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Love puraido por Meyko

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Notas del fanfic:

Hace tiempo tenía ganas de escribir una historia yaoi que estuviese relacionada con el movimiento Yankii y Bosozoku, han sido siempre mis movimientos favoritos de japón. Además pienso que es la oportunidad perfecta para plantear mi postura con respecto a ciertos puntos, de manera algo utópica (supongo que se darán cuenta a medida que lean) y porque podría aporvechar de describir todas las cosas y situaciones que me evocan las canciones de mi banda favorita, Kishidan, la cual se le harán varias menciones y referencias a lo largo del relato. Independiente de esto, espero que puedan disfrutar del fic~

Yuusuke Nanchō a sus 18 años, ya tenía completamente asumida su homosexualidad, no creía que por eso fuese menos “macho” y estaba dispuesto a sacarle ése prejuicio a la sociedad a como dé lugar. Él era el líder de una pandilla de motoqueros, la que entre todos los miembros habían denominado “Itazurana Yōkai” (espíritu travieso) dado a que no eran malos. Yuusuke creía que el movimiento bosozoku hace décadas había dejado de ser peligroso, bueno estaba claro que aún existían pandillas que deseaban conservar eso, pero ellos no, amaban la estética y el movimiento en sí, sin embargo no tenían la necesidad de intimidar a nadie, quizás esa era otra cosa que su banchō (líder de pandilla) deseaba mostrarle a la sociedad.
En su curso eran todos muy unidos, pero aún así preferían mantener la distancia con Nanchō, y no por su orientación sexual, ya que sólo los Itazurana Yōkai sabían de ello, sino porque realmente parecía un tipo peligroso. Medía 1.83, era de gruesa complexión, llevaba el pelo anaranjado al que peinaba con el característico pompadour bosozoku, vestía el uniforme de manera muy rebelde y porque sabían que lideraba una pandilla. Aunque nunca se lo dijeron, explícitamente, él sabía que se sólo se debía a un “prejuicio” y de verdad ése había pasado a ser un tema muy complejo y significativo. Pero a pesar de eso nunca dejó ser un muchacho jovial y sociable.

-Entonces yo les designaré un compañero para hacer el trabajo. La idea es que sean capaces de congeniar con alguien que no sea amigo suyo o de realidades similares- explicó la profesora, precipitándose a dar el objetivo antes de escuchar reclamos. -Muy bien señor Tomoe…- se dirigió a un escuálido chico, después de haber mencionado a diez, con anterioridad -Su pareja será el señor Nanchō- sentenció.
-Está bien…- murmuró el chico, mientras tomaba sus pertenencias, caminando luego hasta Yuusuke y sentándose en el pupitre contiguo.

El joven bosozoku le examinó disimuladamente: Delgado, 1.60 por lo menos, tez blanca, cabello negro con el tradicional corte de honguito y gafas sin marco - ¡Vaya! ¿Éste tío es de de aquí? Jamás lo había visto- pensó.
-Hola…- le dijo éste con una sonrisa y acercando su pupitre al colindante -¿No te molesta, cierto?-
Y entonces el mayor salió de sus pensamientos- ¡Para nada! Acomódate, por favor - respondió mientras volvía a observar al más bajo, el que malinterpretó la mirada
-Eh… ¡disculpa, no me he presentado! Soy Mitoru Tomoe- dijo nervioso
-Hey tranquilo-  respondió extrañado -¿En serio eres de esta clase? Jamás te había visto…-
Ante el cambio de tema, el pelinegro se sintió más confiado -Es que me siento al fondo- confesó con timidez
-¡Te sientas atrás!- contestó un emocionado pelinaranjo, quien se ubicaba en medio
-Sí, pero sólo porque no me gusta que me queden viendo- respondió cabizbajo
-Ya veo…- dijo con curiosidad.

