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Encuentros... en el antro de la perdición por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Espero que les guste...

“¡Buenos días!” fue el sonido que lo despertó. Madara rodó por su cama, sintiendo que la cabeza le iba a estallar. Era temprano en la mañana, la luz se colaba entre las cortinas de color plata de su apartamento de lujo, aunque no le caía en la cara. Todavía se sentía cansado a pesar de que había dormido bien, sobre todo porque el día anterior había tenido que hacerse oír (AKA: explotar) en frente de unas tontas del canal 13. “Arriba, arriba, que no se dirige un imperio mediático desde la cama.”

“Yo también te quiero, Itachi” gruñó al despertarse, estirándose. “Sólo que no tan temprano en la mañana, antes de mi café vespertino”

“Suerte que no es tan temprano, mira la hora, mamá” el pelinegro mayor le dio un vistazo de odio antes de levantarse y mirar el reloj. El pequeño de seis años dejó la cacerola y la espátula que estaba usando como despertador.

“¡Mierda, es tarde!” saltó de la cama, consciente de que estaba en un apuro. Tenía que preparar el desayuno y hacer las meriendas para sus hijos, además de vestir a Sasuke, llevarlos a la escuela… Dios, era tan tarde. “Pásame la mantequilla de maní y la mermelada, el pan, el pan…” comenzó a rebuscar a su alrededor, aún en pijama. “Ya…”

“No te preocupes, yo lo hago” el niño agarró las cosas. “Tú ve a cambiarte y a prepararte, que vas a llegar tarde al trabajo y luego te vas a volver loco por haber perdido unos minutos de tu empresa.”

“No me vuelvo loco”

“¡Claro que sí! ¡Eres un controlador!”

“¡Y tú demasiado pequeño para hablar así! ¡Aparte tengo que vestir a tu hermano!”

“¡Hola, mami!” Sasuke impactó con él, vestido en su uniforme del preescolar. Madara gimió. Ya estaba acostumbrado a que lo llamaran así, pero eso no lo hacía menos humillante. Le devolvió el abrazo antes de salir disparado para la ducha. En cinco minutos ya estaba listo, con las llaves del auto en la mano y todo listo para conducir como loco hasta las escuelas de sus hijos. Primero llegó a la guardería del menor.

“Adiós, bebé” le dio un beso antes de salir disparado hacia la primaria. Itachi se bajó y agitó la mano antes de entrar a clase. Se quedó un minuto observando antes de salir como bólido hacia su trabajo. Llegó a su edificio justo a tiempo para ver a los empleados entrar. Como siempre, su asistente le salió al paso con una Tablet y su horario del día. “Hola, Yuri”

“Yugao” le corrigió ella, a pesar de saber que nunca se lo aprendería. “Le han llegado todas estas cartas de admiradores, de críticos e invitaciones…”

“Agggg, críticos, qué prestes” miró su teléfono como quien no quiere la cosa. “Cancela mi cita con el masajista el sábado por la mañana, Itachi tiene un recital de violín. Y luego anula la entrevista con ese periodista sobre solteros poderosos, Sasuke tiene una actuación”

“Parece que hace mucho por ser el padre perfecto… de niños que ni siquiera son suyos”

“No me importa, los quiero como si lo fueran. Y si te atreves a decir algo más así” su mirada se tornó tan oscura que daba terror. “considérate despedida, por si sabes lo que eso significa. Si YO” se señaló a sí mismo con suficiencia. “te despido, entonces no vas a encontrar trabajo en ninguna parte”

“Sí, señor” se sentó en su silla, al frente de la compañía, firmando contratos y revisando papeles de la empresa. Sus periódicos, revistas, canales… todo iba viento en popa. En verdad era el rey de los medios. Estaba en eso cuando una llamada a su teléfono privado (AKA: que sólo los familiares tenían) lo sacó de su mundo.

“¡Itachi, qué demonios!” contestó, prácticamente gritando. “¡Acabas de entrar a clase! ¡No puedes estar usando el celular de esta manera!”

