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Magia por Ghost princess Perona

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Notas del fanfic:

Naruto no es mío

Notas del capitulo:

Espero que les guste...

“Es hora de tu medicina” una enfermera con cara amable entró por la misma puerta blanca que siempre. Hashirama ni siquiera se movió para verla, no lo hacía desde la primera semana dentro de ese edificio del demonio. Y es que no había otra manera de llamar a ese manicomio, un lugar horrible totalmente blanco, vacío… el sitio a donde su padre lo había enviado para desaparecerlo después de la muerte de su madre.

“No la necesito” repitió la misma línea de siempre. Sabía que no le creería, nadie lo hacía. Para la mayoría de ellos, él no era más que otro paciente esquizofrénico grave al que tenían que “ayudar” (alejar de los demás). Sus alucinaciones sin duda eran legendarias entre ese grupo. Y para los demás… era un cajero automático.

“Vamos, cielo, tienes que ponerte mejor. ¿No quieres que tu familia vea lo bien que te vas a poner?” apretó los puños. ¿Cómo podía decir eso? Nadie lo visitaba desde que ingresó. Absolutamente nadie… excepto él. “Las imágenes que ves se irían.”

“No se irán” mordió uno de sus dedos, sacándose un poco de sangre. La esparció un poco en sus manos, añadiendo rápidamente algo de lo que había en su vaso. Le costó bastante reunir los ingredientes… “Y lo último que quiero es que me sigas metiendo pastillas por la garganta.”

“Cariño, por favor, no te pongas así. Si sigues tendré que llamar al enfermero y…” él extendió la mano ensangrentada. Ella no pareció ver el líquido rojo… pero quién podría en esa habitación tan pobremente iluminada. “Buen chico. Ya verás, te sentirás mucho mejor”

“Genial” gruñó antes de tomarlas. Susurró algo, seguido por el ademán de meterse algo a la boca. A medio camino las píldoras se desintegraron sin dejar nada atrás. Abrió la boca para demostrar que se las había tragado. La mujer sonrió y recogió el pequeño vaso que vino con los medicamentos. “¿No vendrá otra vez?”

“No te tocan medicinas hasta la noche, en la cena. Hasta luego, cielo” ella salió sin dejar de sonreír. El moreno flexionó los dedos, sintiendo el hormigueo del poder todavía en ellos. El poder que estaba en su sangre…

“Parece que alguien ha estado jugando. Puedo sentir un hechizo de desmaterialización recientemente efectuado” una persona salió de las sombras con una caja adornada en las manos. “Como me lo pediste, el cofre de Namie Senju. No me fue fácil conseguirlo, la bruja esa era talentosa y no quería que nadie se metiera con sus cosas” el otro lo abrió, encontrando muchos instrumentos, entre ellos una aguja, y un libro. “Au, siempre me ha dado grima la manera en que hacen magia.”

“Es mejor que lo que ustedes hacen” contestó el Senju muy serio. La magia era algo serio… o eso había dicho su madre. También le explicó acerca de las dos corrientes de la magia y todo lo necesario para que el poder de su sangre afectara la realidad. Ahora poseía lo necesario para que este le diera lo que realmente deseaba.

“Ella era poderosa, pude sentirlo en su campo de fuerza” el otro se acercó aun más. “¿Cómo fue que alguien tan talentosa pudo tener un final tan miserable?”

“Estaba enamorada… y no, no tengo nada contra el amor, sólo que… tendré más cuidado” Hashirama comenzó a sacar los objetos, recordando amargamente la muerte de su madre. Namie era una bruja maravillosa que tuvo la desgracia de conocer a un oportunista de lo peor, Butsuma Senju. Este la enamoró y luego se dedicó a vivir de la cuantiosa fortuna de la mujer. Ella trató de cambiarlo, de convertirlo en alguien mejor… pero fue en vano. Butsuma la mató una noche que creyó que ya no era necesaria, inconsciente de que ella podría haberlo eliminado en cualquier momento. Por desgracia para él su hijo mayor se despertó por los ruidos y fue testigo del asesinato. “Lo haré pagar”

“Me encantaría verlo… pero está más allá de tu capacidad.”

“No me subestimes, ni a los míos” puso las cosas a su alrededor. Su amigo desapareció entre las sombras, tal y como había entrado. Sacó de la caja una tiza gruesa y blanca, hecha completamente de cenizas purificadas. Suspiró, dejándola dentro otra vez. Sacó unos papelitos de colores y comenzó a escribir en ellos. “Tengo que hacerlo…”

“Cariño, ¿estás ahí?” Hashirama levantó la cabeza. Sin saberlo, habían pasado horas desde la última vez que la enfermera estuvo ahí. No le importó, la noción del tiempo era lo primero que se perdía en un sitio como este. “Ven conmigo…”

“¡En un momento!” gritó y se dirigió a la ventana, pinchando su dedo y cogiendo los papeles. Susurró un inaudible hechizo y los soltó, sabedor de que llegarían a su destino.

