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Ataque furtivo por Snake

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Notas del capitulo:

Bueeeeenas, después del regreso a clases traigo nuevo cap. Uff tuve problemas para subir este capitulo correctamente XD pero al fin pude.

2. ENTRE DELIRIOS Y PASIÓN

 

...

 

 

—Ya llegué~ ¿se comportaron bien?

—Oh si, él es un ángel Kise-san. Y bueno, ya sabes cómo es ella. Pero todo está perfecto.

—Izukicchi, gracias por decir eso. Hoy te pagaré más de lo usual. —agregó el rubio sonriendo con sinceridad.

Su trabajo siempre le mantenía ocupado, y al ser dueño de una exitosa agencia de modelaje se veía atormentado por la falta de tiempo. Sin duda veinticuatro horas no eran suficientes para Kise.

Aun así, el bello rubio se las arreglaba para criar a sus mellizos, el dulce Rin y la intrépida Ren. Sus hijos tenían cinco años, y desde hace dos, se separó de Kasamatsu Yukio, quien dio a luz a sus pequeños después de vivir un romance que parecía ser para toda la eternidad. Compartían la custodia de los niños por un acuerdo de ambos, y llevaban una pacífica vida de ex amantes.

Todo eso de la ruptura fue como un descontrolado terremoto sacudiendo todo dentro de su precioso y perfecto mundo. Pero las vueltas de la vida solían ser así de turbulentas, él, quien siempre mostraba una cautivadora sonrisa en su rostro, decidió continuar feliz, como siempre era. Aunque por dentro el dolor le consumiese, no era alguien que se rendía así de fácil.

Rin y Ren eran dos niños tan hermosos cómo él y Yukio. Dueños de un exquisito cabello azabache y unos esplendorosos ojos color ámbar, eran casi idénticos entre sí. Pero totalmente opuestos en cuanto a personalidad.

Rin, el hermano mayor, era un tanto asustadizo y desconfiado con los extraños, pero extremadamente dulce y dócil con sus padres y cercanos. Mientras que la bella Ren, no se intimidaba ante nadie. Con una mirada un tanto arrogante y un corazón caprichoso, la pequeña solía hacer lo que deseaba y siempre protegía a Rin de todo el que le asustaba, casi parecía la hermana mayor. Su paciencia era igual de corta que la de su amado, amado Yukio.

Ambos, con sus defectos y virtudes, eran buenos niños que amaban a sus padres desenfrenadamente. Y cuando su padre Kise Ryouta no podía cuidarles, quedaban a cargo de Izuki Shun, un peculiar muchacho que aparte de hacer de "niñera" tenía varios empleos para sustentarse.

—Bien, me voy yendo entonces Kise-san. Siempre es un placer verte y cuidar a estos niños "que valen oro". —se despidió sonriente.

Y es que cuidar a esos pequeños, realmente casi era como ganar oro con la generosa paga que Kise le daba gustoso. Shun era alguien particular, que tuvo una instantánea conexión con esos niños tan opuestos, tan opuestos como él mismo. Quien en el fondo era un chico dulce y de buen corazón, pero que aquella apariencia con bellos toques de aspereza a veces le hacían parecer distante y frío.

O tal vez, justo así es como deseaba ser definitivamente.

 

Tenía tres empleos; repartidor de productos en Empresas Nigou después de la universidad. A veces era una excelente niñera entre semana y por las noches trabajaba como camarero en un concurrido y particular bar elegante.

Y fue en su papel de "chico de las entregas" que se vio envuelto en una extraña y apasionante situación hace ya dos días. Aquella fue su actuación más estremecedora por supuesto, cuando un atractivo y osado sujeto le devoró a besos sobre su escritorio mientras le entregaba un pedido. No se lo esperaba, pero no le había disgustado en absoluto, ya que ese encuentro casual fue de lo más apasionante. Y es que Shun jamás se involucraba con personas en serio, eso estaba prohibido para él.

Por sí mismo.

Y entonces, aquel hombre ardiente que le atacó con previo aviso y consentimiento, le entregó su tarjeta de identificación esperando su llamado para continuar con lo que dejaron a medias.

