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Mi adorado Daikicchi por Haruki Kazuhiko

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Desde pequeño, su hermano mayor su gran admiración, era un tonto sin duda… pero era excelente en deportes. El siempre se quedaba sentado en el regazo de su mamá, atrayendo la mirada de señoras y algunos señores todos alagándolo de su belleza y de lo hermoso que era, sobre el gran futuro  que tendría de grande como actor o modelo, el era rubio, y de piel blanca y nívea, contraste a su hermano 5 años mayor que él, quien jugaba en la cancha de enfrente con 4 personas mucho mayores que él, ninguno parecía poder hacerle frente, Aomine Daiki, 11 años, moreno, de pelo y ojos azul eléctrico, totalmente opuesto a su hermanito menor Aomine Ryouta 6 años.

 

Ahora… ¿se supone que yo este mal?... Nuestros padres nunca estuvieron en casa, y no los culpo en lo mas mínimo, ellos siempre se esforzaron en darnos lo mejor, en amarnos, en tenernos siempre en los lugares más exclusivos de Tokio. A mi hermano lo metieron en el Instituto Gakuen Too, ahí explotaron al máximo su talento como basquetbolista y ahora es el  As del equipo, inclusive la NBA ya lo tiene mira. En cuanto a mi fui a dar a otro instituto y no solo eso, también me pagaron una carrera de modelaje.

 

Desde niño mi adorado Daikicchi fue quien me alimento, educo, ayudo en las tareas, los problemas, mi día a día era genial con él. Mi momento favorito era a la hora de tomar el baño, siempre eh sentido una admiración hacia el cuerpo grande y musculoso de mi hermano, jamás e logrado ver uno ni siquiera se le acerque o parezca, su cuerpo… siempre me excito.

 

Aparentar apenarme ante la ducha y decir que no quería tocar “mi parte” porque era malo, y siempre verlo reír diciéndome que era lo más normal del mundo, hacerlo que el mismo lo lavara mientras lo tocaba de una manera lenta y cuidadosa. Lamentablemente por nuestras diferencias de edad nunca pude alcanzarlo en ningún nivel académico a excepción de la Primaria, fue tan desesperante ver siempre a un nido de zorras tras de él, yo siempre me aseguraba de que terminara con ellas. ¡Era muy sencillo!

 

Solo era cuestión de lloriquearle a mi hermano que una de sus novias se me había insinuado, me había tocado y hasta besado y en menos de un minuto eran echadas de su vida ¡Tan perfecto! Mi hermano era solo para mí y definitivamente no estaba dispuesto a compartirlo con nadie, a duras penas lo hacía con mamá. El problema se desato en la universidad, al parecer mi hermano le había contado todos sus desafortunados desenlaces amorosos ya que la estúpida no se dignaba en conocerme, y si no teníamos contacto no había manera de poderla inculpar.

 

Una noche escuche a mi hermano decirle a mamá “Tal vez me case pronto” cabe decir que la idea simplemente no la soporte y no importaba de que manera intentaba conocerla, yo no era invitado a las cenas familiares con ella, y ella tenía la excusa perfecta de “No necesito conocerlo, es un reconocido modelo, todo Tokio lo conoce así que espero llevarme bien con él en la ceremonia de la boda”… vaya puta.

 

Estaba arto simplemente no me resignaba a que tenía que compartir a mi adorado hermano y cansado decidí irme de la casa, no era capaz de escucharlos hablar sobre planes de boda, no podía. Ganaba el dinero suficiente así que pude rentar un departamento en el centro de Tokio. Mamá puso el grito en el cielo pero no me importo, todo lo que quería era salir de ahí y dejar de ver a mi lindo hermano, mi dulce y adorado Daikicchi…

 

-¿Enserio te vas? –Mi hermano entraba a mi habitación, voltee a verlo de manera tranquila, pero cavia decir que falto poco para que mis ojos rodaran al piso por la impresión que me causo, llevaba unos pantalones negros ajustados al cuerpo y una camiseta gris floja que resaltaba sus músculos y esbelto cuerpo, como para estártela jalando encima de la cama con las piernas abiertas.

 

-Sí, no deberías de tener ninguna queja Daikicchi –Terminaba de empacar mi ropa en la 6ta maleta… si, la  sexta… Soy un modelo ¿Qué esperaban?

-No le veo razón… mamá estará muy triste sin ti, hasta papá me ha pedido hablar contigo y pedirte que lo consideres.

-¿entonces que te preocupa? Tu pronto te casaras ¿No?

-¿Sigues enojado porque Sairu no quiere conocerte?

-Me da igual –Rechiste intentando bajar la maleta de la cama, pero era pesada.

-Te ayudo rubia tonta…

 

Mi hermano se acerco y bajo la maleta con una facilidad que casi me dejaba atónito, sus músculos se marcaron en su brazo de manera tentadora, tan varonil.

 

-Entonces voy a dormir ya –Le dije seco y sin emoción alguna.

-¿Quieres que duerma contigo? –Mire a mi hermano anhelante y casi con ojos de cachorro –Ya sabes –Se rasco la cabeza nervioso –Como cuando eras niño.

-No se –Obvio primero tenía que negarme –Quizás tu noviesita se enoje. –No pude ocultar mis celos.

 

Mi hermano se rio, fue hacia el interruptor y apago el foco dejándonos totalmente a oscuras, mientras caminaba de regreso a mí se quitaba la camiseta dejando su fuerte pecho al desnudo, yo ya portaba mi pijama, unos shorts con una camisa de manga larga con cuello en V con balones de básquet por todos lados.

 

-Vamos –Me nalgueo –Sube a la cama.

