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RECKLESS [CHANHUN/SECHAN] por kaze_min

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Notas del fanfic:

Es una locura que he escrito después de terminar mi trabajo de comunicación intercultural (mierdas de traducción, whatever -_-).

Era una idea que me estaba rondando la cabeza durante todo el día y no me dejaba en paz, así que tenía que empezar algo o mi cerebro reventaba xd

Tbh no tengo más pero quería dejarlo aquí para saber vuestra opinión. A mí me parece super intenso jajaja, yo misma quiero saber qué es lo que sigue D; maldito tiempo que me falta...

 

Espero vuestras reviews diciéndome qué tal! ^__^

 

Nos leemos! xoxo~

Notas del capitulo:

Espero que lo disfrutéis tanto como yo escribiéndolo! Amodoro vuestras reviews, así que no seais tímidxs! :D

xoxo~

00:16

 

La tranquilidad sumía la estancia. Apenas había un señor entrado en los cuarenta dormido al lado de su jarra de cerveza y un joven enfrascado en su lectura, sorbiendo de su taza de café a intervalos regulares.

 

Así solían acabar los días para Sehun, sin demasiado ajetreo, y la verdad es que lo agradecía. En algo menos de una hora terminaba su turno, solo quedaba sacar la basura a los contenedores comunes con la gasolinera.

 

 

 

00:54

 

No pensó que pesarían tanto y que tendría que ir arrastrándolos, empleando más tiempo en ello. Una vez allí, lanzó las enormes bolsas adentro de aquellos portentosos tanques y suspiró aliviado. Por fin a casa.

 

Masajeaba concienzudamente su hombro izquierdo mientras hacía su camino de vuelta al bar. Los neones de la gasolinera contrastaban con la negrura de la noche cerrada, deslumbrándole. Tampoco parecían tener mucho trabajo por allí. Una furgoneta estacionada, esperando ser repostada – supuso – y, en el self-service, dos hombres escogiendo algunos snacks y refrigerios para recargar energías.

 

Apenas pasó por delante del vehículo, le pareció escuchar algo. Demasiado inusual para el silencio que albergaba el lugar. ¿Había sido una especie de quejido o algo parecido? No había nadie fuera además de él, era realmente extraño. Se volvió para examinar la furgoneta más detenidamente: Blanca, grande, con un cierre en forma de manilla para la cabina de almacenamiento trasera. Nada fuera de lo común.

 

Suspiró cansado, pensando que fueron imaginaciones suyas pero, antes de retomar su camino, notó un golpe proveniente del interior del maletero. Miró de reojo a los hombres que aún debatían sobre si elegir una botella de ron o whisky. Había visto varias series de televisión en las que raptaban a personas y las metían en la parte trasera de vehículos, pero no imaginaba que algo parecido estuviera ocurriendo en ese momento. Aun así, debía asegurarse.

 

Se agachó, lo suficiente como para que la cristalera del establecimiento cubriese sus movimientos y se acercó a la furgoneta despacio, hasta pegar la cabeza contra la puerta de la cabina.

 

–¿Hay alguien ahí? – susurró precavido. No quería parecer un lunático, aunque ya era un poco tarde para eso, siendo honestos. Lo que no esperaba era recibir una contestación a sus palabras.

 

No fue una frase. Tampoco un golpe. Fue un gemido entrecortado, y Sehun ya pudo distinguir claramente que se trataba de una persona a la que habían amordazado y no podía vocalizar. El tono desgarrador de aquel sonido le erizó el vello al instante: Tenía que sacarle de ahí.

 

Pero, ¿cómo? Había una manilla que abriría la cámara, pero parecía tener llave. Tenía que intentarlo de todas formas. Lo alcanzó entre sus dedos e intentó hacer palanca.

 

Efectivamente, estaba cerrada. Mierda.

 

No podía arriesgarse a gritar o ir al bar a pedir ayuda. Quizá aquellos tipos iban armados y entonces esa sería la última noche para él. Alzó la vista, intentando calcular cuánto tiempo tenía para intentar abrir el portón de alguna manera.

 

Un broche con una placa en la que se leía “Oh Sehun” estaba enganchado a su uniforme de trabajo. A lo mejor con la aguja conseguía burlar la cerradura. Tampoco parecía algo demasiado complicado de forzar, de todas formas. Se desabrochó la hebilla y la introdujo por el hueco del cierre, haciendo movimientos en varias direcciones. Los gemidos que escuchaba se volvían más frecuentes y el corazón le latía a millones por minuto: los hombres ya pagaban en la caja. Un sudor frío resbalaba por su frente.

 

A los pocos segundos oyó un “click”, y rezó porque eso significara que la manilla giraría esta vez.

 

Para su suerte, lo hizo y un muchacho atado y silenciado con una tela alrededor de la boca cayó estrepitosamente sobre él. Parecía más o menos de su edad y sus facciones revelaban miedo y angustia: A Sehun se le congeló la sangre por un momento. Intentó volver a cerrar la puerta del furgón para simular que nada había ocurrido y escuchó a los hombres salir del establecimiento.

 

Tenía que actuar jodidamente rápido.

 

Miró al chico para que comprendiera que hacer algún sonido en ese momento era condenarlos a los dos y después le cargó sobre sus hombros. Era alto pero no parecía pesar demasiado. Echó un vistazo a la parte delantera del vehículo y, aprovechando que los tipos mantenían una conversación sin percatarse demasiado de lo que pasara a su alrededor, caminó midiendo sus pisadas para ocultarse tras la pared de la gasolinera. A partir de ahí todo sería más fácil.

 

Una vez entre los matorrales que bordeaban la estación, rebuscó en sus bolsillos hasta dar con la llave de su coche, estacionado justo pasado el bar. Aupó al muchacho para recolocarlo y anduvo a paso más rápido escudado por la opacidad que brindaba la oscuridad.

 

Se encontraban casi a la altura del bar cuando escuchó a lo lejos una irritada voz bramando “¿Dónde coño está?”, indudablemente de uno de los dos hombres. Sus brazos ya se entumecían por el peso sujetado pero tenía que meter el turbo o pronto darían con él y esto se acabaría. Así que, en contra de sus cansadas piernas, echó a correr los pocos metros que restaban hasta su coche.

 

Dejó al chico en el asiento del copiloto y se metió de un salto al volante, intentando arrancar lo antes posible. Las voces quedaban amortiguadas por el interior del vehículo, pero las notaba aproximarse y no le gustaba. Esa mierda tenía que encender motores o estarían muertos.

 

Las ruedas empezaron a girar y dio la marcha atrás más veloz que creyó poder en toda su vida, volando hasta la incorporación a la carretera.

 

Si le habían visto, aún tenía algo de tiempo hasta que los otros cogieran la furgoneta y emprendieran la persecución. Tenía que llegar a casa cuanto antes, y si tenía que hacer un camino más largo o enrevesado para despistarlos, no iba a dudar un segundo.

 

Mientras tomaba una desviación, aún con el corazón en un puño, alargó uno de sus brazos para, al menos, bajarle la mordaza al cuello y que el muchacho pudiera dejar de salivar.

 

Comenzó a respirar agitadamente y a sollozar, sin saber pronunciar palabra todavía, presa del pánico. Y en el fondo Sehun lo agradeció porque no sabría muy bien cómo responder a ninguna de las preguntas que le pudiera formular.

Notas finales:

¿Qué os pareció, amores? :'D


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