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Héroe del tiempo: La Maldición de la Luna Roja por Heartshaoi

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen, son de los magnificos Shigeru Miyamoto y Takashi Tezuka

Esta historia se desarrollará en el contexto de Ocarina del tiempo, sin embargo contará con diferentes caracteristicas de otras entregas para enrriquecer el panorama.


¡Hola!
Escribí el fic hace ya algunos años y por fin puedo subirlo en esta plataforma, como ha salido el nuevo The Legend of Zelda: Breath of the wild he cambiado algunas cosas para juntar un poco de sus detalles (como la ciudadela y el ambiente) espero que les guste...


Recordemos: Este fic ha sido creado sin fines de lucro, de fans para fans, solo se recomienda leer por el publico lector con estos gustos.

¡Advertencias!
Puede contener mucho shota y algo de violencia, si no les gusta este tipo de historias, no lo lean... 

Gracias n_n

 

 

Notas del capitulo:

No olviden que será de tematica shota, al principio se desarrollará despacio para ver las aventuras de nuestro niño del hada, así que ya están avisados...

No habrá nada de la pareja principal por ahora...

 

 

Es la primera vez que publico en este fandom, me siento super nervioso, mis sinceras disculpas si hay algún fallo ortográfico. A medida que pasa la semana, lo iré corrigiendo :D

 

 

 

¡A leer!

Capitulo 1: El nacimiento de un Héroe

...

 

La tenue luz no le dejaba ver mucho a  su alrededor, el sonido de la caldera tintinando de lado a lado era lo único que inundaba sus oídos en aquel momento, nunca había sido tanta la espera hasta ese instante en el que la luna roja estaba ardiente - podía cegarlo como si fuese el sol si lo miraba por mucho tiempo- Se sentía demasiado nervioso y empezó tocar su ocarina intentando buscar nuevas notas que calmen su ansiedad, hasta que apareció...

 Ese fue el momento exacto en el que sus ojos se dilataron y su corazón explotó a tal punto de querer romperle el pecho.

- Link... - nunca le había gustado tanto su nombre hasta ese momento en el que fue dicho con mucha paz. Una paz que no había visto hace ya mucho tiempo.

Vio cómo se desvestía ante sus ojos con mucha delicadeza intentando no mostrar las heridas de su cuerpo. Casi se le sale el corazón de tanto dolor que sintió al ver ese cuerpo blando y frágil, maltratado y lleno de cicatrices. Pero una luz que emanaba de la espalda ajena le llamó más la atención. Lo volteó intentando tapar la luz con su cuerpo y lo abrazó desde atrás, impidiendo que el horizonte se llene de ese llamativo brillo angelical.

 

“El símbolo de Hylia emanaba ardiente esa noche"

(69)

No tenía un nombre común, desde el principio había sido separado del resto por ser diferente y, que a pesar de aparentar como los demás, sus largas orejas lo delataban, igual su crecimiento y su rostro. Tenía 10 años cuando en una noche de luna  llena no pudo conciliar el sueño por culpa de las constantes pesadillas que tenía y que para su pesar eran horribles, porque se veía a él rodeado de monstros y oscuridad, una profunda oscuridad que parecía cada noche aumentar.

Admiraba de cierta forma la magia en la que vivía rodeado, siempre se sintió menos que los demás, pero eso no logró que su espíritu se marchitara. Lo peor en sí, era que no tenía una hada, todos tenían una compañera que se encargaba de cuidar y guiar el camino, sin embargo él estaba perdido sin una, solo, sin padres, ni hermanos.

 

...

 

El mundo era más grande lo que creía en ese entonces, tener solo 10 inviernos era difícil para él, que viviendo rodeado de adultos de su mismo tamaño, solían confundirlo con un adulto normal.

