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Guerra de Delicias por acuariuscorpio

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen, sino a Masami Kurumada :D

Notas del capitulo:

Hola, hola a todos de nuevo :D

Vengo a presentarme ante ustedes con una mini historia de Milo x Camus, ya ven por el cumpleaños del cubo más sexy del mundo :3 No faltaba menos que mi regalo. 

Si han llegado hasta este punto, es que el resumen no estuvo tan mal como esperaba xD y es que pues el título no da mucho que decir.

Gracias a todos por leer y dedicar este capítulo a Camil y a TiFa. La primera por que me ha ayudado bastante con sus ánimos de día a día para que este capítulo-prólogo llegara a su fin, hermosa gracias. Y...TiFa lamento realmente contestar tarde-aún no me lo perdono-y una manera de disculpa es este humilde escrito (? 

Sin más...les dejo leer el capítulo! :)

Osteria Francescana de Massimo Bottura.

Su mirada se paseó por la multitud que lo miraban atentos, y no porque poseyera un galante cuerpo, ni por su cabello y mucho menos por sus ojos penetrantes que miraban a todos con un atisbo de felicidad. No. Nadie lo estaba viendo porque fuera un niño bonito, sino por ser la persona número uno en el arte culinario.

—Siempre se ha dicho que la ventana del alma son los ojos, las personas lo han dicho, los filósofos con experiencia lo han reafirmado, lo periodistas lo han mencionado y los pintores lo han pregonado. Realmente no estoy en contra de ello y tampoco no es que la frase no me agrade, sino que tengo un pensamiento un poco más liberal y contemporáneo que esa frase desgastada—miró al derredor en busca de un alma que dijera lo contrario, más los presentes se encontraban en un sepulcral silencio.

—<> No lo refuto, pero mi discrepancia es tal que me niego solo a decir que los ojos son las únicas ventanas al alma, ¡Qué pensamiento más conservador!—volvió a hablar siguiendo con su discurso, motivando a la muchedumbre a enfrascarse en el arte de cocinar. Sintió una gran alegría al ver que varias personas lo miraban sorprendidos, mientras otras tantas lo miraban admirados.

—La belleza se puede apreciar por la vista y oído, pues inmensidad de libros lo han mencionado—prosiguió al mismo tiempo que sus zapatos negros chocaban con frenesí contra la fría madera producto del aire acondicionado del lugar—  Las obras de arte son apreciadas no por el interés que las personas ponen en ellas, sino por el mérito que el autor, escultor, pintor o artista impregna en cada una de ellas. Cada centímetro de ellas fue tiempo de un artista, un pedazo de su alma regalado a ese trozo de mármol, partidura o lienzo—continuó al mismo tiempo que acomodaba uno de sus cabellos rebeldes. Pasaron segundos para que volviera a hablar.

—Como decía, que algunos sentidos son un poco sobrevalorados, porque…¿Dónde dejan la facultad del gusto?—finalizó con su discurso acompañado por gran variedad de aplausos y alabanzas como “Sin duda es el mejor chef del mundo” o “Nadie puede superarlo”. A él poco le importaba lo que la gente pudiera decirle, no influía ni en su forma de pensar ni de ser.

Caminó sonriendo falsamente en medio de ese mar de personas que lo miraban con admiración, casi como un Dios, idolatrándolo, alabándolo y felicitándolo.

—Se ve que estás alegre con la situación—le comentó Saga, mientras caminaba al interior de una magnífica cocina digna del mejor restaurante a nivel mundial. Estaba diseñada en una clara combinación de las cocinas antiguas y las contemporáneas, aunque el olor a buffet fuera el mismo.

—No me jodas la vida, Saga—murmuró mientras ataba su cabello en una coleta y se ponía el traje que tantos años lo caracterizaba—Hoy no.

—Oh vamos, no puede ser tan malo…¿O sí?—continuó con vehemencia a sabiendas de que su vida podría correr peligro, él otro lo miró a manera de reproche.

—Tú sabes que nunca me presento a estas conferencias—replicó como si fuera lo más obvio del mundo—Y encima tengo que cocinar para personas que no conozco—bufó mientras veía el agua hervir.

—Ohhh no seas un amargado, a veces no entiendo cómo es que dices que la comida debe prepararse con amor y ni siquiera te has enamorado por segunda vez.

—¡Esto es diferente!—exclamó un poco dolido, no por lo que Saga hubiese dicho, sino porque su orgullo estaba siendo mancillado por esa frase.

Callaron unos minutos antes de que un tercero llegara, el gemelo de Saga.

—¡Hola a todos!—exclamó con una felicidad que podría hacer enfadar más al menor de los presentes.

—¿Qué es lo que quieres, Kanon?—preguntaron al unísono, mientras el susodicho de paseaba a lo largo de la cocina probando todos los postres que encontraba a su paso.

