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Plumas Negras (AoKise) por Antonyanchan

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Notas del capitulo:

Buenas. 

Debido a que tuve que crear un mundo con sus propias reglas para el fic, me vi "obligada" (no es como si no me agradace...) a escribir un prólogo que explique como funcionan las cosas. 

De inmediato ya voy avisando que Hanako y su abuelo solo aparecerán en el prólogo. Tengo la mania de encariñarme con los personajes que creo, y me hubiera gustado mucho que hubieran aparecido en otro momento, pero solo están ahí para el comienzo del prólogo.

Sin nada más que decir, deseo con toda mi alma que disfruten la historia, ya que me esforcé mucho en crearla.

 

La pequeña niña miró hacia la caja negra. Ahí dentro pudo apreciar el rostro tranquilo y muerto de su amada abuela. El anciano viudo se le acercó y tomó de su mano, sus ojos cansados y grises se habían vuelto deprimentes.

—Hanako, ¿está todo bien? —preguntó el viejo.

—Abuelito, ¿puedo preguntar algo? —tras la pregunta de Hanako, el anciano afirmó con un tenue movimiento de cabeza.

— ¿Por qué es necesario un funeral? ¿No crees que es mejor dejar descansar a la abuela?

El abuelo se agachó a la altura de la pequeña. —Es necesario para que todos podamos despedirla como corresponde, además tenemos que desearle buena suerte.

— ¿Buena suerte?

—Sí. El alma de tu abuela irá a un lugar llamado “El Más Allá”, ahí juzgaran si fue buena o mala durante su vida. Si tu abuela es considerada buena, pasará el resto del tiempo junto a los amables ángeles. Pero si al contrario, la consideran mala, la enviaran al Infierno donde viven los crueles demonios.

—Oh, ya veo… —Hanako inmediatamente se acercó al ataúd de su abuela, la miró unos segundos y luego sonrió:

—Abuela, ten un buen viaje ¡Estoy segura que llegaras al cielo!

El anciano no pudo evitar reír de ternura antes de bajar la mirada. Ya a su edad, entendía que todo lo que escuchaba no era verdad, sin poder evitar preguntarse si los ángeles y demonios existían. ¿Realmente había un lugar donde su amada esposa llegaría? Era imposible que lo supiera, tendría que morir para poder enterarse por fin.

En sí, lo que dijo el anciano no es de todo falso, aunque las cosas son un poco diferentes.

El lugar donde un ángel juzgaba las almas humanas, era llamado “Le Jugement”, o algunos de aquellos seres preferían llamarlo “La Nada”. Era un lugar vacío, como su apodo indicaba. Lo único que poseía era un pozo y dos puertas. El pozo estaba conectado al mundo de los humanos, y por ahí llegaban las almas. Si el ángel de turno juzgaba que el alma era buena, se abría una puerta en específico nombrada como “Puerta Celestial”. La Puerta Celestial era grande y de un color celeste, el picaporte era de un oro que brillaba como el sol. Como su nombre indicaba, llevaba al Cielo, el hogar de los ángeles, sin embargo, las almas avanzaban hasta llegar al Paraíso, un sitio donde las personas que habían sido buenas serían recompensadas, y donde los ángeles no podrían entrar.

Si las almas eran rechazadas por el ángel, se dirigían a la segunda puerta, la “Puerta Infernal”. Era una puerta redonda y pequeña, de un color carmesí llena de cadenas. Algunas veces se podría escuchar gritos, llantos y golpes. La Puerta Infernal llevaba al Inframundo donde habitaban los demonios, y las almas se encaminaban al “Érebo”, lugar donde sufrirían el resto de la eternidad.

 

El nombre del ángel considerado el más hermoso era Kise Ryouta. Aparentaba ser un muchacho joven de cabello rubio y de unos ojos dorados resplandecientes. Sus alas eran grandes y de un blanco demasiado puro, era imposible pensar en el simple hecho que quizás sus alas se volverían negras.

Kise se encontraba en Le Jugement, caminando en círculos. Las almas algunas veces se demoraban mucho en llegar, y era inevitable no sentirse aburrido. De repente sus ojos se centraron en la Puerta Infernal. Dirigió sus pasos hacía ella, mientras su mente no paraba de repetir “Aominecchi, Aominecchi…”

— ¡Déjenme salir! ¡Yo no hice nada malo! ¡Joder! —se escuchó gritar a un demonio mientras golpeaba la puerta. Kise pegó un sobresalto y cayó al suelo.

—Yo lo conozco… Sí, yo conozco esa voz… es Kagamicchi. Hace unos días, se transformó en demonio... —Con tristeza, Kise dirigió su mirada hacia la puerta, donde pudo notar un agujero. De seguro un demonio lo hizo pensando en escapar.

—Kise-kun, sabes lo que pasa cuando se toca la Puerta Infernal —le susurró alguien en su oreja. Kise volvió a asustarse, y temblando decidió mirar a la otra persona.

Era Kuroko Tetsuya, un ángel pequeño que por alguna razón era difícil de notar.

— ¡Kurokocchi! ¡¿Por qué me asustaste?! ¡Eres cruel! —le criticó Kise. Sin embargo, Kuroko se limitó a decirle que ya era hora del cambio de turno. Al rubio no le quedó otra que retirarse, pero antes dirigió su mirada hacia la Puerta Infernal.

Todos los demonios fueron ángeles alguna vez. Sin embargo, sus plumas se volvieron negras y se cayeron… Eso le paso a Aominecchi…

Notas finales:

Bueno, estoy algo nerviosa, es la primera vez que me animó a publicar algo que escribo, ojala que lo hallan disfrutado, y que se animen a leer más. 

Gracias por leer el Prólogo, espero que les halla gustado.


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