NICOLAS Y MARCOS
Los labios de Nicolás estaban devorando los de Marcos, luego pasaron a su cuello mientras sus manos desenganchaban el cinturón del uniforme policial y bajaban con impaciencia el cierre de este.
¡No! Espe… esto no… somos los dos hombres—dijo Marcos entre pérdidas de aliento mientras el pelinegro succionaba el lado de su cuello.
Eso lo sé—dijo el de ojos negros mirando los ojos castaños del otro con intensidad—Créeme que lo sé. Pero ya no puedo aguantarme—añadió momentos antes de volver a intentar devorar sus labios con deseo. Sus manos desengancharon la hebilla de su propio cinturón para luego bajar su propio cierre dejando expuesta su erección bajo la ropa interior como la tenía expuesta su compañero.
La fricción que provocó entre ambos una y otra vez casi hace perder el control a Marcos Castiglioni que agarrotó sus manos en el saco del detective. Los gemidos empezaron a brotar con más fuerzas de ambos en la cama del dormitorio de Marcos en la seccional.
No… Nicolás… no… esto no puede seguir—dijo el de ojos pardos a quien sin piedad frotaba sus vientres. Sentía que si estaba así en poco tiempo se vendría.
Tranquilo. No voy a tomarte hasta que me lo pidas tú—dijo el pelinegro con voz ronca sobre su oído haciendo que el otro sienta correr energía eléctrica por las venas con su susurro—Cuando me quieras dentro solo tienes que bajar tu ropa interior—añadió.
Marcos Castiglioni estaba entre la espada y la pared. Estaba sintiendo las sensaciones de ser tocado por otro hombre por primera vez en sus 26 años y en lugar de sentir repulsión sentía como su cuerpo pugnaba por entregarse, la lascivia corriendo por sus venas mientras un fuerte miedo se mantenía arraigado en su mente.
No podía entender que le gustara ser tocado por otro hombre, por Nicolás. ¿Sería porque era él? Se conocían desde la academia y aunque habían asistido juntos Nicolás Aguerre ahora era teniente mientras él seguía siendo un mero cabo primero. Desde la academia lo había respetado por su inteligencia. Era atlético y dominaba idiomas aunque era algo taciturno y frío se llevaban bien. Y ahora de la nada se había aparecido y atacado su cuerpo de semejante manera. Y para colmo estaba a punto de ceder por él.
Una mano de Marcos quiso agarrarse del cabezal de la cama pero Nicolás se lo impidió—No, no te dejaré sostenerte hasta que aceptes que eres mío—
Esas palabras movían algo en el interior del ojos pardos, su cuerpo se debilitaba ante esa idea, sus gemidos se volvían más ásperos mientras sentía como el semen se amontonaba pronto para la salida.
Las esposas—dijo el castaño con agonía.
No. Quieres escapar a la responsabilidad. No quiero tenerte por la fuerza. Quiero que te entregues. Te quiero mío—dijo el otro con claridad.
Eso no sucederá—dijo Marcos con el poco aliento que le quedaba.
Tu cuerpo está diciendo lo contrario—dijo Nicolás pasando una mano por el bulto en la pelvis de su compañero provocando un grito ahogado.
Se ahogaba. Si, se ahogaba. ¿Cómo era posible sentir más placer con un hombre que con una mujer? ¿Por qué todo eso estaba atacando sus sentidos?
¡No!—gritó Castiglioni con fuerza un momento antes de venirse y caer rendido sobre la espalda mientras su agitado pecho buscaba más aire. Nicolás se había venido poco después ya que con el espasmo de su orgasmo atacó sin pensar sus caderas provocando la fricción final.
El detective levantando el mentón del caído para verlo a los ojos, dijo—Tendré que esperar entonces—y sin más se levantó se arregló la ropa y dejó ahí tendido al confundido y agitado cabo.