pene por completo para volver a llenarlo con él, sintiendo como esos fluidos salían de su interior.
Es semen se escurría tan blanco como la era la piel nívea de su novio.
“Kuroko”
Gimió cuando entro de golpe. Y escucho lo que pudo haber sido un grito de completo placer de su adorado ángel, no lo supo pues estaba tan concentrado en golpear su interior que no lo miro.
Su pene entrada y salía cada vez con más fuerza y desesperación, una y otra vez. Lo sentía. Lo sentía venir, se correría. Su descarga seria colosal y lo sabía.
Volvió de su mundo de placer y se dio cuenta de que su ángel ya lo habia abandonado, sintió un pulsación en su pene al verlo desmayado, moviéndose producto de sus fuertes embestidas.
Estaba mal pero no podía parar. Puso nuevamente su espalda contra la cama y abrió sus piernas lo más que pudo, y se acercó a su pecho para besarlo, morderlo y chuparlo, sus manos se ciñeron a su cintura para hacer de las arremetidas algo aún más duras y certeras.
Miro su rostro durmiente y tan tranquilo como lo era. Comió de su boca de manera obscena, su lengua violaba su boca al igual que lo hacia su pene. Y se corrió como creía nunca haberlo hecho.
“Perdóname”
Pronuncio, con una sonrisa complacida en su rostro, salió de él y antes de que comenzaran sus propios dolores se levantó para limpiar al ángel desecho en la cama.
~*~
Sus ojos se abrían paulatinamente y enseguida la pesadez en su cuerpo lo recibió y los recuerdos llegaron a él de manera satisfactoria.
Estaba de espaldas y podía sentirse limpio, las sabanas olían a jabón. Como siempre kagami debió cambiarlas mientras el dormía. Vio a su lado y ahí estaba el de espaldas. Con una sonrisa vio las miles de marcas que tallaban su espalda. Dejo un beso en ellas y se levantó.
Se sintió morir, hubiera caído de lleno si no se hubiera agarrado de la cama, quiso gritar pero solo se mordió los labios y miro a kagami esperando que no se hubiera despertado por ello.
Dolía.
Llego al baño y se apoyó en el lava manos mirándose en espejo, se enderezo mirando a detalle su cuerpo. Con su mano tatuó las marcas en su cuello, pecho, cintura, sus caderas, ni sus muslos se habían salvado de la voraz boca de kagami. Cerro lo ojos casi sintiendo esa boca lamiendo, chupando y mordiendo cada parte de cuerpo.
Su cuerpo era fuego vivo bajo esas manos.
Suspiro con tranquilidad para relajarse. Lleno la bañera de agua tibia y se metió en ella. Hoy no iría trabajar porque sencillamente no podía.
—¿Kuroko? ¿Estás bien? —preguntó kagami desde la puerta.
—No… Kagami-kun no tiene permitido tocarme hasta mi próximo cumpleaños
Kagami sonrió y camino hasta llegar a su lado, su pequeño tenía el ceño fruncido, y los cachetes inflados. Se retiró su ropa interior y se metió a la bañera. Ignorando los alegos de kuroko lo tomo y sentó en medio de sus piernas.
—No me gusta cuando kagami-kun no me escucha.
—Lo hago —sonreía detrás cerrando sus ojos y aspirando su delicado aroma.
—No lo hiciste anoche y no lo haces ahora. No me toques ahí —dijo al sentir que kagami acariciaba su pecho.
—Lo hice—decía mientras besaba su cuello, sus manos no paraban.
—No, no lo haces. No hagas eso —pidió ladeando más su cuello, su boca decía algo pero su cuerpo hablaba por si solo también.
—Anoche tú me provocaste, yo solo quería darle una noche inolvidable a mi ángel —otro marca era adquirida en su cuello, kagami lamia la zona irritada para luego dejar un casto beso en ella.
—No esperaba que te lo tomaras tan literal —kuroko sintió derretirse, siempre lo hacía cuando kagami lo llamaba de esa manera — Deja de hacer eso… no podré ir a trabajar si no se borran.
Kagami sonrió ante eso, le habia dado a kuroko un día lleno de detalles y dulce amor, pero su pequeño diablillo no habia quedado conforme con eso. Apenas habia ingresado a la casa kuroko habia asaltado su boca.
“Ahora quiero mi verdadero regalo, quiero que me tomes hasta dejarme inconsciente Taiga”
—Te amo kuroko
—¿ves?... lo estás haciendo de nuevo —dijo enfurruñado sintiendo como kagami cesaba sus toques, pero le abrasaba con tranquilidad.
—¿Que?
—No me escuchas —kagami sonrió
—Te amo Tetsu
—Kagami-kun está castigado
—Te amo
—De verdad estarás castigado
—kuroko Te amo — dio un beso en su mejilla
—Me voy a enojar
—Te amo, te amo, te amo
Kuroko suspiro, dio vuelta su cabeza y le miro molesto para luego volver a suspirar. Dio un casto beso en sus labios.
—También te amo Taiga, aunque seas un tonto
Kagami sonrió volviendo a besarlo esta vez él. Pero más intenso y atrevido, sabía que no podría tocar a kuroko por un tiempo, pero nada le impedía hacer y deshacer esa dulce boquita.
Su novio ya debía irse preparando para una horda de besos y mimos el día de hoy. Después de todo se lo merecía. Para y por kuroko... simplemente todo.
Fin