—Adivinen quien se casa el próximo mes.

—No lo sé…—fingió demencia—¿Saori, quizás?

Kanon lo miró horrorizado, Saori había sido una de sus novias más queridas y aunque ésta lo dejó por enamorarse de otro, aún le dolía el tema de que se casara primero.

—Si serás…—quiso golpearlo, más Saga lo esquivó de manera audaz que terminó por medio caerse—Soy yo, y tú serás el padrino de bodas.

Ahora fue el turno de Saga para mirarlo de manera horrorizada. No era un secreto que el mayor de los gemelos tenía un talento para no derrochar el dinero como lo hacía el menor, algo a lo que él llamaba “ahorrar”.

—Ni loco creerás que yo voy a encadenarme a ti de manera legal, suficiente tengo con tener la misma sangre que tú—respondió con rapidez, mientras cruzaba los brazos a la altura de su pecho.

—Ohh…vamos hermanito, yo sé que no dejarías a tu hermano favorito en su boda—canturreó haciendo que los demás lo vieran como una cosa rara.

—¿No será porque eres su único hermano?—por fin se atrevió a hablar el menor de los presentes en medio de esa batalla de hermanos, Kanon en su defensa lo miró de soslayo y le hizo una seña de silencio.

—Shh…¿tú cállate, no ves que Saga puede poner dinero de para mi boda?—le susurró a manera de cómplice, logrando que el otro negara sutilmente con la cabeza.

—Si tú lo dices…—se encogió de hombros mientras sus pasos se dirigían a unos vegetales que estaban recién lavados puestos de manera limpia y ordenada en un tazón plateado decorado de centenares de puntos negros a modo de escurridor—Ahora si me disculpan tengo una cena que preparar—señaló la gran vajilla de platos que posaban elegantemente encima de una mesa metálica.

 

II

 

Miró con exasperación como los comensales disfrutaban de la exquisita comida que él mismo había preparado, no era para menos, estaban en el mejor restaurante a nivel mundial y una sola comida hecha por él estaba considerada como un “pedazo de cielo”, el problema no era la comida, no, no lo era, sino  las personas que se presentaban ahí; en su mayoría políticos y recién graduados de gastronomía y otras tantas estrellas de cine, todas con un nivel económico muy, muy alto.

—Todo ha sido un éxito…

Escuchó una voz que se dirigía hacia él con un acento muy marcado a español. Volteó con una sonrisa forzada.

—Oh…hola Shura—saludó de manera cortés.

—Se nota que disfrutas estar aquí—respondió el saludo sarcástico, mientras su mirada se dirigía hacia donde el otro la tenía puesta.

—Se nota que me conoces—farfulló en respuesta a su amigo desde hace años, para después mirarlo por primera vez en la velada y le sonrió no tanto como quería.

Shura había sido desde siempre uno de sus amigos y al igual que él se había dedicado al arte de la cocina, habían estudiado juntos e incluso se hacían pequeñas travesuras, nada del otro mundo.

—No deberías poner esa cara, asustarás a los comensales…

—Ese es el punto.

—No seas tan infantil, a tu madre no le gusta que te comportes así— murmuró conciliador mientras sus gestos se suavizaban. Él otro suspiró, realmente no le agradaba que los demás utilizaran sus puntos débiles para cambiar su actitud.

—¿A qué has venido?—cambió de conversación mientras tomaba una copa que uno de los meseros ofrecía—No creo que hayas volado desde España hacia acá solo para decirme que no debo de poner mi cara de siempre.

Shura sonrió divertido.

—No, claro que no—replicó—digamos que es más por asuntos de negocios.

—¿Negocios?—preguntó taimado—¿más?

—Sí, más.

Suspiró cansino.

—Esos negocios me implican a mí, ¿Cierto?

Su interlocutor lo miró con pena.

—Venía para ver si me podrías hacer el gran favor de dirigir un show de cocina…—calló al ver las facciones del otro de completo disgusto—yo…verás la paga será muy buena y no tendrás que hacer mucho, solo de juez—finalizó con una sonrisilla nerviosa que a los ojos del público podría catalogarse como nerviosa.

—A ver, a ver, deja ver si entendí, ¿Quieres que yo me mezcle de nuevo con tus negocios?—el otro asintió—¿Y que participe en un show de cocina?—de nuevo asintió—¿Y qué encima sea el juez?—el otro volvió a asentir—¡Vaya estupidez!

—Oye, oye, no seas tan negativo. Te aseguro que será una experiencia inolvidable.