Era Hyliano, lo sabía, tenía esos rasgos característicos, pero nunca había tenido la oportunidad de salir de aquel lugar, su tierra, donde durante los primeros años de su vida había aprendido todo lo que necesitaba para sobrevivir. Era hermoso el bosque en el que vivía, podía ver el horizonte todos los atardeceres y preguntarse si podía algún día conocer todos los rincones que sus ojos observaba. Aquel era su sueño, más que ser el líder del grupo de sus amigos, prefería estar solo en su casa escribiendo y estudiando mapas que encontraba en los libros de los ancianos que cuidaban la aldea.

Solo que no siempre fue fácil su vida, era diferente, tenía cierto aire a felino, se lo habían dicho en muchas ocasiones las elfas mujeres, que tenían una gran capacidad para percibir aromas nuevos.

No era un Kokiri, no tenía un hada, no tenía una familia como el resto, había aparecido de la nada un día, cuando - según lo que cuentan los mayores- apareció en una noche de Luna llena, justo entre los matorrales del templo sagrado, había nacido y sido entregado a manos del Gran Árbol  Deku en épocas de la guerra civil.

Nadie se había dado la molestia de guardar el secreto, y siempre vivió como el "diferente" y raro. Solo que aquel trato jamás endureció su corazón, su nobleza se había ganado amistades en todos los lugares que pisaba, y compartía una hermandad ligera con los magos  que vivían protegiendo la tierra sagrada de la diosa. La aldea compartía diferentes establecimientos gigantescos al lado norte del reino principal, pertenecían a la tierra principal del castillo y de la capital.

Eran los que mantenían el equilibrio de la magia de la naturaleza, y que, a pesar de vivir entre los arboles eran súper civilizados, tanto como para tener su propia producción de hierbas medicinales. Ahí trabaja Link de pequeño que se encargaba por las noches recolectar flores que solo con la luz lunar salen a la vista humana.

No se lo diría a nadie, pero él también las veía de día.

Kokiri era  visitado por más de 100 personas a  diario, los turistas llegaban, pidiendo conversar con los profesores pidiendo consejos para tener a sus niños tan bien educados como los infantes elfos.

- No hay ningún secreto...- siempre les decían intentando ser amigables ¡Eran iguales a ellos! Solo que los niños en muchas ocasiones crecían bajo un régimen diferente a las demás culturas, la paz reinaba pero se podía ver la discordia entre la juventud que poco a poco tomaba riendas en el asunto social.

Link por su parte, intentaba no ser una molestia para el jefe del pueblo, que había sido lo suficientemente amable con él y le había regalado una casa para que viviera solo - una pequeña casita al lado de la granja que nadie quería por que los animales hacían mucha bulla.

Para él eso era suficiente, prefería ocupar aquel lugar para que nadie se pueda dar cuenta de sus constantes gritos en las madrugadas, sabía que lo confundirían con los de los animales, y eso era mucho mejor a que corriera el rumor de que algo le sucedía.

Realmente no quería causar problemas.

Pero las constantes pesadillas que tenía eran espantosas, a tal punto que lo dejaban despierto noches enteras, y aquel era el motivo de sus ojeras pesadas...

La vida en Kokiri nunca terminaba, siempre que moría un alma reencarnaba en un Hada para volver a acompañar a sus seres queridos - al menos eso le decían a los niños como él - pero Link no tenía a alguien que lo acompañara y eso era lo peor de todo.

...

Era un día de luna llena cuando sus pesadillas no lo dejaron dormir otra vez, molestándole durante horas, dándole recuerdos que solía olvidar a las mañanas siguientes.

Era peor cuando la luna se posaba roja, aquellos días sus manos le ardían y brillaban emanando una luz a todos los alrededores, en muchas ocasiones había sido tanto el espectáculo que todos los vecinos a su alrededor se tuvieron que levantar de sus camas para ver que sucedía.

Cada noche de luna llena sentía como sus manos eran marcadas con brasa, y veía una imagen que solo había visto en sus pesadillas.

