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Daddy por candy_sugar01

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Notas del capitulo:

NO SABEN LO DIFÍCIL QUE ES ESCRIBIR DADDY KINK

O

M

G

Espero que les guste ;___;

PD: como que este Lay me salió muy Jimin pero meh.

PD2: lo del sado es bastante leve, pero igual lo puse de adv.

Lay no podía dejar de jugar con sus dedos con nerviosismo mientras subía uno por uno los escalones del edificio donde vivía su novio. Dios, estaba que se moría de los nervios, y justamente hacía uso de las escaleras para ahorrar algo de tiempo.

 

No le tenía miedo a Junmyeon, claro que no, después de todo es su novio. El menor solamente está triste; no le gusta cuando su pareja se enoja con él, y eso es exactamente lo que estaba pasando ahora.

 

Empezando por el hecho de que, después de clases, le canceló una cita al mayor. Teniendo en cuenta aquel acuerdo que tenían ambos, Lay no estaba en posición de pedir o negar nada; pero Junmyeon no era ningún animal y le permitía vivir su vida de adolescente normal a su novio. Y justo cómo el término lo dice: es su pareja, no su carcelero.

 

Pero luego, y para rematarla, canceló aquella cita porque ya había hecho planes con su mejor amigo Sehun, alguien a quien Suho odiaba con toda su alma.

 

Desde que se conocieron hacía ya un par de años, Junmyeon había demostrado ser en demasía posesivo con Yixing, cosa que a este último no le molestaba para nada, puesto que los celos eran un hecho claro de que el coreano tenía una atracción por él y, obviamente, no dejaría pasar eso. Tal vez era un problema el hecho de que el mayor solamente celara a su novio con Sehun; el resto de las personas parecían serle indiferentes, pero...

 

Sehun era Sehun, y por eso Junmyeon lo odiaba.

 

Que te toca mucho. Que te mira mucho. Siempre está pegado a ti. Siempre te manda mensajes. ¿Por qué te hace cartas? No me gusta que duerma contigo. Ni tampoco que te toque, de nuevo. Etc, etc, etc.

 

Lay podía armar una lista muy larga sobre todas aquellas cosas de las que su pareja se quejaba sobre su mejor amigo, tan larga que probablemente no terminaría nunca. Y no le molestaban los celos del mayor, nunca tuvieron que discutir por aquello. El coreano hacía un pequeño berrinche que se le quitaba con un par de besos y asunto cerrado, pero parece que este no fue el caso.

 

Durante la tarde todo iba bien, más que perfecto.

 

Claro, hasta que tuvo la desgracia de tener que cruzarse justo con Suho cuando estaba abrazando a Sehun. Bendita sea su suerte, si se entiende el sarcasmo. Y no, no es lo que cualquiera pensaría -que engaña a su pareja-, todo lo contrario; Sehun solamente estaba triste porque de nuevo Luhan, el chico que le gusta, pasaba de él. Y Yixing, como buen mejor amigo que es, sólo quería hacerle pasar una buena tarde al menor.

 

Claro, pero justo a su novio se le ocurre andar paseando por esa calle en su auto y verlos en esa situación. Y el chino sólo maldijo a todos los dioses y santos existentes en mandarín en su mente cuando a los pocos minutos le llegó un mensaje.

 

 

Junnie.♥

última vez 15:17 p.m.

 

Te espero en casa a las 18pm. Tenemos que hablar. (15:14)

 

 

Así que aquí estaba él, frente a la puerta de madera color negro perteneciente el lujoso departamento de su novio ricachón y caprichoso.

 

De antemano ya tenía en claro que no iban a discutir; ellos nunca pelean, no tienen razones para hacerlo porque se quieren lo sufiente como para perder el tiempo estando enojados. Muchas personas ya les dijeron que las parejas que no discuten no duran nada, pero aquí están ellos a punto de cumplir dos años juntos y no podría ser más perfecto.

 

Claro, excepto los celos, ¿no?

 

El menor tomó aire profundamente, aún pensando en todas las cosas que ese “tenemos que hablar” pueden significar; después de todo, es la frase del diablo, aquella que nadie escuchar nunca.

