En la cocina se percibían unos olores deliciosos los cuales salían de varias cazuelas que estaban en la estufa a fuego lento. El cocinero de la tripulación, mejor conocido como kuroashi no Sanji estaba picando algunas frutas en una pequeña tabla, frutas que utilizaría para acomodarlas en dos hermosos y apetecibles cockteles que seguro serian para sus damiselas
Capitulo 2 Sembrando dudas
-y listo... ¡Ya está! -dijo para sí mismo finalizando esos dos saludables y energéticos postres.
Agarró la charola que estaba a su lado izquierdo, colocó los dos vasos llenos de frutas y se dispuso a salir a repartir sus exquisitos tentempié a sus bellisimas nakama. Cuando salió de la cocina observó el paisaje por unos instantes, el mar estaba calmado y algunas aves volaban cerca del barco, la balada que Brook practicaba le llenaba el alma de paz, pocos días eran los que se podía estar así en aquel loco barco y el cocinero lo sabía muy bien, así que no estaba de más echar un pequeño vistazo a lo que estaba a su alrededor, respirar profundo, y disfrutar del momento, claro que lo haría, obviamente después de dejar los cockteles a las bellísimas nakama.
El primero se lo dejó a Nami la cual lo recibió gustosa y agradeció por el detalle, el gesto hizo emocionar en demasía al cocinero pero la chica, como comúnmente lo hacía, lo ignoro monumentalmente, segundos después volvió a encerrarse en su cuarto puesto que estaba muy entretenida dibujando un mapa de alguna de las tantas islas que habían visitado anteriormente, y que por culpa de su ansioso capitán no había tenido tiempo de dibujar.
El segundo (y último cabe resaltar) lo llevaría a donde Robín, esta se encontraba en el acuario así que ahí se dirigió.
Sanji toco la puerta un poco bajo para que el sonido no molestara la lectura de la pelinegra
-pasa, cocinero-san - la arqueóloga del barco dijo con una pequeña sonrisa y sin dejar su libro a un lado puso atención al recién llegado, colocando sus orbes azules por encima del libro, teniendo un solo objetivo: el semblante del pelirubio. Casi parecía como si lo estuviera analizando o algo parecido
-ohhhhh mi Robín-chwan- empezó a alardear alrededor de la pelinegra con corazones en los ojos y haciendo movimientos ondulatorios (raros) con sus manos y piernas comenzó a dar círculos alrededor - ¿Cómo has estado hermosisma y guapisima robin-chwan~~~?
-Bien Sanji ¿y tú?- preguntó con serenidad la mujer, observando de reojo como su compañero dejaba el postre en una mesita que tenía a su lado derecho
- woooo ¿es acaso que mi dulce mellorine se preocupa por mi?- Sanji se emociono mas y el tamaño de los corazones en los ojos aumento- estoy bien, gracias por preguntar Robin -chuwaan~~~
- fufufufu Sanji últimamente tienes mucho tiempo libre ¿No es así?- soltó la pelinegra con suspicacia y un poco de intriga de la cual la delataban sus ojos. Su comentario detuvo el andar del rubio que iba de salida
-¿Porque lo dices mi bella dama?- preguntó con delicadeza mientras se giraba hacia la chica para darle la cara aunque está tuviera la vista en el libro
La arqueóloga tardo un poco más de lo normal en responder, Sanji aún no se había dado cuenta. En el interior de la pelinegra se llevaba a cabo una batalla por decidir cuál sería la opción más conveniente: seguir el tema o terminarlo. Al final decidió seguir la segunda opción, no se iba a arriesgar a dar un paso en falso, además tendría más tiempo para analizar todo lo que estaba pasando en el barco.
-Curiosidad... Gracias- finalizó la pelinegra y regreso su concentración en el libro o al menos eso pensaba Sanji dado que la pelinegra verdaderamente solo se puso a pensar en cosas varias.
-La comida tardará un poco- hizo una reverencia disculpándose obteniendo como respuesta una pequeña sonrisa de la pelinegra, lo que hizo que Sanji empezará a hacer movimientos raros con los brazos y los pies, otra vez.
Después de un rato el cocinero muy a su pesar salió de la sala dirigiéndose a la cocina puesto que había dejado unas ollas en el fuego y no quería ser el culpable de que toda la comida se quemara o algo por el estilo, al llegar a esta, vio el contenido de cada una, probó cada contenido para que todo estuviera perfecto, apagó cada uno de los fogones y salió de la habitación, recargándose en el barandal que había enfrente de la cocina pues tenía que dejar enfriar por unos minutos la comida, y mientras eso estaba él aprovecharía para fumar un cigarro puesto que era el cronómetro exacto para dejar enfriar los dichosos alimentos, además que se daría aquel respiro que pensó más temprano, el clima aún era agradable.