Sabia que algo me atraía de ti. No se como explicar el comienzo. Voy en antepenúltimo año de preparatoria en mi tercera oportunidad. Soy de esos que le estudio les vale un carajo eso quizá se deba a que tengo todo lo que quiero sin esfuerzo. Es ahí donde tu te entrometiste sin invitación ni cuidado entraste en mi mundo para hacerme ver mas allá de mis caprichos. Eras mas bajo que yo y tu fuerza destacaba la inutilidad ; muy reservado y si hablabas era para responder las preguntas de una materia, valorado por los maestros que declaraban un futuro brillante, te volviste la admiración de unos y la envidia de otros siendo yo del segundo grupo te odie. Y cuando desprecias a alguien esa persona e importa lo suficiente para prestarle atención. Es cuando lentamente, al paso de las estaciones, me fui haciendo consciente de tu malestar.
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En la institución, unos vienen otros se van, nuevas amistades que se aglomeran en un sitio determinado para compartir en los recesos o escabullirse de una lección. Nosotros, mis amigos nos reunimos cada vez mas seguido, cerca del servicio de hombres. Pasando ahí mis mayores horas electivas. Ese día era una repetición del anterior, vacilando con mis compañeros de una estupidez casual. Entre carcajadas la garganta seca me exigió agua y entre al baño; que tenia tres lavatorios con cinco compartimentos separados por la puerta y por la pared. Demasiada delgada para eximir los sollozos, que en la calma de adentro se ditinguian y el ruido de afuera se perdían. Me quede allí, por curiosidad, bueno es que no siempre hallas a una mariquita llorando encerrado en el servicio, porque eso hacia por mas bajo que intentara ahogarlos lo escuchaba perfectamente. Por un rato, me quede esperando a que saliera pero al desesperar en aburrimiento iba a irme hasta que...
-Mañana...otra vez mañana - y la voz se le quebró en un sollozo alto, posiblemente se creyó en soledad. Esa voz, esa molestosa voz que solo se vanagloria de su inteligencia humillando a los demás. Con que esas tenemos ¿no?. Solo necesitaba un indicio de imperfección para bajarle sus aires de grandeza. Esa fue la oportunidad para atacarlo.
-mira, mira, quien esta llorando como una nenaza. ¿Tu respuesta no fue la correcta?, débil cucaracha - golpee la puerta. Riéndome. -Ni lo intentes estúpido se que estas ahí maldito orejón- Escupí, cuando la puerta se abrió, teniendo una sonrisa burlona en su rostro.
-Hablas de estupidez imbécil, cuando no puedes insultar decentemente siquiera me entiendes inútil sin masa gris - ese fue el colmo ese enano se atrevía a insultarme. Evidentemente- tengo mas masa que tu. Soy mas alto cucaracha - su sonrisa se ensancho.
-Imbécil- se dirigió a la salida y yo le mire mal -Ah y gracias por el apodo fortachón. La cucaracha es un sobreviviente y el mas fuerte para lo que a mi respecta - le vi marchar con el deseo de querer disculparme pero lo deseche de inmediato y me degrade a repetir lo engreído que lucia y por consiguiente yo le humillaría. Me prometí...pues. Romperlo.