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Sé mi sastre por Zuki Fettel

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Cuando le propuso matrimonio a Yuko hace un par de meses, jamás pasó por su mente que alguna vez en su vida tendría que elegir entre lo que él creía que estaba bien o lo que era más fácil. Estuvo todos esos meses evitando ir a comprar su traje de novio por dos motivos tan simples como decir "hola": primero, no le gustaba entrar a los probadores; y segundo, no sabía absolutamente nada de trajes formales, de moda o de cómo debía verse con uno puesto.

 

Decidió salir a turistear vitrinas en un centro comercial a un par de cuadras de su pequeño negocio de publicidad en su horario de almuerzo, quizás las vitrinas lo tentaran o le dieran una ligera idea de cómo podría vestir para tan importante día. Caminaba por el primer piso del centro comercial, mirando las vitrinas sin resultados positivos, nada le gustaba, los pocos que se probó le hacían sentirse apretado de los hombros, el tiro era muy corto, eran importados y las tallas eran más pequeñas, o se sentía intimidado por los vendedores que se dedicaban a adularle una y otra vez, casi obligándole a comprar.

 

—Señor... —Una dependienta del último local que había visitado se le acercó susurrando— En la sastrería "Ice Castle" le pueden ayudar.

 

—¿Tú crees? —le respondió, acomodándose los lentes y hablando un poco más bajo, como si hablar de la competencia fuera una especie de condena para la joven.

 

—Es una sastrería, allá le harán todos los arreglos que necesite —le sonrió la mujer—. Lo atienden sus dueños, Victor y Christophe, son un amor.

 

Salió de la tienda haciéndose una imagen mental de ellos a partir de los rasgos que le había mencionado la mujer. Cuando llegó hasta la escalera mecánica, y antes de pensar en subir, vio la hora en su teléfono celular: le quedaban quince minutos para ir, preguntar y volver. Subió a la escalera mecánica y, cuando levantó la mirada, sujetándose del pasamanos con una mano y un hermoso traje café moro entallado, camisa blanca y una corbata celeste, iba quien supuso, tras repasar los datos físicos, era Victor.

 

"Victor es un hombre alto y delgado, siempre viste bien, porque usa sus trajes, tiene una cabellera muy particular, creo yo, es gris... ¡pero no le digas nada sobre su cabello!"

 

Pues no era de los que iba por la vida viendo personas con ese tipo de cabello, ¿albino? Cuando estuvo cerca de él, aclaró la garganta para llamar su atención, pero tal parecía que el joven iba muy concentrado en su teléfono celular, así que cuando pasó por su lado, y en un arranque de idiotez, le tomó del brazo haciendo que el joven le mirara con sorpresa.

 

—¡Ah!... ¡Tú!... ¡Tú debes ayudarme! —La voz de Yuri, más que sonar segura, sonó a una especie de súplica.

 

—¿Hola? —Le dijo el joven de traje, guardando su teléfono en el bolsillo del pantalón, manteniendo el agarre a propósito, pues la escalera seguía llevándolos en direcciones opuestas y cumplía su trabajo de separarlos.

 

—¡Hola! Lo siento... ¿Eres Victor? ¿Trabajas en Ice Castle? —La escalera los seguía separando y Yuri comenzaba a jalar la manga del joven, por lo que la soltó para afirmarse con las dos manos del pasamanos— ¡Necesito un traje! ¡¿Puedes ayudarme?! —Ya estaba comenzando a gritar más fuerte, sin dejar de ver al joven.

 

—Sí y sí... —respondió, comenzando a sonreír, le parecía graciosa la cara de aquel hombre. Sin levantar la voz, respondió a su pregunta: —Sube a la tienda...

 

Yuri bajó de la escalera mecánica y comenzó a buscar el nombre de la tienda con ojos ansiosos, hasta que la halló entre una librería y una zapatería. Era una tienda con un letrero color burdeo, con letras cursivas muy bonitas. La vitrina exhibía cuatro maniquís: dos con vestones de paño y pantalones de gabardina y los otros dos con dos modelos diferentes de ambo. Al entrar al local, una campanilla anunció su llegada y Yuri dio un vistazo rápido a la pequeña tienda adornada con imágenes de múltiples trajes que supuso serían de diferentes épocas, varias perchas con ropa colgada a ambos costados de la tienda y dos puertas de probador.

 

—¿Hola? —saludó Yuri al joven que permanecía apoyado en una mesa que tenía varios papeles encima, mientras trazaba una que otra línea.

