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2 COOL 4 SKOOL por Naga

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Notas del fanfic:

FICHA TÉCNICA (?)

Título: Antology: 2 COOL 4 SKOOL

Autor: Naga

Capítulos: 7 capítulos compuestos por one-shot

Estatus: En proceso.

Publicaciones: No periódicas e irregulares.

 

DISCLAIMER

BTS se pertenecen a sí mismos y a su empresa. Yo sólo utilizo su imagen para desarrollar mi creatividad. Cualquier parecido con su entorno, vida y personalidad es sólo fruto de mi imaginación y el contenido aquí escrito es mero entretenimiento sin pretender o asumir que tiene algún parecido con la realidad.

El título pertenece a BigHit y BTS, llamado así por su 1er mini album.

Ésta historia ha sido publicada también en AO3 y Wattpad bajo el mismo título y seudónimo. Si lo encuentras en un lugar que no sean éstos, no soy yo. Denuncialo, por favor.

 

ADVERTENCIAS

• Contenido adulto: uso palabras malsonantes, relaciones homosexuales explicitas, etc.

• Versatilidad: Para mí no existe un activo y un pasivo en cada relación, por lo tanto, cualquiera puede jugar ese rol en cualquier situación.

• Relación principal: Cada one-shot tendrá su relación principal, pero no será la misma en todos. Quiero jugar y experimentar.

• Relaciones no convencionales y poliamor: Si esperas encontrar la narración explicita de orgía homosexual, NO estás en el lugar correcto. Aparecerá OT7, OT3 y puede que OT4 en forma de poliamor, en el que todos los miembros están relacionados amorosa, sexual e íntimamente. En otros términos, se trata de una relación grupal, donde hay polifidelidad, "donde todos los miembros son considerados compañeros iguales y aceptan tener una vida sexual activa sólo con otros miembros del grupo" (fuente: Wikipedia). Bajo ningún concepto quiero ofender a nadie que mantenga éste tipo de relación, de forma que si lo hago, disculpa mi ignorancia. 

• One-shots de longitud larga-extensa: soy una maquina de escribir y no soy capaz de hacer algo cortito, tengo que centrarme en eso y empezar a hacer trabajo de síntesis. Por el momento, sólo podré ofreceros biblias en verso (?).

 

FACTS

Vamos por partes como Jack el Destripador, que he de explicar algunas cosas.

• Publicaciones. Normalmente no publico nada si no lo tengo terminado, pero debido a que he querido comenzar esto desde hace un tiempo, he decidido que iré publicando cada one-shot cuando lo vaya teniendo. De modo que las actualizaciones serán sorpresa, porque no sé cuando tendré tiempo o motivación para escribirlos, pero como van a ser one-shots independientes en su gran mayoría, no es necesario leerlos todos para entender la historia. No hay continuidad, de modo que me podía permitir actualizar a mi ritmo. Espero que no sea un inconveniente.

• Parejas. Con BTS soy multishiper. Para mí el OT7 es vida. Los quiero a todos por igual y de diferentes maneras por sus virtudes y defectos. No le hago ascos a ninguna pareja y, de hecho, tengo intención de meterme en situaciones de poliamor, maknae line, rapper line y todo tipo de batiburrillo. Así que aquí es posible que encuentres a tus parejas favoritas y tus parejas más odiadas. Ante todo pido respeto, paz y amor, porque voy a volcar todos los sentimientos OT7 que tengo reprimidos desde hace meses d84; No quiero meterme en guerras de fandom ni nada por el estilo.

• Antología. Empezando por 2 COOL 4 SKOOL y terminando por WINGS, mi idea es hacer una antología de cada álbum. Es decir, crear one-shots (no songfics) inspirados por la letra,  el titulo de la canción, la música o el MV (o que no tenga nada que ver, yo qué se (?)) de cada canción de cada álbum pasando por todo tipo de parejas y géneros, universos alternos y headcanon. En los últimos meses me he enfrascado en historias largas y complejas y me siento un poco asfixiada. No quiero abandonarlas, pero creo que necesito escribir un poco de otras cosas para poder seguir enfocada en ellas, así que he ideado éste método anti estrés y que espero que todos podamos disfrutar.

• Advertencias. Como no sé lo que puede aparecer de ahora en adelante, las advertencias más arriba y en el resumen pueden ir cambiando. Es aconsejable ir revisandolas en cada actualización ^^

•Sugerencias. ¿Hay alguna pareja o situación que os gustaría leer en determinada canción? Acepto sugerencias de todo tipo ^^ A mi no me faltan ideas, pero me encanta leer promtps en tumblr y me gustaría probar a hacerlo en algún momento, por mera curiosidad d84; Así que no dudéis en comentar.

• Me encanta el feedback, si tienes algo que decir, seré feliz de escucharlo siempre y cuando sea una critica constructiva. En mi perfil podréis encontrar mi tumblr, donde atiendo todo tipo de consultas y peticiones (?) y twitter, donde no hago más que quejarme (?).

 

Sin más que añadir... ¡A leer! 

INTRO: 2 Cool 4 Skool (JungKook se enamoró de él a primera vista y desde el principio supo que sería su único amor)

                  » NamKook. fluff.  

×××

 

La oficina era pequeña, fea y pobre.

 

JungKook había pasado por más de cinco empresas de entretenimiento, había hecho entrevistas en todo tipo de despachos, pero sin duda, el de Bang ShiHyuk era el más desastroso y deplorable.

De hecho, parecía que todo en BigHit Entertainment era pobre y más que obvio que no tenían dinero para gastar en reformas o en equipo.

 

Estaba sentado entre su padre y su madre, y al otro lado del escritorio, Bang ShiHyuk hablaba y hablaba sin parar, únicamente dirigiéndose a ellos, ignorando completamente a JungKook.

De todas formas, JungKook no estaba escuchando. Habían empezado a hablar de temas legales que a él no le interesaban nada y que eran sus padres quienes debían solucionar aquello.

JungKook sólo quería cantar y bailar, y lo demás no le interesaba en absoluto.

 

Las empresas se lo rifaban, todas estaban interesadas en su talento, y lo único que tenía que hacer JungKook era elegir una entre las siete que lo habían contactado tras mandar un video de audición. Por eso estaba con sus padres visitando todas y cada una de las firmas que buscaban reclutarlo, entrevistándose con los CEOs y productores, tratando de encontrar el ambiente que mejor se ajustase a él y a lo que quería para su futuro.

Y, desde luego, BigHit Entertainment estaba siendo la que peor impresión le había dado.

No solo parecían carecer de dinero y de instalaciones apropiadas, sino que tampoco tenían un mínimo de popularidad ni prestigio, y apenas tenían un dueto masculino en activo.

 

En YG estaban dispuestos a lanzarlo como solista. SM quería incluirlo como líder y vocalista principal en un grupo masculino adolescente. JYP le ofrecía participar en un entrenamiento para un nuevo grupo que pretendían formar. Y todos ellos incluían golosos contratos por varios miles de wons.

Y BigHit ¿qué le ofrecía?

Unas instalaciones humildes y una plaza de entrenamiento para un grupo de hip hop del que la mitad de los miembros originales habían desertado después de dos años entrenando y que aun no parecían estar preparados para debutar.

 

No, JungKook no veía ningún futuro en aquella empresa.

Aun no había decidido, pero estaba seguro de que BigHit Entertainment no estaría entre las opciones a barajar.

 

— ¿Te gustaría conocer a los miembros, JungKook?

 

JungKook estaba desconectado, pero se dio por aludido al escuchar su nombre pronunciado por el CEO.

Había perdido todo el interés por la empresa y conocer a los miembros del grupo le resultaba completamente indiferente. Pero JungKook era demasiado tímido como para desvelar sus verdaderos pensamientos y en su lugar se limitó a asentir, sólo por complacer al empresario y demostrar que, aunque fuera mentira, se planteaba ingresar a su empresa en decadencia.

 

Bang ShiHyuk se levantó y rodeó los hombros de JungKook con el brazo, guiándole fuera del despacho, escaleras abajo, mientras le hablaba del grupo, al que pensaba llamar BTS.

Bangtan Sonyeondan. Los chicos a prueba de balas.

El nombre le pareció cursi, y pensó que se moriría de vergüenza si tuviera que presentarse bajo ese nombre y tuviera que defenderlo durante el resto de su carrera. Menos mal que ya había decidido que no iría a ingresar en esa empresa.

 

— ¿Qué te parece si vamos a ver al líder primero? — preguntó Bang, pero por la seguridad de sus pasos, JungKook no tendría mucho que decir al respecto. Estaban bajando al sótano, y JungKook necesitó comprobar que sus padres los seguían justo detrás, temeroso de que aquel hombre pudiera hacerle algo si se quedaban a solas — Se llama Kim NamJoon y acaba de cumplir los dieciocho, de modo que podría ser tu hyung... — explicó el rechoncho hombre, hablando del chico de una forma que JungKook pudo notar que sentía apego por él — Es el más joven de los aprendices hasta el momento, pero te puedo asegurar que será un gran líder.

 

JungKook se sorprendió.

No era demasiado habitual que el maknae de un grupo fuera el líder, y eso hizo que las expectativas de JungKook aumentaran un poco, algo más interesado en conocer a ese chico.

 

— Era un rapero underground antes de que lo reclutara, y créeme cuando te digo que es muy, muy bueno... Tiene un gran potencial y estoy deseando ver cómo crece y evoluciona. Te vas a sorprender — le prometió Bang — Estaba entre los mejores estudiantes del país. Tiene un cerebrito de oro y podría haber seguido con sus estudios y haber sido exitoso en la carrera que se propusiera... Pero su pasión es el rap, quería dedicar su vida a la música y así fue como llegó hasta mí...

 

JungKook miró al hombre, incrédulo. ¿Uno de los mejores estudiantes del país había acabado en tan cochambrosa empresa? ¿Cerebro de oro había dicho? JungKook no lo creía. No había que ser muy listo para ver que meterse ahí era como enterrarse vivo.

No había futuro.

BigHit estaba destinada a la quiebra.

 

— Le he dado el nombre de Rap Monster.

 

Bang ShiHyuk se detuvo frente a una puerta y JungKook tuvo que reprimir una cara de absoluto desprecio tras sus últimas palabras para que el jefe de la empresa no lo viera.

¿Qué clase de nombre artístico era ese? ¿No era un poco ostentoso? Vaya creído debía ser el tal Kim NamJoon si se autoproclamaba un monstruo del rap.

Debía reconocer que el CEO Bang había despertado su curiosidad, pero las expectativas ya no eran tan altas. JungKook esperaba un guaperas subidito y egocéntrico, con la cabeza llena de corcho pero creyéndose mejor que nadie por ser líder y rapear bien. Seguro que JungKook podría ganarle hasta en eso...

 

Bang había tomado la manija de la doble puerta insonorizada, probablemente perteneciente a algún tipo de estudio de grabación, pero aun no se había decidido a abrirla mientras seguía hablando maravillas del líder de su grupo novato, pero JungKook ya no lo escuchaba, más impaciente por saciar su curiosidad que por seguir creándose falsas ideas sobre él.

 

— Ahora mismo están grabando un video promocional — les dijo a JungKook y a sus padres, cuando por fin pareció estar listo para entrar — No se graba sonido, pero vamos a intentar no distraerlo hasta que corten...

 

El CEO Bang abrió la puerta con lentitud, dejando entrar a los Jeon en un pequeño plató prácticamente a oscuras.

JungKook entró a ciegas, pensando por un momento que los había engañado y que allí dentro no se estaba grabando nada. Cuando puso un pie en el interior notó que la temperatura caía en picado y su piel se puso de gallina por el centrarse del calor que hacía fuera y el frío de allí dentro.

Lo primero que llamó su atención fue una luz intensa enfocada en una mínima parte del plató. Ésta creaba unas sombras fuertes y duras, y en el centro se encontraba él.

 

Completamente vestido de negro, con ropas sencillas, planas, nada ostentosas, sino más bien confortables, demasiado finas para el frío que hacía allí abajo. Su pelo un amasijo de rastas recogidas hacia atrás en una extraña coleta. Su cara prácticamente cubierta completamente por unas enormes gafas oscuras, que hacían que toda la atención se centrase en su piel morena y bronceada, y sobre todo, en su boca de labios gruesos que se movía la velocidad de la luz mientras rapeaba.

La música sonaba de fondo, la voz grabada recitaba las palabras con fluidez, y él se movía al ritmo, entregando su interpretación a la cámara. Pero no se limitaba a hacer lip-sync, si no que rapeaba a viva voz sobre sus propias letras, llenando aquella fría habitación con incisivas rimas a coro consigo mismo.

 

JungKook había estado conteniendo la respiración desde que fijó su mirada en él.

 El lugar podía ser feo, pobre y cochambroso, pero ese chico tenía una presencia que podía hacer que JungKook se olvidara de todo aquello y pudiera imaginarse en un escenario junto a él.

Era agresivo, dominante, pero, a la vez, provocaba una sensación en JungKook que hacía que se sintiera seguro, que podía confiar en él. Era temple y fuerza hecho uno, duro y suave al mismo tiempo. Era calma y tempestad. Era un líder de la cabeza a los pies.

 

Una última frase, pronunciada casi como un susurro, provocó un fuerte estremecimiento en el cuerpo de JungKook, haciendo que sintiera las piernas débiles y unas inmensas ganas de llorar.

Sentía sus ojos muy abiertos y todo su cuerpo rígido como una tabla, sus músculos en tensión, tratando de no ponerse a temblar.

No sabía que estaba pasándole.

Su corazón dolía, mucho. Latía más rápido que nunca, como si quisiera salirse de su pecho. A veces incluso sentía que se saltaba algún latido y se encogía dolorosamente sobre sí mismo, como si muriera durante un segundo y reviviera tan rápido que al resto de su cuerpo no le diera tiempo a procesarlo.

 

La música siguió sonando y otra voz pregrabada reemplazó a la de aquel chico moreno durante unos segundos más, donde en el lugar se quedó en calma, y sin embargo, dentro de JungKook todo se derrumbaba y se volvía a reconstruir.

 

— ¡CORTEN! — gritó una voz proveniente de aquella oscuridad tras los focos — ¡Buen trabajo!

 

— ¡Ey, Rap Monster!

 

El chico moreno desvió la mirada oculta tras sus gafas en su dirección, y JungKook hipó en sorpresa, al sentirse objeto de su atención.

Ese era Rap Monster. Ese era Kim NamJoon.

 

Bang ShiHyuk hizo un gesto con la mano, en señal de que se acercase, y el muchacho de rastas obedeció sin dudar, saliendo con extremo cuidado del pequeño set, tratando con todas sus fuerzas de no tocar nada, evitando cuidadosamente los pies de foco y los cables en el suelo.

Se acercó a ellos con una rapidez lánguida y torpe,  como si de repente se hubiera convertido en una persona distinta.

Pero eso no fue suficiente para decepcionar a JungKook.

 

Llegó hasta ellos con los hombros encogidos y la espalda encorvada, pareciendo la mitad del tamaño que había demostrado frente a la cámara. Aun así, seguía siendo mucho más alto que JungKook, tan delgado y poco musculado como él.

 

Kim NamJoon se paró junto a Bang ShiHyuk, dejando que el CEO le diera unas fuertes palmadas en la espalda que por poco lo tiraron al suelo.

 

— Rap Monster — repitió el hombre, con un marcado tono de orgullo en la voz.

 

— Deje de llamarme así delante de la gente, por favor... — pidió el chico, sobándose la nuca con el brazo en alto, entre divertido y avergonzado por el trato de su jefe —  Van a pensar que me lo creo demasiado...

 

Sí, JungKook daba fe de que aquella era la impresión que daba.

 

A duras penas podía ver su expresión, entre las oscuras gafas y las sombras que se dibujaban en su cara casi en penumbra. JungKook tan sólo distinguía su silueta recortada al contraluz. Pero así no había nada que lo distrajera de escuchar su voz, grabe y aterciopelada, con un elegante acento neutro.

JungKook no podía ver su rostro, pero algo en sus palabras le decía que aquella humildad era genuina.

 

— Deberías empezar a creértelo... Además, así te vas acostumbrando. Cuando debutes todo el mundo va a llamarte así...

 

JungKook no podía dejar de mirarlo, pese a que no podía verlo realmente en la oscuridad. Estaba congelado, literal y metafóricamente. Ni si quiera parpadeaba, tratando de que sus ojos se acostumbraran a la carencia de luz. Debía parecer imbécil.

 

— Perdona que interrumpiera tu grabación, NamJoon, pero quería presentarte a alguien — JungKook supo que el CEO Bang había hecho un gesto hacia él, haciendo que NamJoon por fin lo mirara.