Los tres triángulos, la tan llamada Trifuerza…

No sabía que era aquello, no entendía la luz entre su cuerpo, ni mucho menos como podía no morir después de sentir ese dolor asfixiante.

Los ancianos solo lo veían y murmuraban detrás de él, ocultándole lo que sabían, ya se había acostumbrado a aquello, y se limitaba a preguntar demás, porque sabía que solo le darían respuestas evasivas.

Muchas noches se preguntó que le pasaba, muchas noches lloró intentando descifrar el constante pesar que lo seguía, parecía que estaba maldito y ya eso era motivo para que la gente poco a poco se fuera alejando de él ¡MALDITA SEA! Solo era un niño, y sin justificación había sido arrebatado del conocimiento que todos tenían, todos, menos él.

Sin embargo aquel día su vida cambiaria, en esa noche de luna llena, cuando después de rezarle a la Diosa se fue a la cama, pudo ver que una luz amarilla le cegaba los ojos entre la oscuridad.

- ¡Hey! ¡Escúchame!

¿Esa era una Hada?

- Hey, Link - escuchó que venía desde el gran valle que rodeaba su casa. Era una voz muy conocida para él, al principio no eran más que alucinaciones - según su pensamiento - pero un día se dio cuenta de que era la vocecita de un hada que intentaba despertarlo a toda costa. 

Se removió de su cama, y cubrió su cuerpo semidesnudo, tenía mucho que hacer durante la noche, no podía darse el lujo de dormir más tiempo e intentando salir rápido de su pequeña casita, una luz minúscula lo distrajo. 

- ¡Escúchame! - se detuvo al escuchar el grito agudo que dio esa cosa delante suyo - ¡No me ignores! - esta vez se impresionó tanto que se cayó hacia atrás ¡No podía ser! ¡Un hada! Sus oídos ya no escuchaban nada y su cabeza comenzó a darle vueltas, lo que creía "escuchar" eran nada más que los llamados en su mente, la telepatía eran las características que los pocos sabios ancestrales tenían y se había sorprendido de tener esa habilidad.

- ¿Qué está pasando? - contestó en pensamiento, y dando un brinco se levantó del piso con rapidez. Miró a todos lados y el hada ya no estaba, pero seguía escuchando en su mente como vibraba, como había aún una vida que lo pudiera sentir.

- He sido tu Hada asignada ¿entiendes Link? ¡Quita esa cara! No tenemos tiempo, necesito verte en el gran árbol sagrado ¡Ahora! 

 

...

Comenzó una carrera para lograr hacer aquel pedido, no solía hablar con nadie en lo absoluto, y con mucho afán quería responder otra vez el llamado de aquella aguda voz. Pasó por el camino verdoso que conducía a la salida de su mundo y que conectaba con el camino donde se hallaban las tierras sagradas.

Observó a todos lados, había olvidado hacer los quehaceres del pueblo y se dispuso a buscar respuestas a esa situación.

-¿Yo? - se decía mientras saltaba la cerca que impedía el paso a la entrada principal. Se preguntaba cómo podía ser él elegido por un hada para ir a visitar al gran árbol, se sentía demasiado extraño como para comprenderlo, no podía tomarse a la ligera ese hecho  y como nunca antes se aventuró a ir tras los matorrales perdiendo de vista al que cuidaba el camino sagrado.

Cuando logró pasar se encontró con una horrible imagen y comprendió el porqué de tanto misterio entre los ancianos. Habían monstros, plantas carnívoras, el piso que alguna vez estuvo decorado de hermosas flores ahora tenían un aspecto morado, casi podrido. Se hacía más preguntas que ni siquiera tenían lógica alguna, era normal ¡Por los pergaminos del cielo! Link solo era un niño y ver tantas cosas horribles solo lo ponían ansioso. Sabía pelear, no tenía miedo, había sido entrenado igual que los demás para defender la tierra en la que vivían para poder mantener la paz. No era un experto en la espada porque nunca había tenido una, pero cuanto hubiera dado para tener una en ese momento cuando vio a una horrible raíz con tentáculos subirse en la copa del árbol sagrado y adentrarse mágicamente por los troncos.

