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Porceliano lėlė por Lunita Shinigami

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PORCELIANO LĖLĖ

[Hannibal]

 

 

 

Nota: los personajes de Hannibal no pertenecen, este fic es sin ánimo de lucro.

 

 

Luchemos contra el plagio entre más seamos, más se escucharan nuestras voces, no dejemos que personas inescrupulosas se lleven nuestro trabajo… propuesta liderada por Katrinna Le Fay y adoptada por Luna Shinigami.

 

Si el fic no es de tu agrado, no te gusto el final, el comienzo o las notas de autor, no te gustan los personajes, ni te agrada la autora, por favor, a riesgo de ser grosera, no comentes, pero si tienes una crítica constructiva decente, soy toda oídos.

 

Atentamente Luna Shinigami

 

Hannibal Au

 

o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o.o

 

I

 

1927

 

El aviso en el periódico brillaba para los ojos azules de Alana. Llevaba un largo periodo de iliquidez, cerca de seis meses sin trabajo alguno.

 

A sus veintitrés años, Alana Bloom, se sentía un poco perdida, recién graduada de psicología, en un ambiente machista  donde las mujeres eran desdeñadas por su profesión.

Y había sido por el mismo ambiente que no había sido contratada, ni en New York ni en Florida.

 

Pero ahora, al menos, para mitigar sus dolencias monetarias, brillaban aquellas letras, no era lo mejor pero al menos ayudaría, rompió el periódico y salió buscando una central telefónica, con al menos una esperanza.

 

 

 

“Se necesita señorita Joven para Institutriz de Joven Conde de la Familia Graham

Favor comunicarse con Bedelía Du Maurier en Baltimore – Maryland

Teléfono XXX – XXX- XXX”

 

 

II

 

Alana no podía dejar de mirar la inmensa edificación que se abría ante sus ojos, la reja de metal  forjado y oscuro, la hacía sentirse como si hubiese entrado a la mansión de un rey o reina, de una familia real. El camino bajo sus pies de piedra irregular, la marcaba la entrada a Oz, esperando ver a Dorothy en el camino, al menos al león o quien sabe, tal vez ¿La bruja del Oeste?

 

Apretó su pequeña maleta de cuero desgastado y acomodo el sobretodo negro que la cubría, los árboles que formaban la arboleda daban un aspecto siniestro dependiendo del ángulo. El viento soplo arremolinando sus cabellos castaños, haciendo que cerrara los ojos un momento; al abrirlos encontró una magnifica edificación.

 

La mansión se abría ante ella, mostrando una amplia entrada franqueada por un muro de piedra, el ladrillo casi oscuro era en su totalidad la forma de la estructura, múltiples ventanas todas cubiertas de pesadas cortinas al parecer y cinco torreones en lo alto.

 

Alana no sabía cómo podía existir algo de tal belleza arquitectónica y aun así, sentirse como si fuese algo peligroso. Su instinto se lo decía, había algo en su pecho que se revolvía y le aprisionaba el corazón, algo en el proceso evolutivo que decía ¡Da la vuelta! Y estuvo a punto de hacerlo, pero la puerta principal se abrió, dejando ver la figura de una hermosa mujer, sus cabellos rubios lacios caían a un lado de su hombro y su elegancia era digna de una emperatriz; vestía un traje de dos piezas negro, que, a diferencia de las mujeres de su época, recargaban su hermosa y estilizada figura.

 

-señorita Bloom

 

Alana trago saliva y asintió – Señora Du Maurier – se presentó acercándose, subiendo las escalinatas de piedra gris – mucho gusto

 

La rubia la miro  como inspeccionándola, Alana sabía que estaba siendo revisada, supervisada, y casi se sintió desnuda a la mirada profunda de la distinguida –sígame – ordeno entrando y sabiendo que la otra le seguiría sin demora – Se por sus referencias que está recién egresada de la Universidad estatal de Pensilvania, una de las tres mujeres en todo el campus en ser recibida- Alana paso saliva y asintió -  se graduó con honores superando a varios hombres de su clase aun así no ha conseguido un trabajo que no sea luctuoso- la castaña iba a hablar pero Bedelía la detuvo – se cuán difícil es competir en un mundo solo masculino, señorita Bloom- le dio una sonrisa recargada – sus deberes son cuidar a William, tiene ocho años, sufre de un espectro  de Autismo según uno de sus psicólogos, un psicólogo suizo experimental, también posee otras características como trastorno de la ansiedad y  empatía – Alana estaba sorprendida – William posee mutismo selectivo y tiene problemas para enfocar la mirada, la evita de manera, selectiva, de nuevo- subió las escaleras de caracol – aun así es un niño inteligente, muy inteligente señorita Bloom, no subestime su inteligencia-

 

Terminaron de subir, las interminables escaleras, al menos para Alana y luego camino por un largo camino, había espejos y muchas esculturas, casi siniestras, mas estaba segura que no había visto ni una sola fotografía.

