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RELACIONES COMPLICADAS por SandraBel00

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Notas del capitulo:

Bueno, lo siento mucho, he cogido la mala costumbre de actualizar dos capítulos a la vez y aún encima a deshora, ahora subiré el siqguiente también , pero aún me falta uno para esta semana. Y que sepáis que la vuelta al cole deja de ser feliz cuando sales del cole, supongo que me entenederéis, jejejejejeje. Espero que os guste, ¡¡muchas gracias por leer, y sobretodo, muchas gracias por comentar!!

Un joven moreno se encontraba jadeante frente las puertas del instituto, con la ropa de ayer arrugada y con las manos sobre las rodillas mientra recuperaba el aliento. Había hecho un nuevo récord, desde casa de Kise, la cual estaba a un cuarto de hora o quizá más andando hasta el instituto, había llegado en 5 minutos. Estaba feliz de haberlo conseguido, y ya no sólo por la velocidad en la que había llegado, sino que ahora se encontraría con Kise y por fin podrían arreglar las cosas. Se había comportado como un auténtico idiota y tenía que disculparse inmediatamente con él. No quería que tuviera esa impresión de él. La verdad es que no sabía por qué se había comportado así, y se maldecía internamente por ello. Solamente quería decirle a Kise que lo sentía muchísimo y que si le quería dar una patada en los huevos él le dejaría, porque se la merecía por idiota descerebrado.

Empezó a andar y fue subiendo las escaleras mientras tocaba el timbre, entró a la clase y se sentó en su pupitre, descansando por fin.

-Vaya, vaya, parece que mi incentivo te ha servido de mucho.-dijo con una sonrisa Kagami.

-En cuanto arregle lo mío con Kise voy a ir a por ti, y ahora que has visto de lo que soy capaz sabes que no te vas a poder escapar, así que más te vale comprarte ya un billete de avión para poner océano entre nosotros que o sino vas a tener problemas.

-Que sí, que sí, no te enfades tanto que vas a conseguir ver a Kise gracias a mí.

-Cállate y siéntate en tu sitio, que aún tiene que venir.

Kagami iba a rechistar cuando de repente escucharon como se abría la puerta. Aomine se levantó de su sitio para poder ver mejor. Expectantes miraron hacia ella esperando ver a una cabellera rubia, pero lo que vieron no era lo que se esperaban. Vieron como Kuroko entraba en la clase y cerraba la puerta para luego dirigirse a la mesa del profesor y dejar sus cosas. Todos sus compañeros ya estaban sentados, todos menos ellos. Kuroko les dirigió la mirada.

-Kagami-kun, Aomine-kun, por favor siéntense.-dijo tranquilamente Kuroko.

-¿Dónde está Kise?-preguntó Aomine aún sin sentarse y sin usar honoríficos.

-Siéntese por favor, Aomine-kun, y así podré hablar.-dijo Kuroko en forma de si no te sientas y te callas no suelto prenda.

Aomine no tenía intención de sentarse, quería saber porque no estaba Kise allí, y si la tenía que liar en medio de clase para que se lo dijeran lo iba a hacer. Kagami al darse cuenta de ello, y de que era Kuroko el que estaba ahí y conociéndolo iba a explicar el por qué de la falta de Kise, cogió a Aomine de los hombros y lo sentó en su silla, y antes de que rechistara se le acercó al oído.

-Cálmate, ahora no es el momento, Kuroko nos explicará lo que ha pasado y ya está.

A regañadientes, el moreno desistió en su misión de liarla para saber que pasaba, y se indignó sentado en su pupitre. Kagami se fue y se sentó en su sitió, y los dos aguardaron a que el profesor se explicara.

-Gracias. Buenos días, hoy me encargo yo de la clase de Kise-san porque se encuentra indispuesto. En cuanto se encuentre mejor retomará sus clases con normalidad, así que os pido por favor que esta hora que tenéis libre la dediquéis para estudiar y no para armar ruido.-dijo eso mirando a Aomine, el cual estaba notablemente enfadado.

Pasó la hora y los estudiantes estaban recogiendo sus cosas para ir a la siguiente clase, aomine y Kagami se esperaron un poco a que los demás se fueran para ir a hablar con Kuroko, pero en cuanto miraron a la mesa del profesor vieron que estaba todo recogido y que no había ni rastro del profesor.