 

Cuando escuchó su saludo, el joven ladeó el rostro para mirarle y se incorporó para estirarle la mano.

 

—¡Bienvenido! Mi nombre es Chris, ¿buscas un traje o posiblemente un vestón? —le estrechó la mano y Yuri se sorprendió de las enormes pestañas del joven.

 

—Ah... ¿Eh? —parpadeó varias veces por inercia, ya que aún estaba sorprendido por las pestañas.

 

El sonido de la campanilla lo hizo quitar por fin su mirada de los ojos del joven.

 

—Quiere un traje, Chris. Por eso está aquí... —Victor se quitó vestón y lo dejó sobre un perchero— Me gritó en la escalera que le ayudara.

 

—Pero qué sutil... —silvó Chris para luego sonreír.

 

—Siento eso, pero ibas de bajada y pensé que te ibas —le dijo algo avergonzado.

 

—Se iba a almorzar, de hecho... —dijo Chris, recogiendo las hojas que tenía sobre la mesa— Y, como no se va, me voy yo en su lugar... Nos vemos en un rato, Victor.

 

—Nos vemos, Chris... —respondió el aludido justo antes que Chris saliera del local. Luego sacando una cinta de medir de un cajón, una libreta y un lápiz, agregó: —Bien, sé que es un traje, pero necesito saber para qué ocasión lo utilizarás.

 

—Es para matrimonio... —dijo, acercándose a la mesa y mirándose las manos— Para... mi matrimonio, de hecho.

 

—Una pena... —suspiró Victor. Yuri lo miró un poco sorprendido— Sólo lo utilizarás una vez —Le apuntó a las pechas de trajes—. Te dejaré escoger qué quieres ponerte y luego pasarás al probador. Si me gusta... se queda.

 

—¿Y si no te gusta? —Yuri se fue al sector de los trajes azules. Victor semisonrió.

 

—Jugaré mis cartas...

 

Yuri escogió un traje luego de consultar a Victor la talla; "No sé qué talla soy". Luego de escoger, notoriamente incómodo, se dirigió al probador, mientras Victor volteaba el letrero de la puerta a "Vuelvo en cinco minutos" para tomarle los arreglos con calma.

 

Cuando salió del probador, Victor le miró sin mucho entusiasmo y con el dedo índice sobre los labios, negando una y otra vez con la cabeza. Aquel traje azul marino con corte americano le hacía ver como un tubo azul sin ninguna gracia.

 

—Bien, te dejé escoger... —Se acercó hasta el castaño, lo tomó de los hombros y le hizo que se mirara al enorme espejo dentro del probador— Pero no me gusta, para poder sacarte provecho en este traje habría que hacer muchos cambios... Verte con este traje me da deseos de quitártelo y quemarlo.

 

—Entonces, bien... Me lo quitaré y escoges uno tú —respondió Yuri, quitándose un poco molesto el vestón—. En todas las tiendas me han dado azules.

 

—En todas las tiendas sólo quieren que les compres un traje... Y yo quiero vestirte.

 

De entre las perchas, saco un traje corte italiano negro, lo empujó al interior del probador y, cuando supo que tenía puestos los pantalones, esta vez entró junto a Yuri.

 

—Olvida que es negro, tengo pensado para ti un tono azul —comenzó a ayudarle a ponerse el vestón. Cuando este estuvo en sus hombros, les dio una pequeña caricia—. Este trae hombreras más marcadas, ¿ves? —Fue bajando las manos por la espalda hasta llegar a la cintura, ahí dejó una mano a cada lado, apoyó el mentón en el hombro del castaño, y continuó hablando en su oreja— Este corte es el que hace énfasis en una cintura pequeña para crear esa silueta de triángulo invertido —subió sus manos hasta el abdomen y le cerró el único botón—. Busca dar una imagen de alguien con poder.

 

—Ah...bien, bien —decía Yuri, asintiendo sin poder concentrarse. No podía negar que su cuerpo estaba nervioso al ser tocado así por el sastre. Su rostro estaba empezando a acalorarse, siempre era su novia quien elegía su ropa.

 

—Una desventaja es que, al no tener abertura trasera, te costará bailar el vals. Humm... —Pensativo, miró el trasero de Yuri, poniéndose una mano en el mentón y ciñendo el entrecejo— Creo que sí debería dejarle una abertura.

 

—Haremos lo que digas... tú eres el que sabe —dijo, comenzando a dar pequeños brincos en su lugar, empezando a sentirse ansioso.

