Y las luces volvieron.
Los colores. Las formas. Todo.
Su mirada enfocó y volvió a darse de bruces con aquellos focos luminosos. Aunque esta vez, estos permanecían estáticos mientras él era zarandeado por un hombre.
“¡Ha abierto los ojos!”
“¿Me oyes?”
Parpadeó, desorientado, y sintió su cuerpo ser sacudido de nuevo; sus mejillas, presionadas por unas manos callosas y firmes – El conductor del coche que casi sentencia su último latido.
¿Era esto una clase de moraleja? ¿Acaso le estaba dando la vida una segunda oportunidad? Eso parecía, entonces, ¿por qué continuaba haciendo el estúpido, huyendo de lo que realmente deseaba? El miedo a veces provocaba este tipo de comportamiento en las personas, acobardándolas. Pero ya era suficiente para Jungkook.
“¿Estás bien?”
Volvió a escuchar esa pregunta y asintió con torpeza una sola vez. Se dejó levantar por aquel hombre y, antes de este que pudiera ofrecerle nada, ya estaba caminando de nuevo. El desconocido pretendía ayudarlo, quizás queriendo llevarlo a un hospital, pero eso no entraba en los planes del moreno.
Tenía que volver a Yoongi. Todos merecen una segunda oportunidad y, si a él se la habían dado, ¿quién se creía para negársela a la persona que más amaba en este mundo?
Solo quedaba hacérselo saber.
Y esperaba que no fuera demasiado tarde.
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Click. Click. Click.
La llama se mostraba y ocultaba una y otra vez y, cuando se desvanecía en el aire, Yoongi miraba hacia la puerta.
Jungkook seguía sin aparecer.
A lo mejor esa era su respuesta. Quizás era demasiado tarde para él, para los dos. Estaba un poco cansado de ese dolor pulsante en el pecho, de todas formas.
Bajó las escaleras a paso rápido. Su coche quedaba estacionado en la puerta. Sonrió mientras abría el maletero, pensando que, al fin y al cabo, daría uso a aquel bidón abandonado en la esquina del compartimento.
Lo llevó consigo de vuelta a la habitación. Desenroscó el duro y negruzco tapón, esparciendo su contenido sin dejar un rincón. Después, se agazapó sobre la cama, admirando el colchón donde solían dormir plácidamente en aquellas locas escapadas. Qué momentos tan inolvidables. Esperaba no tener que deshacerse de ellos, después de todo, eran su recuerdo más preciado.
Click.
Una bruma escarlata pronto envolvió la habitación. “Qué belleza”, pensó. Nunca había visto algo tan fulgurante, tan resplandeciente como la luz que aquello proyectaba.
En realidad mentía. Jungkook relucía muchísimo más.
Pero él no estaba, así que se tendría que conformar por esta vez.
En el transcurso de un tiempo indeterminado, se sintió estrechado al fin por el ambiente, pero, ¿era aquel el tipo de abrazo que realmente esperaba?
“¡¿Qué mierda se supone que intentas, maldito idiota?!”
¿Desde cuándo el fuego daba conversación? Frunció el ceño: supuso que había inhalado demasiado carbono y eso era el causante de su delirio. Pero había algo que le resultaba extraño en aquella situación.
¿Por qué entonces, parecía tan real?
Sin duda, porque nada era tan real como la voz del moreno haciendo eco en sus oídos.