 

Pero antes de que sus nudillos llegasen a tocar la puerta, ésta se abrió. Yixing se quedó de piedra mientras Junmyeon, desde el otro lado, lo miraba con ojos negros y profundos, analizándole de arriba a abajo.

 

– Te estaba esperando. – Dice tranquilamende, dándose la vuelta y dejando abierto para que el otro pase. Lay cierra la puerta tras suyo y el hecho de que Suho esté tranquilo le incomoda un poco. – ¿Cómo estuvo el camino por las escaleras? – Uh, predecible.

 

El menor se queda callado, no tiene nada qué responder ante eso. Deja su mochila y sus zapatillas en la entrada y termina por sentarse en un sofá individual, justo enfrente de su pareja, que se halla en uno tan grande como para cuatro personas.

 

– ¿No vas a decir nada? – Inquiere Junmyeon, alzando una ceja sabiendo que el otro no puede verlo si mantiene la cabeza gacha y los ojos en cualquier lado menos en él. – Bien, enton- –

 

Un murmullo adorable lo interrumpió, teniendo que guardar silencio enseguida para poder entender los balbuceos de su novio.

 

– No me gusta que estés molesto... –

 

– ¿Molesto? No estoy molesto. – El coreano alzó una ceja, con brazos cruzados sobre su pecho. – Al menos no contigo, bebé. – Aclaró, suspirando. – Ya hablamos mucho de esto, Lay. –

 

Y apenas terminó de hablar, dándose vuelta sobre sus pies, se fue hacia su habitación siendo seguido al instante por el menor. Apenas se acercó a su armario, tomó una camisa y, en cuanto la dejó sobre la cama, una sonrisa se formó en su rostro. La intención en ese momento de Junmyeon era cambiarse la ropa para tomar el turno de la noche en su trabajo, claro, hasta hace unos segundos era su idea.

 

Tal vez debería aprovechar esta noche para adiestrar a su niño.

 

– No me gusta verlos en situaciones así, a veces me hace sentir... No lo sé... ¿Engañado? – Murmuró de espaldas al chino, paseando las manos por su torso hasta el cuello de su camina, claramente sin que el otro se diese cuenta de sus intenciones, por ahora.

 

Yixing abrió los ojos con sorpresa. ¿Acaso Suho acababa de decirle que dudaba de él, que podría estar engañándolo? Aún con dicha expresión en el rostro miró como el mayor se daba la vuelta. No parecía molesto del todo, ¿divertido, tal vez?

 

– P-pero nosotros... – Intentó excusarse el menor; no le gustaba que su novio tenga ideas erróneas. – Yo estaba ayudando a Seh- –

 

– No me importa. – Le cortó el mayor sin mirarlo, porque realmente ya no le interesa el tema; desabrochar los botones de su camisa parecía ser más entretenido. – Te dije que no quería que te acerques a él, porque ya sabes qué pienso, y no me hiciste caso. Eres un niño muy desobediente. –

 

Yixing miró, tragando casi dolorosamente, la camisa blanca abierta hasta la mitad de Junmyeon, siguiendo sus manos que bajaron hasta el broche del cinturón, deshaciéndose de él para luego sentarse al borde de la cama.

 

– Uh... Y-yo no- –

 

– Tú nada, bebé. – Al chino le pareció que el tono de voz de su novio se había vuelto más gruesa, casi ronca, y eso... Bueno, eso era realmente sensual a su parecer. Junmyeon palmeó sus muslos en un gesto de llamarle la atención. – De rodillas. –

 

Y a Yixing realmente no le incomoda la situación, no ahora que comprendió el juego; es más, incluso trata de contener una sonrisa atrevida porque, después de todo, lo que más disfruta luego de haber sido un mal niño -aunque esta vez sin intención-, son los castigos. En su interior piensa en lo bien que hará sentir a su novio, en lo agotado que quiere dejarlo hoy; cansado y satisfecho.

 

Sin rechistar, el menor se acerca rápidamente, dejándose caer entre las piernas de su pareja, quien le mira desde arriba con cejas alzadas y ojos entrecerrados. Lay apoya sus manos en la cadera ajena mientras siente como una de las manos contrarias se apoya en su cabeza, acariciando sus cabellos.

