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Un libro con final feliz por The Froggy

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Notas del fanfic:

Algo que escribí hace tiempo. También se encuentra en mi cuenta de Fanfiction.

Notas del capitulo:

Headcanon: Lukas también puede ser un baboso enamorado.

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Lukas resopló frustrado, confundido. Quería leer un poco, pero por más veces que pasara sus violáceas pupilas por aquel párrafo, no sabía qué estaba leyendo y volvía a hacerlo, sin tener resultado. Algo interrumpía su concentración, volviéndole completamente ajeno a la lectura.

"¿Qué me pasa?", se cuestionó el noruego mentalmente.

Se encontraba sentado en una esquina de su sofá con una humeante taza de café en la mesa frente a él, todo en completo silencio. No había ruidos molestos en toda la casa, era una de esas noches tranquilas que tanto le gustaban.

¿Entonces qué estaba mal? ¿Por qué sentía su corazón latir tan rápido si todo estaba bien? Una especie de ansiedad se apoderaba de él…

Pero Lukas no era ningún tonto, sabía lo que estaba causando tanto revuelo muy dentro de su ser. Frunció el ceño, cerrando despacio el libro. Tuvo que respirar hondo antes de bajar la mirada y ver sobre su regazo el rostro sereno del danés.

Mathias dormía profundamente, ajeno a la mirada inquisidora del noruego, recargando todo su cuerpo en el sofá y usando las cómodas piernas de su novio como almohada.

—Tsk, es su culpa, como siempre —murmuró Lukas y dejó el libro en la mesa con cuidado de no moverse bruscamente.

El noruego volvió a mirar a su amante, esa sonrisa tonta no desaparecía de su cara ni en sueños. Acarició despacio aquellos suaves cabellos rubios que poseía el mayor, siguiendo el camino hasta llegar a su rostro, la piel áspera y algo rasposa le cosquilleaba las manos. Sonrió imperceptiblemente al llegar entre caricias a los labios, esos que se encontraban entreabiertos, como si estuvieran llamándole.

Un viento frío recorrió la habitación cuando el noruego juntó sus labios con los del danés durmiente, moviéndolos despacio, un roce suave y lento, sólo quería saborear aquella boca.

—Galletas de mantequilla —concluyó el menor en cuanto el beso terminó, avergonzado de sus propias acciones, tomó de regreso su libro, golpeando con el a Mathias.

Despertándose con sorpresa y dolor, el danés giró hasta caer del sofá, dándose de lleno contra el piso.

—¡Lukas, ¿qué te pasa?! Eso me dolió —chilló el danés, tocándose el lugar donde había sido golpeado, aunque todo el cuerpo le doliera por la repentina caída.

—Tu café se enfría, no podía permitir que lo desperdiciaras así —respondió con simpleza su novio, que ya había retomado su lectura, por lo que ni siquiera le dirigió la mirada—. Y no grites, Emil está durmiendo, si lo despiertas te tocará ir a verlo a su cuna.

—Podrías haberme hablado —regañó bastante resentido—, ¡o podrías haberme despertado con un beso! Aunque ese no es tu estilo…

Refunfuñando, el mayor le dio la espalda, tomando su taza para beber el –aún humeante– café, sin levantarse del suelo. Pensando que ahí estaba seguro de los repentinos ataques del noruego.

Lukas escondió el rostro detrás de su libro cómplice, sonriéndose; ahora sí podría concentrarse en aquella dichosa novela. Y quizá luego podría probar otra vez esos labios daneses, seguro sabrían a café. Delicioso.

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Notas finales:

Cortito y cursi. Fin.


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