 

—¡Excelente! —Sonrió encantado, sacando la cinta de medir de su bolsillo y poniéndosela en el cuello— Dame un segundo, voy a tomar notas.

 

Le tomó todas las medidas a un Yuri muy avergonzado, no era normal en uno ir por la vida siendo medido por todos lados: brazos, largo de piernas, tiro de la cintura hasta abajo de la entrepierna, cintura, cadera, ancho de muslos y pantorrillas. Para romper la tensión, Victor le hacía diferentes preguntas que lo distraían de esa incomodidad. Que cuál era su nombre, de dónde venía, en qué trabajaba, cuánto tiempo llevaba con su novia. Yuri respondía a todas las preguntas sin pasarle por la mente preguntarle algo al sastre.

 

Victor se veía muy serio y concentrado en todo lo que estaba haciendo, anotando números y susurrando para sí mismo comentarios que Yuri no alcanzaba a comprender. Cuando terminó y Yuri por fin se pudo cambiar a su ropa de ser humano ordinario, salió del probador y se sorprendió de ver a Chris entrar con un enorme café.

 

—¿Aún sigues aquí? —preguntó Chris, con sorpresa— Pensé que ya habían terminado.

 

—Pensé en algo mejor para Yuri... —Respondió Victor antes de que Yuri siquiera pudiera abrir la boca para decir algo.

 

—¿Ah, sí? —Chris miró a Yuri, quien asintió como respuesta— Quedaste en estupendas manos.

 

—Hablando de manos estupendas... —Victor buscó un distractor para su socio— ¿Acabaste los bocetos que debes entregar hoy?

 

—Eres hiriente... —Chris levantó una ceja— Me queda uno por acabar de pintar, qué odioso.

 

Ignorando a Chris, Victor volteó a mirar a Yuri.

 

—Tendré tu boceto para mañana, ¿podrías pasar a la misma hora para verlo?

 

Yuri sonrió levemente, tener un traje pensado exclusivamente para él es algo que jamás pensó tener.

 

—Claro, así también te podría invitar un café —Yuri no notó lo que había dicho hasta que los ojos azules del sastre le vieron sorprendido, por lo que se apresuró a añadir: —¡Ah! es como agradecimiento por haberme atendido tan bien... Tú ibas a almorzar cuando te moleste en la escalera y volviste sólo para atenderme —Se acarició un poco la nuca, no tenía idea de donde rayos había surgido esa invitación—. Eso fue muy amable de tu parte.

 

—No, yo n... —Victor iba a rechazar la invitación cuando Chris se interpuso.

 

—Claro que acepta, gracias por invitarle.

 

Victor volteó con mirada reprobatoria.

 

—Bien. Entonces, vendré mañana —Yuri miró la hora, el tiempo que dijo que almorzaría había acabado hace largo rato.

 

—Ah... Está bien, nos vemos —Se despidió con un leve apretón de manos y luego le vio salir mientras sonaba la campañilla.

 

—Te gusta... —dijo Chris, apoyando el codo en la mesa y la cabeza en la mano.

 

—¡Oh, a callar! —tomó desde su bolsillo una tiza para telas y se la arrojó a Chris mientras este se carcajeaba.

 

—¡Solo lo estas reconociendo más con esa actitud! —Chris le lanzó de vuelta el trozo de tiza.

 

—Claro que no, viste horrible y se va a casar...—decía Victor, mientras sacaba el traje del probador.

 

—Aún no le veo el problema —su socio se encogió de hombros.

 

—No todos somos como tú, Chris... —Victor dejó el traje entre las perchas para ponerse a trabajar.

 

—¡Oh, Victor!, eso me dolió —Le dijo Chris con fingida tristeza.

 

El día de Yuri terminó más rápido de lo que creyó, las horas volaron al estar frente al computador arreglando unos detalles para un afiche en el que trabajaba. Llegando a casa, Yuko le saludo con entusiasmo, preguntando si por fin había conseguido su traje. Yuri le confesó que sería un secreto, pero que no se preocupara, que había conocido unas estupendas manos que la harían sorprender, aunque no quiso hablar de sus impresiones sobre el sastre con ella... Ni con nadie. En esos momentos, estaba comenzando a tener una batalla moral mental. Cenaron y hablaron de su día, vieron una película acostados y Yuri jamás pensó que atacaría a Yuko nuevamente una noche de semana laboral.

