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No podría ser de otra manera. por grupo tamashii

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Notas del fanfic:

Lo sé... Re cualquiera el tema de las parejas. En el trascurso de la historia se explica todo.

Los personajes le pertenecen a su respectivo autos.

Busco su mirada. Sé que no se trata más que de un sueño irreal.


Melancólico y hermoso.


El chico me mira con sus ojos ambarinos y gatunos llenos de deseo, y su cabello negro encrespado cosquillea contra mi frente, enviando corrientes eléctricas por todo mi cuerpo. Hay magia en su mirada y en su sangre. Me sonríe con su alma, y al hacerlo, pierdo una parte de mi entereza y cordura. Su nombre es Kuroo y hace que me tiemblen las rodillas y me lata el corazón. Logra que abandone todo rastro de apatía y sienta la necesidad de ser devorado por sus bellas manos. Me provoca la sensación de estar seduciéndolo constantemente.


"Controlate, Akaashi. Es sólo un sueño", pienso. Lo repito mil y una veces para sellar eso en mi mente.


Es un planeta con magia, provisto guerras. Con un sol que está por apagarse y sangre corriendo por las calles a la velocidad de un tren bala. Lo único que me enamora de él es el muchacho de cabellos oscuros y mirada penetrante que espera ansioso a mi llegada cada noche.


Kuroo está por hablar pero se detiene antes de hacerlo. Simplemente sonríe como tantas otras veces, a la espera de lo que ambos sabemos que va a pasar. Ya hemos visto estas escena.


—¡Alto! —logro articular con una voz que no es mía. Pero es estúpido, porque siempre sucede lo mismo.


Ha pasado cientos de veces. Con Kuroo y con Ennoshita.


Siempre ocurre algo parecido: llegando a un punto, todo acaba y despierto en otro mundo mucho más alejado e irreal que el anterior.


Ennoshita es el chico de piel cenicienta y ojos oscuros como el ónix que me observa desde lo alto de un árbol.


Este es un mundo distinto que sólo encuentro en pocas noches. Es un mundo con tres lunas y dos soles, plantas pigmentadas por clorofila naranja y violeta, y tierra invadida por hierro.


Aquí no hay guerras y la magia es cuestión de pocas personas.


—Hoy te estuve esperando —dice Ennoshita mirando al firmamento—. Quiero escapar contigo a otro lugar. Busquemos la magia más allá del conocimiento de este mundo.


Usa sus palabras para seducirme aunque no lo desea. No se enoja cuando subo hasta alcanzarlo, o cuando lo sujeto y lo beso, no se enoja cuando río tras hacerlo.


Él sabe que estoy por irme, porque hay magia en todo su ser que le permite conectarse conmigo; entenderme. Sabe que estoy por partir y en mi cabeza resuenan sus palabras mientras un planeta fantástico, más real y hermoso que aquel en el que vivimos, comienza a destartalarse y perderse en una nebulosa blanca.


Despierto entre mis sábanas recordando el sabor de sus labios.


Bokuto duerme a mi lado y tira de las mantas intentado que el frío se aleje aunque sea unos minutos más.


Me pregunto si mis sueños no representan una infidelidad hacia mi pareja. Y supongo que es una estupidez pensar en ello.


Por un lado, Kuroo posee la magia de transportarse en un felino negro, en un mundo en el cual todos pueden cambiar su apariencia a la de seres más monstruosos que los conocidos e ignoran otras fuerzas más poderosas que la guerra. Por el otro, Ennoshita, que habita un mundo donde la magia es considerada una broma, las playas son rojas y las plantas azules.


Por encima de ello, está Bokuto, que puede transformar todo en una fiesta con una simple sonrisa.


Cuando sueño a Kuroo siento la fría necesidad de ser llevado al otro extremo del universo inmerso en el más crudo de los placeres paganos.


Siento que llego a la locura al ser raspado por sus finas y brillantes garras. Es un deseo abrasador que me desquicia, como desquiciaría a cualquiera.


Con Ennoshita es levemente diferente. Deseo que me enseñe su arte cósmico y que le revele secretos entre susurros y besos. Es el deseo y la curiosidad de entender las incógnitas del universo que atesora con empeño.


Con Bokuto... Bueno, simplemente no deseo más. Es todo lo que necesito.


—¿Preparo el desayuno? —pregunta semidormido.


—Yo lo hago, puedes dormir unos minutos más.


Un nuevo día comienza y Bokuto mira la televisión mientras engulle tostadas como si no existiera un mañana.


—Tuve un sueño otra vez —dice. Apaga la pantalla y me mira con culpa. Sólo puedo atinar a estirar mi mano y acariciar su rostro para sacarle las migas que se han pegado en su boca—. Akaashi, soy infiel —comenta bajando la vista.


Siento cómo se me hiela la sangre. Siento cómo el dolor de la traición nubla mi mente. Miles de preguntas me invaden: ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Quién?


—¿Qué? —logro preguntar. Siento cómo mi vista se nubla y cómo miles de átomos forman gotas tibias que resbalan por mis mejillas.


—En los sueños...


—¿Sueños? ¿De qué hablas, Bokuto?


Bokuto también llora. Se siente desesperado. No encuentra las palabras que necesita.


—Hay un mundo donde la guerra estalla y el sol se apaga. Y un chico de lentes y pelo rubio me desquicia, me seduce y me roba el alma.


No sabe cómo explicarme. La imagen de Kuroo y su planeta llegan a mi cabeza.


—Sigue —murmuro. Él simplemente sisea palabras e intenta que sean entendibles. Le ruego con la mirada.


—En otro hay un chico que me ruega que le enseñe cosas del universo y sólo quiero hacerle el amor... Eso es... Es...


—No, Bokuto.


Recupero la calma y pierdo la lógica. Me hundo en una idea loca que sana todo el dolor que puede soportar el mundo. No hay más lágrimas en mis ojos, aunque si las hay en mis mejillas.


—Te amo, Akaashi. Perdón, perdón, perdón —dice. Él si llora. Se le parte el alma y se desmorona en pedazos sobre la mesa del comedor.


—Hay... Un chico. En mis sueños. Que tiene cabello negro, y que me gusta que use sus garras cuando me toca —susurro. Él me mira cuando explico y sus ojos se iluminan con mis palabras —. Y hay otro, en otro sueño, que siempre tiene algo para enseñarme.


Tarda dos segundos más de los necesarios en entender qué deseo comunicarle.


Cuando al fin comprende, sus ojos se iluminan y su rostro encuentra una extraña expresión de felicidad.


Ambos quedamos en silencio, expectantes. Ambos sabemos las palabras pero no podemos pronunciarlas.


Él sonríe con inocencia, y vuelve a cautivar todo mi ser tal como sucedió la primera vez que nos vimos.


—Siempre terminas encontrándome —susurra. Y no hay nada más que decir. Porque eran justamente las palabras que rondaban en el aire.


Ennoshita diría que eran encuentros predestinados y Kuroo diría alguna estupidez como que el sexo es el mismo aquí y allá, y si es con la misma persona, mejor.


Bokuto no dice nada de eso, porque sabe que no es necesario. Simplemente enlaza sus dedos con los míos, y deja entender que no podría ser de otra manera.

Notas finales:

Muchas gracias por leer y comentar :3


 


Agradezco, también, a Janet y a Tsung por betear la historia.


 


Besitos, nos encontramos en otra ocasión. 


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