Pero el bello muchacho con mirada de plata, no le llamó hasta regresar a la central de las entregas, terminó su jornada laboral y entonces después de todo aquello, marcó ese número con una traviesa sonrisa dibujada en el rostro. Ambos acordaron reunirse en el bar donde Izuki trabajaría unas horas más tarde, y aunque Himuro Tatsuya apareció puntualmente, Izuki Shun no se dejó ver en toda la noche.

El apuesto hombre del lunar fue indiscutiblemente plantado.

***

 

—Aun no me lo creo, Shun-chan. ¿Qué intentas? ¿Por qué actúas como un virgen asustado?

—Porque soy un virgen asustado, Takao.

Los dos pelinegros se miraron cómplices y rieron explosivamente ante las palabras de Izuki, palabras que evidentemente no eran más que mentiras.

Se encontraban en un bar gay muy frecuentado, en su mayoría por sujetos suntuosos que la mayoría de las veces estaban podridos en dinero. Aunque eso no quería decir que solo hombres con un brillante estatus económico pusieran sus pies ahí. Era también un buen lugar para atrapar a un millonario guapísimo y tener un romance casi de película.

Pero Takao e Izuki solo estaban ahí trabajando, como bartender y camarero respectivamente. Fue en ese lugar donde ambos se conocieron hace al menos dos años, y desde el primer mes ya eran casi inseparables. Congeniaron al acto, como destinados a encontrarse, como unidos por algún hilo extraño y místico, pero de la amistad duradera y fiel.

—Y entonces Shun, ¿planeas decirme por qué dejaste esperando a un sujeto como ese tal Himuro? ¡Era oro puro! Si no estuviese de novio... te juro que...

—¿Hmm? ¿Estoy oyendo a mi amigo queriendo ser infiel?

—Idioooota~ —rió. —Sabes que amo a Shin. Me refiero a... ¿no es totalmente tu tipo? Esos ojazos, y diablos... todo en ese sujeto. Si fuera tu Shun-chan.

—Aun estarían en la cama. Lo sé. Jaja, ¿supongo que fue un poco divertido verle ahí todo molesto? Ya sabes, él puede conseguir a quien quiera. Tal vez solo quiero jugar con él antes de... como sea. ¡Él incluso puede conseguir al fiel y casi santo Takao Kazunari! ¡Wow!

—Oh vamos. —cubrió sus labios para no largarse a reír estrepitosamente. —Ve a trabajar o el jefe te regañará Shun; el "joven virginidad intacta".

Izuki continuó riendo para sus adentros. Sin duda era toda una festividad trabajar en el mismo sitio que ese tipo tan hilarante, tanto como él. A veces entendía demasiado bien la razón por la que se hicieron tan cercanos, y le encantaba aquella jugada del destino.

La noche avanzó al igual que todas dentro de ese sitio. Con citas por aquí y por allá, con encuentros fortuitos entre dos desconocidos que pronto podrían encontrarse haciendo más que solo beber un par de tragos y conversar tonterías. 

Para Shun las horas de trabajo como niñero y las horas en el bar le comenzaron a pesar cuando ya estaba próxima la hora de cierre. Aquella noche quizá fue la más concurrida de esa larga y tediosa semana, estaba agotado y harto de ver a extraños coqueteando y toqueteándose más de la cuenta.

Quería largarse y dormir ya.

Pero ese ingenuo deseo fue interrumpido de súbito, por un sujeto que repentinamente le cogió la cintura lastimándole, para después casi estrujarle el trasero con esas osadas manos enormes. El pelinegro se sacudió disgustado e intento empujar al alto hombre que le estaba hurgando sin vergüenza alguna.

—¡¿Qué demonios?! ¡Suéltame idiota!

—Hey, vamos no te alteres. Vamos a beber algo y a divertirnos. No me vengas con esa reacción inocente, conozco a los de tu tipo…

—Tch... —le miró con impotencia, conteniendo los deseos de partirle la cara. Y es que si le gustaba jugar con alguien jamás sería un tipo ebrio y grosero como ese. —Estamos a punto de cerrar, por favor márchese.

