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...Namida no Chi... por Dark_Night_Angel4

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Notas del capitulo: aquí regreso con este fic, ya sé que lo había publicado antes, pero tuve unos problemas y, bueno mejor me callo y dejo que lean, me salió algo triste y cortito pero estaba con la idea en la cabeza.

¿Cuántas veces lloraré por ti, cuando no me correspondes? ¿Encontraré algún día el valor necesario para alejarme de ti y olvidarte?

 


Estas y muchas otras interrogantes revolotean en mi cabeza, pero no encuentro la respuesta por más que busque y busque en mi mente. Aún recuerdo el día que descubrí tu traición, ese día había luna llena en Egipto, tú te encontrabas en el salón del trono arreglando unos asuntos con Shimon... ¿y yo?, bueno yo me encontraba en mis aposentos mirando la luna en mi balcón... esa luna que ha sido testigo de cada lágrima que he derramado, de cada promesa de amor sin cumplir que de tus labios ha salido, que ha sido testigo de tu traición...


 

Los rayos de la luna iluminan mi alcoba, iluminan aquella pequeña mesa, en cuya cubierta se encuentra la solución a mi dolor, en una pequeña caja lo suficientemente agradable para un reptil, yace una venenosa áspid, con ella dejaré de sufrir por este amor traicionero...

Recuerdos es lo único que poseo desde aquel día, recuerdos y dolor... no sé como pudiste hacerme esto, pero ahora me doy cuenta de que tú nunca me amaste, sólo me utilizaste para poner celoso a esa persona que te gusta de verdad, me utilizaste para poner celoso a Jounouchi, el jefe de la guardia de palacio. Las horas pasan y yo sigo parado observando la luna, se ve tan bella en esta noche, esta noche en la cual todo se decidirá. Mi corazón no creo que pueda romperse más, ya que lo tengo hecho trizas por culpa de este maldito amor, este amor que no quise detener, que no fui capaz de olvidarlo...

Sin avisar, abres la puerta de mi alcoba para abrazarme y decirme lo mucho que me amas. Mentiras, mentiras es lo único que sabes decir, maldito, fui un tonto al pensar que de verdad me amabas, que todas esas promesas que me hiciste eran falsas, que no las cumplirías. Sin poder detener las lágrimas, me volteo y me abrazo a ti... aún conservo algo de esperanza de que todo esto se decidirá para bien y que podré estar contigo, por el resto de la eternidad, no... esa esperanza es falsa, no existe, perdí todo rastro de fe y esperanza ese día, desde ese entonces, yo sólo quería morirme, quería dejar de sufrir por este amor traicionero...

Las horas transcurren normales, como todos los días, esperando el momento adecuado para darme la señal de que ya puedo acabar con mi dolor... tú sigues aquí, contemplando la luna junto conmigo, al cabo de unos minutos, te marchas para ir a ver a ese amante tuyo, a ese guardia de palacio que comparte contigo días y noches, mientras yo siempre espero el día o la noche y la hora para alejarme de ti, aunque me cueste trabajo me iré, te dejaré y te olvidaré, tú... sólo se feliz con tu noviecito y olvídame, no, tú ya te olvidaste de mí...

Vuelvo a quedar solo con mis pensamientos, mientras las estrellas, con su débil luz, reflejan mi tristeza y mi debilidad. Es el momento adecuado para decir mis últimas palabras antes de partir al reino de las sombras, al infierno. Me dirijo a la mesa que sostiene la caja en la que se encuentra mi perdición, quiero decir mi salvación, esa áspid se deslizará libre por mi brazo, si es que yo lo quisiese así...

-Lo lamento luna, lamento haberte escogido como testigo de mi fin, pero eres mi única amiga y lo sabes... eres la única capaz de entender mi dolor, la única que me ha consolado en todo este tiempo- le digo a la luna, yo sé que ella puede escucharme, sé que ella siempre estará conmigo, en este mundo y en el otro...

No hay tiempo que perder, tiene que ser esta noche o nunca más me iré de aquí... me acerco hasta que mi mano toca la delicada piel del reptil, esas escamas que protegen a la serpiente de todo mal... sin pensarlo dos veces,  agarro a la áspid por la cabeza y la acerco a mi cuello, voy a dejar que ella recorra mi cuerpo y, cuando lo encuentre conveniente, que me muerda. La serpiente recorre mi brazo, no se ha detenido en ningún momento, parece que no quiere acabar conmigo o solo inspecciona el lugar para después atacar.

En el momento en que la áspid mordía mi cuello, entras a mi habitación, gritas al ver a esta serpiente morderme, mi cuerpo ya no responde, mis piernas no pueden sostenerme y caigo al suelo arrodillado, justo entonces, te atreves a sacar a la serpiente de mí, te arrodillas frente a mí y susurras en mi oreja...

-Por qué hace esta locura mi Faraón, sabe que yo lo amo y mantener el bienestar de Su Majestad es mi obligación-me dices como si yo estuviera enfermo y lo estoy, estoy enfermo de dolor, me enfermé por tu traición. Llamas a los médicos de palacio y les mandas que me atiendan mientras tú te encargas de acabar con la áspid, con mi salvación.

Pasan los días y yo permanezco aún en cama, tú vienes a visitarme todos los santos días de mi agonía, el veneno ha desaparecido por completo, llevándose mi esperanza de largarme de este mundo. Ya no tengo las fuerzas suficientes para pedirte que te alejes, ya lo intenté varias veces y todas con el mismo resultado: no te vas nunca de mi vida, sólo permaneces aquí todas las horas del día, desde que Ra se levanta hasta que se esconde...

¿Cuánto tiempo más esperaré para irme? Sólo Ra sabe la respuesta, espero que no tenga que esperar mucho más, porque no soporto que sigas a mi lado... al fin te vas, después de este agotador día te vas, pero sé que tarde o temprano regresarás, riéndote a mis espaldas por lo ingenuo que fui al caer en tu trampa de amor, tu trampa de falsas promesas y mentiras que son como puñales que se clavan en mi corazón adolorido...

Una nueva noche de luna llena se cierne sobre mí, esta vez nada, pero absolutamente nada, detendrá mi muerte. El puñal ya está listo sobre la mesa que alguna vez protegió a la áspid, la luna nuevamente será testigo de mi muerte, tu recuerdo, de una buena vez se irá de mi mente y de mi corazón adolorido...
 
-Nuevamente, luna, lamento que tengas que observar esto, pero sabes que es la única forma con la que puedo acabar con el dolor de mi corazón... –vuelvo a decirte, luna querida, la luna que me acompaña esta y todas las noches.
 
Agarro el puñal con cierto temor, por un momento dudo si deba hacer esto, pero al instante borro de mi mente todo signo de culpabilidad y temor. Acerco lentamente la hoja del puñal a mi pecho y la entierro profundamente para acabar con mi vida, siento mi sangre caer por mis manos y pronuncio mi última palabra...
 
-Seto......... .- es lo último que digo antes de caer muerto... la luna una vez más ha sido testigo de mi dolor, pero esta vez observó como me liberaba de las cadenas que apresaban mi corazón...

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