 

– Te costará quitarme el mal humor, babyboy. – Advierte Junmyeon con una sonrisa ladina. – No te olvides de tu castigo. –

 

– Mhm, sí, daddy. – Respondió Yixing, quien mordió levemente el bulto sobre la tela del pantalón antes de deslizar sus manos para poder bajar el cierre y apreciar el bóxer negro -como la mayoría de los que usa su novio- atrapando casi dolorosamente el miembro ajeno que muere por llevarse a la boca.

 

El mayor lo ve desde arriba, ahora con ambas manos apoyadas sobre el colchón para poder recargarse. Tiene una vista perfecta, podría decir. Mira como su noviecito parece tener cierto apuro, ya que enseguida baja su ropa interior, dejándola estancada en sus muslos junto al pantalón.

 

– ¿Fui un niño malo, daddy? – Pregunta el menor, masajeando la erección que tiene frente al rostro lentamente con una mano, acariciando el glande y apretando la base en cada movimiento.

 

– Muy malo, príncipe. – Y Suho se muerde el labio inferior por un segundo en el que Yixing besa apenas la punta. – Deja de jugar, que ya tengo pensado bastante hacerte gritar hoy. –

 

Y el contrario calló, con su lengua paseando de arriba a abajo en la extensión de su miembro, haciendo movimientos circulares con esta y pegando sus labios de vez en cuando. Las manos del coreano vuelven a su cabello en cuanto se lo mete a la boca, ahuecando las mejillas y disfrutando del tacto de las venas sobresalientes en su músculo caliente y húmedo, que parece no querer parar de lamer su pene como si fuese un helado.

 

Junmyeon no es del tipo que haga ruido a la hora del sexo, según él, por naturaleza. Pero cuando se trata de su novio siente que toca el cielo y ve las estrellas, justo como ahora que apenas comenzado, ya tiene la cabeza hacia atrás mientras gruñe.

 

Pero, claro, no quiere perderse el espectáculo, así que enseguida vuelve a posar sus ojos oscuros y nublados sobre el chino, quien lo masturba de nuevo con su mano mientras succiona con fuerza la punta; luego quita dicha mano, ahueca las mejillas y desciende su cabeza hasta que puede sentirlo chocar con su garganta. Se aleja y repite lo mismo varias veces hasta casi tener su nariz chocando contra la pelvis del mayor, ahora tomándose la libertad de aumentar el ritmo y dejar que la mano ajena lo guíe.

 

El mayor aumenta la presión de su mano en la cabeza ajena hasta un punto en el que Yixing solamente debe mantener la boca abierta y dejar que su novio se la folle casi salvajemente. Puede sentir el sabor amargo del presemen en su lengua y la saliva goteando de la comisuras de sus labios, pero lo que sí no esperaba era el pie del mayor contra su erección aún escondida bajo su ropa.

 

Ahoga un gemido contra la extensión ajena, provocándole un escalofrío a Junmyeon por la vibración contra su pene, soltando el cabello de su novio y volviendo a dejarle todo el trabajo de nuevo; esperando que lo haga bien, obviamente.

 

Y así como Yixing no para el movimiento de su boca, el coreano tampoco para el de su pie contra la erección contraria aún bajo su ropa. Los jadeos, gemidos y gruñidos de su noviecito contra su falo lo están casi matando, y se siente al límite cuando ahora una mano lo masturba y aquella caliente boca se encarga de succionar la punta con ganas.

 

Lay... ¡Ngh! – Gruñe al momento de correrse en la boca ajena, con el nombrado haciéndose ligeramente para atrás, provocando que manche con aquel líquido blanco y caliente parte de su rostro también.

 

Verlo lamerse los labios con su semen aún escurriendo por ellos simplemente le pone caliente de nuevo...

