Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Pequeño Sei. por FruttiKouki

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes de Kuroko no basuke no me pertenecen, pero yo solo los utilizo para escribir mis alocadas historias gays xD :'u

Notas del capitulo:

¡Hola! Al fin he podido terminar este one shot que tenía tiempo de querer subirlo, pero no podía terminarlo por los actualizar. Se los traigorecién salidito (literalmente, hace unos minutos que lo acabe) espero que les guste mucho. 

De antemano, gracias por leerlo y espero poder contar con sus reviews. 

Nos vemos OwO)/"

Su cuerpo estaba cansado a más no poder, y no sabía la razón. Lo último que recordaba era el haber cenado con su mamá y su papá en el hospital. * Luego haberse despedido para tener que irse a casa junto con el chofer que le llevaría. Su padre se quedaría en la noche para hablar con su madre sobre asuntos de mayores, es decir, algo que Seijuro no debía escuchar.

Se levantó entrecerrando los ojos rojos que poseía por el refulgente sol que entraba por las ventanas. A su lado, alguien se movió, quizás el gato de su madre se habría metido sin darse cuenta, alzó la cobija para sacar al susodicho animal que no le gustaba. Sin embargo, grande fue su sorpresa al encontrarse con un castaño adolescente, desnudo, con extrañas marcas en su espalda y cuello, durmiendo plácidamente a su lado.

De un salto veloz, bajó de la cama cuando notó que el chico despertaba. Lo observó dar un bostezo a la vez que tomaba asiento en la cama dejando a la vista su pecho lleno de más marcas. << ¿Serán picaduras de bichos? >> se preguntó el pelirrojo a una distancia prudente.

- D… ¿Dónde está mi celular? – habló el chico mayor con una voz ronca mirando al otro lado de la cama hacia el suelo, dejando ver a Akashi que se encontraba completamente desnudo. Seijuro sintió su rostro arder y giró su vista hacia un costado para evitar la mirada a aquel chico. - ¡Rayos! Es tarde, será mejor que nos vayamos, Sei – avisó con pánico y se cubrió con las sábanas bajando de la cama para buscar su ropa.

Akashi sintió frío, bajó la mirada y se dio cuenta de que estaba completamente desnudo. Su rostro enrojeció y con nerviosismo buscó su ropa, pero notó que no estaba en su habitación. << ¿Dónde estoy? >> se preguntó olvidándose por un momento del asunto. << ¡¿He sido secuestrado?! >> se alarmó y tomó lo primero que encontró para ponérselo. Corrió hacia la puerta que se encontraba cerca y se encerró con llave. <<Es un baño…>> pensó decepcionado por su incapacidad de hallar la salida.

- ¿Sei? ¿Vas a tomar un baño? Yo me ducharé en las públicas, o sino llegaré tarde y la entrenadora me castigará – avisó el castaño y Akashi logró escuchar cuando salía cerrando la puerta tras de sí.

<< ¿Entrenamiento? ¡¿Cuál entrenamiento?! Quizás sea de esos lugares donde venden a los menores de edad. Padre me había comentado de eso, pero no creí que llegaría a estar en uno>> se tocó la barbilla tratando de buscar una salida del lugar. Miró lo que se había puesto, una playera que le quedaba grande, no podía salir de esa manera. Primero debía encontrar ropa que ponerse.

Abrió con lentitud la puerta, mirando por la rendija se cercioró que no había nadie más en la habitación. Salió con lentitud mirando a todos lados y se acercó a una de las maletas que estaban en el suelo, sólo había ropa grande, nada le quedaría. Alcanzó a notar otra maleta, un poco gastada y fea, a su parecer. La abrió encontrándose con ropas un poco más pequeñas, pero no de una talla muy diferente de la otra. << ¡Bien! Puede que esto me sirva >> concluyó al hallar un short pequeño blanco. <<La camisa la podría cambiar también, huele mucho a sudor >> se quejó en silencio y tomó una camisa que parecía de marinero de la misma talla que el short.*

La puerta se abrió de pronto causándole un respingo y dejándole sin saber dónde esconderse. Se quedó ahí, petrificado, con miedo a que lo atraparán y le obligarán a hacer cosas que él no quería.

- Olvide mi toalla, que t… - el castaño de hacía unos segundos entró y se quedó de la misma manera que él al verle. Parecía que estaba asustado, aunque, a su pensar, debía ser al revés. << Dile algo. Dile algo. Vamos, Seijuro, dile algo>> se decía el pelirrojo a la vez que sujetaba con fuerza la ropa que pensaba ponerse. – Q… Quién… ¿Quién eres tú? – le cuestionó el mayor sin soltar la manija de la puerta. - ¿Qué estás haciendo con mi ropa?

Seijuro bajó la mirada hacia la ropa para luego volverla al chico que estaba paralizado en la entrada. – Eso debería preguntar yo. ¿Qué es lo que quieren de mí? – pudo hablar sin mostrar el miedo que sentía, pues, aunque tuviera 10 años eso no significaba que temería a alguien. <<Prioridades, siempre debo ver mis prioridades. Es lo que papá siempre dice>>. *

- D… ¿De qué hablas? – el castaño frunció el ceño y miró hacia el baño dándose cuenta que la puerta estaba abierta. - ¿Acaso tú…? No, es imposible – río forzadamente siendo observado por los ojos rojos del niño. - ¿Sei?

- Me gustaría que dejarás de llamarme con tanta confianza – regañó el menor y el otro chico se encogió de hombros. ¿Qué le pasaba a ese tipo? ¿Acaso esperaba algo para atacarle? Seijuro no podía descuidarse, este momento era decisivo para lograr escapar de sus captores. La pregunta sería, ¿cómo lo haría? Desconocía del todo la ubicación donde se encontraba. Pero con el simple hecho de encontrarse con una persona de buena voluntad seguramente le ayudaría a llegar a casa. - ¿Quién eres? – inquirió levantándose con lentitud del suelo.

- Ah… Amm… - tartamudeó el chico frente a él mirando a los costados, como si estuviera buscando la respuesta por las paredes del cuarto. <<No parece muy listo, puede que tenga una oportunidad>>.

- Responde claramente – ordenó comenzando a exasperarse por la tardía respuesta. Entrecerró los ojos para poder intimidarlo, lo que surtió efecto, pues el otro comenzó a temblar ligeramente. <<Le diré a papá que ya sé cómo hacerlo y seguramente mamá me felicitará>>.

- S… Soy F… Furihata Kouki – respondió el otro mirándole con duda. - ¿Y tú quién eres?

<< ¿Está bromeando? Es imposible que me hayan raptado sin siquiera saber quién soy>> Seijuro alzó una ceja y el mayor se sonrojó ligeramente al verle. El pelirrojo, al ver esa expresión, sintió su corazón latir rápidamente sin poder comprenderlo. <<Sólo me ha tomado de sorpresa, pero, ¡¿Quién se sonroja por su víctima?!... ¡Ah! ¿Es un pervertido? ¡Es un pervertido!>> su rostro sereno no demostraba sus pensamientos, pero por dentro estaba en pánico.

- Soy Akashi Seijuro. Ahora dime, ¿qué es lo que tratan de lograr al secuestrarme? – tragó saliva en un intento de mantener su porte de serenidad y empuñó con fuerza la ropa. Frunció el ceño queriendo volver a poner intimidado al otro.  

- No inventes… - fue lo que escuchó de labios de Furihata. ¡¿Qué no inventará?! ¡Él no estaba inventando nada! Dio un respingo cuando el otro se acercó para tomar su rostro. La expresión que le presentó aquel chico era de auténtica sorpresa. – No puede ser. Es imposible que seas Sei – le soltó al lanzarle un manotazo y dio unos pasos hacia atrás para mantener la distancia. – P… Pero, ¿cómo?

- ¿Cómo qué? – contestó con brusquedad y dureza pegándose a la pared al ver que Kouki se le acercaba.

- C… ¿Cómo te… te volviste un… un niño? – preguntó el chico mayor deteniendo sus pasos. Seguramente notando el miedo que tenía él. – Déjame llamar a Kuroko – avisó sacando rápidamente su celular para marcar el número del susodicho amigo del castaño. – Amm… - titubeó un poco mirando a los lados para evitar mirarle. – S… Si gustas, puedes cambiarte en el baño, quizás eso te quedé grande… p… pero te servirá en lo que conseguimos algo.

