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Jarabe de arce por TheSkeletalGarden

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Notas del fanfic:

*Kaede: Siginifica arce. 

*El jarabe de arce o miel de mapple es prácticamente la comparativa de color que Yutaka tiene respecto a los ojos de Uruha. 


[Narración de Kai ]

Se puede encontrar inspiración en un par de labios carnosos, con una silueta curiosa; cualquiera puede desearlos de sólo verlos; pero trasciende más una mirada del color del jarabe de arce.  ¿Por qué compararla con tal?  Es fácil, puesto que es dulce y con la intensidad del color, también cambia el sabor.

El jarabe se puede ocupar en un dulce desayuno; por ejemplo sobre los panqueques. Así de dulce es mi despertar a su lado, cuando con su mirar apenas reaccionando dice: “Buenos días, Yutaka”.

Uruha es de entre todos los descubrimientos el más complicado de comprobar, él siempre dice que debo pensar menos y vivir más, es sorprendente que me lo diga alguien que parece estar siempre sumido en sus ideas.

Hace un par de años vivimos juntos y tengo que aceptar que es todo un reto ordenar día a día todo lo que él desordena en cuestión de segundos, es sofocante que no podamos ir al gimnasio juntos porque prefiere quedarse en casa para hacer su yoga.

 

[Narración de Uruha]

Kai está hablando todo el tiempo, aun cuando estoy bañándome y sabe que no lo escucharé claramente.

“No se puede vivir con alguien que está hablando todo el tiempo”, fue lo primero que pensé cuando me propuso que nos mudásemos a vivir juntos; y he descubierto que soy victorioso cada que inserto una oración entre su elocuente charla. Incluso en la intimidad no deja de hablar, me pregunta si duele, si ya voy a terminar.  

De él amo su sonrisa, su fuerza cuando se requiere y su dulzura la mayor parte del tiempo.  ¡Además casi nunca discutimos!   Nunca me ignora, siempre está buscando que mi sonrisa aparezca y quiere, según él, aprender a leer en mi mirada como los demás leen en el tarot o el café.

 

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Uruha había dejado de fumar, era extraño para Yutaka llegar ya tres días seguidos a casa y encontrarse con aroma a lavanda o sándalo, en vez del típico espesor del cigarrillo.

Su pareja parecía haber encontrado una dimensión alterna en la cual ya ni siquiera refutaba el exceso de dulce a la hora de la cena.

¿Dos años y comenzaron a aparecer secretos?  Realmente no se lo podía creer, pero la dificultad llegó cuando quiso aclarar las dudas en la alcoba.  Una rotunda negativa no sólo golpeó a su inicial erección, también a su ego.  

—Sé que algo está pasando y deberías comentarme —dijo ondeando una vez más la bandera blanca.

—Ahora no quiero hablar.    —contestó un abrumado Uruha envolviéndose con la única cobija disponible sobre aquella cama. Esta vez no fueron en busca de su sonrisa, ni intentaron leer en sus ojos; lo que comprendió como ser ignorado en realidad era darle su espacio.

 

El alba llegó y con ello radiantes como los ojos de Uruha, también el sol hizo aparición; pero el sol no era el único astro lleno de energía aquella mañana. Ahora Takashima había encontrado lugar encima de su hombre, colocándose meloso y despertándolo con tiernos besos. A Yutaka le sentaba bien el cambio de ánimo de Uruha y todas las muestras de cariño que se dieron en aquel momento terminaron en una muy grata felación que le hizo ver estrellas al batería.

 

—Te diré qué pasa en la cena —soltó Uruha antes de que Yutaka terminara de cerrar la puerta al salir. Las horas pasaría agónicamente para aquel hombre leyendo papeles acerca de su próxima gira; no es como si para Uruha fuesen a pasar agradables, pero vamos, él no cocinaba, pasaría todo el tiempo maniobrando con el control de la PlayStation. 

A las horas fuera de casa, se le sumaron un par más esperando en conocido restaurante a que su orden estuviese lista para poder alimentar al torbellino que le esperaba en casa. Yutaka llegó exhausto, Takashima le dio la bienvenida, así le gustaba al batería y así le había cogido cariño el guitarrista.

— ¿Qué me trajiste?  

—Un corte y verduras de guarnición. ¿Ya me dirás?   —preguntó sin esperanza, sabía de sobra que al labios de pato le encantaba exasperarlo.

— ¿Y el postre?  

—Se me ha olvidado, lo siento. Estaba presuroso por llegar.   —parecía que lo ignoraban por completo y eso le pateaba las bolas, pero era cierto, todo lo hizo a contra tiempo. Si había alguien o algo más entre ellos, no pretendía que siguiese en el anonimato por más minutos.

—Sí tu hijo sale con cara de postre no tienes derecho de reclamar nada, Yutaka. —ofendiéndose como casi siempre, sujetó la bolsa que tenía Yutaka en manos y husmeó un poco.  —Quiero que se llame como tú si es niño, ¿estamos de acuerdo?   Si es niña tú puedes elegir el que más te agrade, puede llamarse como mi suegra adorada, además. 

El fanfarroneo de Takashima parecía ser lo de menos, a Yutaka poco le faltó para saltar como Tigger de alegre, pero sabía que eso no le causaría gracia a su cónyuge; en su lugar, le dio un abrazo fuerte. Al batería le encantaban los niños, consentía demasiado a sus sobrinos, pero el hecho de tener uno propio le llenaba de regocijo.

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Los días y los meses pasaron, para Takashima el asunto se colocaba divertido a veces –específicamente cuando no tenía malestares-, pues le encantaba despertar a Yutaka en medianoche para hacerlo cocinar esas deliciosas tostadas francesas.

Secretamente adoraba poder vestir las camisetas amplias del batería sin que éste protestara por haberlas estirado más, inclusive estaba cada vez más enamorado de aquellas preferencias, como haber dado por cancelado el tour por Europa.

El más hacendoso siempre era Yutaka, quien a escasos días de nacer su primogénita, tenía una preciosa habitación lista para recibirla. Aquellas cuatro paredes eran un festival de colores pastel que él mismo había decorado, a veces con Uruha a regañadientes.

 

En aquella fría habitación donde Yutaka admiraba a su hija entre sus brazos, Uruha regresaba en sí luego de la anestesia. 

— ¿Ya me dirás? —qué inquieta había sido su agonía de nueve meses esperando por saber el nombre de la pequeña, aunque después de todo él quiso desentenderse del nombre si fuera niña, dejando todo en manos de su amado.

—Kaede, será  

La tierna imagen de Yutaka besando la frente de su hija evitó que Uruha indagará el asunto, aunque no habría más tiempo de espera, aquel hombre continuó hablando.

—Aunque ahora no pueda notarse, sé que tendrá tus mismos ojos, por eso mismo he escogido este nombre

—También deberá tener tu sonrisa —Añadió Uruha incorporándose tanto como pudo debido a la cirugía.

 

 

Efectivamente, el tiempo pasó y con los primeros 3 años cumplidos de Kaede llegó un color tan semejante al arce, incluso más que el del mismo Takashima, su nombre estaba justificado tanto como su existencia al ser tan espiritual el amor entre sus padres.

Kaede comprendía su entorno tan natural como el de sus compañeros de la escuela inicial. 

Notas finales:

Espero que les añada algo de distracción. 

Ésta es mi primera vez participando en un DIK; agradeceré cualquier aporte que me dejen.


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