 

– Traga todo, cariño. – Jadea Suho, mirando fijamente al menor mientras acaricia su cabello. – Sé un buen bebé y toma toda tu leche. –

 

Junmyeon se inclinó para lamer aquellos restos de semen que quedaron en los bordes de los labios de Yixing, sin importarle probarse a sí mismo, y luego besando los mismos dulces y carnosos belfos, sin vergüenza de meter su lengua apenas termina de morder el inferior con fuerza, haciendo gemir a su dueño.

 

En un movimiento rápido ambos ya se encuentran de pie, besándose con ganas, luchando con sus lenguas y con manos acariciando sus cuerpos aquí y allá. El coreano se deshace del suéter de su novio enseguida, volviendo a comerle la boca apenas se lo quita mientras sus manos tiran de la camisa blanca del uniforme, haciendo saltar varios botones por cualquier lado de la habitación. Yixing jadea contra su boca por aquella acción, ya presintiendo el dolor de cuerpo que tendrá los días siguientes si su pareja continúa así de salvaje.

 

Y antes de que pudiera seguir pensando en su doloroso futuro, siente el colchón suave contra su espalda y a Junmyeon sobre él, aún sin dejar de besarle pero ésta vez descendiendo por su cuello, mordiendo y chupando a su antojo a la par que le desabrocha los pantalones. Una vez seguro de haberle dejado marcas en su extensión, entonces ahora sí se separa.

 

– No tienes ni una idea de lo fuerte que voy a hacertélo, cariño... – Murmura con voz ronca, de un tirón quitando los pantalones y bóxers del chino; luego separando sus piernas con brusquedad para acomodarse entre ellas, sin dejar de verle a los ojos. – Esto es un castigo en serio. –

 

– A-ah... He sido malo... – Balbucea casi como pregunta, aún algo desorientado por la rapidez de la situación, y obviamente sonrojado porque la vergüenza no es algo que se vaya por completo.

 

– Muy malo... – Repite el mayor, acariciando uno de sus muslos desnudos con una mano lentamente. – Layssie fue un niño muy malo... Ya sabes que no debes hacer enojar a daddy... –

 

– Castígame m-muy duro, daddy... –

 

– Me encanta escucharte decir eso, bebé. – Y sin esperar respuesta vuelve a besarlo, mordiendo y chupando sus labios y mentón sin piedad, dejando marcas de dientes por todos lados. Aprovechando al tener a Yixing distraído con besos y caricias, rodea su cuerpo con un brazos y lo acomoda mejor en la cama, ahora con la cabeza sobre las almohadas.

 

El menor siente a su pareja moverse sobre él, besándole y acariciándole a su gusto; a pesar de lo brusco también es tierno. Se deja hacer al antojo de Junmyeon, quien le alza los brazos hasta dejarlos contra la cabecera de rejas de la cama, sosteniendo con fuerza sus muñecas con una de sus manos...

 

Click.

 

– ¿Q-qué es- – Y se calla al ver la esposas afelpadas -para no lastimarlo- en sus muñecas, rodeando los barrotes blancos de la cama. Tira de ellas y se da cuenta que apenas y le deja mover los brazos.

 

Sh. No te he dicho que hables. – Regaña, con una voz severa que Lay casi desconoce, pero igualmente no se queja y se deja hacer.

 

El mayor vuelve a besarlo, igual o con más ahinco que antes tal vez; pero es que no cree que exista algo más delicioso que los labios de su pareja. Increíblemente ni se molesta en “abrirle” la boca y solamente disfruta acariciando y mordiendo sus labios, volviendo a repartir de esas mordidas por su mentón y cuello, que sobra decir que ya está lleno de chupetones y algunas marcas de dientes por ahí.

 

Yixing jadea cuando lo siente relamerse los labios aún contra su cuerpo, bajando lento, tortuoso, hasta su pecho para continuar pintando trazos rojizos con sus labios por cada espacio de piel que se le cruce. No cree parecerle que se haya cansado, puesto que desde siempre Lay supo a Suho le gusta morder(lo), pero le sorprende un poquito cuando enseguida pasa a torturar sus pezones con la boca.