 

Ni siquiera reclame, me subí inmediatamente antes de que fuera a arrepentirse, me metí bajo la colcha esperando a que el viniera y así fue, me abrazo entre su pecho igual a cuando éramos niños, mi hermano era ese típico macho rudo, quien con un golpe noqueaba a cualquier bastardo, ahí me hacía sentir el ser más pequeño e indefenso del mundo.  Fue solo cuestión de minutos, afortunadamente Daikicchi tenía el sueño pesado así que como todas las noches que llegamos a dormir juntos me apodere de sus labios, de su cuello, de su pecho, pasando mi lengua por cada uno de esos lugares, lo quería tanto… Lo amaba tanto, era solo mío, solo para mí.

 

Finalmente habían pasado los días de mi mudanza, mi nueva casa era hermosa, con dos habitaciones amplias y eran perfectas, una noche llego a mi celular una llamada inesperada de mi madre, asustada, diciéndome que si mi hermano estaba en mi residencia, no era así. Ella me dijo alterada que ya tenía 3 días desde que mi hermano no volvía a la casa, ni siquiera la estúpida de su novia sabia donde estaba.

 

Salí corriendo de mi apartamento a lugares que yo sabía mi hermano conocía, llamamos a su  celular incontables ocasiones esperando que contestara hasta el grado en el que un día… el celular ya no sonó. Marcaba apagado, y con esto nuestro mundo se derrumbo.

 

Dimos parte a las autoridades, su inútil noviecita se la pasaba llorando ¡Y eso de mierda servía! Mi hermano no aparecía… Pasamos a tomar ayuda de propia mano, yo hacía campañas publicitarias mostrando la foto de mi hermano, todas mis fans estaban buscándolo hasta por debajo de las piedras… Simplemente no lo encontrábamos.

 

Después de un mes, mi corazón estaba hecho pedazos, seguía modelando pero ya me era imposible comer bien, mi estado de ánimo no era el mismo y el día de hoy como siempre y desde hace 3 semanas pase a la comisaria.

 

-Buenas tardes… -Dije con una sonrisa forzada -¿Saben algo ya de mi hermano?

-Aomine-san –El jefe de policía volteo a verme como siempre, con su cara triste y mordiéndose el labio de la preocupación –Aun no, pero seguimos dándolo todo por encontrarlo.

-¿Ya investigaron a su novia? –Dije molesto  -Daikicchi casualmente desaparece a 2 meses de su boda, cuando ya tenían todos los muebles, auto, casa ¡Todo! Sin mi hermano ahora será fácil para ella meter a otro hombre… ¿No es todo eso raro? –Mis ojos se hicieron llorosos e irremediablemente deje caer algunas lagrimas, sin mi hermano mi día a día era horrible.

 

Todos los policías voltearon a verse dudosos, mientras uno de ellos se acercaba para consolarme.

 

-Tienes razón –Dijo el jefe de policías –Iremos con ella.

 

Sonreí agradecido y tranquilo, hice una reverencia prometiéndoles que iría mañana como siempre a saber de mi hermano, Salí con paso apresurado hacia mi casa… mi dulce hogar.

 

Entre, fui despojándome de mi camisa, desabroche mis pantalones y camine hacia una de las habitaciones, cerré la puerta y suspire, finalmente paz y tranquilidad. Mis dedos se posicionaron entre mis nalgas, metiéndolos y sacándolos mientras aspiraba aquel aroma que ahora estaba impregnado en el lugar. Pero mis dedos no se comparaban en lo mas mínimo. Así que ¿Por qué conformarme?

 

Fui y me monte… y grite de dolor y de lujuria a la vez.

 

-Ryouta… -Su voz resonó en mis orejas.

-Shh…. No hables Daikicchi, recuerda que aun no estás del todo bien. –Lo silencie con mis labios apoderándome de los suyos, sabía que mi hermano aun no se acostumbraba a esto pero debía hacerlo. Empecé a moverme encima de el autopenetrandome, sintiendo la enorme verga de mi hermano en mi interior, estábamos unidos, fundiéndonos en un solo cuerpo.

 

Sus manos y pies fuertemente atados a las extremidades de la cama, sus ojos eran tapados por un antifaz, aun recuerdo su expresión la primera vez que supo que yo lo tenía, cuando le confesé mi amor por él, cuando lo bese, cuando lo viole…

 

Ahora sus dientes están fuertemente apretados y de su cuello resaltan las venas que marcan el quererse contener, al principio tuve que darle drogas pero ahora su cuerpo simplemente responde a mí, se excita con solo saber que vengo y voy a cogerle.

 

-¿Te agusta Daikicchi? –Quite su antifaz para sonreírle, para dejarlo que me viera encima de el, que degustara de la vista.

 

Sus ojos parpadearon acostumbrándose a la escasa luz del lugar y me sonrió tan lindo, tan hermoso, yo lo sabía, sabía que el también me amaba a mí.

 

No sé si se haya resignado ya… o si realmente haya comenzado a amarme… o si simplemente se ha vuelto loco también, pero hoy, es la primera vez que me enviste por su cuenta, mi garganta grita eufórica y gimo como perra en celo ante lo excelente que se siente la penetración brusca que ejerce mi hermano por primera vez en mi… se siente tan bien.

 

Es imposible no eyacular más rápido de lo normal mientras mi cuerpo cae sobre el de mi hermano llevándonos al clímax y escuchar nuestras respiraciones agitadas. En mi rostro se enmarca una sonrisa de satisfacción, de felicidad.

 

Me acomodo entre su cuello aspirando su aroma, el mío… solo mío y siempre lo será… jamás lo dejare ir… Mi dulce hermano… Mi adorado Daikicchi. 


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