                                               *                             *                             *                             *

- Déjame ver si entendí, Furihata-kun – habló el amigo de Kouki mientras él esperaba en el baño, escuchando pegado desde la puerta. – Dices que Akashi-kun se volvió un niño de unos 10 u 11 años* y que no recuerda a nadie, además de que piensa que lo hemos secuestrado. ¿Me equivoco?

Seijuro no logra escuchar nada y entreabre la puerta con curiosidad. Sus ojos alcanzan a vislumbrar a un chico parado dándole la espalda de piel blanca, pálida y con un cabello azul celeste corto. A su lado, un tipo, mucho más alto que el otro, de cabello rojo más oscuro que el suyo, su piel es más morena y come algo que, Akashi piensa, es una hamburguesa. Furihata está sentado en la cama, sus manos se mueven con nerviosismo mientras asiente con rostro bastante preocupado.

<<Hace un momento no se miraba así>> concluye el pelirrojo menor en su mente y trata de poner atención a la conversación.

- N… No sé qué hacer, Kuroko – dice Kouki con voz temblorosa. <<Parece que va a llorar>> piensa Akashi al ver la expresión del castaño que mira al pelo celeste. - ¿Y si ya no vuelve? Y… Y si… - observa al mismo chico morderse el labio inferior al mismo tiempo que empuña sus manos.

- No te preocupes, Furi – le anima el chico más alto y posa su mano sobre el cabello castaño del que está sentado. – Verás que todo se resolverá, aunque no me gusta que estés con ese tipo raro y enano – añadió provocando que Seijuro tuviera una leve opresión en el pecho y estómago.

- Kagami-kun, Akashi-kun y Furihata-kun miden más o menos lo mismo, al igual que yo* – regañó Kuroko dándole un golpe en las costillas haciendo que el pelirrojo mayor se doblará del dolor. – Furihata-kun, ¿dónde está Akashi-kun en este momento?

Akashi cerró rápidamente la puerta y se volvió a pegar a está. – E… Está en el baño – contestó el castaño y a los segundos fue tocada la puerta. – Amm… A… Akashi-kun, ¿podrías salir, por favor? – pidió Furihata y Seijuro meditó unos segundos. <<Para ser unos secuestradores, son muy amables y jóvenes>> pensó el niño a la vez que tomaba la perilla y abría.

- Akashi-kun – le llamó el chico de piel pálida. – Soy Kuroko Tetsuya, mucho gusto – le extendió la mano para saludarle con una pequeña sonrisa, casi invisible. << ¿Saludo occidental? Puede que no sean de aquí a pesar de su aspecto>> respondió el saludo escuchando un suspiro de alivio por parte de Furihata. Tetsuya se inclinó de cuclillas para estar a su altura. – Quiero que sepas que nadie te ha secuestrado. Puede que suene imposible, pero tú tienes 16 años, o al menos eso suponía desde ayer – le agradó el chico que tenía delante. Aunque no fuera muy expresivo, su voz era bastante calmada y le relajaba. – Desde luego, buscaremos la manera de regresarte, pero mientras debes estar con nosotros, ¿de acuerdo? – asintió en respuesta. – Muy bien, también te haremos unas preguntas para saber de qué cosas te acuerdas. Si hay alguna que no quieras responder, nos puedes decir con toda confianza.

Akashi volvió a asentir sintiéndose frente a algún profesor amable*. Furihata y Kagami se hallaban un poco más alejados de ellos. El castaño no parecía estarla pasando bien con su “transformación” y el pelirrojo alto le consolaba distrayéndole con otra conversación.

- Debemos ir a desayunar. También tenemos que avisar al resto, así que lo daremos a conocer durante el desayuno – indicó el pelo celeste mientras se levantaba. - ¿Nos vamos, Akashi-kun? – preguntó con amabilidad y extendió su mano hacia él. Seijuro asiente con un poco de temor y acepta el gesto.

                                               *                             *                             *                             *

Aún era de mañana cuando escuchó el rebote del balón en medio del gimnasio después del desayuno. La emoción le invadió el pecho y aceleró sus pasos a la puerta que le esperaba enfrente, cuando la abrió se encontró con varios chicos corriendo de un lado a otro pasándose el balón entre ellos en una de las canchas. Otro grupo trotaba alrededor en fila de dos y otro más alejado echaba canastas de tres puntos. Sus ojos brillaron en emoción, pero no entró, no hasta que el castaño que se había encontrado esa mañana llegó hasta detrás de él.

- ¿Quieres jugar un rato? – preguntó mostrando una sonrisa que le embargó el pecho de manera agradable. Asintió un par de veces, no queriendo dar a notar su emoción del todo. El mayor entró y el pequeño se sintió observado por muchos de los que estaban ahí, esa misma mañana, durante la comida matutino, les habían explicado la situación del pelirrojo, pero pareciera que aún no la creían del todo.

- ¡Sei-chan! – escuchó que le llamaron, cosa que le molesto por el modo. Blancos y largos fueron los brazos que le aprisionaron en un instante, su cuerpo se sobresaltó, no obstante, antes de que pudiera decir alguna queja, sus mejillas fueron jaladas sin piedad alguna. – ¡Estás tan lindo!

Furihata se acercó con preocupación en el rostro intentando, en vano, hacer que le soltarán. – Mibuchi-san, no creo que… eso le agrade a Akashi-kun – opinó el castaño y el otro le soltó, no sin antes refunfuñar inflando las mejillas. – Perdónalo, Akashi-kun. Es que suele ser muy apegado a… Tu yo del futuro – intentó explicar mientras rascaba su propia mejilla con nerviosismo.

- Está bien, creo que lo entiendo. – respondió el pelirrojo y se acomodó sus ropas para luego seguir andando, aguantándose las ganas de sobarse las mejillas que le dolían por haber recibido los mimos del pelonegro. - ¿Quiénes son ellos? – cuestionó al mirar a un jugador de tez morena y cabello azul logrando burlar a más de uno con sus fintas.

- Oh… Ese es Aomine Daiki, uno de los mejores Ases que se ha visto – el rostro del otro se iluminó mientras miraba jugar al moreno al otro lado del gimnasio. – Es uno de los cinco prodigios en el baloncesto.

- ¿Son cinco?

Furihata asintió con una sonrisa que hizo al menor sentir la misma punzada en su pecho y abdomen que esa mañana. – Así es. Mira – señaló el mayor a un chico rubio de buen rostro que en ese momento recibía el balón. – Ese es Kise Ryota, es increíble cuando copia las jugadas de sus adversarios, además de que es modelo. Luego está aquel – ahora dirigió la atención a un pelo verde que corría con el balón en mano. – Él es Midorima Shintaro, no sé si ya lo conozcas, pero es un gran amigo tuyo. Es buenísimo para dar canastas de tres puntos desde cualquier punto de la cancha, y cuando te digo que desde cualquier punto es, literalmente, de cualquier punto. – La sonrisa en Kouki se hacía cada vez más grande, se notaba que admiraba a aquellos jugadores y eso lograba invadir a Seijuro, aunque, por otra parte, y por alguna razón que no comprendía, le molestaba. – Aquel de allá es Murasakibara Atsushi – señaló a un tipo exageradamente alto de cabello lila que lograba detener al chico pelirrojo que había despeinado al castaño esa mañana. – Es una excelente ala pívot, difícil de evadir.

- ¿Y quién es el quinto? – preguntó con curiosidad el menor aun observando el juego de los que estaban enfrente.

- ¿Eh?

- Dijiste que eran cinco y solo me has dicho de cuatro. ¿Quién es el otro? – dirigió su mirada rojiza a los castaños ojos de Kouki y éste sonrió levemente evadiéndolo.

- Bueno… El otro… Era el capitán de ellos – la respuesta le sorprendió por completo, aunque realmente se esperaría eso de un capitán. – Es un excelente jugador en todo el sentido de la palabra. Su manera de jugar es bastante elegante, además de que es bueno como capitán. Se preocupa por los demás, además de que es bastante atento, busca la manera de ayudar y… – La mirada que, minutos antes, se notaba llena de admiración, pareció suavizarse a cada palabra y Akashi se vio atrapado en aquel gesto tranquilizador combinado con el leve rubor en las mejillas del otro. Su estómago pareció apretarse de manera incomoda ante la idea de cómo sería aquella persona que tanto parecía admirar el castaño a su lado, o al menos eso fue lo que creyó que era el pequeño. – Creo que… Es una persona increíble. Que es alguien a quien se debe respetar y es bastante admirable.