En ése momento sonó el timbre que anunciaba el recreo y la puerta del salón se abrió con brusquedad -¡Suke-san!- gritó una muchacha de 1.55, cabello corto con un teñido colorín del cual quedaba sólo el óxido.

-¡Yuka-chan!- gritó él, mientras corrían el uno al otro, para abrazarse con rudeza.
-¿Son novios?- preguntó el pelinegro. Ambos chicos se miraron y luego rieron a carcajadas.
-¿Yo novio/a de esta cosa?- dijeron al unísono. El chico se sintió intimidado y tartamudeó
-Bueno…Sí/No- dijo cada uno por su lado con seriedad, luego se miraron y volvieron a reír, ésta vez abrazándose y dándose coscorrones. Era su forma  dejugar, sin embargo Mitoru estaba impactado, jamás había visto tanta falta de respeto mutua
-Disculpa, me voy a llevar al grandulón de aquí ¿no te molesta?-
-Eh no, por favor prosigue- dijo el pelinegro bajando la mirada y concentrándola en un libro.

Yuka tironeó a su amigo hasta afuera del salón y en el pasillo le habló:
-Te gusta- afirmó entre picaronas risas
- Eh no lo sé- contesto un nervioso mayor
-Por favor Yuusuke, se te nota en la mirada, tus ojos son los mismos de un depredador hambriento en estos momentos-
-Es algo que no puedo determinar…menos ahora- rascó su cabeza- lo acabo de conocer- afirmó
-¿Me vas a decir que todo este tiempo ése tío ha sido tu compañero y recién lo notas?-
-Algo así…-
-Qué cliché…En fin, anoche en Zankoku Paradise, habían unas motos último modelo qué alucinas…- y así el par se perdió entre los pasillos de la escuela, mientras tanto el pálido chico, que se había quedado en el salón, trataba de concentrarse en su lectura, sin embargo no podía parar de pensar en el extraño acontecimiento de hace unos minutos
-“Sí que es extraño”- pensó mientras se sonreía

Las clases continuaron de manera habitual, pero Yuusuke no podía acercarse más a su compañero, ya que tuvieron clases diferentes el resto de la jornada y porque en los recreos Yuka o Shinji iban a buscarlo. Mas lo único que ansiaba era seguir conociendo al misterioso chico…y tenía la excusa perfecta.

Al terminar el día, el joven colorín se aseguró de salir rápidamente del establecimiento y fue por su moto, la cual mantenía estacionada  a un costado de la escuela, cerca de los vehículos de algunos maestros. Entonces se estacionó exactamente fuera de la entrada, esperando ver a su objetivo, el cual pensaba que nunca encontraría entre la salvaje horda de estudiantes desesperados por llegar a sus casas o pasar a divertirse a algún lado. Sin embargo no fue así…es que un tipo que camina cabizbajo, esquivo y con una notoria aura de baja autoestima no era difícil de localizar entre tanta juventud expectante de aventuras.

-¡Oe, Tomoe!- llamó con su profundo vozarrón cuando el chico estaba cerca, llamando la atención del colectivo, el que inmediatamente comenzó a murmurar que se trataba de una posible pelea

El chico levantó la mirada enervado y se acomodó las gafas –Oh, Nanchō-san ¿Qué sucede? – esbozó una temerosa sonrisa

-¿Quieres que te lleve a tu casa?- Propuso con seriedad, sin embargo pensó que estaba siendo obvio-Digo…después de todo tenemos que organizarnos para hacer el trabajo- se interrumpió, mientras que rascaba su nuca y desviaba la mirada, avergonzado por su fallo

-¡Claro!- respondió emocionado de que su compañero fuere tan responsable- Pero…hay un par de problemas- comentó con rapidez y un hilo de voz- Prefiero que no sea en mi casa y ¿tenemos que viajar ahí?-intentó no sonar despectivo

-¿Y por qué no?- preguntó con interés- Ah y ¿Kappa? Descuida, es segura, no soy un conductor irresponsable- señaló la moto con orgullo