 

NamJoon se movió ligeramente, y no hizo falta más que medio paso a la derecha para que su ancha espalda dejara de hacer sombra a JungKook.

Sabía que NamJoon había hecho eso para poder verlo, y no hizo falta más que aquello para que la luz también iluminara su rostro. Se había quitado las gafas de sol, y ahora JungKook podía ver sus ojos almendrados, de parpados caídos y pestañas cortas, grandes pupilas oscuras y una mirada inteligente y sagaz.

Al sentir esa mirada sobre él, JungKook tuvo que cerrar la boca para que el corazón no se escapara de su cuerpo.

 

— Éste es Jeon JungKook — le presentó Bang ShiHyuk con un ademan educado de su mano — Y sus padres, Jeon DaeJung y Park YooRim.

 

— Es un placer conocerlos — respondió NamJoon, haciendo una venia de noventa grados hacia ellos.

 

JungKook se encontró sin saber cómo responder ante esa muestra de cortesía, quedándose clavado, tenso e inmóvil, comportándose sin pretenderlo como un maleducado. 

 

—JungKook quiere entrar en la industria musical y está buscando una agencia en la que entrar... Es cantante y tiene buena disposición para convertirse en un gran bailarín. Me gustaría que estuviera en Bangtan...

 

— Eso sería fantástico — sonrió NamJoon, dirigiéndose ahora completamente a JungKook — Por el momento somos tres raperos y sólo tenemos un vocalista, Jin-hyung... Es demasiado guapo... YoonGi-hyung, HoSeok y yo somos muy feos a su lado... Si dejamos que se quede como único vocalista nos va a robar toda la atención — bromeó NamJoon, sacando risas a los padres de JungKook — Aunque creo que JungKook es muy guapo también — JungKook hipó de nuevo, sobrecogido por el halago y por la mirada sincera y amable de NamJoon — Pareces muy joven, pero estoy seguro que en un par de años serás el centro de todas las miradas, estés o no en Bangtan...

 

Estuviera o no en Bangtan... ¿Por qué esas palabras sonaban tan amargas ahora, cuando minutos antes le habrían sido completamente indiferentes?

 

— NamJoon... — una chica con una carpeta en sus brazos se acercó al costado de NamJoon, llamando su atención con una delicada voz, deseando no interrumpir — El director pregunta si estás listo para seguir grabando...

 

— Dile que espere — contestó cortante Bang ShiHyuk por él, y acto seguido, cuando la chica de producción se marchó, se dirigió a sus invitados con una sonrisa afable — ¿Por qué no me acompañan a ver el material? — les ofreció a la familia Jeon — Es el videoclip promocional de un cover que NamJoon y Suga han escrito ellos mismos... Suga es otro de los raperos del grupo, es un chico muy serio, pero muy trabajador...

 

ShiHyuk se llevó a los padres de JungKook mientras seguía hablándoles del concepto del video, pero JungKook no los siguió. Sentía que como intentara moverse, se caería al suelo y haría más el ridículo de lo que ya lo había hecho hasta el momento.

NamJoon estuvo a punto de marcharse también con ellos, pero antes de dar un solo paso, se percató de que JungKook no se movía, de hecho, parecía un maniquí. Ni si quiera había pronunciado una palabra desde que ingresó al edificio. Sin duda, NamJoon debía ser ahora el que pensara que JungKook era un cabeza de corcho.

 

NamJoon lo miró con interés por unos instantes.

JungKook se preguntó si, ahora que estaban solos, mostraría una cara diferente. La verdadera. Que hiciera algo que confirmase que los prejuicios que JungKook se había hecho sobre él antes de verlo fueran ciertos. Se preguntaba si se burlaría de él, si le mostraría una faceta prepotente, si lo trataría como si fuera inferior sólo por ser menor...

Pero nada de eso ocurrió.

NamJoon sonrió ampliamente, apretando sus labios y mostrando un hoyuelo en cada una de sus mejillas. Una sonría infantil e inocente, verdadera, encantadora.

 

— Debes estar congelado ¿no? — preguntó, viendo la carne de gallina en los brazos desnudos de JungKook, al llevar una camiseta sin mangas — Ven, acerquémonos a los focos — sugirió, tomando una de las finas muñecas de JungKook con cuidado, tirando de él delicadamente y sin hacer fuerza hacia la zona iluminada. JungKook se dejó llevar, caminando como si él fuera un imán atraído hacia el polo contrario, aunque JungKook no sentía ninguna obligación de hacerlo. Era extraño... Era cómodo... Natural — Parece que no, pero dan mucho calor... ¡Oh! — exclamó repentinamente el mayor, agrandando sus rasgados ojos al fijarse de nuevo en JungKook, ahora bajo la luz, apreciándolo como era en realidad — ¡En verdad eres muy guapo! SeokJin va a estar celoso — comentó entre risitas, llevándose la mano a los labios en un gesto que resultó de lo más atractivo a ojos de JungKook.

 

¿Atractivo?

JungKook no había pensado jamás eso de nadie. Menos de un chico. Pero pensarlo de NamJoon se sentía bien. Se sentía correcto.

 

— ¿Qué edad tienes, JungKook? — preguntó.

 

— Q-quince...

 

— ¡Vaya! Eres más joven de lo que pensaba — exclamó NamJoon, guardándose las gafas de sol. JungKook notaba movimiento en la oscuridad, pero no sabía a ciencia cierta lo que estaba pasando. El staff parecía estar disgregándose debido al parón de la grabación, y JungKook sólo podía sentirse aun más nervioso ante la idea de quedarse a solas con ese chico — Ojalá yo hubiera tenido tan claro lo que quería hacer con mi vida a tu edad. Habría perdido menos tiempo y habría trabajado más en mejorar mi rap. Con quince años tenía la nariz enterrada en los libros todo el día y no hacía más que estudiar y estudiar...

 

— ¿Es verdad que dejaste los estudios para ser idol?

 

NamJoon rió. Una risa tranquila y relajada que estiró sus gruesos labios y marcó más los hoyuelos de sus mejillas.

JungKook sintió que se sonrojaba violentamente, y no estaba muy seguro de si había sido por aquella risa tan especial o por la vergüenza de haber hecho aquella comprometida y personal pregunta a bocajarro. ¿Dónde había quedado su timidez? Él nunca hablaba de forma tan directa con desconocidos. Pero NamJoon le transmitía una agradable sensación de cercanía, le daba la impresión de que podrían ser amigos fácilmente... si llegaban a conocerse... si tuvieran la oportunidad de coincidir en el mismo grupo...

 

— ¿Eso de ha dicho Bang-PD? — preguntó NamJoon con humor, rascándose la nuca con la mano, un gesto metódico que JungKook rápidamente se percató que se debía a un intento que el mayor tenía de ocultar su vergüenza. En realidad, Bang no había dicho algo como aquello, pero era lo que JungKook había entendido en sus palabras — Bangtan no iba a ser un grupo idol ¿sabes? Nos lo vendieron como un grupo de hip hop, como Dinamic Duo. Esas fueron las palabras de Bang-PD, por eso HunChul-hyung y yo firmamos... — JungKook vio cómo la mirada de NamJoon se perdía en los recuerdos. Su sonrisa se desdibujó y cayó, su expresión se volvió melancólica — Soy el único que ha quedado de la formación original, es por eso que soy el líder. Ahora tenemos que aprender a bailar y necesitamos vocalistas si queremos debutar. No es un cambio que me desagrade, que conste — se apresuró a aclarar, antes de generar un malentendido, pero JungKook no lo hizo. Le parecía lógico que él, como rapero, estuviera decepcionado de un cambio así, cuando lo que le prometieron fue algo completamente diferente — Es muy posible que como raperos, en una empresa tan pequeña como esta, no hubiéramos tenido una trayectoria muy larga. Como idols tal vez tengamos una oportunidad de triunfar... de llegar alto... — NamJoon volvió a mirar a los ojos a JungKook y sonrió, consiguiendo que las mejillas del menor se volvieran aun más rojas y se viera obligado a bajar la mirada — Y todo esto nos enseña que Bang-PD miente mucho — rió — pero si promete algo, puedo asegurarte que lo cumple. Y por eso seguimos aquí... Suga-hyung y yo... Nos prometió que podríamos hacer nuestra propia música, y lo está cumpliendo. Suga-hyung y yo hemos escrito las letras del cover, y va a ser el primer contenido que salga a la luz bajo en nombre de Bangtan, así que estamos muy orgullosos de ello...

 

Se notaba. JungKook veía el orgullo reflejado en sus ojos, un brillo apasionado en sus oscuras pupilas, su voz teñida de una profunda satisfacción personal por su trabajo, por su labor, por estar haciendo lo que más le gustaba, pero sin una pizca de la soberbia que JungKook le había achacado sin conocerlo.

No. NamJoon estaba mostrando una humildad tan sincera que JungKook se sentía pequeño e insignificante a su lado. NamJoon era la personificación de la pasión y la verdadera entrega a la música, y había creado una admiración tan grande en JungKook en tan solo unos minutos que las ideas que tenía tan claras antes de conocerlo se estaban yendo por el desagüe, sustituidas por unas nuevas, desconocidas, que le asustaban más que nada, y a la vez le resultaban atrayentes.

 

Pero todo aquel discurso sólo le había dado a entender que no se fiara del CEO Bang, que era un mentiroso y un traidor, y que había engañado a esos chicos para que firmaran un contrato que los atara a un futuro que no era el que ellos deseaban.

Ojalá JungKook pudiera hacer algo para sacar a NamJoon de ese agujero y llevárselo con él a otra empresa, donde realmente pudiera rapear si era eso lo que quería hacer.

 

— Y respondiendo a tu pregunta: no, no dejé mis estudios — contestó al fin NamJoon, retomando el hilo por sí mismo. JungKook se dio cuenta de que NamJoon hablaba muchísimo, se iba por las ramas, pero las cosas que decía eran tan interesantes que apenas se daba cuenta de lo rápido que pasaba el tiempo — Éste rollo hip hop está muy guay... ya sabes, los chicos malos, too cool for school... Pero una cosa es la apariencia y otra cosa es lo que hay aquí — se señaló la sien con seriedad — No hay que dejar nunca de aprender. Mientras entrenaba en la empresa, también trabajaba duro por graduarme. Si me dejas darte un consejo, JungKook, acabes o no en BigHit, no abandones tus estudios, ¿vale?

 

JungKook asintió con la cabeza, un poco acobardado.

Su hermano mayor le había dicho lo mismo que NamJoon, pero no le había hecho ni la mitad de caso que al rapero. JungKook tenía calificaciones mediocres en todas las asignaturas menos educación física y música. No tenía esperanzas en graduarse si comenzaba a entrenar para una empresa.

Pero de repente se había propuesto conseguirlo, sin importar cuánto le costase. Sin importar lo que tardase. Y cuando lo consiguiese, estuviera donde estuviera, ya fuera en la otra punta del mundo, en una empresa diferente o compartiendo el mismo dormitorio, buscaría NamJoon y le agradecería aquel consejo como el más valioso de su vida.

 

— ¡JungKook! — escuchó la voz de su padre llamándolo desde las sombras — ¡Te estábamos buscando!

 

Vio a sus padres aproximándose junto a Bang ShiHyuk.

Su tiempo a solas con el rapero se había acabado y parecía ser el momento de marcharse y dejar que continuara con su grabación.

JungKook se despidió con una ligera reverencia, incapaz de pronunciar una palabra más, y NamJoon simplemente le sonrió y le revolvió el pelo con familiaridad.

 

— Te deseo lo mejor, JungKook — le dijo NamJoon, antes de que JungKook se diera la vuelta para caminar fuera del estudio, arrastrando los pies porque quería quedarse a ver la grabación, y sabía que si miraba atrás, aunque sólo fuera un segundo, se quedaría allí perdido una vez más en la enardecida forma de rapear de NamJoon.

 

Una hora después, sentado en el asiento trasero del coche alquilado de sus padres, de camino de vuelta al hotel en el que se hospedaban durante su estancia en Seúl, JungKook seguía con sus pensamientos anclados en aquel oscuro plató del sótano de BigHit.

No había prestado atención a nada más de lo que decían sus padres o el CEO Bang. Nada la interesaba. Su corazón se había mantenido latiendo desenfrenado mientras su mente no paraba de rememorar a NamJoon, su espigado cuerpo, la forma en la que se inclinaba para parecer menos alto, menos intimidante; su sonrisa apacible, su risa armoniosa, y en cierta forma, adorable; sus ojos intensos e indomables; y cómo todo eso se transformaba en una explosión de puro fuego y lava cuando rapeaba, como un volcán dormido que de repente entraba en erupción.

Había sido una magia desconocida que había capturado a JungKook.

 

— Estás muy callado, hijo — dijo su padre, sacándolo de sus pensamientos, mirándolo por el espejo retrovisor — Cuando salimos de las otras empresas no parabas de hablar... ¿En qué piensas con tanta concentración?

 

JungKook miró los ojos de su padre a través del espejo, los suyos muy abiertos y asustados. Asustado porque su corazón ya había tomado una decisión, mientras que su cerebro no paraba de repetirle, una y otra vez que se lo pensara mejor, que aquello era un error.

JungKook tenía siete compañías peleándose por obtener su talento y aun le quedaban dos por visitar.

En YG podría ser solista. En SM podría ser líder. EN JYP podría pertenecer a un grupo evocado al éxito. Y sin embargo, JungKook quería venderse a la empresa más pobre, a la menos confiable, donde menos oportunidades tendría... Sólo porque había conocido a un chico, que con un pequeño rap y unos minutos de conversación, había puesto todo su mundo patas arriba.

 

JungKook miró su reflejo en el pequeño espejo. Sus ojos como platos, sus mejillas aun afiebradas, y su corazón latiendo como si hubiese corrido una maratón.

Estaba loco. Loco de atar. Iba a mandar su futuro por el caño. Pero cada fibra de su cuerpo lo conducía en aquella dirección sin un ápice de duda.

Quería estar con él. Quería trabajar a su lado. Apoyarse el uno en el otro para hacer frente a las dificultades. Llorar juntos cuando obtuvieran su primer premio. Armonizar sus voces mientras NamJoon rapeaba y JungKook cantaba.

Quería estar en Bangtan más de lo que quería la fama y el reconocimiento. Quería contagiarse de la pasión de NamJoon, quería vivir ese camino con toda su alma, con la entrega de quien se lanza al abismo sin mirar, antes que una vida de éxito con un recorrido de un vacío existencial.

 

— Ya he tomado una decisión — dijo al fin, su voz alta y clara, firme y sin lugar a duda — Me quedo en BigHit.

 

○○○

 

JungKook comprendió de inmediato que el camino que había elegido, era el más difícil, el más largo, con las cuestas más empinadas y los baches más profundos.

 

NamJoon, YoonGi y HoSeok llevaban años entrenando para alcanzar su sueño y debutar, una meta que cada vez veían más cerca después de tanto tiempo esperando.

Veía a SeokJin, quien nunca había cantado ni bailado antes de entrar en la empresa, y a JiMin, la última adquisición para el grupo, quien era un maestro en el baile, pero debía pulir su habilidad de canto, esforzándose día a día con tanto ahínco que acababan extenuados, durmiéndose por los rincones en cuanto llegaban al dormitorio.

 

Viendo a sus hyungs poniendo tanto afán para alcanzar la meta que se habían marcado juntos, JungKook no podía quedarse de brazos cruzados, mirando, sin trabajar ni la mitad de duro que ellos. Era el más joven, pero eso no quería decir que debiera ser un perezoso. Más bien, todo lo contrario.

 

En tan solo dos meses tras su ingreso a la empresa, JungKook se encontró con la primera gran dificultad, a la que tendría que hacer frente solo.

En cuanto Bang-PD sacó aquella opción a colación, JungKook aceptó sin dudar, dispuesto a hacer ese sacrificio por sus compañeros, por ser mejor y mejor, lo suficientemente digno para ser parte del grupo, para ser merecedor de la pasión que sus compañeros entregaban.

Y de pronto, JungKook estaba en un avión de camino a Los Ángeles, para someterse a un entrenamiento de baile de parte de una de las mejores academias del mundo durante un mes completo.

 

JungKook bailaba día y noche. Comía para bailar. Dormía para bailar.

Casi ni hablaba. Sólo movía sus labios siguiendo las letras si la canción que estaba practicando le gustaba mucho, pero toda su capacidad motriz y su atención se centraba al cien por ciento en los movimientos de baile.