“Es una emergencia” el niño dijo tan pronto como lo dejó hablar. “El tío Ryujo y la tía Sanaka se han muerto en un accidente de coche, Shisui-kun acaba de decírmelo. Tú sabes lo que significa, tienes que…”

“Luego te llamo” colgó y agarró las llaves a toda prisa. Yugao lo vio salir de su oficina y se apresuró hacia él. “¡Cancela todo lo que tengo! ¡Hay una emergencia!” salió corriendo del edificio, sentándose en el auto. Condujo como loco hasta una zona pobre de la ciudad, pensando en lo mucho que la detestaba. Había traficantes por todas partes y bandas reuniéndose en las esquinas. Estacionó frente a una casa desvencijada, enviándoles una mala mirada. Los miembros de la banda se pusieron blancos como la tiza, huyendo a toda prisa. “Hummm, suerte que aún recuerdan lo mucho que asusto” tocó el timbre. Una anciana con cara de bulldog amargado abrió la puerta. “Hola, tía…”

“¡Fuera!” trató de cerrarle la puerta en la cara, pero un pie lo detuvo.

“Siempre es un gusto verte, tía abuela Miyako” el sarcasmo chorreaba de cada una de sus palabras.

“¿Qué demonios haces aquí? Pensé que ya habíamos visto lo último de ti” estaba aún más colérica. Una carita asomó por detrás de una pared, muy asustada. Levantó una mano para saludarlo, pero la mujer se interpuso. “Shisui, vete a tu cuarto de una vez y prepárate” se volteó hacia él. “¿Es que tú quieres apoderarte de todos los niños de la familia o qué?”

“No de todos, sólo de tres. Y Shisui es el último” logró finalmente entrar. “¿Nos sentamos?”

“Lárgate de mi casa”

“Entonces vayamos directo al gran. No voy a permitir que eches a perder a Shisui como lo han hecho tú y casi todo el resto con la familia” Madara se sentó a pesar de no ser invitado. Estaba harto de su familia y tenía una buena razón. Estaba casi completamente compuesta de yunkies y traficantes, delincuentes, basura… sólo él sabía. Había necesitado mucho esfuerzo para salir, esfuerzo y suerte. Con una beca fue capaz de terminar los estudios. Con su primer salario pagó la salida de su hermanito Izuna, enviándolo a una universidad antes de que tuviera muchos antecedentes. Ninguno de los dos había mirado atrás después de terminar… excepto en el funeral de su padre. Por etiqueta fueron. El menor se retiró después de una hora, excusándose conque tenía un caso en el buffete de abogado para el que trabajaba (AKA: usó el trabajo para huir), más él no. Conoció ahí a tres niños, casi unos bebés. Shisui cuidaba de su primito de dos años, que se mantenía cerca de su hermanito de un mes. En seguida se identificó con los enanos que a su corta edad sabían hablar bien y se prometió sacarlos de ese agujero.

“No voy a hablar nada contigo, te largas”

“¿Por qué de tan mal humor?”

“¡Tú sólo sirves para llevarte niños lejos de sus familias!”

“Me hieres, en serio” se hizo el ofendido. “¿Acaso estuvo mal que adoptara a Sasuke y a Itachi cuando lo único que habrían tenido contigo sería maltrato y drogas?” era verdad, esa vieja ponía a los niños a traficar tan pronto entraban por su puerta. “Les di algo mejor”

“Métete eso por el culo” ella cruzó los brazos. La historia iba así, Fugaku era un traficante de poca monta que se había casado con una drogadicta escapada de casa llamada Mikoto. Ambos vendían y se drogaban tanto que era un milagro que sus hijos hubieran salido sanos. Y aún así no durarían mucho tiempo bien, porque el padre les pegaba volando en EXTASIS mientras la madre se sentaba a un lado y se reía como loca. Un día condujeron más drogados que de costumbre y se mataron en un accidente cuando Itachi tenía tres y Sasuke dos meses. Madara escuchó, poniéndose en movimiento. Después de muchas amenazas, sobornos y abogado, logró adoptarlos… lo que llevó al vergonzoso incidente en el que el bebé comenzó a llamarle mamá, contagiando a su hermano y al final los dos se negaron a llamarle de otra forma.

“El caso es” sacó un paquete. “que no tienes opción” se lo entregó. La anciana sacó lo que había dentro y se quedó helada. “si te atreves a negarme a Shisui entonces esto irá a la policía, y no sólo a la policía, sino al FBI”

“Tengo… tengo contactos…”

“Y yo más dinero del que te puedes imaginar. Así que o me lo entregas por las buenas para que cierre la adopción o vas a enfrentarte a Izuna en el tribunal y luego a la prisión.”

“¿Es que tienes que soltarme a tu perro de presa?”