Seijuro sintió su rostro arder cuando Furihata le miró, aun con aquel brillo en los ojos cafés, se vio embelesado por la expresión casi cariñosa que aun contenía su rostro, siendo acompañado por las mejillas levemente ruborizadas del castaño.

- Su… Suena como alguien genial. – Comentó con admiración, aunque sintiéndose levemente mortificado por no saber de dónde provenía el malestar en su pecho y abdomen. Observó cómo Kouki asintió, feliz de poder explicar lo que pensaba de aquel capitán.

- Juguemos – le invitó Furihata mientras señalaba con el pulgar una esquina que era ocupada por algunos chicos que reían mientras trataban de quitarse el balón entre ellos. Akashi, emocionado por el relato recién obtenido acerca de los milagros, asintió, siguiendo al castaño que saludaba de manera tímida a los otros chicos.

- H… ¡Hey! Vinimos a jugar un rato con ustedes. – Anunció Furihata una vez que se acercaron, los dos chicos, que le prestaron completa atención nada más se acercaron, parecieron tensarse cuando le vieron, haciendo que Seijuro se sintiera incómodo.

- C… ¡Claro! Adelante, estamos esperando a Kagami y Kuroko. Mientras podemos jugar un corto partidito. – Sonrió un poco más relajado un tipo calvo que botaba el balón en ese momento.

- Nos destrozará aun teniendo esa edad. – Dijo burlón su compañero, un chico de cabello negro, quien se acercó hasta el castaño y le abrazo por los hombros mientras le miraba. - ¿Qué edad tienes?

- Diez años. – Respondió con firmeza el pelirrojo, sintiéndose levemente molesto por la cercanía que había entre él y su “guía”. Parpadeó unas cuantas veces antes de darse cuenta de la confusión que le provocaba aquella molestia. << Probablemente esté enfermo.>> pensó sin prestarle mucha importancia al asunto.

- Vaya, no puedo creer que un niño de diez años nos aplastará.

- ¡Fukuda! – riñó Kouki con un fruncimiento de cejas.

- Fukuda, deja de estar de baboso y pretencioso, que ambos sabemos que si estuviera en su edad correcta no te acercarías ni poco a Furihata. – Habló el otro con el balón en mano a la vez que se acercaba a observarle.

- Pero ni parece importarle que yo toque a Furi. – Respondió en tono de burla Fukuda. Bajó su brazo hasta la cintura del castaño para abrazarle y pegarlo más a él. – ¿Lo ves? No le importa.

Akashi frunció el ceño, molesto por la actitud altanera del mayor. Apretó sus puños con fuerza sintiendo cómo unas ganas de defenderse le invadían, estaba seguro que, si su madre no le hubiera enseñado de pequeño que la violencia no solucionaba nada, ya hubiera pateado a aquel chico.

- ¿Furi? – La voz impregnada de preocupación del chico burlón le hizo salir de sus pensamientos. Dirigió su vista hacía el castaño, quien parecía a punto de llorar, contenía el llanto en sus ojos a la vez que sus ojos los clavaba hacia abajo. Su cuerpo temblaba mientras que su mirada se encontraba en el suelo y Seijuro logró notar que mordía su labio inferior con fuerza.

- ¡Fukuda, eres un idiota! – le gritó Kouki empujándolo y saliendo a paso rápido del gimnasio. Seijuro, completamente confundido, le siguió con la mirada, aun sin comprender del todo el enojo del castaño. Sintiéndose confundido y extraviado por tal actuar.

- Vaya, Fukuda. Ahora si la regaste. – Avisó el calvo negando lentamente a la vez que miraba en dirección a la puerta usando un tono de acusación y burla entremezclada, como si no fuera sorpresa que Fukuda hiciera sentir mal a Furihata.

- Pero ¡¿qué hice ahora, Kawahara?! Solo dije la verdad. – Se defendió Fukuda encogiéndose de hombros. No entendiendo la razón del enojo del contrario, haciéndose el inocente en todo el problema, aunque sabía bien qué había lastimado al castaño.

- Es que eres un gran idiota. – Respondió el otro como si fuera lo más obvio de todo.

Seijuro se mantenía al margen, mirando a ambos tratando de encontrar una explicación al asunto. Kawahara le observó por unos segundos, y poco después sonrió acercándose a él para ponerse a su altura, con el balón de básquet sosteniéndole la rodilla.

- No te preocupes, en poco tiempo volverá. – Explicó el calvo con paciencia. Akashi asintió, preguntándose si el castaño estaría enfadado con él por ser un niño y no su yo del futuro.

- ¿No le gusta que sea un niño? – Inquirió con miedo, temor que le recorría por las venas al verse odiado por Kouki. Su pecho pareció doler ante la sola idea de no poder estar junto con el castaño, haciéndole preocuparse ante aquellos pensamientos.

- Para nada. – Contestó el mayor con una risita entre dientes. – Es solo que… Se siente mal porque no recuerdes nada. Tranquilo, no te odia.

El pequeño soltó un suspiro de alivio poco disimulado, cosa que hizo reír bastante a Kawahara. Éste se levantó mientras que con una de sus manos le despeinaba un poco. – No creí que fueras un niño normal, pero al parecer desde pequeño eres casi idéntico a tu yo del futuro.

Akashi ladeó ligeramente la cabeza sintiéndose confundido. ¿Qué quería decir eso? No lo comprendía, además de que en su mente solo rondaba la imagen de Furihata con sus ojos llorosos. Negó varias veces, puesto que sintió el impulso de querer correr detrás del otro para saber si se encontraba bien.

- Puede que haya ido a su habitación. – El pequeño volteó sus orbes rojizos hacia el otro y asintió. Si no era porque era un niño, ¿era porque no podía recordarlo? Seijuro no estaba seguro de qué era lo que lo conectaba con el castaño. Sin embargo, Kouki se había comportado amable todo el tiempo, nunca le reprochó nada y tampoco se quejó.

Lo único que pudo notar, gracias a Kuroko, es que estaba inquieto, ciertamente, durante el desayuno, varios le miraban, pero Kouki no parecía feliz o triste; como si no supiera la manera en la que debía reaccionar. Por alguna razón eso le molesto.

- Iré a buscarlo, no quiero que esté enojado conmigo. – Fukuda, el chico que había hecho enojar a Furihata, avisó antes de dirigirse hacia la salida. Sin embargo, sus pasos se vieron interrumpidos por la mirada recelosa y seria que le enviaba el niño, algo que no debería ser capaz, según sus pensamientos, pero que logró detenerlo. – Me disculparé. – Añadió de inmediato, como si tuviera que justificarse con el menor para hablar con su amigo, alzando las manos en rendición sintiéndose obligado a explicar razones.

Seijuro, tranquilizando su semblante, permitió que Fukuda fuera en busca de Kouki, mientras tanto él le seguiría el paso de lejos, cosa que le ayudaría a poder ubicar al castaño.

Fukuda caminó por varios pasillos, deteniéndose en algunas salas por Furihata. Media hora después, lo encontraba sentado en las afueras del gimnasio, en la parte trasera, acuclillado sobre el césped mientras le dedicaba una mirada bastante interesante.

- ¡Hey, Furi! – Fukuda, que hasta el momento había ignorado el hecho de que era seguido por Seijuro, se acercó al castaño con confianza. Después de todo, tenían bastante tiempo de conocerse. Kouki alzó la vista, como si estuviera empedernido en sus pensamientos, perdido de la realidad, y asintió para luego volver la vista a donde antes mientras con sus dedos arrancaba algunas hojas verdes. - ¿Sigues molesto? No lo dije en mala manera, Furi.

Furihata se sentó sobre el pasto, junto a él se puso Fukuda, mientras tanto Seijuro permanecía entre los arbustos que rodeaban gran parte del gimnasio, escondido. Desde que era pequeño, su madre le había dicho que era de mala educación el escuchar conversaciones ajenas, pero sentía que, si se acercaba al castaño, éste volvería a mostrarse amable, aunque no estuviera del todo de acuerdo con su estado.

