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Dos vidas diferentes, un mismo camino por Asato Hikaru

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Notas del capitulo: Hola!!! soy nueva por aqui y este es el primer fic que escribo de YnM... antes tengo un sonfic que mas adelante pondre... espero que esta historia sea de su agrado ^^

Japón época antigua. Hombres y mujeres trabajan arduamente en el campo, se les puede ver recolectando la poca cosecha que el duro calor les ha dejado para ese año... en sus rostros se puede ver la tristeza, han sido largos meses de escasez y no ven para cuando salir de esa situación. Entre los aldeanos hay una pareja de ancianos que también hacían su labor, de todos los ahí presentes eran los mas humildes y los más desgraciados por así decir, recién habían perdido a su única hija y su aprovechado esposo se había encargado de dejarles en la más mínima miseria, el único recuerdo que tenían de su hija era un niño de escasos 10 años que su padre abandonó para irse con otra mujer y ahora ellos le tenían que cuidar y mantener, otra dura tarea para poder sobrevivir ante tanta adversidad, pero amaban al pequeño pues era un niño lindo y muy atento con ellos.

- ¡Obaa-chan, Ojii-san! –les llamaba un niño de cabellos castaños, mientras corría al encuentro de su abuela que estaba más cerca-  Miren… miren encontré un gatito! –sus hermosos ojos color violeta brillaban llenos de felicidad y emoción pues traía brazos a un pequeño gato de aparente color gris y ojos celestinos.

- Que lindo gatito –le admiró la abuela. Era una anciana de largos cabellos cenizos atados a una trenza, ojos color violeta, de complexión delgada y estatura media.

- ¿A que sí… verdad que es lindo obaa-chan, me lo puedo quedar? –le preguntó a la anciana con una mirada enternecedora.

- ¿Quedártelo? –preguntó incrédula.

- Si… obaa-chan anda di que si, solo míralo esta hecho todo un palo –le muestra con mas detenimiento al pobre y delgado animalito- esta muy débil, necesita comer y… y…

- ¿Que traes ahí? –le interrumpió su abuelo al acercarse y preguntarle con voz se gruesa y autoritaria. Al igual que la anciana sus cabellos eran de color cenizo, su azulada mirada mostraba la seriedad que le caracterizaba, el anciano era unos cuantos centímetros mas alto que su mujer.

- Es… un gatito ojii-san, lo encontré abandonado y… yo lo quiero cuidar –balbuceó el niño al sentirse intimidado por el tono de voz de su abuelo.

- ¿Qué… una mascota? Tsuzuki sabes perfectamente que a duras penas podemos mantenernos, no podemos darnos el lujo de tener y cuidar mascotas –el anciano aseveró más su voz tras escuchar las palabras del niño.

- Pero ojii-san yo nunca he tenido una mascota, quiero tenerlo… quiero cuidarlo –los lindos ojos color violeta del niño comienzan a inundarse en lágrimas- no quiero abandonarlo y saber que morirá, onegai abuelito déjame quedármelo… onegai… prometo que no causara problemas, le enseñare a portarse bien y prometo que haré todos mis deberes, trabajaré mucho más en el campo y les ayudaré en todo, en todo… pero déjame quedármelo –suplicó entre sollozos.

- Tsuzuki –el anciano parecía no querer ceder.

- Anda ya cariño deja al niño quedarse con el animalito, solo míralo esta sufriendo por el, no lo hagas llorar más –intervino la anciana con voz persuasiva.

- Mariko tu siempre consintiendo al niño, ojala para mañana no sea un chico malcriado y caprichoso –le reclamo con cierta molestia.

- Vamos Yoshiro sabes que eso no será así el niño es un buen chico –la anciana insistía en convencer a su anciano esposo.

- Esta bien, está bien el animal se puede quedar –accedió cansino- pero un solo descuido y el animal se va –finalizó en una amenaza.

- ¡¡¡Arigato Ojii-san!!! –le agradeció dándole un fuerte y emotivo abrazo al anciano- ¿Escuchaste koneko? ¡¡¡Vas a ser mi mascota, te quedaras conmigo!!! –Tsuzuki celebró dando vueltas y con el gatito elevado en sus brazos.

- ¿Demo... tendrás que cumplir con tu promesa ne? –le recuerda el anciano a lo que el niño asiente con alegría aun dando vueltas

- Tsuzuki hijo… por el amor de dios no hagas eso, estas mareando al gatito –suplicó la anciana con una gotita resbalándole de la nuca.