 

Lame, chupa y muerde casi con rudeza uno por uno aquellos botones que adornan su pecho; aunque enseguida se separa para ver a su novio, bajo él, respirando agitado, totalmente sonrojado y ojos llorosos. El chino también está sorprendido por su propio aguante, podría jurar que con todo lo que lleva haciéndole Junmyeon ya hasta podría haber acabado dos veces, pero no, y sólo sigue dolorsamente duro esperando que su compañero termine con su tortura.

 

Se inclina un poco sobre él cuando se estira hacia la mesita que está al costado de la cama, con uno de los cajones ya abierto de donde probablemente antes sacó las esposas, y agarra un pequeño envase que Yixing ni se molesta en mirar porque ya sabe en demasia qué es, aunque no por eso no se sigue sintiendo abochornado; incluso su pudor aumenta.

 

Suho solamente sonríe ladino al ver su rostro casi con un gesto inocente, dejando el pequeño emvase a su costado, y le da la vuelta, provocando que sus manos queden completamente pegadas a la cabecera del mueble.

 

Lay siente las manos del coreano tirando de él en una posición algo molesta, con el trasero levantado, forzando a su espalda y piernas ligeramente abiertas a mantenerle así. Y gime cuando una mordida llega fuerte a una de sus nalgas.

 

De alguna manera es como si Junmyeon se hubiese escaprichado con sus trasero de un momento a otro, porque no para de morder, besar y lamer sus pompis con ganas, como si fuese algún juguete para gastar a gusto, dejando varias manchas que enseguida se ponen rojas y moradas.

 

– U-uh... S-Su- ¡Ah! – Y para qué callarse mientras el coreano deja chupetones en la parte trasera de sus muslos, acariciando el interior y su pelvis con ambas manos, incluso clavándole las uñas a propósito a veces. Lay cree -o está casi seguro- que va a correrse con sólo todo el “juego” previo, podrá ser solo un adolescente, pero con toda la experiencia adquirida gracias a su novio, “aguante” es la mejor palabra que tiene aprendida. Lloriquea cuando enseguida el contrario se separa.

 

– Cuenta. –

 

Y antes de siquiera poder replicar algo, una nalgada fuerte había atacado contra su cuerpo. Con total seguridad dejaría una gran marca roja, duradera obviamente, más allá de todas aquellas que pudo haberle dejado con sus dientes.

 

– ¡Ah! – Gimió el menor, exaltado pero igualmente excitado. – … U-uno... –

 

Lay sabe perfectamente que es un castigo, pero no puede evitar disfrutarlo. Tal vez demasiado. Las caricias que deja Suho entre sus muslos y trasero entre cada azote lo vuelven loco; mezcla la ternura y la rudeza, y es totalmente embriagante a pesar de que ya no siente nada más por abajo de la cadera.

 

Lo que debían ser nalgadas, debido a su fuerza, parecían azotes. Uno tras otro, rápido. Dejando las nalgas del menor completamente rojas y con una sensación de ardor; y sus ojos llorosos debido al placentero dolor. Y así, hasta llegar a las diez.

 

– Eres todo un masoquista, príncipe. – Le susurra Suho al oído, luego mordiendo apenas su hombro, casi jugando. – Mira que rojo has quedado... –

 

El mayor apenas toca con sus dedos el cuerpo del menor, notando la piel de su espalda y piernas achinarse, y sonríe; le encanta ser quien provoque todo eso en Yixing, de ser él quien lo tenga así en su cama.

 

Y sólo para él.

 

Decide que dejará finalmente de hacer sufrir a su noviecito -y a él mismo también, no cree poder aguantar más con su erección-, así que se moja los dedos con el lubricante que sacó minutos antes del mueble y separa lo más que puede sus piernas luego de jalarle hacia atrás para hacer que apoye sus codos contra el colchón y deje de estar tan incómodo; no es tan malo como para poner a prueba la resistencia de su pequeña espalda.

 

El menor jadea en sorpresa cuando siente los dedos acariciando superficialmente y gime ahogado al sentir el primero adentrarse lentamente. No sabe si por ya la costumbre o qué, pero a estas alturas ya no le resulta doloroso; y con el segundo sólo es incomodidad.