 

Al final del día JungKook estaba tan agotado que no tenía fuerzas ni para tomar una ducha. Lo único que quería cuando llegaba a la habitación de hotel que compartía con su instructor de baile era dormir y no levantarse hasta la mañana siguiente.

Pero cada noche, cuando llegaban todas las notificaciones de los mensajes que había recibido durante el día a su teléfono móvil, sabía que todo ese trabajo duro merecía la pena.

 

Esperaba a después de la cena y la ducha, para tumbarse en su cama tranquilamente y conectarse al WiFi de la habitación. Su teléfono móvil colapsaba durante unos minutos mientras montones y montones de notificaciones saltaban a la vez.

A veces JungKook estaba ya casi dormido cuando el móvil se calmaba y dejaba de vibrar, pero siempre luchaba por espabilarse y mirarlo antes de dormirse.

Siempre tenía muchos mensajes, su madre y su hermano le escribían todos los días. Su padre era un poco más reservado y le costaba adaptarse a la tecnología, pero también le mandaba recuerdos y ánimos en días salteados.

A veces le llegaban mensajes de sus amigos de Busan, contándole las cosas que se perdía en la escuela, o los cotilleos más recientes. Aunque JungKook ya se había mudado a Seúl y estaba viviendo en el dormitorio del grupo, agradecía que sus antiguos amigos no perdiesen el contacto con él, pese a que ya no estuvieran juntos.

Y por supuesto, también tenía toneladas de textos de los miembros de Bantang. Jin siempre se preocupaba de si se estaba alimentando bien y que no cogiera frío en las noches. JiMin le contaba cada mínima cosa que hacían durante su jornada de práctica. J-Hope estaba ansioso por saber qué pasos nuevos de baile podría enseñarle JungKook cuando volviera. Suga muchas veces se limitaba a dejar parcos mensajes, mandando saludos o diciendo que en Seúl hacía mucho frío, cosas simples, pero que JungKook agradecía, pues le hacía saber que el flemático YoonGi era más atento y considerado de lo que parecía.

 

JungKook contestaba a todos los mensajes con ilusión, mandaba videos de sus prácticas de baile a sus compañeros, y fotos de las cosas que comía, de las nubes, o de los atardeceres desde el Muelle de Santa Mónica. Y siempre, siempre, dejaba un chat en particular para el final, pues abrir ese chat siempre era la mejor parte del día, y a JungKook le gustaba dejar lo mejor para el final.

 

NamJoon nunca le escribía ni le llamaba, y esa era lo mejor. Coincidir para poder hablar por teléfono era muy difícil debido a la diferencia horaria, pero JungKook no tenía que conformarse con leer unas letras en la pantalla que el mayor le había escrito sin ton ni son.

 

JungKook abrió el chat, y una amplia sonrisa se dibujó automáticamente en su rostro.

 

»Joon-hyung envió un archivo de audio«

 

Ya tenía los auriculares preparados. Esperaba todo el día para que llegara ese momento en el que pudiera escuchar la voz de NamJoon contándole cualquier novedad que hubiera sucedido en el día. Cosas como «¡Me han cortado las rastas, JungKook!», o «Hoy Bang-PD ha entrevistado a un nuevo candidato para Bangtan», o las mejores como «Te echo de menos, ojalá vuelvas pronto».

NamJoon siempre se tomaba unos minutos para mandarle esas notas de audio. La primera vez que sucedió, JungKook no cabía en sí de la emoción, y cuando se dio cuenta de que aquello se repetía día tras día, JungKook ya no podía esperar a que la noche llegara para poder escuchar la voz de NamJoon en la tranquilidad de su habitación.

 

Impaciente, JungKook le dio al botón de reproducir y cerró los ojos, dejándose embriagar por las notas graves y la risa encantadora de NamJoon durante el minuto y medio que duraba el audio.

 

— ¿Cómo has estado hoy, JungKook? — de inmediato, JungKook notó que le costaba pronunciar las pes y las bes, que su voz estaba más nasal de la cuenta y supo que debía estar resfriado — Yo me he resfriado... — lloriqueó su hyung y lo escuchó sorber por la nariz, y JungKook arrugó su propia nariz y sonrió de puro ternura. No se alegraba nada de que NamJoon estuviera enfermo, pero es que sonaba demasiado adorable con esa voz y JungKook desearía estar allí para poder cuidarlo — He estado todo el día en la cama... No tengo fiebre, pero el manager no quería que fuera a la práctica estando así. No quiere que contagie a JiMin y a Jin-hyung... — se lo imaginó puchereando mientras decía aquellas palabras, y su corazón latió animoso — Estoy muy aburrido aquí solo... Me duele tanto la cabeza que no puedo ni escribir... Pero si me quedo en casa y descanso, mañana podré ir al estudio y terminar la intro del álbum. ¡Ah! No te lo he dicho... — JungKook notó cómo el tono de voz de NamJoon se volvió más suave, más cálido, e hizo que JungKook se sintiera como en casa — El álbum ya tiene nombre... Too cool for School... ¿Lo recuerdas? Estaba pensando en ti y en lo que hablamos el día que nos conocimos, y de repente me acordé de eso... A Bang-PD le gustó y me ha dejado llamarlo así. ¿Cómo te sientes al saber que inspiraste el nombre de nuestro primer álbum?

 

A decir verdad, se sentía de maravilla. No podía parar de sonreír y ya no era por la voz congestionada de NamJoon, si no porque había estado pensando en él. Tal vez recordando la intensa timidez de JungKook el día que se conocieron, o a lo mejor alguna de las charlas que tuvieron cuando comenzó a vivir en el dormitorio en las que estuvo un poco más participativo.

En general era muy tímido con sus hyungs. Se duchaba cuando todos se habían ido a dormir y le costaba comer junto a los demás porque sentía vergüenza, porque tenía miedo de que lo juzgaran. Y NamJoon había estado muy preocupado por eso, y había intentado calmar esa inquietud de JungKook, tratando que el más joven del grupo conociera a los que iban a ser sus compañeros, que se relajara en el entorno al que ahora pertenecía.

O a lo mejor NamJoon estaba pensando en cuánto lo echaba de menos, en que extrañaba el lugar vacío que había dejado en aquella diminuta habitación donde ya no cabía ni un alfiler. Si era así, JungKook también lo echaba mucho de menos. Extrañaba su baile torpe, extrañaba su mirada perspicaz, y en cómo se convertía en chocolate fundido cuando se reía por alguna de las tonterías que hacían. Extrañaba su mano acariciándole la cabeza, mesando sus cabellos con cuidado de no herirlo con su innata habilidad de romper todo lo que tocaba.

O quizá NamJoon tuviera miedo de que JungKook no regresara. Que abandonara el grupo y no volviera a ocupar aquella cama, que dejara un hueco irremplazable en el grupo debido al intenso cariño que los miembros habían sentido por él desde el minuto cero debido a su excesiva juventud y su apariencia de cachorrito perdido.

Ojalá tuviera el valor de decirle a NamJoon que no tenía intención de marcharse nunca. Que quería quedarse a su lado para siempre, ir a donde él fuera, sin importar a donde. Ojalá pudiera calmar aquellos pensamientos derrotistas que sabía que el mayor siempre tenía. Ojalá JungKook fuera lo suficiente maduro como para que NamJoon pudiera apoyarse en él.

 

NamJoon finalizó el audio con un «Cuídate JungKook, no te enfermes como yo», seguido por una ligera tos antes de que se cortara por completo la grabación.

Le había sabido a poco, otros días NamJoon le había mandado audios de hasta cinco minutos. Pero JungKook no podía ser avaricioso, y menos cuando su líder estaba enfermito y congestionado.

 

Tenía que contestarle, aunque fuera algo breve, pues SungDeuk-hyungnim  ya dormía y roncaba ligeramente en la cama de al lado, y lo último que quería era despertarlo. Pero quería que NamJoon escuchara el mensaje antes de que se fuera a dormir esa noche.

 

— Cuídate más, Joon-hyung — comenzó la grabación, pegando sus labios al micrófono integrado de sus auriculares, susurrando para no llamar la atención del coreógrafo que descansaba a sólo metro y medio de distancia — Sólo me queda una semana para volver a casa, tienes que estar recuperado para entonces para que pueda enseñarte todos los pasos de baile que he aprendido aquí. Tienes que bailar como un profesional para el debut. Estoy deseando escuchar tu intro, seguro que será tan genial como el nombre de nuestro álbum. Buenas noches, hyung...

 

No estaba satisfecho con su mensaje. Nunca lo estaba.

Deseaba poder decirle muchas cosas más a NamJoon, cosas que estaban en el interior de su corazón, pero que no salían jamás en forma de palabras. JungKook no necesitaba crecer mucho más como para saber que tenía algún tipo de estreñimiento emocional que le impedía demostrar cómo se sentía.

Pero eso no le preocupaba demasiado. Sabía que algún día podría decir las palabras que sentía en su corazón, y pasara lo que pasara, podría sentirse orgulloso de haberlo conseguido.

 

Por el momento, lo único que necesitaba era dormir.

JungKook apagó la luz de la mesilla y se arropó con la sábana, y cómo hacía cada noche desde hace tres semanas, comenzó a reproducir uno tras otro los mensajes de audio que NamJoon le había estado mandando cada día religiosamente, dejándose arrullar por su voz aterciopelada, por sus risas cándidas, y la forma en la que pronunciaba el nombre de JungKook, haciendo breves las vocales, acentuando la u y acariciando la k, consiguiendo que sonase de manera única.

De una forma especial.

 

○○○

 

Los recuerdos son borrosos tras el debut.

Demasiados sucesos, demasiada información para almacenar. Aquel año fue caótico, no había tiempo para descansar. Se pasaban el día ensayando, bailando, cantando, posando, grabando... A penas dormían si no era en las salas de descanso o en la furgoneta.

Las promociones eran muy duras, la presión podía con ellos. Al menos uno de ellos se derrumbaba durante la semana, pero los demás estaban ahí para apoyar, animar y volver a la unidad que habían formado con el paso de los meses.

 

La llegada de TaeHyung al grupo aportó la inyección de arrolladora energía que necesitaban, y gracias a las cualidades únicas que cada uno aportaba a aquella dinámica, BTS parecía fortalecerse cada día que pasaba.

 

Pero, a pesar de todo, JungKook no podía dejar de estar cansado.

Intentaba quejarse lo menos posible, pues no era el único que estaba agotado. Su popularidad crecía como la espuma, y quejarse sólo incrementaría la presión del grupo. Lo mejor para todos era que JungKook se mantuviera callado, sonriera y fingiera que el exceso de actividades no le estaba pasando factura.

Si hacía ver que todo aquello era fácil para él, los mayores no tendría que preocuparse por él, y eso aliviaría, aunque fuera, una pequeña parte de su estrés.

 

Era muy fácil aparentar que estaba bien. Pero JungKook estaba muy mal.

Las promociones de Boy in luv iban viento en popa. El MV había sido muy bien recibido  y las críticas estaban siendo buenas. Aunque agotados, los chicos estaban contentos y animados.

JungKook, sin embargo, sentía que podría tener un ataque de ansiedad en cualquier momento.

 

Hacía un par de días que habían llegado sus notas finales de aquel año escolar.

JungKook había intentado engañarse a sí mismo, asegurándose que lo había intentado, que había hecho lo que había podido... Pero aquellas eran unas mentiras demasiado grandes como para que él se las hubiera creído.

No, no lo había intentado. Se había rendido de inmediato y se había olvidado por completo de sus estudios. Se había volcado por completo en la música, en los bailes, y había dado de lado su educación. Había estado demasiado centrado en Bangtan y se había olvidado de sí mismo y de su promesa.

 

Había suspendido todo. TODO. Incluso música y educación física. Pero ¿de qué se sorprendía? No había asistido a prácticamente ninguna clase desde junio del año anterior. Desde el debut.

 

Al verlo, JungKook no pudo evitar deprimirse muchísimo.

Se había fallado a sí mismo. Estaba muy decepcionado consigo mismo y estaba muy avergonzado, demasiado como para decírselo a sus hyungs.

Había intentado ocultarlo con todas sus fuerzas. SeokJin le preguntaba a menudo por las notas, y JungKook mentía cada día peor, alegando que todavía no habían llegado, y que si seguían retrasándose, iría a la escuela a reclamarlas. Pronto, aquella mentira no serviría de nada y JungKook tendría que elaborar algo mejor... O tal vez, decir la verdad...

Pero decir la verdad equivalía a ver la decepción en sus rostros, en demostrarles lo poco valido que JungKook era en realidad, en hacer patente lo estúpido que era.

Tenía un miedo atroz de que NamJoon se diera cuenta que JungKook tenía un cerebro del tamaño de un guisante, y que dejara de respetarlo para empezar a tratarlo como el mendrugo que en realidad era.

 

Aquel secreto, aquella mentira, estaban consumiendo a JungKook por dentro.

Poco a poco sus hyungs empezaban a darse cuenta de que algo raro estaba pasando. Se daban cuenta que JungKook volvía a ser el chico tímido que casi no hablaba de antaño, que evitaba mirarlos a los ojos, que siempre iba con la cabeza gacha y se ponía demasiado nervioso cuando alguien se dirigía directamente a él. Se daban cuenta que JungKook estaba dejando de meterse con ellos, cosa que siempre había divertido al maknae desde que había cogido confianza con ellos, y que ellos le consentían, porque desde el principio había sido un consentido. Se daban cuenta que evitaba jugar con TaeHyung y JiMin. Se daban cuenta de que su pequeño maknae consentido se estaba apagando poco a poco.

JungKook lo sabía, y no podía hacer nada por ocultarlo.

Había conseguido esconder sus inquietudes durante un año entero, pero aquel secreto estaba resultando demasiado pesado para sus hombros.

 

Una noche, a mitad del mes de febrero, JungKook sintió que todo le estaba sobrepasando.

Las luces estaban apagadas, y él estaba tumbado en su cama, rígido como una tabla, sus músculos tan tensos que temblaban de tanto estrés físico y mental.

TaeHyung, JiMin y SeokJin dormían en sus camas. NamJoon y HoSeok no estaban en casa; el primero sin duda estaría en el estudio, componiendo o escribiendo alguna canción; el segundo estaría en la sala de ensayo, practicando alguna coreografía; y sin duda alguna, los dos debían haber perdido la noción del tiempo. YoonGi había llegado hacía un rato, cuando los vocalistas ya se habían acostado y había trepado hasta su cama con el mayor sigilo posible. No se había dado cuenta de que JungKook estaba despierto, y a juzgar por su calmada respiración, debía haberse dormido enseguida.

JungKook podía escuchar con su fino oído sus respiraciones pesadas, el crujido de las sabanas y el chirrido de la estructura de las literas cuando se movían, los suaves ronquidos que se producían de vez en cuando, los motores de los coches que pasaban por su calle, el tictac de las manecillas del reloj del comedor. Y todo ello parecía amplificado por el silencio de la noche y por su ansiedad.

 

JungKook sentía que si seguía así, se pondría a gritar y empezaría a confesar todos y cada uno de sus más oscuros secretos.

Que lo estaba pasando muy mal. Que había suspendido el curso. Que lo que sentía por el líder no era sólo una amistad fraternal.

Y no podía. Simplemente no podía asustar y preocupar a sus hyungs de esa manera por una tontería, por no ser lo suficientemente maduro y no ser capaz de controlar sus impulsos, por no poder acarrear con las consecuencias de sus propios actos y decisiones.

Cuando decidió quedarse en BigHit sabía que el camino iba a ser duro, y lo aceptó con valentía, porque sabía lo que quería.

Y ahora era momento de volver a ser valiente, respirar hondo, y seguir adelante con sus convicciones.

Iba a ser capaz de conseguir ser digno de Bangtan, que sus hyungs no tuvieran que preocuparse por él, de ser tan fuerte como ellos lo eran.

 

Se levantó sin hacer ningún ruido, sintiéndose como un ninja al conseguir salir de la habitación sin que ninguno de sus compañeros hiciera el menor signo de haberse dado cuenta.

Su pijama era ropa deportiva, cómoda, abrigada y un poco vieja, de modo que sólo necesitó ponerse el anorak y los zapatos para poder salir a la calle, vestido de forma discreta sin necesidad de cambiarse.

Febrero era frío, pero JungKook nunca había tenido problema con las bajas temperaturas. A TaeHyung le gustaba dormir con él cuando estaban en las salas de espera entre programas, porque decía que era como una estufita portátil.

