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Amor Alterno por Thamal

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Wolfram se encontraba observando aquella invitación tan fina y detallada que había recibido hacía apenas unas días en donde daban fecha a la boda real. Tantos años de amor no correspondido y todo terminaba con el único final posible. La boda entre el hombre que amaba... y un mujer.


 


¿Cuantos años habían pasado desde aquel accidental compromiso? ¿Tres o cuatro años? No, habían pasado cinco años desde aquel entonces. Cinco años en donde no se había rendido y mantenía las esperanzas de que su amor fuera correspondió, había luchado de todas las formas posibles para ello pero nunca había obtenido resultado. Tan solo era el mejor amigo para el rey y cuando aquella mujer apareció, oficialmente lo único que le permitía tener una mayor cercanía se había roto.


 


Su compromiso había sido roto bajo la autorización de las diez familias nobles de Shin Makoku y, bajo la aprobación del mismísimo Wolfram Von Bielefeld que se había rendido al ver como Yuuri se encontraba completamente enamorado de aquella chica.


 


Había sido testigo de como el amor había nacido entre ellos, su corazón lloraba y gritaba de dolor pero el se mantenía fuerte por el bien del ser al que amaba. Había estado ahí cuando Yuuri le pidió consejos para confesarse, para declararle su amor y para pedirle matrimonio. Cada uno de esos eventos habían trascurrido a lo largo de un año y medio, y Wolfram siempre había estado a su lado como el buen amigo que era. Aunque muriera por dentro, por fuera nadie podía notarlo como su mundo se derrumbaba.


 


Así fue como el tiempo paso y el ex príncipe vivía constantemente con el dolor en su corazón. Día tras días las lagrimas había dejado de aparecer, seguramente porque ya no podía llorar mas. Día tras días su amor seguía latente pero a la vez iba muriendo poco a poco, queriendo arrancarlo de su corazón y así no fingir mas. A pesar del dolor deseaba poder felicitar al Maou por su reciente boda, deseaba poder hacerlo de todo corazón pero este se rehusaba y solo moría en su pecho.


 


Quizás con el tiempo podía olvidarse de todo, dejar atrás sus sentimientos y dejar de fingir. A pesar de todo el quería que su amado fuera feliz... aunque no fuera con el.


 


Medio año había pasado luego de la boda real y Wolfram no pensaba demasiado en ello, siempre que dejaba pensar por si sola a su mente su corazón volví a romperse mas de lo que ya estaba.


 


Todo había sido hermoso en esa noche, el castillo perfectamente decorado con flores y demás adornos. Todos los nobles habían asistido, nadie se perdería la boda del rey, Wolfram estuvo en primera fila, observando con un sonrisa como la persona que amaba tomaba por esposa a un joven de cabellos castaños, era bella sin dudar alguno y provenía de una humilde familia del pueblo. Como era de esperar del rey, no le importaba si era de la alta sociedad o una simple panadera, lo importante era el amor que se tenían.


 


Por su parte Wolfram había rechazado toda propuesta de matrimonio, a pesar de que su tío no dejaba de insistir en que debía consumir matrimonio, para el joven Mazoku aquello no era de importancia, mas sabiendo que nunca podría olvidar el amor que sentía hacía el moreno. Comenzaba a preguntarse si algún día, luego de largos años el también podía ser feliz y tener esa tan soñada boda con la persona que amara. ¿Podría realmente amar a alguien mas?


 


Preso en esos pensamientos llenos de ilusiones que bien sabía no debía aferrarse, se adentro al castillo luego de haberle estregado su caballo a uno de los soldados. Una vez al mes, durante una semana el Mazoku rubio regresa a Pacto De Sangre para entregar su reporte sobre las fronteras, y es que ya hacía mas de un año que había decido alejarse del castillo y trabajar alejado del rey. Su hermano le daba misiones extremadamente largas en donde partía lejos, a veces incluso pasaban mas de tres meses antes de que volviera y siempre que lo hacía ahí estaba la persona que amaba, esperándole con su tan hermosa sonrisa.


 


— Wolfram, es bueno verte sano y salvo. Me alegro de que hayas regresado.


 


— Gracias majestad. ¿Como se encuentras la reina Chistin? — Chistin, ese era el nombre de aquella muchacha que había cautivado el corazón del Maou. — Escuche las noticias durante mi regreso. Felicidades por el bebe, espero nazca fuerte.


 


Así era, la pareja real había dado la noticia del embarazo hacía ya unas semanas y Wolfram lo había escuchado durante su camino. ¿Como no hacerlo? Todo el reino no dejaba de hablar de ello, un nuevo heredero al trono pronto nacería y como siempre, el debía de mantenerse fuerte y feliz por el bien de su amado.


 


La charla fue corta, desde ya hacía un tiempo que apenas se veían y la comunicación entre ellos no pasaba de lo normal. "Buenos días. Buenas noches." Alguna que otra palabra mas pero eso era todo, esa amistad y plena confianza que tenían se había perdido con el tiempo y Wolfram como Yuuri no tenían deseos de recomponerla.


 


Y tras una reverencia el rubio continuo con su camino hacía la oficina de su hermano en donde le entregaría su reporte, luego se iría a su habitación y descansaría un poco para poder partir lo antes posible a su nueva misión.


 


Pero aquel día las cosas en el castillo estaban algo tensas, podía sentirlo en el aire e incluso en las pocas personas que se cruzaba por los pasillos, no sabía lo que estaba pasando pero no tardaría en descubrirlo. Al golpear y abrir la puerta todo su cuerpo se congelo, ahí estaba ella y parecía que le saltaría encima con tal de que la ayudara, quisiera o no.