La voz tintineante otra vez lo distrajo entre sus pensamientos, observó por todos lados y quiso buscarla, pero no la halló.

Una voz en su cabeza volvió a tirarlo al suelo por la gran señal que emitía. Se retorció intentando aguantar lo que entrecortadamente lograba deducir...

 

- H... é... r...o...e - escuchó lentamente que dijeron, y en el segundo después la señal que lo oprimía desapareció.

 

- ¡Hey! Link! El gran árbol te ha hablado ¡contéstale! - escuchó. Ya estaba mareándose de tanta comunicación mental, su cuerpo no resistía mucho ante la telepatía que, según su conocimiento necesitaba una alta cantidad de magia.

Irónico, y él creía que no había nacido con ella.

 

- ¿Gran árbol? - pudo decir con esperanza de que no vuelva  a sentir lo mismo. 

 

- ¿Link? Has venido a salvarme verdad...  - no esperó a que el niño contestará y siguió hablando ocupando toda la conversación - Escúchame con atención niño... 

- Tú eres el elegido, por la Diosa Hylia para cumplir la gran misión de salvar este reino en tinieblas.

Link se quedó impresionado -¿Qué yo que? - pero el árbol siguió hablando.

- Ves la marca en tu mano derecha ¿verdad? Esa marca es porque eres el elegi - Navi comenzó a volar por todos lados intentando hacer algo imposible con sus pequeñas alitas.

-¡Link! ¡El gran árbol está muriendo!

 

El niño se recompuso de eso último y su espíritu comenzó a brillar mientras sentía un ardor en su mano que lo quemaba cual si fuese fuego.

La luz que su mano desató cegó a los monstros cercanos y las plantas que se  reflejaron con la luz amarilla volvían a la vida. Corrió hacía el árbol y lo tocó, creyendo de que esa forma pudiera ayudarlo, pero fue al revés, el gran árbol dejó su retoño y le brindó su poder, para segundos después quedar muerto y seco….

Se quedó esperando una señal que le indicará hacer un movimiento, pero su cuerpo fue forzado a mantenerse de pie sujeto al piso que se movía como un gusano. La tierra se desprendía de la profundidad dando a nacer un bello brote mágico, con destellos preciosos.

Sintió como un shock paralizador cuando tocó aquella piedra verde, y seguido de flash  backs su mente se llenó de recuerdos que nunca vivió. El niño lo tomó entre sus manos y comprendió que entre el mensaje nunca terminado aquello era lo más importante, había obtenido una gema preciosa entre sus manos, solo que algo no cuadraba en su experiencia.

Su pequeño cuerpo no pudiendo controlar la fuerte magia que desprendía cayó en convulsión...

Se había visto a si mismo peleando dentro del gran árbol, derrotando a una monstruosidad y salvando a su aldea...

 

Solo que ese no era él...

 

...

-La línea del tiempo está alterada...- dijo un hombre vestido con túnicas y con velas alrededor de la sala - Obtuviste la esmeralda Kokiri  pero no lograse derrotar al mal que vive dentro del árbol... Link... no me mires así - Hizo una pausa para servirle una taza de té verde.

- Yo tampoco sabía que el despertar de tu fuerza seria hoy... Nadie lo sabía, ni siquiera el gran árbol. Nadie sabe por qué hay tanto desequilibrio en estas épocas... el príncipe Zelda también está peor cada día, en especial cuando hay Luna roja, podemos sentir su absorción de poder cósmico en todo el reino...

Link asintió con la cabeza mientras tomaba un sorbo del caliente líquido, se sentía cansado como si hubiera corrido durante toda la noche - sabía cómo se sentía por eso se comparaba así.

-Además... la leyenda cuenta que nacerá un salvador que traerá paz a este mundo... y ese eres tú... aunque eres demasiado joven ¡Yo no sé qué están pensando los dioses!