—Inolvidable mis…—calló al verse observado por las personas, por lo que prefirió jalar al español a un lugar menos concurrido si es que se podía decirse así, pues el sitio estaba lleno hasta donde no—Ya hemos hablado de esto Shura, sabes que odio rodearme de gente que no conozco, por lo mismo no me presento a juntas, quiero que me aprecien por lo que soy y no por la fama o mi familia, ya te lo he dicho…

—Miles de veces—completó desesperado—al igual también que casi nadie conoce tu identidad y por eso mismo pediste que ninguna cámara se filtrara en este restaurante.

—Exacto—le aplaudió por primera vez— ¿y aún así me pides que me presente en un escenario donde son más cámaras que personas?

—Mira—rezó por paciencia—No necesariamente puedes estar al frente de todo—habló captando al momento la atención del otro—puedes fingir ser uno más de ellos mientras revisas la comida de cada uno, quizás puede y te enamores de las delicias que cada uno prepara, mientras otro finge ser tú.

Pareció pensarlo por momentos que se convirtieron en minutos, dándole una larga espera al español que lo miraba con ansiedad.

—¿Por qué tendría que hacerlo?

—Porque me debes un gran…

—Sí, sí, el favor—completó sonriente—Creo habértelo pagado con esta mini conferencia que tu llamaste.

—Oh vamos…no serás cruel con uno de tus mejores amigos ¿O sí?

—Tú sabes que puedo ser más que cruel, Shura…—dejó la frase al aire mientras salía a la terraza del restaurante a observar el paisaje de París, uno al que estaba más que acostumbrado desde hace poco más de cuatro años. Sus manos tocaron el frío metal que servía como adorno de uno de los tantos balcones del restaurante y aspiró el aire fresco que brindaba la ciudad.—Me debes uno grande, Shura.

El nombrado amplió su sonrisa entretanto se ajustaba su corbata, pues dentro de pronto sería el cierre a esa pequeña “fiesta”.

—Claro, claro—asintió de manera conforme—cóbratelo cuando lo más lo desees.

Ambos se miraron y sonrieron cómplices, para después dirigir la mirada hacia el cielo donde los juegos artificiales se vanagloriaban de la total atención de las personas, llamas danzantes se amontaban para después explotar en conjunto, dándole al cielo ese tono multicolor que lo embellecía.

—Solo una cosa…—volvió a hablar pasado unos minutos.

—¿Ahora qué?—trató de sonar convincente y tranquilo a pesar de que por dentro lo invadía la suspicacia de que el otro se acobardara y refutara la idea de hacer el show.

—Dime que mañana no me iré al lugar que tanto dices para hacer lo que me dijiste—dado su tono su voz, Shura supo que lo había descubierto demasiado temprano—Al menos que no será tan lejos…

—Ehh…¿Te parece lejos Inglaterra?

—¿Inglaterra…?—repitió el otro sin ganas de seguir la oración—¿Mañana?

—Claro. ¿Acaso creías que venía por nada?

El otro negó repetidamente la cabeza, muy en su interior ya sabía que la visita de su amigo no era porque lo amaba mucho.

—Muy bien—esbozó una sonrisa mucho más aventurera como en otros años cuando apenas tenía la ilusión de convertirse en un cheff—Nos vemos mañana en Inglaterra, al final de cuentas siempre lo quise conocer…

Aceptó por fin, sin saber lo que le esperaba en ese país un tanto desconocido para él, miró por última vez el lugar en el que se encontraba, sólo para dedicarle una sonrisa melancólica y alegre a la vez, una sensación agridulce se apoderó de él y deseó que el abandonar el lugar no implicara tener que cambiar.

Porque…

¿Qué de malo podría pasar si estaba en otro país?

Notas finales:

Chan, chan, chan, chan...

Y eso fue el fin del prólogo. Espero y les haya gustado :D

1-.Como verán quería intentar una nueva temática de historia de romance y dejar un poquito el misterio de lado. Realmente la historia surgió porque mi amiga está estudiando cocina y dije, ¿Por qué no imaginarme a Milo y Camus de hermosos cheff?, pues como he visto, esta temática tiene mucho, mucho cosas que contar y no había leído algo de ellos relacionados a la comida.

2-.Sé que algunos se preguntarán por la continuación de la otra historia "Contra el tiempo", pero verán que se me ha dificultado para seguirla, por no decir que liado en la manera de escribir, así que tomaré un breve descanso de ella, aunque eso no significa que la dejaré sin más...No quiero que me odien como una autora que nunca termina las historias uwu

3-.Gracias a todos por leer :D trataré esta vez actualizar más seguido, tengo amenaza que una personita de que sino me pongo escribir seré torturada XD

4-. Acepto críticas, comentarios y sugerencias, todos son muy bien recibidos, a excepción de aquellos que no se dirigen de manera respetuosa. Me encantaría leer lo que ustedes piensan acerca de la historia :)

Nos leemos pronto *-*/


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