-En otra parte-

“Yo creo que…” un papelito de colores obscureció la vista de Tobirama mientras hablaba con sus amigos. Se lo quitó de la cara y lo observó, notando la fina letra en él. Durante un segundo consideró guardárselo por lo mucho que le recordaba a su madre, pero no sería propio de un chico de su edad, así que lo tiró. “Como decía… auch”

“Lo siento” el albino le dedicó una mirada asesina a la persona que había chocado con él claramente a propósito. Esta sólo le dirigió su mejor cara de superioridad. “Maldito Izuna Uchiha”

“Déjalo, hermano, te meterás en problemas” uno de sus amigos lo sujetó.

“Sí, esa puta no vale la pena” el Senju levantó su cara. Tenía razón, esa zorra no valía la pena el problema que se ganaría. Vio a Izuna detenerse un poco más al frente, observando a su hermano coqueteando con uno de los maestros. Parecía orgulloso. “Ya han cambiado de presa ese par de… me pregunto en cuantas camas habrán estado cada uno para tener a la escuela bajo su poder”

“En demasiadas para contarlas” negaron con la cabeza y se fueron, haciendo muecas reprobatorias a los Uchihas. En medio del camino a clase, se encontraron con un profesor dándose de porrazos contra una de las paredes.

“¿Señor Hoka? ¿Está bien?”

“Hummmm, dos por tres seis” el antiguo maestro de matemáticas no parecía tener mente más que para balbucear esas incoherencias al avanzar en contra de una de las paredes. “La puerta a clase tiene que abrirse…”

“Hummmm, es una pared”

“La puerta…”

“¿Sabe? Mejor déjenos ayudarlo” lo metieron en el aula correcto y se sentaron para escucharlo. Por desgracia estaba tan trastornado que no hacía más que garabatos… en otras palabras estaba completamente loco. El albino se recostó contra su mano, pensando que tal vez se infectó de algo su última noche con las zorras esas. De repente notó algo, un papelito aterrizando delante de él. Parpadeó confundido, pero si lo había botado… lo tomó y lo arrojó a la papelera. Salió de su clase a tocar el timbre. Para su sorpresa, cuando llegó al otro aula, su papelito estaba ahí esperándolo en su pupitre.

“Qué interesante” comentó Izuna, recostándose contra una carpeta cerca de él. “A alguien todavía le gustan las cosas de niñito” lo recogió entre dos dedos antes de que lo echara al basurero. “Mejor léelo”

“¿Por qué tendría que hacerte caso a ti?”

“Sólo trataba de ser amable” el pelinegro se encogió de hombros, sentándose. Su ajustada ropa se pegaba aún más al cuerpo así, enseñando zonas que no deberían ser exhibidas con tanta desfachatez. “Allá tú si no quieres aceptar mi concejo”

“Vete al diablo” se sentó, dispuesto a ignorar tanto a Izuna como al papel. Lamentablemente, este último lo persiguió a lo largo del día, apareciendo en los momentos menos indicados. Harto, lo cogió y lo abrió, leyendo su contenido. En seguida se sintió más… más… no sabía cómo explicarlo. Era algo que no sentía hace mucho. “Aniya…”

“Tobirama, ¿estás ahí?” Kawarama llamó a la puerta del baño en el que estaba. “Tienes que venir pronto. Ha venido la tía Shala y…”

“Genial” el albino se levantó, gruñendo al salir. Se guardó el papelito en el bolsillo, imaginando que era un mensaje de su querido hermano mayor, aunque eso era todo menos posible. Ahora tenía que centrarse en el problema real, la pelea familiar. Su padre no aguantaba a ningún familiar, de hecho por poco aguantaba a sus propios hijos… sólo podía decir que la visita de la hermana de su madre no auguraba nada bueno. “¿Ya empezaron a pelear?”

“No sé” llegaron a su casa y vieron a su tía siendo arrastrada por su padre, gritando algo sobre entregarse, que podía morir si eso continuaba así.

“¡Vete de mi casa!” él no la escuchaba. El mayor iba a detenerlos cuando ella dijo que debía sacar a Hashirama de ese lugar y Butsuma prácticamente la arrojó al jardín frontal. Se quedó quieto, ¿acaso su hermano estaba bien? “¿Qué miras?”

“Nada… señor” fue a su habitación. Se encerró ahí, tratando de entender lo que estaba sucediendo. Respiró hondo para tener la cabeza fría. Quizás entendió mal, tal vez Hashirama estaba mejor y ya podía salir del manicomio, pero su padre temía que recayera. Sí, debía ser eso. Aunque… ugh, odiaba ser menor de edad. Si ya fuera mayor entonces podría ir a visitar a su hermano sin su autorización.