- Tú sabes que desde un principio no he estado de acuerdo con lo que tienes con Akashi. – Kouki le escuchaba, pero no pareciera que le estuviera poniendo real atención, Seijuro se mantenía alejado, pero con una distancia suficiente como para lograr escucharlos. Por ello mismo sintió cómo su estómago tuvo un leve retorcijón al escuchar lo que decía el pelo negro, se sintió molesto en demasía y comenzó a acercarse más al par para poder interrumpirlos, eso hasta que Furihata habló.

- Lo sé. Muchos no están de acuerdo con eso, pero realmente ha cambiado, ya no es como antes. – La voz de Furihata sonaba triste, apagada; no pareciera que deseará hablar de ello. – Además, eso no es lo que ahora me preocupa, ¿sabes? Lo que pasa es que… T… Temo que… me olvide para siempre. Es… Es decir – Seijuro logró notar que los ojos del castaño comenzaban a humedecerse, se sintió mal, culpable y egoísta por no preocuparse por cómo se sentirían los demás, aunque el más afectado era Furihata. – Batallé tanto para que me n… notará y ahora… Ni siquiera puedo pensar en eso…

Fukuda le abrazó por los hombros mientras que Kouki se cubría el rostro con ambas manos, llorando. El pelo negro le acariciaba el hombro con comprensión, sintiéndose culpable por sus propias palabras.

- Tranquilo, ya verás que todo se arregla y vuelve a la normalidad. Bueno… A su normalidad psicópata. – Añadió con burla en un intento de relajar el ambiente.

Akashi observaba la escena desde su escondite, preguntándose qué era aquello que comenzaba a surgir en su pecho, eso que le estrujaba la boca del estómago y parecía no querer dejarle respirar. Se sentía molesto y no sabía la razón, empuñaba sus manos y tenía la necesidad de irrumpir aquel momento, deseaba que Furihata lo volviera a ver con esa sonrisa que le había estado mostrando, pero que también le enseñará aquellos gestos que escondía.

Sacudió la cabeza, confundido por sus deseos, espero hasta que los dos chicos terminaran de hablar y se preguntó << ¿Qué es lo que quiso decir ese chico?>>. Las palabras de Fukuda le resonaban en la cabeza, dolorosas de algún modo: Tú sabes que desde un principio no he estado de acuerdo con lo que tienes con Akashi.

                                               *                             *                             *                             *

Si de algo estaba seguro Akashi, era que Kuroko no era un chico cualquiera. Poco después de que habían desayunado, se dio cuenta de que fácilmente se olvidaban de él, o lo ignoraban. Eso no pareciera molestarle, ya que la única persona que le prestaba atención era Kagami, el chico alto y pelirrojo que minutos antes había estado con Furihata, y con ello era suficiente para Kuroko.

Por eso mismo, cuando pudo salir de su escondite anterior, corrió en dirección al gimnasio para buscarlo, seguramente él sabría qué lo unía con Furihata.

Al entrar al gimnasio se dio cuenta que no estaba ahí, preguntó a algunas personas, mientras que también le avisaban que Furihata lo había estado buscando. Si era de esa manera, debía apresurarse en aclarar sus dudas antes de que el castaño lo encontrará, no es que deseará alejarse de él; era todo lo contrario, pero primero debía saber lo que sucedía.

Logró divisar al pelo celeste en la cocina, solo, mirando un plato de comida frente a él. – Kuroko-san. – Akashi le llamó mientras se acercaba con pasos rápidos, sus pequeñas piernas intentando apresurarse por lo cortas que estaban.

Kuroko le miró con un poco de sorpresa, seguramente no acostumbrado a la “nueva” apariencia de su ex capitán. Se giró en el banco en el que se encontraba y cargó a Seijuro para lograr subirlo en el banco que estaba a su lado. - ¿Qué sucede, Akashi-kun?

Akashi, que hasta el momento comenzaba a pensar en la mejor manera de poder proceder sus dudas, no se había dado cuenta de que en esta ocasión no estaba Kagami, cosa que le extraño, pero que rápidamente dejó de lado. – Tengo unas dudas que me gustaría que respondieras.

El chico pelo celeste pareció apretar los labios con fuerza haciendo una línea recta con ellos, aguantándose la risa de que un niño de la edad de Seijuro tuviera la destreza de hablar tan seriamente.

- Por supuesto. Responderé todo lo que sepa.

Seijuro, complacido por la respuesta, asintió en acuerdo para luego acomodarse mejor en el banco de donde colgaban sus pies. - ¿Cómo es que conozco a Furihata-san?

Kuroko abrió los ojos en sorpresa, pues pensaba que Kouki ya le había comentado al pequeño el tipo de relación que mantenían. – Furihata-kun es la esposa de Akashi-kun. – soltó sin cambios en su voz, respondiendo con total honestidad, aunque exagerando algunos puntos.

El silencio invadió gran parte de la cocina, solo la respiración de ambos se lograba escuchar, siendo más evidente la del menor por la sorpresa que se llevaba. ¿Qué significaba eso? ¿Era posible siquiera? Akashi parpadeó un par de veces más.

- Pero… Furihata-san es un hombre. – Gracias a esa misma mañana se había dado cuenta de ello.

- Akashi-kun lo ama. – Aseguró el mayor ganándose una expresión de incredulidad del pelirrojo. – De hecho, fue Akashi-kun quien lo escogió y siempre cuida bien de Furihata-kun.

- ¿Cuidar?

- Así es. Como Furihata-kun es muy distraído, Akashi-kun siempre debe cuidar que nadie lo toque. – Seijuro asintió, comprendiendo entonces que aquel dolor que sentía cada vez que Furihata tenía la atención en alguien más era provocado por la necesidad de cuidarlo.

- ¡Akashi-kun! – Furihata entró con aire cansado, respiración agitada por haber corrido en casi todo el lugar buscando al pelirrojo. Ambos lo vieron, uno más sorprendido que el otro, desde la entrada donde se recargaba para poder recuperar el aliento.

¿Sería verdad? ¿Furihata era su… “esposa”? La mente de Akashi se revolvía una y otra vez, pensando, ponderando en la manera en la que conocía al castaño. No podía decir que le desagradaba la idea, pero le hecho de ahora saber eso cambiaba por completo el cómo trataría al castaño.

- No te encontraba por ninguna parte. – Habló de nuevo Kouki, acercándose a ellos. Akashi miró a Furihata por largos segundos, mirada que le devolvió el castaño mientras inclinaba la cabeza con duda y, sin aviso alguno, las mejillas del pelirrojo se tornaron rojas ante aquella expresión.

Seijuro sintió como su corazón se sobresaltó con emoción ante la repentina expresión que le dedicó Furihata y se prometió que no permitiría que nadie más lo viera de esa manera. Tanto su padre como su madre le habían enseñado a no ser una persona egoísta, pero si se trataba de Kouki no podía pensar en compartirlo. De algún modo, la necesidad de tenerlo solo para él le agradaba, que el castaño solo le prestará atención a él, que no pensará en nadie más; ni siquiera en la generación de los milagros, y mucho menos al capitán de estos, a quien parecía admirar mucho y de una manera distinta a los demás.

- ¿Akashi-kun?

- ¿Es verdad que eres mi esposa? – Seijuro preguntó sin tacto alguno, causando en Furihata un enrojecimiento por completo de su rostro, incluso alcanzó a vislumbrar que las orejas tomaban el mismo tono.

- P… Por… ¿Por qué pre… preguntas eso? – Kouki se mantenía evadiendo sus ojos, como si evitará quedar por completo al descubierto frente al niño. Akashi le observó, cada gesto, cada detalle, todo pasaba por su inquisitiva mirada. Apreciando aquellos rasgos que, de un momento a otro, deseaba acariciar.

- Kuroko-san me dijo que lo eras, pero pregunto porque no parece. – Furihata se encogió de hombros ante aquello, como si de esa manera pudiera esconderse. Seijuro se vio tentado de obligarlo a que lo mirará.