 

Cuando Yuri fue al otro día a Ice Castle, Victor tenía el boceto listo: un terno corte italiano color azul piedra, incluyó un gillete de igual color para hacer juego, combinando el traje con una camisa doble puño y una corbata lila claro. Le aseguró que ese sería el traje ideal para él. Yuri, sin embargo, no estaba demasiado interesado en el traje. Si bien le parecía un excelente trabajo, le importaba más aceptar pronto el modelo para poder almorzar con Victor, se sentía un poco inseguro hablándole en el local cuando estaba Chris.

 

Salieron hasta una gelatería cercana. Victor pidió un mocachino con tarta de chocolate y berries y Yuri ordenó un té negro y pie de limón. Conversaron largo rato sobre sus trabajos, Victor era muy entusiasta al hablar de su profesión, se notaba la vocación y preocupación por los detalles de cada prenda. Victor aseguraba que cada traje tenía un propósito: contar historias. Bautizos, bodas, funerales, primeros empleos, titulaciones de carreras, momentos especiales. Podías mentir cubriendo tu inseguridad, miedo escénico o pobreza con un traje, porque el mundo cambiaba dependiendo de cómo vestías.

 

—Hablas con tanta vocación de tu trabajo que ya no quiero ponerme el traje... —Le confesó Yuri antes de beber un sorbo de su té— No quiero dañarlo.

 

—Eso no pasará, tengo esperanzas de que no lo harás... —Le sonrió levemente antes de apoyar sus codos en la mesa y su cabeza en la palma de ambas manos— ¿Y por qué te casas tan joven? Me dijiste que sólo tienes veinticuatro.

 

Yuri se sonrojó levemente.

 

—No soy tan joven... —rió un poco nervioso— Llevo cinco años con ella y tres de ellos hemos vivido juntos.

 

—Y si ya hacían vida de casados, ¿para qué casarse? —Victor miraba fijamente al castaño mientras este se acomodaba los lentes, pensativo. No sabía qué contestar.

 

Victor siempre fue un curioso de las relaciones sentimentales. Si bien tuvo parejas, nunca duraban lo suficiente como para sentir tristeza de romper o el deseo de contraer nupcias. Cuando salió de la universidad, dejó de tener algún tipo de relación seria. Se había vuelto un perfeccionista, solitario y trabajólico para poder levantar el prestigio de su sastrería, Chris siempre fue su mejor amigo, a pesar de que en lo que respectaba a lo sentimental eran completamente opuestos, en lo laboral ponían a todo su estilo y marca personal.

 

Conversaron otro rato más. Victor ahondó con facilidad en la vida de Yuri. En cuanto este notó que era más sencillo hablar con él de lo que creyó, supo que, a pesar de vestir tan mal, era publicista independiente junto a dos amigos más, que provenía de otra región, donde iba de vacaciones, y que había conocido a su prometida en la universidad. Victor quedó sorprendido al escucharse hablar de sí mismo con aquel joven, contando anécdotas de su infancia y riendo con los inocentes comentarios que el otro le daba.

 

—Debo de reconocer que me alegra haberte pedido ayuda con mi traje.

 

—¿Ah, sí?¿Por qué?

 

—Porque eres una persona agradable, me ha sido un gusto conocerte —Yuri le sonrió antes de beber el ultimo sorbo a su taza de té —. Me gustaría seguir viéndote.

 

Victor sonrió de lado y con contestó con sinceridad.

 

—El placer será todo mío.

 

Los días siguientes se daban el tiempo de verse, aunque fuera una hora. Yuri iba por Victor al centro comercial o se juntaban cerca de ambos trabajos. Los dos tenían más cosas en común de lo que pensaron. Salían a cafés o bares cercanos para no alejarse demasiado de sus zonas de confort. Yuri recibía sermones por parte de Yuko sobre sus llegadas tarde y este no era capaz de admitir que lo hacía por juntarse o charlar con Victor hasta esas horas, sólo decía que se quedaba trabajando hasta tarde.

 

Después de tres semanas, el traje estuvo listo para que Yuri lo fuera a buscar, pero este estuvo lleno de trabajo hasta casi la hora de cierre del centro comercial, por lo que Victor le dijo que podría probarse el traje en su casa, ya que faltaban cuatro días para que contrajera nupcias y quería que estuviera perfecto.