“Aniya…”

“Itama, ¿Qué pasa?”

“Me ha llegado esto” el menor le enseñó uno de esos papelitos de colores donde su mamá dejaba mensajes. “Dice que tengamos cuidado y que…”

“Déjame ver” su papel y el de su hermanito decían casi lo mismo, incluidas las advertencias acerca de su padre. Tobirama frunció el ceño. Sabía que su padre sólo era el depositario de la fortuna de Namie hasta que ellos cumplieran la mayoría de edad y pudieran disponer de ella, pero no creía que… “¿Puedes cubrirme mañana?”

“¿Por qué?”

“Necesito ir a ver a Hashirama”

“No puedes” Kawarama entró sosteniendo un tercer y cuarto papel. El último era de su tía, simplemente decía “lo voy a hacer”. No precisamente muy informativo. “Papá ha prohibido que lo veamos. Incluso los empleados del manicomio nos negarían la entrada.”

“¿Qué diablos…?”

“Aniya…” un grito los distrajo de su conversación. Salieron al jardín a toda prisa sólo para encontrar a su padre con una gran herida en el rostro, amenazando con un palo a un cuervo que volaba a toda prisa hacia el horizonte…

-en otra parte-

“¿Lo conseguiste?” Hashirama le preguntó al cuervo que acababa de llegar con las patas llenas de sangre. “Perfecto, justo el ingrediente final” señaló un cuenco lleno de una mezcla transparente. El ave voló hacia él y colocó las patas en el líquido, que se tornó rojo. El moreno se acercó por detrás al pájaro y le cortó el cuello rápidamente, añadiendo más sangre a la mezcla. “Lo siento, pero no puedo usar mi propia sangre, en esto no”

“Cariño, ¿pasa algo?”

“No” espantó a la mujer con un poco de su magia y cogió la tiza de ceniza purificada. “Para trazar la unión entre la esencia y la magia, trazar un circulo de ceniza reluciente” siguió recitando los pasos mientras preparaba el ritual en la más absoluta oscuridad. En el centro del círculo encendió un pequeño fuego mágico y colocó el cuenco encima de él. “Por el aliento vivimos y por el aliento te apagarás. Que queden unidos tu vida y tu destino a esta vela fatua” el cuenco desapareció y el fuego consumió la mezcla. Ante sus ojos apareció una vela roja como la sangre. Sonrió. “lo haré ahora”

-en otra parte-

“Entra, tenemos toda la casa para nosotros” Madara sonrió al viejo libidinoso que era su profesor de ciencias. Se adelantó sin miedo, ya tenía experiencia tratando con este tipo de personas. Le sirvió vino y brindaron. Estaba a punto de tomar cuando unas palabras pasaron por su cabeza… para trazar la unión entre esencia y magia… “¿Qué pasa? ¿No te gusta el vino?”

“No… no, está bien” siguió escuchándolas, sintiendo miedo repentinamente. Acaso ese idiota estaba a punto de… no, no podía hacerlo. Esa corriente prohibía esa magia en particular. Pero pensándolo bien… “Creo que deberíamos apresurarnos”

“¿Por qué? Tenemos toda la noche…” tocó su hombro. Dejaron las copas y retrocedieron hacia el cuarto a pesar de estas palabras. El pelinegro trató de hacer callar las palabras en su cabeza y centrarse en la persona que estaba subiéndose encima de él. No podía… por el aliento vivimos… tenía que terminar… por el aliento te apagarás… el tipo se inclinó hacia él para besarlo… lo haré ahora…

“¡NO!” se lo quitó de encima con fuerza y salió corriendo. En la sombras hizo una seña y desapareció, reapareciendo en una habitación de hospital blanca. Ahí Hashirama sostenía una vela en sus manos, dispuesto a soplarla. “¡Alto!” la tiró al piso antes de que lo hiciera. El moreno volteó sorprendido. “¡Si lo haces pasarás el resto de tu vida lamentándote! ¡Además tendrás un castigo, entiéndelo bien! ¡Se te revertirá!”

“Usé la sangre del cuervo…”

“¡Aún así! ¡Se te revertirá!” lo abrazó fuertemente. “No lo hagas”

“Tengo que… mi madre...”

“Ella no querría que hicieras esto y lo sabes” lo apretó más fuerte. Su amigo, su querido amigo… no podía dejar que se hiciera esto. Las manos de Hashirama se extendieron hacia la vela, como si sus dedos ansiaran tocarla. Esto no iba a funcionar, tenía que distraerlo hasta que pudiera desaparecer la cosa esa y ya no fuera una tentación.

