-H-hola, señor director.
-Kouki, kouki, kouki, creo recordar que tú sabes mi nombre, ¿a qué viene tanta formalidad? ¿no me digas que te has olvidado de mí?
-N-no…
-¿Entonces por qué no me llamas por mi nombre?
-¿Akashi-san?
-Bueno, vamos progresando, pero estoy seguro de que lo puedes hacer mejor.
-S-seijuro…-san.
-Vale, creo que por ahora está bien así, pero no creas que será así para siempre, aunque haya pasado mucho tiempo no he olvidado nada, y menos de como me llamabas.
-...
-¿No vas a decir nada?- dijo Akashi mientras se acercaba lentamente hacia Kouki.
-Y-yo…
-Dime, ¿qué te ocurre?- terminando de acorralar al castaño en la pared más cercana y poniendo sus manos a cada lado del cuerpo del menor.
-S-seijuro-san, yo si que me acuerdo del pasado, pero…
-¿Pero?
-No quiero que eso influya en mis estudios además no me gustaría molestarlo con historias del pasado ahora que tiene que dirigir un instituto…-dijo Kouki bajando la vista
-Vaya, parece que aunque digas que te acuerdas del pasado no te acuerdas de que yo soy absoluto, puedo dirigir un instituto, rememorar el pasado, salir con amigos como una persona normal y cumplir con los trabajos que mi padre me manda sin contratiempo alguno.
-Ya lo sé, pero...es que eres el director del instituto al que asisto, además de mayor de edad- dijo mientras bajaba la cabeza un tanto avergonzado.
Akashi pareció estar reflexionando durante un momento, y después cogió suavemente la cara de Kouki.
-No bajes la mirada ante nadie, tú no eres inferior. Comprendo perfectamente lo que me dices, pero al menos me gustaría quedar contigo, aunque sea una sola vez, para hablar.
-S-sí, a mí también me gustaría.
-Entonces perfecto, ya hablamos.
-S-sí…
Antes de irse Akashi besó la mejilla de Furihata provocándole un fuerte sonrojo.
-Hasta pronto, Kouki- dijo Akashi mientras se iba sonriendo por la reacción del menor.
Aunque hubiera pasado mucho tiempo, él no iba a permitir que Kouki se alejara de su lado otra vez.
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Por otro lado un peliverde volvía a su consultorio reflexionando sobre que iba a hacer con su compañero de trabajo. Aunque la reflexión duró poco ya que nada más cruzar el umbral de la puerta oyó risas y parloteo, para después ver a un azabache hablando animadamente con una alumnas. A decir verdad se enfadó bastante, primero le gasta un broma pesada el primer día de trabajo y luego se pone a coquetear con unas alumnas, este chico era todo lo contrario a él, y eso significaba que le iba a traer muchos dolores de cabeza.
-Hola Shin-chan, ¿qué tal estás?
-¿Shin-chan?
-Bueno, como ya hemos roto la tensión del principio he pensado que nos podemos llamar de una forma más informal, ya que vamos a ser compañeros y vamos a pasar muuuuchas horas juntos- terminó el azabache diciendo con una sonrisa.
-Mal pensado, Bakao.
-Que sepas que ha sido muy descortés por tu parte salir corriendo a por mí sin siquiera decirme tu nombre, menos mal que estas adorables chicas me lo han dicho, por lo visto haces saltar pasiones.
-Hola Midorima-sensei- dijo una de las chicas sonriendo alegremente.
-Hola- dijo de forma fría y seca Midorima.
-B-bueno, nosotras nos vamos a ir yendo, que ya es muy tarde- dijo la otra chica nerviosa por la mirada de Midorima.
-Adiós- dijo el azabache un tanto desconcertado. -Creo que no les has caído del todo bien.
-¿Y eso qué importa?
-Es verdad, para amistades ya me tienes a mí- dijo mientras sonreía.
-No, gracias.
-Ohhh, que dolor, me acabas de romper el corazón, me lo has arrancado y pisoteado como si fuera basura, ohhhh cuanto dolor- dijo Takao dramatizando más de la cuenta.
-¡Ayyy! este año va a ser demasiado largo y tedioso.
-Pero te aseguro que conmigo va a ser muy divertido, Shin-chan.
-Lo dudo, lo dudo mucho.
-Tú confía en mí.
-Ese es el principal problema.
¿Ehh? No te entiendo.
-Déjalo,me voy ya a mi casa que ya son las dos, hasta mañana.
-¿Pero no te vienes a comer conmigo?
-No.
-Va por fa por fa por fa por fa.
-Ayy….
Y así siguieron los dos hasta la entrada del instituto, donde un pelirrojo corría acelerado hacia un pelinegro.
-Espera, Tatsuya, espérame un momento.
-¿Qué quieres, Taiga?
-Quiero hablar contigo.
-Creo que ya has dicho suficiente, no me apoyas en nada.
-No es eso Tatsuya, lo que pasa es que me da miedo que te puedan hacer algo.
-Ya soy mayor Taiga, se cuidar de mí mismo.
-Lo sé lo sé, perdona.
-No importa, tranquilo, entiendo que como ahora nos han separado de clase no estamos el uno con el otro para protegernos, pero ya somos mayores.
-Lo sé, sólo quería pedirte disculpas por ponerme así, es tu vida, yo no tengo derecho de meterme en ella- dijo apenado el pelirrojo.
-Mira, Taiga, tú eres una parte muy importante y esencial de mi vida lo que no quiero es que estés como perrito guardián.
-Está bien.
-Cambiando a un tema más alegre, ¿qué te parece venir hoy a mi casa a hacer pastelitos?
-¡¿En serio?!
-Claro, tú cocinas muy bien y yo tengo ganas de pastelitos.
-¡Está bien, allí estaré!
Por mucho que se enfadara con Taiga era como un niño pequeño que lo que necesita es compañía.
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Se encontraba un rubio yendo a su casa mientras pensaba muy angustiado en lo que iba a pasar esta tarde. Cuanto más lo pensaba más pánico le daba. Iba a salir con un alumno suyo con el que se había acostado horas antes. Si mandaba la historia por la que estaba pasando a un director de cine de seguro que hacía un película: “El profesor más penoso del mundo, que no puede enfrentar a un alumno” no, es muy largo el título, pero algo así. Al llegar a su casa comprobó que las llaves no estaban en su buzón, por lo que lo que decía Aomine era cierto, el muy ladrón se había quedado con sus llaves. Después de varios resoplidos por su parte y varias maldiciones hacia su suerte y hacia Aomine decidió preparar algo de comer e irse a vestirse mientras pensaba como arreglar las cosas con Aomine. Tenía que quitarle de la cabeza a ese chico la relación que habían tenido hace unas horas y dejarle en claro que era su profesor y esto no iba a volver a ocurrir, pero cuanto más lo pensaba más difícil era buscar la palabras correctas para no originar más problemas de los que ya había.