-¿Kappa? ¿Como el yōkai?- preguntó casi retóricamente- Ah y bueno, es que mis padres son un poco prejuiciosos y no quiero que te molesten-

El más alto rió -Todas nuestras motos tienen nombres de Yōkai, decidimos que sería una divertida congruencia y con respecto a tu casa…pues, no me molestaría llevarte a la mía ¡digo! Si es que quieres-

-Bueno…pero debo avisar en mi casa que llegaré tarde- comentó mientras que sacaba su celular y mensajeaba a su madre, para cuando terminó pudo percatarse de que su compañero estaba sentado en su moto esperando , extendiéndole un casco, el que aceptó con un poco de inseguridad. Y observó, un poco confuso, como es que Yuusuke se bajaba nuevamente, aunque esta vez para abrir la cajuela.

-Dame tu maletín- pidió amable, a lo que el más bajo hizo caso inmediato y sin regodearse más la guardó junto con la suya- Bien, vamos- le dijo con una sonrisa, aunque no hubiese sido apreciada gracias al casco que él también llevaba- ¿Puedes subirte solo?- Preguntó mientras volvía a incorporarse

-Supongo- respondió el menor, avergonzado. Intentó subirse, pero se asustó mucho al sentir como la moto se tambaleaba, a pesar de que el mayor la tenía estacionada

-No tengas miedo, no se volteará-comentó con simpatía- puedes afirmarte de mí, si quieres- A lo que el menor simplemente acató.

La gente, cuando se dio cuenta que no sería el espectáculo que esperaban, simplemente continuó en lo suyo. Sin embargo para la mala suerte de Yuusuke, Yuka justo le vio marcharse con su compañero, a lo que sólo se echó a reír, ella sabía por sobre todas las cosas que su mejor amigo no subía a cualquiera a Kappa y eso le hizo deducir que lo que creía no estaba tan lejos de ser verdad.

 