 

-William- Bedelía golpeo la puerta tres veces y giro la perilla, la habitación era el lugar con más de aquel lugar. Los amplios ventanales estaban abiertos y la habitación infantil estaba ordenada de manera sistemática, Alana supuso que por el espectro del niño. Se giró un poco y lo vio en una pequeña silla leyendo un libro grueso, sus bucles oscuros oscilaban en su pequeño y algo redondo rostros, la nariz era un pequeño botón y los labios eran pequeños,  como todo el niño en sí, Alana tuvo la sensación que debía protegerlo, cuidarlo y sacarlo de allí.  – William, ella es la señorita Bloom, Alana Bloom cuidara de ti-

 

Alana se acercó un poco – Hola Joven William- le hablo con delicadeza pero no de manera infantil, solo allí se dio cuenta que en uno de sus brazos, William tenía un muñeco, un muñeco de porcelana, los cabellos eran rubios casi cenizos y estaba vestido de traje de tres piezas, debía medir por lo menos 70 centímetros y su rostro de porcelana estaba tan bien definido que parecía terroríficamente real; la piel era blanca y sus ojos oscuros con pequeños destellos rojos. Will aferro su pequeña mano a la cintura del muñeco y lo apretó contra su pecho, Alana le vio y tomo la mano del muñeco – Mucho señor Muñeco, soy Alana Bloom y desde hoy cuidare de William-

 

-Hanny

 

La voz de Will era un murmuro bajo, casi un susurro quedo, una lejana honda del agua, pero Alana le escucho.

 

-lo siento mucho, señor Hanny, mucho gusto- sonrió cuando por un segundo, el niño le miro a los ojos, Alana jamás había visto un color de ojos tan puro, tan transparente, tan inocente, los ojos azules de William era lo más hermoso que había visto la mujer. El niño cuando creciera iba a ser un hombre muy hermoso.

 

Will regreso de nuevo a leer, estaba leyendo en lituano.

 

-William no lee muchas veces bien en inglés, pero el Lituano parece su idioma madre- aseguro la rubia – Señorita Bloom, sígame, le mostrare sus habitaciones y le presentare al personal- Alana asintió saliendo detrás de la rubia.

 

Cuando se cerró la puerta, Will miro a su muñeco colocándolo frente a su rostro – ella me gusta Hanny, no es grosera, te saludo- le dijo y sonrió- ella me gusta-

 

III

 

 

Alana, luego de dejar su pequeña maleta en la cama y organizar sus objetos personales en la habitación de servicio, bajo para conocer a los demás empleados de la mansión.

 

Tobías Bunge el profesor de  Violín de William, un hombre negro, ¡negro! Elegante, pero con una mirada psicótica, con maneras refinadas,  con una voz gruesa y misteriosa.

 

También se encontraba Abigail, una preciosa adolescente que ayudaba a su padre, el cazador Garret Jacob Hobbs, un hombre un poco más tenebroso que el mismo Tobías, en la cocina estaba el más afable de los hombres, Franklin, que era docto de hacer comidas inmensas con una sonrisa intrépida y una necesidad patológica de hacer amigos.

 

Finalmente, Margot Verger, el ama de llaves, que le saludo decentemente mirándola con aquellos inmensos y preciosos ojos grandes, Alana debió mirar a otro lado, no debía admirar a otra mujer, mucho menos quedarse mirando sus preciosas facciones.

 

– Bienvenida a Chesapeake Manson, Alana- le dijo el ama de llaves y la condujo a uno de los ventanales, viendo caer la noche lentamente sobre aquella mansión, luego se giró – Huye- susurro, cuando paso por su lado.

 

-¿Perdón?- preguntó Alana a la mujer – ¿dijiste algo?-

 

-nada en lo absoluto- negó Margot – la cena es a las siete de la noche, por favor que a esa hora esté listo el joven Señor William y Hanny- le pidió refundiéndose entre las sombras de la mansión.

 

-William y Hanny- dijo Alana y alzo la mirada, encontrándose con el niño en la parte de arriba de las escaleras con el muñeco entre sus manos. – William- le miro sintiéndose intimidada por la apariencia del niño y mucho más por la presencia del muñeco.

 

 

 

Continuara

 


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