- B… Bueno… No es exactamente eso. Es decir… Amm… Akashi-kun y… y yo estamos saliendo. – Su voz sonaba temblorosa, insegura, y hasta cierto punto, temerosa. Seijuro no se reprimió, guiado por una seguridad digna de un Akashi, tomó el rostro de Kouki entre sus manos, lo acunó en sus pequeños y regordetes dedos para hacer que lo mirará, solo a él, dejándose guiar por el momento, y le besó la frente.

- Comprendo a la perfección la razón por la cual mi futuro yo te ha escogido. – Afirmó el pelirrojo con una diminuta sonrisa, sus ojos se posaban en los castaños de Furihata, aquellos ojos que parecían tener una luz diferente a la de los demás. Tan parecidos a los de su madre. – No tienes nada de qué preocuparte, te seguiré cuidando. Y cuando crezca, nos casaremos.

- Akashi-kun, yo me encargaré de vestir adecuadamente a Furihata-kun para a boda. – Añadió Kuroko, quien ya había sido dejado a un lado por los otros dos, y por ello mismo los sobresaltó. Seijuro asintió en completo acuerdo mientras Kouki intentaba comprender aun de lo que hablaban. - ¿Quieres que utilice kimono o vestido? ¿Quizás un traje blanco o negro?

Akashi miró por varios segundos al castaño que sentía su rostro enrojecer, que parecía desear que la tierra lo tragará en ese mismo instante por verse sometido a tales opciones por un niño de 10 años. – Un kimono. A padre le gusta lo tradicional. – Ordenó con emoción contenida, con su mano derecha sostenía su barbilla mientras que su vista se fijaba en el cuerpo tembloroso de Furihata.

                                               *                             *                             *                             *

Seijuro observaba desde lo lejos a Fukuda, el chico que había hecho enoja a Kouki y que le había abrazado por los hombros. Pensaba que sería bueno comenzar a dejarle en claro que se alejará de su futura esposa, que no deseaba que le hablará más y mucho menos que le mirará. A su mente comenzaron a acudir una y mil maneras de lograrlo, Akashi buscaba la mejor manera de deshacerse del chico. << ¿Con una amenaza? No, sería muy poco. ¿Quizás interponerme siempre que se encuentren? Pero podría hablarle cuando esté en la escuela. >>

- Akashi-kun, ¿no te gusta la comida? – le preguntó Kouki con preocupación, sacándolo de los pensamientos que llevaba en ese momento contra el pelo negro que estaba en la mesa al otro extremo del comedor, y que claramente había notado la mirada del niño.

- Sí, la sopa de tofu es mi favorita. * – Declaró con una pequeña sonrisa, dejando de lado las preocupaciones que le tenían poco sosegado y prestando completa atención al rostro color canela de Kouki.

Furihata lo miró con un poco de angustia, seguramente preguntándose el por qué no comía. – Es que… - Kouki se tranquiló a sí mismo, seguramente Seijuro comería a su tiempo. – Nada, olvídalo.

Akashi le miró por algunos segundos más, notó como Furihata comía plácidamente del su plato y por ello mismo se dio cuenta de la diminuta mancha que tenía el castaño cerca de la comisura de su labio. Con una de sus manos agarró la servilleta que tenía y limpió con delicadeza el área.

Acción que ganó más de una mirada entre los comensales y que casi todos estuvieron más que impresionados por el trato tan familiar que tenía el niño con Furihata. Pero al parecer los más afectados eran Kuroko y Kagami, quienes estaban de frente a ellos -aunque Seijuro pudo notar que Kagami ni siquiera respiraba-.

Como si fuese lo más normal de la vida, Akashi dejó la servilleta sobre la mesa y continuó comiendo, ignorante de las interrogantes que comenzaban a tener aquellos que desconocían su relación con el castaño; además del desconcierto de varios compañeros de equipo que pensaban que a esa edad no trataría a Kouki como antes.

<<Pues están equivocados. Seguiré cuidando a Furihata-san. No permitiré que nadie me lo quite.>> Eran los pensamientos de Akashi cuando notó a varios que le miraban con sorpresa. Desde que se había enterado de su relación con Kouki se había jurado que lo protegería contra cualquier peligro, no permitiría que se alejará y mucho menos que alguien más le tocará.

- Akashi-kun se comporta como todo un caballero con Furihata-kun. Será un gran esposo. – Comentó Kuroko tras el sombrío silencio que había en la mesa, aligerando el ambiente que, segundos antes, parecía poder cortarse con uno de los cuchillos con los que solía cortar su entrenadora. *

El pequeño pelirrojo asintió, afirmando el hecho de que debía hacerlo con su futura pareja. Fue entonces que recordó haber visto a su padre hacer algo con su madre, un pequeño gesto que le parecía perfecto para dejar en claro que Kouki era suyo.

- Furihata-san. – Le llamó ganándose su atención casi de inmediato. Le observó por pocos segundos, como cerciorándose de que fuera el momento oportuno y luego… lo hizo.

Los ojos de Kouki se abrieron como platos mientras que su rostro tomaba color hasta el último resquicio de éste. Sus manos sostuvieron con fuerza el plato a casi vacío y con su otra mano los palillos. Todos en el comedor se tensaron al observar lo que Seijuro hacía.

Akashi lo estaba besando en los labios.

Con sus manos sostenía el caliente rostro de Kouki, quien parecía temblar del nerviosismo, sus ojos los había cerrado y se sentía un poco avergonzado, pero eso quedó de lado de inmediato al separarse del rostro de Furihata y mirar su expresión.

Con sus pequeñas manos sostuvo por más tiempo el rostro de Furihata, admirando la expresión avergonzada que tenía éste, seguro de que sus mejillas estaban igual de sonrojadas que las suyas.

- Ahora sabrán que eres solo mío. – Le susurró al castaño de manera tierna, algo poco común en un niño de su edad.

- Todos saben que Furihata-kun es tuyo, Akashi-kun. – Afirmó el pelo celeste un poco incrédulo de lo que había hecho el pequeño, pero bastante comprensible de que alguien tan excéntrico como su ex capitán lo hiciera.

- Pero ahora que soy pequeño debo dejar en claro que sigue siendo mío. – Respondió el menor sin soltar el rostro del -casi desmayado- Furihata. – Además, padre suele hacer esto con mi madre. – Comentó dejando el ambiente más tenso ante la mención de su progenitora, cosa que ignoró. Depositó otro corto beso en los labios de Kouki, para luego soltarle y seguir comiendo.

Furihata se sentía morir en ese momento y sobre todo cuando Fukuda y Kawahara comenzaban a susurrarle “shotacon” o “pederasta” mientras él intentaba decirles que no esperaba que lo besará. Akashi se mantenía callado, fingiendo poner toda su atención en su comida, aunque realmente miraba de soslayo las expresiones que le ponían aquellos dos chicos a Kouki. Su Kouki. Pero tranquilizándose en el acto sabiendo que pronto se encargaría de ellos.

                                               *                             *                             *                             *

- ¡Apresura esas piernas, Furihata-kun! – Gritaba la entrenadora Riko desde la orilla cercana a una de las canchas. Señalaba con sus delgados dedos hacia cada jugador que debía mejorar algo, incluyendo a la conocida generación milagrosa.

Seijuro miraba todo desde la banca en la que estaba sentado, ligeramente molesto por haber sido alejado de Kouki cuando éste tenía que estar en su entrenamiento con los demás. Él también quería jugar, pero la chica le había dicho que no podría llevarles el ritmo al grupo. Usando uno de los balones que sobraban se entretenía mientras esperaba a que el castaño terminará su entrenamiento, moviéndolo de un lado a otro, rodándolo a la vez que esperaba sentado en el suelo recargado sobre una pared.

- ¡Hyuga-senpai! – gritó el castaño para pedir el balón del susodicho, Reo, con quien estaba jugando el chico de lentes que le provocaba cierto respeto al pequeño pelirrojo, chasqueó la lengua al reaccionar tarde antes de que Hyuga pasará el balón a Kouki.

Seijuro observaba todo con emoción, apretando en puño una de las manos cuando Furihata se tuvo que enfrentar a un chico alto de cabello gris/plateado, no recordaba haberlo visto hasta entonces, pero parecía ser de su misma escuela.