 

– ¡Ngh! – Aunque el tercero sí lo siente un poco más. Junmyeon vuelve a sonreír a su espalda mientras mueve los tres dígitos más rápido, simulando pequeñas embestidas casi sin sacarlos, aunque -como siempre- le gusta hacer sufrir un poco a su novio. – ¡Ah! ¡Suho! – Gimió Yixing en cuanto sintió los largos dedos ajenos introducirse en su interior de una sola vez, chocando sus nudillos contra el trasero ajeno y repitiendo por un tiempo el movimiento, haciendo al chino mover sus caderas y retorserce bajo suyo.

 

– Tan apretado... – Jadeó el mayor. Y estos apenas sólo eran sus dedos. Ya ansiaba poder sentir nuevamente aquella húmeda y estrecha cabidad contra sí y en estos momentos no esperaba contenerse más.

 

Así que, liberando su mano, tomó más del lubricante para pasarlo sobre su miembro, dolorosamente erecto, y prosiguiendo a penetrar lentamente al menor, aunque a mitad de camino sus instintos animales ganaron y haya terminado por introducirse en él con una fuerte-sin-sutileza estocada, haciéndolo gimotear. Junmyeon vio como -a su manera- Yixing se aferra con sus manos a los barrotes de la cama con fuerza; y, en un gesto demasiado dulce para lo que está acostumbrado a la hora del sexo, se inclina para dejar un pequeño beso en la nuca de su pareja y tranquilizarlo un poco.

 

– U-uh... m-muévete... – Murmura casi inaudible con el rostro contra las almohadas el chino, pero es ecuchado igua,l y enseguida siente las grandes manos tomando su cadera y el ligero choque de la pelvis contraria contra su trasero.

 

El vaivén lento no dura mucho, por lo que enseguida Yixing está hecho un lío de gemidos y murmullos mientras Suho mueve sus caderas con demasiadas ganas, ahora soltando las suyas para acariciarle los muslos y el trasero; a veces también la espalda, presionando para hacerlo arquearse un poco.

 

– ¡Ngh! – Lay enterró su rostro contra las almohadas casi con desesperación, buscando acallar aunque sea un poco sus gemidos. Sus nudillos ya estaban blancos por la fuerza que ejercía contra los barrotes de la cabecera de la gran cama que comparten juntos la mayor parte de la semana.

 

Pero no es como si las esposas lo dejaran alejarse más de ellos.

 

– Ni lo pienses, cariño. – Murmuró Suho en su oído luego de, en un puño, tomar de aquellos negros cabellos para poder jalar su cabeza hacia atrás, sin hacer mucha fuerza realmente. – Esto es un castigo, mí babyboy. Quiero escucharte. –

 

– U-uh... Sí, daddy... – Balbucea como puede el menor y pasa a morder su labio inferior con fuerza cuando una estocada da justo contra su próstata. – ¡Ah! ¡Más fuerte! –

 

Sabe perfectamente que en su posición actual no puede pedir nada, sobretodo después de hacer enojar a su novio, pero realmente quiere más. Mucho más.

 

– ¿Dónde, bebé? – El mayor se inclina, agarrando con ambas manos la cintura delgada del chino, y murmura casi sin voz entre jadeos. Sus movimientos siguen igual de profundos y duros, golpeando una y otra vez aquel punto suave del menor, disfrutando los espamos de su cuerpo. – ¿Aquí? –

 

U-uh...

 

Y no es como si pudiera decir mucho más que eso. Junmyeon sonríe ladinamente al ver las reacciones de Lay, realmente le encanta hacerlo disfrutar y no es como si en algún momento le haría algo que no le gustase, no sería capaz de hacerlo. Conoce cada rincón del menor, literalmente, como si fuese la palma de su mano, así que ya sabe donde tocar para hacerlo disfrutar y donde no, solamente por el mero hecho de hacerle suplicar.

 

– Te hice una pregunta. –

 

– ¡Agh! – Gimió y siseó el chino en cuanto una mano fue a dejar una nalgada fuerte en su trasero; ya estaba completamente seguro de que no iba a poder sentarse por un par de días. – A-ahí... ¡Ahí, más! –

 

JunMyeon apoyó ambas manos sobre el acolchado y se inclinó hacia el cuerpo bajo suyo sin dejar de mover sus caderas con fuerza, una y otra vez, al parecer buscando romper en dos al contrario.