 


Existen-Los-Universos-Alternos-Kun! Este artefacto nos permitirá viajar a otros universos y descubrir nuevos descubrimientos para la ciencia. Gwendal, no puede negarte a ayudarme, ni tu tampoco Wolfram. — Anissina Von Karbelnikoff, su cuñada se encontraba dando su explicación de su nuevo experimento y al parecer había aparecido en el momento inapropiado, pero adecuado para la inventora. — ¡En nombre de la ciencia ustedes me ayudaran!


 


¿Como podía librarse de eso? Tirarse por la ventana y aunque su tobillo se doblara lograr llegar a los establos, montar en su caballo y salir huyendo lo antes posible. No era una mala idea después de todo, ya que aunque saliera corriendo por esa puerta sabía de sobra que la pelirroja no le dejaría tranquilo al menos que escapara del castillo o le ayudara en su experimento.


 


No había escuchado nada sobre el aparato, simplemente no le interesaba saber en que estaba obligado a ayudar. Tanto el como su hermano mayor fueron arrastrados hacía la sala en donde la mujer tenia sus experimentos y luego de lanzar al suelo la sabana que cubría su reciente artefacto obligo a los hermanos a montarse en lo que parecía ser un bicicleta mecánica.


 


El artefacto era bastante grande, por suerte la habitación lo era aun mas y no había problema con ella. Consistía en una especie de capsula de cristal amarillento que tenia diferentes luces de colores y focos. Dos mangueras trasparentes estaban conectadas a la bicicleta mecánica en la cual los Mazokus se encontraban pedaleen bajo los insistentes grito de la mujer que decía, "Mas rápido. ¿Eso es todo lo que pueden? Pedaleen con mas fuerza." Debería de haberse tirado por la ventana cuando tuvo la oportunidad.


 


Luces de colores, sonidos extraños y la respiración entrecortada de los hermanos era todo lo que se escuchaba en la habitación. Ambos se encontraba ya sin fuerza, sin energías ni poder para seguir alimentando a la maquina. Estaban al borde de la muerte o eso deseaban con tal de poder librarse de la manos de Anissina.


 


Pero la muerte no sería la salvación, seguramente ella inventaría algún artefacto para traerlos a la vida y así continuar usándolos de conejillos de india.


 


Desde ya hacía unos años Wolfram se había convertido en el nuevo conejillo de indias que acompañaba en casi todos los experimentos a su pobre hermano. Se preguntaba sinceramente como es que Gwendal había soportado tantos años junto a esa mujer, y sobre todo como es que había terminado casado con ella.


 


— ¡Es un fracaso! — Exclamo la inventora sin perder la ilusión en su maquina. — Deberé hacer unos pequeños ajustes, mientras tanto pueden descansar. — Agrego haciendo que los hermanos se estremecieran del miedo. Pero quizás, para la mala o buena suerte de los tres presentes algo inesperado paso.


 


Una vez se alejaron unos centímetros nuevamente la maquina comenzó a brillar, los sonidos extraños volvieron y subían de tono a cada segundo dando señales de lo que ocurriría. Una explosión, el fuerte sonido invadió la habitación y el humo blanco no tardo en aparecer, por los aires habían volado partes mecánicas, ladrillos, algún que otro papel y el pobre del Wolfram que había terminado en los brazos de alguien.


 


La explosión había sido tan repentina que no había tenido tiempo de reaccionar y alejarse todo lo posible, estaba a tan solo unos centímetros de la maquina cuando sintió como era empujado con fuerza por culpa del aire comprimido que la maquina había soltado al explotar.


 


Estaba preparado para chocar contra las paredes, contra el piso o contra lo que fuera pero nada de eso paso. Se encontraba siendo sostenido por un par de brazos que aunque intentara adivinar de quien eran no podía hacerlo, no hasta que el humo de dispersara y pudiera ver quien lo estaba sosteniendo. Sus ojos se abrieron de par a par, era imposible que fuera el pero no había duda, Yuuri le estaba sosteniendo y abrazando entre sus brazos. ¿Era Yuuri verdad?


 


Sus ojos eran inconfundible, le miraban con ese brillo tan particular en ellos y eran negros como la noche. Su cabello del mismo color estaba ligeramente mas largos sin llegar a los hombros, y su rostro se notaba mas maduro del que había visto hacía unas horas atras. Sus facciones eran tan lindas, no había duda de que a pesar de lucir mas adulto era el, su Yuuri. También noto como le ganaba en altura, no demasiada pero era unos centímetros mas alto que el ex príncipe. Lo tono a la hora de separarse lentamente y romper aquel abrazo que el azabache mantenía para sujetarle.


 


— ¿Wolfram? — Su voz. Su voz sonaba uno o dos tono mas madura pero seguía siendo aquella voz que le estremecía con tan solo escuchar salir su nombre de esos labios. ¡Era Yuuri! Pero entonces... porque al abrirse la puerta tras de ellos aparecía en escena el mismo Yuuri que había visto unas horas atrás, aquel que no había cambiado a pesar de los años. ¿Por que había dos Shibuya Yuuri en ese lugar?

Notas finales:

Es tan solo un prologo de una idea que venia rondando mi mente desde ya hace un tiempo. ¿Que pasaría si el Yuuri de un universo alterno se enamora de un Wolfram de otro universo? 

 

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¡Un besito y Pai Pai!


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