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En la enfermería se encontraba un azabache maldiciéndose a sí mismo, como había dormido en casa de Kuroko se le había olvidado su ropa de hoy para intentar seducir a Midorima. Aunque en estos momentos estaba más preocupado por su amigo que por otra cosa, además, el estilo que le tocaba ponerse hoy dudaba mucho que le gustara al peliverde, tenía que ir un poco a lo gótico, con unos pantalones rasgados, negros y apretados, una camiseta también negra y una gargantilla en el cuello, que al principio al ponersela pensaba que se iba a quedar sin respirar, luego vio que se la estaba poniendo mal y se empezó a reír a todo pulmón en la tienda donde la había comprado. Mira que era difícil ponérsela mal, pero él lo había conseguido. La verdad es que se había reído un buen junto con Kise y Kuroko aquel día de compras, quería que su rubio amigo saliera hacia delante olvidando todo eso, como él le había dicho todo el mundo tiene alguna mala experiencia en sus relaciones, no todo puede ser de flores, y él lo sabía perfectamente.

Intentó despejar sus pensamientos cuando vio que la puerta se abría. Midorima entró y saludó como habitualmente hacía.

-Buenos días.-dijo el peliverde serio como siempre.

-¡Hola Shin-chan! ¡He escuchado que hoy cáncer debe estar muy pegadito a escorpio, eso significa que hoy estaremos más juntos que nunca por el bien de tu suerte!-dijo Takao animadamente mientras le daba el café con una sonrisa como todos los días.

-Sólo ha dicho que cáncer y escorpio hoy tendrán un día normal, bueno pero sin problemas ni demasiadas sorpresas.-dijo de forma seca Midorima al mismo tiempo que cogía el café.

-¡Pero los han dicho los dos a la vez y han coincidido en lo de hoy!

-Que los digan a la vez no significan que mi suerte dependa de estar juntos.

-Bueno, pero eso para mí ya es algo, así que procuraré estar cerca de ti hoy.-dijo Takao mientras le guiñaba un ojo y ponía sus manos sobre los hombros del peliverde, acercando su cara peligrosamente a la del peliverde.

-E-eso no va a ser necesario.-dijo Midorima apartándose un poco para poder beber su café amargo, como a él le gustaba, tranquilamente.

Takao vio la reacción de este, y supuso que se había sonrojado, así que se hizo una nota mental, hacer tantos tocamientos superficiales e “inocentes” como pueda. Se separó del peliverde y se fue a su mesa, ya que lo veía un poco incómodo.

-Tranquilo, que si te sigues poniendo más rojo van a pensar que estás enfermo, y sería toda una risa que el que se ponga enfermo sea el que tiene que curar a los enfermos.

-¡Yo no estoy rojo, ni estoy enfermo!-dijo un poco alterado por las gracias del azabache.

-No te preocupes, yo me encargaría de ti, sería tu enfermero sexy.-dijo con un tono sugerente y haciéndole un guiño otra vez mientras sonreía.

-Bufff…, hoy va a ser un día duro. Oha-asa no ha contemplado aún tu presencia.-dijo Midorima abatido.

-Jajajajajajajajaja, parece que no, pero yo me encargaré de que se de cuenta de mí.-dijo guiñándole otra vez el ojo mientras mantenía su sonrisa.

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Más tarde ya se había hecho la hora del descanso. Un pelinegro estaba yendo a la cafetería en busca de su cocinero favorito, a pesar de que ya se habían conocido seguía estando nervioso, pero ese sentimiento no opacaba el que tenía de felicidad. Desde ayer se había sentido la persona más feliz del mundo, por fin había encontrado a la persona que estaba buscando. Sí, hasta el mismo sabía que sólo había pasado unos días desde que se habían conocido pero se sentía tan completo que ya no sabía como expresarlo. Hoy quedarían los dos para ir juntos a la cancha y, sinceramente, no quería parecer un desesperado pero tenía muchas ganas de besar a Murasakibara, la otra vez se había conformado con un casto beso en los labios, pero ahora no se podían conformar con tan poco, necesitaba más.

Una vez llegó a la cafetería fue directo hacia el hueco del lavaplatos, a pesar de que no era un lugar demasiado agradable para él se había convertido en su lugar especial por excelencia.

-¿Atsushi? ¿Estás ahí?-preguntó el pelinegro esperando una respuesta por parte del cocinero.

-Sí, te estaba esperando.

-Lo siento, me he entretenido un poco, las escaleras se abarrotan de gente a esta hora.