El menor tuvo miedo a penas sintió el motor de vehículo y como no tenía cinturones de seguridad, se vio obligado a abrazarse del colorín y aunque éste le había dicho que no tenía problemas con que lo hiciera, el pelinegro encontraba raro abrazarse a un hombre, mas el miedo que sentía cuando frenaban o aceleraban lo llevó a hacerlo con mucha fuerza. El corazón del moreno palpitaba con fuerza cada vez que sentía como el cuerpo ajeno se estrechaba con su espalda
- Apuesto que estás terriblemente asustado, tienes una hermosa vista desde acá, porqué no aprovechas de apreciarla- aconsejó mientras esperaba a que el semáforo le diera la luz verde. Y pues no mentía, la mayor parte del camino hacia su casa era por la costa y comprendiendo que estaba atardeciendo lo hacía mucho más hermoso. Su copilotó le hizo caso aunque no emitió palabra o hizo gesto alguno. Aquel paisaje logró sensibilizar rápidamente al pálido joven quién se sentía bastante melancólico. Por su lado Yuusuke intentaba verle a través del espejo retrovisor, sin embargo su gran espalda impedía ver desde un ángulo tan limitado, el pequeño cuerpo que se aferraba al suyo como un marsupial, entonces para ser más ameno el viaje, decidió poner música, encendió la radio mientras que el semáforo mostraba una furtiva luz amarilla y entonces sonó “Ah konna sekai nara,  saa yarinaoseru darou, futari dake de nigeyou” Se trataba de una canción de Kishidan la cual hablaba de los paradigmas del siglo 21 y de huir juntos de ellos, era una de sus canciones favoritas de la banda, porque parecía opening y tenía un leve toque romántico, el que sumado con la vista le hacía sentir bastante inspirado, la luz verde apareció y junto con el sonido de su motor sintió esas pequeñas manitos aferrándose en su abdomen. Realmente maldijo que justo en ese momento sonara esa canción y en esa parte, le fue inevitable imaginarse como en un video clip o en un animé donde al fina terminaran amándose, realmente se odió por no ser capaz de controlar esa clase de pensamientos y porque sabía que tarde o temprano le harían sufrir. Por otro lado el escuálido joven se incomodó un poco por el contenido de la letra y la situación tan vergonzosa que estaba enfrentando, si que trató de concentrarse en el hermoso paisaje que tenía a su derecha, ver aquellas brillantes olas abrazando la arena en un degradé de ocres era un espectáculo que cada día era menos apreciado, aunque de pronto se perdió entre vueltas que lo llevaron a apreciar un barrio residencial bastante tranquilo. De pronto el más alto se detuvo frente a una casa bastante simple, esas típicas de concreto, muro bajo y casi sin patio, apagó la radio, la cual había tenido un especial de aquella banda y dado a la diferencias de estilos en sus canciones, la tensión que vivieron en el semáforo de la playa desapareció en el trayecto.
-Baja tú primero- Sugirió el colorín mientras se sacaba su casco- Así la moto no se tambaleará mientras lo haces- agregó con amabilidad
El pálido chico aceptó, bajó con cuidado y luego se sacó el casco, también y se quedó parado en la entrada de la casa.
-Por favor, adelante, no te quedes ahí, iré a guardar a Kappa- Le dijo mientras llevaba su adorado vehículo al patio, sin embargo el más pequeño fue incapaz de entrar sin él, se quedó mirando para todos lados hasta que el otro apareció con su casco y ambos maletines
-Oh disculpa se me olvidó devolve…- dijo apresuradamente mientras se daba vuelta y notaba que el mayor traía las cosas- Oh?- fue lo único que pudo articular, con confusión, y sin tener tiempo para dejar de extenderle el objeto
- Ah? Oh, no te preocupes, esto lo guardo dentro- explicó con una sonrisa, creyendo entender el dilema ajeno y tomando lo que el otro le tendía –Por favor, adelante- repitió mientras abría la puerta de la casa
El menor asintió- P…permiso- tartamudeó mientras ingresaba cabizbajo producto de la vergüenza
-¡Llegué!- avisó con su grueso vozarrón el anfitrión
-Yuusuke, cariño, que bueno que llagaste necesito…- respondió una voz femenina desde la cocina, mientras se acercaba, hasta que se dejó ver por completo una mujer de 45 años, pelo teñido de rojo cereza con un peinado digno de los 80’s y de gesto facial bastante duro –Oh, trajiste un amiguito- interrumpió su relato anterior- Soy Sōji Nanchō, la madre de Yuuske, un gusto- se presentó, aunque bastante informal, no tenía la costumbre de saludar con reverencias
-¡¡¡Ssoy Mitoru Tomoe!!!- se presentó rápidamente con la correspondiente reverencia, aunque bastante nervioso a lo que la señora se echó reír
-No hace falta ser tan educado, chico- le golpeteó el hombro izquierdo con confianza
-¿Qué me ibas a decir, Ma?-
-Ah cierto, bueno voy a salir, si que necesito que te quedes en la casa, nos vemos- le respondió mientras se apresuraba a salir -Espero que atiendas bien a tu invitado- comentó subliminal tras imaginar la razón por la cual estaba ahí y conocer la naturaleza de su hijo
Por otro lado el nervioso invitado encontraba de mala educación escuchar conversaciones ajenas por lo que se distrajo mirando algunas fotos que estaban en su rango visual, percatándose que varias eran de una mujer con un hombre, de la misma tendencia que su compañero y a juzgar por la calidad de las fotos y las apariencias de sus protagonistas dedujo que se trataban de los padres de Yuusuke.
Luego del desatinado comentario de su madre se incomodó bastante, rogó porque la inocente mente de su invitado no captara el mensaje, sin embargo al verle absorto en las fotos se tranquilizó -¿Quieres algo para beber o comer?- ofreció con aire desinteresado
-Huh, té está bien- respondió con una sonrisa que puso de los nervios al más alto
-De acuerdo… Oh primero, vamos a dejar las cosas a mi cuarto- agregó con torpeza, mientras ya caminaba hacia la habitación, el otro muchacho le siguió un poco más tranquilo, pero aún así preocupado de ser una molestia –Ponte cómo mientras traigo el té- sugirió nuevamente y luego se fue. Su habitación era simple, para sorpresa del menor estaba bastante ordenada, sin embargo tenía una decoración digna del mayor, tenía unos instantes llenos de mangas y CD’s, Cassettes y algunos vinilos, un equipo de música bastante antiguo y las paredes llenas de pósters y fotos relacionadas al movimiento. Se preguntaba si alguna de esas fotos era de su grupo, sin embargo no fue capaz de entrar más allá de la puerta
-Qué extraña forma de ponerse cómodo- escuchó de forma burlona detrás suyo
-D…disculpa-
-Está, bien puedes pasar… y echarte en mi cama, si quisieras- bromeó al final, sin embargo lo decía con intención de tantear terreno- Bueno, acá está el té- cambió el tema, mientras se acercaba con una bandeja con dos tazas con té y unas cuantas galletas, las que dejó en el velador
-Gracias, empecemos el proyecto, por favor- dijo con seriedad inspiradora mientras acomodaba sus gafas
-Claro- respondió el otro mientras analizaba el comportamiento ajeno y se perdía en sus facciones y gestos

