Capítulo I:
Orgullo
Sabía que aquello estaba mal, y no precisamente porque ambos eran hombres, sino porque aquel tipo que se encontraba detrás de él arremetiendo contra su estrecha entrada, era el típico –y jodido– hijo de papi y mami que, por medio del chantaje, lo obligó a colocarse en cuatro patas dentro del mismo salón donde hace sólo diez minutos atrás habían finalizado sus clases.
Jadeó de dolor luego de sentir un fuerte tirón de cabello por parte del bastardo que no dejaba de hacer chocar sus testículos contra su trasero.
– ¡Oh, vamos, polluelo!– Le susurró sensualmente en el oído. –Yo sé que tienes ganas de gemir como la vil perra que eres.
Y para reforzar esas crudas palabras, Alex le proporcionó un fuerte azote en su retaguardia que, lejos hacerle daño, le hizo sentir una fuerte corriente eléctrica que atravesó toda su columna vertebral.
Y eso era exactamente lo que estaba mal.
Ese típico –y jodido– hijo de mami y papi, que prácticamente lo forzaba a mantener relaciones sexuales desde hace dos semanas atrás, follaba bastante bien para su gusto.
–Mph– Exclamó quedamente Daniel.
Sabía que ahogar sus gemidos sólo provocaría un trato mucho más brutal que el anterior, pero su orgullo, a pesar de estar bastante deteriorado, no le permitía exteriorizar el placer que le hacía sentir ese imbécil.
–Desahógate, polluelo. Sé que estás a punto de correrte.
Y de esa manera, Daniel deja manar sus fluidos acompañado de un grito ahogado en su garganta.
El menudo chiquillo ni siquiera alcanza a recuperarse de su reciente orgasmo cuando siente que el grueso pene de Alex es extraído bruscamente de su entrada. Escucha unos pasos, y luego, siente una presencia en frente de él.
Cuando abre los ojos y eleva su mirada, se da cuenta que esa presencia es Alex.
Obvio.
Estando en frente de él con su hinchado y venoso pene fuera del pantalón y su marcado pectoral expuesto al tener unos cuantos botones de la camisa desabrochados, lo intimida instantáneamente.
– ¡Oh mierda! – Piensa para sí mismo antes de que su boca fuese invadida con ese monstruoso miembro.
–Eso es polluelo, chúpamela– Expresó vulgarmente mientras marcaba el ritmo de la felación con su mano puesta encima de la nuca de Daniel.
Cuando los movimientos pélvicos de Alex comienzan a ser irregulares, el castaño sabe que el imbécil está a punto de correrse dentro de su boca. Sin embargo, y fuera de todo pronóstico, nuevamente siente como ese miembro es extraído de su cavidad bucal para luego expulsar abundante semen en su delicado rostro.
Alex ni siquiera cierra los ojos con tal de ver el espectáculo que otorga Daniel con la carita llena de sus jugos y sus ojos brillantes por la excitación.
Y que se niega a aceptar.
–Cerdo asqueroso– Exclama Daniel conteniendo, en cada sílaba, la furia que emana dentro de sí. Y agrega –Te deseo la muerte–.
–No seas agresivo, polluelo– Y sonríe de medio lado mientras que se abotona la camisa y se abrocha el cierre del pantalón. – Ha estado increíble, ¿o no? ¿Acaso ya no recuerdas como gemías con mi polla dentro?– Se pasa la lengua por el labio inferior. – ¿Quieres que te recuerde, pequeño Dani?– Intenta acercarse al susodicho.
–¡No te me acerques! Imbécil– Dijo mientras se apresuraba en vestirse, para posteriormente coger su mochila y avanzar a la salida dando un fuerte portazo.
–Ese orgullo no te durará demasiado, mi amor– Y sonríe ladinamente.