Simon y Baz. estos dos rollitos de canela, bollitos de cereza, se pertenecen así mismos y el uno al otro. Le pertenecen a Rainbow Rowell tambien, ella les dio vida.
Francamente no se que sea esto o de dónde c*rajo salió, sólo se que no he dormido bien desde hace tres días. Era un micro relato, pero terminé con 400 palabras de más.
Va dedicado a todos aquellos que no pueden dormir. Sin importar si es por amor o estudio
////////
Lo escuchas entrar a la habitación y te finges dormido; él a su vez, finge que te cree y se prepara para dormir. Lo observas mientras lo hace, bien escondido tras el mechón oscuro que cae por tu frente. “Cabrón. Eres un cabrón” Piensas. ¿Cómo no ha de serlo? Te permite mirarlo, siempre es placer y tortura al mismo tiempo, el cabrón vuelve más lentos, más delicados sus movimientos, más pausados cuando normalmente son todo lo contrario; tan torpes que te es imposible creer que la gracia que ahora muestra no sea si no para molestarte. Tú lo sabes. Él lo sabe. Todo esto no es más que teatro. Un mutuo engaño, sólo un puto engaño, ambos son conscientes de ello pero les aterra cambiar el ritual.
Ya casi son diez años de hacer lo mismo cada noche. La verdad es que ni si quiera es necesario hacer esto. Pero la costumbre es muy fuerte. Dicen que es más fuerte que el amor. Pero tú sabes que esto no es así. Ambas cosas van de la mano. Costumbre y amor. Amor y costumbre. Si no lo amaras, no harías todo esto. Si él no te amara, no te lo permitiría. Es así desde mucho tiempo atrás, cuando ambos eran casi niños y toda la pasión y lo demás que sentían el uno por el otro era odio más que amor y el compartir habitación más bien un castigo.
Pero todo eso está muy atrás y la realización del tiempo transcurrido desde entonces te hace volver al presente en que él termina de ponerse la ropa de dormir y tú yaces en la cama. Por fin se acuesta, siempre a tu lado, muy cerca de tu corazón. Cara a cara, retándote y sosteniéndote la mirada justo como hacía el niño esmirriado de once años que conociste. Ese que el Crisol te entregó y que ahora es todo un hombre. Se miran encerrados en ese juego que sólo acaba cuando uno de los dos al fin se queda dormido. Casi siempre es él, a ti te es más difícil conciliar el sueño.
Ojos azules. Rizos de cobre. Lunares y pecas dispersos por toda su dorada piel como las estrellas en el cielo, como amas trazar constelaciones sobre ambos. No crees en la existencia de los ángeles, pero lo miras y te preguntas si eso es verdad. Miras a un ángel que porta unas alas dignas de un demonio. Eso te da igual; es tu ángel. Le rodeas la cintura. Quieres sentir su calidez. Él se deja hacer y ya invadido por el sueño se acurruca en ti. Podrías romper a llorar justo ahora. Antes sólo lo observabas de lejos. Pensando en lo inevitable: Uno tenía que morir a manos del otro y de cualquier forma tú saldrías perdiendo. Te cuesta creer que esto es real. Ambos vivos, vivos, vivos. Compartiendo la habitación y la cama. Él entre tus brazos.
Aleister Crowley bendito, tienes una vida de cuento de hadas.
////////////////
Las dos frases en cursiva son de la canción "Into my arms" y del propio libro, respectivamente.
Gracias por leer <3