El hombrecito se recostó en la silla e ignoró la cara de confusión del menor.

-Tranquilo...- le dijo tomando bastante aire como si no pudiera respirar bien - La fuerza está contigo...

 

-          Yo no puedo ser el elegido...

 

-Qué sí ¡santo cielo! Mírate, tu poder acabar de despertar, tu cuerpo emana luz ¿No lo ves? 

Link se miró el cuerpo buscando algo que nunca encontró.

-          No puede ser... ¿No lo ves?

 

Hubo un silencio ensordecedor y no hablaron de nada. El niño estaba más que confundido, el día de ayer no era más que un campesino y ahora era "La luz de Hyrule" ¡Por favor! ¡Eso era más irreal! 

 

"¿Mas irreal que la magia?"

 

El hombre lo dejó con el encargo de buscar al príncipe y que llevara la salvación al resto de reinos... ¡Ah! Y que no olvide llevar una espada y un escudo...

 

- Una aventura eh... - se dijo yéndose al bosque encantado - espero encontrar muchas rupias y pagar el escudo...

 

"Ese caro escudo"

 

- ¿Un arma? - se preguntó, aquello ultimo había sido muy extraño para él, el Gran árbol había muerto ante sus ojos y él había sido el único andante en dos extremidades que lo había visto, se sentía confundido, necesitaba encontrar más respuestas a su ya saturada cabeza que no paraba de decirle lo mucho que debía explorar.

Se detuvo mirando el horizonte, la tierra de los Kokiri terminaba justo en el borde que conectaba el rio principal con las demás vías centrales - aunque su pueblo no era lo único de la región de Farone -  estaba justo en el puente que se usa para cruzar a un nuevo camino, estaba rodeado de árboles gigantescos y aún era de noche cuando decidió irse.

 - No puedes irte...

Voltio y una linda chica un poco más grande que él le había ido a ver antes de que se marchara a su nueva aventura.

- Aún no has cortado la hierba mala de las flores transparentes...

- Saria... - pronunció su nombre casi con pesar, estaba demasiado metido en sus pensamientos que había olvidado que no podía dejar de lado sus quehaceres. - Lo sé, prometo hacerlo cuando regrese.

- Sabes... - la chica intentaba no mirarlo a la cara, ocultando una tristeza que casi era irreversible cuando en sus ojos unas cristalinas lagrimas aparecieron.

- Todos los dicen... Dicen que te irás por el bien de la aldea... Yo...

Se quedó sin terminar la oración, casi no pudiendo contener la poca estabilidad que tenía, comenzó a llorar abiertamente y con miedo a ser consolada se alejó dando unos cuantos pasos hacia atrás - Lo siento..., yo no te lo dije antes... Yo lo sabía y - se quedó ahogada y por un momento olvidó como respirar cuando la voz cálida del niño delante suyo la distrajo.

- Ya lo sabía Saria. Gracias… Yo volveré… - la sonrisa de Link era grandiosa como siempre, había aceptado su destino sin quejarse, y su humildad había hecho que la adolecente lo vieran con admiración.

- Espera… Necesitarás esto – le dijo entregándole un pequeño instrumento envuelto en una lona delgada – Te servirá para buscar la paz en tu interior, hay unas notas bordadas en la tela, puedes llamarme cuando quieras, yo siempre te contestaré.

- Gracias Saria.

Fue lo último que dijo antes de partir a la inmensidad del país, había dado un último beso en la mano de la chica que muy avergonzada se fue del lugar – Link era todo un caballero – Por si fuera poco tenía ya la hada a su lado que esperando indicaciones se inmutó a decir palabra alguna.

La espesa noche lo atrapó cuando pisó el valle que conducía su aldea con la pradera de Hyrule…

La aventura había comenzado…

 

 

Notas finales:

Gracias por leer.


 

 

-Heart


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