- Si estuviera nuestro capitán no estarías tan seguro, chihuahua. – Alcanzó a escuchar de parte del chico pelo gris, el niño notó la mirada desafiante que le enviaba a Furihata, pero se sintió un poco incómodo cuando también se dio cuenta de que lo miraba durante todo el partido de práctica.

Furihata ignoró el comentario haciendo que tanto Akashi como el pelo gris se preguntarán si lo había escuchado. Pasó el balón hacia Kuroko quien no tardó en hacer un Alley-up con Kagami para lograr encestar. Todos los chicos de Seirin dieron un grito de júbilo, emocionados por lograr anotar contra un equipo como Rakuzan.

El pelirrojo entrecerró los ojos, afiló la mirada al percatarse que los ojos grises del chico mayor no se quitaban de encima de su futura esposa, siguiéndole en cada movimiento que hacía. Invadido por una furia que desconocía de sí mismo, se levantó del suelo con balón en mano y lo lanzó con fuerza contra el de pelo gris, quien alcanzó a evadirlo por poco.

Todos en el gimnasio se sorprendieron por tal actitud dejando de lado la pequeña celebración que llevaban a cabo por el triunfo recién logrado, no comprendiendo la razón de su agresividad. Furihata se acercó con trote veloz hacia el pequeño, éste miraba con recelo al mayor que se la devolvía con igual intensidad.

- Akashi-kun… ¿Por qué has hecho eso? – Kouki se encontraba confundido, viéndole con sorpresa tratando de comprender sus acciones. Se pasó frente a él para obtener su atención, aunque Seijuro solo miraba al otro chico. – Mayuzumi-san, ¿está bien?

Akashi despegó su vista de Mayuzumi para dirigirla en esta ocasión a Kouki, viéndolo alejarse para llegar con el pelo gris para saber si se había hecho daño. Seijuro empuñó las manos con fuerza, molesto e impotente por no saber el motivo por el cual había hecho aquello, pero seguro de que aquel chico Mayuzumi no le agradaba en lo más mínimo. Dejando que la ira le controlará, salió del gimnasio con pasos rápidos, corriendo por el pasillo para perderse al sentirse abandonado por Furihata, se sentía traicionado por el castaño puesto que le prestaba mayor atención a Mayuzumi que él.

Una vez que sus piernas no dieron para más, el niño se detuvo a tomar un poco de aire, alzó sus ojos para tratar de ubicarse, pero grande fue su sorpresa al percatarse de que no tenía de dónde estaba. Había salido del terreno donde estaba los dos gimnasios y los edificios donde se quedaban a dormir, era más que obvio que no podía reconocer el lugar ¡Jamás había estado ahí! Sin poder evitarlo, entró en pánico, trato de hallar la manera de salir del bosque que le rodeaba pues no faltaba mucho para el atardecer y, sin más preámbulos, la noche seguidamente.

No es que Seijuro tuviera miedo de la oscuridad, desde que era pequeño su padre le había enseñado que un Akashi nunca temía por nada y su madre le explicó que no tenía nada que temer porque por medio de ella se lograban ver cosas hermosas en ocasiones, pero la idea de perderse no le llamaba la atención en lo más mínimo. Sus orbes rojizos recorrían cada rincón del bosque, buscando algo, alguna señal de que pudiera darle aviso de dónde podría ir para volver con los demás. Se detuvo para evitar perderse más, probablemente Furihata llegaría para regresarlo.

Se recargó sobre el tronco de uno de los varios árboles que le rodeaban y abrazó sus piernas para pegarlas a su pecho, tenía miedo de que no lo encontrarán, no quería quedarse en ese lugar para siempre. Sus ojos se llenaron de lágrimas al saber que cabía la posibilidad de que no volviera a mirar a sus padres, o no jugar al baloncesto, ni tampoco volver a ver a Kouki ni hablar con él. Mordió su labio inferior aguantándose los sollozos que salían de su boca.

A su mente vino la imagen de su madre cuando solía dormir con él en las noches de lluvia y truenos, el sonido resonaba en los grandes ventanales de su inmenso cuarto y él se aferraba a ella con fuerza para evitar soltar un grito. Su madre solía acariciarle el cabello y espalda para tranquilizarlo y le besaba la frente prometiéndole que nada malo sucedería, que ella no lo dejaría solo en ningún momento y que por eso debía dormir confiado.

                                               *                             *                             *                             *

Sus ojos se sentían pesados, su cuerpo dolía más que en esa misma mañana y cuando logró enfocar su vista se encontró con el rostro de Furihata. Lo llevaba cargando de vuelta a las habitaciones, Seijuro intentó removerse un poco para avisar que había despertado, pero la idea se esfumó al pensar que lo bajaría cuando se diera cuenta. Cerró sus ojos de nuevo, y los abría un poco cada cierto tiempo, admirando el semblante tranquilizador y tímido de Kouki, notó que ya había anochecido y ni siquiera recordaba el momento en el que se había quedado dormido.

De pronto, se sintió avergonzado al saber que Furihata le había visto dormido en aquel lugar, seguramente se vería ridículo de aquella manera y sintió su rostro calentarse dándole a entender que se había sonrojado. También el miedo le invadió de inmediato ¿Y si Furihata lo dejaba por ser débil? ¿Y si seguía enojado por lo que había hecho durante el entrenamiento? No parecía molesto, pero todo podía pasar. ¿Ya no se iban a casar? ¡Pero ya había planeado casi todo! Aunque no quería invitar al tal Fukuda y Mayuzumi. Kuroko sería quien los casaría y Kawahara llevaría los anillos -ese chico si le había agradado-. Pero de qué servía si no podía convencer a Kouki de casarse con él.

Su cuerpo se sobresaltó cuando sintió que el castaño se detuvo. Cerró los ojos con fuerza fingiendo seguir durmiendo. – Akashi-kun… - Susurró Kouki, pero Seijuro continuó con los ojos cerrados, logrando engañar a Furihata. Por eso mismo, y por no lograr ver lo que sucedía, nada le preparó para las palabras de Kouki. – Te amo. No importa si ya no me recuerdas, siempre estaré a tu lado. – El susurró le llegó desde el oído izquierdo, el aliento de Kouki le calentó la oreja y sintió un leve escalofrío por la nuca y espalda. Aquella voz le pareció la más dulce que jamás había escuchado, pero con un tono tan triste que le estrujó el corazón. Mordió con fuerza su labio para evitar moverse cuando repentinamente un dulce beso era depositado en su frente. Beso que le hizo sentir calidez en su pecho, un sentimiento que le comenzó a llenar de manera plena y nueva para su jovial corazón.

Si así era ser amado por Furihata, no permitiría que alguien más disfrutará de ello.  

- ¡Furi, lo has encontrado! – se logró escuchar de lejos. Seijuro logró darse cuenta de varios pasos que se acercaban a ellos y temió que lo llegasen a descubrir.

- Lo encontré dormido. – Informó el castaño acomodándose mejor al pequeño, Akashi se sujetó de su camisa y escondió su rostro en el pecho ajeno. Ahora no permanecía dormido por lo de segundos antes, sino que se sentía avergonzado por lo que Kouki le había dicho, no le disgustaba, eso ni por asomo, pero aún sentía su rostro arder.

- Menos mal. Realmente me preocupe cuando Akashi-kun desapareció. – La voz de Kuroko la reconoció casi de inmediato, seguramente se encontraba a un costado de Kagami. – Será mejor que volvamos, la entrenadora nos está esperando.

Furihata volvió a comenzar a caminar, Akashi no sabía a dónde lo llevaría, pero realmente no podía desconfiar de Kouki; su corazón confiaba plenamente en él, estaba más que seguro de que el castaño jamás le lastimaría.

- ¿Quieres que te ayude, Furi? – preguntó Kagami a su lado. Akashi alcanzó a divisar que Kouki negó mientras le apretaba más a su cuerpo, sosteniéndole con fuerza para evitar que llegase a caer.

- Así está bien. Gracias, Kagami.

                                               *                             *                             *                             *

La cena era servida sobre un plato blanco, plano, y su vaso se llenaba de leche. La fila detrás de él le hacía pensar que probablemente, si no se practicará un deporte tan bueno como el baloncesto, pareciera una prisión para adolescentes. Y es que había varios chicos que parecían bastante intimidantes, además de que la altura de otros añadía fiereza en sus semblantes. Simplemente, el chico detrás de él, un tipo alto de piel oscura y con aire peligroso con sus músculos demasiado pronunciados, le sentía demasiado cerca de su espacio personal, bastante pegado como para considerarse educado.