 

Caminar y sentir el frío en la cara descubierta le sentó bien. Había muy poca gente en la calle como para que pudieran reconocerlo y todavía no es que fueran tan famosos como para considerarse celebridades y ser acosados por la calle. Pero a pesar de eso, se suponía que no podía hacer esas cosas. Si los managers se enteraban que había salido de noche, y encima sin ninguno de los mayores acompañándolo, le podría caer una buena bronca, y tal vez algún tipo de castigo.

 

Sin embargo, caminar solo con sus pensamientos le hizo muy bien. La temperatura le ayudó a enfriar la cabeza y las ideas. Podía sentir una nueva energía positiva fluir a través de él, dándole fuerzas para seguir un poco más.

Había logrado idear nuevas mentiras que decir a sus hyungs para que el tema de las notas siguiera siendo un secreto y dejaran de hacer preguntas durante un tiempo.

Se encontraba tan esperanzado que incluso fue a cenar algo a una tienda de conveniencia. Los últimos días de estrés lo habían tenido con el estómago cerrado y comiendo muy poco, de modo que al verse más aliviado, sintió apetito de nuevo.

 

Se le hicieron las dos de la madrugada, pero nadie esperaba su llegada, pues todos estaban dormidos. Si nadie encendía la luz, nadie se daría cuenta de que no estaba en su cama.

Si había conseguido salir de casa sin despertar a ninguno de los mayores, entonces volver a entrar y regresar bajo las sabanas debía ser una tarea sencilla y sin mayor dificultad. Lo importante era no hacer ningún ruido, no encender las luces y procurar no chocar con nada.

Normalmente el dormitorio era un gran caos cuando HoSeok no iba detrás de ellos tratando de ordenar y limpiar, pero JungKook tenía la confianza de poder recordar dónde se encontraba cada mueble y cada cosa tirada por el suelo, y así evitar que el dedo meñique de su pie no se golpeara con nada.

 

Giró la llave en el bombín de la puerta muy despacio y sujetando el llavero para que ni si quiera el tintineo de éste pudiera llamar la atención de su presencia fuera de la casa.

Al entrar, cerró la puerta con el mismo cuidado, sosteniéndola hasta que estuvo cerrada. Ya llevaba los zapatos en la mano, por lo que no necesitó sentarse a quitárselos en la entrada, simplemente los dejó en un rincón y entró de puntillas en el salón, imaginándose a sí mismo como un puma, un asesino natural, sigiloso e implacable, el terror de sus víctimas, pues no era descubierto hasta que la muerte ya las había encontrado...

 

Al menos, hasta que se encendía la luz.

 

JungKook se quedó paralizado a medio paso por dar. Sus ojos se abrieron como platos por la sorpresa, necesitando parpadear para acostumbrarse al repentino cambio de luz, cegado por unos momentos.

No tenía ni idea de qué había pasado, si estaba siendo de lo más cuidadoso al no despertar a nadie. Fue entonces que se dio cuenta que la puerta de la habitación estaba cerrada -y él no la había dejado cerrada al salir-, y que no estaba solo en el salón.

 

Un carraspeo suave le llamó la atención. Por un momento pensó que era SeokJin, que había descubierto su trastada en algún momento durante su escapada, pero no. A quien se encontró sentado en el sofá, y completamente vestido de calle, fue a NamJoon.

El líder parecía muy tranquilo, sentado con una pierna descansando pacientemente encima de la otra. Su cabello recién teñido de rubio, revuelto y descuidado, probablemente porque había estado horas pasándose las manos una y otra vez, en su estudio y mientras esperaba a JungKook.

 

NamJoon tenía su inteligente mirada clavada en él, haciéndole sentir a JungKook como el niño que era, desobedeciendo las normas de sus padres, o en éste caso, del dormitorio y de la empresa.

Lo iba a regañar. Y JungKook sabía que se lo merecía.

 

— ¿Dónde estabas? — preguntó al fin NamJoon. Su voz sonó preocupada y un poco dura. Sin duda debía estar enfadado.

 

Era fácil ponerse en el lugar de NamJoon.

Si hubiese sido él, y al llegar a casa después de estar horas y horas trabajando, se hubiese encontrado con que el menor del grupo no estaba en su cama cuando se suponía que debía estar durmiendo, JungKook se habría asustado hasta perder la cabeza. Habría despertado al resto del grupo y habría puesto la ciudad patas arriba hasta encontrarlo.

NamJoon, sin embargo, había permanecido calmado, esperando pacientemente a que JungKook regresara. Seguro que estaba asustado, de eso no había duda, en su mirada había un claro alivio de ver que JungKook estaba bien y había regresado sano y salvo.

Pero eso no quitaba que había actuado mal.

 

— T-tenía hambre, hyung... No podía dormir y me rugía el estómago... — explicó entre susurros, con la cabeza gacha y la mirada clavada en sus pies descalzos. Estaba mintiendo, pero era sólo una mentira a medias, dado que no había sido ese el motivo de su salida, pero sí una de las cosas que había hecho mientras estaba fuera — Fui a comer algo para poder dormir...

 

La mirada de NamJoon se suavizó en el acto, y JungKook pudo verlo, observándolo entre sus pestañas, tratando de evaluar su reacción.

De inmediato supo que, sólo con eso, la bronca que le esperaba se convertiría en una simple advertencia. Con suerte, NamJoon le guardaría el secreto, y su pequeña escapada se quedaría entre ellos dos, sin necesidad de que llegase a oídos de los managers.

 

— Debiste haberme llamado — le reprochó, levantándose y caminando hacia él para posar la mano en su cabeza. JungKook había crecido mucho desde la primera vez que NamJoon hizo aquello, pero eso no impedía que siguiera haciéndolo como un gesto de cariño que tenía sólo hacia él — Sabías que estaba en el estudio... No me habría costado nada venir a recogerte e ir juntos a algún sitio...

 

JungKook sintió una punzada de arrepentimiento.

Si se le hubiera ocurrido hacer lo que el mayor decía, habría tenido una cena agradable y una charla tranquila con NamJoon, a solas, y eso era algo que muy pocas veces había podido disfrutar.

Pero luego recordó el verdadero motivo por el que había salido. Si hubiera ido a cenar con NamJoon en el estado de ansiedad en el que se encontraba, habría terminado quebrándose y cantando como una soprano todas y cada una de sus preocupaciones.

No, lo que había hecho había sido la mejor opción.

 

— Lo siento, hyung... No se me había ocurrido... — susurró en disculpa — La próxima vez que me pase intentaré recordarlo...

 

NamJoon le sonrió complacido, haciendo que JungKook sintiera las piernas flaquear y su corazón encogerse. La mano que NamJoon había posado sobre su cabeza se deslizó tiernamente hasta su nuca, tirando de él para que posase la frente sobre el hombro del mayor.

JungKook cerró los ojos y se dejó abrazar por NamJoon, los brazos caídos a sus costados, sin atreverse a corresponder. Se sentía reconfortado mientras NamJoon repartía suaves caricias en su nuca rasurada y al descubierto, y eso sólo incrementaba el sentimiento de culpabilidad en su corazón. Lo sentía encogido y sangrante por la culpa, sabiendo que estaba engañando y ocultando cosas a sus hyungs que tanto se preocupaban por él, que tanto trataban de cuidarlo.

Pero JungKook estaba intentando ser fuerte por ellos. Estaba intentando protegerlos de sí mismo, del estúpido dongsaeng que les había tocado aguantar.

 

— JungKook, sabes que si necesitas hablar puedes contar conmigo, ¿verdad? — murmuró NamJoon contra su oído, su voz baja y gentil hizo que JungKook suspirara y relajara sus hombros, dejándose arrullar — Cualquiera de nosotros estaría encantado de escucharte, todos estamos dispuestos a echarte una mano en lo que te haga falta...

 

— Lo sé, Joon-hyung... — masculló JungKook, sintiendo que podría quedarse dormido de pie, con aquellos mimos de NamJoon.

 

Aquellas declaraciones debieron despertar las sospechas de JungKook. Debieron alertarle de que algo había, que algo no marchaba bien, que NamJoon estaba intentando sonsacarle algo. Pero JungKook no lo vio venir. Estaba demasiado cansado, demasiado perdido en aquellas caricias como para percatarse de nada más.

 

— ¿No hay nada que quieras decirme? — insistió, sin que a JungKook le pareciera nada raro — ¿Nada que te preocupe?

 

— No, hyung... Estoy bien...

 

Y en segundos supo que aquel fue su mayor error.

 

NamJoon se separó ligeramente, haciendo que JungKook lo mirara a los ojos sin entender por qué había detenido las caricias y el abrazo, encontrándose con la insatisfacción y la pena en la mirada del mayor.

 

— JungKook — susurró NamJoon, serio y firme, pero en voz baja para no despertar a los que disfrutaban de un merecido descanso en la habitación continua — He encontrado tus notas...

 

De un segundo a otro, toda la sangre de JungKook bajó a sus pies, dejándolo pálido y tembloroso, despejando su mente de forma tan brusca y desagradable que por un momento se sintió desfallecer.

NamJoon metió la mano en el bolsillo de su pantalón, sacando un papel arrugado y doblado muchas veces. Empezó a desplegarlo con cuidado, pero JungKook no necesitó verlo entero para saber lo que era.

JungKook arrebató bruscamente el maltratado boletín de notas de la mano de NamJoon, consiguiendo que se rasgara sin llegar a romperse del todo, antes de que NamJoon lo soltase. Era una estupidez intentar evitar que NamJoon lo viera, ya lo había visto. Se había descubierto el pastel, y no había nada más que hacer.

No quería enfrentarse a NamJoon en esa situación.

 

No podía levantar la mirada y encontrarse la decepción en los ojos de NamJoon. No podía simplemente tener la desfachatez de mirarle a la cara, habiéndole mentido con el descaro de mostrar sonrisas y buscar sus mimos, fingiendo ser el inocente maknae que todos ellos creían que era.

Había mantenido una mentira que destruiría la confianza del grupo en él, una mentira que se mantenía con pinzas y que tambaleaba a cada paso que daba, consciente de lo que podrían descubrirlo en cualquier momento, y aun así, prefirió no decir la verdad.

Y por fin lo habían descubierto, y por fin se había acabado.

Nunca volvería a ser lo mismo.

 

Las lágrimas se acumularon en sus ojos, abiertos como platos por el miedo y la angustia.

JungKook se dio la vuelta, dispuesto a marcharse por donde había venido, a salir por la puerta y perderse en la noche, donde pudiera llorar en privado y prepararse mentalmente para enfrentar a sus hyungs.

Pero NamJoon no le dejó.

NamJoon agarró su muñeca, la mano que sostenía aquel miserable papel, arrugado en su puño con fuerza, como si con la presión quisiera reducirlo a cenizas.

La fuerza de NamJoon le impidió moverse, y no importaba si JungKook luchaba por liberarse, NamJoon no iba a dejarlo escapar.

 

El forcejeo provocó algo de ruido cuando JungKook se chocó con la mesa donde comían, casi llevándosela por delante, pero aquello no pareció perturbar el pesado sueño de sus compañeros, agotados por las intensas horas de trabajo.

No discutían, no gritaban. JungKook no pedía que lo soltara, ni NamJoon pedía que se calmara. Fue una batalla silenciosa hasta que NamJoon se cansó, y con su brazo libre, rodeó el cuello de JungKook, cubrió sus ojos con la mano y lo apretó contra su pecho, utilizando para doblegarlo, no su fuerza, no su autoridad, si no su voz calmada y armoniosa, que no denotaba enfado ni desilusión, sólo comprensión y cariño.

 

— No pasa nada, JungKook...

 

JungKook jadeó, derrotado, sintiendo cómo las lágrimas se derramaban de sus ojos, empapando su rostro y la mano de NamJoon.

 

— Lo entiendo, ¿vale? No pasa nada...

 

Las fuerzas abandonaron su cuerpo, provocando que fuese arrodillándose lentamente en el suelo, como si sus músculos se desinflasen y sus huesos se derritiesen, incapaces de seguir sosteniéndolo.

No supo cómo, terminó hecho un ovillo en el suelo. Y NamJoon estaba a su lado, acompañándolo en todo momento, impidiendo que se derrumbara por completo.

 

Cuando las lágrimas se detuvieron, JungKook se dio cuenta que su cabeza reposaba en el firme muslo de NamJoon, y que el mayor no había parado de acariciar su pelo, calmándolo en silencio.

 

— ¿Mejor? — preguntó con una ligera sonrisa cuando JungKook levantó la cabeza, tratando de comprender qué había pasado.

 

Todavía tenía el papel apretado en su puño, pero las ganas de llorar habían remitido, y ahora estaba cansado y somnoliento, sin fuerzas para discutir, sólo para escuchar.

 

— ¿Cómo las has encontrado? — preguntó en un susurro, su voz quebrada por el llanto.

 

— Ésta mañana se me rompió el armario del baño cuando fui a abrir la puerta y cayeron de detrás... — JungKook no pudo evitar reír fatigosamente; no había tenido en cuenta la habilidad destructora del líder cuando decidió ocultar sus notas en ese lugar — Era un buen escondite en realidad... Si hubiera sido otro, probablemente no las habríamos encontrado...

 

La sonrisa se borró de su rostro con una nueva ola de culpabilidad azotándolo.

 

— Lo siento, hyung, yo...

 

— Escucha — lo interrumpió NamJoon, sin dejar que se disculpase más — Es normal que hayas suspendido, ¿vale? No tienes que avergonzarte por ello... Has estado trabajando muy duro por el grupo y habría sido imposible, para ninguno de nosotros, esforzarse tanto en canto y baile y, encima, sacar buenas notas en la escuela... El cuerpo y la mente tienen un límite, JungKook, no podemos querer hacerlo todo... — JungKook sollozó ligeramente, aquellas palabras lo consolaban mucho. Había creído que no se había esforzado lo suficiente, que no había dado suficiente de sí mismo, y eso lo estaba martirizando. Pero NamJoon había estado observándolo durante todos aquellos meses, sabía que JungKook daba el ciento veinte por ciento de si en todo lo que hacía, y sabía que esos suspensos no eran culpa de JungKook — No pasa nada porque hayas suspendido... La solución a eso es muy fácil... Pero no puedo pasar por alto tu comportamiento... — JungKook se estremeció, consciente de que ahí venían los reproches por sus mentiras — Me siento el peor hyung del mundo por no haber podido ayudarte... Por no haberte prestado suficiente atención...

 

— ¿Qué? — espetó JungKook con sorpresa, incorporándose para ver la expresión torturada de NamJoon. No entendía nada ¿por qué NamJoon se estaba culpando a sí mismo de los errores que el propio JungKook había cometido? — ¿Qué dices, hyung...?

 

— Si hubiera estado un poco más pendiente, me habría dado cuenta que estabas teniendo dificultades en la escuela...

 

— Pero hyung...

 

— Por supuesto que me duele que no hayas confiado en nosotros... — cortó NamJoon antes de que JungKook pudiera seguir hablando, impidiendo que dijera nada coherente — Realmente creo que podríamos haber evitado esto si nos lo hubieras dicho. Podríamos haberte ayudado a estudiar... Podríamos haber pedido más tiempo libre en los horarios para ti... Y me molesta mucho que nos hayas mentido... Pero no va a volver a suceder.

 

La convicción con la que dijo aquellas palabras lo asustó mucho.

Por un momento, JungKook había creído que no lo estaba regañando, que todo lo que decía era desde la comprensión y el cariño, que todo lo que había creído que iría mal si lo descubrían, no iría tan mal realmente...

Pero aquel «no volverá a suceder» lo embargó de un frío gélido de la cabeza a los pies, haciéndole pensar que si NamJoon no estaba dispuesto a dejar que aquello se repitiera, sería porque JungKook no iba a estar más en el grupo.

 

Lo iban a echar.

 

— No llores, JungKook — le pidió NamJoon con gentileza, secando las lágrimas que JungKook no se había dado cuenta que había empezado a derramar.

 

— No me eches, hyung... — suplicó JungKook entre quedos sollozos, aferrándose a las manos de NamJoon como un salvavidas — No lo volveré a hacer, lo prometo... Pero por favor, no me eches del grupo... Me esforzaré más... No diré más mentiras, no me quejaré nunca más, estudiaré todos los días... Me quedaré sin dormir y sin comer si hace falta, pero por favor, deja que me quede...

 

— ¡¿Cómo voy a echarte, JungKook?! — exclamó sorprendido, lanzándose a abrazar con fuerza a JungKook para consolarlo — ¡Qué locuras estás diciendo! ¡Ya te esfuerzas demasiado! Y por nada del mundo voy a permitir que dejes de comer o dormir ¿me oyes? Deja de decir que voy a echarte porque eso no va a suceder. Nunca. Ni en un millón de años. Y menos por una tontería como esta...

