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Draco Dormiens Nunquam Titillandus por KurageHime_

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Notas del fanfic:

Los hechos canónicos de los libros de Harry Potter y derivados, si habrán ocurrido aquí; pero no se mencionará a ningún personaje de JK Rowling en los drabbles porque... awkward. 

Notas del capitulo:

Disclaimer: Mi única relación con Rowling es darle fav a sus angry tweets y no gano ni un centavo escribiendo esto :D.
Desconozco si a los chinos aquí mencionados les gusta, o no, mover la varita. 

Hiroto se abrió paso hasta el frente de la clase a punta de codazos, y de colarse entre un montón de piernas y bajo los brazos de sus compañeros. Hubo murmullos a sus espaldas, claro, la gente siempre murmuraba cuando caía en cuenta de que Hiroto era un alumno de tercero, a pesar de que tenía la facha de un recién llegado a Hogwarts lo bastante torpe como para caerse al lago durante el trayecto al castillo.  Pero ese día, el entusiasmo del Ravenclaw era tan grande que ningún comentario podría arruinarlo. De hecho, Hiroto estaba tan entusiasmado que ni siquiera se había dado cuenta de que sus grandes dientes frontales saludaban al mundo en todo su esplendor.

Y es que esa era su primera clase de Cuidado de criaturas mágicas. La clase que estuvo esperando desde que la carta de Hogwarts llegó a casa. Desde muy pequeño, el sueño de Hiroto era convertirse en magizoólogo y la aspiración comenzó a volverse muy real cuando, al ser sorteado en la casa azul y bronce, conoció al profesor Niikura, su jefe de casa, especialista en dragones, y el titular de su optativa soñada.

Para hacer honor a la verdad, tuvo mucho que ver que fuese justo él el profesor de dicha asignatura, con que Hiroto devorara (no literalmente, jamás enterró los dientes en ningún libro de la biblioteca o por lo menos no a propósito) tomos y tomos relacionados con la magizoólogia. Por eso, quería dar la primera (por lo menos en clase, dado que ya habían tratado antes) mejor impresión posible.

A grandes rasgos fue una clase teórica. Hiroto tomó nota concienzudamente de cada palabra de Kaoru. Abrió mucho los ojos con cada animal del que les mostraba ilustraciones, e incluso les mostró algunos ejemplares en persona: duendecillos en una jaula, gusarajos aburridos, y una gran variedad de huevos de diversas criaturas que, según les comentó con su habitual tono autosuficiente, él mismo estaba cuidando para que eclosionaran y los chicos pudiesen estudiar de forma mucho más directa a las crías, que solían ser más amables que los ejemplares adultos.

Niikura dio por finalizada la clase antes de tiempo, pues el guardabosques se acercó a comentarle quién-sabe-qué-cosa con el semblante muy serio. Con los hombros caídos y el ánimo un tanto apagado, Hiroto se dispuso a darse la vuelta y regresar al castillo junto al resto de sus compañeros, cuando vio ahí, abandonados, sin ninguna clase de atención, los huevos de hipogrifo (¿Eran de hipogrifo? Él estaba seguro de que Kaoru lo había mencionado, y literalmente les había puesto atención a TODAS las palabras de Niikura)

Hiroto era Ravenclaw, pero de vez en cuando, no pensaba demasiado las cosas y tomaba decisiones de forma impulsiva. Justo como en ese momento, en el que tomó el huevo que le pareció más bonito, después de dirigir una nerviosa mirada hacia donde el profesor y el guardabosques hablaban, muy abstraídos en su conversación como para que siquiera la idea de que un adolescente estaba considerando cometer hurto se les pasara por la cabeza.

Cuando se aseguró de que nadie se enteraría, lo escondió bajo su túnica, y salió huyendo de ahí con la agilidad propia de un roedor. Fue cuando el castillo empezó a arder, en un sentido metafórico, por supuesto.

El Ogata más pequeño se había convencido (para no sentir culpa, en realidad) que demostrar que cuidar el huevo de un hipogrifo hasta su eclosión sería una clara muestra de habilidad. Por eso, preparó religiosamente un refugio dentro de la habitación de chicos, al lado de su cama, lleno de mantas y un montón de cosas para intentar mantener caliente a Mogu, como ya lo había bautizado. Visitaba continuamente la biblioteca, instruyéndose sobre los cuidados del huevo y qué debía hacer luego de que eclosionara, estuvo tan insimismado, y tan distraído del mundo exterior, que tardó varias semanas en darse cuenta que estaban tras sus pasos (no exactamente, pero decirlo así hacía que sonara más dramático). La pérdida en la clase de Cuidado de criaturas mágicas no pasó desapercibida para Kaoru, quien inició casi de inmediato una campaña de búsqueda en la escuela. 

De hecho, Hiroto fue tan descuidado durante ese tiempo, que le impresionó que no lo hubiesen descubierto. Una tarde, al toparse con Niikura en los jardines del colegio, el profesor le preguntó directamente si no había escuchado por lo menos un rumor que le pudiese ayudar a dar con el paradero del huevo perdido.

-¿Cómo? ¿El huevo de hipogrifo? Lo tomé yo, el primer día de clases -Hiroto estaba tan sorprendido de no haber notado el caos que causó, que no le costó nada confesar su crimen.

Y contrario a lo que esperaba, Niikura no se molestó, ni lo reprendió, ni le bajó puntos. Todo lo contrario, parecía congelado.

-¿Huevos de hipogrifo? Nunca hubo huevos de hipogrifo en la clase, Ogata.

Los ojos de Hiroto se abrieron a toda su capacidad. ¿Qué era entonces lo que había llevado a la habitación de chicos?

Lo averiguaron unos minutos más tarde, cuando entraron a la sala común de Ravenclaw. No fue necesario siquiera entrar al ala de los dormitorios, apenas cruzaron la aldaba, pudieron ver con claridad la hoguera en la que Mogu, el dragón, acababa de convertir la cama de Hiroto.

 

Notas finales:

Gracias por leer (:


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