- ¿Me puede servir el triple? – Escuchó decir por parte de éste cuando se alejaba de la fila, cuando su cena ya había sido servida en su charola.

Con la mirada buscó al castaño que minutos antes le había despertado para comer y que se había adelantado para poder lograr cenar a su lado, pues ese día le tocaba ayudar en la cocina. Logró notarlo sentado junto al equipo que habían derrotado esa misma tarde. El mismo chico de cabello negro -al que recordaba como Mibuchi-san- hablaba con soltura con un nervioso Furihata que se limitaba a asentir a cada palabra suya.

Se acercó a la mesa para poder tomar asiento al otro lado de Kouki, lugar donde también estaba Mayuzumi mirándole con disimulo y atención. – Con permiso. – Pidió educadamente, queriendo evitar volver a armar un escándalo por su culpa.

Tanto el pelo gris como Kouki le vieron antes de darle espacio entre ellos, uno más alegre que otro. Akashi tragó saliva antes de sentarse, sintiéndose nervioso al recordar las palabras que horas antes le había dedicado Furihata.

Te amo. No importa si ya no me recuerdas, siempre estaré a tu lado.

Resonaba una y otra vez en su cabeza, calando en su pecho un sentimiento nuevo que deseaba descubrir con Kouki. Tomó asiento a su lado y besó su mejilla antes de agradecer por la comida y alimentarse. Sonrió ladino al ganarse una mala mirada de Mayuzumi y un sonrojo más que notorio por parte de Furihata.

- Sei-chan, ¿no crees que está comida podría ser mejor? – le habló Mibuchi con tono preocupado, seguramente sintiéndose burlado por el tipo de comida que le servían, aunque ni siquiera había dado el primer bocado.

- Para nada, Mibuchi-san. Furihata-kun ha ayudado en la cocina, así que le agradecería que evitará decir esa clase de comentarios sobre el trabajo de mi futura esposa. – Respondió Seijuro con total seriedad, sin mirarle siquiera, pero seguro de que el pelo negro actuaría de manera exagerada.

- ¡Lo siento, Kou-chan! No tenía idea de que había ayudado en esto. Seguramente sabe delicioso. – Aclaró el mayor dando el primer bocado de manera más confiada que antes. Furihata mantenía sus mejillas rojizas, causa del cumplido de Akashi y Mibuchi, pero eso poco duró al recibir a los que comerían con ellos.

- Akashicchi en verdad se ve cambiado. – Comentó un rubio que tomaba asiento en la cabecera de la mesa de madera.

- ¿Qué esperabas, Kise? Es un niño. En serio que ese tinte chino que usas te está dejando peor. – Se burló un moreno que se sentaba a un lado del chico moreno que había pedido las tres raciones.

- Aka-chin es muy pequeño, siento que si no pongo atención lo aplastaré. – Habló un pelo morado bastante alto cuando se sentó frente a Mayuzumi.

- Que Akashi sea menor no quiere decir que puedas aplastarlo tan fácilmente, Murasakibara. – Un pelo verde se sentó frente a Kouki para luego acomodar sus lentes y verle de reojo.

- Lo que pasa es que para Murasakibara-kun le parece demasiado pequeño porque él es demasiado grande. – Aclaró Kuroko desde el asiento frente a Akashi, aunque ninguno se había percatado de su presencia, por lo cual algunos leves gritos de susto y sobresaltos se hicieron entre los comensales de la mesa.

- ¡Tetsu, ya párale con tus apariciones! – Riñó el moreno, a quien Seijuro recordaba como Aomine. Su mirada rojiza se paseaba de un lado a otro, sobre todos los colores que poseían estos chicos denominados como la generación milagrosa. Fue entonces que Akashi recordó algo importante, algo que al inicio del día le había estado molestando.

- Yo… Me iré adelantando, Akashi-kun. – Avisó Furihata mientras se levantaba. Seijuro levantó la vista para luego asentir dando a entender que comprendía, aunque su rostro denotaba cierta curiosidad por saber sus razones de irse más rápido. – Es que me tocan los trastes junto con Kagami.

Una vez que se retiró, Akashi continuó comiendo, ignorando deliberadamente a los demás que parecían sumergidos en sus conversaciones. Levantó la mirada hacia los demás chicos que comían en las otras mesas ¿qué tan buen jugador sería él? Hasta ahora nadie le había dicho algo al respecto, solo que pertenecía al equipo de Rakuzan y que estos le apreciaban mucho.

- ¿Sucede algo, Akashi-kun? – cuestionó Tetsuya mientras buscaba su mirada. Seijuro le vio con sorpresa al verse sacado de sus cavilaciones, con la misma curiosidad con la que solía preguntarse las razones de varias cosas -como todo niño de su edad, un ser curioso y hambriento de saber-.

- ¿Qué tipo de jugador es mi futuro yo? – Preguntó sin más, sabiendo que Kuroko le respondía con honestidad, pero no esperando que todos en la mesa guardarán silencio y le dirigieran una mirada de sorpresa.

- Akashi-kun es un excelente jugador. – Respondió el pelo celeste, con total seriedad y dejando su plato de lado para poder continuar con la conversación.

- Aka-chin me ganó en secundaría y por eso siempre hago lo que me dice. – Añadió Murasakibara usando un tono aflojerado, pero con cierto interés en el tema. El pequeño se quedó impactado tras saber eso, pues contando con el tamaño del chico, cabía la posibilidad de que el fuera a ser bastante alto. – A pesar de que es muy bajito. – Y fácilmente sus ilusiones de ser alguien de estatura se fueron.

- Además de que Akashicchi solo ha perdido una vez, pero siempre gana. – Dijo con entusiasmo el rubio del grupo, dejando notar bastante admiración por su parte. - ¿Cierto, Midorimacchi?

El chico de cabello verde se volvió a acomodar los lentes <<si se le caen, ¿por qué no se los arregla?>> y dio un carraspeo ara aclarar su garganta. – Bueno, al tener la habilidad que posee, es más que obvio que tendrá más oportunidades de ganar que nosotros.

- Midorima-kun no quiere decirlo en voz alta, pero te admira bastante. Sobre todo, ahora que Akashi-kun ha cambiado para bien y que le ganó. – Kuroko se inclinó levemente para explicarle al pequeño, quien se mantenía consternado al no saber cómo reaccionar. Se suponía que ellos eran la generación milagrosa y aun así le decían que él era mejor ¿cómo debería de tomarlo?

- ¿Y quién es el capitán de ellos? – indagó para poder saciar su curiosidad, llegando al punto que deseaba saber desde un inicio en esa conversación. Aunque había pasado ya todo un día, Seijuro se seguía sintiendo molesto al rememorar la manera en la que Furihata le hablaba del capitán, quería saber el tipo de persona a la que se tenía que enfrentar para poder tener la absoluta atención de Kouki.

Kuroko le observó con incredulidad, y a ellos le siguieron los otros chicos arcoíris que se hallaban con él. El pelo celeste parpadeó un poco antes de poder reaccionar primero que los demás. – Nuestro capitán en la secundaría Teiko fue Akashi-kun. En primer año demostró dotes de liderazgo y Nijimura-senpai, nuestro anterior capitán, decidió dejarle el cargo al no poder asistir mucho a los entrenamientos por la salud de su padre.

Los ojos de Akashi se abrieron como platos, su boca se abrió levemente y de un momento a otro su rostro enrojecía por completo. Aquella persona a la que quería superar para tener la atención de Kouki, para tener su admiración, era él mismo. No necesitaba hacer algo más, Furihata solo tenía ojos para él, es por eso mismo que cuando le habló de la generación milagrosa su voz, ojos y semblante cambiaron al hablar del capitán, ¡porque el capitán era él!

Seijuro se sintió tonto, ignorante por no llegar a esa conclusión y descuidado al no haber preguntado anteriormente. Tosió un poco al sentir todas las miradas sobre él -estaba más que acostumbrado a eso- pero el ser observado mientras sentía su cara arder era algo que realmente no disfrutaba.