“No, querida, YO soy el auténtico perro de presa, él es un cachorrito comparado con lo que yo te puedo hacer” se acercó con una sonrisa malvada. “¿Qué quieres? ¿Renunciar a uno de los muchos niños a los que manejas o ir a prisión?”

“Yo… ¡Shisui, recoge tus cosas! ¡Te vas ahora mismo y te llevas a esta peste contigo!” rápido como el rayo, el chiquillo salió a toda prisa, con la maleta ya lista. Madara fue detrás de él, negando con la cabeza. No se despidió de la mujer, sólo salió, encontrando a Shisui ya en el coche.

“No te preocupes, todo va a estar bien” le acarició la cabeza. “Tendrás que acostumbrarte a otras cosas, pero vas a disfrutar vivir conmigo.”

“¿Qué… qué vamos a hacer ahora?” preguntó.

“Primero vamos a casa a que tomes un baño, luego tengo que llamar a Izuna para que formalice tu adopción lo más pronto posible y cuando esté lista te vamos a inscribir a la escuela.”

“¿La escuela?” frunció el ceño. Lo más cerca que había estado de ella eran los libros que Madara le había regalado. “No creo que…”

“Ya verás que estarás bien, eres muy inteligente. Y será la misma escuela que Itachi, es una institución de primer nivel para chicos tan especiales como ustedes” se alejaron del barrio a toda prisa. “Mira… ya hablaremos más tarde, ahora tenemos que ir a casa”

“Casa… sí” una vez en el lujoso apartamento, el niño no podía apartar sus ojos de nada. El televisor debía costar más que el barrio entero en el que había vivido. Entonces Madara lo guio hacia el que sería su cuarto. Ya estaba preparado. “¡Woow! ¡Es fantástico!”

“Me alegra que te guste” se quedaron un rato en silencio.

“Entonces… ¿también puedo llamarte mamá?” el mayor suspiró resignado. Otro que se unía a la banda.

-Unas horas más tarde-

“Parece que te has conseguido otro niño” comenzó Izuna por teléfono, riéndose. “No podrías llenarte de hijos tan rápido ni aunque fueras un conejo.”

“Sin bromas, niño”

“Como digas… ¡es que no puedo parar!” siguió carcajeándose. “Ay, ojalá los hicieras tú mismo. Eso me daría menos trámites” se lo oyó ordenar algunos papeles “Por cierto, ya terminé con lo que me pediste. Y si preguntas por la rapidez, es que tenía los papeles preparados de antemano. Sabía que me lo pedirías.”

“Gracias, baka otouto”

“Espero que no me pidas nada más, al menos no legal. Y no, no voy a ir al funeral de ese par de drogatas. Me convenciste de ir al de papá porque al menos el hombre hizo algo bueno por nosotros, traernos al mundo” rodó los ojos. “Estaré esperando tu próxima llamada, pero no de seis a ocho, tengo que trabajar.”

“¿Vas a venir en Navidad?”

“No, lo siento. Van a hacerme socio y tendré casos realmente gordos para probar mi valía. ¡Te vas a sentir orgulloso del hermanito menor que tienes y al que mandaste a la universidad con dinero de tu propio y entonces pobre bolsillo!” Madara negó con la cabeza. ¿Es que era workahólico? “Te enviaré los regalos por correo, apuesto a que los dos…”

“Tres, ahora tengo tres niños”

“Compraré uno más, debe haber algo en e-bay que le guste a Shisui…”

“Justo de eso también quería hablar. Me ha dicho que le gusta la música de piano. Itachi ya está tocando el violín, más…”

“¡Eso es! ¡Le mandaré un piano de cola! ¡Y dinero para que le pagues unas clases de piano!” Izuna comenzó a saltar de felicidad. “¿Ya ves cómo todo se arregla? ¡Será perfecto! ¡Recordarán por siempre al tío Izuna!”

“Sí… en sus imaginaciones”  miró el reloj. “Demonios, tengo una reunión y el niñero aún no ha apareci…”

“¡Ya estoy aquí!” su sobrino Obito entró corriendo, resoplando como si hubiera estado en una maratón. Era uno de los pocos parientes con los que se relacionaba voluntariamente. El padre de Obito había logrado salir sin antecedentes penales como él de la vida delictiva que llevaba la familia Uchiha y estudiar. Trabajaba para Madara y el adolescente le hacía de niñera al mayor para ganar unos cuantos dólares. “Lo siento, me castigaron por pelearme con Bakakashi y…”

“Sólo llévatelos a la sala de juegos, tengo trabajo” comenzó a pasar los papeles. Delante de ellos estaban los tres niños, pintando en papeles que podrían o no tener cosas importantes.