 

JungKook no podía parar de sollozar a pesar de que intentaba contenerse para no despertar a sus compañeros. Hipaba y sorbía por la nariz, agarrándose a la sudadera de NamJoon como si le fuera la vida en ello. No quería soltarse para nada.

 

— ¿No quieres que me vaya? — preguntó JungKook una vez más, como queriendo asegurarse que no había escuchado mal.

 

— ¡Por supuesto que no! Te aprecio mucho, JungKook — JungKook hipó, su corazón se sobresaltó al escuchar aquello de forma tan repentina — Todos te queremos... No vamos a dejarte ir a menos que seas tú el que quiera marcharse...

 

— Eso no pasará, hyung...

 

— Pues entonces, lo otro tampoco. Estás aquí atascado con nosotros.

 

JungKook sonrió, consiguiendo que las lágrimas comenzaran a detenerse. Su cuerpo volvía a relajarse, con la mejilla apoyada en el hombro del mayor, parecía que todo iba a solucionarse.

 

— Entonces... ¿cuál va a ser mi castigo? — preguntó al separarse, frotándose los ojos para secar las lágrimas.

 

— ¿Castigo? Mmmm... — repitió NamJoon, masajeándose la mandíbula con los dedos, pensativo — Para empezar, supongo que vas a repetir el año... — comenzó a decir. Desvió la mirada hacia las manos de JungKook, encontrando que el boletín de notas seguía arrugado en su puño. Introdujo sus dedos para aflojar el agarre y sacar el papel de aquella tortura, comenzando a alisarlo sobre su muslo — No te voy a dejar que abandones la escuela. Quiero que tengas el título de secundaria al menos. Algo seguro, por si un día no podemos seguir con esto... Pero nos lo tomaremos con calma, ¿de acuerdo? Si hace falta que vayas a asignatura por año, así lo haremos. No importa el tiempo que tardes, lo que importa es no rendirse. Yo también te ayudaré más, me aseguraré que tengas tiempo para estudiar e ir a algunas clases, y estoy seguro de que los chicos estarán más que dispuestos a echarte un cable.

 

— ¿S-se lo contaremos...? — preguntó JungKook, avergonzado.

 

— Sí — respondió NamJoon, inflexible — Se lo dirás tú. A los hyungs y a Bang-PD. — JungKook hizo un gesto de dolor e inconformidad — Ese será tu castigo.

 

Tenía sentido que su castigo por mentir fuera ser sincero y admitir que había obrado mal. Era un golpe de realidad. No podía decir que no hubiera aprendido nada de aquello.

 

En Marzo, JungKook estaba asistiendo a la ceremonia de ingreso en una nueva escuela donde asistían muchos otros idols y trainees.

Estaba nervioso y emocionado, porque sus hyungs iban a estar allí, y todos ellos parecían estar sumamente orgullosos de él. Sus sonrisas eran tan anchas y sus ojos brillaban tanto de felicidad que JungKook se sentía extasiado.

Ellos estaban en el palco, mirándolo, fotografiando y grabando cada uno de sus gestos mientras que él era incapaz de levantar la vista para buscarlos, porque sabía que se echaría a llorar de la felicidad, por el inmenso apoyo que le mostraban.

 

Sólo cuando el discurso terminó, JungKook consiguió reunir el valor para mirar hacia las gradas. Sus seis compañeros estaban apoyados en la baranda, mirándolo, y cuando se dieron cuenta que JungKook por fin les dirigía su atención, comenzaron a hacer alboroto, riendo y saludándolo con efusividad.

JungKook sonrió tanto que le dolían las mejillas, pero no podía parar.

 

Les echó otra mirada, pero ahora, YoonGi, SeokJin y JiMin estaban revisando las fotos que habían hecho, y HoSeok y TaeHyung se estaban desternillando el uno apoyado en el otro.

Sólo NamJoon tenía la mirada clavada en él. Y a pesar de la distancia, JungKook fue capaz de entender cómo articulaba con sus labios:

 

«Estoy orgulloso de ti»

 

○○○

 

Por fin, después de dos años, todo el esfuerzo y sacrificio comenzaba a dar sus frutos. Y la mejor recompensa que podían tener sólo podía ser dejar de vivir en un piso patera, hacinados en una sola habitación diminuta como los miserables rookies sin un won que eran.

BigHit había premiado todo su trabajo duro y los buenos resultados que habían dado durante el último año con un dormitorio más grande y decente, con tres habitaciones, dos baños, vestidor, comedor y cocina, donde pudieran vivir más cómodamente, sin necesidad de pelearse por el espacio.

 

Estaban tristes, por supuesto.

Dejaban atrás un montón de recuerdos en su viejo dormitorio.

Era el lugar donde había empezado todo, donde habían estrechado lazos y se habían hecho amigos. Donde habían llorado y habían reído. Donde cada desconchón en la pared, cada mancha en el suelo, cada mueble y cada esquina tenía una historia sobre ellos para contar.

 

Pero era momento de seguir adelante y crecer. Era momento de avanzar, trazar nuevas metas y crear desconchones en la pared y manchas en el suelo en un nuevo hogar.

 

Sin embargo, tener más espacio no quería decir tener menos disputas. No, al menos, al principio, cuando debían decidir cómo repartían las habitaciones. Debían dividirse en dos parejas y un trío, pero determinar quién iba con quién estaba siendo todo un caos.

Y como siempre que no se ponían de acuerdo en algo, jugarían al piedra, papel y tijera para decidir cómo repartirse.

 

Uno de los cuartos era más grande que los otros dos, lo que significaba que ese sería en el que habitaría el trío.

Los perdedores de la primera ronda del juego serían los tres que terminarían compartiendo la habitación grande, aunque más que perdedores, fueron los que salieron ganando, ya que JiMin, HoSeok y TaeHyung eran los que hacían más fácil la convivencia.

La segunda ronda fue la decisiva y la que acabó sentenciando que la habitación soleada sería compartida por SeokJin y JungKook, y la habitación con balcón, por YoonGi y NamJoon.

 

JiMin, HoSeok y TaeHyung estaban encantados con la repartición. Seguían siendo muchos para una sola habitación, pero no les importaba dormir en literas. TaeHyung proclamaba a los cuatro vientos lo contento que estaba de compartir cuarto con los dos bailarines y los amenazaba con invadir sus camas cuando menos se lo esperaran.

SeokJin se abrazó de inmediato a JungKook, exultante por lo mucho que adoraba al menor.

YoonGi, sin embargo, puso su peor cara de limón agrio al comprobar el resultado del juego, que le había condenado a compartir habitación con el líder.

 

— Puta suerte la mía — gruñó en voz alta, para que todos le oyeran quejarse — Cuando por fin tenía la oportunidad de librarme de tus ronquidos, va y me toca contigo...

 

YoonGi era quejica por naturaleza y todo el mundo rió con sus protestas de viejo gruñón. Nadie se tomó sus palabras en serio, todos sabían que apreciaba al líder como a un hermano, pero a JungKook no se le pasó por alto la mueca de incomodidad que dejó ver NamJoon por un segundo al ser tratado así por YoonGi.

 

YoonGi se pasó quejándose toda la mañana durante la mudanza al nuevo apartamento, y JungKook empezaba a estar un poco harto de esa actitud por parte del rapero mayor. Ver que YoonGi se quejaba tanto lo estaba poniendo de mal humor, porque simplemente no podía conformarse por cómo la suerte había decidido el reparto.

Que él estuviera un poco celoso porque había deseado ser quien pudiera haber estado en la misma habitación que NamJoon no tenía nada que ver.

Pero sí tenía mucho que ver lo rápido que se estaba apagando el ánimo de NamJoon, lo mal que se estaba sintiendo al ser consciente que nadie quería compartir habitación con él, porque era un desastre, porque rompía todo lo que tocaba, porque roncaba como un oso, porque hablaba demasiado, y montones de motivos más que YoonGi sacaba a la luz cada vez que tenía oportunidad.

 

Mientras descansaban para comer, YoonGi aprovechó para repetir que los ronquidos de NamJoon no lo dejarían dormir. JungKook juraba que si escuchaba una queja más, le clavaría el palillo en el muslo a YoonGi.

Pero lo que realmente colmó la paciencia de JungKook fue la apenada respuesta de NamJoon.

 

— Aish... Hyung, de verdad... — musitó NamJoon con culpabilidad, pasándose las manos por la cara, mental y emocionalmente agotado — No puedo evitarlo... Si pudiera lo haría, te lo juro... Intentaré molestarte lo menos posible...

 

Aquello enfadó y prendió las entrañas de JungKook. ¿Por qué tenía NamJoon que disculparse por ser como era? Nadie le decía a YoonGi lo insoportable que era cuando se quejaba, ni lo estridente que era HoSeok cuando se emocionaba, ni lo torpe que se veía TaeHyung cuando se enredaba con las palabras. No podían evitarlo, ellos eran así y los querían por cómo eran. ¿Por qué tenía NamJoon que sentirse mal por ello?

 

— Hyung — dijo repentinamente JungKook con brusquedad, ganándose todas las miradas de los mayores, pero la suya estaba fija en YoonGi — Cámbiate conmigo. Yo compartiré habitación con NamJoon-hyung...

 

— ¿Qué...? — dijo YoonGi con sorpresa, sonriendo de medio lado porque nadie esperaba aquel repentino cambio — Estaba bromeando... Realmente no me molesta estar con NamJoon, JungKook...

 

— Ya, pero yo quiero cambiarme. Duermo con los cascos puestos, así que no me despertará si ronca o si llega tarde del estudio... Y los dos somos desordenados, no nos pelearemos por eso. Realmente creo que los dos estaremos más cómodos si nos intercambiamos. Yo me adaptaré mejor a NamJoon-hyung que tu...

 

YoonGi miró a NamJoon y a SeokJin sin saber qué responder, o tal vez pidiendo permiso.

 

— A mi no me importa cambiar si todos estáis de acuerdo — comentó SeokJin, encogiéndose de hombros, conciliador.

 

NamJoon había estado mirando a JungKook con una expresión vacía e ilegible, pero cuando llegó su momento de opinar, ladeo la cabeza para mirar a YoonGi y sonreírle sin rencores.

 

— Por mi está bien si es lo que tú quieres, hyung... — aseguró, demostrando que no estaba realmente enfadado o molesto — Tal vez sea cierto que Jin-hyung pueda darte más tranquilidad que yo... No me enfadaré si prefieres cambiarte con él.

 

YoonGi lo sopesó durante unos momentos con verdadera seriedad. Seguro que en su cabeza metódica estaba redactando una lista con los pros y los contras de cada habitación y compañero, hasta que, al final, dio su veredicto en voz alta.

 

— De acuerdo, entonces me cambiaré con JungKook...

 

SeokJin se alegró tanto por su nuevo compañero como lo había hecho con JungKook, y de inmediato se puso a hacer planes con YoonGi sobre cómo se distribuirían la habitación, en qué cama dormiría cada uno, parloteando sobre cosas como «y ni se te ocurra coger mis productos de cuidado para la piel, YoonGi, porque... blablabla»

JungKook dejó de prestarle atención cuando recibió una patada en la espinilla bajo la mesa.

Sintió la necesidad de quejarse, pero entonces se dio cuenta que había sido NamJoon, sentado justo enfrente de él, quien le había pateado para llamar su atención. JungKook frunció el ceño, molesto por la extraña acción de su nuevo compañero de cuarto, hasta que NamJoon le dedicó una amplia sonrisa, dándole las gracias con la mirada.

JungKook sonrió también y bajó la mirada, avergonzado, devolviéndole la patada a NamJoon como un «de nada».

 

○○○

 

Viajar a Europa por sí mismos, sin ayuda de sus managers ni del staff que normalmente los acompañaba, estaba siendo una de las experiencias más divertidas y enriquecedoras de su vida.

No paraban de perder cosas -o de perderse ellos- y había momentos de mucho estrés y de pasarlo mal, pero merecían la pena por tantos buenos momentos, por tanta libertad, por todo lo que les estaban dando...

Los viajes, los paseos, las compras... Los bailes en medio de las plazas llenas de gente, las largas caminatas en parajes naturales, las deliciosas comidas que jamás podrían probar en Corea, así como lo mucho que echaban de menos las recetas típicas de su país... Incluso le habían hecho la mejor ceremonia de madurez que habría podido pedir.

Estaban solo ellos y el reducido equipo de rodaje que los acompañaba, grabando todas y cada una de sus vivencias como si de un documental se tratase, pero que no les ayudaba en lo más mínimo cuando tenían dificultades. Pero no importaba, porque eso hacía la experiencia más real, como si fuesen siete chicos normales que disfrutaban del primer viaje de sus vidas por el simple hecho de vivir y experimentar.

 

JungKook estaba pensando en que todo estaba siendo demasiado bueno para ser verdad cuando la realidad los golpeó como un balde de agua fría.

 

Cuando hicieron salir a NamJoon de aquel diminuto camarote, en el que apenas cabían los siete, el cámara, el asistente de sonido y la productora, JungKook supo que algo no iba nada bien.

 

Cuando les dijeron que no habían podido recuperar el pasaporte de NamJoon y que debía regresar a Corea, JungKook tuvo que reprimir las ganas de llorar.

Se mantuvo en silencio en todo momento, intentando mantener escondidos sus sentimientos mientras NamJoon se disculpaba. Y cuando supo que estaba bajo control, bromeó junto a los demás con un sentimiento amargo y decepcionado.

 

Estaba muy enfadado con NamJoon por estropear el viaje, por perder el pasaporte y tener que abandonarlos en mitad de Europa y regresar a casa solo.

No iban a tener más oportunidades de viajar todos juntos, como chicos normales y corrientes. ¿Por qué tenía que tener un hyung tan descuidado? ¿Por qué lo admiraba tanto cuando ni si quiera era capaz de mantener a salvo un estúpido pasaporte?

 

Los miembros fueron abandonando el camarote uno a uno, dispuestos a seguir explorando el barco mientras NamJoon recogía todas sus cosas, acordando reunirse en el restaurante para cenar y hacerle una gran despedida a NamJoon.

Sin darse cuenta, JungKook fue el único que permaneció allí, quedándose a solas con el líder sin haberlo pretendido realmente.

NamJoon hacía las maletas en completo silencio, sin prestarle la menor atención, o al menos, fingiendo no hacerlo. El silencio era pesado e incómodo, pero JungKook no hizo ni un amago de moverse.

Estaba demasiado molesto con NamJoon como para hablarle, pero le dolía mucho saber que sería la última noche juntos en el viaje y quería pasar cada segundo que le quedaba con él, aunque estuviera lo bastante enfadado como para no dirigirle más la palabra.

 

NamJoon tampoco parecía muy comunicativo. JungKook sabía que debía ser el que peor lo estaba pasando, era el que debía regresar a una casa vacía, mientras sus compañeros seguían divirtiéndose en Finlandia sin él.

Pero JungKook no tenía ni una sola palabra de consuelo para NamJoon cuando él mismo se sentía desconsolado.

 

NamJoon suspiró pesadamente después de unos momentos, llamando la atención de JungKook lo suficiente como para que dejase de admirar la interesantísima fauna que componían los cordones de sus botas y levantase la cabeza para mirar a su hyung.

NamJoon se frotaba la parte trasera de su cuello, con la mirada perdida en algún punto de la habitación. Parecía estresado y agobiado, dos sentimientos que tendrían que haber remitido con el viaje, pero que parecían tan concentrados en NamJoon que ni si quiera un año entero de masajes y spa podrían mantenerlos a raya.

 

— ¿No preferirías estar divirtiéndote con los demás, JungKook? — preguntó NamJoon, mirando con el rabillo del ojo el rincón de la litera de arriba, donde una cámara filmaba todos y cada uno de sus movimientos.

 

JungKook se encogió de hombros en respuesta, para, de inmediato, cambiar de opinión y negar repetidamente con la cabeza. No podía esconder el puchero que se había formado en sus labios. No quería ocultar lo desilusionado que estaba porque NamJoon se marchara.

 

NamJoon comenzó a mascar su labio inferior. Parecía indeciso mientras debatía su mirada entre JungKook y la cámara, hasta que finalmente saltó sobre la litera de arriba y con torpeza, apagó el aparato para que no grabase ni un segundo más de su intimidad.

 

JungKook no entendía a qué se debía ese comportamiento tan raro en su hyung, pero si había apagado la cámara, significaba que quería decirle algo que preferiría que nadie más supiera.

 

— Ponte de pie — ordenó NamJoon, a la vez que se bajaba de la litera y se quedaba en pie en el estrecho espacio que había entre las camas de un lado y otro del camarote.