De pronto una nueva pregunta se presentó en su mente. Si él era el capitán, vivía en Kioto -información dada por Mibuchi- y solo hablaba con su equipo y la generación milagrosa, ¿cómo había conocido a Furihata? ¿Cómo sus mundos tan opuestos habían llegado a colisionar al punto de que se enamorará completamente de él? Esto no quería decir que no sintiera nada, pero la forma de ser de Kouki le indicaba que era bastante nervioso, tímido naturalmente e inclusive un poco miedoso, si ese era el caso, debió haber pasado bastante tiempo para que pudieran comenzar a hablarse, otro más para lograr enamorarse mutuamente y más tiempo para poder obtener la confianza que le tenía hasta el momento.

Fue en ese momento que el pequeño niño se decidió por preguntar directamente a Kouki.

*                             *                             *                             *

Los pies de Seijuro quedaban colgando del banco en que estaba sentado, en la gran cocina solo se encontraban él y Furihata. Kouki se dedicaba a terminar de guardar los trastos y Akashi se encargaba de mirar cada movimiento suyo.

- ¿No te ayudaría Kagami-san? – cuestionó el pequeño mientras esperaba pacientemente, su cabeza estaba recargada sobre sus brazos que estaban apoyados en la mesa, mirando atentamente al castaño que se dedicaba a dar los últimos toques al lugar.

- Bueno, realmente no le tocaba conmigo, pero me quiso ayudar al saber que mi compañero no podría hacerlo. – Respondió con sencillez el castaño, se acercó al refrigerador y de ahí sacó un contenedor de plástico que tenía comida dentro, Kouki tenía hambre gracias al entrenamiento duro al que había sido sometido ese día y también añadiendo el hecho de que buscó a Akashi por cielo, mar y tierra.

- ¿Quién es tu compañero? – Seijuro estaba dispuesto de regañar a aquel que se había saltado sus responsabilidades y haciendo que Furihata cargará con todo el trabajo, quitándole tiempo para poder pasar con él.

- Tú.

Furihata río al ver el rostro del pequeño pelirrojo descomponerse en una mueca de sorpresa. Quizás su novio -en la edad que le correspondía- no era muy expresivo, pero de pequeño era fácil saber lo que pensaba y sus reacciones se le hacían realmente lindas. A la mente del castaño se le vino la idea de que, si se pudiera, estaría encantado de tener un hijo con Akashi.

- M… Me disculpo por no haber hecho mis responsabilidades. – Dijo el menor con total arrepentimiento, bajando la mirada a la mesa que había frente a él. Pero su rostro se levantó casi de inmediato al percibir el ligero olor a curry, un olor delicioso para el hambre que comenzaba a despertar en él.

Furihata sirvió la comida recién recalentada en dos platos con un poco de arroz, uno de ellos se lo pasó al niño y el otro lo puso frente a él. – No me dejes comer solo. – Pidió el castaño con una ligera sonrisa en los labios, algo a lo que Seijuro no se pudo resistir.

El pequeño asintió en total acuerdo y agradeció por la comida junto con Kouki. Comieron tranquilamente en el aula vacía, solo para ellos dos. – Furihata-kun. – llamó Seijuro dejando la cuchara sobre el plato a medio comer.

- Dime.

- ¿Cómo nos conocimos? – soltó el pelirrojo prestando total atención al mayor, quien casi se atraganta con el bocado que se había metido segundos antes.

- P… Por… ¿Por qué quieres… saber eso? – cuestionó el otro con nerviosismo, no porque no deseará responderle, sino porque le daba vergüenza el recordarlo solamente.

- Porque como tú futuro esposo debo saberlo. – Acotó con seriedad el niño, como si esa fuese razón suficiente para que le respondiera. Furihata sabía que no importaba lo que dijera, las excusas que diera, Akashi pediría que le contase. Sonrió un poco ante aquel gesto que, a pesar de la diferencia de edad que ahora presentaba, mantenía el niño. Detalle que le había metido en problemas y apuros en más de una ocasión.

- Está bien, pero primero terminemos de comer.

                                               *                             *                             *                             *

La luz tenue de la luna se metía por la ventana iluminando lo suficiente para la habitación, Seijuro se hallaba recostado a un lado de Furihata quien estaba sentado recargado sobre la cabecera de la cama. El cielo estaba un poco nubloso y amenazaba con llover, el sonido de los truenos se escuchaba en la lejanía, aunque la lluvia aun no llegaba. Kouki había dicho que se iría a su habitación, pero se vio detenido ante el insistente pedido de Seijuro para recostarse juntos.

Furihata mantenía su mano sobre la cabeza del pequeño, acariciando su cabeza con cariño mientras éste se quedaba dormido.

- Bueno, la primera vez que Akashi-kun y yo nos vimos fue al inicio de la Winter cup del año pasado, sinceramente me había dado mucho miedo estar frente a él, no parecía cualquier persona y tenía una presencia poco común para alguien de preparatoria. – Comenzó a contar el castaño, su vista estaba dirigida hacia algún punto de la pared frente a la cama. – La segunda vez fue durante el partido de Seirin contra Rakuzan, Akashi-kun es excelente en la duela, pero no creía en el trabajo en equipo. O al menos esa parte de él no, pero cuando Seirin ganó comprendió que era necesario el trabajo en equipo.

Akashi mantenía los ojos abiertos, o al menos eso intentaba pues el cansancio del día le estaba comenzando a afectar. Sus parpados se sentían pesados de manera inusual al igual que Furihata, pero el mayor intentaba poder seguir contando el relato.

- Pero nunca hablamos en ese momento, aunque yo ya me había fijado en Akashi-kun. Nunca pensé que se fijaría en mí y por eso, cuando nos volvimos a ver en el cumpleaños de Kuroko, me sorprendí bastante cuando Akashi-kun se sentó conmigo para platicar. Desde entonces comenzamos a hablar más, algunas veces salíamos juntos. Pero con el tiempo me di cuenta que nunca le iba a gustar a Akashi-kun, aunque estaba completamente equivocado. – Furihata soltó un suspiro, una sonrisa traviesa que daba a notar la nostalgia que sentía.

- El día que decidí alejarme un poco de Akashi-kun, porque me sentía mal al pensar que el solo me veía como un amigo y yo lo traicionaba al verlo de otra manera. Ese día… Akashi-kun llegó a la estación más arreglado que de lo normal, me dijo que quería comer en un restaurante que estaba en el centro y tenía una reservación. Me quedé bastante sorprendido al saber que eso lo consideraba nuestra primera cita y cuando me dijo que yo le gustaba desde hace bastante tiempo. – Las mejillas del castaño se sonrojaron levemente y mordió su labio inferior con vergüenza. – Comenzamos a salir, me sentía un poco inseguro, pero Akashi-kun se encargó de quitar toda duda de nosotros.

Furihata bajó la mirada para ver al niño que se le cerraban los ojos y sonrió, se sentía feliz por saber que, aunque estuviera diferente su novio, lo amaba de igual manera – aunque debía esperar bastante para que volvieran a ser considerados pareja-.

Con cariño y dulzura besó la frente del pequeño pelirrojo antes de arroparlo correctamente con la cobija y recostarse a su lado.

Ya mañana verían qué hacer con su condición.

                                               *                             *                             *                             *

Abrió los ojos con pesadez, sentía que había dormido bastante, tanto que sentía el cuerpo entumecido. Se estiró sintiendo sus músculos tensos, a su lado Furihata se removió hecho bolita. Akashi creía que ya se le había quitado esa mala costumbre cuando dormían juntos, pero parecía que no del todo, pronto se encargaría de quitarle la costumbre.

Se acercó para abrazarlo por la espalda y pegarlo a su pecho, la noche anterior la habían pasado bastante bien, y sentía como si no hubiera tocado a su novio en mucho tiempo. Sin embargo, el cuerpo que tocó no era el de Kouki, obviamente no era de él.

Con movimientos sigilosos se alejó del cuerpo que tenía a un costado, la diferencia entre esta persona y su novio era inmensa. Con cuidado quitó la cobija y sus ojos se abrieron con sorpresa al tener frente a él a un pequeño niño castaño durmiendo.

¿Ahora qué haría?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).