 

Yuri aceptó y, saliendo del trabajo, tomó un taxi y dio la dirección que Victor le envió vía Whatsapp. Cuando llegó a un pequeño edificio del centro, tuvo que llamarle para que le fuera a abrir la reja y poder subir al tercer piso. El departamento de Victor era pequeño, suficiente para una persona, había muchos bocetos sobre una mesa de centro en la sala de estar. Un poco más al fondo, había un comedor redondo y dos puertas que supuso serían su habitación y el baño. Victor, después de quitarle la chaqueta a Yuri y ponerla sobre un perchero, se metió a la cocina y le invitó un poco de vino para pasar el rato mientras terminaba un detalle del pantalón.

 

Conversaron a gusto sobre sus días, Yuri comentó que Yuko había estado de muy mal carácter acercándose la fecha. Victor le dijo que tenía entendido que así se ponían con los días, pero que iba a pasar llegado el momento. Cuando le entregó el pantalón, entró a la habitación del sastre y salió para modelarlo. Luego de múltiples pruebas, donde Victor nunca quedaba conforme, finalmente todo estaba en su lugar, el traje era tal como le había dicho y le era muy cómodo para moverse.

 

—Me queda mejor de lo que pensé.

 

—Te lo dije... —respondió, cruzándose de brazos y piernas, apoyado de la entrada de su dormitorio.

 

—Es muy cómodo y bello... —se acercó hasta Victor y le tomó de la mano sonriendo— Quiero saber si la abertura realmente sirve como me dijiste, ¿bailaría usted el Vals de los novios?

 

Victor soltó una leve carcajada, divertido.

 

—Por supuesto, si es que sabes bailar... —Puso una mano en la cintura de Yuri.

 

—No me subestimes... me han obligado a ir a clases —También puso una mano en la cintura de Victor.

 

—¡Wow!, pues muéstrame lo que tienes... —Le dijo sonriendo.

 

Bailaron tarareando el vals de los novios, riendo y carcajeando cada vez que Yuri le pisaba un pie a Victor, dieron vueltas por el departamento e imitaron malos pasos de baile. Victor aplaudía a Yuri por tratar de hacer una especie de salto del lago de los cisnes y, cuando sonó un leve crujido del vestón de Yuri, se detuvieron.

 

—Todo es diversión hasta que rajas el traje con el que me desvelé... —Le empujó de vuelta a su dormitorio— Cámbiate, debo reparar eso.

 

—¡Lo siento, lo siento!... —decía Yuri, sin poder dejar de sonreír— No quise hacerlo —Le entregó el vestón mientras se sentaba en la cama para sacarse los zapatos, cambiando su rostro a uno pensativo.

 

Victor iba a dar la vuelta cuando Yuri, intentando no pensar demasiado, se acercó hasta él y le tocó el hombro, haciendo que el sastre se volteara.

 

—¿Qué pasó? —se volteó

 

—Ah... sé que suena idiota, pero de verdad me alegro de haberte conocido —Yuri le tomó la parte baja de la camisa, sintiendo cada vez más caliente su rostro—. Lamento romper tu trabajo.

 

—No te preocupes... —se acercó un poco más al cuerpo opuesto — También fue culpa mía.

 

Yuri no podía entender qué estaba haciendo, ni el deseo extraño de querer besarle ¿Por qué, si sólo quería que fuera su amigo? ¿Por qué sentía de pronto esta increíble tensión sexual? La culpa se estaba comenzando a hacer presente mientras la mano que afirmaba la camisa comenzaba a subir hasta el cuello del sastre. Se iba a casar en un par de días, pero... ¿Por qué entonces lo estaba besando?

 

Victor no tardó en corresponder al beso con ímpetu apasionado, había estado negando la idea con los días, pero no podía evitar corresponder si era Yuri quien lo pedía ¿Por qué tendría que negarse? Él no le debía fidelidad a nadie. Se dejó llevar por sus bajos instintos y, dejando caer el vestón, tomó las cintura de Yuri y lo apegó más a él, sintiendo como el futuro marido de otra persona se relajaba en su abrazo.

 

Yuri olvidó todo, olvidó sus responsabilidades, su relación de años con Yuko, su constante ansiedad y todo lo que creía de su sexualidad mientras disfrutaba del sabor a vino en la boca de Victor, no quería dejar de recorrer con su lengua toda la húmeda cavidad, dejarse llevar por su deseo desde que le tomó las medidas por primera vez le estaba comenzando a excitar. Sus pulmones rogaron por aire. Deshaciendo el beso de mala gana, abrió la boca para respirar, y sus ojos se encontraron en una mirada cómplice, culpable y dispuesta.