“Madara, todavía puedo…”

“Shhhhhh” lo hizo retroceder lentamente. Lo recostó en la cama, mordiéndose el labio inferior y quitándose la ropa hasta que lo único que lo cubría eran las prendas íntimas. Si algo había aprendido era que la lujuria era un excelente distractor. “Vamos”

“Mada, yo…”

“Tranquilo” se sentó sobre su cadera y tomó sus manos. “Tócame”

“¿Qué?”

“Tócame” movió sus manos sobre su piel. Hashirama poco a poco comenzó a olvidar la vela a centrarse en el cuerpo de la persona que tanto le atraía, tocando aquel cuerpo que tanto le atraía. Se levantó un poco y lo besó en los labios pasionalmente. Madara consintió en ese momento, devolviendo el beso. Los dedos del moreno se enterraron en la cintura de su calzoncillo, bajándoselo… “Ahhhhh”

“Ummmmm” comenzó a marcar su cuello, sintiéndose muy excitado. Los brazos del pelinegro se cerraron alrededor de él, haciéndolo sentir más seguro… y amado. Su piyama de hospital cayó de alrededor de su cuerpo. Sus manos recorrieron el cuerpo del otro, deseando que cada sensación fuese eterna… “Te amo”

“Yo… yo también a ti”

-Un poco más tarde-

“¿Estás mejor?” Hashirama abrazaba a su amante por debajo de las sábanas, sosteniéndolo contra sí fuertemente mientras su cuerpo se sacudía fuertemente, presa de un ataque de lo que parecía epilepsia. Madara tenía los ojos cerrados y esperaba a que terminara. No debería faltar mucho, lo peor ya había pasado. Podría hablar.

“Más… o menos” trató de mover las manos, pero los temblores se lo impidieron. “Esto sólo me pasa a mí por quebrar las reglas” los brazos lo sujetaron aún más fuerte. “Tienes suerte de que te ame lo suficiente como para hacerlo.”

“Me siento halagado” le sonrió, aspirando el aroma de su cabello. “¿De verdad te metiste con un hombre lo suficientemente mayor como para ser tu padre?”

“¿Qué? ¿Celoso?”

“No, pero… ¿realmente ibas a robarle el alma? ¿No podías pensar en su familia?”

“Hubiera pensado él en eso antes de meterse con un jovencito” el Senju suspiró, recordando lo que los diferenciaba. Los dos caminos de la magia. La senda de la sangre, que usaba el poder propio, el que venía de dentro del cuerpo, para manipular la naturaleza y la realidad… y la magia de almas, que era considerada profana por la otra. Se trataba de utilizar la magia de otros para lograr sus objetivos y los métodos… los brujos de alma se especializaban en sacarles el alma a humanos, lo que usaban como fuente de energía. Uno pensaría que con técnicas tan amorales eran unos completos anarquistas, pero también tenían reglas. “Debí haberme llevado su maldita…”

“Ya, tranquilo, no te vayas a poner peor”

“Este no es fisiológico, es el castigo por haber roto las reglas” Madara respiró hondo. “Nunca dejes ir a un alma humana a menos que obtengas algo a cambio… como un alma de más poder o un...”

“Entonces, ¿Por qué no te llevas la mía? Evitará que te metas en más problemas y me librará de esto”

“No te hagas el payaso, idiota, jamás lo haría” cerró los ojos. “Eres demasiado valioso para siquiera pensar en hacer algo así. Ahora duérmete, que quiero descansar”

“A la orden, mi amor” tras un último beso, Hashirama también se durmió. Un par de horas más tarde el pelinegro despertó, ya bien. Era casi un milagro que nadie se hubiera dado cuenta de que habían estado tanto tiempo juntos. Se levantó y lo primero que captó su atención fue la vela en el piso. Trató de levantarse, pero el dolor en sus caderas por haber perdido la virginidad no lo dejaba. Gruñendo, se arrastró hasta la cosa y la envolvió en un pañuelo, desapareciéndola.

“Es por tu propio bien” trató de moverse, pero unos pasos en la habitación lo detuvieron. Se volteó y vio a un invitado no deseado.

“Conque esto” Tajima le sonrió a su hijo. “es lo que escondías”

“No es de tu incumbencia”

“Tienes razón, mientras me traigas almas humanas con quién te acuestes no es mi asunto” avanzó un poco más “aunque su alma es poderosa”

“Ni te le acerques”

“Tranquilo, no es a él al que quiero” extendió la mano. “La vela” Madara dudó un momento, más sacó el pañuelo y se lo entregó. Su padre lo desdobló y admiró la vela. “Excelente” caminó hacia las sombras. “Oh, y tráeme esa alma mañana o de verdad sentirás un castigo.”

“Como órdenes” dijo entre dientes el menor, volviendo a la cama y acostándose con su amante. Los brazos fuertes lo rodearon otra vez, señalando que el moreno había escuchado todo y que lo protegería. Entrelazaron sus dedos. “Juntos…”

 

Notas finales:

¿Qué les pareció? Review!!!!!


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