 

– ¿Quién es tu daddy, mí babyboy? ¿Uh, quién? – Jadeó en el oído de Yixing, quien se deshacía en gemidos y gestos calientes, levantando en pompa su trasero para apegarse a las caderas que lo embisten duro.

 

Mhm... Tú, Suho... – Murmuró y se mordió el labio inferior hasta que una nalgada volvió a caer en su cuerpo, no permitiéndole callarse. – ¡Ah! ¡Tú eres mí daddy! –

 

Y con sólo un par de estocadas rudas y caricias en su cuerpo, Lay se corrió sobre las sábanas ya totalmente arrugadas y deshechas, algo decepcionado de no haber necesitado más del otro para ello. Aunque por su lado, Junmyeon se sentía ligeramente satisfecho de provocar tanto a su novio como para darle un orgasmo de esa forma, sin la necesidad de tocarlo tanto.

 

Tampoco sin poder aguantar mucho, no cuando el caliente interior del menor lo presiona de esa forma, pareciendo multiplicar la sensación cuando aún sigue torturando su próstata una y otra vez, hasta que finalmente acaba en su interior, jadeando ronco y dejando sus nudillos blancos por las fuerza que le da a su agarre en las sábanas.

 

No es hasta que calma un poco su respiración que Suho se separa y sale de su interior, le quita las esposas y se acuesta a su lado, dejando a Lay moverse a gusto luego de haber estado en la misma posición mucho tiempo; se sienta de rodillas, se acarcia las muñecas -que gracias al afelpado no tiene marcas- y estira su espalda, casi pareciendo un gatito a los ojos de su novio.

 

El chino se lanza sobre su novio al otro lado de la enorme cama, dejando el “sucio” de lado, y se recuesta sobre él, pecho con pecho y piernas entrelazadas, previamente tirando del cobertor sobre ellos. El coreano sólo se limita a mirarle embobado; su novio parece una persona totalmente diferente luego de todo el acto, incluso vulnerable y eso le da mucha ternura, así que no se contiene de besarlo suavemente y con todo el cariño que siente por él.

 

– Te amo tanto... – No sabes porqué, pero luego de hacerle el amor -porque no importan los fetiches o que tan salvaje haya sido, el amor siempre está y el latir fuerte de su corazón se lo confirma-, Junmyeon suele decirle todo eso tipo de cosas lindas a Yixing mientras acaricia su mejilla -o cabello- y le deja tiernos besitos en los labios, uno seguido de otro. – Eres lo más lindo del mundo, mí amor, ¿lo sabías? –

 

– ¿Por qué eres tan dulce ahora? – Murmuró en un tierno puchero, luego sonriendo con algo de picardía, casi como cuando un niño hace una travesura. – Te haré enojar más seguido para esto entonces. –

 

– No me provoques, nene. – Advierte el mayor en tono serio, pero sólo le provoca una risita al contrario, que le devuelve un pequeño beso, en el que apenas sus labios se tocan.

 

– Yo también te amo mucho, mucho, mucho. Aunque por tu culpa ahora no podré moverme en días. –

 

– Lo siento, pero tú te lo buscaste. – Y aunque Suho ríe el principio, luego se preocupa. – ¿Fui demasiado rudo? –

 

– Nada que no haya disfrutado, cariño. – Lay, aunque antes haya parecido que regañó al mayor, en realidad está demasiado satisfecho, porque como dijo: no fue nada que no haya disfrutado. Nada que no le guste que su daddy haga con él...

 

La pareja se queda un rato así, entre los brazos del otro, compartiendo ligeros besos o miradas profundas en silencio, diciéndose cuánto se aman con los ojos o sonriendo al saber lo que provocan en el contrario cada vez que sus corazones laten con fuerza y pueden sentirlos, suspirando ante la acción.

 

Pero claro, el momento dulce se arruina cuando Yixing sonríe travieso y Junmyeon sólo lo mira extrañado.

 

¿Nos bañamos juntos?

 

 

 


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