 

—No me voy a echar para atrás, Yuri... —Le tomó del cuello de la camisa agitado, mirándolo con deseo, le estaba excitando el hacerlo con alguien moralmente prohibido.

 

—No tengo intensiones de que lo hagas... —Yuri se quitó los lentes y los lanzó hacia un sillón en un rincón de la habitación.

 

Victor lo lanzó a la cama del cuello de la camisa, Yuri soltó una leve carcajada al caer en la cama antes de comenzar a sentir como su estómago se apretaba al ver como Victor gateaba por la cama, quitándose los zapatos para llegar hasta él. Inconscientemente, Yuri abrió las piernas para recibirlo de buena gana, subiendo sus brazos hasta los hombros y atrayéndolo hasta sus labios para continuar en una guerra de sus lenguas por el poderío.

 

El sastre no perdió tiempo en comenzar a desabotonar la hermosa camisa de Yuri para luego empezar a recorrer la tibia piel con la yema de sus dedos, curioso, soltando el beso de los labios para ir bajando por su cuello, mordiendo y escuchando los suspiros de Yuri subiendo de volumen, haciéndole entender que iba por buen camino, que, donde tocaba, donde lamía y donde soplaba, estaba haciendo efecto en él.

 

Con una nueva oleada de culpa, Yuri se estremecía, estaba engañando a Yuko de la peor manera días antes de su matrimonio y no le importaba detenerse. Ver a Victor lamerle y desearle le estaba llevando a un abismo de locura tal que comenzó a darle tirones a su para que se la quitara y este, captando todos los movimientos del publicista, se la quitó con impaciencia, lanzándola a los pies de la cama.

 

—Victor, mi pantalón molesta... —Yuri comenzó a quitarse el cinturón, ansioso.

 

—Eso se puede solucionar, Yuri... —Le besó en los labios mientras comenzaba a quitarse también los pantalones, deshizo el beso para deslizarlos por sus piernas y luego hacer lo mismo con los pantalones y ropa interior de Yuri— Si te viera tu querida Yuko con los ojos que te estoy viendo, se volvería loca —Negó con la cabeza mientras se relamía los labios.

 

—No era necesario mencionarla, ¿sabías? —Yuri levantó una ceja y Victor se encogió de hombros.

 

—No tienes moral de decirme nada... —Volvió a gatear hasta quedar sobre Yuri otra vez, quedando frente a frente — pero no puedo evitar sentir celos —Tomó el miembro como lo hacía él mismo para masturbarse, era la primera vez que masturbaría a otro hombre y, siendo sinceros, el deseo de hacerlo era lo único que lo impulsaba.

 

—¡Ah!... ¡Victor! —Yuri gimió con sorpresa apretando sus puños en el cubrecama y abriendo más las piernas.

 

—Shhh... Los vecinos —dijo divertido Victor, pensando si sería conveniente meterse el pene ajeno a la boca. Muchas mujeres lo hacían, no debería ser difícil.

 

Dejó de pensar en eso y solo actuó, le dió una leve lamida al grande de Yuri, haciéndole estremecer, sintió el sabor sin darle importancia, prestando atención a los gestos de Yuri, subiendo y bajando, lamiendo, succionando, tocando y cambiando de ritmo. Aún dejándose llevar por las sensaciones, lamió uno de sus dedos y lo metió en la entrada ajena sin previo aviso.

 

—¡Ahh! —El gemido de dolor de parte de Yuri no tardó en llegar, así que Victor volvió a lamer su miembro para intentar compensar el dolor —¡No! ¡Ah! ¡Basta... Victor!

 

Victor dejó de darle sexo oral para mirarle a los ojos.

 

—Me dijiste que no me detuviera... y no lo haré —Metió otro dedo dentro de él, Yuri apretó—. Relájate...

 

—Lo dice el que no tiene dos dedos en su... agh... trasero —Intentó relajarse y, entonces, de pronto, sintió como uno de los dedos de Victor daba con su próstata, haciendo que un shock eléctrico subiera por su espalda hasta su nuca—. ¡Ahh!

 

—Muy bien... está funcionando —dijo Victor sonriendo levemente—Pero... a mí también me duele aquí abajo.

 

Sacó ambos dedos del trasero de Yuri para acomodar su miembro entre sus nalgas. Yuri cerró fuertemente los ojos, intentando relajarse, y cuando Victor comenzó a entrar en su interior, ahogó un grito mordiéndose el labio inferior.