 

JungKook no perdió tiempo en obedecer, más movido por la curiosidad que por la sumisión. Quería saber qué era eso que NamJoon tenía que decirle que nadie más debía saber, por lo que se puso de pie de un salto y esperó, sin borrar de su cara aquella mueca de pena infantil.

 

— Acércate — pidió de nuevo el mayor.

 

A penas estaban a un metro de distancia, pero aun así JungKook no sospechó. Pensó que tal vez quisiera decírselo al oído. A lo mejor era algo tan personal que no quería decirlo en voz alta. Quizá quisiera darle alguna cosa.

 

—  Acércate más — insistió NamJoon.

 

JungKook dio medio paso más. Sus pechos casi se tocaban y JungKook tenía que luchar contra su propio cuerpo para no ponerse nervioso, para no comenzar a temblar por la cercanía, o para que el cálido aliento que NamJoon disparaba contra su clavícula no despertara sus bajos instintos.

 

— ¿Un poco más?

 

JungKook se mordió el labio, inseguro. Sus mejillas debían estar coloradas como tomates y su corazón latía tan fuerte que sospechaba que NamJoon podía escucharlo a las mil maravillas de lo cerca que estaban ya. ¿Y aun así quería que se aproximara más? JungKook no sabía dónde meterse a esas alturas, si terminaba acercándose más no creía que pudiera ser capaz de seguir controlándose.

 

— ¿JungKook?

 

Al comprobar que esta vez JungKook no respondía, NamJoon le llamó la atención y con sus dedos anular e índice levantó su mentón para que lo mirara a los ojos. JungKook sintió que toda su cara entraba en combustión cuando levantó la mirada y vio aquella media sonrisa dibujada en sus gruesos labios, tan rojos, tan húmedos, que JungKook tenía que hacer un esfuerzo inhumano por no besarlos.

Aquella cercanía lo estaba intoxicando. Pensar en besar a NamJoon estaba mal. Lo sabía. Y estaba peor aun cuando se encontraban tan cerca que podría hacerlo si se movía sólo unos centímetros más.

 

— JungKook...

 

NamJoon repitió su nombre, más suave, casi sin aliento, enviando una corriente eléctrica que sacudió todo el cuerpo de JungKook, poniendo todo su vello de punta.

Tenía la boca seca y su respiración era errática. Su atención completamente absorbida por los labios de NamJoon.

 

— Me lo estás poniendo muy fácil, JungKook...

 

JungKook no tenía ni idea de qué hablaba, pero dejó de importarle lo más mínimo cuando comenzó a sentir sus largos y finos dedos deslizándose por su cuello, acariciándole la nuez con las yemas de dos de sus dígitos, notando cómo se movía cada vez que JungKook hacía el patético esfuerzo de tragar.

Estaba hipnotizado, JungKook sabía que estaba exponiéndose a sí mismo y sus sentimientos, pero no podía hacer nada por evitarlo, no podía moverse ni pensar con claridad. Su mente estaba en blanco y en lo único que podía pensar era en el delicioso olor a jabón que la piel de NamJoon desprendía pese a haber estado días viajando.

 

JungKook dejó escapar un tembloroso y vergonzoso jadeo al sentir la otra mano de NamJoon sobre su rostro, levantándolo un poco más y ladeándolo ligeramente.

Vio a cámara lenta cómo NamJoon pasaba la lengua por su propio labio inferior, para, segundos después, inclinarse pausadamente y posar sus labios sobre los de JungKook con la delicadeza de la caricia de una pluma sobre la piel. JungKook no se movió, NamJoon no trató de profundizar el beso, demasiado casto e inocente, pero lo suficientemente ansiado como para que JungKook viera fuegos artificiales bajo sus parpados y las mariposas de su estómago se revolvieran salvajemente, provocando unas agradables cosquillas por todo su interior.

 

JungKook abrió los ojos sin saber cuando los había cerrado en el momento que dejó de sentir la boca de NamJoon sobre la suya.

Estaba aturullado, emocionado. Le temblaban las piernas y las manos, y para no caer, se aferró a la estructura de la cama NamJoon tenía detrás de él, encarcelando el cuerpo del mayor entre sus brazos, privándole de cualquier posible escapatoria mientras que JungKook estaba tratando de recuperarse.

 

NamJoon dejó escapar una risa divertida, viendo cómo el cuerpo de JungKook respondía con toda la sinceridad que sus palabras no podían expresar.

Y JungKook también sonrió como un idiota al notar cómo los brazos de NamJoon se posaban sobre sus hombros y acariciaban su cuello y su nuca con cariño, calmando sus nervios, dándole tiempo de  respirar y analizar lo que acababa de pasar.

 

Pero JungKook no tenía nada que analizar ni que pensar.

Él siempre se había movido por instinto, siempre había hecho lo que le dictaba el corazón y lo único que lo había detenido todo ese tiempo era el miedo. Miedo al rechazo, el miedo a decepcionar a sus seres queridos, el miedo de no ser suficiente.

Y en aquellos momentos, el miedo estaba muy, muy lejos.

El miedo se había ido de vuelta a Corea, y se había perdido por el camino para no regresar jamás.

 

En aquellos momentos, lo único en lo que JungKook quería pensar era que NamJoon lo había besado, que lo tenía entre sus brazos, esperando por él, y que ya no había nada más por lo que temer.

 

JungKook hizo desaparecer hasta la más mínima distancia que había quedado entre sus cuerpos, haciendo retroceder a NamJoon hasta que quedó atrapado por todos sus flancos entre la cama y el cuerpo del menor. Sus pechos quedaban en perfecto contacto, sus caderas parecían desesperadas por conocerse de una vez, y cuando JungKook levantó la cabeza, reclamando por si mismo los labios de NamJoon, sintió como sus bocas encajaban como si fueran dos piezas de un puzle, como si desde el principio hubiesen estado hechas para encontrarse.

JungKook sí profundizó el beso. Quería sentir a NamJoon, probar sus labios, sentir su aliento, acariciar su lengua, besar, morder, y sumirse en frenético placer de besar a la persona que había llenado sus pensamientos desde el mismo momento en que lo conoció.

 

La inexperiencia fue la que interrumpió el beso, haciendo que la falta de aire y de control hicieran que JungKook sintiera la necesidad de detenerse.

Levantó el rostro, dando bocanadas de aire, tratando de tranquilizarse, pero NamJoon continuó besando su mejilla, la línea de su mandíbula, el pabellón de su oreja, la piel caliente que cubría su pulso, repartiendo tiernos besos que hacían imposible para JungKook la tarea de tranquilizarse.

 

— Hyung, me estoy volviendo loco... — confesó sin aliento, con la mirada clavada en el techo, sintiendo la risa de NamJoon contra su cuello expuesto — Es eso o estoy soñando...

 

— No estás soñando, Kook... — murmuró NamJoon, acariciando la piel de JungKook con sus labios mientras hablaba — No eras el único que ha querido esto durante mucho tiempo...

 

— Hyung, tú... yo...

 

JungKook no sabía exactamente qué había estado intentando decir, pero NamJoon lo interrumpió con un nuevo beso, acallando a JungKook con absoluta efectividad.

 

— Tú y yo... Vamos a ir a buscar a los demás, vamos a comer como cerdos en el bufet, vamos a emborracharnos con cerveza, y mañana yo me iré de vuelta a Corea con una resaca que me va a mantener fuera de combate todo el vuelo... — JungKook rió ligeramente al imaginárselo, inclinando su cabeza ligeramente hacia adelante, dejando que sus frente se posase sobre la de NamJoon con suavidad — Y durante los próximos cuatro días, tu vas a disfrutar de lo que queda de viaje. Te lo vas a pasar de maravilla, y casi no te vas a acordar de mí...

 

— Eso no es cierto... — le corrigió JungKook con timidez, buscando ocultar su rostro en el cuello de NamJoon para disminuir la vergüenza que sentía por admitir aquello — No voy a poder dejar de pensar en lo mucho que me gustaría que estuvieses allí...

 

— Yo también voy a extrañarte mucho, Kookie... — murmuró NamJoon junto a su oído, acariciándole la nuca como siempre que trataba de calmarlo — Necesito que te portes bien... Haz caso a Jin-hyung y a Suga-hyung, y controla a Tae para que no haga ninguna locura... — JungKook asintió con la cabeza a cada instrucción, asegurándose de grabarlas en su memoria para cumplirlas a rajatabla — Y cuando vuelvas a casa, hablaremos de esto... con calma... donde sepamos que nadie va a venir a interrumpirnos...

 

NamJoon tenía razón, en cualquier momento podría venir la productora o el asistente a buscarlos, y JungKook no quería tener que darle explicaciones a nadie.

 

—  Vale, hyung — aceptó JungKook, sin ninguna queja a lo que sugería NamJoon.

 

Comenzó a separarse del cuerpo de su hyung haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad para hacer lo que él había dicho, pero antes de conseguirlo, NamJoon lo detuvo, robándole un último y fogoso beso de despedida.

Si hubiese sido por JungKook, habrían seguido así toda la tarde y toda la noche hasta el mismísimo momento en que no le quedase más remedio que separarse de NamJoon, pero no les quedaba mucho tiempo antes de que alguien regresara buscando a alguno de los dos.

NamJoon lo besó con fiereza, encendiendo cada fibra de su cuerpo, asegurándose que recordara ese momento hasta que volvieran a encontrarse, que no olvidara a quien pertenecían sus labios.

 

Con promesas silenciosas en sus corazones, NamJoon y JungKook salieron de aquel camarote, fingiendo normalidad.

Celebraron por todo lo alto, asegurándose que NamJoon se llevara un buen recuerdo de aquellas cortas vacaciones que se había visto obligado a terminar demasiado pronto.

Y por la mañana, NamJoon se despidió de todos ellos con un frío apretón de manos frente a las cámaras y con fuertes abrazos cuando dejaron de grabar.

JungKook alargó demasiado el suyo, y sabía que era sospechoso, pero no le importaba. Lo único que le importaba era que cuando regresara a casa, NamJoon lo habría estado esperando y lo recibiría con los brazos abiertos. Se darían mil y un besos como los que se habían dado la noche anterior, y otros mil y un besos más, todos diferentes. Besos largos, besos cortos. Besos inocentes, y besos apasionados. Y caricias, y abrazos.

Y entonces hablarían, se dirían qué sentían el uno por el otro, aclararían lo que había estado sucediendo entre ellos desde el día que se conocieron.

 

Y JungKook tuvo razón. Cuando regresó, los besos continuaron. Aumentaron en cantidad e intensidad. Y se les añadieron abrazos y caricias furtivas. Palabras de ánimo y cariño, intimas charlas a media noche acurrucados juntos en la cama de NamJoon.

Sin embargo, nunca, nunca, hablaron de ello. Jamás hablaron de sentimientos.

No había necesidad de hacerlo cuando sus miradas y sus gestos ya se encargaban de decirlo todo.

 

○○○

 

JungKook tenía un examen de matemáticas en ocho horas y no era capaz de encontrarle sentido a tantos números juntos.

Para empezar, ¿qué pintaban las letras ahí si eran matemáticas? No tenía ni pies ni cabeza.

Odiaba las letras y odiaba los números. Odiaba las matemáticas y odiaba inglés.

Odiaba haberse pasado la mañana entera en prácticas de canto, haber tenido una grabación a la hora de comer, y haber continuado la tarde con prácticas de baile, para terminar el día completamente exhausto y viéndose obligado a estudiar para un estúpido examen de matemáticas que no le iba a servir para nada en la vida, en lugar de irse a descansar y dormir toda la noche para tener fuerzas de enfrentar un nuevo y duro día en su ocupada vida.

 

Lo único que deseaba en aquellos momentos era meterse en la cama y abrazarse a la almohada de NamJoon mientras esperaba a que el mayor regresara del estudio para poder acurrucarse a su lado.

Pero NamJoon también estaba muy ocupado, estaba trabajando en su música, componiendo y escribiendo gran parte de las canciones para su nuevo álbum, y JungKook no podía pretender cargar más peso sobre sus hombros cuando debía estar mucho más cansado y estresado de lo que JungKook pudiera imaginar.

No, su deber era esforzarse para su examen y asegurarse de, al menos, aprobarlo.

 

Sin embargo, era media noche, y todo era un desastre, y sus ojos se cerraban por el cansancio cada vez que intentaba leer el enunciado de un problema.

 

Su cabeza se estaba resbalando de su mano, donde la tenía apoyada desde hace un rato en el intento de no dormirse, cuando despertó de pronto al escuchar cómo se abría la puerta de su habitación.

El único que entraba allí sin llamar previamente era NamJoon, pues era su habitación también y JungKook no estaría haciendo nada que él no hubiera visto antes. Y encontrarlo con la lamparilla de estudio encendida, con los libros y los cuadernos abiertos sobre el escritorio y su ancha y adorable naricilla enterrada en ellos era algo muy habitual últimamente dado que estaba en la recta final del curso, a sólo un empujón más de, al fin, graduarse.

 

JungKook se frotó los ojos antes de levantar la cabeza y encontrarse con la mirada cansada de NamJoon. Sus ojos estaban hinchados por pasarse horas y horas delante de la pantalla del ordenador de su estudio, trabajando en alguna melodía. Sus mejillas y su nariz estaban coloradas por el frío que hacía en la calle.

NamJoon se acercó por su espalda y rodeó la cintura de JungKook con los brazos, sólo para meter sus congeladas manos bajo la ropa de JungKook y esconder la punta helada de su nariz en el cuello del menor, tratando de robar un poco de su calor.

 

— ¡Hyuuung! — rió JungKook, encogiéndose y despejando de golpe todo el sueño que tenía — ¡Estás helado!

 

— ¡Está helando! — le corrigió NamJoon, repartiendo tiernos besos por el cuello y la mandíbula de JungKook — Examen de mates mañana, ¿no? — preguntó, echando un vistazo a los libros que JungKook tenía sobre su escritorio — ¿Lo llevas bien?

 

— Lo llevo... — murmuró él con poco convencimiento, encogiéndose de hombros. No quería mentir diciendo que lo llevaba bien, pero estaba seguro de que si se quedaba la noche despierto estudiando, podría aprobar el examen. Raspadito, pero suficiente.

 

— Deja que me cambie de ropa y te ayudo a resolver dudas.

 

— Pero, hyung, necesitas descansar...

 

— Me acabo de tomar un café — aclaró NamJoon, risueño, dándole un breve beso en los labios antes de separarse de JungKook — He venido temprano para ayudarte a estudiar, así que no me mandes ya a la cama sabiendo que de todas formas no me voy a poder dormir.

 

No había forma de que JungKook pudiera replicar.

Era asombroso cómo NamJoon, a pesar de ser tan torpe, podía llegar a ser tan atento y darse cuenta de tantas cosas sin que JungKook necesitara decirle nada. Parecía que la última vez que JungKook había tratado de ocultarle algo, NamJoon había aprendido a descifrarlo sin que JungKook tuviera oportunidad de esconderse de él.

 Por supuesto que NamJoon sabría que JungKook llevaba mal las matemáticas, y por supuesto que sacaría tiempo de donde hiciera falta para intentar ayudarlo.

 

NamJoon sabía perfectamente cómo hacer que JungKook sintiera un agradable y reconfortante calorcito en el corazón.

 

Antes de notar cómo NamJoon se separaba, notó el suave roce de su mano fría acariciando su cuello, deslizándose por su nuca, recordándole que no iría muy lejos. Podía escucharlo detrás de él, moviéndose, sentándose en la cama, levantándose, el tejido de la ropa friccionando contra su piel mientras se cambiaba.

JungKook intentó mantener su atención en el libro que tenía delante, seguir atento a las matemáticas y no despistarse con ningún pensamiento ajeno,  pero la tentación era demasiado grande sabiendo que NamJoon se estaba desnudando sólo a un par de metros de él.

Trató de no ser muy obvio al levantar la cabeza y mirar por encima de su hombro, justo a tiempo para ver cómo una ancha camiseta de baloncesto se deslizaba sobre el cuerpo del mayor, dejándole un rápido vistazo de su vientre planito y sin músculos, pero que aun así, a JungKook le encantaba y adoraba acariciar.

Acto seguido, NamJoon se volteó, dejando a la vista su parte trasera, donde la camiseta se había enganchado en la curvatura de su espalda y exhibía indecorosamente sus nalgas en unos bóxers grises con estampado de estrellas que JungKook reconoció de inmediato como suyos.