-No pasa nada Muro-chin, no me importa esperar si sé que vas a venir a verme.

-Si sigues cosas tan bonitas al final me voy a poner rojo.

-No puedes Muro-chin.-dijo Murasakibara rápidamente y alterado.

-¿Qué pasa?¿Qué es lo que no puedo hacer?-preguntó Himuro asustado.

-No puedes sonrojarte, te lo prohibo.-dijo Murasakibara tajantemente.

-¿C-cómo?-ahora mismo Himuro estaba flipando, ¿qué le pasaba a la persona de sus sueños?

-Que no te puedes sonrojar si no estoy yo, porque si te ven así de tierno querrán ir a por ti y te secuestraran. Pero si estoy yo no dejaré que te cojan y les aplastaré.-dijo Murasakibara muy serio y decidido.

En ese momento Himuro cayó en lo que había dicho Murasakibara, y le pareció muy lindo, pero el pelimorado tenía que saber que eso era demasiado obsesivo.

-No te preocupes Atsushi, no soy una damisela en apuros, sé defenderme.-dijo con un tono tranquilizador.

-Sé que Muro-chin es fuerte y que podría con quien se le pusiera en medio, pero yo tengo miedo de que me roben a Muro-chin…-dijo Murasakibara apenado.

-No te preocupes, si me ocurre algo, además de dar mucha guerra te llamaré el primero para que vengas a ayudarme, ¿te parece bien?

-¡Síííí, así los dos pelearíamos juntos contra los malos!-dijo Murasakibara emocionado.

-Ahora que lo dices pinta bien la cosa, seríamos como superhéroes, ¿qué nombre te gustaría que nos pongamos?

-Mmmmmm…el dúo del pastelito, y tiraríamos pasteles a los malvados, pero pasteles que están malos porque los buenos nos los comemos nosotros, que sino sería un desperdicio tirar algo tan delicioso.

-Jajajajajajajaja, me parece genial.

Cualquiera hubiera pensado que estaba saliendo con un niño, que esa relación no tenía madurez alguna, pero eso lo pensarían porque  no lo conocían. A Himuro le gustaban las cosas sencillas, y las personas que no tienen dobles intenciones. Murasakibara era todo eso, todo lo que pensaba lo decía, sin alguna otra intención. No era una persona complicada con la que tenías que entrar en su mente para saber lo que piensa. Además, mientras algunas parejas tienen conversaciones sobre su trabajo o lo que tienen que hacer ellos tenían conversaciones de como serían si fueran superhéroes. Porque, para Himuro, Murasakibara no era sólo su pareja, aunque aún no habían hablado de ese tema con profundidad él ya lo consideraba su pareja, también era su amigo. Y eso significaba que compartían gustos y que no tenía que mostrarse diferente con él por el mero hecho de estar saliendo. Si Murasakibara quería salir con él es porque le gustaba tal cual era, y eso era muy importante para Himuro.

-¿Muro-chin?-preguntó preocupado el pelimorado.

-Ah sí, ¿qué decías?

-Te has quedado muy callado de repente, ¿te pasa algo?¿te encuentras mal?

-No,no, que va, tranquilo, sólo estaba pensando que no quiero que cambies nunca Atsushi, porque para mí ya eres perfecto.

Después de eso se produjo otro silencio, pero este por parte del pelimorado. Himuro se asustó pensando que había dicho eso demasiado pronto y que había asustado al más grande.

-Ahora voy a ser yo al que le toca sonrojarse, Muro-chin.-dijo Murasakibara un poco bajo.

-Pues yo también te prohibo sonrojarte si no estoy yo allí, que si no te secuestran, jejejejejeje.

-Entonces, está bien, tú no te sonrojas si yo no estoy y yo no me sonrojo si tú no estás, ¿trato hecho?

-Vale, vale, trato hecho, me parece bien.-dijo Himuro riendo.

-Por cierto Muro-chin ¿dónde quedamos para irnos juntos esta tarde a la cancha?

Como habían estado hablando se había olvidado de una de las razones por la que quería hablar con el pelimorado.

-¿Qué te parece si quedamos en el parque de ayer, damos una vuelta y cuando se haga la hora vamos a la cancha?

-Me parece bien.-dijo Murasakibara felizmente.

-Bueno, pues nos vemos esta tarde Atsushi.

-Sí, hasta esta tarde Muro-chin.

 


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