 

—Uhmmm... —El rostro lleno de placer de Victor era impagable, entraba lentamente hasta estar completamente dentro.

 

Yuri negaba con la cabeza y se llevó las manos a los ojos cuando Victor comenzó a moverse lentamente, con discreción, y cuando Yuri se quitó las manos del rostro, empezó a acelerar a medida que veía que el rostro ajeno comenzaba a cambiar. Yuri, por inercia y calentura del momento, comenzó a mover sus caderas, le era más sencillo si acompañaba el ritmo de las embestidas del sastre.

 

—Yuri, muy bien... Así ¡Ah! Sí... Así —Victor comenzó a gemirle en la oreja y a Yuri le causaba una corriente de excitación que no podía controlar.

 

El sastre disfrutaba cada estocada, le mordía su cuello, sus hombros y sus pezones. Se incorporó para subirle una pierna en su hombro, penetrándole más profundo. Yuri gemía con una mezcla de placer y dolor. Cada vez que una estocada daba en su punto G no evitaba gemir el nombre de Victor.

 

Yuri jamás pensó que el ser infiel tendría tan buen sabor, conocer a Victor le ayudó a comprender un poco más de sí mismo, entre cada estocada, gemido y caricia, su cerebro le gritaba que se detuviera, que cesara de rellenar su vida actual de tanto morbo distorsionado, que siguiera con su vida actual y monótona, pero su cuerpo correspondía a todo con sincronía, encajaban perfectos, como si la vida los hubiera moldeado para complacerse, la mirada del sastre era tan llena de lujuria que le era imposible apartar sus ojos de él, el chirrido de la cama comenzó a ser más estridente, casi al compás de ambos gemidos acalorados, Yuri temblaba bajo el cuerpo ajeno mientras comenzaba a erizarse por completo.

 

Perlados en sudor y abrazados en un torbellino de placer, Yuri llegó a un glorioso orgasmo sobre su abdomen, arqueando la espalda y hundiendo sus uñas en la espalda del sensual sastre, mientras él hacía lo mismo en su interior dando duras estocadas, gimiendo ronco el nombre de Yuri apoyando su frente la frente opuesta, bufando onomatopeyas.

 

Quedaron mirándose sin decir nada, sólo intentando recuperar el aliento. Se separaron una vez que el miembro de Victor volvió a su normalidad, se quedaron recostados mirándose durante largo rato, Yuri intentando buscar palabras y Victor intentando que no terminara huyendo o algo parecido después de tener sexo.

 

—Me ten... —Yuri fue interrumpido enseguida por Victor.

 

—No, no tienes —Le acarició el rostro mientras lo decía.

 

—No... No tengo —Suspiró Yuri, mientras Victor le envolvía en un abrazo—, pero sí necesito un baño.

 

—No sé qué es peor... Llegar a casa oliendo a sexo o a jabón —Apoyo su barbilla en los cabellos de Yuri.

 

—Uhm... No lo sé, los dos te dicen lo mismo.

 

—Tienes razón.

 

Después de un largo baño, Yuri y Victor tuvieron relaciones dos veces más hasta saciarse uno del otro.

 

En la mañana, Yuri llamó a Phichit para decirle que no iría a trabajar, que estaba dolorido del estómago y prefería quedarse en casa para mejorar, que no era buena idea que un hombre próximo a casarse estuviera enfermo. Victor también llamó a Chris, pero fue más honesto, le dijo que se había acostado con Yuri y no tenía intenciones de ir a trabajar y que dejara de decirle que se parecían.

 

Desayunaron en el comedor, pero Yuri tenía una almohada de Victor en su trasero, se sentía extraño y dolorido, aunque no tenía el sentimiento de arrepentirse de algo. El café y tostadas jamás en la vida habían sabido tan bien como aquella mañana. Definitivamente, las compañías hacían los desayunos.

 

Cuando Yuri salió vestido de la habitación de Victor con la ropa del día anterior, Victor le sugirió prestarle al menos una camisa o un pantalón.

 

—No, ahí definitivamente se iría mi vida a la mierda —dijo, mientras se terminaba de abotonar su camisa.

 

—Bueno, no es que no lo estuviera ya... —Victor no podía evitar sentir un poco de celos, pero no podía retenerlo, él se había inmiscuido en una relación— Pero a veces debemos elegir entre lo que nosotros queremos y lo que nos es más fácil.