NamJoon se agachó para meter la primera pierna dentro del pantalón del pijama, mostrando aquellas pompas en todo su esplendor, haciendo que JungKook se mordiera el labio con deseo y que casi se estuviera rompiendo el cuello por estar forzando su postura hasta límites que sólo reconocería cuando consiguiera ver a NamJoon cambiarse de ropa sin que éste se diera cuenta.

 

— ¿Qué miras, tú, pervertido? — rió NamJoon, cazándolo al vuelo, sin necesidad de voltearse completamente para saber que JungKook estaba espiándolo mientras se cambiaba de ropa.

 

Al verse descubierto, JungKook casi se cayó de la silla y al intentar volver a su posición, le dio un tirón en el cuello. Intentó aparentar inocencia, aunque estaba más rojo que un tomate y NamJoon no paraba de reír, tal vez por su torpeza, o tal vez por lo adorable que se veía avergonzándose por aquella tontería cuando se habían visto sin ropa tantas veces que ya debían haber perdido la cuenta.

Pero es que JungKook adoraba a NamJoon, y se volvía loco de alegría y deseo cada vez que podía ver un centímetro de su piel desnuda.

 

NamJoon regresó a su lado, arrastrando un taburete para poder sentarse a su lado, sin dejar de sonreír. Amasó la nunca de JungKook con cariño y se inclinó para poder depositar tres tiernos besos, uno en la comisura de sus labios, otro en su labio inferior, y el último en el superior, consiguiendo que JungKook cerrara los ojos y se estremeciera de arriba abajo, deseando más, más y más.

 

— Basta — susurró NamJoon con humor, alejándose lo suficiente para que JungKook notara que no iba a continuar — No te distraigas. Tienes que concentrarte. Te necesito enfocado en las matemáticas.

 

JungKook suspiró, resignado.

Sabía perfectamente lo que tenía que hacer para que NamJoon cediera y se olvidara de lo que había venido a hacer. JungKook podría mirarle a los ojos durante minutos, conseguir que se sintiera nervioso, que tratase de apartar la mirada, y entonces JungKook podría lanzarse y besar sus labios, su cuello, recorrer su cuerpo con las manos, acariciar sus puntos débiles, hacerle suspirar mientras se dejaba llevar por sus deseos carnales.

Pero a NamJoon le gustaba cuando JungKook era responsable y se portaba bien, y a JungKook le gustaba complacer a NamJoon. Le gustaba mucho.

Y no podía comportarse como un malcriado cuando NamJoon estaba sacrificando horas de trabajo y sueño por ayudarlo a estudiar.

 

Sin dejar de masajear la nuca de JungKook, NamJoon tomó posiciones, acercándose más al escritorio e inclinándose sobre el libro abierto para comenzar a leer en voz alta la explicación que éste daba sobre el temario que el menor estaba tratando de aprenderse.

Juntos, comenzaron a resolver los ejercicios, deteniéndose cada vez que JungKook no entendía algo o ejecutaba mal alguno de los pasos necesarios para solucionar el problema matemático.

NamJoon solía ser muy impaciente y se frustraba con facilidad cuando algo no le salía bien, pero cuando se trataba de ayudar a JungKook con los estudios era como si su energía cambiaba por completo, dotándole de una serenidad  y una paciencia infinita. Su voz siempre era suave y tranquila, y no se desesperaba ni una vez, aunque tuviera que explicarle lo mismo una vez tras otra. NamJoon siempre lograba hallar una forma para enseñarle a JungKook y que él entendiera.

Cada vez que JungKook lograba comprender algo que antes de que NamJoon le enseñara resultaba un galimatías para él, y que conseguía solucionar un problema por sí mismo sin necesidad de que el mayor le corrigiera, NamJoon le daba un beso y se deshacía en halagos hacia él, consiguiendo que una tímida sonrisa se dibujara en su rostro y sus mejillas se coloreasen, haciéndole sentir útil y capacitado, que no era tan idiota como se empeñaba en creer cuando no le entraba en la cabeza lo que explicaban los profesores las pocas veces que podía permitirse asistir a clase.

NamJoon siempre le hacía sentir especial y competente. NamJoon siempre conseguía que se sintiera merecedor del apodo que le dio, golden maknae.

 

Aunque ya era tarde y llevaban más de dos horas repasando, JungKook cada vez conseguía entender más deprisa y solucionar los ejercicios con menos dificultades, como si su mente fuese agilizándose y haciéndose cada vez más flexible, como cuando un paso de baile no le salía como quería, pero poco a poco, practicando sin descanso, consiguiese refinarlo hasta hacerlo perfecto.

 

— ¡Muy bien, JungKookie! — susurró NamJoon sobre su oído, felicitándolo por haber resuelto otro problema sin dificultad ni ayuda alguna, rápido y sin pensar, como si le saliera solo — Eres genial. Mañana vas a sacar muy buena nota, ya verás.

 

— Es fácil aprender cuando tú me enseñas, hyung — sonrió JungKook, hablando también en voz baja. Los demás debían estar durmiendo ya, y no debían molestarlos — Cuando lo explican los profesores o lo leo en el libro no entiendo ni una palabra... Pero cuando tu lo haces es como memorizar la letra de una canción, fácil y divertido.

 

— Porque yo te conozco y sé lo que necesitas — aseguró NamJoon, dándole un sonoro beso en la mejilla — El refuerzo positivo funciona mejor contigo, se te hace más fácil recordar cuando te lo explican con gusto y cariño — NamJoon movió ligeramente la silla giratoria en la que JungKook estaba sentado para que pudieran quedarse frente a frente, sus rodillas rozándose entrecruzadas, tomándole las manos para besas sus nudillos de forma tierna — Ya verás... Mañana, si te bloqueas, trata de recordar mi voz. Intenta acordarte de lo que estabas haciendo mientras te lo explicaba, asócialo a los pasos que debes seguir para cada operación, y así no te equivocarás. Y sobre todo, ten confianza en que vas a hacerlo muy bien.

 

JungKook asintió, animado y satisfecho con la sesión de estudio.

A diferencia de unas horas antes, se sentía preparado para el examen y ya no dudaba en ser capaz de aprobarlo.

 

NamJoon acarició sus mejillas y lo atrajo para darle un fugaz beso en los labios antes de levantarse del asiento.

Desilusionado, JungKook no pensaba conformarse con esa recompensa tan pobre para el esfuerzo tan grande que había estado haciendo, así que agarró el faldón de la camiseta de NamJoon, impidiéndole que se fuera muy lejos, tirando de él y tratando que cayera en su regazo, pero NamJoon se resistía, riendo suavemente y agarrándose al respaldo de la silla para no ceder.

 

— No juegues, JungKook. Tienes que irte a dormir. Necesitas descansar para poder rendir en el examen — le reprendió el mayor, pasando los dedos entre los sedosos mechones de cabello oscuro de JungKook — Si eres bueno, el miércoles repetimos para el examen de inglés, ¿vale?

 

— Pero yo quiero un beso en condiciones, hyung... — se quejó JungKook, haciendo un puchero que no ablandó en absoluto el corazón de NamJoon.

 

— Prepárate para dormir y ve a lavarte los dientes, cuando vuelvas, te daré unos cuantos besos.

 

Ante semejante promesa, JungKook no podía perder el tiempo. Soltó a NamJoon, agarró su pijama y su bolsa de aseo y corrió hacia el cuarto de baño más cercano.

No podía descuidar sus cuidados para la piel, de forma que se puso su loción limpiadora, la crema antiespinillas y la hidratante lo más rápido que pudo. Se cambió de ropa a la velocidad de la luz y se cepilló los dientes con fiereza, tratando de no hacer esperar mucho a NamJoon. Pero cuando regresó a la habitación, se encontró que las luces estaban apagadas y NamJoon ya estaba acostado y roncando tan fuerte que parecía que iba a hacerse daño.

 

JungKook hizo un silencioso berrinche, pateando al aire, frunciendo la nariz por la rabia y apretando los dientes para no gruñir.

Realmente había querido tener un ratito para besuquearse con NamJoon, aunque no llegaran más lejos. Hacía un tiempo que no hacían nada, porque estaban demasiado ocupados y cansados. NamJoon llegaba tan tarde del estudio que ni si quiera dormían juntos.

Y para un día que podían dedicarse unos momentos de calidad, iba NamJoon y se quedaba dormido a la primera de cambio.

 

JungKook estaba rabioso, pero no podía culparlo.

Estaba cansado.

Lo entendía.

Debía entenderlo.

Pero seguía dándole mucha rabia.

 

Sin más remedio que aguantarse las ganas, JungKook cerró la puerta de la habitación sin hacer ningún ruido y a tientas dejó la ropa arrugada en el respaldo de la silla, guardo los libros en la mochila, se aseguró que su despertador estaba programado a la hora correcta y finalmente se subió a la litera de arriba, dispuesto a dormir solo y triste.

 

Los ronquidos habían dejado de ser un impedimento para dormir. Se había acostumbrado ya hasta tal punto que ya ni le molestaban. Había veces que incluso no lograba conciliar el sueño hasta que no los escuchaba, a su lado, o debajo de él, en la litera inferior.

Aquella no era una de esas noches. Estaba nervioso por el examen, e insatisfecho por haberse ilusionado y haberse llevado un chasco después.

No lograba tranquilizarse ni encontrar una postura en la que se encontrara cómodo. Si se arropaba tenía calor, y si se quitaba la manta, tenía frío.

 

Se pasó veinte minutos dando vueltas, frustrado por no hallar descanso hasta que un bufido y un movimiento especialmente fuerte de su parte hizo que la estructura de la cama se sacudiese y los ronquidos se interrumpiesen de golpe.

JungKook se quedó muy quieto y con los ojos muy abiertos, atento a los sonidos de la casa y de la habitación, sin estar seguro de haber conseguido despertar a NamJoon.

 

— ¿Kookie...?

 

La voz somnolienta de NamJoon lo llamó desde la cama de abajo y JungKook se maldijo por tener tanta fuerza y no saber controlarla.

 

— ¿Kookie, estas despierto? — volvió a llamarle NamJoon, escuchando los crujidos del colchón como si se estuviese levantando para comprobar si JungKook estaba en su cama.

 

— Sí, hyung... Lo siento, no quería despertarte...

 

— Mierda, ¿me dormí? — gruñó, frotándose el rostro tan fuerte que JungKook podía escucharlo — No era mi intención, quería esperarte... — JungKook se quedó muy quieto, esperando por si NamJoon seguía hablando o volvía a quedarse dormido — Kookie... Ven...

 

Había suplica en su voz y JungKook no quería hacerse de rogar.

Pateó las mantas y saltó de su cama. Cuando se agachó para no golpearse la cabeza con la litera, NamJoon ya lo estaba esperando, con los brazos abiertos y sosteniendo el edredón para que JungKook se metiera dentro de su cama y pudiera rodearlo con ambos.

A JungKook le faltó ronronear cuando se sintió abrazado por NamJoon, envuelto por su calor y su olor. De inmediato, NamJoon comenzó la ronda de besos que había prometido. Unió sus labios una y otra vez, y JungKook se dejaba besar con sumisión, permitiendo que NamJoon hiciera lo que quisiera con él, consintiéndole saborear cada parte de su boca, participando enérgicamente en aquella danza de lenguas que a NamJoon se le daba tan bien, pese a que todo el mundo afirmaba que no sabía bailar.

 

NamJoon se contenía para no llegar más lejos, y también ayudaba a que JungKook no se emocionase demasiado.

No era la primera vez que se obligaban a mantenerse solo en los besos por el bien del desempeño del día siguiente. Los dos estaban cansados, necesitaban dormir al menos cinco horas esa noche, y no debían dejarse llevar por la lujuria.

Lo sabían muy bien, pero no podían evitar dejarse perder el uno en el otro cuando hacía tantos días ya que se estaban conteniendo.

 

Aquellos besos fueron el bálsamo que JungKook necesitaba para templar sus nervios. Su cuerpo comenzó a relajarse tanto que, poco a poco, en lugar de volverse más fogosos, iban siendo más laxos y débiles.

NamJoon unió sus labios una última vez, meloso y húmedo, y comenzó a dejar pequeños besos, bajando por su piel, en la barbilla, el cuello, la nuez, la clavícula, hasta que encontró el lugar perfecto para reposar la cabeza, sobre el pecho de JungKook. En una sincronía otorgada por la confianza de los años, por todo el tiempo que llevaban juntos, acoplaron sus cuerpos de una forma que encajaban a la perfección, encontrando la comodidad que JungKook había necesitado para conciliar el sueño.

 

JungKook se durmió en cuestión de segundos, entrando en un sueño relajado y reparador, sumido en los brazos y el calor de NamJoon, y por la mañana se despertó sintiéndose descansado y con mucha energía.

 

Y sacó un nueve sobre diez en el examen de matemáticas.

 

○○○

 

JungKook tenía veinte años.

Había debutado a los dieciséis, había sacrificado muchas de las cosas que se suponía que los jóvenes de su edad disfrutaban, y a cambio había conseguido crear los lazos más fuertes que muchos de ellos no podría nunca conocer. Había crecido y había logrado grandes cosas a su lado. Había conseguido mucho éxito y mucho dinero, mucho más que la mayoría de los chicos de su edad.

Sin embargo, lo único que no había conseguido era lo que se suponía que era lo más simple: graduarse.

 

Y por fin, eso no era más una preocupación.

Al igual que había trabajado duro cantando y bailando, también lo había hecho estudiando, y aunque fuera con dos años de retraso, JungKook al fin iba a asistir a su ceremonia de graduación.

 

La emoción se mascaba en el apartamento aquella mañana de febrero.

Tenían el día libre de actividades para que todos pudieran asistir.

SeokJin se había levantado muy temprano para preparar un desayuno de celebración, y YoonGi se despertó realmente temprano para disfrutarlo con ellos.

HoSeok, JiMin y TaeHyung no paraban de cantarle Saenghil chukahamnida como si fuera su cumpleaños cada vez que lo veían cuando salía y volvía a entrar en la habitación, haciendo que JungKook no pudiera dejar de sonreír y que sus mejillas dolieran de tanta felicidad.

 

El dormitorio era una locura con los siete yendo de un lado a otro tratando de vestirse a la vez, buscando complementos para sus atuendos en el guardarropa y metiéndose sin permiso en las habitaciones de los demás. Los managers tampoco ayudaban; estaban intentando organizarlos, metiéndoles prisa y dándoles ordenes, pero sólo conseguían aumentar la algarabía.

 

JungKook estaba realmente nervioso. Tan nervioso que le temblaban las manos y las piernas.

Se suponía que lo más difícil ya había pasado. Los exámenes y los trabajos ya estaban hechos, había aprobado todo con excelentes notas, si no, no estaría graduándose. Pero la idea de presentarse delante de toda la escuela, de sus padres, los padres de sus compañeros, los hyungs... subir al estrado y recibir su diploma... lo tenía aterrado.

Se había subido a un escenario y había cantado delante de más de diez mil personas casi sin pestañear, y sin embargo, se ponía nervioso por subirse a un estrado y aceptar un papel.

 

Sin embargo, NamJoon estaba de lo más tranquilo y no parecía dejarse afectar por el alboroto que había en la casa. Se había vestido con parsimonia, y en esos momentos de locura, él se mantenía relajado, sentado en la silla de escritorio de JungKook en su habitación, mirando su teléfono como siempre hacía cuando se aburría entre tiempos de espera.

JungKook lo vio cuando entró corriendo a la habitación, buscando la corbata de su uniforme, y pese a la agitación que sentía por los nervios y no encontrarla, se detuvo un instante para admirar el perfecto talle de modelo que el líder tenía, sus piernas largas cruzadas de forma elegante, su espalda recta y sus hombros relajados.

Todos se habían engalanado para una ocasión tan especial como la ceremonia de graduación del maknae, pero, para JungKook, NamJoon era el que destacaba aquella mañana. Se había vestido con camisa y corbata, la americana entallada le daba un aspecto moderno y glamuroso, los pantalones estrechos y rasgados le otorgaban un toque desenfadado, y los lustrosos zapatos de vestir, y los complementos plateados lo remataban: anillos, una fina cadena en el pantalón, unos pequeños aros en los agujeros de sus orejas casi cerrados. Habían dejado que llevara su pelo rosado al descubierto y lo había moldeado de aquella forma desenfadada y alborotada que hacía recordar a JungKook a cómo le quedaba el pelo a NamJoon cuando compartían horas de besos y arrumacos y JungKook se la pasaba enredando sus manos entre los finos mechones.

Parecía que iba a una sesión fotográfica en lugar de a un evento cotidiano.