Tan concentrados estaban en su propuestas que no habían notado con exactitud en qué momento la anaranjada y melancólica habitación se había tornado azul y oscura, hasta que el menor escuchó vibrar su celular
-¡Oh la hora!- exclamó algo asustado. Luego contestó la llamada, tratando de apaciguar la evidente ira de su madre - ¿Cómo pude descuidarme tanto?- se culpó luego de cortar
-Oye, cálmate, al menos ya hemos dejado todo listo y sólo faltaría empezar a armar todo- le consoló sonriente- tenemos bastante ventaja… Además en parte es mi responsabilidad, si que te iré a dejar- Le dijo mientras se levantaba
- No hace falta, gracias- respondió el menor mientras guardaba sus cosas con rapidez -Eres amable, pero no quiero que te vean conmigo, pensarán que les he mentido y…-
-Y yo no quiero que te arriesgues por irte solo…lo demás me da igual- le interrumpió brusco mientras tomaba los cascos -Vamos-
El menos se quedó helado ante la reacción contraria, pero no quiso insistir, sabía que en parte él tenía razón y se arriesgaba demasiado tomando el transporte público a las nueve de la noche y porque sentía que quería pasar más tiempo a su lado, le llamaba la atención que siendo de realidades tan distintas congeniaran tan bien. Estaba sumido en esos pensamientos cuando escuchó al colorín hablando por teléfono, diciéndole a su madre que se apurara porque él iba a salir, entonces recordó el favor que ella le había pedido a su compañero -Es cierto tu madre te pidió que te quedaras, no quiero ocasionar problemas-
-Deja de poner excusas- respondió seco, para luego voltear a verle con una sonrisa casi picarona- Ella está a unas cuadras, de ninguna forma lograrás que decline mi oferta, si que vamos, no quiero que se te haga más tarde- concluyó mientras iba por su moto.