—No seas aburrido. —insistió el hombre, ahora sosteniendo la mano de Shun con opresión.

—¡Eso duele! ¡Que me sueltes!

—Quita tus manos de Shun, ahora mismo.

De pronto Izuki y el acosador se sobresaltaron al escuchar esas palabras ser pronunciadas de forma espeluznante, tan intimidante que te hacia querer salir corriendo de ahí. Ambos se giraron a mirarle y se encontraron con un hombre alto, más que el cliente de manos atrevidas, con una melena oscura y lacia, dueño de unos bellísimos ojos esmeralda.

—¡J-jefe Reo! —exclamó Izuki.

—¿Quién te crees que eres, pedazo de mierda? —cuestionó ahora el ojiverde con una amplia sonrisa. Pero sus ojos no estaban risueños para nada. Era como si su  mirada dijese "apártate o te castraré" o algo como eso. —Tocar a mis empleados de ese modo repugnante está prohibido. Fuera de mi establecimiento ahora. ¿O prefieres que te escolte hasta la entrada? No me importaría arrastrarte desde tus asquerosas bolas...

El hostigador pretendía hacerle frente a Mibuchi Reo, pero titubeó patéticamente al verle mirándole tan feroz, con esa sonrisa sádica en su bello y delicado rostro. El alto de ojos esmeralda no estaba jugando, y aunque la mayoría del tiempo era acogedor y suave no escatimaba en sacar el demonio protector que tenía dentro. Él era un hombre que parecía ser un tanto afeminado por esos bellos rasgos que poseía, pero era inimaginablemente fuerte e imponente.

Al ambiente se apaciguó en cuanto él hombre abandonó el recinto y Reo que era como la madre de todos sus empleados, abrazó con exageración a Izuki, quien le agradeció en medio de un suspiro.

A la salida, Izuki se quedó solitario observando las estrellas incesantes destellando en el infinito cielo. Reposó su cuerpo sobre el ya cerrado enrejado del bar, fumando él último cigarrillo del día, antes de por fin marcharse a casa.

Y el testarudo sujeto que le atacó antes apareció de nuevo, tambaleándose por su evidente estado de ebriedad. Shun entornó sus magníficos ojos, maldiciendo su suerte, ya fuera del trabajo no tendría problemas en romperle la cara a patadas si era necesario.

—¡Vaya que suerte! ¡Podremos continuar lo que dejamos pendiente en el bar! —gritó sin medirse el sujeto, chocando con la reja torpemente. —El bastardo que nos interrumpió antes...

—Desaparece de mi vista. —soltó un disgustado Shun, arrojando la colilla del cigarrillo y pisoteándola como acto seguido.

—¡¡Tch, no te hagas el difícil, maldita puta!!

El ebrio sostuvo la muñeca de Izuki con fuerza, y antes de que el muchacho pudiese defenderse, un tercer sujeto apareció de la nada, como una sombra tenebrosa.

—Eso de seguro le lastima, ¿Por qué no lo sueltas?

—¿Himuro... san? —palideció Izuki al notar la identidad del hombre que de pronto se mostró ante ellos. No esperaba verle de ninguna manera. —Y eso… no era necesario. No soy una mujer en apuros, ¿sabes? —bufó enojado Shun, sin mirar a Tatsuya. —De todas formas gra-

—Oh, vaya... ¿entonces se están divirtiendo aquí? —susurró el recién llegado cerca del tipo ebrio, irrumpiendo a Izuki. —¿Puedo unirme a ustedes?

—¡¿Quién diablos eres tú?! Yo lo vi primero, ¡este chico es mío!

 

Esa inesperada proposición de Himuro alertó unos instantes al más bajo, quien no entendía que diablos significaba eso de unírseles. ¿Acaso no apareció para salvarle? ¿Solo quería vengarse de él?

—Era una broma. Yo no quiero que pongas tus manos sobre Izuki. ¿Lo comprendiste bien? —y sin más pateó el abdomen del acosador, lanzándole lejos sin piedad. —¿Tuyo? No me jodas. —susurró para sí mismo Tatsuya, observando al sujetó que atacó sin contenerse. Mirándole como si aún quisiera ir y golpearle hasta hacerle perder la conciencia. Pero entonces Shun le arrebató de esos violentos deseos.