“No” dijo Sasuke cuando trató de llevarlo con su… sus hermanos. “¡NO! ¡No quiero irme!”

“Y ya vamos con la misma cantaleta”

“¡NO! ¡MADRE! ¡MADRE!” los gritos de Sasuke no llamaron la atención de nadie. Cuando el niñito no quería hacer algo y hacía un berrinche, solía cambiar la palabra mami para referirse a su guardián por madre, para vergüenza de este. Por suerte, todos en su trabajo le tenían demasiado miedo para burlarse de eso.

“Sasuke, caramelito, por favor, tengo que trabajar. Ve con Obito. Itachi, ayúdalo antes de que me reviente un aneurisma”

“Como digas” el niño se bajó de su silla. “Por cierto, respecto al asunto de Sasuke peleándose con un niño en medio de la clase…”

“Está castigado sin televisión”

“Claro” los niños se fueron, siendo escoltados por su primo mayor hacia el lugar que muchos llamaban la guardería de la perdición y el rey de los medios cuarto de juegos. ¿Por qué? Bueno, muchos se habían convertido en víctimas del más pequeño, que los obligaba a hacer cosas terribles para entretenerlos con las palabras: Mi mamá te va a despedir si no lo haces.

“¡Yuri!”

“Es Yugao” la asistente entró con la cara llena de cansancio. “¿Qué se le ofrece ahora?”

“Reprograma todas mis citas de mañana, tengo que reunirme con el director de la escuela de mis hijos a las ocho y a las diez con un instructor de piano calificado para que el próximo año le enseñe a Shisui” suspiró cansado. “Maldición, gracias a la falta de certificados de estudios el pobre de Shisui tendrá que hacer un examen de ingreso. No sé en qué clase quedará colocado el próximo año.”

“¿El próximo año, señor?”

“¿Qué pensabas? ¡Estamos demasiado cerca de la Navidad para inscribirlo ahora! ¡La semana que viene empiezan los exámenes de Itachi!” se frotó la cabeza. “Bueno, ¿Qué haces ahí parada? Ponte a hacer lo que te dije”

“Como diga, señor” la pelivioleta se volteó y salió de la oficina con una cara amargada. “Tirano”

-En casa-

“Obito-nii sí que sabe entretener a Sasuke” la comadreja y Shisui decían mientras Madara cargaba al pequeño hasta su cama. Lo arropó, lo vistió con su pijama, le dio un beso de buenas noches y volvió con los otros dos.

“De acuerdo, ustedes dos también a dormir”

“No estamos en kinder”

“Primaria no es tan diferente, así que a la cama” señaló en dirección a sus cuartos. Los niños obedecieron, despidiéndose antes de ir entrar. El padre se quedó sólo en la sala, revisando papeles de la empresa sin darse cuenta de que habían salido de sus habitaciones los dos mayores.

“Vaya, y yo que pensé que vería a alguien especial o saldría esta noche” comentó Shisui.

“¿Mamá? Nunca” Itachi movió la cabeza. “Él llama al tío Izuna workahólico, pero el que auténtico en la familia es él” se quedó escondido en la sombra. “Siempre es lo mismo, del trabajo a casa, de casa al trabajo. Va a nuestras obras y reuniones, pero pareciera que para él sólo existimos nosotros, el trabajo y la casa.”

“Creo que necesita un cambio, ¿Por qué no le conseguimos una cita?”

“Puedo escucharlos, ¿saben?” se levantó de repente el mayor, con una sonrisa maligna de las que le daba a los empleados de su empresa. “Y si no quieren estar castigados como Sasuke, entonces tendrán que irse a la cama en este segundo”

“Lo siento” se fueron corriendo a dormir. Madara suspiró, ¿de verdad creían que él entre todas las personas tenía tiempo para citas? ¡Un imperio mediático no se dirigía sólo! ¡Y quién quería una pareja cuando ya tenía tres fabulosos hijos! Aparte de qué mujer querría estar con un hombre que ya tenía tres niños. Sabía que el dinero atraía zorras pero… bueno, mejor seguir trabajando. Él no necesitaba a nadie…

Notas finales:

¿Qué les parece? ¿Cómo creen que se van a encontrar? Review!!!


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