 

JungKook debía haberse quedado embobado mirando, pues NamJoon levantó la vista de su teléfono y sonrió ampliamente, mostrando sin vergüenza alguna aquel par de hoyuelos, causando que JungKook se sonrojase hasta las orejas.

Aquellos hoyuelos eran criminales. Deberían estar prohibidos. Deberían ir a la cárcel por provocar la muerte cerebral de JungKook durante los últimos cinco años.

 

NamJoon se puso en pie mientras JungKook luchaba por recuperarse de aquel colapso mental por estar viendo tanta perfección junta, y como si supiera de antemano el motivo por el que JungKook había entrado en la habitación, cogió la corbata que estaba en el respaldo de la silla y rodeó con ella el cuello del menor, comenzando a anudarla con la maestría de un experto, algo inusual para alguien que solía romper todo lo que caía en sus manos.

JungKook bajó la mirada, intentando no desmayarse ni comportarse como una colegiala hormonal, pese a que iba vestido de colegial, y seguía siendo muy hormonal.

Cuando NamJoon terminó de enlazar la corbata y arreglar los últimos detalles del uniforme, abotonando la chaqueta y colocándole los hombros, remató la tarea besando los labios de JungKook y dándole una suave palmada en el trasero para infundirle ánimos.

 

— Estás guapísimo — declaró con admiración — Hoy es tu día, así que brilla como sólo tú sabes.

 

Y aunque NamJoon quiso tranquilizarlo, los nervios sólo crecieron.

 

Sus padres y su hermano fueron a recoger a JungKook al dormitorio. Él tenía que estar temprano en la escuela para los preparativos de la ceremonia y decidieron que los hyungs y los managers irían más tarde para no estorbar ni causar alboroto entre los estudiantes.

JungKook se olvidó un poco de sus nervios mientras hacían el ensayo y disponían el salón de actos para todas las familias que asistirían al evento de graduación.

 

Poco a poco las gradas se iban llenando, pero JungKook supo el momento exacto en el que sus compañeros entraron. Ellos no fueron precisamente discretos ni silenciosos; todos llevaban al descubierto sus cabellos, llamativas gamas de rosa en los casos de NamJoon, JiMin y HoSeok, mechas azules en el de YoonGi, y para colmo, TaeHyung gritó su nombre cuando lo encontró entre la multitud de alumnos vestidos de negro y amarillo, y automáticamente todas las miradas se dirigieron hacia ellos y comenzó un salvaje murmullo tanto entre los invitados como en los graduados.

 

JungKook trataba de evitar mirar en su dirección. Sabía que ellos querían que se girara y los saludase, pero ver sus caras sólo haría que su corazón explotase por el nerviosismo, y además, era consciente de que, si lo hacía, serían ellos los que explotarían en risas y comentarios de orgullo. Ya lo hicieron el día de la ceremonia de ingreso, y por supuesto que lo harían de nuevo en la de clausura, más ruidosos y emocionados si cabía.

Por suerte, cuando empezó el acto, se comportaron como adultos y guardaron silencio sin llamar más la atención.

 

La ceremonia fue larga y tediosa, y JungKook fue el primero en aburrirse.

Abrieron la gala con el himno Coreano, que, por supuesto, los alumnos debían cantar, y en el que JungKook procuró no destacar, armonizando en bajito junto con el resto de sus compañeros. Continuó con un sermón del director de la escuela, que alentaba a los jóvenes a prosperar en la vida, ser prudentes en sus decisiones, y a luchar por hacer de su nación un lugar ejemplar donde dejar un mundo mejor para las generaciones venideras. La siguiente en subir al estrado fue la presidenta del consejo de estudiantes, que también dio un discurso con ideas un poco más modernas y juveniles, en el que los animaba a ser optimistas y a luchar por sus sueños.

Como si aquello no estuviera siendo ya lo suficientemente largo, se sumaron los delegados de cada clase, que recordaron momentos puntuales de los últimos años que habían pasado con sus compañeros, exaltando la amistad, el compañerismo y el espíritu de grupo, llegando a un punto en el que JungKook tenía que apretar la mandíbula para evitar bostezar como un león.

 

Por fin, llegó el momento de la entrega de diplomas, en el que la jefa de estudios decía el nombre completo del alumno, éste subía al estrado y el director le hacía entrega del diploma, mientras todo el público lo recibía con una salva de aplausos.

Todo el acto en si estaba siendo una muerte a pellizcos, lento y tortuoso. En el curso eran ciento veintisiete alumnos que subían uno a uno para recibir su diploma, y al séptimo JungKook ya se había cansado de aplaudir.

 

Cuando llegó su turno, JungKook pensó que casi nadie aplaudiría, pues no había ido a las suficientes clases como para entablar amistad con casi nadie, sin embargo, fue celebrado tanto o más como los demás, suponiendo que se debía a su popularidad como idol más que por su popularidad como compañero.

Subir al escenario y recibir su diploma fue más fácil de lo que se había esperado, pero cuando bajó y volvió a sentarse en su asiento, el nerviosismo y la histeria volvieron a salir a flote.

 

Al terminar el suplicio de la ceremonia, los alumnos se levantaron y comenzaron a abrazarse unos a otros, emocionados por las despedidas y prometiéndose seguir en contacto pese a dejar de ir a clase juntos.

JungKook saludó a los tres chicos a los que se había hecho más cercano durante el último año, pero no se detuvo demasiado tiempo.

Tenía una importante misión que cumplir.

 

Con la refinada carpeta de terciopelo azul que contenía su diploma bajo el brazo, JungKook salió flechado fuera del salón de actos. Sus hyungs ya no estaban en los palcos, habían hecho mutis por el foro en cuanto la ceremonia dio fin, dispuestos a no crear más alboroto, y JungKook se internó en las galerías de la escuela, dispuesto a buscarlos.

Los encontró en uno de los pasillos de clases, cotilleando el interior de las aulas con nostalgia, recordando lo mucho que habían cambiado desde que ellos eran estudiantes.

Había algunos profesores, padres y alumnos, charlando, despidiéndose, pero JungKook no los tuvo en cuenta, simplemente caminó hacia sus amigos con decisión. El corazón le latía tan fuerte que podría salírsele del pecho, pero su cabeza estaba clara y había una firmeza en su mirada que prometía no detenerse por nada ni nadie.

 

Al verlo, los muchachos corearon su nombre, felicitándolo, abrazándolo y dándole orgullosas palmadas en la espalda. JungKook rió, pero de inmediato, fijó su mirada en NamJoon, quien se había mantenido un poco distante, observándolo con serenidad y orgullo hacia él.

Cuando NamJoon abrió los brazos para abrazarlo, JungKook lo rechazó dando un paso atrás, dejándolos a todos impactados por unos segundos.

 

JungKook se hizo espacio con los brazos, alejando a sus hyungs con consideración, dándoles a entender que quería decir algo.

Pero JungKook no dijo nada al principio.

Se aseguró de tener a NamJoon frente a frente. Lo miró a los ojos con una determinación y una admiración tan grande que JungKook jamás tendría palabras para expresar, y acto seguido, abrió la carpeta de terciopelo, mostrándole el diploma oficial, donde se leía su nombre enaltecido:

«Jeon JungKook»

 

Ceremoniosamente, JungKook se agachó en el suelo, dejando el estuche de terciopelo a los pies de NamJoon, como si estuviese haciéndole una ofrenda, y no conforme con eso, hincó las rodillas en el piso, sentándose sobre sus talones y la punta de sus pies, colocando sus manos en el suelo e inclinándose en una profunda reverencia hasta que pudo posar su frente sobre ellas.

El pasillo se sumió en un profundo y pesado silencio, y JungKook supuso que en ese momento, estaba siendo el centro de atención, incluso de aquellos a los que ni si quiera les incumbía la escena.

Pero a JungKook no le importaba. Estaba decidido a hacer aquello, sentía que era lo mínimo que podía hacer para agradecer lo mucho que le debía a su líder.

 

— Kim NamJoon-hyungnim — exclamó, con voz firme y grave, sin moverse de su postura y utilizando lenguaje formal — Recuerdo perfectamente lo que me dijiste el día que nos conocimos, y de no ser por ti, por lo que me dijiste aquel día hace cuatro años, hoy no estaríamos aquí. De no ser por ti, no estaría en BTS. De no ser por ti, me habría rendido a la primera dificultad y habría dejado los estudios. De no ser por ti, no me habría graduado, ni dos años tarde, ni nunca. Es por eso que quiero darte mi más sincera gratitud, por aguantarme, por animarme, por tener paciencia conmigo, y no dejar que me rindiera nunca. ¡Muchas gracias, NamJoon-hyungnim!

 

Se quedó en silencio al terminar su arenga, deseando no haber avergonzado a NamJoon con sus palabras en público, pero realmente, realmente, JungKook sentía que debía hacer algo así, para poder expresar una diminuta parte de lo agradecido que se sentía.

Lo que no esperaba en absoluto que a sus palabras le siguiera una salva de aplausos de las personas que había a su alrededor.

 

JungKook levantó la cabeza, confuso y sorprendido, viendo las expresiones enternecidas de sus profesores y lo conmovidos que lucían los padres de sus compañeros. Sus hyungs sonreían con miradas llenas de afecto, impresionados por la sincera gratitud de JungKook, quien nunca expresaba sentimientos tan intensos, salvo en ocasiones tan excepcionales como aquella.

Pero lo que más impactó a JungKook, fue levantar la vista hacia NamJoon y ver cómo SeokJin rodeaba sus hombros con un brazo tratando de consolarlo.

NamJoon ocultaba su rostro entre sus manos, sus hombros se contraían levemente, era obvio que estaba llorando y luchaba con todas sus fuerzas por controlar el llanto.

 

JungKook se puso en pie, preocupado. No entendía qué había hecho para hacer llorar así a NamJoon, y cuando intentó averiguarlo, NamJoon se lanzó a apretarlo en un fuerte abrazo, sin dejar de llorar con el rostro escondido en el cuello del menor.

Debía verse de lo más conmocionado, sosteniendo a NamJoon sin entender nada de lo que estaba pasando, pues SeokJin le sonrió, y se encargó de tranquilizarlo, acariciando la espalda de ambos.

 

— Está emocionado — le aclaró SeokJin con dulzura — Llora de alegría, JungKook... Está muy orgulloso de ti.

 

— ¡Todos lo estamos! — exclamó HoSeok, uniéndolos a los siete en un fuerte abrazo sobre JungKook.

 

○○○

 

JungKook los invitó a todos a comer para celebrar su graduación, y por la noche, hizo lo mismo con sus padres y su hermano, para despedirlos antes de que se marcharan de regreso a Busan.

 

JungKook estaba repleto de comida y de cariño, agotado después de tantas emociones. Mas cuando regresó al dormitorio, se olvidó del cansancio, pues NamJoon lo estaba esperando.

 

Con la lentitud de quien es sabedor de tener toda la noche a su disposición, NamJoon desvistió a JungKook, deteniéndose a besar y acariciar cada porción de piel que dejaba al descubierto, venerándolo como el niño de sus ojos que era.

NamJoon dejó que JungKook lo poseyera aquella noche, haciendo que JungKook entendiera que la gratitud era mutua, que idolatraba tanto su cuerpo como su alma, que aquello no era nada superficial ni frívolo.

Nunca lo había sido.

 

Después de horas devorándose en silencio, JungKook yacía bocabajo en la cama de NamJoon, exhausto y con el peso del sueño sobre sus parpados, a punto de hacerle caer dormido.

La lamparita que SeokJin le había regalado en Dubai iluminaba tenuemente la habitación, pintándola en suaves y dulces colores cuando la luz pasaba a través de los cristales, dando un ambiente íntimo y relajado.

JungKook estaba empezando a quedarse dormido, con una sonrisa dibujada en sus labios. La sábana le cubría hasta la cintura, dejando su espalda desnuda a merced de NamJoon, quien la acariciaba con suaves toques de dedos, recorriendo su espina dorsal, dibujando constelaciones imaginarias en sus lunares.

 

Aunque tenía los ojos cerrados, JungKook aun podía ver con total claridad, como grabado a fuego en su mente, la forma en que el rostro de NamJoon se había desdibujado con el placer, cómo había mordido con fuerza su mano, tratando por no gritar su orgasmo.

Había sido sumamente hermoso, y JungKook sabía que lo tendría impreso en su cabeza durante días.

 

No era la primera vez que lo hacían, llevaban mucho tiempo compartiendo ese tipo de intimidad, pero aquella noche había sido diferente.

NamJoon había estado mucho más intenso que de costumbre. Se había entregado con absoluta confianza, y JungKook  había tratado de sostenerlo con sus brazos de la forma en que su hyung se merecía.

Era demasiado afortunado de poder tenerlo a su lado, sería imposible que JungKook fuera capaz de hacer algo que pudiera hacer que lo perdiera.

 

Cuando JungKook estaba a punto de caer rendido por el sueño, sintió cómo las caricias de NamJoon se detenían.

Por un momento estuvo a punto de abrir un ojo y preguntar por qué paraba, pero su cerebro estaba lento y adormecido, y antes de poder reaccionar, sintió cómo el peso de su hyung se recargaba cuidadosamente en su espalda, su pecho haciendo completo contacto sobre la piel desnuda de JungKook.

 

— JungKook... — lo llamó NamJoon, susurrando su nombre al oído, mientras continuaba sus frugales caricias, ahora sobre los tonificados brazos del menor.

 

— ¿Mmm...? — fue lo único que consiguió articular JungKook, sin fuerzas, sumamente relajado, pero lo suficientemente despierto como para hacerle saber que lo estaba escuchando.

 

— Sé que no te lo he dicho nunca... Pero quería que supieras... que te amo, JungKook...

 

A pesar del cansancio y el sueño, al oír aquello, el corazón de JungKook saltó en su pecho, sus ojos se llenaron de lágrimas y una risa involuntaria se escapó de sus labios, incapaz de contener la alegría dentro de su cuerpo. Y aunque hubiese podido, no habría querido hacerlo.

Sonriendo como un loco, JungKook se volteó, encarando al mayor, sus ojos húmedos y risueños, llenos de amor incondicional hacia NamJoon.

 

— Pero hyung... ¡yo ya lo sabía! — exclamó suavemente, animado y jovial, como si volviera a tener toda la energía del mundo en lugar de haber estado a punto de caer rendido sólo unos segundos atrás.

 

— ¿Ah, sí? — preguntó NamJoon con tono juguetón, frotando su rostro como si tratase de disimular el intenso sonrojo en sus mejillas.

 

— Claro que sí... — JungKook rodeó sus hombros con los brazos, acariciando su nuca tal y como NamJoon solía hacer con él — Igual que tú sabías que me enamoré de ti en cuanto te vi.

 

NamJoon sonrió ampliamente, pero con mucha timidez, y agachó el rostro, con humildad, como si aun no se creyera que alguien como JungKook pudiera haberse enamorado de él.

Pero era JungKook el que no se lo creía.

Porque por cosas simples como aquella, era por lo que JungKook se había enamorado a primera vista de NamJoon.

Y desde el primer momento supo que sería su único y más grande amor.

 

 

 

27/1/2017 – 5/2/2017

Notas finales:

Visuals

Cada segmento pertenece a un lapso de tiempo diferente, muy distanciados entre sí, por eso la forma en la que lucen sería completamente distinta en cada uno. No es relevante, pero me gusta aclarar éstas cosas, y he intentado que se entienda dentro de la misma lectura, pero si no, aquí va una ayudita C:
El orden sería el siguiente:
1º School of tears/predebut, 2º predebut/No more dream, 3º Boy in luv, 4º I NEED U, 5º FIRE/BON VOYAGE, 6º BLOOD, SWEAT & TEARS, 7º WINGS: YOU NEVER WALK ALONE

Comentario

Éste oneshot iba a ser un crackfic, una comedia totalmente absurda de JungKook troleando a sus hyungs. La letra de la canción no dice gran cosa y no había mucho donde apoyarse. La escuché muchas veces e intenté centrarme en la frase que se repite "Es más facil para nosotros dirigirnos a aquellos en sus diez y veintes", la idea se iba tomando forma en "un mayor" dando consejos a "un menor", y luego llegó a mis oídos el rumor de que JungKook se iba a graduar (ahora ya no es un rumor, es un hecho d84;) y me pareció un buen tema para jugar con él. Además, que cuando quiero hacer algo divertido no me sale, me sale mejor cuando no es intencionado, y de haber hecho la idea inicial, seguramente habría acabado siendo una cagada XD

Disfruté muchísimo mientras lo escribía, hay algunas partes con mucha intensidad, pero luego, mientras lo releía, no estaba del todo satisfecha. Espero que al menos pueda servir para entreteneros un poco.


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