El viaje fue ameno, las calles estaban poco transitadas, dado que al mayor le gustaba tomar atajos para evitar aglomeraciones y conducir tranquilo. Al cabo de unos cuarenta minutos llegaron a la casa de Mitoru, la diferencia socioeconómica de los barrios donde vivían era abrumadora, sin embargo el más alto ahora entendía con completa claridad el temor de su compañero
-Muchas, gracias, pero puede dejarme aquí, Nanchō-san-
-Ni hablar, te dejaré en la puerta, baja por favor- le dijo con determinación
El menor supo que no conseguiría nada y simplemente acató, sin embargo temía por la reacción de su madre y mientras el mayor bajaba ambos maletines, el pelinegro tocaba el timbre. No tardó en salir una mujer bastante arreglada de unos 50 años, aunque no los aparentaba
-Mitoru ¿Crees que esta es una hora decente de llegar?- le reprochó desde el ante jardín mientras se disponía a abrir la reja
-Disculpa madre, estaba haciendo un tra…-
-¿¡Qué hacías con ese delincuente!?- le interrumpió cuando se percató de su acompañante -¿Qué me ocultas, acaso esta es la educación que te estamos dando, Mitoru?-
-Pensé que sería tan educada como su hijo, señora- Se apresuró a responder con seriedad devastadora, antes que el menor pudiese intervenir- Antes de que piense que Tomoe-kun se estaba drogando con un montón de inadaptados, déjeme decirle que nos encontrábamos en mi casa haciendo un  proyecto, si no nos cree, aquí tiene las pruebas- Le mostró su cuaderno con los apuntes del trabajo- Supongo que tiene la costumbre de revisarle las cosas a su hijo, pero no hay problema, encontrará lo mismo en su cuaderno- Le provocó con esos furtivos comentarios, a fin de desconcertarla y dejarla sin argumentos, sin embargo la mujer, ofendida, encontró una forma de continuar
-No sé quién te crees que eres para hablarme así, niñito insolente, pero aunque estés acostumbrado éstas no son horas decentes para volver a casa- respondió tratando de contener su ira
-Simplemente se nos pasó la hora con la emoción de adelantar la mayor cantidad de trabajo posible, sé que no es una hora “decente” y es por eso que no dejé que mi compañero regresara solo y en transporte público. De nada y buenas noches- concluyó con sorna y sin más se fue, le había dicho todo lo que quería a esa desagradable mujer, aunque se sentía un poco mal por haberle hecho pasar eso al menor
-Arghhh no se puede esperar menos de esa gente- Respondió furiosa -¿En qué estabas pensando al hacer grupo con él, Mitoru?- Preguntó victimizándose
-La profesora eligió los grupos, quería que fuesen personas muy distintas, justamente para erradicar pensamientos como los tuyos, madre- respondió con decepción mientras se adentraba a su hogar. La mujer apareció al instante detrás suyo
-¿Quieres comer algo, Mitoru?- le ofreció con un tono agradable y a modo de compensación
-No, gracias, merendé en la casa de los Nanchō- respondió desanimado mientras subía a su cuarto

Yuusuke, por su lado, al llegar a casa, tuvo que soportar el bombardeo de preguntas de su madre, tales como “¿Es mi nuevo yerno?” “¿No le hiciste nada malo?” “¿Cómo es que no me habías hablado de él antes?” Las que se abstuvo de responder en detalle para irse a dormir, sin embargo una vez en su cuarto fue incapaz de relajarse, aún sentía el perfume de Mitoru y aún le veía sentado en la cama. Se dejó caer en la cama y abrazó fuertemente su almohada – Ahhh ¿Qué hay de mal en mí? Recién lo vengo a conocer…No hay manera de que sea sano pensar en él de esta forma ¿Cuándo aprenderé la lección?- pensaba, cuando de pronto se le cruzó una canción de su banda favorita por la mente, e inmediatamente imaginó el video pero con ellos como protagonistas- Arghhh ¿Por qué todas sus canciones tienen que coincidir en cómo me siento?- continuaba torturándose, aunque de todas formas se sentía bien. Se mantuvo pensando e imaginando más cosas por el estilo, aumentando el grado a algo que no había sido más que atracción visual, hasta que se quedó dormido, aferrado a su almohada.

Notas finales:

Las canciones a las que hace referencia son:
-https://www.youtube.com/watch?v=NmBuocWaknE (Radio)
-https://www.youtube.com/watch?v=CzKw39L1n3U (Sueño)
Por si les interesa. Muchas gracias por leer~


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