- Gomen –se disculpó con el gatito- demo… es que estoy tan emocionado –lo abraza con fuerza.

- Niño ahora lo estas ahorcando –advirtió el señor Yoshiro- “pobre animalito no le auguro muchos días de vida con Tsuzuki, tendré que enseñarle a cuidarlo” –pensó el anciano con un par de gotitas resbalando de su cabeza.

- ¡Ah lo llevaré a casa le daré de comer, lo bañaré y luego jugaré con él!…¿verdad Kuro? ¿Verdad que vamos a jugar? –la emocionada mirada violeta se cruza con la mirada celestina del pequeño gato quien le responde con un suave maullido- ¿Ojii-san puedo ir a atenderlo?

- Bueno, por hoy ya nos has ayudado bastante. Adelántate a casa, tu abuela y yo llevaremos los canastos –dijo el abuelo en un tono afable.

- Iie de ninguna forma ojii-san mi deber aun no termina –Tsuzuki cierra los ojos y mueve la cabeza en negación con gracioso gesto de seriedad- son tres canastos, tengo que llevar el mío, un deber es un deber –abre sus hermosos ojos color violeta para tomar uno de los canastos- les ayudaré… Kuro, onegai quédate aquí quietecito –le ordena al gatito al momento de ponerlo dentro del canasto.

- Arigato Tsu-chan que buen niño eres –le aludió el abuelo poniendo una mano sobre su cabeza y así revolverle un poco su castaña cabellera.

 Tsuzuki se inclina dispuesto a levantar el canasto cuando un quejido llama su atención, voltea a ver a sus abuelos y encuentra a su abuela con una mano en pecho y con gesto de aflicción.

- Querida –escucha decir por su abuelo con voz preocupada al momento de sostener a su esposa y evitar una posible caída.

- ¿Obaa-chan qué tienes? –el niño se alarmó al ver el semblante pálido de su abuela.

- Yo… no lo sé… -responde Mariko con voz cansina al tiempo que se llevaba una mano a la frente.

- Oh cariño has de estar cansada, hoy has trabajado mucho y tanto sol ya te esta haciendo mal. Será mejor que vayas a casa –le dijo su esposo.

- Pero Yoshi, aun no he terminado aun me falta cosecha por recoger –protestó la abuela.

- ¡Mariko, necesitas descansar! –le reprimió con severidad el abuelo.

- Obaa-chan… onegai ve a descansar no se te mira bien y no te preocupes por lo que te falta, yo puedo hacerlo, pero ve a descansar… ¿si? –le suplicó su nieto con unos ojitos llenos de tristeza y preocupación.

- Pe… -la mujer estaba por protestar de nuevo pero al ver el rostro de su adorado nieto desistió- Esta bien, esta bien… de acuerdo iré a casa –aceptó.

- Tsuzuki acompaña a tu abuela y asegúrate de que se acueste a descansar –le ordenó al chico.

- Hai –acató la orden y sin olvidarse del gatito lo saca del canasto y lo mete entre el cuello de su overol color mezclilla, dejando su cabeza y patitas delanteras por fuera y luego toma a su abuela del brazo- llevaré a Kuro con nosotros para que cuide de ti mientras ojii-san y yo llegamos a casa. –le dijo a su abuela con una feliz sonrisa.

- Jejeje, no veo como un gatito pueda cuidarme –la anciana rió divertida por las ocurrencias de su nieto.

- Aahh pues yo le diré que venga a acusarte conmigo cada que hagas algo indebido… verdad Kuro, ¿verdad que tu me lo vas a decir? –el niño le interrogaba al gato como si le entendiera y le fuera a responderle con un “si, yo te lo diré”.

- ¡Ay mi niño pero que cosas dices!

- Jijiji, vamos obaa-chan –le toma de la mano.

Con mucho cuidado Tsuzuki fue llevando a su abuelita camino a casa, realmente se había asustado al ver a su abuelita en ese estado. Llegando a su humilde hogar, Tsuzuki  ayudo a su abuela a recostarse sobre el viejo y mullido colchón que le hacia de cama, al ver a su abuela ahí le hizo recordar el momento en el que vio a su madre caer enferma y tempo después verla morir… agitó su cabeza para sacudir los malos recuerdos, prometiéndose así mismo de cuidar al máximo a su abuela y no dejarla morir…

Una promesa algo difícil de cumplir pues nunca se sabe cuando el dios de la muerte cumplirá con su deber y se llevará sin miramiento un alma más a descansar.

 


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