 

Yuri le miró en silencio un momento, pensando en que la vida siempre te trae las cosas buenas tarde.

 

—Perdón por pensar sólo en mí, pero no me pidas algo que no puedo hacer...

 

—No te voy a pedir hacer nada —dijo Victor levantando las tazas del desayuno, por alguna razón su corazón dio un bombazo de sangre fría—. Eres tú el que tendrá que vivir con tu conciencia.

 

—Voy a explotar... —suspiró un poco exasperado— Pero es imposible para mí, de verdad... Perdóname.

 

—No tengo nada que perdonar, no tenemos nada serio... —Lo miró con su mejor careta seria que su rostro le permitió— Somos adultos, no creo que te tome mucho tiempo olvidarte de esto.

 

—No lo sé... —Se encogió de hombros— No sé si quiera olvidarlo.

 

—Si no es así —dijo esbozando una leve sonrisa— siempre estará disponible mi sastrería para el traje de la audiencia para el divorcio.

 

—¡Victor!

 

—No puedo evitar pensar en ello... —dejó caer ruidosamente las tazas al lavaplatos— Es una posibilidad que espero con ansias.

 

—Perdón... Entiéndeme.

 

—Yo te entiendo a ti, falta que te entiendas a ti mismo —Se acercó hasta Yuri y le tomó de la barbilla para obligarlo a mirarle—. Cuando eso pase, ve a mi sastrería... te estaré esperando, pero no para siempre.

 

Yuri mintió donde había estado a todo el mundo y, finalmente, pasados los días, contrajo matrimonio con Yuko. Victor había creado un traje tan hermoso para Yuri que nadie podía evitar llenarle de halagos por tan hermosa vestimenta. Yuri, con el tiempo, mató lentamente su relación con su mujer, volviéndose un trabajólico, llegando tarde a casa y saliendo muy temprano, faltando a eventos especiales, olvidando fechas y siendo irresponsable con sus tareas en casa. Sintió que después de Victor todo él había cambiado, cambio todo su closet y vestía de manera más formal y equilibrada (gracias a eso, su pequeña empresa junto a sus socios había comenzado a tener más clientes al verlos más serios. Yuri siempre recordaba cuando Victor le mencionó que la gente cambiaba cuando uno sabía vestir), se había dejado crecer el cabello y usaba lentes de contacto de forma definitiva, llamaba más la atención cuando salía con Yuko, provocando los celos en muchas ocasiones porque este no le tomaba de la mano o no le presentaba como "su mujer".

 

Era inconsciente de lo que sucedía con todo su cambio, a ratos pensaba que era una piedra andante, no podía evitar repasar una y otra vez su corto pero intenso amorío con Victor y en sus sentimientos por Yuko, sentía que si los ponía en una balanza de vida, lo único que sentía por ella en estos momentos era una enorme amistad y gratitud por todos los años de vida que pasaron juntos.

 

Dos años después de la última vez que se habían visto donde Victor le había entregado el traje de bodas, Yuri finalmente decidió que era hora de mandarse a hacer un nuevo traje para la ocasión, y no había mejor lugar que Ice Castle.

 

Sonó la campanilla de entrada cuando abrió la puerta.

 

—Wow, volviste...— Victor trabajaba en la mesa cortando tela.

 

—Donde más iría... —Yuri sonrió abiertamente al verlo, se mantenía tal cual lo recordaba— Necesito un traje de dos piezas.

 

—Tengo varios que podrían servirte —Soltó las tijeras, apoyando su cadera a la mesa— Entonces... ¿Para qué ocasión?

 

Yuri negó sin quitar la sonrisa de sus labios.

 

—Para mi divorcio.

 

—Pensé que mentirías por más años...

 

—¡Ah! Silencio...—exclamó Yuri, quitándose la chaqueta que traía— Y toma mis medidas.

 

—Con mucho gusto...—dijo Victor, tomando un cinto de medir de un cajón de su escritorio— Pasa al probador y quítate la ropa —Yuri caminó quitándose el vestón beige que traía encima y dejándolo sobre la mesa. Victor volteó el letrero de la tienda a "Vuelo pronto, en cinco minutos"—. Tengo justo lo que necesitas.

 

Finalmente, la posibilidad de Victor se había cumplido.

Notas finales:



Zuki Fettel:

Quería agradecer a Lily por convencerme de hacer esto xD a Mi querida Shari por hacer de Beta en esta historia debido a que querido Beta original ha estado ocupado.

Gracias por haber leído este One Shot.

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