—¿Qué diablos Himuro? Parecías del tipo celoso, ¿pero estabas dispuesto a compartirme con ese idiota? —reclamó al contrario ya más aliviado, sonriendo de un lindo modo coqueto.

Tatsuya sonrió ladino, casi imperceptible y acorraló al joven ya acosado dos veces esa noche. Sostuvo los negros fierros del enrejado, capturando al camarero más hermoso del bar y acortó distancia sin mencionar palara. Solo rozando los labios contrarios con lentitud, acentuando cada vez más ese toque.

—¿Qué diablos Izuki? Parecías interesado en mí, ¿pero me plantaste cruelmente la otra noche? —ambos sonríen y se besan lento. Himuro muerde el labio inferior de Shun con sensualidad y continua susurrante. —Sí, soy del tipo celoso, pero quería asustarte un poco… ¿Cómo castigo?

Shun le mira en silencio hasta que se acerca provocador —Heh~ que malo. ¿Pero sabes? Si estoy interesado en ti, y mucho.

De pronto fueron azotados por la furia del viento nocturno, y ambos comprendieron al instante que debían marcharse de ahí cuanto antes.

***

 

—Ngh... ¿Vamos a... hacerlo en el auto?

—¿Puedes esperar? Yo no Izuki... Ya basta de hablar, cállame de una vez. ¿O prefieres que yo lo haga?

—De ningún modo.

Shun capturó los labios del hombre que tenía bajo suyo, en aquel estrecho espacio, con el asiento delantero inclinado hasta lo máximo que se permitía. El más bajo sentado sobre aquella erección que clamaba por ser liberada, pero él se estaba divirtiendo con los labios contrarios, y esas lenguas que se colmaban de toques impetuosos y delirantes. Y entones las manos de Shun tomaron control de la bragueta de Tatsuya, abriéndola, masajeando aquel miembro que se asomó con prepotencia al instante.

Aquel era apenas el inicio de un frenesí desgarrador.

Poco a poco los vidrios comenzaban a empañarse, entre caricias demandantes y ronroneos lascivos que se escapaban entre cada beso y entre cada roce.

Izuki se movía de arriba a abajo, frotando su entrada con la ardiente virilidad de Tatsuya, sacando gemidos profundos y satisfactorios del hombre del lunar, quien parecía ser sometido a una tortura que al mismo tiempo era exquisita. Himuro deseaba más que nada tomarle, penetrar ese cuerpo tan hermoso y erótico que le seducía y enloquecía.

Aquella fricción escandalosa le estaba llevando al límite, y entre tanto se distraía degustando esos tentadores pezones rosados y erguidos que se asomaban por la camisa entreabierta del joven Shun. Y este gemía para Himuro, al sentir aquel contacto húmedo y sofocante, tan caliente que le hacía retorcerse cada vez más y más.

 

Placer. Arqueó su espalda como un felino al sentir tal miembro ingresando en su interior, tomando caminó tan profundo, y el más alto gruñó complacido al sentir tal presión deliciosa en toda su longitud. Shun movía sus caderas por su cuenta, mientras Tatsuya le embestía sin clemencia alguna, tomando total posesión de ese cuerpo que le recibía más que gustoso.

Cada movimiento, cada espasmo era una ola de placer que les ahogaba, que les obligaba a suplicar por más como dos animales en celo. Himuro arrancaba gemidos indecorosos de los labios de su acompañante, gritos que eran como oír la música más prodigiosa y embelesadora.

Shun empezaba a perder la cordura en esos brazos, extasiado, casi delirante, encantado por esa desenfrenada manera en que Himuro le devoraba por completo. Y entonces continuaron así, tan vigorosos y desesperados, envueltos en una pasión arrolladora, uniendo sus labios entre jadeos profundos al terminar de entregarse al otro.

Pero la noche, definitivamente no acabaría ahí para esos dos.

Estaban irremediablemente apenas comenzando.

Notas finales:

Gracias por leer!


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